La gran dama del crimen | Los 11 días más misteriosos de Agatha Christie: amnésica y con el corazón roto - XL Semanal
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La gran dama del crimen Los 11 días más misteriosos de Agatha Christie: amnésica y con el corazón roto

La gran dama del crimen desapareció once días de 1926. Más de 500 Policías se lanzaron en su búsqueda. La hallaron lejos de su casa, bajo una identidad falsa, en muy extrañas circunstancias. Una escritora ha resuelto el gran misterio en la vida de Agatha Christie.

Por Fátima Uribarri

Lunes, 27 de Marzo 2023

Tiempo de lectura: 6 min

El coche, un Morris Cowley gris, aparece abandonado en Surrey. Dentro, la Policía encuentra un abrigo de piel y un carné de conducir caducado. No hay rastro de su dueña, la famosa escritora Agatha Christie.

Su desaparición tiene en vilo a Inglaterra: 500 policías y 2000 voluntarios llevan días rastreando millas de terreno, se dragan arroyos, se utilizan sabuesos. La reina del misterio protagoniza un enigma propio de una de sus novelas.

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Un enigma real. En su búsqueda participaron policías, voluntarios, perros e incluso médiums. La escritora tenía entonces 36 años. Su desaparición conmocionó a Inglaterra.

El país se vuelca en su búsqueda. El creador de Sherlock Holmes, Arthur Conan Doyle –un apasionado de lo paranormal– consulta a una médium sobre el paradero de su colega. La escritora Dorothy L. Sayers se desplaza hasta donde se ha encontrado el coche para hacer sus propias pesquisas. Incluso el ministro del Interior, William Joynson-Hicks, se ha involucrado personalmente en el caso.

Pasan los días sin rastro de ella. Se disparan las hipótesis: la ha asesinado su marido (Archibald Christie), dicen algunos; la ha matado un asesino en serie, se ha suicidado, está escondida y busca engordar su fama, opinan otros...

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Su coche, abandonado. El coche de Agatha Christie apareció abandonado en Surrey. Dentro, la Policía encontró un abrigo de piel y un carné de conducir caducado.

Fueron días de máximo desconcierto. Un misterio que no se esclareció ni siquiera cuando dieron con ella once días después de su desaparición. Estaba tan tranquila en un balneario a kilómetros de donde encontraron su coche. Se había registrado con un nombre falso y no reconoció a su marido cuando acudió a su encuentro acompañado de la Policía. Tampoco identificó a su hija Rosalind, de 6 años, cuando los agentes le mostraron su fotografía. La gran dama del crimen había perdido la memoria.

La escritora británica desapareció el 3 de diciembre de 1926, hace casi 96 años, y todavía llueven teorías explicativas del extraño suceso. La última en dar una aclaración es la escritora británica Lucy Worsley.  Asegura en su libro Agatha Christie, a very elusive woman, que se publica estos días, haber dado con la clave de la misteriosa evasión de la novelista británica.

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El móvil: un marido infiel. Antes de fugarse supo que su marido, Archibald Archie, quería a otra mujer. Aquí con él en 1914, el año de su boda.

Ha buceado en los archivos de Agatha Christie y ha estudiado a fondo la entrevista que concedió al Daily Mail en 1928, dos años después del extraño episodio. Worsley concluye que la misteriosa fuga responde a un trastorno mental de la escritora. «Es innegable que había algo oscuro en su corazón: imaginaba asesinatos de niños», dice. Y había antecedentes de problemas mentales en su familia: un hermano de su madre se pegó un tiro, dos de sus primos se suicidaron también y una tía abuela estuvo internada en un centro psiquiátrico.

Dos días antes de su desaparición «estaba alterada», según su criada. Su maridole acababa de confesar que amaba a otra mujer y que iba a abandonarla

Los días previos a la desaparición, la escritora estaba «alterada», según contó la criada de su casa. No extraña porque era muy reciente la muerte de su madre, a la que estaba muy unida. Sufría el estrés de tener que entregar una nueva novela con la que no lograba avanzar. Y su marido le había confesado que estaba con otra mujer y quería casarse con ella. Se comprende que estuviera alterada.

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La acusación: ¿Mala madre?La prensa británica acusó a la novelista de abandonar a su hija, Rosalind, de 6 años./ Getty Images.

El 3 de diciembre de 1926 preparó una maleta rápida con ropa elegida al tuntún, cogió un fajo de billetes y una fotografía de su hija, Rosalind, de 6 años, y llevó a la niña a casa de la abuela paterna. «Cuando su suegra le preguntó que por qué no llevaba el anillo de casada, Agatha soltó una risa histérica», cuenta Lucy Worsley. Antes de salir de casa, había llamado a la oficina de su marido y le dijeron que estaba de vacaciones.

Dejó a la niña con la abuela y condujo hasta una cantera. «Estaba muy abatida y decidida a acabar con mi vida», contó dos años después al Daily Mail. Entró en la cantera dispuesta a suicidarse estrellando su coche, pero recapacitó y cambió de idea.

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Final feliz.Agatha Christie se casó con el arqueólogo Max Mallowan en 1930. Lo conoció en Irak./ Getty Images.

Condujo entonces hasta Londres. En los almacenes Harrods compró una postal y se la envió a su cuñado Campbell Christie: le contaba que se iba unos días a un balneario. Abandonó el coche en Surrey y tomó un tren a Harrotage (Yorkshire), donde se registró en el hotel Swan Hydropathic con el nombre de Teresa Neele (el apellido de la amante de su marido) y dijo tener nacionalidad sudafricana. Otros huéspedes del hotel han contado que durante esos días la escritora no se relacionó con nadie. «Era muy esquiva», dijeron.

A pesar de su falsa identidad, un músico de la banda del hotel la reconoció y avisó a la Policía: Agatha Christie ya había publicado seis novelas y su cara aparecía en todos los periódicos.

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Las otras cara de Agatha. Posibles disfraces que Agatha Christie podía haber usado durante su desaparición, según el 'Daily News'. / Getty Images.

El encuentro con su marido en el hotel, adonde acudió con la Policía, fue extraño: ella creyó que era su hermano. Días después, la diagnosticaron de amnesia. Ella prefirió obviar el tema. No hay ni una sola mención del episodio en su Autobiografía. Nada.

En peligro la custodia de su hija

La prensa arremetió contra la escritora. La acusaron de haber montado un numerito para hacerse publicidad. La tildaron de «mala madre, cruel, manipuladora, intrigante», clamaban los periódicos. Lucy Worsley no entiende tanta saña con la autora de Muerte en el Nilo. «No tenía esa malevolencia. Era alguien vulnerable que no era responsable de sus actos. Muchas veces dijo que estaba enferma y no le creyeron». El diagnóstico que hace Worsley es el de fuga disociativa. Es un trastorno provocado por la presión. Según el Manual Merck de diagnóstico y terapia, «durante las fugas disociativas, las personas pierden algunos recuerdos de su pasado (o todos ellos) y pueden desaparecer incluso meses, abandonando familia y trabajo».

Primero intentó suicidarse. Luego se registró en el balneario con el apellido de la amante de su marido. La reconoció un empleado, que llamó a la Policía

Agatha regresó a casa y por un tiempo pensó que podría arreglar su matrimonio, pero no fue posible: Archie quería el divorcio. Por eso –cree Lucy Worsley–, la escritora concedió la entrevista al Daily Mail en 1928 y se atrevió a comentar su intento de suicidio, a pesar de que entonces estaba penado y el estigma que caería sobre ella iba a ser inmenso. «Lo hizo para no perder la custodia de su hija y rebatir la imagen de mala madre, malvada e irresponsable que la prensa estaba dando de ella», argumenta Worsley.

Su reputación quedó dañada por el escándalo, pero las ventas de sus libros se dispararon y su carrera de escritora recibió un importante empujón. Ahora, su obra ha vuelto a la actualidad por la 'reescritura' de algunas frases de sus obras de la serie de Miss Marple y las novelas de Poirot para eliminar ciertos comentarios étnicos inapropiados y adaptarla a la actual 'sensibilidad de los lectores'.

Tras el divorcio y con sus libros en alza, Agatha Christie viajó a Irak y conoció a Max Mallowan, un arqueólogo 14 años más joven que ella. Se casaron en 1930. Y fueron felices.

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