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Xavier Laborda Gil
(Universidad
de Barcelona)
Resumen
Vilhelm Thomsen public� en 1902 la obra
fundacional de la historia de la ling��stica, bajo el paradigma comparativista.
Estuvo de actualidad hasta 1963 y pas� luego al olvido con el paradigma de la
ling��stica estructural. Thomsen fue un gran investigador en neogram�tica y el
precursor de la nueva disciplina. La historiograf�a reciente pone en valor su
obra. Historia de
Palabras clave.� Vilhelm
Thomsen, historia de la ling��stica, historiograf�a, fundador, paradigma, 1902.
Abstract
The foundation of the History of Linguistics by Thomsen in 1902. Vilhelm
Thomsen published in 1902 the foundational work of the history of linguistics, in
the paradigm comparatist. It was a current work until 1963 and then went into
oblivion with the paradigm of structural linguistics. Thomsen was a great researcher
in neogrammar and the forerunner of the new discipline. Recent historiography
puts into value his work. History of linguistics is a model of concise
style and original content that has influenced his successors.
Keywords.� Vilhelm Thomsen, history of linguistics, historiography, founder,
paradigm, 1902.
Reconocimiento y olvido del precursor
La historia
de la ling��stica es una disciplina que ya ha cumplido un siglo de vida con una
abundante producci�n narrativa.[1]
Su fundador es el ling�ista dan�s Vilhelm Thomsen, que vivi� entre 1842 y 1927.
Fue profesor en la universidad de Copenhague y destac� como excelente
investigador en el campo de la neogram�tica. Thomsen public� en 1902 la obra Historia
de
La
contribuci�n de Thomsen tiene un gran valor, como reconoce la historiograf�a.
Se trata de la primera historia de la ling��stica y el texto m�s conocido de su
autor, por encima de sus brillantes trabajos en gram�tica comparada. Con motivo
del centenario del nacimiento de Thomsen, Louis Hjelmslev glos� as�
Entre los especialistas, es tambi�n con toda seguridad la
obra de Vilhelm Thomsen usada con mayor profusi�n y frecuencia; es conocida por
cualquier estudiante de ling��stica, que la guarda al alcance de la mano como
gu�a y manual. Por extra�o que parezca, constituye la �nica exposici�n de
conjunto de toda la historia de la ling��stica que jam�s haya visto la luz.
(1942:32)
Hjelmslev
compar� la composici�n del libro con la complejidad de una direcci�n orquestal
y valor� el resultado con dos afirmaciones exultantes: �El campo de la
ling��stica cubre la tierra entera; su riqueza es inmensa, su historia es tan
rica como la propia humanidad�. Sin embargo, el tiempo transcurrido desde su
redacci�n y la evoluci�n que ha experimentado la ling��stica han reducido la
obra de Thomsen a una referencia erudita y obsoleta. El reconocimiento que
recibe es honor�fico y su futuro puede ser el olvido. La raz�n es que, como
reconoce Georges Mounin, esa y otras obras hist�ricas:
son
demasiado antiguas y nosotros no vemos las cosas como ellos; tal es lo que
ocurre con Thomsen, lo mismo que con Meillet, Saussure, Jespersen y Bloomfield,
e incluso con Pedersen. (1967:10)
En
el razonamiento de Mounin destaca la contradicci�n que supone homenajear a los predecesores
y al mismo tiempo renunciar a sus ense�anzas porque son anticuadas. A este
prop�sito, el sino de la historia de la ling��stica es una paradoja y una
anomal�a entre las ciencias hist�ricas porque �a�ade Mounin� �en historia
siempre se toma prestado de los predecesores�. El principio de la historia no
se cumple en la historia de la ling��stica.
Al
releer la primera cita de Mounin, reparamos en la relaci�n de autores que cofecciona:
Thomsen, Meillet, Saussure, Jespersen, Bloomfield, Pedersen. Son las m�ximas
figuras de esta etapa de la ling��stica. Para la mayor�a de ellos la atenci�n a
la historia de la ling��stica se redujo a un cap�tulo de una obra teor�tica.
As� sucede con los someros relatos de Saussure y Bloomfield o bien con las
notas s�lo centradas en el comparatismo de Meillet y Jespersen. De los
mencionados s�lo Holger Pedersen (1924) elabor� un libro de historiograf�a, El
descubrimiento del lenguaje,� que
trata de la ling��stica comparatista.[2]
Figura 1. Retrato de Vilhelm Thomsen (fuente, edici�n
espa�ola de Labor).
Conviene
subrayar una vinculaci�n directa entre los tres autores daneses que menciona
Mounin. Se trata de Thomsen, Jespersen y Pedersen. Vilhelm Thomsen fue su
profesor. Y Pedersen sucedi� a Thomsen en 1914 en
Prestigio cient�fico
y social de Thomsen
Vilhelm Ludwig
Peter Thomsen (Copenhague, 1842-1927) finaliz� sus estudios de licenciatura en
Las
contribuciones de Thomsen a la neogram�tica son de primer orden. Fue pionero en
el estudio de los pr�stamos ling��sticos que recibi� el fin�s �una lengua no
indoeuropea� de lenguas germ�nicas y lenguas b�lticas (Malmberg 1991:349). La
novedad del planteamiento de los pr�stamos l�xicos y la permeabilidad de las
lenguas supuso un giro en la ling��stica hist�rica. Hasta la publicaci�n de las
investigaciones de Thomsen, en 1868 y 1890, se observaba el desarrollo lineal
de una lengua en s� misma considerada, sin cuidar de las acciones ejercidas
sobre ella desde fuera (Hjelmslev 1942:43-4).
Thomsen
estableci� otro hito en 1893 al descifrar las inscripciones en un alfabeto
desconocido. Estaban grabadas en dos monumentos de piedra aparecidas junto al r�o
Orkhom, en Mongolia. Con ese logro demostr� el parentesco de la lengua de las
inscripciones con determinadas hablas del turco. Y aport� as� a la turcolog�a
datos fundamentales para la historia del turco antiguo (Hjelmslev 1942:44-5).
En la figura
de Thomsen se re�nen no ya una, sino m�ltiples pruebas del prestigio social que
puede suscitar la filolog�a. Entre otras distinciones, la ciudad danesa de
Randers �en la pen�nsula de Jutlandia� donde transcurri� su infancia, le nombr�
hijo predilecto y bautiz� una plaza con su nombre. Tambi�n Copenhague rinde
tributo con un monumento dedicado a Thomsen junto con otros tres pioneros de la
ling��stica, Rasmus Rask, N.L. Westergaard y Karl Verner. Y en Ankara,
la capital de Turqu�a, la avenida donde est�
Estos
tres reconocimientos refieren el prestigio social del ling�ista. Resumamos
ahora su figura cient�fica. El mayor m�rito de Thomsen fue realizar
investigaciones sobre hechos positivos. Su rigor emp�rico se extendi� a la
aplicaci�n de un m�todo preciso. Y as� pudo introducir una nueva perspectiva en
la neogram�tica al formular el factor del pr�stamo ling��stico (Malmberg
1991:412).
El
ling�ista Antoine Meillet resume el valor del dan�s con este juicio. �Toda la
ling��stica actual lleva la marca de las ideas de Thomsen� (1926-1938:184). Y
en una obra actual sobre la historia de la ling��stica ur�lica, Bo Wickman (1988:808)
le dedica este vivo elogio: �El investigador dan�s� Vilhelm Thomsen (1842-1927) ha sido uno de
los mayores ling�istas de la historia. Se ocup� de un n�mero asombroso de disciplinas
ling��sticas, y fue magistral por igual en todas ellas.� Entre esas
ocupaciones, como prueba de versatilidad y de acierto, se halla la fundaci�n de
la historia de la ling��stica.
Fundaci�n de
la historia de
El
inventario de obras sobre historia de la ling��stica se inicia a comienzos del siglo
XX con el libro de V. Thomsen. La exploraci�n que al respecto hace G. Mounin
(1967:8-9) en siglos anteriores resulta infructuosa, salvo por algunas publicaciones
de autores del XIX, a prop�sito de una historia de la filosof�a del lenguaje
centrada en aspectos de l�gica.[3] Por ello Mounin concluye
que la fundaci�n de la disciplina se produce con el libro de Thomsen en 1902.
La
obra de Wilhelm [sic] Thomsen es de hecho la primera tentativa de historia de
la ling��stica, verdaderamente moderna en m�s de un aspecto, aunque escrita
desde el punto de vista de la ling��stica hist�rica de 1900. (Mounin 1967:9)
Como
se�ala Mounin, hay una limitaci�n inevitable en el punto de vista. Es obvio que
Thomsen no participe de las perspectivas estructuralista, generativista o
socioling��stica, porque son hijas del siglo XX. La apostilla de Mounin expresa
no tanto la cr�tica de una insuficiencia como la admiraci�n ante un ling�ista
fundador, del cual se podr�a esperar incluso la anticipaci�n a un futuro
intenso y cambiante como ha tenido la ling��stica.
Por
su parte, Javier de Echave-Sustaeta, autor de la traducci�n al castellano y
prologuista de
Primera
y, dentro de su extrema sencillez, de primer orden. Digo primera, porque nadie
se adelant� al sabio dan�s en el orden del tiempo. Vi� la luz a primeros de
siglo, cuando no contaba esta ciencia con compendio alguno de su completo
desarrollo. Y a�ado de primer orden, tanto por el relieve del autor, uno de los
primeros ling�istas de nuestro tiempo, a juicio del egregio maestro franc�s
Meillet, como por la calidad de la obra. (Javier de Echave-Sustaeta 1945:5)
�
Figura 2.- Hoja de cr�ditos y primera p�gina de texto de
El
comentario del prologuista, tan elogioso, es coherente con el momento de su
redacci�n en los a�os cuarenta. Entonces el paradigma historicista era
preponderante en la filolog�a. Este panorama cambi� a principios de la d�cada
de los sesenta con el desarrollo del estructuralismo, los estudios de semi�tica
y la novedad de la gram�tica generativa. Y precisamente ese giro ling��stico
tuvo dos efectos en la historia de la ling��stica. Por una parte aviv� el
inter�s en la disciplina, porque las nuevas propuestas ampliaron con sus
progresos la perspectiva hist�rica y el af�n por conocer mejor los
antecedentes. Y, por otra parte, supuso la obsolescencia de la obra de Thomsen
y el inicio de otra etapa, que justific� la publicaci�n de nuevos t�tulos sobre
historia de la ling��stica. En ese punto se sit�a el libro de Georges Mounin y
a ello se debe su cr�tica.
Ya
la madurez como acad�mico Thomsen public� Sprogvidenskabens historie; en
kortfattet fremstilling (Historia de
El 8 de abril de 1902, la universidad de Copenhague public�
el programa de su fiesta anual con ocasi�n del aniversario del rey Christian
IX. El estudio que inclu�a ten�a por autor al profesor Vilhelm Thomsen,
entonces rector de
La
festividad brind� a la publicaci�n de Thomsen un escenario p�blico excepcional.
Supuso una ocasi�n solemne y propicia para el estreno de la nueva concepci�n
historiogr�fica. Para mayor realce de la publicaci�n,
Las
primeras palabras que dirigi� Thomsen al lector, antes de justificar la
investigaci�n de la historia, constituyen un elogio del lenguaje y de la
comunicaci�n humana.
De
todas las manifestaciones vitales del hombre, no cabe duda de que el lenguaje
es la que, en todo tiempo, ha parecido ser la m�s milagrosa. El lenguaje es, no
s�lo aquello por lo que el hombre se revela de modo m�s inmediato como un ser
dotado de raz�n y pensamiento, en oposici�n al resto de las criatura
terrestres, sino tambi�n, y en virtud de su diversidad, cambiante hasta el
infinito, la expresi�n m�s evidente de todo cuanto, en el tiempo y en el
espacio, re�ne o separa razas y sociedades en distintas nacionalidades.[5]
Y
a continuaci�n Thomsen (p. 11) da cuenta de la necesidad de la historia de la
ling��stica: �Apenas se da objeto que invite m�s que �ste a la investigaci�n,
en general y en particular, y en pocos terrenos puede el investigador volver
como en �ste la vista a tan remoto desarrollo�.
Sprogvidenskabens
historie
es un libro poco extenso. Consta de tres p�ginas de cr�ditos �con el t�tulo, el
autor y los datos de la edici�n� y de 87 p�ginas m�s de texto[6].
Cabe notar una particularidad formal de la redacci�n. El contenido del libro no
est� organizado en cap�tulos ni secciones. Discurre como una unidad sin cortes
desde su inicio hasta su final. Es m�s, en las 87 p�ginas de texto no aparece
ning�n t�tulo ni ep�grafe. S� contiene, sin embargo, abundantes notas a pie de
p�gina. Son 135 notas, que se reparten a partes iguales las funciones de
ubicaci�n de fuentes bibliogr�ficas y tambi�n de ampliaci�n de contenidos. Y no
hay una secci�n final de bibliograf�a.
Llama
la atenci�n que se prescinda de un sumario, un �ndice de materias y nombres
propios, as� como de una divisi�n de los contenidos en cap�tulos, entre otras
referencias �tiles para la lectura. Una composici�n tan austera podr�a tenerse
hoy por un art�culo de investigaci�n, profusa y extensamente anotado. En
realidad la edici�n era congruente con un formato de conferencia. El texto
recog�a el discurso del profesor como si fuera un registro de su alocuci�n.
El programa
fundacional
Thomsen
compuso una Sprogvidenskabens historie o Historia de
Figura 3. Las dos �ltimas p�ginas de
Escogi�
una redacci�n �gil y breve para establecer un programa fundacional. Ese
programa aport� un corpus de autores y obras �los existentes y ocurrentes, en
terminolog�a de Barthes (1967). �Y leg� a
sus sucesores un canon ling��stico compuesto de fuentes de la tradici�n
literaria, filos�fica y filol�gica, as� como de t�picos sobre el signo
ling��stico y la tipolog�a de las lenguas.
Para
ofrecer aqu� una noticia escueta sobre el contenido de
a)
Extensi�n temporal.- La historia se inicia con el Antiguo
Testamento, a partir del siglo IX aC, y concluye con la neogram�tica, a finales
del siglo XIX.
b)
Etapas.- De un modo indirecto o no expl�cito
el autor distingue las etapas de Grecia cl�sica, Roma, cristianismo y Edad
Media, Renacimiento, siglo XVIII, comparatismo y neogram�tica.
c) Autores
citados.-
La n�mina de autores es abundante y provechosa para estudios de especializaci�n
ulteriores. Los que tiene mayor relevancia en el texto son Plat�n, Arist�teles,
el estoico Crisipo, Dionisio el Tracio, Varr�n, Julio C�sar y Jos� Justo Scal�gero, Petrus Ramus, Iacobus Mathiae,
Leibniz, Lorenzo Herv�s y Panduro, Adelung, Jones, Schlegel, Bopp, Grimm,
Bredsdorff, Humboldt, Schleicher, Paul y Wundt.
d)
Reparto del texto.- La primera mitad del texto
(concretamente el 44%) trata de la historia hasta el s. XVIII inclusive,
mientras que la segunda (el 56%) se ocupa de la �nueva ling��stica� del siglo
XIX.
La renuncia de Thomsen a ofrecer referencias de la
organizaci�n de su obra dificulta nuestra tarea de informar sobre su contenido.
Por fortuna, disponemos de un recurso excepcional, por su calidad y por la
libertad editorial que entra�a. El traductor al castellano del libro, Javier de
Echave-Sustaeta, elabor� un �ndice y dispuso los siguientes cap�tulos en la
edici�n que� Labor public� en 1945 (p.
9-10).
I. El lenguaje. Aportaci�n
del Antiguo Testamento. La ciencia del lenguaje en
II. La
ciencia del lenguaje en Grecia. Plat�n. La etimolog�a. Arist�teles. Los
epic�reos. Los estoicos. Anomal�a y analog�a. Gram�ticos alejandrinos. La
morfolog�a. La prosodia.
III. La
ciencia del lenguaje en Roma. Varr�n. La etimolog�a en los gram�ticos latinos.
IV. Limitaci�n
de la aportaci�n de
V. El
Renacimiento. Impulso a las lenguas sem�ticas. Julio C�sar y Jos� Justo
Scal�gero. Petrus Ramus. Iacobus Mathiae. Aportaciones a las lenguas rom�nicas
y n�rdicas.
VI. El
hebra�smo primitivo. Guichard. Sus detractores. Leibniz. Per�odo decisivo en la
historia de la ling��stica. Catalina II de Rusia y sus �Linguarum totius orbis
vocabularia. comparativa�. El P. Herv�s y Panduro. Adelung. Vater.
VII. Car�cter
de la nueva ling��stica. Rask.
VIII.
Conocimiento del s�nscrito. Jones, Schlegel, Bopp.
IX. El
aspecto hist�rico. Grimm. Bredsdorff. La ling��stica general. Humboldt. Madvig.
X. La
ling��stica hist�rica comparada. Continuadores de la obra de Bopp. Pott. Kuhn.
El estudio del s�nscrito. Benfey. Westergaard. Pugna entre la filolog�a y la
ling��stica. Curtius. Influencia entre ambas ciencias.
XI. Inter�s
por las lenguas romances. F. Diez. Romanistas francescs. Ascoli. Las lenguas
eslavas. El lituano. Las lenguas c�lticas. Aplicaci�n a otros tron�cos
ling��sticos de los m�todos del indoeuropeo.
XII. Augusto
Schleicher. Su �rbol geneal�gico. Schleicher y Bopp. Reconstrucci�n del
indoeuropeo. Los nuevos investigadores.
XIII. Oposici�n
entre la antigua y moderna orientaci�n. Aportaciones psicol�gicas. Paul. Wundt
Teor�a so�bre la transmisi�n de las lenguas. Valoraci�n de la influencia
anal�gica.
XIV.
Desarrollo de la fon�tica. Consonantismo. Vocalismo. Las leyes fon�ticas.
Limitaci�n de la ling��stica.
El �ndice que Echave-Sustaeta redact� para la
edici�n castellana supuso un cambio notable de la organizaci�n original. Realiz�
una interpretaci�n del contenido y estableci� a su criterio signos de
organizaci�n. Dot� as� a la publicaci�n de un orden m�s informativo y coherente
con el formato de libro.
Por otra parte, con la intervenci�n del editor
castellano se puso de manifiesto una acci�n del autor. Nos referimos a c�mo se distribuye
el discurso en el manuscrito original. Se observa que Thomsen dedic� los seis
primeros cap�tulos a los per�odos que van de
Este tratamiento es com�n en las obras de historia. Sucede
que, a medida que el historiador se acerca a su tiempo, incrementa el tiempo
del discurso que produce. Sin embargo, en este caso el reparto es muy contrastado.
Thomsen indic� de manera redundante, con los espacios asignados y con la
cualificaci�n expresa de las etapas, un estadio cient�fico de la ling��stica,
el del siglo XIX, y un estadio previo que constituye el camino hacia la ciencia
del lenguaje. [8]
Representaci�n de la historia
La
historiograf�a o teor�a de la historia concibe el discurso hist�rico como una
elaboraci�n ideol�gica, una representaci�n de lo real. Y tiene como principal
cometido conocer c�mo elabora la representaci�n de la historia (Barthes 1967,
Lozano 1987, Laborda 2002:189). Entre otros aspectos, considera las fuentes,
los t�picos y los episodios con que encabeza cada parte del relato su autor. [9]
Las fuentes de que se vale Thomsen en Sprogvidenskabens
historie son de cuatro tipos: literatura,
filosof�a, gram�tica y ling��stica hist�rica. Tienen un papel desigual, con
preponderancia de la gram�tica y la ling��stica hist�rica, que van copando las
p�ginas a medida que progresa el relato. Los documentos literarios y
filos�ficos son �tiles en la etapa cl�sica y medieval para referir teor�as
m�ticas y l�gicas, respectivamente.
1. Literatura.- Las referencias al libro del G�nesis,
del Antiguo Testamento, ejemplifican el modelo m�tico de explicaci�n de
la creaci�n del lenguaje y la diversidad de lenguas. Thomsen present� esos
relatos no ya como razonamientos veros�miles sino como indicios del inter�s por
dar respuesta a preguntas que jalonan la historia de la ling��stica, tal como
se lee en el siguiente p�rrafo:
Si
de momento nos hemos detenido en las sencillas referencias del Antiguo
Testamento, ello ha sido, no s�lo porque en �l hallamos algunas de las m�s
remotas muestras de esta b�squeda del esp�ritu del hombre, sino tambi�n porque
m�s adelante nos veremos precisados a insistir en las mismas ideas, que en
�poca mucho m�s reciente ejercieron tan hondo influjo en la evoluci�n
ling��stica. (cap I, p. 13)
2. Filosof�a.- El primer t�pico que recogi� Thomsen
de la filosof�a es el debate sobre la naturaleza del signo ling��stico, en el
di�logo Cratilo de Plat�n.
Ocupaba
la cuesti�n, seg�n se dice, a Her�clito y a Dem�crito, de los cuales pasa aqu�l
como defensor de �fisis�, �ste de �nomos�, sin que contemos con m�s datos sobre
el particular. Parece que tambi�n tratan de ella los sofistas (Prot�goras), y
en tiempo de �stos era probablemente tema general de discusi�n.
La primera obra literaria en que se enfoca este problema es
el maravilloso di�logo de Plat�n, �Cratilo�, en el que se tratan exclusivamente
cuestiones referentes a este tema. A m�s de S�crates, entran en el di�logo dos
personajes: Herm�genes y Cratilo. �ste defiende que cada uno de los nombres,
tanto en la lengua griega como en las b�rbaras, por naturaleza entra�a y debe
entra�ar acabada correspondencia con el objeto designado, y no pasa por reconocer
como nombres y palabras de la lengua cuantos acuerdan algunos emplear.
Herm�genes, por el contrario, opina que no se da otra correspondencia en una
denominaci�n que el uso. (cap II, p. 20)
La elecci�n de este debate sobre la teor�a del signo
fue un �xito. Es un t�pico que figura en todos los manuales de historia de la
ling��stica. Sin embargo es inusual que las obras posteriores a la de Thomsen
concluyan de un modo tan cr�tico sobre el sentido del di�logo plat�nico como lo
hace el maestro
Divididas
estuvieron las opiniones sobre si estas p�ginas de Plat�n-S�crates est�n
escritas en serio o en broma. Ti�nese m�s bien la impresi�n de que se trata
s�lo de parodiar, de burlarse del tono que se daba a la discusi�n de estos
problemas en general; mas en principio apenas difiere �ste del que hallamos en
Plat�n. (cap II, p. 21)
3. Gram�tica.- La gram�tica como metalenguaje brinda
numerosas p�ginas en la historia de la ling��stica. En el fragmento reproducido
a continuaci�n Thomsen describi� la contribuci�n del gram�tico renacentista
Pierre de
Valiosos
elementos para un nuevo m�todo, m�s emp�rico, de la ciencia del lenguaje aporta
Petrus Ramus (Pierre de
4. Ling��stica hist�rica.- La �nueva ling��stica�,
como la calific� Thomsen, se nutre de la gram�tica hist�rico-comparatista. Esta
es la fuente principal de la obra. Su valor se cifra en la descripci�n de un
per�odo en el que Thomsen particip� de manera directa y muy destacada.
Rask,
Bopp y Grimm han contribu�do, cada cual a su modo, a iniciar un nuevo
desarrollo en la ling��stica y a cimentar la ciencia comparada de las lenguas:
Rask, en primer lugar, merced a sus investigaciones sobre las lenguas n�rdicas,
en especial del island�s, (�) y tambi�n mediante sus estudios de las diversas
relaciones de parentesco y puntos de mutua dependencia de �stas y otras muchas
lenguas; Bopp, por su caracter�stico modo de servirse del s�nscrito en el
cotejo de las lenguas de nuestro tronco ling��stico y por sus ingeniosas
disquisiciones anat�mico-gen�ticas (�); Grimm, finalmente, por sus tratados de
las lenguas g�ticogerm�nicas y su s�lida manera de aplicar a su estudio los
puntos de vista hist�ricos. (cap IX, p. 85)
En el siguiente pasaje sobre las teor�as del alem�n Jakob
Grimm (1785-1863) y el dan�s Rasmus Rask (1787-1832), el historiador anot�
informaciones y valoraciones en las que atesora un conocimiento extraordinario.
La
causa de que Grimm y Rask, que al principio hab�an mantenido correspondencia
relativamente amistosa, a pesar de sus destacadas discrepancias en el terreno
cient�fico, incurrieran en abierta hostilidad en la �ltima parte de su vida,
estriba, en parte, en que Rask no pod�a penetrar en el terreno hist�rico,
especialmente cuando llega a la ordenaci�n sistem�tica de las distintas
flexiones y en casos an�logos. En este punto, el desarrollo posterior de la
ling��stica ha dado a Grimm la raz�n en todo frente a Rask. (cap IX, p. 82)
Thomsen aport� un juicio ponderado sobre los autores
de los que trat�. Se atuvo a factores objetivos y a aspectos particulares, como
la nacionalidad de los ling�istas. Este mismo rigor le dio pie a proclamar la
val�a de su compatriota y disc�pulo de Rask, J. H. Bredsdorff. Lo equipar� a las grandes figuras del comparatismo,
Rask, Bopp y Grimm. Por el inter�s que tiene se disculpar� la reproducci�n del
extenso p�rrafo dedicado a Bredsdorff.
Desear�a
se me permitiera colocar al lado de estas tres figuras de la ling��stica al
dan�s J. H. Bredsdorff (1790-1841), uno de los iniciadores de la nueva �poca,
investigador extraordinariamente genial y profundo. De sus diversos tratados
ling��sticos, exceptuando aquellos que tratan de fon�tica, debemos destacar
aqu� la obra Sobre las causas de las variaciones de los idiomas, editada
como trabajo escolar en Roskilde, en 1821, cuya nueva edici�n corri� a mi cargo
en 1886, la cual, dentro de su modestia, se nos revela como una sucinta obra
maestra por el don de observaci�n y la agudeza de visi�n de su autor, a pesar
de la frecuente inconsistencia de su material ling��stico, representa en toda
su manera de ver un avance de medio siglo sobre su tiempo. Mas por desgracia,
en parte por esta raz�n, en parte por la forma de publicaci�n, pas� por entero
inadvertida, sin poder ejercer en la evoluci�n ling��stica el menor influjo, lo
que fu� muy de lamentar. (cap IX, p. 85)
Es interesante este pasaje porque muestra aspectos
de la enunciaci�n, es decir, las marcas del historiador en la creaci�n
historiogr�fica. El autor se design� a s� mismo e intervino como un personaje o
�existente� del relato. En primer lugar, pidi� permiso para realizar lo que
pod�a tomarse como una licencia al poner en la m�xima categor�a a Bredsdorff.
Y en segundo lugar se�al� su responsabilidad
como editor en la transmisi�n de las ense�anzas del compatriota.
Si
tomamos distancia respecto de este homenaje a J. H. Bredsdorff y examinamos su influjo
en posteriores obras de historia de la ling��stica, el balance es muy escaso[10].
Pero �sta p�gina particular del nacionalismo es incomparable con el efecto que
ha tenido Thomsen en la historiograf�a. Son t�picos fundamentales las
controversias sobre la naturaleza motivada o convencional del signo y sobre la
anomal�a o analog�a de la lengua como c�digo.
La vigencia
de Thomsen tiene tambi�n otras causas. Su perspectiva, vinculada a la gram�tica
comparada, aport� el inter�s por la tipolog�a ling��stica. Ese fue un criterio que
permiti� valorar como relevantes documentos del Renacimiento y de los siglos
XVII y XVIII. Una muestra de ello es la secci�n que dedic� al gram�tico
renacentista Scal�gero.
Hagamos
resaltar que adeudamos al genial y polifac�tico fil�logo Jos� Justo Scal�gero
(1540-1609), hijo de Julio C�sar Scal�gero, el primer ensayo de agrupaci�n de
las lenguas de Europa, a pesar de su brevedad, extraordinariamente claro y
completo. Red�celas a once troncos de lenguas �matrices�, con multitud de
dialectos o �propagines�. (cap V, p. 50)
Y las gram�ticas misioneras son otro ejemplo de c�mo
la tipolog�a es un problema que interesa a la ling��stica. Las preguntas sobre
tipolog�a permiten rastrear el pasado y redactar una historia.
He
aqu� tal vez la causa de la extrema importancia del siglo XVII, y todav�a m�s
del XVIII, en la historia de esta ciencia, a saber: la ampliaci�n cada vez
mayor de sus dominios, a lo que contribuyen dos circunstancias principalmente:
el af�n de viajar y el celo por la expansi�n de la religi�n de Jesucristo.
Aparecieron gram�ticas de multitud de lenguas de otras partes del mundo, en
especial de Asia y Am�rica, todas ellas seg�n el esquema de la gram�tica
latina, y a su vez l�xicos que insertaban con frecuencia versiones de trozos
m�s o menos amplios de
Estos
p�rrafos muestran algo m�s que la consideraci�n de la gram�tica de las causas
de Scal�gero y las gram�ticas misioneras. Indican una realidad general de la
obra, esto es que la tipolog�a, junto con la descripci�n gramatical, forma el
eje de
Tradici�n de
la obra de Thomsen
La difusi�n
de la obra de Thomsen ha contado con ediciones en dan�s y en otras lenguas.
Esta buena acogida editorial se ha producido a lo largo del siglo XX. Y algunas
ediciones han completado las p�ginas del fundador con ap�ndices sobre la
historia reciente de la ling��stica.
La
imprenta de
La
traducci�n al alem�n apareci� en 1927 (Halle, Niemeyer), en el mismo a�o de la
muerte de Thomsen. Corri� a cargo de Hans Wolfgang Pollak y se titul� Geschichte
der Sprachwissenschaft bis zum Ausgang des 19. Jahrhunderts. Kurzgefasste
Darstellung der Hauptpunkte (Historia de la ling��stica desde los
�nicios hasta el siglo XIX. Breve descripci�n de los principales puntos). Reedit�
la versi�n alemana la editorial Ferdinand Enke, de Stuttgart, en 1940. La misma
traducci�n alemana de H. Pollak, junto con el pr�logo de Christoph Gutknecht,
en 1979 una nueva edici�n de la editorial P. Lang, en Berna.
Del
Extremo Oriente proceden las versiones al japon�s y el chino. En 1937 apareci�
la traducci�n al japon�s de Hisanosuke Izui y Shinʼichi Takaya, Gengogakushi:
sono shuyōten o
tadorite,
publicada en Tokio por Ko-bundo-shobo. Y una reedici�n de esta versi�n,
�en 1998, corri� a cargo de la editorial
Yumani Shobo en la capital nipona. En 1960 Zhenhua Huang realiz� la traducci�n
al chino. Se public� en Pek�n, a cargo de la editorial Ke xue chu ban she, con
el t�tulo Shi jiu shi ji mo yi qian de yu yan xue shi.
Una
edici�n muy interesante es la versi�n castellana, que se distingue por la
organizaci�n del texto y la inclusi�n de escritos complementarios. En efecto, en
1945 se public� la traducci�n al castellano de Javier de Echave-Sustaeta: Historia
de
Echave-Sustaeta
tambi�n redact� un extenso ep�logo de 33 p�ginas (p. 133-165) para cubrir el per�odo
de cuarenta a�os que media entre el original de Thomsen y la edici�n espa�ola.
El ap�ndice resume los principios de la gram�tica comparada, a�ade una bibliograf�a
y presenta las figuras de finales del XIX y principios del XX. Rese�a las ideas
de Saussure y su �escuela sociol�gica�, si bien considera que su orientaci�n no
es apropiada. Y elogia la aportaci�n de la escuela parisina de Meillet porque
es af�n a la neogram�tica, un paradigma en el que se reconoc�a el latinista
Echave-Sustaeta. [12]
Figura 4. Porta y hoja de cr�ditos de la edici�n espa�ola
(Labor, 1945).
Con
Internet y la edici�n digital el libro de Thomsen ha conseguido un nuevo canal
de difusi�n en el siglo XXI. El proyecto de
La
tradici�n de una obra se basa en la preservaci�n de su contenido mediante la
edici�n y la propagaci�n de sus ideas en los trabajos de autores posteriores.
Es usual la cita de Thomsen en obras generales de historia de la ling��stica,
si bien suele ce�irse a una menci�n en la bibliograf�a. Las excepciones son Hjelmslev
(1942) y Mounin (1967) �a quienes ya hemos hecho referencia�, Tus�n (1982),
Malmberg (1991) y Lepschy (1992).[13]
Las menciones que hace J. Tus�n de Thomsen toman en consideraci�n su historia
de la ling��stica, mientras que los comentarios de Malmberg y Lepschy se
refieren a las aportaciones del dan�s al comparatismo. Son valiosos los dos
puntos de vista porque significan un reconocimiento como ling�ista e
historiador.
Figura 5. P�ginas del ep�logo y del �ndice alfab�tico
redactadas por Javier deEchave-Sustaeta para la edici�n espa�ola de Historia
de
Tus�n
tiene en cuenta los juicios de Thomsen para criticar el enfoque neogram�tico
del precursor y para compararlo con el corte axiom�tico que brinda el estructuralismo
y el generativismo. Lo interesante es que realiza esta operaci�n de cotejo en
cada etapa de la historia, de manera negativa en las primeras y positiva en las
�ltimas. Sobre
El valor del
precursor
La figura de
Thomsen es conocida en la historiograf�a pero ello no implica que est�
reconocida. Se tiene su aportaci�n a la historia de la ling��stica por primeriza
y elemental. Su libro parece demasiado breve para abarcar con perspicacia una
tradici�n milenaria. Y se le reprocha su sesgo hacia el comparatismo.
No
obstante, la contribuci�n de Vilhelm Thomsen a la historiograf�a merece mucha
m�s atenci�n de la que ha recibido. Es f�cil reconocer las diferencias entre Sprogvidenskabens
historie y sus secuelas, hasta el punto de que esa apreciaci�n sugiera que
las obras posteriores no est�n motivadas por la primera. Pero hay suficientes
afinidades entre la de 1902 y las actuales como para considerar su influencia.
Thomsen centr� su atenci�n en unos autores de los que ha surgido un corpus
cl�sico. Ello es especialmente apropiado en el per�odo de
Conviene
se�alar la predilecci�n de Thomsen por la etapa del historicismo en el siglo
XIX. Como se ha dicho, m�s de la mitad de
Da
sentido cabal a la obra un programa coherente. Su progreso requiere tres
etapas. La primera elabora la gram�tica como instrumento emp�rico de
descripci�n de la lengua, con Varr�n y Dionisio el Tracio, entre los antiguos,
y Scaligero y Ramus entre los renacentistas. A continuaci�n sigue una etapa de
exploraci�n de las lenguas y sus relaciones, con las gram�ticas misioneras y
los repertorios multiling�es. Y la tercera etapa se centra en la cartograf�a y
genealog�a de las lenguas, as� como en el estudio de su tipolog�a e historia.[15]
Figura 6. Retrato de Vilhelm Thomsen (fuente,
Este
programa historiogr�fico, que se alumbr� bajo el paradigma
hist�rico-comparativo, result� no s�lo coherente sino enriquecedor. Con el
advenimiento del paradigma estructuralista o axiom�tico han emergido nuevos
autores y asuntos, como la gram�tica de Por-Royal y su aplicaci�n de la teor�a
del signo, o John Wilkins y la creaci�n de lenguas artificiales. Y m�s tarde,
con el paradigma hermen�utico y de la variaci�n ling��stica, se ha producido
otra renovaci�n, de modo que resultan significativos para el pensamiento ling��stico
la sof�stica, la ret�rica de B. Graci�n o la distop�a futurista de G. Orwell.[16]
El
avance de la ling��stica estructural auspici� en los a�os sesenta la aparici�n
de muchos libros de historia de la ling��stica[17].
La actualidad de la obra de Thomsen se prolong� hasta esa d�cada. Sent� c�tedra
durante sesenta a�os. A su vez, los manuales que le relevaron han sido
desplazados a partir de los a�os noventa por nuevas obras, que han surgido de
un paradigma de especializaci�n en la historiograf�a[18].
Hubo
una etapa fundacional, con la figura �nica de Thomsen, que aport� la matriz de
etapas, obras y asuntos. Le sigui� otra de profusa actividad, con el esplendor
de la ling��stica como paradigma de las ciencias. Es la que se ocup� de ampliar y matizar la recopilaci�n de los
hechos memorables del pasado. Y le ha sucedido luego otra que refina
la metodolog�a y se abre a una perspectiva compleja del pensamiento
ling��stico. En esa perspectiva amplia se acomodan el programa filol�gico y el
hermen�utico.
Desde
la perspectiva actual de la historiograf�a, la obra de Vilhelm Thomsen recobra
un nuevo sentido. Su Historia de
La
mirada que Thomsen dirigi� al pasado concibi� una disciplina nueva. En 1902 compuso
una obra que recog�a una sugestiva investigaci�n sobre la historia. �Apenas se
da objeto que invite m�s que �ste a la investigaci�n�, escribi� en el inicio
del libro, �y en pocos terrenos puede el investigador volver como en �ste la
vista a tan remoto desarrollo�. Con este manifiesto proclam�
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[1] El presente
art�culo recoge una investigaci�n que participa del proyecto FFI2009-10424,
"Globalizaci�n, intercomunicaci�n y lenguas propias en las comunidades
ling��sticas medianas", financiado por MEC (0FIL).
[2] H. Pedersen
public� en 1924 en dan�s El descubirmiento del lenguaje. Ciencia
ling��stica en el siglo XIX. La traducci�n al ingl�s corri� a cargo de J.
W. Spargo en 1931 (Harvard University Press) y en 1962 se reedit� (Bloomington,
Indiana University Press).
[3] Un
antecedente parcial, puesto que se circunscribe a
[4] En el fondo
�Internet Archives� de
<www.archive.org/stream/sprogvidenskabe00thomgoog/sprogvidenskabe00thomgoog_djvu.txt>;
como documento facsimilar en pdf (4,46 Mb):
<http://ia351417.us.archive.org/1/items/sprogvidenskabe00thomgoog/sprogvidenskabe00thomgoog.pdf>;
o para la lectura en red, con buscador de t�rminos: <http://www.archive.org/stream/sprogvidenskabe00thomgoog >.
Tambi�n como documento pdf
(5,92 Mb), un ejemplar de
<http://ia331430.us.archive.org/1/items/sprogvidenskaben00thomuoft/sprogvidenskaben00thomuoft.pdf>
Y en formato de texto: http://www.archive.org/stream/sprogvidenskaben00thomuoft/sprogvidenskaben00thomuoft_djvu.txt
[5] P�gina 1,
en la edici�n original; la versi�n procede de Hjelmslev (1943:35). El resto de
citas de Thomsen proceden de la edici�n castellana de J. Echave-Sustaeta
(Madrid, Labor 1945), que tiene una paginaci�n m�s extensa por la divisi�n del
manuscrito en cap�tulos.
[6] Como
referencia sobre la extensi�n del texto �adem�s del n�mero de p�ginas�, cabe
indicar que se compone de unas 32.000 palabras.
[7]� Hjelmslev (1942:32) ofrece una variaci�n del
subt�tulo que no aparece en la edici�n original, Una exposici�n concisa de
sus hechos esenciales (En kortfattet fremstilling af dens hovedpunkter).
[8] Un grado
similar de reparto asim�trico puede verse en la antolog�a de textos de Hans
Arens, La ling��stica (1969). Dispone el material anterior al siglo XIX
en 200 p�ginas �recogido en la parte �El camino hacia la ciencia del
lenguaje��, mientras que el siglo XIX ocupa 300 p�ginas y, finalmente, los
sesenta a�os del siglo XX que estudia suponen 500 p�ginas m�s.
[9] La
historiograf�a distingue entre la enunciaci�n, el enunciado y la
representaci�n. La enunciaci�n presenta las acciones del autor, como las
referencias a s� mismo (el yo autoral) o el modo c�mo organiza el discurso en
partes. Corresponden al enunciado las fuentes, los autores y obras citadas. Y
se refiere a la representaci�n el sentido que se da al relato hist�rico, es
decir, el canon o modelo de ling��stica que se promueve.
[10] Aparecen
dos referencias breves a Bredsdorff en H. Pedersen (1924, en la edici�n inglesa
de 1931, p. 260, nota 1) y en M. Leroy (1964, en la edici�n castellana de 1969,
p. 29). En otro lugar del libro, en defensa de autores nacionales, Thomsen
tambi�n distingue a un gram�tico dan�s del Renacimiento, Jacobo Madsen Aarhus
(Iacobus Matthiae, 1538-1586), autor del compendio sobre fon�tica De litteris
libri duo �publicado en 1586 (cap. V,
p. 51).
[11] El arte de
la traducci�n ofrece variaciones tan curiosas como la que podemos apreciar e n
dos versiones vertidas al espa�ol. Comparemos la traducci�n de la primera frase
del libro de Thomsen. En la edici�n de Echave-Sustaeta dice as�: ��Fuerza es
considerar el lenguaje como la manifestaci�n del esp�ritu humano tenida por m�s
digna de admiraci�n a lo largo de los tiempos�. Y la cita de la frase en
Hjelmslev (1942:32), con traducci�n de Alejandro C�novas en 1987, reza del
siguiente modo: �De todas las manifestaciones vitales del hombre, no cabe duda
de que el lenguaje es la que, en todo tiempo, ha parecido ser la m�s
milagrosa�. En ambos casos los traductores no han trabajado el manuscrito en
dan�s sino que han partido de traducciones del alem�n y el franc�s,
respectivamente. Por otra parte, la fecha de la traducci�n �1945 y 1987,
respectivamente� y la moda expresiva del momento puede explicar unas
diferencias estil�sticas tan notables.
[12] El ep�logo
se compone de siete partes con el siguiente contenido: Renovaci�n de la ling��stica. Aportaciones de la
gram�tica comparada. Principios innovadores. La escuela sociol�gica. La escuela
parisiense. La ling��stica romance. La escuela idealista.
[13] Tuson
(1982:31 �n. 8-, 40, 62, 75, 89 �n. 31-, 177), Malmberg (1991:312, 325, 349,
351, 352, 412), Lepschy (1992:15, 227, 273, 280, 402).
[14] Junto a la
asimetr�a temporal tambi�n hay asimetr�a local, en sentido de que ciertos
autores que le son m�s cercanos en el espacio aparecen m�s; es el caso de la
lengua y los gram�ticos daneses, a los que hace referencia de manera
preferente.
[15] V�ase la
afinidad de este programa con el plan hist�rico que propone P. Swiggers
(1997:V-VII)
[16] En relaci�n
a este paradigma contextual, v�ase Beuchot (1998) y Laborda (2005) sobre la
sof�stica y la ret�rica; y Joseph, Love y Taylor (2001) sobre Orwell y Bruner,
entre otros autores. Hay en Koerner y Asher (1995:3.8) una cr�tica frontal
contra la historia de la ling��stica como �mera anotaci�n de las
investigaciones� sobre este campo, es decir contra las etapas precedentes.
[17] En los a�os
sesenta y posteriores hay una producci�n historiogr�fica considerable con Ivic
(1963), Leroy (1964), Robins (1967), Mounin (1967), Arens (1969), Tagliavini
(1969), Sebeok (1975), Parret (1976), Tuson (1982), Serrano (1983), Harris y
Taylor (1989), Marcos (1990),� Malmberg
(1991) o Cern� (1996).
[18] Auroux (1989-2000), Lepschy (1992), Koerner y Asher
(1995), Swiggers (1997), Joseph, Love y Taylor (2001), Law (2003).
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