El pacto (2023), de Guy Ritchie

El sargento John Kinley comanda una unidad estadounidense en Afganistán, especializada en detectar los lugares donde los talibanes fabrican sus artefactos explosivos. Después de perder a dos de sus hombres en un operación, recluta a un nuevo traductor afgano, Ahmed, un tipo muy resolutivo, hermano de un narcotraficante local, que colabora con los americanos para lograr un visado para su familia y poder abandonar el país. Ambos va ganándose un respeto mutuo, que es puesto a prueba cuando en una misión, quedan los dos solos en terreno controlado por los talibanes, que orquestan una auténtica caza del hombre.

Inesperada película patriótica para Guy Ritchie, director y coguionista, el director está asociado a cintas de acción gangsteriles como Snatch. Cerdos y diamantes, aunque es cierto que se ha decantado también por propuestas más comerciales como Sherlock Holmes y su secuela, e incluso una cinta para Disney, Aladdín. Pone en valor el servicio del ejército estadounidense en Afganistán a lo largo de dos décadas, y de modo especial el de los traductores locales que ofreciendo sus servicios se han jugado la vida por la animadversión inevitable de los talibanes, y que en muchos casos no han sido recompensados con su extracción del país en la reciente retirada. En los tiempos cínicos que corren, en que distinguir lo correcto de lo que está mal es fácilmente etiquetado como “maniqueísmo”, se agradece una trama sencilla pero eficaz, de arrimar el hombro para ayudar al otro, entre dos personajes que son hombres de familia.

Sorprende Ritchie por ofrecer con sus coguionistas Ivan Atkinson y Marn Davies –con los que ha pergeñado las recientes Despierta la furia y Operación Fortune: El gran engaño– una trama de corte bastante clásico, también formalmente, pues el cineasta sólo se permite “moderneces” visuales en los momentos en que el protagonista sufre pesadillas.

La película funciona bastante bien en los tramos afganos, donde se describen las operaciones del ejército, y lo mucho que aporta Ahmed, alguien más que un simple traductor, él sabe interpretar lo que la población local le dice, y detectar quién está siendo honesto y quién tiene algo que ocultar. En tal sentido es una sorpresa el actor que le da vida, Dar Salim, aunque ha estado ya en muchas superproducciones como Exodus: Dioses y reyes o Cangrejo negro. Se revela como perfecto antagonista de su superior, al que da vida con mucha convicción Jake Gyllenhaal, quien ya estuvo en 2005 en otra cinta sobre las guerras de Oriente Medio, Jarhead. La historia de amistad y lealtad, de no dejar atrás a un compañero, da lugar a una deuda que debe ser saldada, y que recuerda a otro film, fantástico, Los gritos del silencio.