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Domingo, 26 de Mayo de 2024
[Sábados de streaming - Series de TV]

Devs: Un salto cuántico

Juan Pablo Vilches

Por la inusitada densidad de sus ideas, por una trama que revela de a poco su originalidad y por su memorable dirección de arte, esta serie merece un lugar en el podio de la ciencia ficción contemporánea.

Admision UDEC

Hay que seguirle la pista al cineasta británico Alex Garland. Tras escribir la novela La playa (1996), la adaptó al cine (2000) con la dirección de Danny Boyle, con quien después colaboró como guionista en películas interesantísimas como 28 días después (2002) y Sunshine (2006). 

Tras realizar otros guiones para cintas comerciales, debutó como director con Ex Machina (2015, se puede ver en Netflix), y desde entonces ha forjado un prestigio que despierta tanta curiosidad como respeto, por su estilo visual bien aprendido de Kubrick y por su aproximación rigurosa a las perspectivas más opacas del devenir tecnológico actual. Es decir, hablamos de un sólido y original exponente de lo que se conoce como ciencia ficción, especialmente de aquella que mira hacia el presente desde el espejo de un futuro más bien cercano. Y concebible.

Hay que seguirle la pista a Garland, porque actualmente está moviendo el avispero con Guerra Civil (2024), al apuntar con el dedo al enorme elefante en la habitación del que nadie habla directamente, sino escondiéndolo tras enjambres de zombies: en EE. UU. se está cocinando una guerra civil de baja intensidad que en cualquier momento empezará a ebullir y hará colapsar al país completo. Hasta retrotraerlo a algo parecido al estado de naturaleza o al patchwork de sectas que fue alguna vez.

Por esta osadía tan singular viniendo de un extranjero, vale la pena rastrear el camino que trajo a Garland hasta acá, pasando por Aniquilación (2018, también en Netflix), una variación más femenina que feminista de la premisa de Stalker (Andrei Tarkovski, 1979), y por el único gran traspié que ha tenido hasta ahora: Men (2022, disponible en Prime Video), un drama desorbitado y barroco que no parece tener mucho que decir sobre los lamentables estertores del patriarcado y las crisis de la masculinidad.

Y entre medio de todas estas películas está su única serie y, tal vez, su producto más logrado, Devs (2020). Su estructura se podría caracterizar como la de un thriller tradicional donde alguien investiga un crimen en una empresa de Silicon Valley, el que a su vez se desarrolla en torno a un lugar llamado Devs donde pasa algo sumamente singular. 

Sin embargo, los espectadores sabemos desde el principio quién cometió el crimen y por qué, por lo que los intentos de Lily (Sonoya Mizuno) de descubrir lo que ocurrió con su novio Sergei (Karl Glusman) no sostienen realmente un thriller –aunque a ratos lo parezca– sino la evolución de la brillante Lily a medida que comprende su origen y las decisiones que ha tomado en su vida, con los fantasmas siempre presentes de aquello que pudo ser y no fue.

Paralelamente está Devs, unidad especial de desarrollo (devs es una abreviación de developments) de una empresa tecnológica llamada Amaya. En la construcción de Amaya, Garland vuelve a lucir su capacidad de crear imágenes y secuencias memorables integrando naturaleza y alta tecnología, como postales de un futuro posible y en absoluto tranquilizador.

¿Por qué? Porque Amaya es liderada por un magnate tecnológico llamado Forest (Nick Offerman), quien construyó su empresa en homenaje a su pequeña hija muerta en un accidente de tránsito, y que dentro de Amaya levantó Devs para experimentar con computación cuántica la posibilidad de recuperar el pasado siguiendo las férreas leyes del determinismo.

Entre medio de todas estas películas está su única serie y, tal vez, su producto más logrado, Devs (2020). Su estructura se podría caracterizar como la de un thriller tradicional donde alguien investiga un crimen en una empresa de Silicon Valley, el que a su vez se desarrolla en torno a un lugar llamado Devs donde pasa algo sumamente singular. 

Y sí, la serie debe cargar a la vez con la miríada de posibilidades y preguntas que conlleva tal premisa, y a la vez explicar o mencionar conceptos como transposición, qubit, universos múltiples, entanglement o colapso. 

Ese enorme peso se distribuye entre los colaboradores de Forest –Katie (Alison Pill), Lyndon (Cailee Spaeny) y Stewart (Stephen McKinley Henderson)–, quienes abordan las implicancias científicas, religiosas y filosóficas de sus esfuerzos con precisión, agudeza y hasta humor. A medio camino entre una familia disfuncional y una secta paleocristiana, esta interesante fauna de científicos e ingenieros deliberan pausadamente, mientras que en paralelo Lily corre –literalmente– por su vida.

La lógica indicaría que una historia que se mueve entre estos dos carriles tan disímiles debería resolverse cuando ambos se unen para dar el cierre a todo el asunto. Y es así, solo que esto ocurre dos veces; una vez al final –naturalmente– y otra en el quinto episodio, aquel con que la serie vuelve a comenzar y muestra su verdadero rostro. Lo que realmente es capaz de hacer.

Este episodio se estructura en torno a diversos hechos pasados de la vida de Lily, Forest y Katie, principalmente, cuyas transiciones y montaje nos dejan con la duda respecto de si lo que estamos viendo son recuerdos de Lily, retroproyecciones elaboradas por la computadora cuántica de Devs o incluso episodios de realidades o universos paralelos que aparecen y desaparecen con la fugacidad de las burbujas.

Entre este mosaico de información que prepara a la serie para acelerar hacia un final predeterminado –que Forest y Katie conocen casi en su integridad–, surge la noción de que los procesamientos cuánticos, los recuerdos de una persona, la realidad misma y las ficciones que se pueden elaborar en torno a esto, operan con las mismas leyes: con el súbito colapso de un infinito de posibilidades en un solo resultado definitivo. En un cero o un uno, rodeado siempre por las sombras de aquello que no fue.

A medida que la serie avanza hacia un final aparente predicho por sus personajes y predecible para sus espectadores, los invitados al baile se siguen sumando, incluyendo al libre albedrío, la vida después de la muerte o el pansiquismo, conformando un vertiginoso conjunto de ideas, mas no por ello incomprensible. 

Por el contrario, el tiempo que se toma la serie para desarrollar a sus personajes y sus acciones permite acomodar todas sus ideas de manera natural con su trama y su eventual resolución, cerrando la serie y a la vez abriendo al espectador una imagen de lo que puede ser un futuro seriamente alterado por tecnologías disruptivas cuyas potencialidades apenas vislumbramos.

Y como antes lo ocurrió con Matrix (1999, Lana y Lilly Wachowsky) o Inteligencia Artificial (2001, Steven Spielberg), toda su meditación termina colapsando en el autoengaño que suele arbitrar entre la simulación y la verdad.

Acerca de

Título original: Devs

País: EE. UU.

Exhibición: Miniserie de ocho episodios (2020) 

Creada por: Alex Garland

Se puede ver en: Star +

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