Indra Devi (1899-2002)

Eugenie Peterson, reconvertida oficialmente en la figura de Indra Devi a partir de 1957, destaca en la historia del yoga “moderno” como la primera mujer occidental que recibió clases de yoga en la India de los precursores en la creación del yoga postural moderno Swami Kuvalayananda y Krishnamacharya a finales de los años 30 y por:

1) Actuar como “embajadora” internacional del yoga en América gracias a su proyección mediática.

2) Enraizar esta práctica en la población americana y dar protagonismo a la mujer en una práctica que había sido básicamente de “hombres” gracias a sus libros y conseguir como reclamo que grandes estrellas del Hollywood y la industria cinematográfica norteamericana fueran parte de su alumnado.

3) Mostrar al mundo occidental cómo el yoga era un buen antídoto para combatir la ansiedad y el estrés que oprimían a la población de las sociedades modernas y para las mujeres como un recurso saludable para potenciar la juventud y la belleza.

4) Ayudar a difuminar en Estados Unidos la asociación que había hasta el momento del yoga con los faquires, el ocultismo, el mesmerismo y la magia, así como advertir que las posturas avanzadas podían producir lesiones en algunas personas igual que la meditación.

Eugenie nació en Riga, en la rusa zarista, dentro de una familia acomodada. Su vida pronto se encaminó al mundo de la escenografía al decidir estudiar arte dramático en Moscú. Sin embargo, con la guerra civil que se produjo después de la Revolución Bolchevique de 1917 tuvo que huir con su madre del país. Instalada en Berlín pudo entrar en una compañía de teatro rusa con la que estuvo de gira por toda Europa durante seis años.

En 1926 se produjo un momento importante en su vida al asistir a un congreso de la Sociedad Teosófica en Holanda en 1926. Allí no sólo pudo conocer en persona a Krishnamurti que luego le ofrecería consejo sobre cómo enfrentar su cambio de vida a China cuando tuvo que abandonar las clases de Krishnamacharya en la India para ir a Shanghái con su marido, también estableció importantes amistades que luego contribuirían a facilitar distintas situaciones clave de su vida.

El primer contacto de nuestra protagonista con la India se produjo en 1927 cuando Hermann Bolm, un próspero banquero y admirador suyo de Berlín, le propuso matrimonio y ella puso como condición que le dejase hacer un viaje a la India antes de la boda. Allí estuvo cuatro meses y encontró un nuevo “hogar”, pero también una experiencia que le afectó lo suficiente como para que a la vuelta decidiese romper con el enlace matrimonial.

Dos años más tarde regresó de nuevo a la India del sur con el fin de estudiar el idioma y danza clásica, pero tan sólo tres meses después de llegar se desplazó a Bombay porque le habían ofrecido interpretar un papel principal en una película que tuvo un gran éxito y que la proyectó al público como “Indra Devi”, la nueva estrella de las pantallas indias. Ese mismo año se casó con Jan Strakaty, un agregado comercial al consulado de Checoslovaquia.

En 1931 se produjo otro momento importante en su vida cuando una amiga europea le propuso ir a ver el Kumbh Mela, la peregrinación más sagrada de la India, que se celebraba cerca de Bombay. Allí vivenció de primera mano la cultura espiritual india y observó a un practicante de yoga haciendo la postura invertida sobre la cabeza (sirsasana) que captó poderosamente su atención dado que en aquel momento creía que el yoga consistía en otro tipo de práctica más esotérico.

Su determinación por aprender yoga explosionó sin embargo de otra experiencia. Tras curar a un amigo que casi quedó inconsciente durante una cena utilizando unas “técnicas de yoga” que había aprendido cuando vivía en Moscú del libro de Yogi Ramacharaka (el alias del norteamericano William Walker Atkinson, ligado al mesmerismo y el ocultismo), ella misma se puso enferma y padeció dolencias cardiacas durante cuatro años como si “hubiese absorbido” la enfermedad de su amigo. Todo paró cuando una persona en Praga, utilizando la misma técnica, la sanó. Según su biografía, esto la llevó a querer volver a la India para aprender yoga.

En su regreso a Bombay en 1937 empezó a interrogar a todo el mundo sobre dónde podría aprender este arte. Después de ser introducida a algunas posturas por el hermano de su amiga la princesa Bhuban de Nepal decidió seguir su consejo de visitar el ashram Kaivalyadhama de Swami Kuvalayananda en Lonavla. Allí apenas pudo practicar en la clase para mujeres porque tuvo que volver con su marido rápidamente a Praga.

La suerte la acompañó sin embargo porque en menos de un año recibió una invitación para asistir a la boda del príncipe de Mysore. Rápidamente se animó a asistir porque un amigo suyo médico le había hablado de las clases y demostraciones de yoga que hacía Krishnamacharya en el Palacio de Mysore.

Krishnamacharya en un inicio se negó a darle enseñanzas porque no tenía clases para mujeres, y quizás, porque también desconfiaba de su interés real en aprender. Sin embargo, y bajo la orden del maharajá de Mysore Shri Nalvadi Krishnaraja Wadiyar, finalmente la aceptó. Eugeine pronto demostró a Krishnamacharya su determinación por aprender yoga asumiendo la disciplina y la vida austera de la escuela. Finalmente, impresionado, decidió ofrecerle instrucción personal.

Según cuenta en sus libros, con Krishnamacharya (aunque sabía poco inglés) aprendió el valor terapéutico del yoga. Sin embargo, el contacto terminó relativamente pronto porque en pocos meses Eugenie tuvo que abandonar Mysore para acompañar a su marido a Shanghái. Su sorpresa fue que Krishnamacharya le animó a enseñar lo aprendido con él en China.

Eugenie se convirtió en la primera profesora en abrir clases de yoga postural en China y en divulgar esta práctica en el país. Enseñó durante siete años y medio en diferentes instalaciones incluida la casa de la mujer de Chiang Kai-Shek. Allí mostró y divulgó en los medios de prensa los poderes terapéuticos de esta práctica.

En 1946, al finalizar la II Guerra Mundial, se trasladó con su marido a Checoslovaquia y más tarde regresó de nuevo a la India donde se convirtió en la primera mujer occidental en enseñar yoga en la India. Parece ser que en este viaje prefirió estar como invitada en el palacio de maharajá Tehri Gartwal en Narendra Nagar, cerca del Himalaya, y que allí no sólo decidió estudiar yoga con Swami Somnathasbram, también escribió su primer libro Yoga: La técnica de salud y felicidad.

En tan sólo un año Eugenie emigró a Norteamérica para vivir en Los Ángeles donde abrió un estudio de yoga en Sunstet Boulevard cerca de Hollywood. Su fama y su ubicación consiguió poder tener entre su alumnado a numerosos actores y actrices famosos de Hollywood como Gloria Swamson, Greta Garbo, Jennifer Jones, Linda Christian, Ruth St. Denis o Robert Ryan, que contribuyeron en gran medida a divulgar sus libros y su trabajo en el Occidente.

Su marido murió en Checoslovaquia en 1953 y ese mismo año se casó con Sigfird Knauer, un reconocido médico que consejero de grandes personalidades en la industria cinematográfica norteamericana. Con él abrió un ashram en Bajo Méjico llamado Rancho Cuchuma donde impartió cursos de formación de yoga para gente de todo el mundo. Fue allí, en 1957, cuando decidió cambiarse allí el nombre oficialmente a Indra Devi.

Es curioso saber que el hijo de Bernarr Macfadden, uno de los padres de la cultura física occidental cuyas obras se convirtieron en referencia para la construcción del yoga moderno, alabó las enseñanzas de Indra Devi. Esto demuestra que en aquella época no se había tenido conciencia de la importante influencia que había tenido la cultura física occidental en la construcción del yoga que había llegado a Estados Unidos.

Según Goldberg (2016), los años 60 supusieron una importante evolución en sus enseñanzas del yoga hacia la espiritualidad. En 1966 se hizo una fiel seguidora del gurú Sai Baba, una persona que cuando tenía 14 años había proclamado que era la reencarnación de Sai Baba de Shirdi, una famoso santo indio de finales del siglo XIX y principios del XX. Según Goldberg (2016) fue a partir de esta relación cuando desarrolló una visión espiritual del yoga más allá del simple trabajo físico postural.

En 1984 murió su marido Sigfrid Knauer y al año siguiente Indra Devi se fue a vivir a Argentina donde creó en 1988 la Fundación Indra Devi. Allí murió de un ataque al corazón en el año 2002. Entre sus obras más destacadas podemos citar: Yoga: la técnica de la salud y la felicidad (1946), Por siempre joven por siempre saludable (1953), Yoga para americanos (1959), Renueva tu vida a través del yoga (1963) y Sai Baba y Sai Yoga (1975).

Referencias Bibliográficas

Batts, C. y Cooley, R. (2019). “The Benares of the West”: The Evolution of Yoga in Los Angeles, Journal of Sport History, 46(1), 82-97.

Goldberg, E. (2016). The Path of Modern Yoga. The history of an embodied spiritual practice, Rochester, Vermont (USA): Inner Traditions.

Goldberg, M. (2015). The Goodness Pose: The Audacious Life of Indra Devi, the woman who helped bring yoga to the West, New York: Alfred A. Knopf

Syman, S. (2010). Hatha Yoga on Sunset Boulevard, In: The Subtle Body: The story of yoga in America, Chapter 9, (pp 179-197), New York: Macmillan.

About Pedro Jesús Jiménez Martín

Profesor Titular de Universidad. Facultad de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte (INEF). Universidad Politécnica de Madrid. Director del Proyecto de Investigación Cultura Física Oriental.

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