La película Dejar el mundo atrás de Netflix se ha convertido en fuente de todo tipo de especulaciones y teorías en las plataformas sociales. En especial, debido a que su trama, insinúa mucho más de lo que cuenta. Lo que hace de sus escenas finales, no solo una misteriosa muestra acerca de la reacción humana a un fenómeno imparable. También, el centro de todo tipo de especulaciones acerca de su significado — de tener alguno — o hacia dónde conduce una trama llena de misterios. 

Dejar el mundo atrás, de Sam Esmail, basada en la novela del mismo nombre de Rumaan Alam, analiza el fin de los tiempos desde la óptica del misterio. Ninguno de los personajes sabe bien qué ocurre y de hecho, la trama avanza en buena medida, gracias al esfuerzo que supone descubrir el suceso. Lo que permite que el director, imite la atmósfera enrarecida y claustrofóbica del libro. No obstante, para su final, la cinta se hace incluso más críptica. A pesar de mostrar lo que ocurre, las reacciones de sus personajes hacen que las secuencias finales resulten inexplicables. 

Mucho más cuando parece insinuar que la tragedia — revelado el suceso que se mostró a medias durante la cinta — es una combinación de varios temores colectivos. Desde el temor a un acto terrorista a un hackeo a gran escala que interfiere de manera total en las comunicaciones. La película no se guarda ningún mito urbano y de hecho, los combina en un desenlace de pesadilla. 

¿Qué es lo que está ocurriendo en la película?

En el argumento, se narra como Amanda Sandford (Julia Roberts), alquila una casa para pasar las vacaciones con su familia. Lo que le permite a ella, su esposo Clay (Ethan Hawke) y los hijos de ambos, disfrutar de una temporada lejos de Nueva York. Pero apenas ha comenzado el viaje, cuando ocurre lo que parece una tragedia imposible de definir de inmediato. 

Todas las comunicaciones, incluyendo internet y los medios televisivos, terminan por caer ante un ciberataque masivo. Mientras intentan lidiar con lo que sea está ocurriendo a la distancia de cualquier lugar con información, la presión para los personajes aumento. Eso, debido a la llegada de George Scott (Mahershala Ali) y su hija Ruth (Myha’la), el propietario de la casa en que se encuentran.

Forzados a una convivencia obligatoria, las familias comenzarán a sospechar de las intenciones mutuas. Eso, mientras su vecino Danny (Kevin Bacon), se convierte en un elemento indescifrable y que solo añade temor y paranoia a lo que ocurre. Para su final, se descubre que la ciudad se encuentra bajo fuego y que el apocalipsis, es un caos comunicacional de gigantescas dimensiones. Además, una crisis medioambiental que amenaza con volverse una oleada de violencia incontrolable. 

Dejar el mundo atrás: cinco partes para contar una historia 

Sam Esmail, dividió su guion en cinco partes y así lo presenta en la película, lo que hace más confusa su trama. Tituladas Parte I: La casa, Parte II: La curva, Parte III: El ruido, Parte IV: La inundación y Parte V: El fin, organizan la trama en segmentos. Pero, también, permiten profundizar en cómo el guionista intenta narrar un hecho cada vez más complejo. 

Si los dos primeros fragmentos son el prólogo, los III, IV y V parecen apuntar a cómo se desarrolla la tragedia colectiva que viven los personajes. Mucho más cuando George explica a Clay, que todo lo que está ocurriendo pudiera atenerse a un plan. Un punto que se refleja en la curiosa estructura de la película.

Del aislamiento — que coincidiría con la falta de información que viven los personajes — hasta los diferentes eventos que se cuentan en la trama. Contar de manera separada la historia, permitió a Esmail — o al menos, fue su intención básica — dar la sensación que todo lo que pasa, está unido por un hilo de eventos. Solo que, la mayor parte de lo que pasa, se encuentra en el misterio o sometido a la interpretación de sus figuras principales. 

El extraño comportamiento de los animales

Uno de los puntos más desconcertantes de la cinta, es el comportamiento de la fauna que rodea a la casa en que se encuentran los Sandford. En especial, porque permite intuir que lo que ocurre en la ciudad — y presumiblemente el resto del mundo — es mucho más grave y total que un ataque a las comunicaciones. 

De flamencos que aparecen en una zona a la que no pertenecen hasta manadas de ciervos amenazantes. La película establece que lo que sea que ocurre, afecta la migración de los animales y provoca un daño ambiental catastrófico. Lo que incluye patrones de comportamiento poco usual y en cierta medida, violento. Como en otras cuestiones, la trama no aclara que está provocando todo lo anterior, pero es evidente que se trata de un evento mayor con impacto biológico.

¿Danny forma parte de alguna conspiración?

Sin que haya una explicación clara, el personaje interpretado por Kevin Bacon parece saber de antemano que ocurre. Lo mismo que George. Pero mientras este último insiste en que fue avisado por amigos y contactos en altas esferas, Danny explica que, en su caso, se trató de un análisis de las noticias que tenía a mano. 

Para el final, queda claro que todo lo que el personaje sabe — y su preparación para un suceso mayor — es una combinación de paranoia y actuar en el momento preciso. En otras palabras, jamás estuvo relacionado con ningún punto de alguna conspiración, sino que una de las tantas en las que creía, terminó por ser cierta. Una burla discreta de Esmail, a los teóricos de los grandes desastres futuros, que Kevin Bacon retrata a la perfección. 

Un final de referencias a la cultura pop

Para sus últimas escenas, la película deja claro que el mundo, tal y como los personajes lo conocen, ha caído. No solo eso, sino que además, el peligro al que se enfrentarán, es de la desaparición de la memoria social y cultural. En su última parte, todos los comentarios acerca de los medios y los mensajes, lo que se deja atrás y los recuerdos de épocas destruidas, se conectan en algo sencillo. O que, en apariencia, lo es. 

De modo que la hija de los Stanford, Rosie (Farrah Mackenzie), corre a un búnker de una casa vecina en una forma de escapismo. Ver el último de la serie Friends — fenómeno generacional por sí mismo — marca el sentido de la pérdida total. A la vez, refleja lo ya comentado por los personajes acerca de la cultura de masas, como símbolo de todo lo que el mundo pudo ser alguna vez. Lo anterior, mientras se revela que Nueva York está siendo bombardeada. 

El episodio de Friends, además, da título a la última parte de la película. Lo que podría dejar, como escalofriante mensaje, que los restos de la sociedad están a punto de sucumbir, pero todavía hay espacio para el escapismo y la evasión a través de las últimas imágenes — falsas — de la vida tal y como fue. 

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