Han pasado ya casi 8 años, pero parece justo decir que ‘La vida de Adèle’ es una de las grandes películas de la década que acaba. La Palma de Oro y la gran recepción crítica llevaron a esta película francesa de tres horas a colarse en las conversaciones populares, a las que también llegó, seamos sinceros, por las tórridas escenas de sexo. Fueron precisamente estas las culpables de algo que les suele pasar a toda película, en principio, unánimemente aclamada. La denuncia por parte de las actrices de las exigentes condiciones laborales y su declarada incomodidad por la duración del rodaje de todas las escenas (incluidas las sexuales) llevó a muchos a criticar la mirada tremendamente masculina sobre la relación lésbica narrada, sin olvidar el carácter eminentemente erótico de la misma. Tanto es así que su directo, Abdellatif Kechiche, ha pasado de ser aclamado como un genio a tener una tremenda dificultad para financiar sus nuevos proyectos. ‘Mektoub, My Love: Canto uno’ y ‘Mektoub, My Love: Intermezzo’ fueron recibidas por la crítica con duras opiniones, la mayoría achacaban al director su excesiva cosificación del cuerpo de la mujer y la gratuidad de sus desnudos. Ambas no parece probable que se estrenen en España y el cineasta tendrá muy difícil finalizar la, en principio planeada, trilogía.

Mientras que unos asumen que una película tan importante sobre una relación lésbica exige cierto realismo y mirada femenina y otros, por el contrario, admiten que no tiene ninguna lógica que un director heterosexual con interés por lo erótico no haga películas con una mirada masculina y heterosexual hacia el sexo, debemos hablar de sus protagonistas. Léa Seydoux y Adèle Exarchopoulos son el corazón de una cinta tan física como emocionante a lo largo de todas sus 3 horas de duración, no solo en los citados quince minutos. A Seydoux ya la conocíamos, la habíamos visto en ‘Robin Hood’, en ‘Misión imposible: Protocolo fantasma’ o en ‘Medianoche en París’. Y la hemos seguido viendo en ‘La bella y la bestia’ (la francesa, no la de Emma Watson), ‘El Gran Hotel Budapest’ o ‘Langosta’. Y si no ha sido así, al menos la recordaremos como el último gran amor del 007 de Daniel Craig en ‘Spectre’ y en la futura ‘Sin tiempo para morir'. De Adèle Exarchopoulos tenemos que decir que ha sido distinto. Aunque no era debutante, había realizado algunos cortos y varias películas desde su adolescencia, su rostro quedó unido a su personaje en la película de Kechiche. Que su papel en la ficción se llamase igual que ella no nos ayuda a separar a esta intérprete de solo 27 años de su personaje, uno que marcó y marcará su carrera pese a que lo rodó con solo 19. Si no estamos muy al tanto del cine francés que no da mucho juego más allá de sus fronteras podríamos creer, erróneamente, que su carrera fracasó. Pero no, la francesa con apellido griego (gracias a su abuelo paterno) no ha parado de trabajar. Hace un año llegaron a España sus dos últimas películas, ‘El reflejo de Sibyl’ y ‘Revenir’, y este año la vemos en 'Mandíbulas' de Quentin Dupieux (que se vio en el Festival de Sitges), así que es una buena ocasión para responder a todos esos que, al recordar a Adèle con su pelo recogido y su jersey azul bailando ‘I Follow Rivers’ de Lukke Li, se han preguntado “¿Qué fue de Adèle Exarchopoulos?”.

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Pero es cierto que, aunque no hemos oído hablar mucho de esta joven parisina en todo este tiempo, no ha parado de trabajar. Al año siguiente de su brutal entrada al mundo de la fama en el Festival de Cannes ya estaba estrenando otras dos películas, y en ambas era la protagonista. ‘Voyage vers la mère’ es una co-producción ruso francesa de muy poco recorrido dirigida por Mikhail Kosyrev-Nesterov. Aunque la película se intentó mover a través del nombre de la recién convertida en estrella, lo cierto es que toda ella giraba en torno a Artiom Alexeiev, que interpreta al joven que vuelve de París a Rusia para buscar a su madre. Algo más de visibilidad tuvo ‘Qui Vive’, de Marianne Tardieu, una cinta sobre un joven en crisis cuyo trabajo precario cada vez le aleja más de su ambición por entrar en la escuela de enfermería. El único momento luminoso, cómo no, es cuando se encuentra con la profesora que interpreta Exarchopoulos.

2015 fue un año mejor y más equilibrado para nuestra protagonista. Estrenó solo una película pero rodó tres proyectos que parecían, a priori, más acordes con la fama que había ganado con el éxito de la obra de Kechiche. Ese año estrenó ‘Los anarquistas’, dirigida por Elie Wajeman. En ella interpreta a la joven de un grupo de anarquistas parisinos en 1899. Nominada al César a Mejor Actor revelación para Swann Arlaud, la película tuvo escaso pero existente recorrido internacional. Como si la actriz que deslumbró al mundo en 2013 hubiese decido bajar la montaña y volver a escalarla poco a poco en los años siguientes, fue en 2016 donde volvió al panorama internacional. El problema es que fue con uno de los accidentes más gordos que se recuerdan en el cine reciente. Siguió afianzando su nombre en la industria francesa con dos títulos, ‘Huérfana (Rostros de mujer)’ de Arnaud des Pallieres y ‘Éperdument’, de Pierre Godeau. En ambas la actriz vuelve a hacer gala de su sexualidad, pero en dos oscuras situaciones. En la primera, que pasó por el Festival de San Sebastián, interpretaba a una joven sin hogar repleta de relaciones problemáticas con hombres. En la segunda, es una joven reclusa que inicia una serie de relaciones sexuales con el maduro y casado director de la prisión, cual revisión de ‘Portero de noche’.

2016 Cannes Film Festival dire tu nombre
picture alliance//Getty Images

El problema vino con ‘Diré tu nombre’, más conocida como ‘The Last Face’ por el tiempo que estuvo sin confirmarse su estreno en España. Dirigida por Sean Penn, Exarchopoulos compartía reparto con Charlize Theron, Javier Bardem, Jean Reno y Jared Harris entre otras estrellas, en lo que parecía el definitivo salto a la fama internacional para ella. Con uno de los recibimientos más negativos que se recuerdan en el Festival de Cannes, la película se hundió en el desprecio colectivo desde su primer pase. Las distribuidoras tuvieron que esperar casi un año para que se olvidará su recepción y poder estrenarla de manera mínima, dándole alguna salida a una película que apuntaba muchísimo más alto. Muy pocos la vieron, y los que la hacían parecían ir más motivados por la curiosidad, por afirmar si era verdad que era tan mala, que por otra cosa. La prensa acabó hablando más del divorció que durante la misma se produjo entre el director, Penn, y la protagonista, Theron. Incluso salieron algunas fotografías e imágenes que apuntaron que era precisamente Adèle Exarchopoulos la nueva pareja del maduro actor tras su separación de la sudafricana.

Desde entonces, su ritmo de trabajo ha bajado, así como su protagonismo en los proyectos. En 2017 solo pudimos verla en la belga ‘El fiel’, de Michael R. Roskam. La cinta, que pasó fuera de concurso por el Festival de Venecia, proponía una historia llena de elementos chocantes y giros de guion atrevidos. Un cóctel explosivo algo desequilibrado que contaba la historia de amor entre Gigi (Matthias Schoenaerts), un importante mafioso, y Bibi, una piloto de carreras de clase alta, interpretada por nuestra protagonista. Aunque el papel era vistoso, la cinta tuvo unas críticas y una repercusión mediocre. Algo mejor le fue a ‘El bailarín’, la única cinta que Exarchopoulos estrenó en 2018. Era una apuesta parecida a ‘Diré tu nombre’, una propuesta internacional en la que tenía un papel secundario. La cinta inglesa, dirigida por Ralph Fiennes, no contaba con las estrellas de la de Sean Penn, pero su recepción fue bastante más amable. Protagonizada por Oleg Ivenko y el propio director, la cinta partía de un biopic del gran bailarín de ballet Rudolf Nureyev para pasar a contar una trama de espionaje con la KGB de por medio. Exarchopoulos daba vida a la chilena Clara Saint, cuya relación de amor-amistad con el bailarín fue esencial para su sonora deserción de la URSS.

El reflejo de Sibyl
CNC
’El reflejo de Sibyl’

En su corta carrera, Exarchopoulos ha llegado a lo más alto, tenido las caídas más estrepitosas y disfrutada, pese a todo, de una cómoda continuidad laboral en Francia. A ella parece que se agarró el pasado año 2019. La casualidad, y lo atrasado que suele estar nuestro calendario de estrenos con respecto a nuestro país vecino, hizo que tres de sus más recientes películas se estrenasen en España.

Por un lado, ‘El reflejo de Sibyl’, cinta de una de las directoras más interesantes del último cine francés, Justine Triet, y en la que nuestra protagonista comparte rol principal con Virginie Efira. Este drama psicológico entre una psicóloga y su paciente, una actriz de mente desordenada, nos lleva inevitablemente a pensar en el argumento de ‘Persona’, de Ingmar Bergman. La pudimos ver tanto en el Festival de Cannes como en el de Sevilla, en ambos en Sección Oficial. Menos ruido hizo ‘Revenir’, de Jessica Palud, estrenada en la Sección Orizzonti del Festival de Venecia, cuenta la historia de un joven que vuelve a su granja familiar. Además de sus padres, será el desarrollo de la relación con la viuda de su hermano (Adèle Exarchopoulos) la que moverá este drama.

Pero la más reciente de todas ha sido 'Mandíbulas', la nueva película de Quentin Dupieux, que formó parte de la edición del Festival de Sitges de 2020 y cuenta las aventuras de dos idiotas que se encuentran una mosca gigante en el maletero de un coche y deciden entrenarla para que robe un banco. Exarchopoulos cambia de tercio en este filme para interpretar a un secundario de oro, mostrando el registro más cómico que jamás hemos visto en la actriz francesa.

Poco a poco seguimos la pista de un rostro que desde 2013 está en la memoria de muchos cinéfilos, uno que seguimos disfrutando a la espera de que, quizás, su carrera vuelva a volar tan alto, si es que algún día lo logra, como en esa película en la que, tirada en el césped, besó a otra chica de pelo azul que, seguro se nos ha olvidado, se llamaba Emma.

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Rafael Sánchez Casademont

Rafael es experto en cine, series y videojuegos. Lo suyo es el cine clásico y de autor, aunque no se pierda una de Marvel o el éxito del momento en Netflix por deformación profesional. También tiene su lado friki, como prueba su especialización en el anime, el k-pop y todo lo relacionado con la cultura asiática.

Por generación, a veces le toca escribir de éxitos musicales del momento, desde Bizarrap hasta Blackpink. Incluso tiene su lado erótico, pero limitado, lamentablemente, a seleccionarnos lo mejor de series y películas eróticas. Pero no se limita ahí, ya que también le gusta escribir de gastronomía, viajes, humor y memes.

Tras 5 años escribiendo en Fotogramas y Esquire lo cierto es que ya ha hecho un poco de todo, desde entrevistas a estrellas internacionales hasta presentaciones de móviles o catas de aceite, insectos y, sí, con suerte, vino. 

Se formó en Comunicación Audiovisual en la Universidad de Murcia. Después siguió en la Universidad Carlos III de Madrid con un Máster en Investigación en Medios de Comunicación. Además de comenzar un doctorado sobre la representación sexual en el cine de autor (que nunca acabó), también estudió un Master en crítica de cine, tanto en la ECAM como en la Escuela de Escritores. Antes, se curtió escribiendo en el blog Cinealacarbonara, siguió en medios como Amanecemetropolis, Culturamas o Revista Magnolia, y le dedicó todos sus esfuerzos a Revista Mutaciones desde su fundación. 

Llegó a Hearst en 2018 años y logró hacerse un hueco en las redacciones de Fotogramas y Esquire, con las que sigue escribiendo de todo lo que le gusta y le mandan (a menudo coincide). Su buen o mal gusto (según se mire) le llevó también a meterse en el mundo de la gastronomía y los videojuegos. Vamos, que le gusta entretenerse.