El emigrante asturiano que conquistó México y cayó en el olvido histórico

El emigrante asturiano que conquistó México y cayó en el olvido histórico

ÉI, como tantos otros miles de españoles, salió de su Asturias natal a finales del siglo XIX hacia México en busca de hacer fortuna. Muchos lo lograron, mientras que otros fracasaron, pero pocos cambiaron la historia de sus países adoptivos, como lo hizo este asturiano que fue, en su día, uno de los hombres más potentados de las nuevas repúblicas americanas. No obstante, la historia oficial (y la no oficial) lo condenó al olvido.

El ‘Indiano’ y amigo de Porfirio Díaz que la historia oficial olvidó (Mauricio Hernandez)

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La zona costera del norte de España (Galicia, Asturias, Cantabria y el País Vasco) es diferente al resto del país. Le llaman la 'España verde', y es así porque son montes, cordilleras y sierras lo que separa a estos parajes boscosos y húmedos del resto de la península.

En ella no sólo el clima es diferente, sino también muchos episodios de la historia. La lista de quienes allí nacieron y que, debido a las apremiantes condiciones que su tierra les ofrecía, se vieron obligados a zarpar hacia nuevos horizontes, es incontable. Fueron muchos los casos de aquellos hombres y mujeres que consiguieron amasar considerables fortunas, aunque tampoco escasean los registros de aquellos que se perdieron entre el fracaso y la mundanidad ultramar. No obstante, al margen del común de historias de la emigración, está el caso de Íñigo Noriega, un asturiano que llegó al México porfirista con el sueño de hacer riqueza y que en poco tiempo logró ser uno de los hombres más poderosos de su país adoptivo. Sin embargo, el tiempo no le hizo justicia y la historia oficial lo condenó y lo sigue condenando al olvido.

Íñigo Noriega nació en Colombres (Asturias) el 21 de mayo de 1853. Emigró en compañía de su tío a México en busca de fortuna.

Íñigo Noriega nació en Colombres (Asturias) el 21 de mayo de 1853. Emigró en compañía de su tío a México en busca de fortuna.Shutterstock

Si uno se adentra en la profundidad del oriente asturiano podrá ver que en poblaciones como Colombres, Llanes, y Celorio, la arquitectura local guarda un aire de remembranza por aquellos tiempos en los que la emigración era la única vía para sortear a la carencia.

Muchas casas tienen magueyes o imágenes de la Virgen de Guadalupe, en honor al México que a muchos les permitió hacer fortuna. Esos inmuebles son propiedades de 'indianos', es decir, españoles de primera, segunda, o tercera generación que, después de haber trabajado duro y haberse reinventado en otras costas atlánticas, decidieron regresar a sus pueblos de origen. Posiblemente, el icono de esa emigración y del mundo indiano sea el actual Archivo de Indianos.

Se trata de un imponente palacete, ubicado en la localidad de Colombres, que hoy funciona como un museo de aquellas odiseas ultramarinas. Pero es relativamente nuevo, ya que esa construcción fue la residencia más emblemática de uno de los indianos más representativos, es decir, Iñigo Noriega. Un dato curioso al respecto es que esa residencia fue la primera opción de Porfirio Díaz como destino para su exilio tras el derrocamiento de su régimen. Sin embargo, se decantó por París para terminar allí sus últimos días. Este hombre, Noriega, como muchos de sus compatriotas, se lanzó al mar embarcándose hacia un México que recibía a todo español que quisiera trabajar. Él, como tantos otros, tenía familia del otro lado atlántico y una red de apoyo transoceánica, aunque, para la mayoría de los mexicanos de hoy, su historia sigue siendo de absoluto desconocimiento.

Orígenes, emigración y fortuna

Quien camine hoy por Colombres (Asturias), que entonces pertenecía a la provincia de Santander, donde Íñigo Noriega nació el 21 de mayo de 1853, no podrá ignorar el antes mencionado Archivo de Indianos. Allí se conservan postales, ropas maletas, así como registros migratorios de tantos asturianos que se reinventaron en América. Mas ese lugar no siempre fue así. Cuando se construyó, la idea era que el señor Noriega tuviera una finca privada en el sitio donde vio su primera luz. Y no sólo para tener adónde llegar, sino para demostrar a su pueblo que él había triunfado, y a lo grande, gracias a las bondades que ofrecía la forzada emigración. Ese lugar, antes de ser el museo que es hoy, se llamaba Quinta Guadalupe, en honor a su mujer y, curiosamente, a la santa patrona de México.

Muchos gallegos, asturianos, cántabros y vascos no encontraron más remedio que mirar hacia el Atlántico en busca del pan.

Muchos gallegos, asturianos, cántabros y vascos no encontraron más remedio que mirar hacia el Atlántico en busca del pan.FUNDACIÓN ARCHIVO DE INDIANOS/ MUSEO DE LA EMIGRACIÓN

Este personaje fue hijo de José Noriega Mendoza, que se dedicaba al cultivo de la manzana y a la elaboración de sidra (la bebida fermentada tradicional de Asturias) y de María Laso Posada. Ellos tuvieron cuatro hijos, y todos ellos, según se sabe, emigraron a México, aunque el caso de Íñigo fue el único que se convirtió en leyenda: la del gran indiano que transformó al México de la era porfirista y al que la historia oficial terminó por abandonarlo.

Siendo apenas un niño, un tío suyo lo sumó a la empresa de buscarse un futuro lejos de la España verde. La conexión estaba en la capital mexicana y hacia allá fueron a dar. La costumbre dictaba que los asturianos o gallegos recién llegados aprendieran los oficios comerciales desde abajo: comenzaban atendiendo en las ferreterías, madererías, almacenes de comida (donde muchas veces dormían bajo el mostrador durante los primeros años) y, poco a poco, iban adquiriendo responsabilidades dentro de la empresa hasta que, finalmente, podían hacerse cargo del negocio, relevando así a sus mentores. Pero las ambiciones de Íñigo eran mucho mayores. Comenzó como todos, pero su escalada fue meteórica y cuando tenía cerca de los 30 años, ya con un capital bastante considerable, logró hacerse de un lugar muy cercano a la élite porfirista.

Todo lo anterior corresponde a la leyenda y al conocimiento popular de quienes siendo éstos muy pocos saben algo sobre la historia de este polémico personaje. Asimismo, una de las biografías más detalladas sobre Íñigo Noriega es la que corresponde a la Real Academia de la Historia. En ella se menciona que, durante el tiempo en el que vivió, se le conoció como “el segundo conquistador de México”. ¿Por qué? Pues porque amasó “una de las mayores fortunas de su tiempo”, e, indudablemente, él creó el gran mito de los indianos que triunfaban en América y que regresaban a España con los bolsillos llenos de oro y no con polvo, como cuando partieron despidiéndose de sus madres que los lloraban y los veían perderse en lo azul del Cantábrico.

No existe una amplia bibliografía sobre la vida y obra de Noriega, y la mayoría de las fuentes repiten la información que existe en el Archivo de Indianos. En tanto, un artículo del diario asturiano La Nueva España, titulado “Íñigo Noriega: conquistador en México”, sí que crea un perfil más detallado sobre él. En esa pieza, el autor Ignacio García Noriega (Noriega es uno de los apellidos más comunes en el oriente asturiano), afirma que Don Íñigo se embarcó en Cádiz a los 14 años, en compañía de dos de sus hermanos, Remigio y José Benito, reclamados por un tío suyo que ya estaba en la Ciudad de México (este dato es curioso, ya que la mayoría de los inmigrantes gallegos y asturianos que hicieron fortuna en lo que llamaban 'Las Indias' zarparon desde puertos norteños como La Coruña, Santander, Gijón o Vigo; el hecho de que saliera desde Cádiz deja ver que aquel tío ya tenía algún tipo de relaciones comerciales con destinos americanos, ya que desde ese puerto andaluz muchos comerciantes cargaban y gestionaban el transporte de productos españoles como vino, aceite, o ropa, hacia América).

Una ilustrativa postal de la capital porfiriana: avenida Juárez y la Alameda Central, CDMX, circa 1890.

Una ilustrativa postal de la capital porfiriana: avenida Juárez y la Alameda Central, CDMX, circa 1890.VISTAS MEXICANAS/ ABEL BRIQUET

Los tres jóvenes asturianos trabajaron de sol a sol en la tienda de abarrotes de su pariente, hasta que lograron emanciparse. Distintas fuentes, ninguna histórica, sostienen que Iñigo a los 18 años ya era propietario de un fructífero negocio, pero los detalles son escuetos. El único texto que detalla ese episodio es el del diario asturiano antes mencionado, que afirma que el personaje en cuestión, después de haber aprendido el oficio comercial con su tío, comenzó a trabajar en una cantina llamada El Borrego (ya que a los entonces propietarios les gustaba mucho la carne de ese animal). Cinco años pasaron y ya con 23 años cumplidos, Noriega contrajo nupcias con la hija de Vicente Castro, el propietario de la cantina y fue precisamente éste quien dejó al joven esposo al frente del negocio.

La actividad principal de El Borrego era el comercio de vinos españoles, jamones ingleses y estadounidenses, además de encurtidos y conservas, así como productos típicos de España como la baraja española, botas de vino, entre otros.

Aquellos eran tiempos en los que la concentración de la riqueza de México estaba en aproximadamente el 20% de la población, era poco en términos comparativos, pero quienes gozaban de privilegios socioeconómicos consumían mucho de los comercios como el que regenteaba Íñigo Noriega. Eso, evidentemente, le permitió crecer notablemente las arcas de El Borrego y aprovechó ese contacto con los consumidores potentados para llegar a conocer al mismísimo Díaz.

José de la Cruz Porfirio Díaz Mori, mejor conocido como Porfirio Díaz, fue siete veces presidente de México, llegó a gobernar con mano férrea por poco más de 30 años.

José de la Cruz Porfirio Díaz Mori, mejor conocido como Porfirio Díaz, fue siete veces presidente de México, llegó a gobernar con mano férrea por poco más de 30 años.iStock.

Quizá, de aquella fructífera entrevista y contacto con el dictador, fue que nació la oportunidad de oro para este indiano: la concesión de 90 años para desecar el Lago de Chalco (que entonces era un gran foco de paludismo y representaba un peligro para la salud pública) y convertirlo en un granero que pudiera proveer, principalmente, de maíz y trigo a las grandes urbes del centro del país.

Negocios entre paisanos. Es sabido que los asturianos, vascos, gallegos y catalanes solían comerciar y ayudarse entre personas cercanas a las familias o, como muy lejos, de la misma comunidad y pueblos aledaños. La comunidad asturiana de México es una de las más grandes, de los grupos de españoles asentados en el país, y entre ellos siempre se han tendido redes comerciales. Al respecto, el artículo de La Nueva España sostiene lo siguiente: "En 1880 se crea la sociedad Remigio Noriega y Hermano, en la que el primero aparece al frente de los negocios y don Iñigo como apoderado: pero al igual que Pepe Cosmen, que nunca se presentó con otro título que el de apoderado, el verdadero motor de la empresa era don Íñigo. Con un capital inicial de 100,000 pesos, compraron la herencia de Manuel Mendoza Cortina, que incluía la mina de plata de Tlalchichilpa, las haciendas de Maplastán y Coahuixtla, crédito del ferrocarril de Morelos, existencias de azúcar y aguardiente y casas en las ciudades de México y Toluca. Posteriormente, adquirieron grandes fincas de Chihuahua y Tamaulipas, donde se encontraba La Sauteña, la mayor de los estados de Morelos y Tlaxcala, con una extensión de 394,875 hectáreas y 225,000 cabezas de ganado mayor. A estas explotaciones agrícolas y ganaderas se añadieron las mineras y textiles, entre las que se encontraba la Compañía Industrial de Hilados, Tejidos y Estampados San Antonio Abad y otras empresas anexas". En pocas palabras, hablamos de ganadería, minería e industria textil, así como de apellidos típicos de Asturias, Cortina, Cosmen, y, por supuesto, Noriega.

Diecinueve años después, en 1898, la sociedad comercial de Remigio se disolvió, alejándose éste de los negocios, y dejó así el camino libre a su hermano para continuar con la fructífera senda del enriquecimiento. Se convirtió en el hacendado más importante de México, después de haber comprado la hacienda La Compañía a Eduardo Zozoya, además de haber adquirido también de él la concesión para continuar con las obras de ferroviarias en Chalco. También se hizo de las haciendas La Asunción, La Covadonga (el nombre de la santa patrona de Asturias), Zoquiapán, Chalco, Río Frío, Venta Nueva, La Suateña y la laguna de Xico (donde desecó 10,000 hectáreas y levantó un palacio sobre ruinas que había pertenecido a Hernán Cortés, según lo cuenta Ignacio García en la pieza antes mencionada). Uno de los propósitos de semejante expansión hacendaria era conectar sus propiedades entre la capital del país y Puebla.

La leyenda negra: Del éxito al olvido

Ignacio García describe a la perfección la vida personal de Noriega con el siguiente párrafo: “Como en Noriega todo era desmesurado, tuvo once hijos legítimos e incontables naturales: según algunos, llegó al centenar. Pero sus relaciones con la familia fueron malas, desheredó a una de sus hijas por no haberse casado con el adecuado, y otra de sus hijas fue asesinada por su hermano, que se suicidó: una extraña historia de locura e incesto, digna de una tragedia griega”. Pero el ocaso de su historia no terminaba en el plano familiar. La suya, que pudo haber sido una leyenda trascendental, terminó con la llegada de la Revolución mexicana. Él, como todo allegado al poder de Porfirio Díaz, quedó en la diana de quienes levantaron al país en armas contra el régimen dictatorial y el privilegio económico y social que ostentaban sólo unos cuantos mexicanos (y extranjeros). Sus bienes le fueron embargados, perdió sus haciendas, y se exilió durante un tiempo en Texas. Cuenta la leyenda que Venustiano Carranza le propuso un pacto para su regreso a México si él negaba públicamente su amistad con Díaz, algo que Noriega no aceptó.

La leyenda de Íñigo Noriega, y la de otros ricos inmigrantes españoles, quedó enterrada al final de la Revolución mexicana.

La leyenda de Íñigo Noriega, y la de otros ricos inmigrantes españoles, quedó enterrada al final de la Revolución mexicana.LIBRARY OF CONGRESS

Finalmente, murió en México el 4 de diciembre de 1920 (tres días después del final de la Revolución mexicana).

Su figura quedó en el olvido cuando comenzó la construcción de un nuevo nacionalismo mexicano, donde las figuras extranjeras quedaron a la sombra de una identidad nacional que cada vez más rescataba elemeros autóctonos para la consolidar la identidad de un puebio que se había batido entre la sangre y la pólvora durante 10 años.

Hoy, ninguna calle en México lleva su nombre, así como tampoco su vida y obra se enseñan en las aulas. En España su nombre es conocido gracias al Archivo de Indianos, pero difícilmente se sabe de él más allá del oriente asturiano. Esa es la historia de Íñigo Noriega, el indiano y amigo de Porfirio Díaz que transformó a México y cuya figura quedó en el olvido.

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