Historia de Inglaterra

Towton, la batalla más sangrienta de la guerra de las Dos Rosas

Grabado de la batalla de Towton realizado por el artista Richard Caton el 27 de julio de 1922.

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En el año 1996, un grupo de obreros que trabajaba en la ampliación del Towton Hall (un edificio del siglo XVII donde se ubica la capilla conmemorativa del rey Ricardo III) hizo un macabro descubrimiento. Las excavaciones sacaron a la luz una cantidad enorme de esqueletos desordenados de hombres adultos que habían sido arrojados a una especie de fosa común. Los huesos mostraban evidentes signos de violencia, especialmente en el cráneo y en la parte superior del torso, que parecían haber sido aplastados con objetos contundentes y atravesados con lo que seguramente fueron armas muy afiladas. Aquellos restos pertenecían a los soldados que habían participado en la batalla de Towton, uno de los más multitudinarios y sangrientos enfrentamientos jamás librados en suelo inglés.

Una rivalidad sin límites

En 1461, Inglaterra se hallaba sumida en el sexto año de una cruenta guerra civil, la conocida como guerra de las Dos Rosas. El conflicto enfrentaba a la casa de Lancaster y a la casa de York, que luchaban ferozmente para conseguir imponerse en el trono de Inglaterra. El líder de los Lancaster era Enrique VI, un monarca débil e indeciso que además, al parecer, sufría ataques intermitentes de locura. Enrique contaba con el leal apoyo de su esposa, la influyente y poderosa Margarita de Anjou, y de su hijo Eduardo, príncipe de Gales. Frente a las tropas de Lancaster se encontraba Enrique Beaufort, duque de Somerset, un hombre conocido por ser un gran estratega. Por su parte, los ejércitos del otro bando en conflicto, la casa de York, estaban bajo el mando de Ricardo, duque de York, también conocido como Ricardo Plantagenet.

El líder los Lancaster era Enrique VI, un rey débil e indeciso que sufría ataques intermitentes de locura. Enrique contaba con el leal apoyo de su esposa, la influyente y poderosa Margarita de Anjou, y de su hijo Eduardo, príncipe de Gales.

Miniatura de Ricardo, duque de York, realizada ente los años 1443 y 1445.

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Miniatura que representa al rey Enrique VI, realizada entre los años 1444 y 1446.

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Tras la captura de Enrique VI en la batalla de Northampton, que tuvo lugar en julio de 1460, y buscando afirmar su poder tras la victoria, el duque de York había reclamado el trono de Inglaterra. Sin embargo, incluso sus partidarios más cercanos se mostraron reacios a usurpar el trono de la dinastía reinante y lograron aprobar en el Parlamento, por mayoría, la conocida como Acta de Acuerdo, mediante la cual se dictaminaba que el duque y sus herederos solo accederían al trono tras la muerte de Enrique VI. Pero una furiosa Margarita de Anjou se negó a aceptar aquel acuerdo, ya que privaba a su hijo, Eduardo de Westminster, del derecho a suceder a su padre. No dispuesta a plegarse a aquella ley, Margarita reunió un gran ejército en el norte de Inglaterra para enfrentarse a los York. Por su parte, Ricardo marchó con sus tropas para hacerle frente. Atraído hacía una trampa, el duque cayó asesinado durante la batalla de Wakefield, que se desarrolló en diciembre de ese mismo año. Ricardo y su segundo hijo, Edmund, conde de Rutland, así como el conde de Salisbury, fueron decapitados y sus cabezas expuestas en lo alto de Micklegate Bar, nombre que recibe la puerta de entrada a la ciudad de York.

Los York y los Lancaster en Towton

Tras estos violentos acontecimientos, Eduardo IV (que denunció a Enrique por incumplir el Acta de Acuerdo al permitir que Margarita levantara un ejército para enfrentarse al legitimo heredero del trono, es decir, él mismo) se proclamó rey y se convirtió en el nuevo líder de la casa de York. Enrique VI fue rescatado por las tropas de su esposa, Margarita de Anjou, y las dos facciones se dispusieron a reforzar sus respectivos ejércitos para proceder al enfrentamiento final. Tras la batalla de Wakefield, y aunque la mayoría de nobles simpatizaba con la casa de Lancaster, muchos se pasaron al bando de los York. Los duques de Somerset y Exeter y los condes de Devon y Wiltshire, por ejemplo, ocupaban posiciones relevantes en ambas facciones.

Retrato del rey Eduardo IV de York, de autor anónimo.

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En esos momentos Inglaterra tenía dos soberanos, lo que hacía que la situación fuera insostenible. Ambos ejércitos marcharon entonces hasta las cercanías de una localidad llamada Towton para dirimir de una vez por todas sus diferencias. Algunas fuentes apuntan que el tamaño del ejército de los Lancaster era muy superior al de los York, pero ninguna se pone de acuerdo en el número total de combatientes que tomaron parte en esta batalla decisiva. Según English Heritage, un organismo público del Gobierno del Reino Unido, se estima que fueron unos 100.000 hombres los que lucharon en la batalla de Towton, pero los Archivos Nacionales cifran el número de beligerantes entre 55.000 y 60.000.

En esos momentos Inglaterra tenía dos soberanos, lo que hacía que la situación fuera insostenible. Ambos ejércitos marcharon entonces hasta las cercanías de una localidad llamada Towton para dirimir de una vez el desacuerdo.

Sea como fuere, la batalla de Towton tuvo lugar el 29 de marzo de 1461, y fue un baño de sangre que se libró en medio de una fuerte ventisca. Como era costumbre, y en Towton no fue distinto, la batalla comenzó con una brutal andanada de flechas disparada por parte de los hombres de York. Acompañadas por el fuerte viento que soplaba en contra de los Lancaster aquel día, las saetas volaron más lejos y más rápido de lo normal, y acabaron provocando un gran número de bajas entre las filas del ejército de Enrique VI de Lancaster. Por su parte, la respuesta de los arqueros de Lancaster no estuvo a la altura, ya que el viento les arrojaba nieve a la cara y les devolvía las flechas. Incapaces de comprobar si sus saetas daban o no en el objetivo, los de Lancaster soltaron todos sus proyectiles dejando una gruesa alfombra erizada de espinas en el suelo frente a los York.

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Towton, un combate encarnizado

Tras este intercambio inicial hubo una carga por parte de la caballería de Lancaster. En este punto las fuentes ofrecen relatos contradictorios, aunque sin embargo parece que la caballería de York fue rechazada por los hombres de sir Anthony Trollope, que al parecer surgieron desde detrás de los árboles situados al oeste, lo que explicaría el éxito de la carga. La batalla principal se libró en espacios reducidos, con lo que acabó convertida en un letal cuerpo a cuerpo. Los hombres empleaban rápidos movimientos para mutilar a sus rivales con sus espadas, e incluso se utilizaron ganchos para derribar al rival y asestarle el golpe definitivo. Los relatos sugieren que el combate cuerpo a cuerpo duró la mayor parte del día, lo que debió de ser insoportable para los soldados, ya que pelear con cualquier tipo de armadura es agotador incluso si se viste una armadura ligera o chaquetas acolchadas. A todo ello habría que añadir la climatología adversa, que embarró el suelo de tal manera que se produjeron numerosos resbalones letales.

La batalla principal se libró en espacios reducidos, con lo que se convirtió en un letal cuerpo a cuerpo. Los hombres empleaban rápidos movimientos para mutilar a sus rivales con sus espadas, e incluso se utilizaron ganchos para derribar al rival.

Uno de los caballeros de la casa de York ordena disparar a sus arqueros en Towton.

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En aquel momento, las fuerzas de los Lancaster se estaban acercando a las posiciones de los York y estaban a punto de conseguir la victoria. Pero todo daría un giró radical con la llegada del duque de Norfolk y sus tropas de reserva. Ocultos por las ondulaciones del paisaje, los hombres de Norfolk no saltaron al campo de batalla hasta que llegó la ocasión adecuada, y entonces atacaron el flanco izquierdo de los Lancaster. La gran cantidad de hombres que se unieron entonces al bando de los York fue abrumadora, con lo que los Lancaster empezaron a retroceder empujados por las fuerzas renovadas del enemigo. Ello provocaría que el desenlace resultara mucho más sangriento. Obstaculizados por el río Cock, que no pudieron atravesar puesto que antes del combate habían destruido el puente de madera, los hombres de Enrique VI se encontraron atrapados en una especie de cuello de botella del que no pudieron escapar, y fueron masacrados.

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La muerte en el río

Arrastrados por la corriente del río, muchos hombres se ahogaron, mientras otros se hundían sin posibilidad de salvación al ser pisados por aquellos que pugnaban por salir del río con vida. Aprovechando aquella oportunidad para hacer aún más daño a los enemigos en apuros, los arqueros de York tomaron posiciones en puntos estratégicos y empezaron a disparar de nuevo sus flechas, tiñendo de sangre las aguas heladas del Cock. Muchos soldados intentaron quitarse las armaduras y valerse de los cadáveres amontonados para poder trepar hasta la otra orilla y escapar, pero la mayoría fueron alcanzados por los soldados de York, que acabaron con ellos sin piedad. Antes de la batalla, ambos bandos habían dado la orden de no dar cuartel, y los de York no perdonaron a nadie después de la larga y agotadora jornada de combates.

Aprovechando la situación de indefensión de las tropas Lancaster en el Cock, los arqueros de York tomaron posiciones en puntos estratégicos y empezaron a disparar de nuevos sus flechas tiñendo de sangre las aguas heladas del río.

La presencia del rey Eduardo IV fue crucial para elevar la moral de sus hombres durante la batalla de Towton. Grabado realizado por Charles Oliver Murray en 1878.

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Tras Towton, Eduardo IV ordenó la ejecución de 42 caballeros, entre los cuales se encontraban los condes de Northumbria, de Devon y de Wiltshire y los señores Trollope, Dacre, Mauley, Velles, Egremont y Willoughly, es decir una gran parte de la nobleza fiel a los Lancaster. Aquella victoria aseguró el trono a Eduardo IV durante la década siguiente, hasta que en 1470 su rival Enrique VI fue de nuevo restituido como soberano de Inglaterra. Las bajas que provocó la batalla de Towton no se conocen con precisión, aunque algunas fuentes apuntan que podrían haber sido de hasta 28.000 hombres en total, de los cuales 20.000 habrían pertenecido a la casa de Lancaster. Otros historiadores estiman las pérdidas en alrededor de 20.000, de las que 15.000 serían hombres de Enrique VI.

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Soldados masacrados

Los restos de la batalla descubiertos en 1996 han proporcionado a investigadores y arqueólogos valiosa información sobre este crucial enfrentamiento. Por ejemplo, la mayoría de cadáveres conservaba aún un tipo de protección hecha de cuero curtido o acolchado y una minoría iba pertrechada con armadura. Muchos de los combatientes portaban asimismo pequeños amuletos de la suerte para que los protegieran durante la lucha. Los soldados no llevaban uniformes, sino que se identificaban con brazaletes de colores, y muchos eran de complexión robusta y bastante altos (algunos llegaron a alcanzar 1,85 m de altura, algo inusual para la época). La mayoría de hombres había muerto con la cabeza aplastada y tenían algún miembro seccionado.

La mayoría de cadáveres descubiertos en 1996 llevaba un tipo de protección hecha de cuero curtido o acolchado y una minoría iba pertrechada con armadura. Muchos de ellos portaban asimismo pequeños amuletos.

Cruz conmemorativa de la batalla de Towton.

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Actualmente, en el escenario de la batalla de Towton tan solo se levanta hacia el cielo una sencilla cruz de piedra que marca el emplazamiento donde se libró una de las batallas más sangrientas de la época medieval, y sirve asimismo como recordatorio de los miles de hombres que allí perdieron tan cruelmente la vida.