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Muere el �nico condenado por el crimen

El asesinato de Pasolini: el secreto que atormenta a Italia

Pino Pelosi con la polic�a en el sitio exacto de la muerte del cineasta y poeta Pier Paolo Pasolini ANSA

Muere Pino Pelosi, el que fue el �nico condenado por el salvaje asesinato de Pier Paolo Pasolini. Siempre existi� la sospecha de que se trat� de un crimen pol�tico

Se llamaba Giuseppe Pino Pelosi y, probablemente, su nombre no le suene de nada. El mundo entero le conoc�a por otra cuesti�n: por ser el �nico condenado por el salvaje asesinato del cineasta Pier Paolo Pasolini el 2 de noviembre de 1975. Pelosi era entonces un chaval de 17 a�os del lumpen romano. Hoy, con 59 a�os, tambi�n a �l le ha llegado su hora: enfermo de c�ncer, ha fallecido esta noche en el hospital Gemelli de Roma despu�s de caer en coma.

Con su muerte El Rana, como se le conoc�a en los bajos fondos romanos, se lleva a la tumba un secreto que desde hace casi 42 a�os atormenta a Italia y al mundo entero: la verdad sobre el asesinato de PPP. Porque la �nica certeza que rodea a ese crimen es que aquella noche, en un descampado en Ostia a pocos kil�metros de Roma, el cineasta fue brutalmente masacrado.

La autopsia revel� que recibi� una paliza inmisericorde, que incluy� una violent�sima patada en los test�culos que le provoc� una gigantesca hemorragia interna y tantos golpes en la cabeza como para generarle tambi�n una hemorragia externa necesariamente mortal. "No es que saliera simplemente sangre, hubo aut�nticos chorros", escribieron los forenses en su informe. Despu�s, fue arrollado bajo los neum�ticos de su propio coche, un Alfa Romeo plateado, lo que le revent� varios �rganos internos y dej� su cuerpo reducido a un amasijo. Hasta tal punto que Maria Teresa Lollobrigida, la se�ora que descubri� su cad�ver, pens� en un primer momento que se trataba de un mont�n de basura.

Aquella fat�dica noche, las vidas de Pino Pelosi y de Pasolini se cruzaron en un bar cercano a la estaci�n Termini de Roma frecuentado por chaperos. El cineasta iba a bordo de su flamante coche e invit� al joven a dar una vuelta. Pelosi accedi� y, juntos, acudieron a cenar a una trattoria pr�xima a la Bas�lica de San Pablo. Posteriormente, pusieron rumbo a Ostia, a 30 kil�metros de la capital italiana. En concreto, hacia una base de hidroaviones que all� hab�a.

Al llegar al lugar, siempre seg�n la versi�n de Pelosi, Pasolini habr�a intentado mantener relaciones sexuales con �l. �l se habr�a opuesto y habr�an forcejeado, emprendi�ndola a patadas y bastonazos contra el intelectual y, posteriormente, arroll�ndolo con su propio coche. Sin embargo, a lo largo de los a�os Pelosi cambi� varias veces su versi�n sobre lo sucedido.

Siempre existi� la sospecha de que el de Pasolini hab�a sido en realidad un asesinato pol�tico y Pelosi, un chivo expiatorio. El intelectual se hab�a convertido en un personaje profundamente inc�modo para el poder, al se�alar constantemente sus tropel�as y abusos. Y qu� mejor para silenciarle que tratar de desacreditarle con un crimen de trasfondo sexual y convencer a Pelosi de que cargara �l solo con toda culpa ya que, al ser menor de edad en la �poca del asesinato, le caer�a una condena suave, como efectivamente ocurri�: 9 a�os y 7 meses de c�rcel. El 18 de julio de 1983, con 25 a�os, obtuvo la libertad condicional.

A partir de ah� se dedic� a ir de vez en cuando a plat�s de televisi�n, a escribir su autobiograf�a y a conceder entrevistas en las que a veces dejaba caer que �l no hab�a sido el �nico responsable de la muerte del cineasta y, a veces, incluso insinuaba que �l ni siquiera hab�a participado en la misma. Pero nunca nada concreto. S�lo veladas alusiones, turbias menciones. Como cuando afirm� que en el asesinato de Pasolini hab�an participado tres personas, dos de ellas con acento siciliano.

Volvi� varias veces a la c�rcel por otros delitos e, incluso, regres� al lugar del crimen en una de las salidas de prisi�n en r�gimen de libertad condicional. Fue en 2008 de la mano de una cooperativa dedicada a la reinserci�n de ex presidiarios. Junto con un pu�ado de �stos, limpi� el jard�n que fue creado en el lugar donde PPP fue asesinado. "Estar aqu� hace que se encoja el est�mago", asegur� entonces.

En los �ltimos a�os gestionaba junto a un socio un bar en el barrio romano de Testaccio. El bar se llama Zi Elena.