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(Vitoria, 1874 – Madrid, 1936)

 

Si a Ganivet el suicidio en las aguas del Dwina lo convirtió en mero aunque decisivo precursor del 98, a Maeztu su exclusiva dedicación al ensayo y al periodismo lo ha relegado al papel de comparsa de la generación del fin de siglo, pese a que fue, con Azorín y Baroja, miembro del Grupo de los Tres. Eso fue después de pasar tres años en la Cuba paterna (1891-1894) y de velar, a su regreso, sus primeras armas periodísticas en Bilbao. Cuando llega a Madrid en 1897 es un joven exaltado por Nietzsche y el marxismo que firma pugnaces artículos en los diarios El País y El Imparcial o en revistas como Germinal y Vida Nueva, treinta y siete de los cuales irán a parar a Hacia otra España (1899). En aquel primer libro se plasmaban, con tintes revolucionarios, las inquietudes que serán permanentes en su obra: la crisis nacional y la regeneración social, económica, política e intelectual.

 

La estancia en Londres desde 1905, enviado por La Correspondencia de España (desde allí trabaja para otras cabeceras, como el Heraldo de Madrid o La Prensa de Buenos Aires...), hará que su radicalismo izquierdista evolucione hacia un socialismo compatible con la defensa de las minorías y de una articulación orgánica y funcional de la sociedad en la que el valor del individuo depende de su contribución al bien común. Estas ideas fraguan en la conferencia La revolución y los intelectuales, que pronuncia en el Ateneo de Madrid en 1910, pero sobre todo en La crisis del humanismo, un ensayo publicado a su regreso a España en 1919 (la primera edición, en 1916, fue inglesa: Authority, Liberty and Function in the Light of the War) en el que carga contra el individualismo —y su epifenómeno, el subjetivismo— como causa de la decadencia de la vida social. Y 1916 había sido, además, el año de la conversión religiosa del escritor, producida, según confesión propia, a través de la filosofía de Kant, que le había revelado la existencia de la espiritualidad. Por eso, a partir de 1919 Maeztu, sin aminorar su arrebato verbal, asume la defensa del catolicismo, la tradición y el ideal congregacionista de hispanidad, sendero este que conducirá sin rodeos al nicho ideológico en el que surge el fascismo español. Trento se le aparece como la panacea para la salvación del mundo moderno, y no solo del español, y la monarquía absoluta como el más cristiano de los gobiernos; a su juicio, la teología debe elevarse a ciencia universal «porque sólo de ella pueden derivarse un derecho, una política, un arte y un modo de vivir a los que los hombres se acomoden de modo permanente». Desde esta perspectiva, su revisión de los tres mitos literarios españoles Don Quijote, Don Juan y la Celestina (1926) no podía arrojar un saldo favorable: el héroe cervantino es imagen de la decrepitud y desencanto nacionales (tesis que ya había avanzado en 1903), don Juan es la voluntad sin ideal, la hipertrofia del solipsismo hedonista, la Celestina, en fin, es otra patología del individualismo, aquí empujado por el lucro al margen de valores morales. Metido en los años treinta, Maeztu, admirador de Mussolini y Hitler, arremete contra la República como un régimen corrompido. Sus argumentos se despliegan en los controvertidos artículos de Acción Española, reunidos en Defensa de la hispanidad (1934) y convertidos en biblia ideológica del primer franquismo: catolicismo y nacionalismo a ultranza, condena de la heterodoxia extranjerizante (Ilustración dieciochesca y liberalismo decimonónico, a la manera de Menéndez Pelayo), función cohesiva e imperial del idioma y la fe, que deben abarcar no solo las antiguas colonias sino también el mundo entero. Idéntico equipaje de ideas se encuentra en el inconcluso Defensa del espíritu, publicado en 1958, y en Defensa de la monarquía, un proyecto que apenas quedó esbozado cuando, en octubre de 1936, fue detenido y fusilado en Aravaca.

 

JG y DRdM

 

Aparte de los prólogos a las compilaciones de artículos España y Europa (Espasa-Calpe, Buenos Aires, 1948), ed. María de Maeztu; Obra, ed. Vicente Marrero (Editora Nacional, Madrid, 1974), Artículos desconocidos (1897-1904), ed. E. Inman Fox (Castalia, Madrid, 1977), Obra literaria olvidada, ed. Javier Varela (Biblioteca Nueva, Madrid, 2000), debe verse el Homenaje en Cuadernos Hispanoamericanos, 33-34 (1952) y los libros de Luis Aguirre Prado, Ramiro de Maeztu (Publicaciones Españolas, Madrid, 1976), Ricardo L. Landeira, Maeztu (Twayne, Boston, 1978), Emilio Palacios Fernández, Ramiro de Maeztu. La labor literaria de un periodista (1897-1910) (Diputación Foral de Álava, Vitoria, 1982), A. R. Santervás Santamarta, La etapa inglesa de Ramiro de Maeztu (Universidad Complutense, Madrid, 1987) y la biografía de Pedro Carlos González Cuevas, Maeztu. Biografía de un nacionalista español (Marcial Pons, Madrid, 2004).