Importancia y manejo clínico de la giardiosis en la clínica de pequeños animales | PortalVeterinaria

Importancia y manejo clínico de la giardiosis en la clínica de pequeños animales


Guadalupe Miró Corrales
DVM, PhD, Diplomado EVPC
Presidenta de ESCCAP en España
Dpto. Sanidad Animal. Consulta de Patología infecciosa y parasitaria
Hospital Clínico Veterinario. Fac. Veterinaria de Madrid (U.C.M.)
Imágenes cedidas por la autora

La infección por Giardia es de gran importancia debido a varios factores: es una de las protozoosis intestinales más prevalentes en perros; produce cuadros digestivos de distinta consideración, sobre todo en animales jóvenes, y se considera una zoonosis potencial dado que las formas parasitarias (quistes) recién eliminadas con las heces por los animales enfermos tienen capacidad infectante.

La mayor prevalencia se da en animales menores de un año que puedan tener acceso a aguas estancadas contaminadas o contacto con las deyecciones de animales enfermos o portadores asintomáticos, tanto en el perro como en el gato. No obstante, también puede afectar a animales adultos que tengan acceso a dichas fuentes de infección.

Es una enfermedad típica de colectividades como perreras, gateras, criaderos, animalarios, etc., donde la morbilidad puede superar el 80% de los individuos.

La infección se produce a través de la vía fecal-oral por la ingestión de las formas infectantes (quistes) eliminadas con las heces o trofozoitos (en heces muy líquidas) a los 5-10 días posinfección.

Morfología del parásito

• Trofozoito (15x10x30 μm) piriforme, de simetría bilateral y con una cara dorsal convexa y una cara ventral cóncava. Presenta cuatro pares de flagelos, dos núcleos y un disco suctor ventral mediante el cual se adhiere firmemente a la superficie del epitelio intestinal (figura 1).
• Quiste (10x8 μm) elipsoidal, con cuatro núcleos y las mismas estructuras que el trofozoito, excepto los flagelos y el disco ventral (figura 2).

Cuadro clínico

El cuadro clínico es bastante variable: desde formas subclínicas (principalmente en adultos) hasta formas agudas caracterizadas por diarreas de intestino delgado con esteatorrea (más frecuente en gatos), heces malolientes semiformes y pérdida de peso. En algunos casos pueden producirse vómitos esporádicos, así como otros signos clínicos, sobre todo en coinfecciones con ciertos procesos víricos (moquillo, parvovirosis, FIV), bacterianos (campylobacteriosis) y/o parasitarios (toxocariosis, coccidiosis, etc.).


Figura 1. Trofozoito de Giardia (40x).


Diagnóstico

La complejidad del diagnóstico de esta enfermedad estriba en que los métodos coprológicos rutinarios no son válidos para evidenciar el parásito y, además, los animales enfermos no eliminan quistes de forma continuada, por lo que son necesarios análisis seriados en días sucesivos.

El diagnóstico etiológico es el de elección y se hace imprescindible la utilización de técnicas coprológicas difásicas de flotación y sedimentación (Telemann, Bailinger) acompañadas de tinciones específicas (lugol doble, negro de clorazol, técnica de MIF o Giemsa) para la visualización de los quistes y/o trofozoitos en las extensiones fecales con la morfología típica (ver cuadro).

En cuanto a la morfología del parásito, los trofozoitos pueden confundirse con otros flagelados como Pentatrichomonas hominis (muchas veces saprofito) o con el flagelado recientemente descrito en gatos (Tritrichomonas foetus) que posee un movimiento y morfología diferentes. Los quistes, por otra parte, se pueden confundir con otros protozoos (ooquistes de Cystoisospora) y levaduras saprofitas (de tamaño muy inferior).

Es importante recolectar de 3 a 5 muestras fecales de días consecutivos, ya que los ritmos de eliminación de este parásito son intermitentes. En animales con tránsito gastrointestinal normal las formas quísticas son habitualmente las únicas que aparecen en las heces, mientras que si el tránsito está aumentado los trofozoitos pueden ser eliminados al exterior.

Además, la infección por Giardia puede diagnosticarse mediante técnicas inmunológicas por la detección de antígeno en heces: test comercial de inmunoensayo enzimático rápido, técnica de inmunofluorescencia directa, y PCR.

Tratamiento

En cuanto al tratamiento, durante muchos años se ha considerado de elección el uso del metronidazol en dosis de 25 mg/kg/12 h durante 7-10 días en perros y 10 mg/kg/12 h, 7 días en gatos. A estas dosis este principio activo demuestra una actividad antiprotozoaria pero también antibacteriana y antiinflamatoria por lo que en muchos casos, se utiliza indiscriminadamente sin conocer con certeza si la diarrea es de origen parasitario (infección por Giardia), bacteriano (sobrecrecimiento bacteriano) o por una enfermedad inflamatoria intestinal. Esto supone un riesgo ya demostrado del desarrollo de aislados resistentes.

La otra opción más utilizada, y la única registrada en Europa hasta el momento frente a la giardiosis, es el fenbendazol (50 mg/kg durante un mínimo de cinco días) que puede emplearse también en hembras gestantes.

Otras opciones probadas son: albendazol (25 mg/kg cada 12 h, 2 días en perros); tinidazol (44 mg/kg/día durante 3-5 días, no recomendado en animales jóvenes); oxfendazol (11,3 mg/kg, 3 días); mebendazol (20 mg/kg, 3 días); furazolidona (4 mg/kg, 5-10 días en gatos y 6,6 mg/kg, 7 días en perros); la combinación pirantel-febantel-praziquantel y, por último, la combinación metronidazol-espiramicina.


Figura 2. Quiste de Giardia (40x).


Prevención

Las medidas preventivas de control ambiental frente a esta protozoosis incluyen:
• desinfección de locales con agua a presión (T > 60 °C) y derivados del amonio cuaternario, fenoles, cresoles o hipoclorito diluido, luz ultravioleta,
• desecación de las instalaciones antes de introducir animales de nuevo,
• cloración de aguas y elevación de las temperaturas para provocar la inactivación de los quistes.

Y, como medidas preventivas individuales, es necesario:
• realizar baños semanales durante el tratamiento específico para eliminar restos fecales del pelo del animal,
• detectar los posibles portadores asintomáticos, controlando tanto aquellos que ya han sido tratados frente a la infección como todos los animales que procedan de colectividades,
• recomendar la recogida de las heces de los animales infectados para evitar la contaminación del medio.

Por último, en cuanto a la importancia en salud pública que esta protozoosis pueda tener, hay que considerar que existen aún muchas cuestiones en cuanto a la especificidad de hospedador de este parásito pero es prudente considerar esta enfermedad como una zoonosis potencial, ya que las evidencias moleculares han demostrado que numerosos aislados de Giardia en humanos también se han encontrado en mamíferos domésticos. Por este motivo es necesario detectar y tratar a todos los animales positivos que convivan con el hombre, presenten o no signos clínicos.

Bibliografía disponible en www.argos.grupoasis.com/bibliografias/manejoclinicogiardiosis117.doc

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