Jes�s Aguirre, el controvertido segundo marido de Cayetana de Alba, muri� en el palacio de Liria el 11 de mayo de 2001 con la �nica compa��a de un mayordomo a consecuencia del c�ncer de laringe que le hab�an detectado ese mismo a�o y no pudo superar.
La duquesa, que en los �ltimos tiempos dicen estaba distanciada del que fuera su gran amor, se encontraba en Sevilla entregando un trofeo taurino a Curro Romero. Terminaba as� tristemente a los 66 a�os la existencia de un personaje pol�mico, cuyo brillo intelectual era equiparable a su soberbia, al que la aristocracia jam�s acept�, al tildarle de "ex cura rojo y arribista" y que para los hijos de la duquesa fue la personificaci�n en masculino de la madrastra de Cenicenta.
"Era muy culto, pero cero humano y muy malo. Nos hizo sufrir mucho. A mi con 11 a�os me lleg� a decir que si le pasaba algo a mi madre, que seg�n �l estaba enferma del coraz�n, cosa que era mentira, yo ser�a la culpable", lleg� a confesar p�blicamente Eugenia, la hija peque�a de la duquesa. Algo que corrobor� su hermano Cayetano. "Fue nefasto para todos, era un hombre dur�simo, a m� me dec�a que yo estaba bajo su mando, aunque me pidi� perd�n en su lecho de muerte".
Ser hijo de madre soltera en pleno franquismo fue una lacra que marc� el destino de Aguirre, y probablemente le empuj� al sacerdocio, inici�ndose como seminarista en la Universidad Pontificia de Comillas, donde se gradu� en Filosof�a. A principios de los a�os 60 se convirti� en p�rroco de la capilla de la Universidad Complutense de Madrid, caldo de cultivo de la oposici�n a la dictadura, donde se hizo famoso por sus brillantes homil�as y adquiri� p�tina de "cura rojo".
M�s inclinado a la vida intelectual, acab� colgando la sotana para convertirse en director de la editorial Taunus, donde tom� contacto con la �lite progre de la �poca, como Juan Benet, Aranguren, Javier Pradera o Jorge Sempr�n. Su amistad con el ministro ucedero P�o Cabanillas le aup� a director general de m�sica en 1977, cargo que le permiti� codearse con las elites del momento y conocer a Cayetana en casa de los duques de Ari�n en 1978.
La duquesa se hab�a quedado viuda con 46 a�os de Luis Mart�nez de Irujo, padre de sus seis hijos, arist�crata y todo un caballero, que a diferencia del ex cura, siempre se mantuvo en discreto segundo plano. Aunque en la primera cita se cayeron rematadamente mal, Aguirre, un hombre muy inteligente, puso en pr�ctica su lema "no gusto, pero acabare gustando" y cuatro meses despu�s, en marzo del 78, se casaban en la capilla de Liria, convirti�ndose as� en duque consorte de Alba.
Un sue�o que colm� las expectativas de Aguirre, quien se sent�a m�s duque que la propia duquesa. Tanto que hablaba de su persona como "nosotros, los Alba", atribu�a sus dolores de cabeza a "esa jaqueca maldita de los Alba" y se vest�a con ropa del padre de Cayetana, el m�tico duque Jacobo, a quien se refer�a con desparpajo como "mi suegro".
Pese a ello, entre sus m�ritos hay que reconocer su papel en poner orden e informatizar el valioso archivo de la Casa de Alba y, sobre todo, tener encandilada a la duquesa, a quien mandaba cada d�a una rosa con un poema y quien le profesaba una admiraci�n sin l�mites. "Sin m�, Jes�s habr�a llegado a ministro", afirmaba. Le defend�a a capa y espada contra la opini�n incluso de sus propios hijos, como demostr� cuando se extendi� el rumor de su supuesta homosexualidad, que ella misma se encarg� de atajar en la prensa del coraz�n revelando "follamos todas las noches".
Conforme a los criterios de