Willard V.O. Quine: "El conocimiento es uno" | Cultura | EL PAÍS
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Willard V.O. Quine: "El conocimiento es uno"

El filósofo estadounidense ha asistido en Granada a un simposio internacional sobre su obra

Willard van Orman Quine nació en Ohio en 1908. Estudió matemáticas y filosofía y fue, en Harvard, discípulo de Whitehead -coautor, con Russell, de los Principia Mathematica-. Desde entonces, y hasta ahora, ha investigado las relaciones entre la lógica y la matemática, tema ya iniciado en su tesis doctoral, La lógica de secuencias, y las implicaciones que esto comporta. A principios de los años treinta viajó por Europa y entró en contacto con los filósofos del Círculo de Viena, los de Praga y Varsovia. Fue catedrático en Harvard a partir de 1946. Durante esta semana se ha desarrollado en Granada un simposio internacional centrado en su obra, que ha contado con su asistencia.

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Willard van Orman Quine es el heredero directo de un proyecto de filosofía propulsado por el Círculo de Viena, el de la unificación de la ciencia. Cree que el conocimiento es un continuo que va desde las ciencias naturales a la filosofía o la matemática. En este sentido, Quine se manifiesta como el continuador directo de Otto Neurath, un economista perteneciente al círculo vienés."Neurath", afirma Quine, "publicó muy poca obra filosófica en vida, porque el era economista, pero lo poco que publicó era de mi agrado. Ahora, en la República Federal de Alemania, se ha trabajado en sus textos inéditos y, según me dicen, hay en ellos mucho acuerdo con las ideas publicadas en mis libros que, obviamente, están escritos con posterioridad. Tengo muchas ganas de leer esos textos. Me da la impresión de que éramos espíritus afines".

Con escasas variaciones, Quine se ha mantenido constante en sus afirmaciones, que se hilvanan como un todo -su concepción del mundo ha sido definida como holista por su carácter global-. A ese mundo, concebido como un todo, corresponde un solo conocimiento que forma también parte de él. El filósofo, el científico no es un "exiliado cósmico", para decirlo con sus propias palabras sino que está en el mundo, fórma parte de él, y no puede hablar como si estuviera fuera. El propio discurso es parte de lo que hay. A este respecto, afirma Quine: "La idea de una ciencia unificada sigue fuerte en mí. Creo que el conocimiento es un continuo y tiendo a minimizar las diferencias entre, las distintas áreas del conocer, ya sean las ciencias de la naturaleza o las matemáticas". Dentro de este continuo, de ese todo, "el contenido de la Filosofía, especialmente de la epistemología, no es más que un segmento de la descripción de la naturaleza. Se trata de uno más de los capítulos de la ciencia".

Las diversas áreas del conocimiento no se estructuran, en su opinión, en forma jerárquica, a no ser que se interprete el término en el sentido de que "algunas tratan de las otras, como la epistemología que trata de la costrucción de la ciencia. Pero no puede hablarse, propiamente, de jerarquía porque no podemos hablar de niveles de conocimiento. Con frecuencia se ha pretendido establecer jerarquías, pero no son necesarias". Aunque la concepción del mundo de Quine se estructura como un todo es posible distinguir en su obra una investigación sobre lo que se dice que hay y lo que el uso y la forma de un determinado lenguaje compromete a aceptar como existente, o si se prefiere utilizar términos más frecuentes, una epistemología y una ontología.

Los números

En ontología, Quine se define como "materialista" y defiende la existencia de objetos independientemente de nosotros. Ahora bien, el materialismo de Quine no puede ser confundido en modo alguno con el nominalismo -afirmación de que las entidades abstractas sólo existen como expresión lingüística- ya que Quine afirma también la existencia de entidades tales como los números y las clases. "Sería agradable", explica, "tener menos categorías. Yo preferiría poder prescindir de los objetos abstractos tales como los números y los conjuntos, pero no veo cómo hacerlo. No podríamos tener ciencia del mundo sin su ayuda. Sólo por eso los acepto".

Quine es consciente de una objeción posible a esa creencia, la de que los objetos pueden existir independientemente del hombre, pero no los números que son construcciones de éste, y a ella responde: "También los objetos son construcciones del hombre, lo mismo que los números. Las estimulaciones exteriores se estructuran en un sistema que exige los objetos materiales. Ésa es una exigencia del sentido común, pero también las entidades abstractas que forman parte de la teoría. La diferencia de consideración es sólo epistemológica".

Esta posición, deriva de la necesidad de negar lo mental, la existencia de mentes como algo independiente y separado del cuerpo, que es uno de los temas centrales del pensamiento de Quine y de buena parte de la filosofía analítica: "Estoy del lado del materialismo", afirma Quine. "Sostengo que los objetos risicos son reales y que existen de manera independiente de nosotros. También hay objetos abstractos, como los de las matemáticas. Pero no reconozco la existencia de mentes o de atributos o actividades por parte de los objetos físicos, particularmente, de las personas".

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