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Mulholland Drive: la primera y �ltima pel�cula del siglo XXI

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Mulholland Drive

5 estrellas
  • Género: Thriller - Intriga
  • Director/a: David Lynch
  • A�o: 2001
  • Duración: 147
  • Nacionalidad: EEUU
  • Actores: Naomi Watts, Laura Elena Harring, Justin Theroux, Ann Miller, Robert Forster

En una de las curvas, cerca de Laurel Canyon, de la m�tica carretera que da nombre a la pel�cula de David Lynch de 2001, hay un cementerio de coches en el que se amontona la chatarra. El sue�o de la velocidad produce �xido. Y cad�veres. Desde cada uno de los giros al borde del vac�o de Mulholland Drive se adivina una ciudad entera, Los �ngeles, que no es m�s que el conjunto de todos los sue�os de los que hasta all� acuden, el lugar m�tico donde todo es posible, donde la historia se confunde con el mito, donde el gran pa�s de la modernidad se acaba y muere infectado por la luz que deslumbra a la reci�n llegada Betty.

De la misma manera que todo el cine del director de Missoula, como insiste en recordarnos Dennis Lim, es b�sicamente un cine de ausencias, siempre atento al vac�o que deja una imagen al desaparecer, la que hace su pel�cula n�mero nueve es de forma a�n m�s acusada un fantasma que resplandece tras el �ltimo gui�o del proyector, el recuerdo de la sensaci�n de v�rtigo del pen�ltimo volantazo antes de perder definitivamente el control. �xido sobre la retina.

La historia oficial dice que la pel�cula surgi� tras la reelaboraci�n del episodio piloto de una serie destinada a suceder a la tot�mica y revolucionaria Twin Peaks. David Lynch no sab�a qu� hacer con las historias de sus actrices amn�sicas hasta que se decidi� a sabotear todo lo que hasta ese momento hab�a rodado. Vio claro que el desenlace no pod�a ser otro que volver al principio despu�s de arrojarlo todo por alguno de los cortados de la carretera de marras. Naomi Watts abandona el disfraz de la ingenua Betty y Laura Harring deja de ser Rita para transformarse en Camilla Rhodes. Todo es transgredido, todo subvertido en ese local de transgresi�n y subversi�n que es Silencio.

De golpe, como si se tratara de una casualidad perfectamente planeada, Mulholland Drive se transforma en una pel�cula sobre todo aquello de lo que huye. Habla de la fragilidad de la identidad y del miedo (o imposibilidad) a ser otro. Es tambi�n una reflexi�n por fuerza enferma sobre el peligro que acosa al placer de creer en una ilusi�n, sea del poder del cine para sugesti�n o del amor para el sacrificio o de la revoluci�n para un tiempo nuevo. El recuerdo del cad�ver de la actriz de cine mudo Marie Prevost incapaz de adaptar su voz a los nuevos tiempos del sonoro preside la cat�strofe con una claridad siniestra.

Han pasado 20 a�os desde que se estrenara y el prodigio de pedernal de Lynch sigue intacto. Perfecto en cada una de sus aristas. Indestructible

Pero tambi�n, y de forma mucho m�s evidente en su glorioso y feliz desconcierto, la pel�cula que inaugur� el nuevo siglo de un arte que cumpl�a un siglo no es m�s que la m�s elegante, turbia y magn�tica reflexi�n sobre cada uno de los enigmas que nos acosan. Es la historia de una actriz amn�sica que busca ser aquella que quiz� alguna vez quiso ser. Puro deseo inconsciente. �Acaso no es todo lo que se ve en la pantalla la �ltima fantas�a de un moribundo? �Acaso no es el siglo XXI nada m�s que la certeza de todos los fracasos del siglo precedente, el m�s vertiginoso de todos?

Han pasado 20 a�os desde que se estrenara y el prodigio de pedernal de Lynch sigue intacto. Perfecto en cada una de sus aristas. Indestructible. A�n obliga en cada visionado a una interpretaci�n: siempre nueva y siempre diferente. Porque, de hecho, Mulholland Drive no trata de nada m�s que del poder de la narraci�n y del propio cine para crear una y otra vez el mundo que nos sostiene. Y de su perenne y pugnaz derrota.

En su momento, la cinta se ley� como una reelaboraci�n desde dentro del mito que pone en marcha V�rtigo, de Hitchcock, sobre el poder neur�tico de la creaci�n. Tambi�n, puesto que se narra desde la muerte, el recuerdo de Sunset Boulevard a vueltas con la descomposici�n de la memoria pesa demasiado. Mirado con cierta perspectiva, el legado de la pel�cula es f�cilmente rastreable en todo cine contempor�neo que busca construir misterios sobre la superficie fragmentada de una realidad necesariamente indescifrable. Desde Almod�var hasta Apichatpong Weerasethakul pasando por Damon Lindelof, por citar lo evidente, todos se nutren de ese humor en el que lo muy macabro y lo muy rutinario se combinan de tal forma que revelan que lo uno est� contenido en lo otro, que dir�a David Foster Wallace.

Y, sin embargo, es ahora, dos d�cadas despu�s, cuando la pel�cula adquiere un significado nuevo y pleno. Su p�rdida es nuestra p�rdida. Cada uno de los accidentes posibles sobre cada una de las curvas se antoja la posibilidad de un nuevo comienzo, una nueva ilusi�n oxidada justo despu�s del desastre. Y vuelta a empezar. Detr�s de cada curva, un nuevo siglo, un nuevo viaje al interior del hongo que provoca la bomba at�mica.

+El cine muere y vuelve a resucitar cada vez que se ve Mulholland Drive
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