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Dirección: Randall Wallace
Reparto: Mel Gibson, Keri Russell, Barry Pepper, Greg Germann, Sam Elliott, Madeleine Stowe, Chris Klein
Título en V.O: We Were Soldiers
Nacionalidad: USA Año: 2002 Fecha de estreno: 28-06-2002 Duración: 138 Género: Bélica Color o en B/N: Color Guión: Randall Wallace Fotografía: Dean Semler Música: Nick Glennie-Smith
Sinopsis: El 14 de noviembre de 1965, el teniente coronel estadounidense Harold G. Moore (Mel Gibson), al mando del Primer Batallón del Séptimo de Caballería, tomó tierra en una región de Vietnam conocida como el Valle de la Sombra de la Muerte. Allí se vio sorprendido por más de dos mil soldados vietnamitas. La batalla que tuvo lugar a continuación fue una de las más violentas de la historia de Estados Unidos y el primer choque importante entre los soldados de Vietnam del Norte y el todopoderoso ejército americano.

Crítica

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Por deberes profesionales, el autor de estas líneas tuvo que revisar hace poco La patrulla del coronel Jackson, de Edward Dmytryk. Horas después veía Cuando éramos soldados. Ambos son frutos de su tiempo y vienen a contar lo mismo, amparándose en guerras distintas, por supuesto. Sin ánimo alguno de considerar que cualquier cine pasado fue mejor, una constatación sí se hace evidente: el cine de rutina de antes era, en la mayoría de los casos, mejor que el cine de rutina de ahora. El film de Dmytryk sorprende hoy por la solidez de su estructura episódica y contiene algún hallazgo visual digno del Fuller de Underworld U.S.A.: la escena del ataque por sorpresa al poblado de Balintawak, de veras modélica, está resuelta mediante tres únicos y brevísimos planos. La concisión narrativa no es precisamente la virtud de Cuando éramos soldados. Sus primeros tres cuartos de hora de felicidad doméstica (Gibson rezando con su plebe, rezando con el soldado en la iglesia, obsesionándose con el libro de los franceses, intentando explicar a su hijita qué es la guerra...) son una prueba de fuego a la resistencia del espectador más paciente. Luego, cuando el fuego ya está en el frente, la paciencia ha de extenderse a hora y media de acción, asedios, despanzurramientos y sacrificio; un tramo de cine aceptablemente bien confeccionado pero exento de fascinación y salpicado, como el precedente, por frases (Me alegra morir por mi país) que al espectador juicioso le duelen tanto como a los personajes de ficción sus múltiples heridas abiertas. Decididamente, esta es otra de esas películas que en un mundo ideal no existirían ni en sueños.>>Para quienes mienten cuando dicen que les gusta el cine. Lo mejor: la ejecución de las batallas, y con reservas. Lo peor: los primeros tres cuartos de hora.