Fachada del castillo de Burgalimar.

Fachada del castillo de Burgalimar. Diputación de Jaén

Historia

El castillo andalusí de Jaén que conserva increíbles restos: de templo romano a cementerio municipal

El castillo de Burgalimar fue construido en el año 968 d.C. sobre los vestigios de un poblado argárico y construcciones romanas. 

13 mayo, 2024 08:51

Según las crónicas de la época, en 1212 todas las campanas de la cristiandad repicaron al conocer la sonada la victoria. Un ejército de 12.000 caballeros al mando de los reyes Alfonso VIII de Castilla, Pedro II de Aragón y Sancho VII de Navarra venció a las huestes del califa almohade al-Nasir en las Navas de Tolosa. Tras el combate, las mesnadas cristianas avanzaron imparables sobre las tierras de Baeza y tomaron sin resistencia el castillo de Burgalimar, en Baños de la Encina, Jaén.

Sin embargo, pocos días después de la "batalla decisiva", las tropas califales se hicieron de nuevo con el control de la fortaleza. Burgalimar se levantó en el año 968, en tiempos del califa al-Hakam II, reutilizando las ruinas de un olvidado poblado argárico de la Edad del Bronce, de hace 4.000 años. En la investigación arqueológica también se documentaron los fragmentos de un ara votiva, restos de un antiguo templo romano entre los siglos I y III d.C. El castillo es conocido por ser el más antiguo de España pero, mucho antes y mucho más al norte, los musulmanes ya habían construido una fortaleza a orillas del río Jalón.

En 716, cinco años después de la debacle del visigodo Rodrigo ante Tariq en las montañas Transductinas, el tercer valí de Córdoba levantó la fortaleza de Calatayud aprovechando los vestigios de la ciudad romana en la que nació y murió el poeta Marcial. Esto no desmerece en absoluto la grandeza de Burgalimar, una fortaleza que fue clave en los esfuerzos militares de al-Ándalus

Murallas del castillo.

Murallas del castillo. Wikimedia Commons

Juan Muñoz-Cobo, consejero de número del Instituto de Estudios Giennenses, dejándose llevar por su embrujo, definió el castillo de Burgalimar como "un poema de piedra y cal". Levantado principalmente con mortero, cal, piedra, cantos rodados y arena fue conocido en tiempos islámicos como Bury al-Hamma, traducido como el castillo de Baños. Tanto el castillo como el pueblo de Baños de la Encina reciben su nombre por una serie de manantiales cercanos considerados medicinales. 

Cementerio y plató de cine

Ubicado en la retaguardia del califato de Córdoba, la fortaleza aseguró el control de las minas de cobre, plomo y plata de la zona y que habían sido explotadas desde la prehistoria. Además, sirvió como gran centro de aprovisionamiento y entrenamiento del ejército andalusí. Miles de guerreros cruzaron el gran arco de herradura de su entrada y marcharon rumbo al norte, hacia Gormaz, el terror de los cristianos, o hacia Basak, a orillas del Tajo. Perfectamente adaptada a la cima del cerro, 15 grandes torres almenadas repletas de saeteras sobresalen de sus muros, mudos testigos de mil escaramuzas y combates. 

Vista aérea del castillo de Burgalimar.

Vista aérea del castillo de Burgalimar. Diputación de Jaén

Abandonado y en decadencia, en la última batalla que presenció no tuvo ningún papel protagonista. En el asfixiante verano de 1808, cuando su gran aljibe revestido con mortero estaba seco, el eco de la artillería y las descargas de fusilería de la primera gran derrota del ejército imperial francés de Napoleón Bonaparte en la batalla de Bailén llegó hasta la vecina Baños de la Encina. Sin despegarse de la muerte, décadas después de aquella masacre, el interior de la fortaleza fue usado como cementerio municipal hasta 1928.

Allí donde antes se levantaron las casas de la guarnición almohade aparecieron nichos adosados a las murallas y criptas familiares en el interior de las torres. Los últimos restos humanos que se trasladaron a la nueva necrópolis de la localidad lo hicieron en 2007, tres años antes del rodaje en el castillo de la película El Capitán Trueno y el Santo Grial, dirigida por Antonio Hernández. 

Alcazarejo de Burgalimar.

Alcazarejo de Burgalimar. Diputación de Jaén

El castillo cristiano

Una década después de las Navas de Tolosa, los castellanos reformaron la parte norte de la fortificación, donde levantaron un alcazarejo que combinó funciones palaciegas y defensivas. En las últimas investigaciones arqueológicas se documentó la existencia de una gran piedra de molino y grandes tinajas para almacenar aceite y vino en sus bodegas. 

La torre del homenaje, conocida por los locales como "Almena Gorda", también sufrió importantes obras a finales de la Edad Media, cuando el castillo estaba en manos de la nobleza. A pesar de contar con una base cuadrada, sus esquinas fueron redondeadas en un intento para adecuar su defensa ante las armas de fuego que comenzaron a despuntar en Europa y la Península Ibérica. A finales del siglo pasado, esta torre se convirtió en escenario de conciertos y bailes en las fiestas populares, lejos de la muerte de batallas y guerras medievales. 

Fernando III el Santo según el pincel de Carlos Múgica y Pérez en 1850.

Fernando III el Santo según el pincel de Carlos Múgica y Pérez en 1850. Museo del Prado

Tras el colapso del califato cordobés, los reinos cristianos empujaron la frontera cada vez más al sur, de forma lenta, constante e intermitente. En el siglo XII, los primeros jinetes y caballeros cristianos vislumbraron las murallas de la gran fortaleza de Burgalimar que pasó a estar en primera línea. Conquistado en 1147 por Alfonso VII de León, conocido como "el Emperador", a su muerte se perdió de nuevo. Durante el siglo XII cambió de manos muchas veces entre castellanos y almohades. 

En 1224 Abu Mohamad, rey de la taifa de Baeza, recibió en la fortaleza a Fernando III de Castilla, acompañado de una lucida hueste de caballeros, milicias y monjes guerreros de las Órdenes Militares, todos ellos "muy bien guisados" según las crónicas. El soberano de Baeza, enfrentado con el resto de reinos taifas, engalanó la fortificación con banderas y pendones para recibir a su aliado. Un año después, se integró en el reino de Castilla pero no lo hizo tras un gran asedio ni un hábil y feroz golpe de mano.

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En 1225 el rey de Baeza se reconoció vasallo del castellano y, como regalo al rey cristiano que pasó a la historia con el sobrenombre de "el Santo", le entregó las llaves de Burgamilar y de varias fortalezas más. Abu Mohamad fue decapitado un año después al ser traicionado por su visir, sobornado por los enemigos islámicos del que fue el primer y último rey de la taifa de Baeza.