Lucharemos en las playas. El instante más oscuro
El fragmento de esta película, El instante más oscuro, nos muestra uno de los discurso más famosos del primer ministro británico, Winston Churchill. Se titula lucharemos en las playas, y se enmarca en la primera parte de la Segunda Guerra Mundial.
Lo pronunció el 4 de junio de 1940 ante la Cámara de los Comunes, tras la retirada y puesta a salvo del ejército británico en Dunkerque. Francia había caído y el Reino Unido era el único país que mantenía la guerra contra Alemania y el Eje. Así lo expresa el propio Churchil en el discurso.
Frente a la idea de negociación con la Alemania nazi del antiguo Primer Ministro, Chamberlain, Churchill en todo momento se opuso a esa estrategia. Era evidente que Hitler jamás iba a tener suficiente pese a las veces en que todas las democracias cedieron: remilitarización de Renania, anexión de Austria y de los Sudetes. Así, considera que se mantendrá la lucha todo el tiempo necesario incluso cuando la isla haya caído. Como nos dice, la esperanza es que los EE.UU entraran en la guerra en algún momento, algo que finalmente hicieron tras el ataque a Pearl Harbor a finales de 1941. El discurso le permitió al primer ministro imponer su estrategia de resistencia a toda costa.
He aquí uno de los fragmentos más importantes del discurso y que se puede escuchar en el fragmento:
“A pesar de que grandes extensiones de Europa y muchos Estados antiguos y famosos han caído o pueden caer en las garras de la Gestapo y todo el aparato odioso del gobierno Nazi, no vamos a languidecer o fallar. Llegaremos hasta el final, lucharemos en Francia, lucharemos en los mares y océanos, lucharemos con creciente confianza y creciente fuerza en el aire, defenderemos nuestra isla, cualquiera que sea el costo, lucharemos en las playas, lucharemos en las pistas de aterrizaje, lucharemos en los campos y en las calles, lucharemos en las colinas, ¡nunca nos rendiremos!, e incluso si, cosa que ni por un momento creo que suceda, esta isla o una gran parte de ella fuera subyugada y estuviera hambrienta, entonces nuestro Imperio más allá de los mares, armado y protegido por la flota británica, cargaría con el peso de la resistencia, hasta que, cuando sea la voluntad de Dios, el Nuevo Mundo, con todo su poder y su fuerza, avance al rescate y a la liberación del Viejo”