After. Amor infinito (2022), de Castille Landon

Hardin se ha enterado de que Christian Vance, jefe de su novia, Tessa, es su verdadero padre. El muchacho entra en cólera, y bajo los efectos del alcohol se colará en casa de su progenitora para incendiarla, y además se alejará progresivamente de su amada Tessa, que en su ausencia sufrirá una terrible tragedia familiar.

Se suponía que la saga iniciada con After, aquí empieza todo, de 2019, llegaría a su fin con esta adaptación del cuarto y último libro de la saga, pero los avispados productores pretenden aprovechar que cada nueva entrega arrasa entre el público juvenil. Así que han seguido el sendero de Crepúsculo y Harry Potter, dividiendo la novela final en dos partes, lo que quizás no sea la opción más inteligente para una serie de películas que se distinguen por tener poca trama, básicamente reducida a los encuentros y desencuentros de la chica empollona y el malote del que se ha enamorado. Como resultado, este capítulo tiene todavía menos trama de lo normal.

Repite la joven realizadora Castille Landon, responsable de las dos anteriores, que ofrece una factura técnica apañada y pocas novedades. Al menos, esta vez se han limitado esas secuencias de sexo provocativas que distinguen la franquicia, y aunque el guión no tiene mucha profundidad, como se esperaba, se agradece que apueste por el amor romántico, dados los tiempos que corren, e incluso se va un poco más allá del hedonismo visto en sus predecesoras, pues los personajes se van dando cuenta de que una relación debe ir mucho más allá de la mera atracción física, y hasta se habla de la paternidad en una parte de la trama. Menos da una piedra.

En el apartado actoral, Josephine Langford y Hero Fiennes Tiffin demuestran que tienen futuro, pues tienen cierto carisma y no se les da mal sostener el metraje casi en solitario. Da penita que la talentosa Mira Sorvino quede reducida a un par de escenas, en su trabajo como madre de Tessa, pero ella se esfuerza igual que siempre.