El frente del Vóljov, el camino hacia la liberación de Leningrado

El frente del Vóljov, el camino hacia la liberación de Leningrado

La Operación Leningrado-Novgorod, el ataque decisivo y conjunto desde diferentes frentes por parte del ejército soviético, consiguió aplastar al Grupo de Ejércitos Norte alemán y permitió liberar la ciudad de Leningrado tras casi 900 días de asedio

El frente del Vóljov, el camino hacia la liberación de Leningrado (Fernando Martínez Laínez)
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Juan CastroviejoDoctor en Humanidades

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A comienzos de 1943, Leningrado seguía cercada, pero había disminuido la amenaza de una ofensiva alemana para conquistar la ciudad que, con mucho esfuerzo, recibía abastecimientos a través del lago Ládoga. Por entonces, Leningrado había sido parcialmente evacuada. En noviembre de 1942, solo quedaban unos 700.000 civiles, más unos 420.000 soldados soviéticos y fuerzas de seguridad del NKVD, pero se mantenía la comunicación por el Ládoga y una estrecha senda helada.

Soldados de la División Azul en el Frente del Vóljov

Soldados del ejército táctico de la División Azul española en Rusia, cuyo papel fue clave en el transcurso de los hechos. Foto: ASC.

El 8 de noviembre de 1942, aniversario de la Revolución bolchevique, Stalin dio orden de desencadenar la Operación Iskra para liberar Leningrado, tras varios intentos fallidos. El ataque, esta vez, se haría por dos frentes al mismo tiempo, y el dictador soviético envió secretamente, para coordinar las operaciones, al coronel general Yúkov, que se situó con el II Ejército de Choque del Frente del Vóljov. Por estrictas razones de seguridad, todas las órdenes se emitieron manuscritas y en un solo documento; se prohibieron los desplazamientos diurnos de unidades militares y se dispersó el fuego artillero deliberadamente, para confundir a los sitiadores.

En paralelo a este plan alemán, el Frente de Leningrado, bajo el mando del coronel general Leonid Góvorov, comandante de los ejércitos que defendían la ciudad, había diseñado meticulosamente la ofensiva, desplazando secretamente al II Ejército de Choque hasta la cabeza de puente de Oranienbaum, en la desembocadura del golfo de Finlandia.

El 29 de noviembre, Góvorov, tras recibir el visto bueno del Cuartel General del Mando Supremo de las Fuerzas Armadas (Stavka), expuso el plan a su Estado Mayor. Primero, había que forzar el paso del río Neva en un frente de trece kilómetros y, a continuación, el Frente del Vóljov atacaría en la zona de los altos de Siniávino hasta establecer contacto con el Frente de Leningrado. El ataque se desarrolló en dos fases en el transcurso de 48 horas, con apoyo de fuerzas blindadas y 2.000 cañones.

Mantenimiento de Leningrado y el Cerco de Hierro

Infografía sobre el Sitio de Leningrado. Foto: ASC.

El 18 de enero de 1943, Góvorov consiguió que se unieran los frentes del Vóljov y Leningrado, y ese mismo día Yúkov fue ascendido a mariscal de la Unión Soviética. Pero eso no aseguraba un corredor lo suficientemente ancho para romper el cerco. La línea de ferrocarril entre Leningrado y Vóljov seguía dominada por los alemanes, cuya artillería machacaba a los soviéticos por un estrecho paso llamado Corredor de la Muerte, desde los altos de Siniávino.

Por fin, el 25 de enero de 1943, después de realizar un ensayo general del ataque, Yuri Levitan, el locutor más famoso de la URSS, transmitió desde Moscú el esperado mensaje: «Las tropas de los frentes de Leningrado y del Vóljov han establecido contacto y han roto el cerco de Leningrado». Pero se trataba de una verdad a medias. El cerco solo se había roto parcialmente. Aunque mucha gente lo festejó y las banderas rojas ondearon en las calles, las tropas alemanas todavía estaban a las puertas de Leningrado y los proyectiles de sus cañones seguían cayendo sobre la ciudad. Las luces urbanas se mantenían encendidas gracias a un cable eléctrico sumergido bajo las aguas del Ládoga, que recibía la corriente desde la central hidráulica del Vóljov, y la comunicación solo se mantenía a través ese angosto Corredor de la Muerte.

Locutor de radio Yuri Borisovich Levitan

El famoso locutor de radio Yuri Borisovich Levitan, dando el parte radiofónico. Foto: Album.

Los meses de julio y agosto de 1943 fueron para muchos leningradenses los peores de toda la guerra. En septiembre cayeron más de 11.000 granadas, matando o hiriendo a unas 600 personas. Pese a todo, la gente empezaba a vislumbrar tiempos mejores y a hacer planes de futuro.

Frentes unidos

A principios de febrero de 1943, los soviéticos construyeron una nueva vía ferroviaria que logró proporcionar cuatro millones y medio de toneladas de abastecimientos a finales de año. Trabajando con increíble tenacidad, en condiciones climatológicas muy adversas y temperaturas de -25 ºC , terminaron otra línea férrea próxima al lago Ládoga en mayo.

Una vez reunidos los Frentes de Leningrado y el Vóljov, con el mariscal Timoshenko al mando del Frente del Noroeste, la Stavka pensó en realizar una especie de cerco doble al Grupo de Ejércitos del Norte alemán, girando hacia el sur. Una operación denominada Estrella Polar.

Jefa de Señales A. Alexandrovna

La Jefa de Señales A. Alexandrovna, que trabajó en la estación de Varsovia en Leningrado, en el invierno de 1942-43. Foto: Museo Thyssen.

El Frente del Noroeste debía atacar el 15 de febrero para rodear y destruir al XVIII Ejército alemán, pero la operación fracasó, debido a las enormes bajas soviéticas en los frentes de Leningrado y del Vóljov, que intentaban ampliar el estrecho corredor por el que llegaban refuerzos a la ciudad. El 27 de febrero, Stalin ordenó cesar los ataques y consideró prioritario centrar toda la atención a la situación en torno a Kursk, en el centro de Rusia, donde se jugaría una de las batallas determinantes de la Segunda Guerra Mundial. Al cabo, la suerte de Leningrado dependería también de Kursk (verano de 1943) porque, hasta entonces, los soviéticos no pudieron tomar la iniciativa estratégica que les permitió lanzar la gran ofensiva para recuperar la ciudad.

Tras la decisiva derrota alemana en la batalla de Kursk, la Stavka puso en marcha, en el otoño de 1943, el plan definitivo para liberar completamente Leningrado y su región. La idea básica era emprender una gran ofensiva en el noroeste que derrotara al Grupo de Ejércitos Norte alemán, rompiera el bloqueo de Leningrado y penetrara en los Países Bálticos. El ataque general se produciría en invierno, cuando el hielo endurecido permitiera el movimiento de tropas y vehículos, y se realizaría desde tres direcciones: Oranienbaum, los altos de Pulkovo, y hacia Novgorod por el Frente del Vóljov, que estaba a cargo del general Meretskov.

Rodear al Grupo del Ejército alemán

Tanto la Stavka como el Estado Mayor del Grupo de Ejércitos del Noreste soviético, mientras se desarrollaban los preparativos para la ofensiva de los frentes de Leningrado y el Vóljov, fueron perfilando en septiembre de 1943 una operación a gran escala con el objetivo de rodear a todo el Grupo de Ejércitos Norte alemán. Un triunfo estratégico que iría acompañado de la ruptura definitiva del asedio a Leningrado.

Considerando la posibilidad de que el XVIII Ejército alemán se retirara a la línea defensiva Panther, la ambiciosa maniobra planeó introducir una cuña entre los Grupos de los Ejércitos Norte y Centro alemanes, y separar a las tropas germanas del territorio de Prusia Oriental. Para ello se creó un nuevo frente (Primer Frente Báltico) que debería avanzar en dirección a Idritsa. Con él, iría el Segundo Frente Báltico (antes Frente de Kalinin), progresando hacia Vitebsk. A esto, se añadiría otra ofensiva de las tropas del Frente Noroeste en dirección Pskov, al mismo tiempo que el Frente del Vóljov atacaba Novgorod y Luga. La acción combinada de todos estos frentes debía culminar en la completa destrucción del Grupo de Ejércitos Norte, lo que implicaba liberar Leningrado y, como objetivo añadido de largo alcance, reconquistar Estonia y Letonia.

Ciudad de Vitebsk y el río Dvina

Vista de la ciudad de Vitebsk y el río Dvina, al atardecer. Foto: Shutterstock.

Pero la ofensiva de los frentes bálticos soviéticos no logró avances significativos y el Frente Noroeste se disolvió, mientras el Primer y Segundo Frentes Bálticos combatían en dirección a Idritsa y Vitebsk. El mando soviético, sin embargo, esperaba que, después de reagruparse, los ejércitos de estos dos frentes aún pudieran capturar Gorodok y Vitebsk, y avanzar luego hacia Riga.

El plan, aunque logró algunos éxitos, fracasó, porque las tropas soviéticas no pudieron rodear y aplastar al Grupo de Ejércitos Norte en la dirección prevista, ni crear una posición operativa favorable para emprender otras ofensivas. En vista del fiasco, los soviéticos, cuya moral de victoria iba en aumento, decidieron redoblar el esfuerzo a finales de 1943, y asestar el golpe principal en dirección noroeste cerca de Leningrado, considerando que los planes ofensivos de los frentes de Leningrado y Vóljov ya estaban muy avanzados, las tropas estaban preparadas, y la ruptura de bloqueo de la gran ciudad báltica alteraría el escenario de toda la guerra del Báltico a favor del Ejército Rojo.

De acuerdo con este propósito, las fuerzas del Segundo Frente Báltico, más los frentes de Leningrado y Vóljov, asumieron el objetivo de destruir a las tropas alemanas en la zona de Nevel, atacar en dirección a Idritsa e inmovilizar al XVI Ejército alemán, impidiendo así que este pudiera reforzar al XVIII Ejército, que quedaría eliminado. Luego, los ejércitos de los tres frentes soviéticos avanzarían en dirección Narva-Pskov- Idritsa, para rematar al XVI Ejército alemán, liberar la región de Leningrado y crear un nuevo panorama bélico estratégico en el Báltico.

Retirada escalonada

En previsión de esta ofensiva soviética, el Grupo de Ejércitos Norte alemán empezó a construir una poderosa serie de defensas: la Línea Panther, que iba desde la orilla del río Narva, el lago Peipus, Pskov, y Ostrov-Idritsa. Aunque las órdenes de Hitler eran resistir a toda costa, el coronel general Von Küchler, al mando del Grupo de Ejércitos Norte, creía que sus tropas estaban bien fortificadas y en condiciones de repeler cualquier ofensiva, pese a lo cual también había previsto una especie de plan B, consistente en instalar bases de aprovisionamiento en Estonia en caso de retirada general escalonada. Se llevaría a cabo desde enero a la primavera de 1944, con el abandono de la capital, dejando una serie de líneas defensivas intermedias para resistir las acometidas soviéticas.

Entretanto, el Alto Mando alemán consideraba de gran importancia seguir manteniendo el bloqueo de Leningrado mientras fuera posible, para inmovilizar a la fuerza terrestre soviética y la Flota del Báltico, y mantener abierta la comunicación por mar de Alemania con Suecia y Finlandia. Hitler pensaba erróneamente que el Ejército Rojo no tenía fuerza suficiente para seguir operando a gran escala en el norte de Rusia, y -por los informes de Küchler- creía que las tropas alemanas serían capaces de rechazar cualquier ofensiva soviética de gran envergadura. Pero la realidad deshizo pronto estos cálculos optimistas del mando germano.

Soldado de las Waffen SS camuflado en la línea Panther en el Frente Oriental

Soldado de las Waffen SS camuflado en la línea Panther en el Frente Oriental, en 1944. Foto: Alamy.

Aislar a Prusia Oriental

Ante la posibilidad de que el XVIII Ejército alemán se retirase a la Línea Panther, los soviéticos abrieron dos nuevos frentes para cortarle la retirada: el Primer y Segundo-Frentes Bálticos. Eso dejaría aisladas a las tropas alemanas del noroeste en el territorio de Prusia Oriental y, acumulando todas esas fuerzas, el mando soviético pensaba rodear y destruir al Grupo de Ejércitos Norte alemán, recuperando no solo la región de Leningrado, sino también Estonia y Letonia.

La inteligencia soviética, sabiendo que las tropas alemanas del XVIII Ejército tenían orden de retirarse a nuevas líneas defensivas, recomendó pasar inmediatamente a la ofensiva en pleno invierno desde los frentes de Leningrado y Vóljov. La Stavka, además, empezó a preparar una operación cuyo objetivo era rodear a todo el Grupo de Ejércitos Norte alemán. Este plan ofensivo, sin embargo, no alcanzó los resultados previstos. A fines de 1943, estaba claro que los soviéticos no habían conseguido dejar fuera de combate al GEN. Como alternativa, la Stavka decidió entonces asestar el golpe definitivo desde Leningrado, reuniendo al Segundo Frente Báltico con los frentes de Leningrado-Vóljov, y destruyendo a los ejércitos XVIII y XVI alemanes, para avanzar luego en dirección a Narva, Pskov e Idritsa.

A comienzos de 1944, las tropas alemanas, sin retirarse hacia la Línea Panther, continuaban a la defensiva en las inmediaciones de Leningrado. Los soviéticos entonces, confiando en romper la resistencia alemana con la concentración masiva de fuerzas y recursos en franjas estrechas, tomaron posiciones alrededor de Leningrado desde el Golfo de Finlandia hasta el Neva, en la cabeza de puente de Oranienbaum y en la costa sur del Ládoga. En total, lanzaron en esta fase al combate 30 divisiones y tres brigadas de fusileros, cuatro brigadas de carros de combate y gran número de unidades de artillería e ingenieros, con unos 500.000 hombres em total, incluyendo efectivos de la Flota del Báltico y numerosas formaciones de partisanos que se habían unido y que, únicamente en la propia región de Leningrado contaban trece brigadas, con unos 35.000 guerrilleros.

Un joven despide a su madre para unirse a los partisanos

Un joven se despide de su madre para unirse a los partisanos. Foto: ASC.

Contra la embestida final soviética, los alemanes disponían de dos Ejércitos: el XVIII para oponerse a los frentes de Leningrado y Vóljov, y el XVI contra el Segundo Frente Báltico. El XVIII ocupaba las defensas desde el golfo de Finlandia al lago Ilmen, con dicevinueve divisiones y tres brigadas; y el XVI tenía 21 divisiones y una brigada. En total, el Grupo de Ejércitos Norte disponía de unos 400.000 hombres, pero contaba con escasa artillería y carros de combate, y carecía de reservas para realizar contraataques.

Leningrado liberada

Cuando el 14 de enero se desencadenó el ataque decisivo para destruir el cerco, los frentes de Leningrado y Vóljov contaban con 21.600 cañones, 1.500 lanzacohetes Katyusha, 1.500 tanques y cañones autopropulsados y 1.600 aviones. Una potencia de fuego mayor que la desplegada por el Ejército soviético en Stalingrado. Pero incluso esta gigantesca acumulación de fuerzas se vio superada por la ofensiva final Leningrado-Novgorod, cuando a los dos frentes citados se añadieron el Segundo Frente del Báltico y la Flota del Báltico, hasta sumar más de 800.000 soldados.

Operación Leningrado-Nóvgorod

Infografía de la Operación Leningrado-Nóvgorod. Foto: ASC.

El ataque principal del Frente de Leningrado estaba a cargo del XLII Ejército soviético desde las alturas de Pulkovo (que dominaban la ciudad) y la cabeza de puente de Oranienbaum en dirección a Krásnoye Seló. Luego, el LXVII Ejército debía pasar a la ofensiva en dirección a Krasnogvardeisk, para continuar por Luga y Kingisepp. Una vez tomada Luga, el Frente del Vóljov debería unirse a las tropas del Frente de Leningrado desde la región de Novgorod, y rodear al grueso del XVIII Ejército alemán.

Las primeras unidades en atacar fueron las del II Ejército de Choque desde la cabeza de puente de Oranienbaum, y las de XLII Ejército del Frente de Leningrado, desde Pulkovo, que avanzaron conjuntamente en dirección de Krásnoye Seló. Los alemanes opusieron una resistencia muy dura pero, el 20 de enero, las fuerzas soviéticas cerraron la tenaza en Ropsha, y las tropas germanas se fueron retirando escalonadamente sin dejar de combatir con firmeza.

Ruinas del Palacio de Ropsha

Ruinas del Palacio de Ropsha, en el óblast de Leningrado. Foto: Shutterstock.

En paralelo a estas acciones, el Frente del Vóljov cruzó el lago Ilmen sobre el hielo y, después de varios días de feroces combates, ocuparon Novgorod el 20 de enero. En la ciudad apenas quedaban edificios intactos, y los soviéticos prosiguieron avanzando hasta tomar el control del estratégico ferrocarril que iba de Leningrado hacia el sur.

El 27 de enero de 1944, tras el ataque desde la cabeza de puente de Oranienbaum comenzado el 14 de enero, los soviéticos recuperaron Pushkin (Tsarskóye Seló). El Grupo de Ejércitos Norte alemán retrocedió en toda la línea, y esa misma noche la oscuridad de Leningrado se rasgó iluminada con cohetes multicolores, mientras cientos de cañones soviéticos disparaban salvas. El asedio de Leningrado había concluido después de casi 900 días, pero en esos primeros momentos la gente parecía estar demasiado agotada para celebrar nada.

Ametralladoras soviéticas en la estación de tren de Pushkin

Ametralladoras soviéticas disparando al enemigo cerca de la antigua estación de tren de Pushkin. Foto: ASC.

El 26 de enero de 1944, Stalin declaró roto oficialmente el cerco de Leningrado y los alemanes fueron rechazados de las inmediaciones de la ciudad. El término del asedio se celebró con veinte salvas de cañonazos. «De pronto, Leningrado emergió de la oscuridad ante nuestros ojos» escribió Olga Bergholz, poeta muy popular por sus alocuciones en la radio durante el bloqueo. «Bajo las luces azuladas, rosadas, verdes y blancas, la ciudad nos pareció tan austera y conmovedora que no nos cansábamos del contemplarla». Aunque el sitio había terminado, la operación estratégica Leningrado-Novgorod se prolongó hasta el 1 de marzo. Las fuerzas soviéticas avanzaron en el curso de pocas semanas entre 220 y 280 kilómetros, a un promedio de casi seis kilómetros diarios, empujando a los alemanes 100 kilómetros al sur y al oeste de Leningrado.

Las bajas fueron cuantiosas por ambos bandos. Un 10% de los 820.000 soldados soviéticos que participaron en la operación murieron o fueron hechos prisioneros, sin contar los muchos heridos, pero tres divisiones alemanas quedaron destrozadas y otras diecisiete muy mermadas. Al mando del frente de Leningrado, que defendía la capital, estuvo el coronel general Leonid Góvorov, con tres ejércitos y un ejército aéreo. El Frente del Vóljov estaba cargo del general Kiril Meretskov. Incluía también tres ejércitos y otro aéreo, y fue disuelto en febrero de 1944, cuando la ofensiva Leningrado-Novgorod había cumplido el objetivo previsto de recuperar la ciudad. En cuanto al Segundo Frente Báltico, lo mandaba el general Markián Popov, con cuatro ejércitos y un ejército aéreo. En la jefatura de la Flota del Báltico estaba el almirante Vladímir Tributs.

Stalin declaró roto el cerco los alemanes fueron rechazados de las inmediaciones

Cuando Stalin declaró roto oficialmente el cerco de Leningrado, los alemanes fueron rechazados de las inmediaciones de la ciudad. Foto: ASC.

A él se opuso el Grupo de Ejércitos Norte alemán, con dos ejércitos y una flota aérea al mando de Von Küchler, relevado por el mariscal Walter Model, especialista en tácticas defensivas, que ordenó alejar a sus tropas de los alrededores de la ciudad para evitar que fueran embolsadas. Model consiguió retirar a la mayor parte del XVIII Ejército alemán a Estonia, pero nada pudo hacer ante el implacable avance ruso. A mediados de agosto, toda la región de Leningrado ya había caído en manos soviéticas, y Finlandia, aliada de Alemania, quedó fuera de combate y tuvo que aceptar la pérdida de parte de su territorio.

La ofensiva que rompió el anillo de hierro que rodeaba Leningrado llevó el nombre ruso de Operación Estratégica de Leningrado-Novgorod, y formó parte de una serie de ofensivas del Ejército soviético en los frentes de Leningrado, Vóljov y parte del Segundo Frente Báltico, en cooperación con la Flota y la Fuerza Aérea. El objetivo de Moscú estaba claro: aplastar al Grupo de Ejércitos Norte alemán, liberar Leningrado y recuperar su región circundante. Una ofensiva que terminó en marzo, cuando la Stavka ordenó proseguir el avance del Frente de Leningrado a lo largo del río Narva (lo que se conoció como la Batalla por la Cabeza de puente de Narva, mientras el Segundo Frente Báltico consolidaba el territorio ganado en la persecución del XVI Cuerpo de Ejército alemán.

A pesar de la derrota y las graves pérdidas alemanas, los ejércitos XVIII y XVI no fueron destruidos por completo. Las tropas germanas lograron eludir el cerco y se retiraron a posiciones intermedias conservando buena parte de su potencial combativo, lo que permitió detener en marzo-abril la ofensiva soviética en la Línea Panther-Wotan. Eso impidió que el Alto Mando soviético pudiera culminar con total éxito la operación estratégica prevista, y tomar Narva y Pskov. Moscú, muy descontento con la actuación del Segundo Frente Báltico, degradó al general Popov, que ya no volvería a desempeñar ningún papel importante en la guerra.

* Este artículo fue originalmente publicado en la edición impresa de Muy Historia.

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