La mitología clásica, junto al cristianismo, es uno de los pilares fundamentales sobre los que se asienta la cultura de Occidente, por ello no es extraño encontrar en cualquier manifestación de arte alusiones a ella a lo largo de la historia, ya sea con fines religiosos, puramente artísticos o incluso políticos.
Y precisamente en el contexto político de la Edad Moderna vemos algunos de los casos más claros de la utilización del arte como ejercicio de poder. En el siguiente artículo, “Rubens y María de Médicis, arte y poder en la corte de Francia”, analizamos cómo la reina de Francia encarna un cristalino ejemplo del hábil manejo propagandístico de la iconografía clásica, a través del famoso ciclo de Pieter Paul Rubens.
María de Médicis, Reina Regente de Francia
En este contexto, la reina deberá afianzar la legitimidad de su posición y autoridad, y no sólo fuera de la corte, sino, como hemos visto, ante la mirada de su propio hijo, el rey de Francia. Y María de Médicis ya conocía lo eficaz que podía resultar la política artística, recordemos que su familia, los Médicis, consolidaban el poder a través del arte en Florencia desde hacía décadas.
Arte y poder en la Edad Moderna
Durante la Edad Moderna fueron muy comunes los encargos artísticos por parte de las cortes reales europeas para enaltecer la figura de los reyes y de sus familias, del mismo modo que se dieron durante el Renacimiento entre los nobles italianos para hacer lo propio con sus linajes. Tras la Edad Media, el Renacimiento había rescatado el mundo clásico, y con él su mitología, por lo que aquellos antiguos dioses y héroes, que sentían y sufrían como los hombres, podían exaltarlos a ellos, pero también a sus valores y a sus virtudes a través de alegorías cargadas de simbolismo, resorte que se continuó utilizando a lo largo de toda la Edad Moderna. Sin alejarnos de la corte francesa, existen paralelismos en la utilización de las insignias alegóricas de Rubens en las pinturas en la Escalera de los Embajadores y la Galería de los Espejos de Charles Le Brun, encargadas por Luis XIV para el Palacio de Versalles.
El encargo
Dioses al servicio de una reina
El impacto que la reina perseguía con tan magnífico encargo sobre sus valores y virtudes fue de tal magnitud, que incluso el propio Rubens tuvo algunos problemas para cobrar al final del trabajo, en 1625, pues Luis XIII no terminaba de estar conforme con la imagen que se había conseguido plasmar de la soberana y de los acontecimientos narrados.
Aún hoy, cuando se recuerda a María de Médicis, su imagen está indiscutiblemente asociada a la que refleja Rubens en sus lienzos.
Autora: Davinia Heras Cubillo para revistadehistoria.es