La valentía del coronel Valdemar Franklin Quintero | EL ESPECTADOR
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La valentía del coronel Valdemar Franklin Quintero

Hacia las 6:20 de la mañana del viernes 18 de agosto de 1989, en un concurrido sitio de la capital antioqueña, el Cartel de Medellín le causó la muerte a uno de sus principales enemigos: el comandante de la policía de Antioquia, coronel Valdemar Franklin Quintero.

Redacción Ipad
08 de septiembre de 2012 - 11:57 a. m.
La valentía del coronel Valdemar Franklin Quintero

El crimen se registró en el momento en el que el vehículo oficial en que se movilizaba el coronel Franklin Quintero se detuvo en un semáforo en rojo entre los barrios Calazans y La Floresta, instante que aprovecharon los sicarios para acribillarlo a tiros.

Escasamente siete meses duró el oficial al frente de la Policía de Antioquia, pero durante su permanencia en esta misión fue la persona que asestó los mayores golpes a la mafia del narcotráfico en este departamento. Su primer acción la concretó en el oriente, en la denominada ‘Operación San Luis’, cuando desmanteló una red de laboratorios para el procesamiento de cocaína, logrando que quedaran en evidencia los nexos entre el narcotráfico con los grupos de autodefensa de la región del Magdalena Medio.

Más adelante, el coronel Valdemar Franklin la emprendió contra el clan de los Ochoa Vásquez, al punto de que concretó la captura del padre de los tres hermanos Jorge Luis, Juan David y Fabio Ochoa, el reconocido caballista Fabio Ochoa Restrepo. Aunque días después se vio forzado a dejarlo en libertad, el oficial tenía claro contra quienes debía sostener su ofensiva. Por eso, hacia mayo de 1989, concretó también la detención de Freddy Rodríguez Celade, el hijo de Gonzalo Rodríguez Gacha, alias ‘El Mexicano’.

El coronel Valdemar Franklin Quintero tuvo una brillante carrera en la Policía. Nacido en Bucaramanga, duró 26 años en la institución, tiempo durante el cual alcanzó a ostentar igual número de condecoraciones y más de 50 felicitaciones en su hoja de servicios. Por estas razones, en el momento más difícil para la seguridad ciudadana en Medellín por las acciones de la mafia de Pablo Escobar y sus socios, aceptó el reto de comandar a la Policía en Antioquia y enfrentar a las redes de sicarios.

No pasó un día en el que no decomisara una aeronave, allanara un sitio o desmantelara un laboratorio de droga. Era lógico que antes de lo esperado empezara a recibir amenazas de muerte. Pero nada lo hizo desistir, e incluso cuando su situación personal se hizo más difícil, en vez de reforzar su equipo de seguridad desistió de una numerosa escolta para su protección, con el argumento de que no era justo exponer la vida de tantos de sus hombres para que blindaran la suya de la arremetida de la mafia.

En esas condiciones, luego de una rápida labor de inteligencia, los hombres de Pablo Escobar establecieron el lugar perfecto para asesinar al oficial. Fue en el cruce de la carrera 80 con calle 48 de Medellín, a escasa distancia de la canalización de la quebrada La Hueso. En el momento del ataque, sólo dos agentes de policía lo acompañaban. El comentario de un testigo dimensionó los excesos de los atacantes: “Le dispararon sin misericordia, hasta que vaciaron todas sus armas contra el carro en el que iba el oficial”.

Esa mañana, el país estaba agobiado por el asesinato del magistrado del Tribunal Superior de Bogotá, Carlos Valencia García, perpetrado 48 horas antes. Por eso, cuando trascendió la noticia del asesinato del coronel Franklin Quintero, el entonces subdirector de la Policía, general Carlos Arturo Casadiego, resumió así lo sucedido: “Nadie puede dudar de donde viene este crimen y de donde nos están disparando. Es la actitud cobarde, el modus operandi de estos sujetos que todos conocen perfectamente. La mafia de Medellín”.

El asesinato del coronel Valdemar Franklin Quintero, sumado al del magistrado Carlos Valencia García, forzó al gobierno del presidente Virgilio Barco a tomar nuevas medidas contra el terrorismo. Fueron siete decretos de Estado de Sitio, desde la extradición por vía administrativa hasta la supresión del jurado de conciencia para evitar nuevos casos de impunidad. La noche de ese 18 de agosto, el presidente Barco informó al país sobre las nuevas medidas. Pero en momentos en que lo hacía tuvo que informar lo que el país ya lamentaba: el atentado que segó la vida del candidato presidencial, Luis Carlos Galán Sarmiento.

Por Redacción Ipad

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