Obsesión (2015), de Rob Cohen

La profesora de literatura Claire Peterson acaba de separarse de su marido tras descubrir que le ha sido infiel. Comete el error de mantener relaciones sexuales con Noah, su nuevo vecino de 19 años, al que tiene completamente embelesado, y que es el único amigo de su hijo. Ella intenta que ambos finjan que no ha pasado nada, pero Noah resulta ser obsesivo, inestable y peligroso, por lo que recurrirá a todo tipo de estratagemas para recuperarla.

La carrera como actriz de la celebérrima cantante Jennifer López nunca acabó de despegar, pese a haber compartido la pantalla con George Clooney (Un romance muy peligroso), Ralph Fiennes (Sucedió en Manhattan), Richard Gere (¿Bailamos?) y hasta los mismísimos Robert Redford y Morgan Freeman (Una vida por delante). Tras la limitada repercusión de Parker, un film de acción de 2012 con Jason Statham, vuelve a la carga con un producto concebido únicamente para su lucimiento.

Pero Obsesión cuenta con un guión de la debutante Barbara Curry excesivamente convencional, que sigue la línea de thrillers de los 90 como La mano que mece la cuna, y las numerosas producciones posteriores en torno a una persona cercana al protagonista (la niñera, el policía del barrio, la compañera de piso) que resulta ser un terrible psicópata. No parece inspirado en esta ocasión el realizador Rob Cohen, responsable de las amenas A todo gas y xXx, que para distinguirse de las producciones televisivas que han abusado de este esquema hasta la saciedad opta por cargar su film de violencia y sexo.

Esta vez López está acompañada por Ryan Guzman (joven bailarín en Step Up Revolution), Kristin Chenoweth (secretaria de prensa en El ala oeste de la Casa Blanca) y John Corbett (el novio en Mi gran boda griega). Sus interpretaciones no desentonan, aunque no pueden aportar ninguna frescura a unos personajes excesivamente estereotipados.