Pedro J. Ramírez: «El periodismo es una manera de vivir, algo casi genético»

Pedro J. Ramírez: «El periodismo es una manera de vivir, algo casi genético»

«En ABC publiqué mis primeras exclusivas, como la operación a vida o muerte a Franco en El Pardo»

Pedro J. Ramírez, con una copia de su última crónica en ABC y el ABC Serrano al fondo. Guillermo Navarro
Mariano Alonso

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Pedro J. Ramírez (Logroño, 1952) cuenta en «Palabra de Director», la primera parte de sus memorias recién publicadas por Planeta, su carrera como periodista, que comenzó en ABC antes de convertirse en el director de periódico más joven de España en 1980, cuando con apenas veintiocho años llegó al extinto 'Diario 16'. Desde entonces no ha abandonado el puesto de mando, que luego ejerció en 'El Mundo' y ahora en 'El Español', medios de los que además es fundador. Pero fue en este periódico, bajo la dirección primero de José Luis Cebrián Boné y luego de Guillermo Luca de Tena , donde se fraguó su figura pública, en la vieja casa de ABC de la calle Serrano de Madrid, hoy reconvertida en centro comercial pero con algunos vestigios, como rememora in situ el propio Ramírez. Desde las altas puertas en las que aún se puede leer el nombre de la editora, Prensa Española, hasta las escaleras en las que posa para las fotos, y por las que recuerda que entraba todos los días.

Pedro J. describe una redacción donde Guillermo Luca de Tena y los redactores se trataban de usted, y en la que él mismo mantenía una relación epistolar "versallesca" con el director. Todo en un tipo de periódico, el de los años setenta, en el que al contrario de lo que ocurre ahora los periodistas eran minoría frente al resto del personal: "En el mismo edificio estábamos los redactores y los de talleres, que estaban dominados por los sindicatos, no de clase, sino por los sindicatos de extrema izquierda, que eran el sindicato afín a la ORT [Sindicato Unitario] y el afín al Partido de los Trabajadores [CSUT, igualmente una escisión de CCOO] La gran paradoja es que mientras en la redacción discutíamos los moderados liberales centristas con los conservadores, los que podían decidir si se paraba el periódico eran los maoístas" relata esbozando media sonrisa. "A lo largo de este medio siglo, yo he vivido un desplazamiento del poder de la empresa periodística siempre en favor de la redacción, y siempre en favor del periodismo" concluye, no sin antes dibujar un horizonte optimista para la prensa: "Yo creo que mi generación aún va a vivir una nueva edad de oro del periodismo, quizá no con grandes imperios como los que existieron antes en torno a las grandes cabeceras, que dominaban el mercado, pero sí habrá un número suficiente de medios viables y rentables".

Buscando en la hemeroteca de ABC, accesible ahora en la web , aparece un Pedro J. Ramírez que no era solo cronista, sino también protagonista. Muchas informaciones en la Transición daban cuenta de lo que decía en conferencias o encuentros, así como de la publicación de su libro "Así se ganaron las elecciones", uno de los primeros bestseller del periodismo político en democracia sobre el triunfo de Adolfo Suárez en los primeros comicios de 1977. "Probablemente fui el conferenciante más joven de España" blasona.

-La carrera del director más longevo de España no se entiende sin ABC.

-Sí. Yo aprendí mucho de Cebrián Boné. Me enseñó a titular, el concepto de edición, el sentido explicativo del periodismo. Él era un hombre con una visión muy didáctica, troceaba muy bien las noticias, identificando la historia principal y los elementos complementarios. Tenía un don innato del marketing periodístico. Hacía cosas muy modernas para entonces, muchas vinculadas al deporte: «El libro de oro de La Liga»; «Momentos Inolvidables del Mundial»... tenía el don narrativo a través del lenguaje periodístico. Antes de ABC, en La Actualidad Española, había convertido en grandes estrellas del reporterismo a Miguel de la Quadra Salcedo, a César Pérez de Tudela , a un fotógrafo extraordinario, que se llamaba Antonio Fernández Navas, a Manu Leguineche, Gilera ... ese tipo de personajes que salían en televisión y que podían ser también grandes reporteros.

Luego Guillermo Luca de Tena fue la primera persona que me hizo ver la trascendencia que tenía el acceso de los periodistas a las figuras clave de la actualidad. Cada vez que yo tenía un encuentro con dirigentes políticos, como cuando Suárez hacía un aparte conmigo después de una rueda de prensa o me invitaba a almorzar a solas; o incluso con el Rey Juan Carlos en La Zarzuela, en una ocasión que me citó Sabino [Fernández Campo] y yo pensaba que solo le vería a el y apareció Don Juan Carlos. En todas esas ocasiones Guillermo me decía: «No sabe usted lo importante que es esto que me cuenta». Así me di cuenta de que para un periódico era muy importante, además de lo que se publicaba, el background, el contexto, el saber lo que podía ocurrir. Entendí que parte del trabajo del periodista consistía en tener acceso a las personas que tomaban las decisiones, siendo plenamente consciente de que nunca iba a ser una relación de amistad, ni de intimidad, ni de complicidad, sino que cada uno tenía que jugar un papel.

-¿Un matrimonio de conveniencia?

-[Sonríe y medita su respuesta] Digamos que un noviazgo de conveniencia , porque el matrimonio significaba una estabilidad que raras veces podía darse.

-Uno de sus referentes es el mítico Ben Bradlee, director de la época dorada del 'Washington Post' y al que pudo conocer en sus años de profesor en EE.UU. Su relación con el poder, singularmente con Kennedy, ¿no ejemplifica también los peligros de esa cercanía entre periodista y político?

-Yo tengo que decir que nunca he llegado a hacer de baby sitter de ningún presidente del Gobierno. Bradlee lo cuenta, que cuando los Kennedy tenían que salir, se quedaba él con los niños, yo nunca he llegado a eso [risas]. Tampoco he sido indulgente con ninguna conducta de ninguna persona con la que yo tuviera relación, como Bradlee reconoció que lo fue en todo lo que tenía que ver con la vida privada de Kennedy. Otro ejemplo curioso fue el del director de 'The New York Times', Clifton Daniel , que se enteró de que se preparaba la invasión a Bahía de Cochinos y Kennedy le pidió que no lo publicara. Y luego el propio presidente norteamericano le dijo: "Si no me hubieras hecho caso, a lo mejor me habrías salvado de cometer un error terrible". No te jode, podría haber contestado [risas].

-Empezó en deportes. ¿Era la sección en la que, por razones obvias, se había podido ir más lejos periodísticamente en la dictadura?

-Yo recuerdo un reportaje muy innovador entonces que hice con Mariano Haro , el célebre atleta. Se llamó "El último kilómetro", y era toda una alegoría de la situación del país a través de la situación de este deportista, ya en su declive. Fuimos a Aguilar de Campoo, en Palencia, que era donde entrenaba. Él hacía 17 kilómetros todos los días y entonces yo le esperé en el 16 para hacer juntos los últimos 1.000 metros. Era un corredor de fondo, hacía los 5.000 y los 10.000 metros, y tenía un problema precisamente con el último kilómetro, no era bueno sprintando. Me dejó la camiseta de la selección nacional de atletismo, y tengo que decir que todavía estoy jadeando, y eso que no tenía sprint [risas] Hay unas fotos muy bonitas en 'El Colorín' de ABC de aquel momento.

-El color. Entonces, y durante muchos años después, la prensa era en blanco y negro.

-Cuando llego a ABC, los periódicos tenían un problema, y es que no había una tecnología que permitiera imprimir fotos de calidad en el cuerpo principal del periódico. Por eso estaba dividido en las páginas de tipografía, donde iban las noticias, y las páginas de huecograbado, que se imprimían antes, que tenían un cierre más temprano, incluida la portada, y que envolvían el periódico. Y el color, naturalmente, quedaba para la revista del fin de semana, que era Los Domingos de ABC , que le llamábamos todos 'El Colorín' y que terminó fusionándose con Blanco y Negro. Yo siempre pensé que el periodismo debía aprovechar todos los recursos tecnológicos, en los tiempos del periodismo impreso y ahora en los del digital. En 'Diario 16' y en 'El Mundo' fuimos pioneros en la utilización de infografía y de lo que más orgulloso estoy es de haber recibido muchos premios de la Society of News Design, que son los óscar del diseño periodístico. Ganábamos más premios que el 'The New York Times'. Yo creo que las formas son muy importantes en la comunicación periodística.

-¿Al mismo nivel que el fondo?

-Hay una interacción. La forma está al servicio del mensaje. El periodismo es una actividad intelectual, comunicas ideas y planteamientos intelectuales. Hay una regla de oro, que yo creo que tiene plena vigencia. Cuanto más complejo es un asunto más amena tiene que ser la forma de explicarlo. En cambio, un tema accesible a todo el mundo te puede permitir un formato más consistente. En una historia de deportes se puede hacer literatura. Como decíamos antes, los que mejor escribían lo hacían en deportes, entre otras cosas porque no les dejaban escribir en otro sitio. Era lo que hacía, entre otros, Gilera en ABC.

-Cuenta en el libro que le llegó a decir a Guillermo Luca de Tena, tras rechazar ser el jefe de política, que solo quería ser "redactor o director".

-Bueno, era un poco una boutade. A mí Guillermo me dio la gran oportunidad de escribir una sección semanal en la que yo hacía lo que me gustaba: trabajar como un reportero y poder firmar un columnista. Yo le dije que pensaba que ahí podía aportar más al periódico que asumiendo responsabilidades intermedias, donde había gente muy buena en aquella redacción de ABC. El jefe de política era extraordinario, Ángel Antonio González, estaba Paco Giménez-Alemán , que llegó luego a ser director del periódico, Pepe Javaloyes, Antonio Alférez, Santiago Castelo , que llevaba las páginas de opinión... eran los seniors de aquella redacción y tenían un gran nivel. Yo estaba muy cómodo con la sección del fin de semana. Mucha gente se sorprendía de que apareciera una firma con tanto relieve un día tan señalado, en ABC, y muchos se quedaban asombrados al conocerme porque pensaban que yo era un señor mayor, y no un veinteañero [risas].

«Guillermo Luca de Tena me dio la oportunidad de trabajar como un reportero y firmar como un columnista»

-En esa sección está el origen, por tanto, de sus cartas del director semanales.

-Con la diferencia de que desde que soy director, los últimos cuarenta años, mis oídos y mis antenas habéis sido los periodistas que vais a los sitios. Yo he seguido yendo, pero mucho menos de lo que me hubiera gustado. Estoy muy orgulloso de mi trayectoria, de haber sido director de tres periódicos y de seguir siéndolo del último que he fundado, pero también me he perdido muchas otras cosas maravillosas de la profesión. No hay nada como ir a un sitio, ser testigo presencial de algo, volver y contarlo. He perdido esa oportunidad, como la de tener un programa en la radio o la televisión. El periodismo da para mucho, pero no se pueden vivir varias vidas a la vez.

-El libro comienza con el relato de un viaje de enviado especial de ABC a EE.UU en el que compartió cobertura con Pablo Sebastián, enviado por 'El País' y que luego dirigió 'El Independiente'. ¿Hasta qué punto fue una ventaja algo que hoy es muy habitual, pero entonces no, como hablar inglés y haber vivido antes en EE.UU.?

-Esto se lo debo a mis padres, porque entonces la lengua que se

Pedro J. Ramírez, durante la entrevista en ABC Serrano. Guillermo Navarro

aprendía en la escuela era el francés, pero ellos, en una ciudad de provincias como Logroño, me pusieron desde muy pronto profesores de inglés. Cuando en el tablón de anuncios de la Facultad de Periodismo de la Universidad de Navarra vi una convocatoria de una plaza de profesor ayudante de literatura española en un College en Pensilvania, a la que podíamos presentarnos los que terminásemos ese año una carrera de humanidades, no dudé que eso podía cambiarme la vida. Me acusarán de mover ya el tráfico de influencias, pero me hice amigo del profesor que hacía la selección, que era un tío al que le gustaba mucho jugar al tenis, y yo más o menos jugaba. Supongo que eso contribuyó, pero tampoco se presentaron tantos, precisamente porque muy poca gente sabía inglés. Me fui en el 72 y allí estaba cuando el asesinato de Carrero Blanco . Pero volví antes de la muerte de Franco, y en ABC publiqué una de mis primeras exclusivas, el relato de la operación a vida o muerte del dictador en el botiquín del cuerpo de guardia de El Pardo. Me lo contó Nicolás Franco Pascual del Pobil , que sigue vivo, el sobrino progresista de Franco. Otra exclusiva, ya en democracia, fue la del viaje de Suárez a EE.UU. a ver a Carter [Jimmy] que me lo sopló una fuente de la Embajada americana. Una tercera exclusiva fue la de que un grupo de generales había ido a ver al Rey Juan Carlos para pedirle una rectificación en la marcha del proceso político, que la fuente era Felipe González .

-Con González pasó del amor al odio. Mucha gente se sorprenderá de conocer la buena relación que tenían al principio, cuando era el jefe de la oposición.

-A él le interesaba cultivar la relación conmigo precisamente porque estaba en ABC. González quería ocupar el centro del espacio político para llegar desde la izquierda a una mayoría social en la que asentar su poder. Y lo logró. Sus convicciones eran muy débiles, como se fue viendo, en todos los sentidos. Era un hombre extraordinariamente simpático, y mucho más carismático que Adolfo. Yo recuerdo mítines de González en las campañas de 1977 y 1979 y era un líder natural. Excitaba o aplacaba a las masas como quien domina las olas. Yo he visto a poca gente con ese atractivo social. Estabas en una habitación con treinta personas y era el centro de todas las miradas. ¿Qué pasó? Que cuando llegó al poder quedó en evidencia que no tenía ni sentido de los límites ni escrúpulos.

-Los GAL.

-Pensó que podía construir un proyecto de permanencia en el poder como el del PRI mejicano. Incurrió en algo que nunca es aceptable en un gobernante, que es montar una trama de asesinatos para contrarrestar a un grupo terrorista. Pasamos de jugar a la petanca, o de que yo en TVE pedí a los que no habían votado al PSOE que le respaldaran como presidente, a una situación totalmente distinta. Todo cambia el día en el que él me dice en el Congreso, irritadísimo, "lo único que tengo que negociar con ETA es que si ellos nos dejan de matar a nosotros nosotros les dejaremos de matar a ellos".

-En el libro, citando al fallecido periodista radiofónico Antonio Herrero, dice que el montaje sexual que sufrió fue "el último crimen de los GAL".

-Es muy difícil sostener una lucha periodística tan a contracorriente y con un enemigo tan peligroso. Yo digo que todos los que que han venido después son hermanitas de la caridad comparados con González. No tenía escrúpulos y tenía grandes cualidades para ejercer el poder, convencer a los demás y crear complicidades y relaciones de clientelismo. Aznar tiene un mérito extraordinario, porque ganarle a González estando en el poder es lo más difícil que ha conseguido un político.

«Después de leer el libro de Fernández-Miranda y Chicote sobre Manglano, tengo claro que González participó activamente en la distribución y promoción del vídeo delictivo con el que quisieron chantajearme»

Sobre esto debo comentar que entre la primera y la segunda edición de mi libro, que acaba de salir, hay pequeños añadidos o correcciones. Pero uno es fundamental, y es una cita del libro de Juan Fernández-Miranda y Javier Chicote «El jefe de los espías», con las revelaciones de Manglano [Emilio A.] en las que cuenta que la primera persona que le habla de que existe un vídeo sexual que me va a destruir y que se va a distribuir contra mí, es Felipe González. Y dice el día y la hora en que se lo cuenta, siendo él ya ex director del Cesid [anterior nombre del CNI] y eso es un mes antes de que yo mismo me entere, y mes y medio antes de que se distribuya el vídeo. A mí ahora no me cabe ninguna duda de que Felipe González intervino activamente en la distribución y promoción de ese vídeo delictivo. Y que si hubiéramos conocido todos los datos que tenemos hoy, habría habido motivos para imputarle en ese montaje que estaba destinado a cambiar la línea editorial y periodística de 'El Mundo'. Esto se suma a que él aparece cinco o seis veces en el diario en el que la chica cuenta cómo el asistente de González le contaba que estaban informándole día a día de cómo iba la operación.

González hizo muchas cosas buenas en los trece años que gobernó, y pesarán en la historia de España, pero creo que cualquier historiador del futuro solvente va a emitir un juicio demoledor cuando se acerque a su figura. Igual que por otras razones, desgraciadamente, va a suceder en el caso de Don Juan Carlos. Puedes acertar o equivocarte, pero no utilizar el poder para promover actuaciones presuntamente delictivas. Entre Juan Carlos y González había una sociedad de auxilios mutuos.

-Es ya casi un lugar común, que el libro comparte, reparar daños con Adolfo Suárez, posiblemente el presidente más vapuleado durante su mandato por la oposición y la prensa.

-Los medios fuimos muy duros con él. Porque era la primera vez que podíamos criticar al poder. Y eso lo puso doblemente difícil. Pero a medida que pasa el tiempo, Suárez se convierte en una figura de una grandeza heroica, para mí es el gran padre fundador de la democracia, el que toma las decisiones audaces que cambian la historia de España. La generosidad con la que se quita de en medio, la ingenuidad con la que luego intenta abrirse paso con el CDS, su sentido de Estado como ex presidente... Creo que es la gran figura española de la segunda mitad del siglo XX, por encima de cualquier otro.

-Con Aznar la relación data de cuando, siendo jefe de la oposición, pocos apostaban por él.

En el primer debate televisivo con González ganó contra pronóstico. En la redacción estaban sorprendidos y yo salí sonriendo y les dije: «Lo veis, este tío es mucho mejor de lo que parece».

«Suárez fue un héroe, Aznar mejor de lo que parecía, Zapatero la persona más normal que ha estado en La Moncloa y Rajoy un indolente»

-Con Zapatero vuelve un presidente socialista a La Moncloa y su relación fue muy estrecha hasta el final.

-Él tomó la iniciativa cuando fue elegido secretario general del PSOE en 2000. Lo que me trasladó es que no tenían un problema con 'El Mundo' y, ya los dos a solas, me dijo que no quería "heredar los enemigos de Felipe". Eso sí, me pidió que mantuviéramos la relación de manera discreta porque González, me dijo, tenía aún muchos "resortes" en el partido. Ha sido la persona más normal que ha pasado por La Moncloa. Cometió grandes errores, como la gestión de la crisis económica o de la situación en Cataluña, aunque en su legado hay cosas en derechos civiles que cada vez se van a valorar más.

-Rajoy.

El peor presidente de la democracia, en términos de las oportunidades de las que dispuso. Incluso yo creo que su complicidad con actos delictivos fue más fruto de su indolencia que de un sentido de la perfidia. Se encontró conque había una serie de gente que aprovechaba la estructura del partido para financiarlo ilegalmente y para llevarse dinero y evitó meterse en el lío de frenarlos. La operación Kitchen la montó, evidentemente, Jorge Fernández Díaz , pero al servicio de Rajoy.

-El poder no es solo político. Usted tuvo un trato muy estrecho como uno de los españoles más universales y más poderosos de la historia, Juan Antonio Samaranch.

-Cebrián Boné me encargó para ABC una serie que se llamaba «100 españoles para la democracia», que empezamos a publicar en 1976. Uno de ellos fue Samaranch y siendo presidente de la Diputación de Barcelona publicó un pequeño libro con todas esas dobles páginas de ABC, que eran extraordinarias, de nuevo el talento de Cebrián Boné y su capacidad de síntesis. Luego cuando le hicieron presidente del Comité Olímpico Internacional (COI) hicimos mucha relación.

Los primeros juegos en los que estuve con él fueron los de Los Ángeles en 1984 y a partir de entonces siempre le acompañaba una o varias jornadas en cada edición de los juegos de verano y escribía una crónica. Allí en Los Ángeles vi algo que era como un antecedente de las redes sociales. Era una especie de red interna de mensajes en los ordenadores, y el hijo de Samaranch, Juan Antonio junior, la utilizaba para ligar con las azafatas de los Juegos.

«Florentino y Samaranch son muy parecidos, tienen un punto infantil en su pasión por el deporte»

-De Mario Conde dice en el libro que "pronto me di cuenta de que su talento, cultura y simpatía eran enormes, pero nunca alcanzarían el tamaño de su ego. Era un hombre fascinante al que había que ponerle límites".

-El día que le conocí en su casa, que me había invitado a almorzar, me sube a su buhardilla y veo -estamos hablando de los años ochenta- que tenía un estudio de televisión en el que había montado un programa con rótulos y efectos para glorificar su actuación en el freno a la fusión de Banesto con el BBV [Banco Bilbao Vizcaya, actual BBVA], que estaba siendo impulsada por el entonces gobernador del Banco de España, Mariano Rubio . Podía más su ego que cualquier otra cosa, no he conocido a nadie tan narcisista.

-A Florentino Pérez le conoce desde sus tiempos de concejal de UCD en Madrid y de secretario de la Operación Reformista, aquel fracaso electoral que encabezó Miquel Roca en los ochenta.

-Yo le conocí de concejal y luego en esa operación. Era el secretario general. Tuvimos un gran fracaso, digo tuvimos porque les apoyé desde 'Diario 16' y les voté. Tuvieron unos 80.000 votantes y yo creo que a lo largo de los años no sé si les he conocido a todos pero casi [sonríe] Mucha gente me dice que les votó. Florentino tiene mucho que ver con Samaranch, mucho. Ambos tenían un objetivo, uno los cinco aros y otro el Real Madrid. En los dos hay ese niño que todos llevamos dentro y que en el caso de ambos podemos decir que además de llevarlo dentro está todos los días a la vista. Porque es ese punto lúdico, infantil, que se materializa en el deporte.

-O en el caso de Pedro J. Ramírez, en los periódicos.

Pero no soy un caso único. ¿Cuántos periodistas mueren con las botas puestas? Muchos. Luis María Anson ahí sigue, Jaime Campmany escribió su último artículo para ABC la noche en la que se murió, y Paco Umbral escribió su última columna, "Las uvas doradas", también la noche en que se murió. El periodismo es una manera de vivir, es probablemente genético. Seguro que Luis Enríquez, Juan Fernández-Miranda y Óscar Campillo estarán de acuerdo.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación