CHAMPIONS LEAGUE 2023 - 2024

Champions

Real Madrid - Bayern (2-1)

Ave, C�sar de Europa: el Madrid lleva el imperio de la fe hasta Wembley

Con dos goles de Joselu en los minutos 88 y 90, vence al Bayern (2-1) y llega a su decimoctava final. Un error de Neuer, clave. Protestas alemanas por la �ltima jugada.

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Ave, C�sar, los que van a ganar te saludan. El C�sar de la Champions no es el C�sar de Roma, al que ofrec�an su muerte delincuentes y gladiadores en el coso del Coliseo. La gente del Madrid no piensa jam�s en la muerte, ni siquiera con los dos pies en el cadalso, como volvi� a estar ante el Bayern, porque su �nico memento mori es la victoria, la cumpla la estrella de Vinicius o la buena estrella de Joselu en su 'momento Champions', en su 'momento Mbapp�'. [Narraci�n y estad�sticas (2-1)]

Una transformaci�n indescifrable la de este antidivo como indescifrable es este equipo. De Lisboa a Kiev, el rastro de sus conquistas es como el per�metro de un imperio, la Roma del f�tbol. El apol�neo templo de Wembley aguarda, pues, al Madrid de los incre�bles, al Madrid Imperator.

Para saber m�s

La vida y la muerte, la victoria y la derrota juegan con nosotros, nos escogen, pero no hay nadie a quien el destino quiera tanto como al Madrid, como prueban sus 14 triunfos en 17 finales, no siempre en partidos dominados, en ocasiones asediado, como en Saint Denis o en el Etihad, y al borde de la eliminaci�n, que es como estaba en el Bernab�u cuando Neuer, due�o de un acto plet�rico, fue un ni�o en el patio del colegio. Joselu, el m�s pillo de la clase, lanz� el bal�n a la esperanza, a dos minutos del final, y a Wembley, cuando todos mueren menos el Madrid.

Al Bayern le quedan las quejas, y seguramente con raz�n, por un pol�mico final en el que se hizo un l�o incomprensible el colegiado Marciniak, al pitar antes una acci�n que deber�a haber dejado continuar y en la que el bal�n acab� en la red de Lunin. Para eso est� el VAR. Pero la realidad es que el equipo b�varo perdi� el partido por sus errores en los momentos de temblor del Bernab�u que nadie sabe explicar. Ni Tuchel ni Guardiola. Nadie.

El miedo a los errores

Al Bayern le gustan las mismas cosas que al Madrid. Le gusta correr. Si algo le importaba, sin embargo, es que no lo hiciera el rival, porque cuando eso sucede, el Bernab�u es como un desfiladero por el que no se desboca simplemente un equipo de f�tbol. Es un alud, un alud blanco. Las precauciones mandaban, pues, sobre los atrevimientos, con dos futbolistas m�s capaces de estar en su sitio frente a un ataque posicional que los que lo hicieron en la ida. Se trataba de De Ligt y Pavlovic. Tuchel no ten�a prisa ni obligaciones por el resultado, y ten�a miedo.

Tambi�n Ancelotti, que no tuvo reparo en reconocerlo, pese a las bromas de Carvajal. Ning�n inteligente esconde el miedo. Lo siente, lo observa, lo analiza y lo combate. Ancelotti no pod�a hacerlo como Tuchel en el Bernab�u, por lo que lo hizo mediante la seguridad en los pases.

Una p�rdida era un apret�n del rosario, y en esto es mejor mirar a la pelota que al cielo. Cuando eso ocurre, mal asunto. El Madrid sab�a que deber�a llevar el peso del juego y la instrucci�n es que siempre empezara en Kroos, un tipo con aspecto de no perder nunca las llaves de casa. Asegurar las transiciones y arriesgar solo cuando el bal�n llegara a Vinicus y Rodrygo.

Exhibici�n de Vinicius

Lo hizo Vinicius nada m�s sonar el silbato y perder la primera pelota el Bayern. Levant� los brazos y se dirigi� a la grada en busca de la ac�stica que provoca el techo cerrado del Bernab�u. Estaba inyectado, quiz� demasiado, pero era lo que el momento ped�a. Vini, centrado o en la banda, iba a demostrar qui�n es, y qui�n es en la Champions, lo que no ha podido hacer Mbapp�, ya eliminado.

Vinicius, ante Laimer, en el Bernab�u.
Vinicius, ante Laimer, en el Bernab�u.AFP

Empez� por un lanzamiento al palo que Rodrygo remach� al cuerpo de Neuer. Nada m�s empezar la segunda parte busc� el uno a uno en la izquierda. Ni Laimer ni Kimmich, dos jugadores excepcionales, pudieron, ni por separado ni juntos, frente al brasile�o. Otra vez Rodrygo desperdici� el regalo de su compatriota, pero Vini no par� hasta provocar lo mejor de Neuer y, finalmente, lo peor, su error fatal.

La segunda consigna de Ancelotti era cerrar las bandas a San� y Gnabry, en las que Carvajal y Mendy empezaron por no ceder ni un palmo. Gnabry encontr� un aclarado gracias a Musiala en el arranque, aunque mal solucionado. Poco despu�s fue al banquillo, lesionado, para dejar su lugar a Davies. Diablo por diablo, era m�s diablo en segundo, como demostrar�a con el zigzag y el latigazo que cambiaba el decorado.

Musiala y el diablo Davies

Que se equivoque el contrario, pensaba Tuchel, al que no le importaba un partido largo, largu�simo, mientras estuviera en la eliminatoria. Renunci� a cualquier tipo de presi�n alta y esper� a que aparecieran los espacios. No llegar�an para el Bayern hasta la segunda parte y cuando eso ocurri� aparecieron Musiala y Harry Kane.

Pocos se mueven igual en ese territorio. Tuchel cambi� la posici�n de Musiala, de la banda, donde jug� en M�nich, a la mediapunta. Lo poco que el Bayern pod�a filtrar con intenciones part�a de sus botas, muy poco durante el primer tiempo. Apenas una volea de Kane pudo encontrar el equipo alem�n en ese tramo, un pobre balance ofensivo.

Tchouam�ni pugna por un bal�n con Musiala.
Tchouam�ni pugna por un bal�n con Musiala.AFP

La estirada del Madrid en el segundo y el desgaste acumulado los permitieron y fue Musiala el primero que provoc� lo mejor de Lunin en un disparo a quemarropa. Estaba claro que el Bayern hab�a encontrado caminos hasta enconces cerrados. Kane se uni� a su compa�ero para encontrarlos. En el caso del ingl�s hablamos de un delantero centro que es mucho m�s, con movimientos y cambios de juego propios de un centrocampista cuando se retrasa unos metros. Cumple ese rol en el equipo b�varo como en la selecci�n inglesa. La acci�n en la que cedi� para la carrera de Davies fue un ejemplo.

Ancelotti busc� entonces en el banquillo soluciones, con Joselu y Brahim, como soldados de reemplazo que siempre est�n en su sitio, dispuestos para la misi�n. El cazagoles que lleg� sin jerarqu�a para llevar el 9 las encontr� en el miedo ajeno, por dos veces, para citarse con el sorprendente Borussia Dortmund en la final del 1 de junio y llevar m�s all� los l�mites de este imperio que pocos comprenden y tantos aman.