Marco Antonio Campos: el polígrafo en su tinta - Grupo Milenio
Cultura

Marco Antonio Campos: el polígrafo en su tinta

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El escritor y promotor cultural, acreedor del Premio Universidad Nacional 2023, conversa, en una tertulia a tres voces, sobre su obra, sus maestros y sus filiaciones literarias.

A propósito del Premio Universidad Nacional 2023, en el campo de Creación Artística y Extensión de la Cultura, a Marco Antonio Campos por su trayectoria literaria y su activismo cultural, concurrimos en una mesa de café para celebrar el reconocimiento universitario. Marco Antonio Campos (MAC) es una de las figuras más visibles, heredera de una tradición de polígrafos mexicanos, en la escena nacional. No solo como escritor, también como promotor cultural. Este 2023 reactiva el encuentro Poetas del Mundo Latino, uno de los más longevos y de mayor calidad en América Latina. Su curaduría y cuidado en la organización lo convierte en un referente para identificar lo mejor de la poesía en los países de lenguas romances. Veo a Evodio y a Marco Antonio, dos críticos literarios de cuidado, y pregunto: ¿cómo han podido mantener a flote una amistad de tantos años?

Evodio se limita a sonreír. MAC responde. “En su autobiografía (Les mots), Jean Paul Sartre señalaba que a su vida la había regido el respeto. En eso, porque hemos respetado nuestros acuerdos y desacuerdos, que han sido muchos a lo largo de 50 años, ha radicado el buen entendimiento. No recuerdo haberme enojado una vez con Evodio. Siempre, cuando le he pedido un servicio, ha tendido una mano generosa, y si alguna vez no lo ha hecho, me ha dado sus razones. A su vez, él me ha escrito pidiéndome mi opinión por X o Y asunto. Muchas veces hemos compartido mensajes en los que nos consultamos y damos una opinión sincera. Al pensar en estos 50 años de amistad me digo que ha sido agradable. Es un privilegio ser su amigo”.

En 1978, el nicaragüense Ernesto Mejía Sánchez, en el prólogo del segundo libro de MAC, Una seña en la sepultura, escribió una frase indeleble en la carrera literaria del novel autor: “Este muchacho quiere sufrir, y lo conseguirá”.

MAC responde al vuelo: “Y tuvo razón, pero también dijo que ese poeta era culto, cuidadoso al escribir y señalaba al poeta viajero. Siempre he desconfiado del poeta que no ha sufrido. Debe escribirse como si uno se abriera las venas, o como decía Nietzsche: los verdaderos autores son los que escriben con sangre. En eso he sido netamente fiel. La alegría y la felicidad dirigidas, que hay en muchos poemas de Neruda y Elytis o en la obra de Whitman, debemos aplaudírselas, pero no les creamos”.

Evodio rememora a su amigo en los años de Punto de Partida con la maestra Revueltas. Comenta que su primera impresión de MAC fue la de un poeta que se iniciaba con la publicación de Muertos y disfraces, en 1974, y esa imagen se mantiene firme: un autor que escribe poesía hasta el día de hoy. “También es cierto que Marco Antonio es un escritor de tiempo completo que cultiva todos los géneros —continúa Evodio Escalante—: novela, cuento, ensayo, prosa poética, crónica, sin olvidar sus aportaciones al periodismo y la crítica literaria. Uno de sus libros más recordables es el de sus entrevistas con destacados poetas, con quienes tuvo la fortuna de convivir. Ha vivido con devoción y fervor envidiables para las letras”.

MAC ha evadido los reflectores del mercado, se ha refugiado en su nicho universitario, y desde allí ha dado cauce a su obra y sus acciones. Reflexionamos entonces sobre lo que en verdad trasciende: ¿lo que más desea el autor o lo que por extrañas razones los lectores colocan en la repisa de la memoria? “Hay muchos casos en la literatura mexicana —acota MAC— que perduraron no por lo que suponían más significativo de su obra. Del siglo XIX, pensemos en Ignacio Rodríguez Galván y Fernando Calderón, o del siglo XX en José Vasconcelos, quien creía que iba a prevalecer por su obra filosófica y lo que más encanta son sus cuatro libros de memorias”.

En los vaivenes de la conversación hablamos de la obra de MAC, de sus genealogías intelectuales. Evodio afirma que MAC es sin duda el más fiel heredero de Bonifaz Nuño, pero MAC replica que podría ser más bien Vicente Quirarte, y Evodio trae a la memoria a Carlos Montemayor y Sandro Cohen. Yo opino que MAC responde a una ambición creativa, intelectual, de abarcarlo todo, muy al estilo de Alfonso Reyes, de José Emilio Pacheco e incluso de Octavio Paz, pues posee además un particular sensor político que lo induce a estar al día con los acontecimientos del mundillo cultural mexicano.

“Cuando digo que nuestro querido amigo MAC es el más fiel heredero de Rubén Bonifaz Nuño —interviene Evodio Escalante—, no me refiero a su calidad de polígrafo, así, en general. Aludo en particular a la tesitura de su poesía. Bonifaz ha influido y seguirá influyendo estrictamente como poeta en muchos, entre ellos, de manera notable, el fallecido Sandro Cohen, sin duda en Vicente Quirarte, pero, en mi opinión, quien más se le parece en el arte poético es Marco. Aunque nuestro amigo admira mucho a Paz —¿y quién no? —, los versos de MAC no tienen nada que ver con los que escribió Octavio Paz en Piedra de sol o de La estación violenta. Su ritmo, su tesitura, su tono, que no busca necesariamente la vivacidad ni el deslumbre metafórico de Paz, se diría que se repliega a una zona de sombra, de cierta penumbra y opacidad, que tiene mucho qué ver con la manera en que Bonifaz maneja el verso, sobre todo en libros como El manto y la corona y Fuego de pobres. El verso de MAC no quiere parecer verso, aunque, por supuesto, lo es, pero intenta confundirse con la confesión en voz baja, con una suerte de conversación en la penumbra. Toma una cierta entonación de su maestro, pero a su vez explora con estas herramientas un mundo muy personal: el tránsito desolado por otras regiones del planeta, la desdicha amorosa, el hecho de asumirse como un ser que ante todo sufre y a quien no le queda otra imagen mejor que la de un ángel contrahecho”.

Pero MAC disiente y argumenta que de quien menos estuvo cerca fue precisamente de Octavio Paz, aunque no niega la gran admiración por su obra. Enumera a los maestros con quienes ha estado más unido e identificado: “Alí Chumacero, Bonifaz, Jaime Sabines, Juan Bañuelos, Eduardo Lizalde, Óscar Oliva, Eraclio Zepeda, José Emilio Pacheco, Juan Gelman. Pero de quien me siento más cerca en su mundo complejamente agresivo, de su tigre que baja por épocas al infierno, es de Eduardo Lizalde. Como él me dijo alguna vez, yo también diría: en la vida nunca he sido tan desdichado como en mis versos. Del Bonifaz que más me siento cerca, de su mundo desolado, de la desdicha amorosa, de la quebradura social vallejiana, es el de Los demonios y los días y en algunos poemas, ya lo dijo Evodio, de El manto y la corona y Fuego de pobres. Por otro lado, de sus traducciones de dos grandes desdichados amorosos: Propercio y Catulo. Sin embargo, le debo la gran enseñanza (me corrigió poemas) de que métricamente no se trata solo de acentos y sílabas, sino de que suenen verdaderamente como poesía, y, por otra parte, que en el verso acentuado en quinta sílaba, no importa su extensión, siempre hay música. Por ejemplo, el poema en endecasílabos blancos ‘Un recuerdo por la bandera de Utopía’, que Evodio aprecia, está la corrección, que es una lección de técnica, de Bonifaz. Él me dio por más de 30 años (diría López Velarde) ‘la dádiva de su trato’, pero el que lo seguía y escribía muchas veces como él era Sandro Cohen.

“Después de poeta, lo que más me siento es ensayista, y en eso me encuentro mejor, me siento mejor, escribiendo esa suerte de unión de ensayo y crónica, como en Las ciudades de los desdichados y El café literario en Ciudad de México en los siglos XIX y XX. Quisiera que se vieran como una historia reflexiva. Mi otra pasión es la promoción literaria, y sí, como dice José Ángel, me ha gustado siempre saber qué pasa, quién vale aquí y en otras partes. Agradezco que me vea así”.

Evodio comenta que MAC sufrió un cambio radical desde que fue a estudiar a Austria siguiendo las pistas de George Trakl. Yo recuerdo una conversación y una entrevista en la que Francisco Hernández confiesa ser deudor de MAC por haberle dado a conocer a Trakl y haberlo conducido a la música de Schumann, dos perfiles de su Moneda de tres caras, en la que figura también otro de los monstruos literarios de MAC: Friedrich Hölderlin. Y es que esos tres genios son tres fuentes de dolor y de extravío, tres locuras. ¿Marco sería hasta entonces un poeta de corte romántico en el que la idea de la poesía está íntimamente ligada al sufrimiento?

“La estancia de dos años en Austria tiene un impacto enorme en la tesitura de la poesía de MAC”, responde Evodio, “pero esta estancia es el resultado directo de una pasión anterior por la poesía de Trakl, y, sobre todo, de un arduo trabajo de traducción de la obra de este poeta del simbolismo. En la medida en que lo descifra y en que lo traduce, MAC resuena con el alma de Trakl y termina por darse cuenta, si se me permite esta exageración, que Trakl, otro ángel desdichado, es algo así como su hermano gemelo”.

MAC aclara que vivió tres años y medio en Austria, un año y medio en Salzburgo y dos en Viena. Recuerda que el año y medio que vivió en Salzburgo iba una que otra vez a los lugares traklianos, con la edición de bolsillo de la editorial alemana Reklam. “Uno de los mejores medios para combatir la desdicha es escribiéndola o interpretándola —continúa MAC—. Trakl recreó prodigiosamente la atmósfera de die schöne Stadt con sus silencios y sombras. Siempre me emociona hablar de Trakl, menos que un poeta maldito, un gran poeta desdichado. Wittgenstein, cuando leyó algunos poemas suyos (Trakl aún vivía), notó el resplandor del genio. Me parece muy acertado que Evodio hable que lo sentí por mucho tiempo como un hermano gemelo o, yo diría, como un alma gemela. En Salzburgo, al principio, empecé a traducirlo con mi pobre alemán, pero después de siete años, cuando me decidí a terminarla, me ayudó con la corrección definitiva el brillante profesor austriaco Michael Rossner. Lo que creo que es mi aportación, si la hay, a diferencia de otras traducciones al español, es que ceñí más el verso, sin perder el sentido de lo dicho, para que se acercara más a la musicalidad de los originales. Quizá mis poemas inolvidables, los que están siempre dentro del corazón sombrío y desgarrado, sean ‘Helian’, ‘En camino’, y ‘Sebastián en el sueño’ ”.

José Revueltas es para los tres un referente ético y literario, más allá de lo ideológico. Además de que Evodio y MAC emergieron a la literatura de la mano de la maestra Eugenia Revueltas, quien los reconoce como hijos de Punto de Partida. Yo me quedo con el Revueltas cuentista, el curioso, el del pensamiento crítico. MAC agrega al José novelista y descarta al Revueltas de los textos filosóficos por hallarlos demasiado enredados. Evodio no está de acuerdo y lanza al ruedo Un proletariado sin cabeza. Pero volvemos a la mesa y reconocemos que hay dos acontecimientos que ponen de muy buen ánimo a nuestro amigo: el premio de la UNAM y la reactivación de Poetas del Mundo Latino. Y no dejamos de lado su vertiente de editor.

“Lo del Premio Universidad Nacional de Creación Artística y de Extensión Cultural me conmueve mucho”, responde MAC, “porque han sido las dos principales facetas en las que me he movido. Me conmueve porque es un premio al trabajo, pero más por ser mi universidad. Lo siento asimismo como un reconocimiento moral. La UNAM en el siglo XX, lo repetimos cientos de veces a lo largo de décadas, era y es la conciencia crítica de la nación. Cuando no se podía hacer crítica política en México, a causa del PRI, los vientos de libertad salían desde los auditorios y las aulas de la UNAM. Gastón García Cantú me contó que una vez, conversando con Enrique González Pedrero, le preguntó dónde había aprendido a hacer política. Sin titubear le contestó: ‘¡En la Universidad, claro!’ ”.

AQ

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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