La primera computadora electrónica del mundo, de uso general, fue ENIAC, Electronic Numerical Integrator and Computer. Fue diseñado por John P. Eckert y John W. Mauchly para el ejército estadounidense. Sin un lenguaje de codificación, pudieron crear una máquina que podía realizar cálculos complejos 10.000 veces más rápido que cualquier otra máquina de la época, iniciando así la revolución digital. Cuando se anunció la finalización del ordenador, la prensa lo calificó de «cerebro gigante».
La computadora se utilizó para calcular tablas de disparo de artillería y se convirtió en la computadora más poderosa del mundo en ese momento.
La construcción de la primera computadora electrónica de la historia comenzó a principios de la década de 1940. Más precisamente en 1943, cuando el gobierno estadounidense financió el proyecto liderado por John Eckert y John Mauchly. La construcción se completó 3 años después y la ENIAC fue inaugurada el 15 de febrero de 1946 en la Universidad de Pensilvania.
ENIAC, un gigante de 30 toneladas
Comparado con todas las computadoras portátiles de hoy, el ENIAC era enorme. Para calcular la velocidad de disparo de artillería, el dispositivo utilizaba centralitas para transmitir la información. ¿La ventaja? La velocidad de cálculo fue sustancial. ¿La baja? El coche tuvo que ser cableado nuevamente para cada nuevo problema. Una auténtica pérdida de tiempo, sobre todo porque no se trata de desconectar y volver a conectar 2-3 cables.
ENIAC constaba de 40 paneles dispuestos en forma de U, ocupando todo el sótano de la Escuela Moore de Ingeniería Eléctrica de la Universidad de Pensilvania. Las unidades tenían unos 60 centímetros de ancho y profundidad y se elevaban a 2,4 metros del suelo.
Esta computadora también contenía 70.000 resistencias, 18.000 tubos de vacío, 10.000 condensadores, 6.000 interruptores y 1.500 relés, y aproximadamente 5 millones de conexiones soldadas a mano.
ENIAC fue probablemente el sistema electrónico más complejo de la historia de las computadoras. El ENIAC utilizó contadores cíclicos de diez posiciones para almacenar números; cada dígito utilizaba 36 tubos electrónicos, 10 de los cuales eran los triodos duales que formaban los biestables del contador.
ENIAC, una verdadera proeza tecnológica
En ese momento, ENIAC era la computadora más poderosa del mundo. De hecho, éste fue también el primer ordenador electrónico comparable al Enigma de Turing. El ENIAC, por otro lado, ejecutaba las instrucciones que se le daban y también podía cambiar el orden de ejecución, dependiendo de la entrada. Esto le permitió resolver una variedad de problemas: similar a una computadora moderna, solo que más pesada y más grande.
La computadora era capaz de realizar casi 5.000 cálculos por segundo. Una velocidad sin precedentes que nunca habían logrado sus predecesores electrónicos. Fue este tipo de computadora de tubo el que se convirtió oficialmente en la primera generación de computadoras. De hecho, ENIAC es el antepasado de las computadoras que conocemos hoy.
Una historia llena de dificultades
También hubo problemas con este proyecto. ENIAC se instaló en un sótano en el que no faltaban cucarachas. De hecho, estaban aterrizando sobre los tubos de vacío de la computadora, que estaban muy calientes. Murieron instantáneamente por el calor, para desesperación de los creadores del automóvil.
Cada vez que un insecto se frió en uno de los tubos, el tubo quedaba inutilizable y debía ser reemplazado. De aquí proviene el nombre «error», una palabra que se utiliza para definir el mal funcionamiento del sistema.
Las chicas de ENIAC
Además de John P. Eckert y John W. Mauchly, quienes diseñaron el ordenador, en este proyecto también participaron mujeres. Seis, para ser exactos: Kay McNulty, Jean Bartik, Betty Holberton, Marylin Meltzer, Frances Spence y Ruth Teitelbaum. En aquella época se les llamaba: «computadoras».
Todas las mujeres eran matemáticas, reclutadas para la importante tarea de solucionar problemas en la computadora y hacerla «pensar».
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Sí, detrás de la hazaña de calcular trayectorias balísticas, había cables que debían conectarse y desconectarse. De hecho, estas seis mujeres tenían la tarea de operar la ENIAC. Manejaron los 6.000 conmutadores en medio de cientos de cables para garantizar un flujo fluido de datos.
Todas las mujeres eran matemáticas, reclutadas para la importante tarea de solucionar problemas en la computadora y hacerla «pensar».
Trabajando en turnos dobles y triples, seis días a la semana, este equipo de seis «computadoras» femeninas conectaba y desconectaba cables entre los paneles de la enorme máquina. En ocasiones incluso tuvieron que reparar tuberías defectuosas.
Las mujeres eran responsables de asegurarse de que la máquina funcionara sin problemas y estuviera programada correctamente. De hecho, Jean Bartik y Betty Holberton fueron los responsables del Programador Maestro. Y fue Betty Holberton quien diseñó el código de instrucción C-10 para el sucesor de ENIAC, el UNIVAC.
Durante 50 años casi nadie escuchó hablar de las contribuciones de las «Computadoras», como se llamaba a estas mujeres, pero finalmente, en 1997, todas ellas fueron incluidas en el «Salón Nacional de la Fama de la Tecnología» de EE.UU.
El 15 de febrero fue declarado oficialmente Día ENIAC en honor a su trabajo, y en 2014 se lanzó un documental llamado «The Computers» que detalla su increíble trabajo. En 2015, se fundó en San Francisco una escuela para ingenieros de software llamada Holberton School.
ENIAC fue la computadora más poderosa de la historia en su momento. Una auténtica maravilla tecnológica. El gobierno americano invirtió 400.000 dólares para su realización. ENIAC sin duda marcó el inicio de la historia de las computadoras.
