ChurchiIl y el fantasma del presidente | Internacional | EL PAÍS
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ChurchiIl y el fantasma del presidente

Se cuenta en Washington que Winston Churchill pidió a Franklin D. Roosevelt que le instalara en cualquier otro cuarto de la Casa Blanca: el premier británico le dijo muy seriamente a su anfitrión que en el dormitorio Lincoln había visto el fantasma del presidente de EE UU que liberó a los esclavos.

Para muchos norteamericanos, pasar una noche hoy en el dormitorio Lincoln es el honor y la aventura más grandes que puedan vivir. Un total de 938 personas, según la lista detallada difundida por la Casa Blanca, han disfrutado de ese privilegio durante el primer mandato de Clinton. Eran, según la versión oficial, amigos de la familia, simpatizantes, líderes espirituales, artistas y escritores y dignatarios extranjeros como la reina Sonia de Noruega o el primer ministro británico, John Major.

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Pero si se coteja esa lista con la de donantes de la campaña de Clinton, aparecen motivos de sospecha. Entre la gente de Hollywood invitada por Clinton a pernoctar en el dormitorio Lincoln figuran actores como Jane Fonda, Tom Hanks, Candice Bergen, Richard Dreyffus y Barbra Streisand, directores como Steven Spielberg y productores como David Geffen. Y se sabe que Spielberg dio 200.000 dólares (unos 28 millones de pesetas) al Comité, Nacional Demócrata.

El reverendo Robert Schuller, el nuevo gurú espiritual de Clinton, no soltó un centavo, pero eso sí, rezó de rodillas con el presidente bajo el retrato de Lincoln.

En realidad, Lincoln nunca durmió en el cuarto que lleva su nombre en el segundo piso -Ia residencia de- la familia presidencial- del número 1.600 de la avenida de Pennsylvania. Pero ese cuarto fue su despacho. Allí desplegaba los mapas para seguir la evolución de la guerra civil norteamericana y allí firmó, en 1863, la Proclamación de la Emancipación de los Esclavos. También fue suya, aunque instalada en otro lugar, la cama de madera de rosas en la que duermen los huéspedes de los presidentes contemporáneos.

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