La fundaci�n de la Historia de la Ling��stica por Thomsen en 1902
  REVISTA ELECTR�NICA DE ESTUDIOS FILOL�GICOS


 

LA FUNDACI�N DE LA HISTORIA DE LA LING��STICA POR THOMSEN EN 1902

 

Xavier Laborda Gil

(Universidad de Barcelona)

 

Resumen

Vilhelm Thomsen public� en 1902 la obra fundacional de la historia de la ling��stica, bajo el paradigma comparativista. Estuvo de actualidad hasta 1963 y pas� luego al olvido con el paradigma de la ling��stica estructural. Thomsen fue un gran investigador en neogram�tica y el precursor de la nueva disciplina. La historiograf�a reciente pone en valor su obra. Historia de la Ling��stica es un modelo de estilo conciso y contenido original que ha influido en sus sucesores.

Palabras clave.� Vilhelm Thomsen, historia de la ling��stica, historiograf�a, fundador, paradigma, 1902.

 

Abstract

The foundation of the History of Linguistics by Thomsen in 1902. Vilhelm Thomsen published in 1902 the foundational work of the history of linguistics, in the paradigm comparatist. It was a current work until 1963 and then went into oblivion with the paradigm of structural linguistics. Thomsen was a great researcher in neogrammar and the forerunner of the new discipline. Recent historiography puts into value his work. History of linguistics is a model of concise style and original content that has influenced his successors.

Keywords. Vilhelm Thomsen, history of linguistics, historiography, founder, paradigm, 1902.

 

 

Reconocimiento y olvido del precursor

La historia de la ling��stica es una disciplina que ya ha cumplido un siglo de vida con una abundante producci�n narrativa.[1] Su fundador es el ling�ista dan�s Vilhelm Thomsen, que vivi� entre 1842 y 1927. Fue profesor en la universidad de Copenhague y destac� como excelente investigador en el campo de la neogram�tica. Thomsen public� en 1902 la obra Historia de la Ling��stica; una exposici�n concisa (Sprogvidenskabens historie; en kortfattet fremstilling).

La contribuci�n de Thomsen tiene un gran valor, como reconoce la historiograf�a. Se trata de la primera historia de la ling��stica y el texto m�s conocido de su autor, por encima de sus brillantes trabajos en gram�tica comparada. Con motivo del centenario del nacimiento de Thomsen, Louis Hjelmslev glos� as� la Historia de la Ling��stica en un homenaje p�stumo de la Universidad de Copenhague a su compatriota:

Entre los especialistas, es tambi�n con toda seguridad la obra de Vilhelm Thomsen usada con mayor profusi�n y frecuencia; es conocida por cualquier estudiante de ling��stica, que la guarda al alcance de la mano como gu�a y manual. Por extra�o que parezca, constituye la �nica exposici�n de conjunto de toda la historia de la ling��stica que jam�s haya visto la luz. (1942:32)

 

Hjelmslev compar� la composici�n del libro con la complejidad de una direcci�n orquestal y valor� el resultado con dos afirmaciones exultantes: �El campo de la ling��stica cubre la tierra entera; su riqueza es inmensa, su historia es tan rica como la propia humanidad�. Sin embargo, el tiempo transcurrido desde su redacci�n y la evoluci�n que ha experimentado la ling��stica han reducido la obra de Thomsen a una referencia erudita y obsoleta. El reconocimiento que recibe es honor�fico y su futuro puede ser el olvido. La raz�n es que, como reconoce Georges Mounin, esa y otras obras hist�ricas:

son demasiado antiguas y nosotros no vemos las cosas como ellos; tal es lo que ocurre con Thomsen, lo mismo que con Meillet, Saussure, Jespersen y Bloomfield, e incluso con Pedersen. (1967:10)

 

En el razonamiento de Mounin destaca la contradicci�n que supone homenajear a los predecesores y al mismo tiempo renunciar a sus ense�anzas porque son anticuadas. A este prop�sito, el sino de la historia de la ling��stica es una paradoja y una anomal�a entre las ciencias hist�ricas porque �a�ade Mounin� �en historia siempre se toma prestado de los predecesores�. El principio de la historia no se cumple en la historia de la ling��stica.

Al releer la primera cita de Mounin, reparamos en la relaci�n de autores que cofecciona: Thomsen, Meillet, Saussure, Jespersen, Bloomfield, Pedersen. Son las m�ximas figuras de esta etapa de la ling��stica. Para la mayor�a de ellos la atenci�n a la historia de la ling��stica se redujo a un cap�tulo de una obra teor�tica. As� sucede con los someros relatos de Saussure y Bloomfield o bien con las notas s�lo centradas en el comparatismo de Meillet y Jespersen. De los mencionados s�lo Holger Pedersen (1924) elabor� un libro de historiograf�a, El descubrimiento del lenguaje,que trata de la ling��stica comparatista.[2]

 

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Figura 1. Retrato de Vilhelm Thomsen (fuente, edici�n espa�ola de Labor).

 

Conviene subrayar una vinculaci�n directa entre los tres autores daneses que menciona Mounin. Se trata de Thomsen, Jespersen y Pedersen. Vilhelm Thomsen fue su profesor. Y Pedersen sucedi� a Thomsen en 1914 en la Universidad de Copenhague (Malmberg 1991:325). Considerando la atenci�n a la perspectiva hist�rica de los tres acad�micos daneses, cabe afirmar que �en historia siempre se toma prestado de los predecesores�. Ello es as� por lo menos en aquellas generaciones de investigadores que desarrollan sus trabajos bajo el mismo paradigma.

 

Prestigio cient�fico y social de Thomsen

Vilhelm Ludwig Peter Thomsen (Copenhague, 1842-1927) finaliz� sus estudios de licenciatura en la Universidad de Copenhague en 1867. Se doctor� en 1869. Fue profesor de griego en centros de secundaria. Y a partir de1875 fue profesor de ling��stica comparada en la Universidad de Copenhague.

Las contribuciones de Thomsen a la neogram�tica son de primer orden. Fue pionero en el estudio de los pr�stamos ling��sticos que recibi� el fin�s �una lengua no indoeuropea� de lenguas germ�nicas y lenguas b�lticas (Malmberg 1991:349). La novedad del planteamiento de los pr�stamos l�xicos y la permeabilidad de las lenguas supuso un giro en la ling��stica hist�rica. Hasta la publicaci�n de las investigaciones de Thomsen, en 1868 y 1890, se observaba el desarrollo lineal de una lengua en s� misma considerada, sin cuidar de las acciones ejercidas sobre ella desde fuera (Hjelmslev 1942:43-4).

Thomsen estableci� otro hito en 1893 al descifrar las inscripciones en un alfabeto desconocido. Estaban grabadas en dos monumentos de piedra aparecidas junto al r�o Orkhom, en Mongolia. Con ese logro demostr� el parentesco de la lengua de las inscripciones con determinadas hablas del turco. Y aport� as� a la turcolog�a datos fundamentales para la historia del turco antiguo (Hjelmslev 1942:44-5).

En la figura de Thomsen se re�nen no ya una, sino m�ltiples pruebas del prestigio social que puede suscitar la filolog�a. Entre otras distinciones, la ciudad danesa de Randers �en la pen�nsula de Jutlandia� donde transcurri� su infancia, le nombr� hijo predilecto y bautiz� una plaza con su nombre. Tambi�n Copenhague rinde tributo con un monumento dedicado a Thomsen junto con otros tres pioneros de la ling��stica, Rasmus Rask, N.L. Westergaard y Karl Verner. Y en Ankara, la capital de Turqu�a, la avenida donde est� la Biblioteca Nacional lleva el nombre de �Wilhelm Thomsen Caddesi� o calle Vilhelm Thomsen, en reconocimiento de una contribuci�n a la turcolog�a, porque supuso un acicate para la identidad nacional del nuevo estado turco.

Estos tres reconocimientos refieren el prestigio social del ling�ista. Resumamos ahora su figura cient�fica. El mayor m�rito de Thomsen fue realizar investigaciones sobre hechos positivos. Su rigor emp�rico se extendi� a la aplicaci�n de un m�todo preciso. Y as� pudo introducir una nueva perspectiva en la neogram�tica al formular el factor del pr�stamo ling��stico (Malmberg 1991:412).

El ling�ista Antoine Meillet resume el valor del dan�s con este juicio. �Toda la ling��stica actual lleva la marca de las ideas de Thomsen� (1926-1938:184). Y en una obra actual sobre la historia de la ling��stica ur�lica, Bo Wickman (1988:808) le dedica este vivo elogio: �El investigador dan�sVilhelm Thomsen (1842-1927) ha sido uno de los mayores ling�istas de la historia. Se ocup� de un n�mero asombroso de disciplinas ling��sticas, y fue magistral por igual en todas ellas.� Entre esas ocupaciones, como prueba de versatilidad y de acierto, se halla la fundaci�n de la historia de la ling��stica.

 

Fundaci�n de la historia de la Ling��stica

El inventario de obras sobre historia de la ling��stica se inicia a comienzos del siglo XX con el libro de V. Thomsen. La exploraci�n que al respecto hace G. Mounin (1967:8-9) en siglos anteriores resulta infructuosa, salvo por algunas publicaciones de autores del XIX, a prop�sito de una historia de la filosof�a del lenguaje centrada en aspectos de l�gica.[3] Por ello Mounin concluye que la fundaci�n de la disciplina se produce con el libro de Thomsen en 1902.

La obra de Wilhelm [sic] Thomsen es de hecho la primera tentativa de historia de la ling��stica, verdaderamente moderna en m�s de un aspecto, aunque escrita desde el punto de vista de la ling��stica hist�rica de 1900. (Mounin 1967:9)

 

Como se�ala Mounin, hay una limitaci�n inevitable en el punto de vista. Es obvio que Thomsen no participe de las perspectivas estructuralista, generativista o socioling��stica, porque son hijas del siglo XX. La apostilla de Mounin expresa no tanto la cr�tica de una insuficiencia como la admiraci�n ante un ling�ista fundador, del cual se podr�a esperar incluso la anticipaci�n a un futuro intenso y cambiante como ha tenido la ling��stica.

Por su parte, Javier de Echave-Sustaeta, autor de la traducci�n al castellano y prologuista de la Historia de la ling��stica de Thomsen presentaba la obra con alabanzas. La edici�n castellana, realizada por Labor en Barcelona, es de 1945. En el pr�logo el traductor califica la obra con los t�rminos de �primera� o fundacional y �de primer orden�.

Primera y, dentro de su extrema sencillez, de primer orden. Digo primera, porque nadie se adelant� al sabio dan�s en el orden del tiempo. Vi� la luz a primeros de siglo, cuando no contaba esta ciencia con compendio alguno de su completo desarrollo. Y a�ado de primer orden, tanto por el relieve del autor, uno de los primeros ling�istas de nuestro tiempo, a juicio del egregio maestro franc�s Meillet, como por la calidad de la obra. (Javier de Echave-Sustaeta 1945:5)

 

Figura 2.- Hoja de cr�ditos y primera p�gina de texto de la Historia de la Ling��stica (ejemplar de la edici�n de 1902, depositado en la biblioteca de Michigan, USA).

 

El comentario del prologuista, tan elogioso, es coherente con el momento de su redacci�n en los a�os cuarenta. Entonces el paradigma historicista era preponderante en la filolog�a. Este panorama cambi� a principios de la d�cada de los sesenta con el desarrollo del estructuralismo, los estudios de semi�tica y la novedad de la gram�tica generativa. Y precisamente ese giro ling��stico tuvo dos efectos en la historia de la ling��stica. Por una parte aviv� el inter�s en la disciplina, porque las nuevas propuestas ampliaron con sus progresos la perspectiva hist�rica y el af�n por conocer mejor los antecedentes. Y, por otra parte, supuso la obsolescencia de la obra de Thomsen y el inicio de otra etapa, que justific� la publicaci�n de nuevos t�tulos sobre historia de la ling��stica. En ese punto se sit�a el libro de Georges Mounin y a ello se debe su cr�tica.

Ya la madurez como acad�mico Thomsen public� Sprogvidenskabens historie; en kortfattet fremstilling (Historia de la Ling��stica; una exposici�n concisa). La obra se edit� en la imprenta de la Universidad de Copenhaguen (G.E.C. Gadd) realiz� la edici�n[4]. El momento y la circunstancia en que apareci� el libro son dignos de una leyenda. De su veracidad dio noticia Hjelmslev (1942:32):

El 8 de abril de 1902, la universidad de Copenhague public� el programa de su fiesta anual con ocasi�n del aniversario del rey Christian IX. El estudio que inclu�a ten�a por autor al profesor Vilhelm Thomsen, entonces rector de la Universidad, y se titulaba Historia de la ling��stica.

 

La festividad brind� a la publicaci�n de Thomsen un escenario p�blico excepcional. Supuso una ocasi�n solemne y propicia para el estreno de la nueva concepci�n historiogr�fica. Para mayor realce de la publicaci�n, la Historia de la ling��stica era la primera entrega de una colecci�n titulada �Introducci�n a la ling��stica�.

Las primeras palabras que dirigi� Thomsen al lector, antes de justificar la investigaci�n de la historia, constituyen un elogio del lenguaje y de la comunicaci�n humana.

De todas las manifestaciones vitales del hombre, no cabe duda de que el lenguaje es la que, en todo tiempo, ha parecido ser la m�s milagrosa. El lenguaje es, no s�lo aquello por lo que el hombre se revela de modo m�s inmediato como un ser dotado de raz�n y pensamiento, en oposici�n al resto de las criatura terrestres, sino tambi�n, y en virtud de su diversidad, cambiante hasta el infinito, la expresi�n m�s evidente de todo cuanto, en el tiempo y en el espacio, re�ne o separa razas y sociedades en distintas nacionalidades.[5]

 

Y a continuaci�n Thomsen (p. 11) da cuenta de la necesidad de la historia de la ling��stica: �Apenas se da objeto que invite m�s que �ste a la investigaci�n, en general y en particular, y en pocos terrenos puede el investigador volver como en �ste la vista a tan remoto desarrollo�.

Sprogvidenskabens historie es un libro poco extenso. Consta de tres p�ginas de cr�ditos �con el t�tulo, el autor y los datos de la edici�n� y de 87 p�ginas m�s de texto[6]. Cabe notar una particularidad formal de la redacci�n. El contenido del libro no est� organizado en cap�tulos ni secciones. Discurre como una unidad sin cortes desde su inicio hasta su final. Es m�s, en las 87 p�ginas de texto no aparece ning�n t�tulo ni ep�grafe. S� contiene, sin embargo, abundantes notas a pie de p�gina. Son 135 notas, que se reparten a partes iguales las funciones de ubicaci�n de fuentes bibliogr�ficas y tambi�n de ampliaci�n de contenidos. Y no hay una secci�n final de bibliograf�a.

Llama la atenci�n que se prescinda de un sumario, un �ndice de materias y nombres propios, as� como de una divisi�n de los contenidos en cap�tulos, entre otras referencias �tiles para la lectura. Una composici�n tan austera podr�a tenerse hoy por un art�culo de investigaci�n, profusa y extensamente anotado. En realidad la edici�n era congruente con un formato de conferencia. El texto recog�a el discurso del profesor como si fuera un registro de su alocuci�n.

 

El programa fundacional

Thomsen compuso una Sprogvidenskabens historie o Historia de la Ling��stica que llevaba el subt�tulo de En kortfattet fremstilling, esto es Una exposici�n concisa[7]. Manifest� con la aclaraci�n del subt�tulo su prop�sito de redactar no ya un tratado sino un compendio. En las primeras l�neas del texto explic� que deseaba �echar una r�pida ojeada a los principales problemas de su historia, desde las primeras huellas perceptibles hasta el exuberante desarrollo de esta ciencia al cabo del pasado siglo� (p. 11). Justific� as� que su presentaci�n de las fases principales, las teor�as y los autores fuera �a grandes trazos�.

 

Figura 3. Las dos �ltimas p�ginas de la Historia de la Ling��stica (ejemplar de la edici�n de 1902, depositado en la biblioteca de Toronto, Canad�).

 

Escogi� una redacci�n �gil y breve para establecer un programa fundacional. Ese programa aport� un corpus de autores y obras �los existentes y ocurrentes, en terminolog�a de Barthes (1967). Y leg� a sus sucesores un canon ling��stico compuesto de fuentes de la tradici�n literaria, filos�fica y filol�gica, as� como de t�picos sobre el signo ling��stico y la tipolog�a de las lenguas.

Para ofrecer aqu� una noticia escueta sobre el contenido de la Historia de la Ling��stica distinguimos los siguientes aspectos tem�ticos y de organizaci�n:

 

a)    Extensi�n temporal.- La historia se inicia con el Antiguo Testamento, a partir del siglo IX aC, y concluye con la neogram�tica, a finales del siglo XIX.

b)   Etapas.- De un modo indirecto o no expl�cito el autor distingue las etapas de Grecia cl�sica, Roma, cristianismo y Edad Media, Renacimiento, siglo XVIII, comparatismo y neogram�tica.

c)    Autores citados.- La n�mina de autores es abundante y provechosa para estudios de especializaci�n ulteriores. Los que tiene mayor relevancia en el texto son Plat�n, Arist�teles, el estoico Crisipo, Dionisio el Tracio, Varr�n, Julio C�sar y Jos� Justo Scal�gero, Petrus Ramus, Iacobus Mathiae, Leibniz, Lorenzo Herv�s y Panduro, Adelung, Jones, Schlegel, Bopp, Grimm, Bredsdorff, Humboldt, Schleicher, Paul y Wundt.

d)   Reparto del texto.- La primera mitad del texto (concretamente el 44%) trata de la historia hasta el s. XVIII inclusive, mientras que la segunda (el 56%) se ocupa de la �nueva ling��stica� del siglo XIX.

 

La renuncia de Thomsen a ofrecer referencias de la organizaci�n de su obra dificulta nuestra tarea de informar sobre su contenido. Por fortuna, disponemos de un recurso excepcional, por su calidad y por la libertad editorial que entra�a. El traductor al castellano del libro, Javier de Echave-Sustaeta, elabor� un �ndice y dispuso los siguientes cap�tulos en la edici�n queLabor public� en 1945 (p. 9-10).

 

I. El lenguaje. Aportaci�n del Antiguo Testamento. La ciencia del lenguaje en la India. P�nini.

II. La ciencia del lenguaje en Grecia. Plat�n. La etimolog�a. Arist�teles. Los epic�reos. Los estoicos. Anomal�a y analog�a. Gram�ticos alejandrinos. La morfolog�a. La prosodia.

III. La ciencia del lenguaje en Roma. Varr�n. La etimolog�a en los gram�ticos latinos.

IV. Limitaci�n de la aportaci�n de la Antig�edad a los estudios del Lenguaje. Sus causas. El Cristianismo. Su influjo fecundo. La Edad Media.

V. El Renacimiento. Impulso a las lenguas sem�ticas. Julio C�sar y Jos� Justo Scal�gero. Petrus Ramus. Iacobus Mathiae. Aportaciones a las lenguas rom�nicas y n�rdicas.

VI. El hebra�smo primitivo. Guichard. Sus detractores. Leibniz. Per�odo decisivo en la historia de la ling��stica. Catalina II de Rusia y sus �Linguarum totius orbis vocabularia. comparativa�. El P. Herv�s y Panduro. Adelung. Vater.

VII. Car�cter de la nueva ling��stica. Rask.

VIII. Conocimiento del s�nscrito. Jones, Schlegel, Bopp.

IX. El aspecto hist�rico. Grimm. Bredsdorff. La ling��stica general. Humboldt. Madvig.

X. La ling��stica hist�rica comparada. Continuadores de la obra de Bopp. Pott. Kuhn. El estudio del s�nscrito. Benfey. Westergaard. Pugna entre la filolog�a y la ling��stica. Curtius. Influencia entre ambas ciencias.

XI. Inter�s por las lenguas romances. F. Diez. Romanistas francescs. Ascoli. Las lenguas eslavas. El lituano. Las lenguas c�lticas. Aplicaci�n a otros tron�cos ling��sticos de los m�todos del indoeuropeo.

XII. Augusto Schleicher. Su �rbol geneal�gico. Schleicher y Bopp. Reconstrucci�n del indoeuropeo. Los nuevos investigadores.

XIII. Oposici�n entre la antigua y moderna orientaci�n. Aportaciones psicol�gicas. Paul. Wundt Teor�a so�bre la transmisi�n de las lenguas. Valoraci�n de la influencia anal�gica.

XIV. Desarrollo de la fon�tica. Consonantismo. Vocalismo. Las leyes fon�ticas. Limitaci�n de la ling��stica.

 

El �ndice que Echave-Sustaeta redact� para la edici�n castellana supuso un cambio notable de la organizaci�n original. Realiz� una interpretaci�n del contenido y estableci� a su criterio signos de organizaci�n. Dot� as� a la publicaci�n de un orden m�s informativo y coherente con el formato de libro.

Por otra parte, con la intervenci�n del editor castellano se puso de manifiesto una acci�n del autor. Nos referimos a c�mo se distribuye el discurso en el manuscrito original. Se observa que Thomsen dedic� los seis primeros cap�tulos a los per�odos que van de la Antig�edad a la Ilustraci�n, mientras que los ocho restantes se ocuparon del historicismo del s. XIX. Thomsen estableci� una relaci�n profundamente asim�trica entre el tiempo estudiado y el tiempo que destin� a cada parte.

Este tratamiento es com�n en las obras de historia. Sucede que, a medida que el historiador se acerca a su tiempo, incrementa el tiempo del discurso que produce. Sin embargo, en este caso el reparto es muy contrastado. Thomsen indic� de manera redundante, con los espacios asignados y con la cualificaci�n expresa de las etapas, un estadio cient�fico de la ling��stica, el del siglo XIX, y un estadio previo que constituye el camino hacia la ciencia del lenguaje. [8]

 

Representaci�n de la historia

La historiograf�a o teor�a de la historia concibe el discurso hist�rico como una elaboraci�n ideol�gica, una representaci�n de lo real. Y tiene como principal cometido conocer c�mo elabora la representaci�n de la historia (Barthes 1967, Lozano 1987, Laborda 2002:189). Entre otros aspectos, considera las fuentes, los t�picos y los episodios con que encabeza cada parte del relato su autor. [9]

Las fuentes de que se vale Thomsen en Sprogvidenskabens historie son de cuatro tipos: literatura, filosof�a, gram�tica y ling��stica hist�rica. Tienen un papel desigual, con preponderancia de la gram�tica y la ling��stica hist�rica, que van copando las p�ginas a medida que progresa el relato. Los documentos literarios y filos�ficos son �tiles en la etapa cl�sica y medieval para referir teor�as m�ticas y l�gicas, respectivamente.

 

1. Literatura.- Las referencias al libro del G�nesis, del Antiguo Testamento, ejemplifican el modelo m�tico de explicaci�n de la creaci�n del lenguaje y la diversidad de lenguas. Thomsen present� esos relatos no ya como razonamientos veros�miles sino como indicios del inter�s por dar respuesta a preguntas que jalonan la historia de la ling��stica, tal como se lee en el siguiente p�rrafo:

Si de momento nos hemos detenido en las sencillas referencias del Antiguo Testamento, ello ha sido, no s�lo porque en �l hallamos algunas de las m�s remotas muestras de esta b�squeda del esp�ritu del hombre, sino tambi�n porque m�s adelante nos veremos precisados a insistir en las mismas ideas, que en �poca mucho m�s reciente ejercieron tan hondo influjo en la evoluci�n ling��stica. (cap I, p. 13)

 

2. Filosof�a.- El primer t�pico que recogi� Thomsen de la filosof�a es el debate sobre la naturaleza del signo ling��stico, en el di�logo Cratilo de Plat�n.

Ocupaba la cuesti�n, seg�n se dice, a Her�clito y a Dem�crito, de los cuales pasa aqu�l como defensor de �fisis�, �ste de �nomos�, sin que contemos con m�s datos sobre el particular. Parece que tambi�n tratan de ella los sofistas (Prot�goras), y en tiempo de �stos era probablemente tema general de discusi�n.

La primera obra literaria en que se enfoca este problema es el maravilloso di�logo de Plat�n, �Cratilo�, en el que se tratan exclusivamente cuestiones referentes a este tema. A m�s de S�crates, entran en el di�logo dos personajes: Herm�genes y Cratilo. �ste defiende que cada uno de los nombres, tanto en la lengua griega como en las b�rbaras, por naturaleza entra�a y debe entra�ar acabada correspondencia con el objeto designado, y no pasa por reconocer como nombres y palabras de la lengua cuantos acuerdan algunos emplear. Herm�genes, por el contrario, opina que no se da otra correspondencia en una denominaci�n que el uso. (cap II, p. 20)

 

La elecci�n de este debate sobre la teor�a del signo fue un �xito. Es un t�pico que figura en todos los manuales de historia de la ling��stica. Sin embargo es inusual que las obras posteriores a la de Thomsen concluyan de un modo tan cr�tico sobre el sentido del di�logo plat�nico como lo hace el maestro

Divididas estuvieron las opiniones sobre si estas p�ginas de Plat�n-S�crates est�n escritas en serio o en broma. Ti�nese m�s bien la impresi�n de que se trata s�lo de parodiar, de burlarse del tono que se daba a la discusi�n de estos problemas en general; mas en principio apenas difiere �ste del que hallamos en Plat�n. (cap II, p. 21)

 

3. Gram�tica.- La gram�tica como metalenguaje brinda numerosas p�ginas en la historia de la ling��stica. En el fragmento reproducido a continuaci�n Thomsen describi� la contribuci�n del gram�tico renacentista Pierre de la Ramm�e.

Valiosos elementos para un nuevo m�todo, m�s emp�rico, de la ciencia del lenguaje aporta Petrus Ramus (Pierre de la Ramm�e, nacido en 1515 y muerto en la noche de San Bartolom�, 1572), conocido principalmente como fil�sofo. La pugna que sostuvo en filosof�a contra la l�gica aristot�lica y la escol�stica, la continu� en gram�tica, y as�, la gram�tica francesa que public� en 1562 bajo el lac�nico t�tulo de Gram�re, y que contiene (�) diversas consideraciones agudas, en especial sobre fon�tica y sobre la divisi�n de la morfolog�a. (cap V, p. 51)

 

4. Ling��stica hist�rica.- La �nueva ling��stica�, como la calific� Thomsen, se nutre de la gram�tica hist�rico-comparatista. Esta es la fuente principal de la obra. Su valor se cifra en la descripci�n de un per�odo en el que Thomsen particip� de manera directa y muy destacada.

Rask, Bopp y Grimm han contribu�do, cada cual a su modo, a iniciar un nuevo desarrollo en la ling��stica y a cimentar la ciencia comparada de las lenguas: Rask, en primer lugar, merced a sus investigaciones sobre las lenguas n�rdicas, en especial del island�s, (�) y tambi�n mediante sus estudios de las diversas relaciones de parentesco y puntos de mutua dependencia de �stas y otras muchas lenguas; Bopp, por su caracter�stico modo de servirse del s�nscrito en el cotejo de las lenguas de nuestro tronco ling��stico y por sus ingeniosas disquisiciones anat�mico-gen�ticas (�); Grimm, finalmente, por sus tratados de las lenguas g�ticogerm�nicas y su s�lida manera de aplicar a su estudio los puntos de vista hist�ricos. (cap IX, p. 85)

 

En el siguiente pasaje sobre las teor�as del alem�n Jakob Grimm (1785-1863) y el dan�s Rasmus Rask (1787-1832), el historiador anot� informaciones y valoraciones en las que atesora un conocimiento extraordinario.

La causa de que Grimm y Rask, que al principio hab�an mantenido correspondencia relativamente amistosa, a pesar de sus destacadas discrepancias en el terreno cient�fico, incurrieran en abierta hostilidad en la �ltima parte de su vida, estriba, en parte, en que Rask no pod�a penetrar en el terreno hist�rico, especialmente cuando llega a la ordenaci�n sistem�tica de las distintas flexiones y en casos an�logos. En este punto, el desarrollo posterior de la ling��stica ha dado a Grimm la raz�n en todo frente a Rask. (cap IX, p. 82)

 

Thomsen aport� un juicio ponderado sobre los autores de los que trat�. Se atuvo a factores objetivos y a aspectos particulares, como la nacionalidad de los ling�istas. Este mismo rigor le dio pie a proclamar la val�a de su compatriota y disc�pulo de Rask, J. H. Bredsdorff. Lo equipar� a las grandes figuras del comparatismo, Rask, Bopp y Grimm. Por el inter�s que tiene se disculpar� la reproducci�n del extenso p�rrafo dedicado a Bredsdorff.

Desear�a se me permitiera colocar al lado de estas tres figuras de la ling��stica al dan�s J. H. Bredsdorff (1790-1841), uno de los iniciadores de la nueva �poca, investigador extraordinariamente genial y profundo. De sus diversos tratados ling��sticos, exceptuando aquellos que tratan de fon�tica, debemos destacar aqu� la obra Sobre las causas de las variaciones de los idiomas, editada como trabajo escolar en Roskilde, en 1821, cuya nueva edici�n corri� a mi cargo en 1886, la cual, dentro de su modestia, se nos revela como una sucinta obra maestra por el don de observaci�n y la agudeza de visi�n de su autor, a pesar de la frecuente inconsistencia de su material ling��stico, representa en toda su manera de ver un avance de medio siglo sobre su tiempo. Mas por desgracia, en parte por esta raz�n, en parte por la forma de publicaci�n, pas� por entero inadvertida, sin poder ejercer en la evoluci�n ling��stica el menor influjo, lo que fu� muy de lamentar. (cap IX, p. 85)

 

Es interesante este pasaje porque muestra aspectos de la enunciaci�n, es decir, las marcas del historiador en la creaci�n historiogr�fica. El autor se design� a s� mismo e intervino como un personaje o �existente� del relato. En primer lugar, pidi� permiso para realizar lo que pod�a tomarse como una licencia al poner en la m�xima categor�a a Bredsdorff. Y en segundo lugar se�al� su responsabilidad como editor en la transmisi�n de las ense�anzas del compatriota.

Si tomamos distancia respecto de este homenaje a J. H. Bredsdorff y examinamos su influjo en posteriores obras de historia de la ling��stica, el balance es muy escaso[10]. Pero �sta p�gina particular del nacionalismo es incomparable con el efecto que ha tenido Thomsen en la historiograf�a. Son t�picos fundamentales las controversias sobre la naturaleza motivada o convencional del signo y sobre la anomal�a o analog�a de la lengua como c�digo.

La vigencia de Thomsen tiene tambi�n otras causas. Su perspectiva, vinculada a la gram�tica comparada, aport� el inter�s por la tipolog�a ling��stica. Ese fue un criterio que permiti� valorar como relevantes documentos del Renacimiento y de los siglos XVII y XVIII. Una muestra de ello es la secci�n que dedic� al gram�tico renacentista Scal�gero.

Hagamos resaltar que adeudamos al genial y polifac�tico fil�logo Jos� Justo Scal�gero (1540-1609), hijo de Julio C�sar Scal�gero, el primer ensayo de agrupaci�n de las lenguas de Europa, a pesar de su brevedad, extraordinariamente claro y completo. Red�celas a once troncos de lenguas �matrices�, con multitud de dialectos o �propagines�. (cap V, p. 50)

 

Y las gram�ticas misioneras son otro ejemplo de c�mo la tipolog�a es un problema que interesa a la ling��stica. Las preguntas sobre tipolog�a permiten rastrear el pasado y redactar una historia.

He aqu� tal vez la causa de la extrema importancia del siglo XVII, y todav�a m�s del XVIII, en la historia de esta ciencia, a saber: la ampliaci�n cada vez mayor de sus dominios, a lo que contribuyen dos circunstancias principalmente: el af�n de viajar y el celo por la expansi�n de la religi�n de Jesucristo. Aparecieron gram�ticas de multitud de lenguas de otras partes del mundo, en especial de Asia y Am�rica, todas ellas seg�n el esquema de la gram�tica latina, y a su vez l�xicos que insertaban con frecuencia versiones de trozos m�s o menos amplios de la Biblia. ( cap VI, p. 56-7)

 

Estos p�rrafos muestran algo m�s que la consideraci�n de la gram�tica de las causas de Scal�gero y las gram�ticas misioneras. Indican una realidad general de la obra, esto es que la tipolog�a, junto con la descripci�n gramatical, forma el eje de La Historia de la Ling��stica de Thomsen. Su discurso alcanza una clara unidad y continuidad a partir del Renacimiento. A las aportaciones ya mencionadas de esta �poca suma las de Leibniz, los Linguarum totius orbis vocabularia, en tiempos de Catalina II de Rusia, y Lorenzo Herv�s y Panduro.

 

Tradici�n de la obra de Thomsen

La difusi�n de la obra de Thomsen ha contado con ediciones en dan�s y en otras lenguas. Esta buena acogida editorial se ha producido a lo largo del siglo XX. Y algunas ediciones han completado las p�ginas del fundador con ap�ndices sobre la historia reciente de la ling��stica.

La imprenta de la Universidad de Copenhague public� en 1902 Sprogvidenskabens historie. Como se ha dicho, formaba parte de la colecci�n sobre ling��stica. Se reimprimi� en 1908. Y se incluy� m�s tarde en el primer tomo de las obras completas de Thomsen, que apareci� en 1919.

La traducci�n al alem�n apareci� en 1927 (Halle, Niemeyer), en el mismo a�o de la muerte de Thomsen. Corri� a cargo de Hans Wolfgang Pollak y se titul� Geschichte der Sprachwissenschaft bis zum Ausgang des 19. Jahrhunderts. Kurzgefasste Darstellung der Hauptpunkte (Historia de la ling��stica desde los �nicios hasta el siglo XIX. Breve descripci�n de los principales puntos). Reedit� la versi�n alemana la editorial Ferdinand Enke, de Stuttgart, en 1940. La misma traducci�n alemana de H. Pollak, junto con el pr�logo de Christoph Gutknecht, en 1979 una nueva edici�n de la editorial P. Lang, en Berna.

Del Extremo Oriente proceden las versiones al japon�s y el chino. En 1937 apareci� la traducci�n al japon�s de Hisanosuke Izui y Shinʼichi Takaya, Gengogakushi: sono shuyōten o tadorite, publicada en Tokio por Ko-bundo-shobo. Y una reedici�n de esta versi�n, en 1998, corri� a cargo de la editorial Yumani Shobo en la capital nipona. En 1960 Zhenhua Huang realiz� la traducci�n al chino. Se public� en Pek�n, a cargo de la editorial Ke xue chu ban she, con el t�tulo Shi jiu shi ji mo yi qian de yu yan xue shi.

Una edici�n muy interesante es la versi�n castellana, que se distingue por la organizaci�n del texto y la inclusi�n de escritos complementarios. En efecto, en 1945 se public� la traducci�n al castellano de Javier de Echave-Sustaeta: Historia de la Ling��stica. La edici�n de Labor se incluy� en la colecci�n de �Ciencias literarias�. Estaba ilustrada con fotograf�as del autor y de ling�istas contempor�neos, como Bopp, Saussure y Meillet (p. 171-4). Javier de Echave-Sustaeta, que era profesor de lat�n de la Universidad de Barcelona, tradujo el texto a partir de la versi�n alemana de 1927 de H. Pollak. Como se ha dicho, dividi� la obra en catorce cap�tulos y los encabez� con un sumario del contenido; tambi�n prescindi� de algunas notas del texto original que consider� de menor inter�s. E incluy� un pr�logo para glosar la figura de Thomsen y presentar la traducci�n.[11]

Echave-Sustaeta tambi�n redact� un extenso ep�logo de 33 p�ginas (p. 133-165) para cubrir el per�odo de cuarenta a�os que media entre el original de Thomsen y la edici�n espa�ola. El ap�ndice resume los principios de la gram�tica comparada, a�ade una bibliograf�a y presenta las figuras de finales del XIX y principios del XX. Rese�a las ideas de Saussure y su �escuela sociol�gica�, si bien considera que su orientaci�n no es apropiada. Y elogia la aportaci�n de la escuela parisina de Meillet porque es af�n a la neogram�tica, un paradigma en el que se reconoc�a el latinista Echave-Sustaeta. [12]

 

Figura 4. Porta y hoja de cr�ditos de la edici�n espa�ola (Labor, 1945).

 

Con Internet y la edici�n digital el libro de Thomsen ha conseguido un nuevo canal de difusi�n en el siglo XXI. El proyecto de la Open Library consiste en la difusi�n de los fondos hist�ricos de bibliotecas universitarias. En virtud de ello, se ofrece en la red la edici�n facsimilar de dos ejemplares de Sprogvidenskabens historie que pertenecen a las bibliotecas de Michigan (USA) y de Toronto (Canad�). Han aparecido en 2007 y 2009, respectivamente (v�ase la nota 4).

La tradici�n de una obra se basa en la preservaci�n de su contenido mediante la edici�n y la propagaci�n de sus ideas en los trabajos de autores posteriores. Es usual la cita de Thomsen en obras generales de historia de la ling��stica, si bien suele ce�irse a una menci�n en la bibliograf�a. Las excepciones son Hjelmslev (1942) y Mounin (1967) �a quienes ya hemos hecho referencia�, Tus�n (1982), Malmberg (1991) y Lepschy (1992).[13] Las menciones que hace J. Tus�n de Thomsen toman en consideraci�n su historia de la ling��stica, mientras que los comentarios de Malmberg y Lepschy se refieren a las aportaciones del dan�s al comparatismo. Son valiosos los dos puntos de vista porque significan un reconocimiento como ling�ista e historiador.

Figura 5. P�ginas del ep�logo y del �ndice alfab�tico redactadas por Javier deEchave-Sustaeta para la edici�n espa�ola de Historia de la Ling��stica (Labor, 1945).

 

Tus�n tiene en cuenta los juicios de Thomsen para criticar el enfoque neogram�tico del precursor y para compararlo con el corte axiom�tico que brinda el estructuralismo y el generativismo. Lo interesante es que realiza esta operaci�n de cotejo en cada etapa de la historia, de manera negativa en las primeras y positiva en las �ltimas. Sobre la Antig�edad, se�ala como exagerado el reproche de Thomsen a los gram�ticos latinos, que s�lo se interesaron por el lat�n. De la Edad Media destaca el silencio sobre los escol�sticos modistas y, ya en el siglo XVII, otro tanto sobre la gram�tica de Port-Royal. Recoge el elogio que hace Thomsen del ilustrado espa�ol Lorenzo Herv�s y Panduro como avanzado del historicismo. Y apunta el tratamiento que hace Thomsen de las leyes fon�ticas de Grimm. De todo ello importa la presencia recurrente de Thomsen en el discurso del nuevo historiador, a quien toma como referencia fundamental, pero sujeta a una perspectiva limitada.

 

El valor del precursor

La figura de Thomsen es conocida en la historiograf�a pero ello no implica que est� reconocida. Se tiene su aportaci�n a la historia de la ling��stica por primeriza y elemental. Su libro parece demasiado breve para abarcar con perspicacia una tradici�n milenaria. Y se le reprocha su sesgo hacia el comparatismo.

No obstante, la contribuci�n de Vilhelm Thomsen a la historiograf�a merece mucha m�s atenci�n de la que ha recibido. Es f�cil reconocer las diferencias entre Sprogvidenskabens historie y sus secuelas, hasta el punto de que esa apreciaci�n sugiera que las obras posteriores no est�n motivadas por la primera. Pero hay suficientes afinidades entre la de 1902 y las actuales como para considerar su influencia. Thomsen centr� su atenci�n en unos autores de los que ha surgido un corpus cl�sico. Ello es especialmente apropiado en el per�odo de la Antig�edad. M�s a�n, por encima de los nombres propios estableci� unos temas con los que delimit� un trayecto expositivo que se sigue en la actualidad. Esos temas son el discurso del mito y de la argumentaci�n, la escritura y la cultura griega, la naturaleza del signo ling��stico, la lengua como anomal�a o analog�a y los repertorios multiling�es, entre otros.

Conviene se�alar la predilecci�n de Thomsen por la etapa del historicismo en el siglo XIX. Como se ha dicho, m�s de la mitad de la Historia de la ling��stica trata de la gram�tica comparada. Hay aqu� un fen�meno notable de asimetr�a temporal, que sin embargo justifica con una exposici�n precisa y relevante. A su relato le asiste el m�rito del erudito historiador y del investigador comparatista.[14]

Da sentido cabal a la obra un programa coherente. Su progreso requiere tres etapas. La primera elabora la gram�tica como instrumento emp�rico de descripci�n de la lengua, con Varr�n y Dionisio el Tracio, entre los antiguos, y Scaligero y Ramus entre los renacentistas. A continuaci�n sigue una etapa de exploraci�n de las lenguas y sus relaciones, con las gram�ticas misioneras y los repertorios multiling�es. Y la tercera etapa se centra en la cartograf�a y genealog�a de las lenguas, as� como en el estudio de su tipolog�a e historia.[15]

 

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Figura 6. Retrato de Vilhelm Thomsen (fuente, la Wikipedia danesa).

 

Este programa historiogr�fico, que se alumbr� bajo el paradigma hist�rico-comparativo, result� no s�lo coherente sino enriquecedor. Con el advenimiento del paradigma estructuralista o axiom�tico han emergido nuevos autores y asuntos, como la gram�tica de Por-Royal y su aplicaci�n de la teor�a del signo, o John Wilkins y la creaci�n de lenguas artificiales. Y m�s tarde, con el paradigma hermen�utico y de la variaci�n ling��stica, se ha producido otra renovaci�n, de modo que resultan significativos para el pensamiento ling��stico la sof�stica, la ret�rica de B. Graci�n o la distop�a futurista de G. Orwell.[16]

El avance de la ling��stica estructural auspici� en los a�os sesenta la aparici�n de muchos libros de historia de la ling��stica[17]. La actualidad de la obra de Thomsen se prolong� hasta esa d�cada. Sent� c�tedra durante sesenta a�os. A su vez, los manuales que le relevaron han sido desplazados a partir de los a�os noventa por nuevas obras, que han surgido de un paradigma de especializaci�n en la historiograf�a[18].

Hubo una etapa fundacional, con la figura �nica de Thomsen, que aport� la matriz de etapas, obras y asuntos. Le sigui� otra de profusa actividad, con el esplendor de la ling��stica como paradigma de las ciencias. Es la que se ocup� de ampliar y matizar la recopilaci�n de los hechos memorables del pasado. Y le ha sucedido luego otra que refina la metodolog�a y se abre a una perspectiva compleja del pensamiento ling��stico. En esa perspectiva amplia se acomodan el programa filol�gico y el hermen�utico.

Desde la perspectiva actual de la historiograf�a, la obra de Vilhelm Thomsen recobra un nuevo sentido. Su Historia de la Ling��stica; una exposici�n concisaaparece como un texto que no s�lo tiene mucho inter�s como objeto de investigaci�n sino tambi�n como modelo de relato. Es un modelo por su estilo conciso y sobrio. Y tambi�n lo es por su contenido sagaz y original. Ese modelo surgi� de una mirada nueva a la historia.

La mirada que Thomsen dirigi� al pasado concibi� una disciplina nueva. En 1902 compuso una obra que recog�a una sugestiva investigaci�n sobre la historia. �Apenas se da objeto que invite m�s que �ste a la investigaci�n�, escribi� en el inicio del libro, �y en pocos terrenos puede el investigador volver como en �ste la vista a tan remoto desarrollo�. Con este manifiesto proclam� la Historia de la Ling��stica.

 

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[1] El presente art�culo recoge una investigaci�n que participa del proyecto FFI2009-10424, "Globalizaci�n, intercomunicaci�n y lenguas propias en las comunidades ling��sticas medianas", financiado por MEC (0FIL).

[2] H. Pedersen public� en 1924 en dan�s El descubirmiento del lenguaje. Ciencia ling��stica en el siglo XIX. La traducci�n al ingl�s corri� a cargo de J. W. Spargo en 1931 (Harvard University Press) y en 1962 se reedit� (Bloomington, Indiana University Press).

[3] Un antecedente parcial, puesto que se circunscribe a la Antig�edad cl�sica, se halla en la obra de 1863 de Heymann Steinthal, Geschichte der Sprachwissenschaft bei den Griechen und R�mern: mit besonderer R�cksicht auf die Logik (Berlin, F. D�mmler's Verlagsbuchhandlung). (Mounin 1967:2; Arens 1969:1022)

[4] En el fondo �Internet Archives� de la Open Library se puede consultar una copia digital de la edici�n original en dan�s<www.archive.org/details/sprogvidenskabe00thomgoog>. El ejemplar impreso que se ha reproducido pertenece a la biblioteca de la Universidad de Michigan (USA). En marzo de 2007 Googel Books realiz� la edici�n digital. La p�gina es de acceso libre y ofrece el archivo del libro de Thomsen en diversos formatos, entre ellos como documento de texto (211 K):

<www.archive.org/stream/sprogvidenskabe00thomgoog/sprogvidenskabe00thomgoog_djvu.txt>;

como documento facsimilar en pdf (4,46 Mb):

<http://ia351417.us.archive.org/1/items/sprogvidenskabe00thomgoog/sprogvidenskabe00thomgoog.pdf>;

o para la lectura en red, con buscador de t�rminos: <http://www.archive.org/stream/sprogvidenskabe00thomgoog >.

Tambi�n como documento pdf (5,92 Mb), un ejemplar de la Universidad de Toronto (Canad�) digitalizado en febrero de 2009:

<http://ia331430.us.archive.org/1/items/sprogvidenskaben00thomuoft/sprogvidenskaben00thomuoft.pdf>

Y en formato de texto: http://www.archive.org/stream/sprogvidenskaben00thomuoft/sprogvidenskaben00thomuoft_djvu.txt

[5] P�gina 1, en la edici�n original; la versi�n procede de Hjelmslev (1943:35). El resto de citas de Thomsen proceden de la edici�n castellana de J. Echave-Sustaeta (Madrid, Labor 1945), que tiene una paginaci�n m�s extensa por la divisi�n del manuscrito en cap�tulos.

[6] Como referencia sobre la extensi�n del texto �adem�s del n�mero de p�ginas�, cabe indicar que se compone de unas 32.000 palabras.

[7]Hjelmslev (1942:32) ofrece una variaci�n del subt�tulo que no aparece en la edici�n original, Una exposici�n concisa de sus hechos esenciales (En kortfattet fremstilling af dens hovedpunkter).

[8] Un grado similar de reparto asim�trico puede verse en la antolog�a de textos de Hans Arens, La ling��stica (1969). Dispone el material anterior al siglo XIX en 200 p�ginas �recogido en la parte �El camino hacia la ciencia del lenguaje��, mientras que el siglo XIX ocupa 300 p�ginas y, finalmente, los sesenta a�os del siglo XX que estudia suponen 500 p�ginas m�s.

[9] La historiograf�a distingue entre la enunciaci�n, el enunciado y la representaci�n. La enunciaci�n presenta las acciones del autor, como las referencias a s� mismo (el yo autoral) o el modo c�mo organiza el discurso en partes. Corresponden al enunciado las fuentes, los autores y obras citadas. Y se refiere a la representaci�n el sentido que se da al relato hist�rico, es decir, el canon o modelo de ling��stica que se promueve.

[10] Aparecen dos referencias breves a Bredsdorff en H. Pedersen (1924, en la edici�n inglesa de 1931, p. 260, nota 1) y en M. Leroy (1964, en la edici�n castellana de 1969, p. 29). En otro lugar del libro, en defensa de autores nacionales, Thomsen tambi�n distingue a un gram�tico dan�s del Renacimiento, Jacobo Madsen Aarhus (Iacobus Matthiae, 1538-1586), autor del compendio sobre fon�tica De litteris libri duo publicado en 1586 (cap. V, p. 51).

[11] El arte de la traducci�n ofrece variaciones tan curiosas como la que podemos apreciar e n dos versiones vertidas al espa�ol. Comparemos la traducci�n de la primera frase del libro de Thomsen. En la edici�n de Echave-Sustaeta dice as�: ��Fuerza es considerar el lenguaje como la manifestaci�n del esp�ritu humano tenida por m�s digna de admiraci�n a lo largo de los tiempos�. Y la cita de la frase en Hjelmslev (1942:32), con traducci�n de Alejandro C�novas en 1987, reza del siguiente modo: �De todas las manifestaciones vitales del hombre, no cabe duda de que el lenguaje es la que, en todo tiempo, ha parecido ser la m�s milagrosa�. En ambos casos los traductores no han trabajado el manuscrito en dan�s sino que han partido de traducciones del alem�n y el franc�s, respectivamente. Por otra parte, la fecha de la traducci�n �1945 y 1987, respectivamente� y la moda expresiva del momento puede explicar unas diferencias estil�sticas tan notables.

[12] El ep�logo se compone de siete partes con el siguiente contenido: Renovaci�n de la ling��stica. Aportaciones de la gram�tica comparada. Principios innovadores. La escuela sociol�gica. La escuela parisiense. La ling��stica romance. La escuela idealista.

[13] Tuson (1982:31 �n. 8-, 40, 62, 75, 89 �n. 31-, 177), Malmberg (1991:312, 325, 349, 351, 352, 412), Lepschy (1992:15, 227, 273, 280, 402).

[14] Junto a la asimetr�a temporal tambi�n hay asimetr�a local, en sentido de que ciertos autores que le son m�s cercanos en el espacio aparecen m�s; es el caso de la lengua y los gram�ticos daneses, a los que hace referencia de manera preferente.

[15] V�ase la afinidad de este programa con el plan hist�rico que propone P. Swiggers (1997:V-VII)

[16] En relaci�n a este paradigma contextual, v�ase Beuchot (1998) y Laborda (2005) sobre la sof�stica y la ret�rica; y Joseph, Love y Taylor (2001) sobre Orwell y Bruner, entre otros autores. Hay en Koerner y Asher (1995:3.8) una cr�tica frontal contra la historia de la ling��stica como �mera anotaci�n de las investigaciones� sobre este campo, es decir contra las etapas precedentes.

[17] En los a�os sesenta y posteriores hay una producci�n historiogr�fica considerable con Ivic (1963), Leroy (1964), Robins (1967), Mounin (1967), Arens (1969), Tagliavini (1969), Sebeok (1975), Parret (1976), Tuson (1982), Serrano (1983), Harris y Taylor (1989), Marcos (1990),Malmberg (1991) o Cern� (1996).

[18] Auroux (1989-2000), Lepschy (1992), Koerner y Asher (1995), Swiggers (1997), Joseph, Love y Taylor (2001), Law (2003).