Lauren Hutton

La modelo Lauren Hutton es, probablemente, lo más parecido a una divinidad griega que tienen los EE. UU. Desde que hace casi cincuenta años aquella chica desgarbada y con diastema, los ahora célebres dientes separados, ingresara en las complicadas y prestigiosas filas de una agencia de renombre y comenzara su carrera como modelo en Nueva York se ha ganado a pulso el título de diosa de la mitología norteamericana y de pilar fundamental para la identidad de la moda USA. Su bello y anglosajón rostro ha decorado un sinfín de portadas, su presencia ha llenado otras tantas producciones cinematográficas y televisivas, y su imagen ha servido como ejemplo de la historia y las costumbres recientes de la conocida como tierra de las oportunidades.

Auténtica antesala a las supermodelos de los noventa -ya en 1974 firmó el contrato más caro de la historia para ser imagen de la casa de cosmética Revlon - esta sureña vivió siendo muy joven el divorcio de sus padres y la escapada de su madre, en busca de una sociedad menos opresiva, a Florida. Pasó por África, abandonó pronto la Universidad y se sumergió en la América profunda dispuesta a vivir peligrosamente la era hippie hasta que Diane Vreeland, la editora de Vogue USA en aquel momento, la descubrió e hizo que Richard Avedon la inmortalizara con su objetivo. “Le dije que acababa de llegar de Florida y que allí me dedicaba a saltar entre las ciénagas”, confiesa ella. Desde entonces ha protagonizado casi treinta portadas para la prestigiosa revista. Poco después contrató a Bob Williamson como representante y se enamoró de él. Estuvieron juntos 30 años. Junto a él conoció el reconocimiento como actriz al interpretar a la partenaire de Richard Gere en la cinta American Gigolo. Entre sus aventuras recientes se cuenta la creación de una empresa de productos de belleza, Lauren Hutton Good Stuff.

Demócrata hasta los huesos, a Lauren le gusta pintar, leer y montar en moto, una pasión que le inculcó el actor Steve McQueen y que por poco le cuesta la vida en el año 2000. Firme defensora de la edad -cuando le propusieron hacer la portada de Vogue Italia aceptó con la única condición de que se respetara su aspecto físico real. “ No quiero fingir que soy más joven de lo que en realidad soy ”, le dijo a Steven Meisel, fotógrafo de la sesión-, esta “aventurera” como le gusta definirse por encima de todo, asegura que el secreto de su eterno buen aspecto reside en la hidratación : “Me empapo, por dentro y por fuera. Tengo botellas de agua mineral en el coche, junto a la cama, en mi mesa de trabajo, y la bebo todo el día. Y al salir de la ducha me embadurno en aceite hidratante todo el cuerpo”, asegura.