Mi identidad secreta (2021), de Aurelia Georges

Años de la Primera Guerra Mundial. Nélie Laborde, hija de madre soltera lavandera, ha intentado ganarse la vida honradamente como empleada doméstica, e incluso como mujer de la calle después de que su señor intentara propasarse con ella, cuando le surge la oportunidad de servir como enfermera cuidando a los heridos del frente. En su camino se cruza Rose Juillet, joven de su edad que como ella se ha quedado huérfana, pero que espera ser acogida por una familia de buena posición, amigos de su padre. Cuando un obús mata a Rose, Nélie decide suplantarla y presentarse con sus papeles ante Eléonore de Lengwil, señora acomodada y tía de un clérigo, Julien Valence, que le ofrece un puesto como lectora y señorita de compañía. Aquello es como un regalo, pero por avatares del destino, podría salir a la luz su mentira.

Una película incómoda, dirigida y coescrita por Aurelia Georges, que de algún modo quiere poner en solfa las diferencias de clase y denunciar el destino que aguardaba antaño a las mujeres de baja extracción social; lo que se nos cuenta se acerca al folletín, aunque la mención a Victor Hugo seguramente no es casual, querría lograrse algo digno del gran literato francés. En cualquier caso no se logra que el espectador empatice con Nélie, encarnada por Lyna Khoudri, porque demuestra escasa estatura moral, ni tampoco por quien se disgusta más porque una cualquiera ocupe un puesto que no le corresponde, adoptando la lógica de la desigualdad social, que por la palmaria injusticia y atropello moral cometidos; esto produce distancia en el espectador.

El film contiene un par de momentos fuertes, con revelaciones que despiertan el interés, pero dentro de una narración parsimoniosa e irónica, en que se juega con la miopía de la señora de Lengwill, la veterana Sabine Azéma, quien aceptando a su servicio a Nélie-Rose viene a afirmar que lo importante no es su origen social sino que cumpla con lo que se espera de ella; claro, que al estar todo fundamentado en una mentira-bola de nieve, acaba trasladando un mensaje atravesado de cínico pragmatismo.