El lado bueno de las cosas | Cine Divergente

El lado bueno de las cosas

Más vale caer en gracia que ser gracioso Por Fernando Solla

“Always look on the bright sight of life…”Monty Python

¿En serio? ¿Es posible que quieran colarnos ésta película, precisamente ésta, como una de las mejores obras cinematográficas del año? Ocho nominaciones a los Oscar, copando además las categorías más destacadas: película, director, actriz y actor (principales y de reparto), guión adaptado y montaje y, por si fuera poco, Globo de Oro a la mejor actriz de musical o comedia (tiene guasa la división comedia/musical y drama de estos premios) para Jennifer Lawrence, por encima de Emily Blunt, Judy Dench, Maggie Smith o Meryl Streep (todas ellas por personajes que no creemos que deban categorizarse como representativos, ni de sus carreras ni del año cinematográfico). Increíble, pero cierto. Asombroso y descorazonador panorama. Repetimos, ¿en serio? ¿Puede ser que nos hayamos visto afectados todos nosotros (mentes pensantes hollywoodienses, críticos, espectadores, seres humanos en general…) por una especie de trastorno de bipolaridad (con todos mis respetos para los que sufran la enfermedad) similar al que parece sufrir el personaje interpretado por Bradley Cooper? Es muy probable que sí. En la sociedad en la que vivimos en la que todo se consume y se sirve (inclusive el cine) a modo de fast food, de forma inmediata, superficial y banal, quizá sí. Es posible que seamos unas víctimas del poder dominante cinematográfico. Pero deberíamos ser mínimamente autónomos en la gestión de nuestro poder adquisitivo y pagar nueve euros por una entrada para esta película, me parece francamente, además de dilapidar nuestro patrimonio, una absurda y burda obscenidad.

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Y eso que la cosa no pintaba mal en un principio (tampoco demasiado bien, no nos engañemos). Tras pasar ocho meses en un psiquiátrico por la brutal agresión del amante de su mujer, Pat (Bradley Cooper) vuelve a casa con sus padres, Pat Sr. y Dolores (Robert De Niro y Jacki Weaver). Decidido a sustituir la medicación por el ejercicio físico y a tomar una actitud positivista ante la vida para reconquistar a su todavía esposa Nikki (Brea Bree), Pat conocerá a Tiffany (Jennifer Lawrence), una problemática y perturbada joven, que se encuentra en una situación similar a la del personaje interpretado por Cooper. Algo reticentes al principio, la peculiar pareja entablará algo parecido a una amistad, supeditada a un acuerdo pactado por ambas partes: Tiffany ayudará a Pat a recuperar a Nikki y el chico formará pareja de baile con la alocada jovencita interpretada por Lawrence en un concurso local.

Ingeniosa, sincera, conmovedor retrato de la gente corriente, fresca… Esto es lo que esperamos decir cuando acudimos (cada vez menos, no vamos a mentir a estas alturas) a ver una película de este tipo. Quizá el recuerdo de la reciente (y aunque con destellos de lucidez, fallida) Ruby Sparks (Jonathan Dayton y Valerie Faris, 2012) le haga un flaco favor a la cinta de Russell, pero es que los únicos adjetivos que somos capaces de recuperar en nuestra mente para referirnos a la película que nos ocupa son: lenta, aburrida, repetitiva, afectada, sobrevalorada, a nivel interpretativo muy (pero que muy) sobreactuada, simplista, torpe, incapaz, inútil, innecesaria…

El lado bueno de las cosas (traducción de Silver Linings Playbooks) sería al optimismo que intenta evocar lo mismo que la médium Anne Germain al espectral y espeluznante panorama televisivo actual: un fraude.

Nunca es agradable ver un talento, sea el que sea, desaprovechado. Y lo único que podemos destacar del trabajo de David O. Russell, tanto en su vertiente de director como de guionista, es que consigue dilapidar las probadas (en algunos casos más que otros) aptitudes de un reparto estelar, del que esperábamos mucho más que lo que nos ofrece y que, aun así, se esfuerza en dar lo mejor de sí mismo. En el caso de Bradley Cooper y Jennifer Lawrence la encomienda puede llegar a tener un pase, si olvidamos, eso sí, la interpretación de la joven en la sugerente The Winter’s Bone (Debra Granik, 2010). En el caso de Jacki Weaver, no. La actriz derrocha carisma, pero su personaje es nulo. Que Hollywood tenga en cuenta a la intérprete después de su estupenda interpretación (y previa nominación al Oscar) por Animal Kingdom (David Michôd, 2010) nos parece genial, pero que los personajes atribuidos sean como el de Dolores, una estafa. ¿Hablamos de la carrera cinematográfica de Robert De Niro? Mejor que no. Lo dicho, una estafa.

Así como que sea El lado bueno de las cosas la película que tenga más posibilidades de coronar a David O. Russell como un cineasta a tener en cuenta dentro del actual abanico cinematográfico norteamericano. El realizador ha presentado películas con puntos de vista divergentes a la dinámica imperante hollywoodiense. Ahí están Tres reyes (Three Kings, 1999), Spankling the Monkey (1994), la divertida pero algo anodina Flirteando con el desastre (Flirting with Disaster, 1996) y la delirante pero favorita de un servidor Extrañas coincidencias (I Heart Huckabees, 2004), con la que consiguió encandilar ni más ni menos que a Jason Schwartzman, Dustin Hoffman, Isabelle Huppert, Jude Law, Lily Tomlin, Mark Wahlberg, Naomi Watts y hasta a la mismísima Tippi Hedren. Con su última película hasta la fecha, The Fighter (2010), pareció ganarse el respeto de la industria y de gran parte de la crítica, consiguiendo además siete nominaciones a los Oscar, de los que finalmente se llevó dos (actor y actriz de reparto para Christian Bale y Melissa Leo). A la industria le gusta, a la crítica le gusta, parece que al público también… Entonces, ¿qué pasa con David O. Russell?

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En este caso, desconocemos el punto de partida (la novela que sirve de material de base). Aquí un servidor no tiene ni la más remota idea de si se trata de una buena o mala novela. En cualquier caso, el visionado de la película no ha despertado el más mínimo interés en indagar más allá de lo visto. De cualquier modo, algunos casos en que la obra cinematográfica mejora la novela que la vio nacer me vienen a la mente, consiguiendo en, algunos casos, ejemplos muy destacables: Los puentes de Madison (The Bridges of Madison County, Clint Eastwood, 1995), Casino (Martin Scorsese, 1995), El paciente inglés (The English Patient, Anthony Minguella, 1996), incluso la más actual La vida de Pi (Life of Pi, Ang Lee, 2012).

Habitualmente, llegados a este punto de la crítica, suelo intentar argumentar por qué recomiendo el título valorado. En este caso, vamos a ver qué sale de hacer lo contrario. ¿Por qué no vale la pena ver El lado bueno de las cosas? Por su verborrea vacía, por usar una enfermedad como reclamo para enternecer al respetable, abandonando (en este caso) la bipolaridad a la primera de cambio sin ningún tipo de evidencia ni de amago de posible explicación, por el retrato reduccionista hasta la saciedad que hace del núcleo familiar, por tópica, previsible, por incapaz de escapar del cliché más absoluto o, al menos, intentarlo. Por reproducir la misma historia que nos han contado mil veces y, encima, explicarla peor, sin gracia. Por citar referentes cinematográficos para engatusarnos recordándonos otras películas, que sí que son o han sido representativas del séptimo arte, en este caso Cantando bajo la lluvia (Singin’ in the Rain, Stanley Donen, 1952) y por una segunda parte de metraje que lo mínimo que hace es rozar el patetismo. Esa unión de la familia y aceptación del personaje de Jennifer Lawrence basándose en sus conocimientos futbolísticos… Ese concurso de baile tan mal rodado… Esa incapacidad para que nos creamos que Russell parodia o critica nada más que en lo que ha convertido su cine con esta película…

Finalmente, un único instante a destacar: el monumental mosqueo de Pat/Bradley Cooper al terminar de leer Adiós a las armas de Ernest Hemingway y descubrir que, contrariamente a sus deseos y motivaciones para terminar el relato, el final de los protagonistas es desgraciado, lanzando el libro ventana a través. Brillante gag aislado en mitad de la nada cinematográfica. Quizá deberíamos hacer nuestras las palabras que Tiffany le dedica a Pat: “…it’s only a song, don’t make it a moster”. Cambiamos la palabra song por film y obtendremos el mismo resultado. Si las palabras de este humilde servidor merecen algún respeto por parte de los lectores, escojan cualquier otro título para disfrutar de un agradable fin de semana cinematográfico. Y si lo que queremos es reencontrarnos con nuestro espíritu optimista siempre podemos tararear aquella canción de los añorados Monty Python: Always Look on the Bright Sight of Life… El que avisa no es traidor.

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Comentarios sobre este artículo

  1. Rodrigo dice:

    una excelente película para todos los que aman el cine….los que buscan un trasfondo de la vida y complicarse la existencia, es mejor que vean otra cosa…película con muy buenas actuaciones, divertida, la chispa esntre los personajes es evidente, etc….Muy, pero muy buena.

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