Misterios y curiosidades del antiguo Egipto

El Trono Dorado de Tutankamón, el tesoro oculto bajo un lecho funerario

Tal vez uno de los objetos más bellos recuperados del ajuar funerario de Tutankamón sea un magnífico trono que Howard Carter localizó entre los miles de artefactos de todo tipo que se agolpaban en la Antecámara de la tumba del faraón. Debido a su perfecta factura y excelente estado de conservación, el famoso egiptólogo no dudó en afirmar que el respaldo del trono era con seguridad el objeto más hermoso hallado nunca en Egipto.

Escena que decora el respaldo del Trono Dorado de Tutankamón, descubierto en su tumba en el Valle de los Reyes. Museo Egipcio, El Cairo.

Foto: Cordon Press

Cuando Howard Carter penetró en la Antecámara de la tumba de Tutankamón quedó anonadado por la gran cantidad de muebles y objetos que atestaban aquel espacio angosto. Era la primera vez en la historia que se descubría una tumba faraónica prácticamente intacta (los ladrones lograron entrar en la sepultura en la antigüedad, aunque afortunadamente no provocaron mucho más que un gran desorden) y el arqueólogo no sabía adonde dirigir su mirada ante tanta maravilla. Hasta que, bajo uno de los lechos funerarios, decorado con la efigie de Ammit, el monstruo que devora el corazón de los condenados en el juicio de Osiris, se topó con una pieza de una belleza sublime. Se trataba del Trono Dorado del faraón, una obra maestra del arte egipcio, posiblemente al mismo nivel que la máscara funeraria del rey.

Esta pieza se encontraba atada con bandas de lino bajo el lecho funerario, y medía 104 centímetros de alto, 53 de ancho y 59 de profundidad. La silla se construyó ensamblando diversas piezas de madera y se recubrió con dorados que se decoraron con imágenes cinceladas. Asimismo lleva incrustaciones de piedras semipreciosas y vidrio coloreado. Su conservación es excelente. Tan solo faltan los puntales verticales entre el asiento y los refuerzos de las patas.

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"El objeto más bello de Egipto"

El propio Carter describe así en su libro sobre la tumba de Tutankamón el hallazgo del Trono Dorado: "Bajo este sofá [el lecho funerario] había otro de los grandes tesoros artísticos de la tumba, tal vez el mayor que hemos sacado hasta ahora: un trono recubierto de oro de arriba a abajo y ricamente adornado con vidrio, fayenza y piedras incrustadas. Las patas, de forma felina, culminaban en cabezas de león, de una fuerza y simplicidad fascinante. Los brazos estaban formados por magníficas serpientes coronadas y aladas y entre las varillas que formaban el respaldo había seis cobras protectoras, trabajadas en madera, oro e incrustaciones. Sin embargo, la pieza magistral del trono era el panel del respaldo, al que no dudo de calificar como de objeto más bello encontrado hasta ahora en Egipto".

La Antecámara de la tumba de Tutankamón antes de ser vaciada por Howard Carter. Bajo el lecho funerario se aprecia el Trono Dorado del faraón.

Foto: Cordon Press

Negativos de algunas fotografías tomadas por Harry Burton en la tumba de Tutankamón. La de la derecha capta el Trono Dorado.

Foto: Cordon Press

Y es que la pieza sigue impactando a quien la contempla hoy en día en el Museo Egipcio de El Cairo, donde hasta ahora se ha exhibido a la espera de la inauguración del Gran Museo Egipcio que tendrá lugar próximamente. El respaldo que tanto impresionó al famoso egiptólogo muestra una imagen del rey sentado en un trono muy parecido al real, con los pies apoyados sobre un escabel. El faraón viste un faldellín plisado, un ancho collar y una peluca corta de tipo redondeado sujeta con una cinta. Sobre ella, Tutankamón porta una corona Hemhem, también llamada triple Atef (la atef era la corona característica del dios Osiris), que simboliza el triunfo del dios solar Re sobre la oscuridad.

El respaldo que tanto impresionó al famoso egiptólogo muestra una imagen del rey sentado en un trono muy parecido al real, con los pies apoyados sobre un escabel.

Por su parte, su esposa, la reina Ankhesenamón, está de pie ante él y le aplica delicadamente con la mano derecha el ungüento o aceite perfumado contenido en una vasija que sostiene con la izquierda. La soberana también lleva un collar ancho y viste una larga túnica plisada y transparente. Sobre su cabeza lleva asimismo una peluca corta, de tipo "nubio" (recibe este nombre porque emula el típico peinado que llevaban los nubios que luchaban en el ejército egipcio). Sobre la peluca, la reina también porta una corona compuesta por dos largas plumas y un disco solar. Tras Ankhesenamón se alza una especie de pedestal en el que se ha dispuesto, abierto, un collar del mismo tipo que llevan los soberanos.

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Oro, plata y piedras semipreciosas

En cuanto a los materiales empleados en la elaboración de tan singular objeto, los ropajes de los protagonistas están hechos de plata (un metal más valioso que el oro en el antiguo Egipto), y la piel de los monarcas es de vidrio teñido de rojo oscuro, algo que llama la atención sobre todo en Ankhesenamón, puesto que las convenciones artísticas egipcias imponían a la representación de las mujeres un tono mucho más claro. Sobre los esposos se cierne un disco solar cuyos rayos acaban en manos que sostienen el símbolo ankh (se trata de una representación de Atón, el dios que Akhenatón, el padre de ambos, encumbró a lo más alto del panteón durante su reinado), y que bendicen y ofrecen la vida eterna a los monarcas de Egipto.

El Trono Dorado de Tutankamón tal como se expone en el Museo Egipcio de El Cairo.

Foto: Egyptian Museum / CC BY-SA 4.0

Sobre los esposos se cierne un disco solar cuyos rayos acaban en manos que sostienen el símbolo ankh.

Por lo que respecta a los brazos del trono, están formados por dos cobras aladas tocadas con la doble corona del Alto y del Bajo Egipto. Con el extremo de sus alas, las cobras sostienen sendos cartuchos reales que contienen el nombre de Tutankamón. Entre las barras que componen el respaldo hay un espacio donde se dispusieron dos pequeñas cobras, una a cada lado. La de la derecha porta una corona alta plateada (la blanca del Alto Egipto) y la de la izquierda, una corona baja y dorada (la roja del Bajo Egipto). En la parte trasera, se yerguen cuatro cobras más coronadas con un disco solar. Finalmente, dos cabezas de leones decoran el frontal del trono, cuyas patas están rematadas en forma de garras leoninas decoradas con incrustaciones.

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¿Un vestigio de Amarna?

Pero la espléndida pieza también plantea interrogantes. ¿Fue este trono utilizado realmente por Tutankamón? Los investigadores creen que el Trono Dorado pudo ser empleado al inicio del reinado del faraón, o tal vez incluso antes como se desprende de la iconografía y el estilo de la pieza, que deben mucho al arte amarniense. Además, los nombres de los soberanos, que fueron cambiados en algunos cartuchos, que incorporan ya el nombre del dios Amón, mantienen todavía la forma del período de Amarna en los listones traseros de la pieza: Tutankatón (imagen viviente de Atón) y Ankhesenpaatón (la que vive para Atón). Este hecho llamó poderosamente la atención de Carter, que se preguntó porqué se dispuso en la tumba del faraón un objeto que recordaba tan profundamente una época denostada y marcada por la herejía. Según reflexiona el egiptólogo: "Tal vez consideró [Tutankamón] que el trono era un objeto demasiado valioso para destruirlo y lo guardó en una de las estancias privadas del palacio, o tal vez es posible que el cambio de los nombres de Atón fuera suficiente para apaciguar a los sectarios y que no hubiera necesidad de guardarlo en secreto".

Parte trasera del Trono Dorado de Tutankamón decorada con cuatro ureos, cobras protectoras de la realeza. Museo Egipcio, El Cairo.

Foto: Cordon Press

En los listones traseros, los nombres de los reyes tienen todavía la forma del período de Amarna: Tutankatón (imagen viviente de Atón) y Ankhesenpaatón (la que vive para Atón).

Con todo, la hermosa escena de la pareja real representada en el respaldo del Trono Dorado de Tutankamón sí ha suscitado cierta unanimidad entre los historiadores en un aspecto: la escena hace patente la demostración pública del profundo amor que, muy posiblemente, se profesaron ambos jóvenes durante el breve tiempo que les fue concedido.

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