Hoy, en el duodécimo aniversario de la desaparición de Jean-Christophe Lafaille, el 27 de enero de 2006, cuando intentaba el Makalu invernal, publicamos esta reflexión tomada de su libro «Prisionero del Annapurna« en la que nos transmite sus idea sobre el estilo en el alpinismo.
«Así pues, las informaciones meteorológicas que recibimos desde hace unos años son primordiales: nos permiten dosificar mejor nuestros esfuerzos y, por tanto, aumentan nuestras posibilidades de coronar una cima durante un período de tiempo determinado. Me siento ajeno al debate que alimentan algunos puristas a propósito de esta asistencia. ¿Por qué desterrar la asistencia meteorológica y tolerar el uso de cuerdas sintéticas? ¿Por qué rechazar el teléfono en montaña y aceptar el Gore-tex?
Pienso que es imposible definir unas pautas estrictas, reglamentar o codificar el alpinismo. Las posibilidades y los planteamientos son innumerables. Lo importante es nunca fingir, callar o disimular. Se puede vivir acorde con los tiempos sin por ello tener que someter la montaña a la ley del dios del progreso, se puede encontrar el equilibrio adecuado entre los valores de antaño y los descubrimientos de hoy.
No tiene sentido volver atrás. ¡Querer escalar el Cervino como Whymper o alcanzar los polos como Amundsen es pura fantasía!
Entiendo que se haga por el material, la comida o el equipamiento, se puede sentir nostalgia por un folclore pasado, pero aun así se pierde lo esencial: ¿quién podrá jamás ordenar a su cerebro ponerse en sintonía con el de estos pioneros?
En 1996, el sueco Goran Kropp escaló el Everest siguiendo una idea totalmente suya: tras salir de Estocolmo en bicicleta, realizó el trayecto hasta Katmandú en su montura, subió al campo base andando y continuó hasta la cima sin oxígeno. Mejor aún: ¡bajó al campo base, se fue andando de nuevo hasta Katmandú y regresó a su casa en bicicleta, por supuesto! La hazaña es extraordinaria, impresionante y refrescante por su pureza, pero no por ello puede pretender servir de referencia frente a la cual deban medirse las demás expediciones.
Dije una vez que si un helicóptero podía acercarme a una pared y permitirme escalar otra cima en la misma temporada, me ahorraría con mucho gusto una segunda marcha de aproximación.
Y no me arrepiento de ello. En montaña, como en cualquier otro ámbito, los medios de expresión son múltiples, cada uno define su estilo en función de su propia personalidad. Todo es cuestión de dosificación, de honestidad con los demás y con uno mismo.
Personalmente, el progreso me ayuda a ir más lejos, a atreverme a intentar cosas más difíciles y a poner en tela de juicio de manera más sistemática las certezas adquiridas.
(Extracto de su libro «Prisionero del Annapurna«)
Probablemente uno de los más grandes