“La partida del maestro Jacobo Rauskin indudablemente deja un gran vacío en las letras paraguayas por todo lo que dio a través de sus conocimientos y sus enseñanzas”, comentó a Última Hora Alberto Sisa, referencista de la Biblioteca Municipal Augusto Roa Bastos, de la Manzana de la Rivera.
Rauskin (Villarrica, 1941), autor de obras como Jardín de la pereza (1987), Poesía (1991/1999), Alegría del hombre que vuelve (1992), fue miembro de la Academia Paraguaya de la Lengua Española, así como director de la Biblioteca Municipal Augusto Roa Bastos, cargo que dejó hace dos años, para pasar a ser asesor del mismo espacio.
Miembro de la generación del sesenta, dirigió el Taller de Literatura de la Biblioteca Municipal. Fue socio fundador de la Sociedad de Escritores del Paraguay (SEP), participó de numerosos coloquios, disertaciones, conferencias sobre literatura, tanto dentro como fuera del país.
“Quienes compartimos con él, valoramos todo lo que dio en cuanto a conocimientos, sapiencia, erudición y orientaciones respectivas a la bibliografía y literatura paraguayas, así como a todo lo que representa una biblioteca, como es en este caso la Biblioteca Municipal Augusto Roa Bastos”, agregó Alberto.
Para Sisa, el octogenario ganador del Premio Nacional de Literatura 2007 con su obra Espantadiablos, “indudablemente trascenderá a través de sus obras, sus poesías, que quedan como un gran legado para el diálogo con la posteridad”.
Prestigiosos escritores universales valoraron la fuerza lírica de sus versos.
El poeta, escritor, músico y dibujante Mario Casartelli compartió con Última Hora unas palabras sobre Rauskin, con quien tuvo oportunidad de compartir.
Casartelli rememoró que se conocieron hacia la década de 1970, cuando coincidieron en “el diario La Tribuna, él, redactor de Arte y Espectáculos; yo, diagramador (lo que hoy se entiende por diseñador gráfico) y caricaturista, ambos llenos de proyectos”.
“Lejos, muy lejos del óxido del tiempo, yo, veinteañero, estaba más embebido en la música, y él, una década mayor, metido en los poemas, como siempre. Utilizo la palabra ‘siempre’ porque, en su caso, el deslumbre poético fue razón de su existencia”, recordó.
El escritor rescata que Rauskin se preocupaba ya en aquel entonces porque la juventud ya no leía a autores como Rimbaud o Jorge Guillén, considerando que apostaban “por lo fácil, con la excusa del lenguaje coloquial”.
Finalmente señaló que releyendo cosas suyas, considera, “debemos agradecer lo que nos dejó: toda una escuela de excelentísimos poemas, capaces de trasponer fronteras y adquirir universalidad, como también dignos de figurar en la Antología del Tiempo de la Poética del Paraguay. Al apreciado y admirado poeta, desde aquí le envío un abrazo imaginario”, culminó.