Tras la muerte de la Reina Isabel II a los 96 años y después de la proclamación oficial de su hijo, Carlos III, como nuevo Rey del Reino Unido, dos jóvenes católicos han quedado excluidos de la sucesión del trono a causa de su fe, recoge Aciprensa.

Cabe recordar que el Rey de Inglaterra no puede ser católico porque, además de regir la nación, es el jefe de la Iglesia Anglicana, fundada por el Rey Enrique VIII, que se separó de su esposa, la princesa española Catalina.

El sitio web de la Familia Real expone las normas de sucesión al trono del Reino Unido, que agrupa a Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte. Una de ellas es que “un Católico Romano es específicamente excluido de la sucesión al trono”. En la Ley de Instauración, emitida en 1701, en efecto se advierte que no pueden heredar la corona británica quienes “comulguen con la Iglesia de Roma” o profesen lo que denomina “la Religión Papal”, recuerda Aciprensa.  

Pues bien: uno de esos dos jóvenes es Eduardo Windsor, que nació el 2 de diciembre de 1988. Tiene 33 años. Es heredero de Jorge Windsor, conde de Saint Andrews y de su esposa Sylvana Tomaselli. En el año 2003 y a ejemplo de su abuela, la duquesa de Kent, y su tío, Lord Nicolás Windsor, se convirtió a la fe católica, perdiendo así su derecho al trono, siendo la persona de más alto rango excluida de la línea de sucesión.

Por su parte, la princesa Alejandra de Hannover, de 23 años, también quedó excluida de la línea de sucesión al trono tras bautizarse en la Iglesia Católica en 2018.

Y estos dos ejemplos dan una perfecta idea de lo casposa y rancia que es la Monarquía del Reino Unido, que mantiene una costumbre tan discriminatoria como la que nace en el siglo XVI, con Enrique VIII y en un país que sigue presumiendo de influencia global…