Alina Bronsky: El relato femenino de la transculturalidad - eldia.es

Alina Bronsky: El relato femenino de la transculturalidad

La autora rusa criada en Alemania escribe con tintes autobiográficos novelas de migración y género

Alina Bronsky

Alina Bronsky / Ulf Andersen

paula garay gonzález

Dos nombres. Dos países. Dos lenguas. La vida de Alina Bronsky, pseudónimo de la escritora rusa que ha revolucionado la escena literaria germana, es una síntesis de culturas. Nacida en 1978 en Ekaterimburgo, al pie de los montes Urales, Bronsky emigró con su familia a Alemania a principios de los noventa y pasó el resto de su infancia en las ciudades de Marburgo y Darmstadt, en el estado federado de Hesse. Empezó a estudiar medicina, pero su interés por la escritura y su talento para las letras la llevaron a trabajar como redactora y editora en varios medios de comunicación.

Su primera novela, Scherbenpark, llegó a manos de su editor en 2009 como un manuscrito no solicitado. Se trata de la historia de una adolescente moscovita que acaba de mudarse a Alemania y se esfuerza en construir la vida que ansía en el seno de la cultura de acogida. El tono casual y lacónico con el que la protagonista describe su entorno, el relato crudo de la lucha por la libertad y el desarrollo de la personalidad son solo algunos de los detalles que hicieron que la obra no solo se publicara de inmediato, sino que fuera nominada a diversos galardones, adaptada al teatro y llevada al cine en 2013.

Para mayor suerte de sus lectoras, podemos encontrar sus siguientes novelas traducidas al español: Los platos más picantes de la cocina tártara (2010) y El último amor de Baba Dunja (2015), entre otras. La primera narra la historia de tres mujeres rusas pertenecientes a tres generaciones que se marchan juntas a Alemania con la esperanza de vivir mejor. Escrita desde la perspectiva de la tiránica abuela, en un tono mordaz y salpicada de referencias culinarias de gran simbolismo, esta obra aborda la influencia de la experiencia migratoria en la construcción del yo a tres niveles: el de la niña, la madre y la propia narradora. Por su parte, Baba Dunja también es una anciana matriarca que ve su vida y sus costumbres alteradas con la llegada de un par de extranjeros a su aldea, cerca de Chernóbil. Acostumbrada a que nadie se atreva a penetrar en su espacio, que el resto del mundo percibe cómo peligroso y contaminado, la protagonista se las arregla para proteger su identidad y la de los suyos.

Autora de personajes que representan las culturas que se conectan entre sí y que se mezclan hasta volverse inseparables, Bronsky va un paso más allá y añade un matiz de género a sus tramas. Sus protagonistas, siempre mujeres, no solo encarnan la realidad transcultural, sino que también reflejan cuestiones determinantes en el proceso identitario de la mujer migrante. En lo que a la novelista respecta, ella misma se percibe como la fusión de dos personas: una, amparada por su pseudónimo, habla (y escribe) en alemán y se ocupa de su vida profesional; la otra, cuya lengua materna es el ruso, se encarga de los asuntos familiares y emocionales. En efecto, esta dualidad es la que veremos reflejada en sus obras, plagadas de tintes autobiográficos y comprometidas, todas ellas, con dos asuntos clave de nuestra actualidad: la migración y el género.

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