El hit de ayer: Snatcher

Parte Blade Runner, parte Invasión de los Ultracuerpos, todo juego de Kojima para Mega CD.

Parece que fuera hace eones, pero hubo una época en la que las estrellas del videojuego en Japón se alineaban de manera distinta. Una época en la que Hideo Kojima era el rostro de Konami, su propio Shigeru Miyamoto, por así decirlo, y que tan pronto estaba presentando nuevas características del próximo juego de la serie Metal Gear como publicaba en las redes sociales fotos de la comida que se estaba metiendo entre pecho y espalda. Así era la vida para Hideo, un carrusel de emociones.

Pero nada dura para siempre, y ahora Kojima está separado de Konami, con un estudio de nuevo cuño y con medio mundo preguntándose qué demonios se trae entre manos con su regreso al ruego, con ese ambicioso juego llamado Death Stranding que cuenta con el favor de Norman Reedus, Mads Mikkelsen y Guillermo del Toro, y del que nadie sabe muy bien qué esperar. Dicen las malas lenguas que ni sus propios responsables saben muy bien de qué va. Lo que sí sabemos muy bien es que la relación de Kojima con las licencias que le hicieron famoso está tan muerta como la calavera que se puede ver en el logo de su compañía.

Franquicias como, evidentemente, Metal Gear Solid, que será la que vaya del brazo con el nombre de Kojima por toda la eternidad pese a quien pese, pero también algunas otras marcas menos recordadas, injustamente por otro lado, como Boktai o Zone of the Enders en las que el diseñador dejó su paso aunque fuera como productor. No obstante, hay un caso muy curioso que recoge muchas de las filias y obsesiones del bueno de Hideo y que por ser un juego desarrollado para soportes tan oscuros como los PC japoneses, el MSX2, PC Engine CD o en última instancia el Mega CD, ha pasado más de puntillas de lo que quizá hubiera debido. Se trata de Snatcher, una aventura cyberpunk escrita y dirigida por Kojima, cuya versión para el periférico de Sega es quizá la más reconocida a nivel mundial.

Snatcher toma su nombre en parte de Invasion of the Body Snatchers, aquí conocida, según la versión, como “La invasión de los ladrones de cuerpos”, o incluso “La invasión de los ultracuerpos”, y algo de eso tiene, pero es que también tiene mucho, a carros llenos practicamente, de Blade Runner, y unos toquecitos aunque sea en el diseño de estos Snatchers, de Terminator en ese androide T-800 que James Cameron inmortalizó. Kojima, gran fan del cine, ensambla aquí un popurrí que a nivel jugable no enamoró mucho al respetable, pero en cuanto a ambientación y trama era una perita en dulce para los aficionados al fantástico y la ciencia-ficción.

Snatcher se podría catalogar como aventura gráfica, puesto que es lo que más se le parece. Nuestro papel como usuarios es tomar decisiones sobre qué hacer a continuación a través de menús a través de los cuales podemos interactuar con lo que nos rodea, y en ciertos momentos pasar a una fase de acción donde la pantalla queda dividida en un cuadrante de nueve celdas y en las que tenemos que ir ubicando un punto de mira para disparar a los enemigos que aparezcan en ella, vigilando que la barra de salud no se agote.

El resto está en manos de Gillian Seed, el protagonista del juego. Y es que a finales del siglo XX, un arma biológica conocida como Lucipher-Alpha es liberada erradicando el 80% de la población de Eurasia, que queda como zona inhabitable y catastrófica durante la siguiente década. Tras este evento, denominado La Catástrofe, parece que todo vuelve a quedar en orden y que el mundo puede rehacer su vida. Pero cincuenta años después, la isla artificial de Neo Kobe se ve asolada por unas máquinas antropomorfas, bioroides en términos específicos, capaces de tomar aspecto humano e incluso de sudar o sangrar, suplantando a gente de cierto peso en la sociedad después de asesinarlos salvajemente. Para combatirlos, surge la organización JUNKERS para la que trabaja Gillian Seed, que tiene la misión de encontrar el origen de los Snatchers. Lo que no se imagina es que el propio Gillian, aquejado de amnesia, tiene más que ver con ellos de lo que creía.

Este sosías de Rick Deckard y que es la respuesta de Kojima a los héroes cyberpunk de William Gibson no es el único personaje que se embarcará en la aventura. Le acompañará el Metal Gear Mark II, y tal como suena es una réplica del Metal Gear Rex (descrito en el propio juego como el arma que amenazó al mundo en los noventa, insertando así Snatcher en la continuidad de Metal Gear, o viceversa). Pero con la particularidad de que este Metal Gear solo levanta unos pocos palmos del suelo, puede hablar y además es un cínico de cuidado. No lanzará cabezas nucleares, pero sí hirientes puyas hacia Gillian para echarle en cara su estilo de vida, basado en la máxima de meter ficha a toda mujer que se le ponga delante. Y aparte de meterse con su socio, Metal Gear puede almacenar los objetos del inventario, examinar el entorno, y lo más importante, guardar la partida. Juntos, transforman Snatcher en una buddy movie cyberpunk que casi fusiona Alien Nación con Neuromante, en ocasiones con cómicos resultados.

En medio de todo este thriller futurista que planea Kojima, y que en la versión de Mega CD que llegó a occidente pudimos ver en todo el esplendor de una estética manga acompañada por las capacidades sonoras del disco compacto, el Hideo de comienzos de los noventa rinde homenaje a la compañía con la que un cuarto de siglo después partiría peras para delicia de los fans. Lo más evidente se da en el local llamado Outer Heaven, donde frente a un escenario donde una bailarina lo está dando todo se puede ver a Bill Rizer y Lance Bean, de Contra, observando atentamente junto a Goemon, lo mismo que Sparkster y Mr. Ueda, de Lethal Enforcers, en otros rincones de la sala, mientras Simon Belmont y Drácula departen amigablemente frente a una copa dejando de lado sus diferencias en la saga Castlevania. Al parecer el local tiene una temática que gira en torno a “populares personajes de videojuego de finales del siglo XX”.

No obstante, lo que más llama la atención de Snatchers es lo mucho que consigue con, aparentemente, tan poco. Su manejo es sumamente sencillo, casi siempre a base de menús, pero las posibilidades que da para que Gillian investiga y se mueva por la ciudad son parte de los culpables de la inmersión que puede llegar a lograr este juego, haciendo que se distancie de otros títulos que Mega CD que realmente se limitaban a ver una película y poco más. En Snatchers, no es que haya una jugabilidad frenética, pero consigue dar la sensación de que estamos haciendo algo realmente. Además, los sucesivos episodios que Kojima va hilando en la trama guardarán momentos de una cierta tensión.

Y es que algo de lo que sí va muy servido Snatcher es de gore. La hemoglobina y las tripas corren en libertad en un juego que muestra masacres, mondongos e higadillos sin contenerse, y eso contando con que la localización ya viene censurada. Solo que en realidad, la tijera no afectó al festín de casquería, sino que se llevó por delante momentos de erótico resultado en tierras niponas. O sangre o carne, pero las dos a la vez, no. Lo que por suerte no nos perdemos es una gran banda sonora firmada por los sospechosos habituales, el Kukeiha Club de Konami, además de un doblaje bastante correcto y unas secuencias y pantallas de lo más vistosas.

 

Por desgracia, si el legado de Kojima parece estar visto para sentencia en las oficinas de Konami, mucho nos tenemos que Gillian Seed no tendrá la suerte de Rick Deckard de poder hacer su regreso tres décadas y pico más tarde. Y es una verdadera lástima, porque Gillian y Metal Gear son una de las mejores parejas que ha dado Konami. Dos superagentes que cumplen el tópico y no se soportan, pero se necesitan el uno al otro, en el futuro cada vez menos lejano. Qué no daríamos por una resurrección de este promiscuo cazador de bioroides y su robótico y chinchante compañero con los cánones de hoy en día.

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Snatcher

Konami | 30 de noviembre de 1994
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