ÍNDICE
ÍNDICE 1
ABREVIATURAS 4
INTRODUCCIÓN 7
Fundamentos metodológicos 7
La historiografía sobre la Revuelta. Estado de la cuestión 11
CRONOLOGÍA 24
CAPÍTULO 1- LA INTEGRACIÓN DE LAS ÉLITES FLAMENCAS EN LA 33
CORTE DE CARLOS V Y DURANTE LOS PRIMEROS AÑOS DE
REINADO DE FELIPE II
1.1.- La integración de las élites flamencas en el Imperio de Carlos V 33
1.1.1.- Flamencos y borgoñones en la Corte del emperador
1.1.2.- La integración de las élites flamencas en las instancias de poder
de los Países Bajos. La articulación del territorio con Carlos V
1.2.- Las relaciones entre los Países Bajos y la Monarquía Hispana durante 56
los primeros años del reinado de Felipe II
1.2.1.- Las luchas faccionales en la Corte de la Monarquía
1.2.2.- La ruptura de la integración de las élites flamencas en la
Monarquía Hispana de Felipe II (1555-1566)
1.2.2.1.- La Corte del monarca
1.2.2.2.- La Corte de los gobernadores de los Países Bajos
1.2.3.- La situación en los Países Bajos durante los años previos a la
Revuelta
1.2.3.1.- La cuestión religiosa durante el siglo XVI
1.2.3.2.- Las facciones políticas flamencas y sus conexiones con la
Corte de Felipe II
CAPÍTULO 2- LA CONFESIONALIZACIÓN EN FLANDES: EL 98
GOBIERNO DEL III DUQUE DE ALBA (1567-1573)
2.1.- Los avatares cortesanos en Madrid 98
2.2.- Facciones y grupos de poder en Bruselas 108
2.2.1.- La configuración de las facciones (1567-1571)
2.2.2.- La integración del séquito del duque de Medinaceli en la lucha
faccional: los últimos años de gobierno (1572-1573)
2.3.- Las actuaciones del duque de Alba durante su estancia en los Países 127
Bajos: su crucial papel en la política exterior de Felipe II
2.3.1.- La represión de la Revuelta y sus planes de Confesionalización
2.3.2.- El papel del duque de Alba en la política exterior de Felipe II
durante esos años
CAPÍTULO 3- UNA SOLUCIÓN PROVISIONAL, DON LUIS DE 150
REQUESENS (1573-1576)
3.1.- La elección de don Luis de Requesens como gobernador y los 150
cambios cortesanos en Madrid
3.2.- Las facciones cortesanas en Bruselas durante el gobierno del 160
Comendador Mayor
3.3.- La acción de gobierno de don Luis de Requesens: entre la solución 164
pacífica y la bélica
1
CAPÍTULO 4- EL TRIUNFO DEL PARTIDO “PAPISTA”: DON JUAN DE 172
AUSTRIA EN LOS PAÍSES BAJOS (1576-1578)
4.1.- Roma en Madrid: el triunfo del partido “papista” 172
4.2.- El gobierno del Conseil d´État (1576) 175
4.3.- La situación faccional en Flandes durante el gobierno de don Juan: el 177
intento de recuperación de la Casa de los gobernadores como elemento de
integración de las élites
4.4.- La desafortunada estancia de don Juan de Austria en Flandes: su 186
relevancia internacional
CAPÍTULO 5- AUGE Y DECLIVE DE UN PRÍNCIPE ITALIANO: EL 194
GOBIERNO DE ALEJANDRO FARNESIO (1578-1592)
5.1.- El ascenso del “partido castellanista” y la institucionalización de la 194
Monarquía: su plasmación en los asuntos flamencos
5.2.- La lucha faccional en Flandes durante el gobierno de Alejandro 212
Farnesio (1578-1592)
5.2.1.- La configuración de las facciones cortesanas en sus años de
esplendor (1578-1588)
5.2.2.- La caída: repercusiones faccionales de la Empresa de Inglaterra y
de las intervenciones en Francia (1588-1592)
5.3.- La recuperación de la autoridad real en Flandes con Alejandro 233
Farnesio
5.3.1.- Los años de “reconquista” y de preparación de las Empresas de
Francia e Inglaterra (1578-1588)
5.3.2.- El crucial papel de Farnesio en la política exterior de la
Monarquía, los años clave (1588-1592)
5.4.- El relevo 250
CAPÍTULO 6- A LA ESPERA DE GOBERNADOR (1592-1594) 259
6.1.- La llamada de Alberto a Madrid: el Dinasticismo y los cambios en el 259
centro de la Monarquía
6.2.- Las pugnas entre el conde de Mansfeld y el de Fuentes en Bruselas. 268
La intermediación de Esteban de Ibarra
6.3.- Las conversaciones con Ernesto y su Jornada a Flandes 281
CAPÍTULO 7- LA SOLUCIÓN IMPERIAL: EL ARCHIDUQUE ERNESTO 287
EN FLANDES Y EL ÍNTERIN HASTA LA LLEGADA DE ALBERTO
(1594-1596)
7.1.- El devenir de Flandes tras la llegada del archiduque Ernesto 287
7.1.1.- La integración de su séquito en las luchas faccionales
7.1.2.- Su acción de gobierno: el fracaso de las negociaciones con los
rebeldes, la escasa actividad militar y la Junta de notables
7.2.- A la espera del archiduque Alberto (1595-1596) 304
7.3.- La sustitución del modelo católico hispano por el paradigma católico 313
romano con Clemente VIII (1592-1605)
7.4.- La plasmación en Flandes y Francia del cambio de política de la Santa 321
Sede con respecto a la Monarquía Hispana. La nueva preocupación del
papado: liga contra los otomanos
CAPÍTULO 8- EN PUERTAS DE LA CESIÓN: EL GOBIERNO DEL 334
ARCHIDUQUE ALBERTO (1596-1598)
8.1.- La elección de Alberto como nuevo gobernador de Flandes, la 334
formación de su Casa y la Jornada hacia su nuevo destino político
8.2.- El desarrollo de sus años de gobierno 346
8.2.1.- El cambio de consejeros de cara a la Cesión
2
8.2.2.- Su acción de gobierno: enfrentamientos con la Santa Sede y paz
con Francia
8.3.- La Cesión de los Países Bajos a los Archiduques 356
FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA 370
Introducción a las fuentes 370
Relación de fuentes documentales 373
Bibliografía 376
Fuentes primarias 376
Fuentes secundarias 379
3
ABREVIATURAS
Archivos y bibliotecas
Leg.: Legajo / Legs.: Legajos
Lib.: Libro / Libs.: Libros
Ms.: Manuscrito / Mss.: Manuscritos
Reg: Registro / Regs.: Registros
Vol.: Volumen / Vols.: Volúmenes
AGP: Archivo Palacio Real de Madrid
Descalzas: Fondo documental proveniente del monasterio de las Descalzas reales
Expediente: Personal, Expedientes
AGR: Archives Générales du Royaume/Algemeen Rijksarchief (Bruselas)
Audience: Papiers d´État et de l´Audience/Audiëntie
MD: Manuscrits Divers
SEG: Secretairie d´État et de Guerre/Secretarie van State en Oorlog
AGS: Archivo General de Simancas (Valladolid)
CC: Cámara de Castilla
CSR: Casa y Sitios Reales
DGT: Dirección general del Tesoro
E: Secretaría de Estado
EMR: Escribanía Mayor de Rentas
QC: Quitaciones de Corte
SP: Secretarías Provinciales
AHN: Archivo Histórico Nacional (Madrid)
E: Estado
ASV: Archivio Segreto Vaticano
Fiandra: Segretaria di Stato, Fiandra
Spagna: Segretaria di Stato, Spagna
AZ: Archivo Zabálburu (Madrid)
GD: Grupo documental
BA: Biblioteca Palacio da Ajuda (Lisboa)
BL: British Library (Londres)
BNM: Biblioteca Nacional, Madrid
BPRM: Biblioteca del Palacio Real de Madrid
BRB: Bibliothèque Royale Albert I (Bruselas)
IVDJ: Instituto Valencia de Don Juan (Madrid)
4
RAH: Real Academia de la Historia (Madrid)
Libros, revistas y recopilaciones documentales
BCRH: Bulletin de la Commission Royale d´Histoire
BIHBR: Bulletin de l´Institut Historique Belge de Rome
BIOGRAPHIE NATIONALE: Biographie Nationale publiée par l´Academie Royale des
Sciences, des Lettres et des Beaux-Arts de Belgique, Bruselas, 1866-1929, 25 vols.
CABRERA: L. CABRERA DE CÓRDOBA, Historia de Felipe II, Rey de España, Valladolid,
1998 (edición de J. MARTÍNEZ MILLÁN y C. J. de CARLOS MORALES)
Carlos V: J. MARTÍNEZ MILLÁN (dir.), La Corte de Carlos V, Madrid, 2000, 5 vols.
Configuración: J. MARTÍNEZ MILLÁN y C. J. de CARLOS MORALES (dirs.) Felipe II
(1527-1598). La configuración de la monarquía hispánica, Valladolid, 1998
CCG : Correspondance du Cardinal de Granvelle, 1565-1586 (dirs. E. POULLET y Ch. PIOT),
12 vols. Bruselas, 1877-1896
CFA: Don Francés de Álava y Beamonte. Correspondencia inédita de Felipe II con su
embajador en París (1564-1570) (dirs. P. RODRÍGUEZ y J. RODRÍGUEZ), San
Sebastián,1991
COMF: Correspondance d´Ottavio Mirto Frangipani. Premier nonce de Flandre (1596-1606).
(L. VANDER ESSEN y A. LOUANT (eds.), 4 vols., Roma, Analecta Vaticano-Bélgica, 1924
CPh. II : Correspondance de Philippe II sur les affaires des Pays-Bas (dir. J. LEFÈVRE), 4
vols. , Bruselas, 1940-1960
CODOIN: Colección de Documentos Inéditos para la Historia de España
DBE: Diccionario Biográfico Español (en prensa)
DECA: Documentos escogidos del Archivo de la Casa de Alba (dir. Duquesa de Berwick y
Alba), Madrid, 1891
DDA: Discurso del Exmo. Sr. Duque de Berwick y de Alba para su ingreso en la Real
Academia de la Historia (Duque de Berwick y Alba), Madrid, 1919
EDA: Epistolario del tercer Duque de Alba (dir. Duque de ALBA), 3 vols., Madrid, 1952
Felipe II: J. MARTÍNEZ MILLÁN y S. FERNÁNDEZ CONTI (dirs.), La monarquía de Felipe
II: la Casa del Rey, Madrid, 2005, 2 vols.
Felipe III: J. MARTÍNEZ MILLÁN y M. A. VISCEGLIA (dirs.), La monarquía de Felipe III,
Madrid, 2008, 4 vols.
5
6
INTRODUCCIÓN
Fundamentos metodológicos
La política europea desde el siglo XIII hasta mediados del XVII se caracterizó
por la “visión personal” de los Príncipes sobre los gobernados, por el peso de la nobleza
feudal sobre la política y por la pretensión de la Iglesia de definir las normas políticas1.
El Estado Dinástico2, a pesar de que, a veces, pudo comportarse como burocrático e
impersonal, estaba orientado hacia la persona del Rey, quien concentró diferentes
formas de poder y de recursos materiales y simbólicos (dinero, honores, títulos,
indulgencias, monopolios,...) en sus manos. De esta manera, a través de una
redistribución selectiva de favores, los Monarcas pudieron mantener unas relaciones de
dependencia (clientelares) o, por mejor decir, de reconocimiento personal y así
mantenerse en el poder. El origen de esta composición sociopolítica se puede observar
en Castilla ya desde Alfonso X, que desplegó una gran actividad legislativa para
convertir al Monarca en la fuerza generadora del Reino y para ello investía al poder del
Rey como divino y negaba la subordinación a intermediarios como Pontífice,
Emperador o Comunidad.
Ahora bien, el lazo o dependencia feudal, precisamente por ser personal, se
extinguía a la muerte del Señor; por ello, las nuevas Monarquías tendieron a establecer
un poder que se perpetuara en el tiempo y no limitado a la vida de las personas, sino a
las instituciones3. Estas se encargarían de cumplir dos objetivos básicos: por una parte,
contribuyeron de manera esencial a establecer la paz social mediante la exigencia del
cumplimiento de las leyes que de ellas emanaban; por otra, no solo mantuvieron la
situación de privilegio de quienes las hicieron o se sintieron integrados en ellas, sino
que además permitieron que dichos grupos sociales trasmitieran su status en herencia
sin peligro de perderlo. De esta manera, la nobleza seglar y eclesiástica, las ciudades y
1
Son muchos los autores que han insistido en la separación del poder temporal y el espiritual
como elemento que define la aparición del Estado Moderno, caso de E. W. BÖCKENFÖRDE,
“The Rise of the State as a Process of Secularisation” en State, Society and Liberty. Studies in
Political Theory and Constitutional Law, Nueva York/Oxford, 1991, pp. 26-46 o E. FASANO
GUARINI, “Cristianesimo e potere: il ‘dualismo’ dell’Occidente”, Annali dell’ Istituto storico
italo-germanico in Trento, 19 (1993), pp. 437-447.
2
El título y la estructura del trabajo de R. J. BONNEY, The European Dynastic States, 1494-
1660, Oxford, 1991, resulta bastante expresivo. Ya había expresado esta idea en “Guerre,
fiscalité et activité d’Etat en France (1500-1650): Quelques remarques préliminaires sur les
possibilités de recherche”, en Ph. GENET y M. LE MENÉ (eds), Genèse de l’État moderne.
Prélèvement et redistribution, París, 1987, pp. 194-195.
3
W. ULLMANN, Principios de gobierno y política en la Edad Media, Madrid, 1985, pp. 144-
217, en donde describe la evolución de las monarquías inglesa y francesa.
7
las élites que las gobernaban, apoyaron el poder del Príncipe por encima de todos los
existentes en el Reino, ya que les aportaba lo más valioso: los fundamentos divinos y
legales lógicos que justificaban y respaldaban su preeminencia sobre el resto de la
sociedad4. Para ello, utilizaron las corrientes de pensamiento ya existentes desde el
Imperio Romano y la doctrina de la Iglesia sobre el poder, formulando una serie de
conceptos clave como “Soberanía”, “Bien Común” o “Corona”, al tiempo que
legitimaban la situación a través de la tradición y la costumbre, aunque, para lograrlo, a
veces tuvieran que falsificar los textos5.
La creación de instituciones generales emanadas de estos principios y capaces de
integrar toda la sociedad con el fin de gobernarla, esto es, de admitirlas como instancias
preeminenciales a las de cada sector o estamento, fue un proceso largo que ocupó buena
parte de la Edad Moderna. Para lograrlo, las Monarquías tuvieron que integrar a todos
los grupos sociales del Reino dentro de su campo de poder e influencia, articulando la
sociedad a través de una serie de redes de poder no institucionales. Es preciso insistir en
que este proceso se realizó por integración y que la fidelidad resultó ser un elemento
esencial para tejer dichas redes6.
El conocimiento de dichas redes resulta básico para poder comprender los
cambios experimentados en la época. Para ello, es necesario usar los estudios sobre
patronazgo y élites de poder, que tratan de explicar el dominio de una minoría o élite
sobre amplios sectores sociales basándose en relaciones personales, no institucionales ni
familiares7. Este sistema no se iniciaba con un compromiso escrito ni explícito, sino tras
solicitar algún favor o apoyo, interviniendo factores irracionales como emoción y
voluntad. Las relaciones entre “patrón” y “hechura” o “cliente” eran desiguales y
verticales, así como recíprocas y específicas, es decir, no universales, en una sociedad
4
O. von GIERKE, Teorías políticas de la Edad Media (Edición de F. W. Maitland), Madrid,
1995, pp. 134-149; W. ULLMANN, op. cit., pp. 121-154 y D. E. LUSCOMBE, “The formation
of Political Thought in the West”, en J. H. BURNS (ed.), Medieval Political Thought (c. 350-c.
1450), Cambridge, 1991, pp. 157-173.
5
P. BUC, “Pouvoir royal et commentaires de la Bible (1150-1350)”, Annales, (1989), pp. 691-
713 o W. ULLMANN, Historia del pensamiento político en la Edad Media, Barcelona, 1983,
pp. 78 y ss.
6
D. QUAGLIONI, “Fidelitas habet duas habenas. Il fondamento dell’obbligazione politica
nelle glosse di Bartolo alle costituzioni pisane di Enrico VII” en G. CHITTOLINI, A. MILHO,
P. SCHIERA (dirs), Origini dello Stato. Processi di formazione statale in Italia fra medievo ed
età moderna, Bologna, 1994, pp. 381-396 y P. PRODI, Il sacramento del potere. Il giuramento
politico nella storia costituzionales dell’Occidente, Bologna, 1992.
7
Sobre este asunto, J. MARTÍNEZ MILLÁN, “Las investigaciones sobre patronazgo y
clientelismo en la administración de la Monarquía hispana de la Edad Moderna”, Studia
Historica. Historia Moderna, 15 (1996), pp. 83-106 y la introducción al libro colectivo,
Instituciones y élites de poder en la Monarquía hispana durante el siglo XVI, Madrid, 1992, pp.
11-24.
8
donde primaba el privilegio. Era posible mantenerlas gracias a la fidelidad y a la
utilidad mutua y, muchas veces, con la ayuda de un “broker”, que era la persona
encargada de transmitir la influencia del patrón a sus clientes, aunque en su territorio se
mostrara como un verdadero patrón. Por lo tanto, nos encontramos con relaciones de
clientelazgo de varios niveles.
El camino inicial de la investigación debe ser un estudio prosopográfico de la
sociedad, que, a veces, se confunde con el propio estudio de las élites de poder. Según
esta interpretación, el estudio sobre las élites se reduce a (lo que se ha denominado) una
“historia social de la administración”; esto es, a una cuantificación de los factores y
cualidades comunes de los oficiales o “prosopografía”, al tiempo que se les concede un
papel primordial a los lazos familiares o de parentesco en la formación de estas redes o
élites de poder.
De manera muy distinta pensamos nosotros que se debe plantear el estudio de
dichas élites. En nuestra investigación partimos de la identificación del grupo de
personas que, junto a la fuente del poder central, tomaban las decisiones de gobierno y
que eran las que creaban las instituciones, de acuerdo a las necesidades y circunstancias
que dictaba el ejercicio del poder, al mismo tiempo que servían (las instituciones) de
barrera entre gobernantes y gobernados. En función de esto, podemos considerar que la
articulación social del poder se debió mas a relaciones personales (sistema de
“patronazgo” y “clientelas”) que a las instituciones que, desde un punto de vista
presentista, los historiadores hemos proyectado a esta época. Con la influencia y poder
que les confería tan privilegiada situación, este pequeño grupo ascendía a sus protegidos
o “clientes” a los puestos de responsabilidad de dichos organismos, estableciéndose las
relaciones de “patronazgo” que, a su vez, eran reproducidas por estos últimos.
Evidentemente, un análisis semejante requiere un minucioso y amplio estudio
prosopográfico del conjunto de personajes que ocuparon las instituciones de la Corte, no
tanto por saber las características comunes o las biografías de todos ellos, cuanto por
deducir los lazos y causas por los que ascendieron y su comportamiento una vez en el
cargo.
Esta estructuración política descentralizada nos mostraría que el poder real era
preeminencial y no absoluto y, por lo tanto, el Monarca necesitaba partidarios en los
diversos órganos para mantener su poder y estos, a su vez, precisaban del Rey, ya que
era la fuente de donde emanaba la gracia y el legitimador del poder, convirtiéndose la
Corte en el lugar donde convergerían todas esas relaciones.
9
La aparición de la misma resultó fundamental, no solo como lugar de encuentro
entre las élites del Reino y el Monarca, sino también como centro donde los letrados
elaboraban las leyes. Allí se comenzó a ensalzar la figura real a través de
manifestaciones culturales, al tiempo que una nueva forma de conducta se imponía
paulatinamente en los personajes cortesanos, ya que comenzaba a aparecer una forma
distinta de llevar la política.
En la historiografía de los últimos veinticinco años la Corte ha pasado a
constituir uno de los elementos esenciales para explicar los orígenes del denominado
Estado Moderno. Hasta entonces, había estado fuera del contexto político y
administrativo en los que la historiografía situaba la formación de dicho Estado,
limitándose a identificarla con un fenómeno meramente cultural y ceremonial.
El cambio de esta interpretación tradicional se ha producido desde un triple
punto de vista; por una parte, desde el campo de la sociología, que ha explicado el
comportamiento y las estructuras generadas para el disciplinamiento social; en segundo
lugar, desde la administración y la política, se ha pasado de estudiar el gobierno del
Príncipe y la fundación y actuación de las instituciones, a centrarse en la totalidad del
entorno del Rey, es decir, tanto el mundo doméstico (Casa Real) como su actuación
política; de esta manera, Corte y Estado han sido considerados complementarios. Por
último, desde la antropología y la historia cultural, que se ha centrado en los aspectos
simbólicos del poder8. Todas estas corrientes han coincidido, pese a sus diferentes
conclusiones, en que la Corte sería el núcleo de poder que articuló la organización de las
Monarquías Europeas a partir de la baja Edad Media. Por supuesto, la Hispana no fue
ajena a este fenómeno y optó por la Corte como forma de integración de los diversos
reinos que se le fueron uniendo por herencia, agregación o conquista.
Nosotros consideramos que el estudio de la Corte, como fenómeno de
articulación del poder en el reino, debe ser planteado desde las tres grandes áreas que
constituían la forma política de la Monarquía; es decir, el gobierno de las Casas Reales
(Casa Real), el de la Monarquía (Consejos y tribunales) y los cortesanos. Es
precisamente desde esta definición desde donde pretendemos explicar la integración de
las XVII provincias en el conjunto de la Monarquía durante el reinado de Carlos V y
como se produciría una ruptura del sistema con Felipe II que llevaría a la Revuelta.
8
Sobre las corrientes historiográficas y las investigaciones sobre la Corte, los trabajos de ID.,
“Un planteamiento del reinado de Carlos V desde la Corte” en Carlos V, I, pp. 36-41,
“Introducción” en Felipe II, I, pp. 17-51 y “La Corte de la Monarquía Hispánica”, Studia
Historica, 28 (2006), pp. 17-35.
10
La historiografía sobre la Revuelta, estado de la cuestión
La Revuelta de los Países Bajos ha sido, sin duda, uno de los temas que ha
generado mayor cantidad de bibliografía dentro de la historia moderna del continente
europeo. Los estudios elaborados hasta la década de los 60 del siglo XX, aunque
muchos de ellos son excelentes y aún hoy en día de obligatoria consulta, caían, en
general, en el mismo error, cual era partir de unas ideas predeterminadas y con el fin de
justificar diversos intereses decimonónicos forzaban la documentación y la bibliografía
para conseguir crear una historia que sirviera a ese propósito. Para ello, fueron
utilizados diferentes enfoques metodológicos, en los que predominó la visión de la
historia de una forma “presentista”, que trataba de explicar la historia moderna con los
parámetros de los estados actuales. Esto dejaba muchos aspectos por discernir, ya que
no se había tenido en cuenta que el gobierno de los siglos XVI y XVII se estructuraba
en otro tipo de relaciones más que en las meramente institucionales.
Así, se intentó buscar la causa de origen de la Revuelta mediante estudios
globales sobre la misma y centrándose, sobre todo, en tres motivaciones que, en muchas
ocasiones, se entrelazaban entre sí, aunque cada autor incidía en mayor o menor medida
sobre cada una de ellas. Las dos primeras vendrían derivadas de imágenes que
aparecieron en el siglo XVI y que se repetirían hasta la saciedad durante el XVII y
XVIII, como fueron la lucha por sostener la verdadera religión y la conservación de las
antiguas libertades y privilegios, y la tercera se manifestaría dentro de la historia
romántica del siglo XIX, como sería el nacionalismo tras la ruptura del Reino de los
Países Bajos en Bélgica, Holanda y Luxemburgo9.
El historiador que desarrolló con mayor vigor la visión calvinista fue G. Groen
van Prinsterer (1801-1876), que extrapoló la realidad holandesa de los años posteriores
a la disolución del Reino de los Países Bajos, es decir calvinista y con un Orange al
frente de la nación, a la de los tiempos de la Revuelta10. En ambas ocasiones, el pueblo
se había levantado con el propósito de censurar a un príncipe extranjero y para sostener
el calvinismo, convirtiéndose estos primeros protestantes en los fundadores de la
9
S. GROENVELD, “Image and reality. The historiography of the Dutch Revolt against Philip
II” en H. de SCHEPPER y P. J. A. N. RIETBERGEN (eds.), España y Holanda. Ponencias de
los coloquios hispano-holandeses de historiadores, 1984-1988, Madrid-Nimega, 1993, pp. 38-
39.
10
Así lo expresa en su Handboek des geschiedenis van het Vaderland, La Haya, 1846 o en los
prolegómenos de su monumental edición de los Archives ou correspondance inédite de la
Maison d´Orange-Nassau, que se comenzó a publicar en Leiden en 1835 y que daría como
resultado 5 series y 25 volúmenes que acabaron de aparecer en Utrecht en 1915.
11
República Holandesa11. Aunque esta teoría basada en la religión ha perdido fuerza, tiene
aún gran influencia y fueron destacados seguidores A. A. van Schelven (1880-1954) y J.
H. C. de Pater (1887-1971).
Robert de Fruin (1823-1899), por su parte, fue el principal adalid de la visión
“nacionalista” holandesa de la Revuelta o la de la lucha contra un poder extranjero12.
Partiendo del análisis de las fuentes, y no solo de la historia narrativa, señaló que en una
época de burocratización general de las Monarquías Europeas los reyes Habsburgo
trataron de hacer lo mismo en Flandes, chocando contra los antiguos privilegios de las
XVII provincias y la resistencia de los neerlandeses contra algo que consideraban
extranjero y antinacional. Sus teorías incidirían en menor medida en la religión, pero
resaltó igualmente la fuerza de los calvinistas, no por que existieran un gran número de
conversos, sino por las simpatías generales que suscitaron. John Lothrop Motley (1814-
1877), pese a no ser holandés, presentó como inevitable una Revuelta nacional en ese
momento, debido a la tiranía de unos dirigentes “extranjeros”, como eran Carlos V y
Felipe II, cuyos retratos deformó hasta el extremo13.
Algunos autores católicos nacionalistas criticaron las teorías de Fruin en cuanto
a los asuntos religiosos, ya que consideraban que muchos católicos neerlandeses habían
sido también buenos patriotas y habían luchado contra Felipe II. Además, los
protestantes habrían resultado negativos en el movimiento por su intolerancia religiosa y
autoritarismo político, lo que acabaría destruyendo la posibilidad de que el Norte y el
Sur de los Países Bajos pudieran haberse independizado juntos14. Sin embargo, estos
autores apenas hicieron mención a la falta de respuesta de la iglesia católica a las
demandas de reforma que la sociedad neerlandesa venía reclamando durante todo el
siglo XVI.
El nacionalismo de Fruin sería retomado, aunque con matices, por Pieter Geyl
(1887-1966), republicano y agnóstico que se dejaría llevar por la visión romántica de
unir nación e idioma (flamenco). Así, la Revuelta podría haber derivado en una entidad
unida bajo una misma lengua si no hubiera sido por la intolerancia de los calvinistas del
11
N. MOUT, "Reformation, Revolt and Civil Wars: The historiographic traditions of France and
the Netherlands" en P. BENEDICT, G. MARNEF, H. F. K. van NIEROP y M. VERNARD
(eds.), Reformation, Revolt and Civil War in France and the Netherlands 1555-1585,
Amsterdam, 1999, p. 26.
12
Sus obras más importantes sobre la Revuelta serían Tien Jaren uit de 80 oorlog: 1588-1598,
Leiden-Utrecht, 1857 y Het voorspel van den Tachtigjarigen Oorlog, La Haya, 1859.
13
Su principal obra sería The Rise of the Dutch Republic, Londres, 1856, 3 vols.
14
Entre ellos sobresalen W. F. J. NUYENS con su Geschiedenis der Nederlandsche Beroerten
in de XVIe eeuw, Ámsterdam, 1865-1869 o L. J. ROGIER, cuya obra fundamental en este
aspecto sería Geschiedenis van het Katholicisme in Noord-Nederland in de XVIe en XVIIe eeuw,
Ámsterdam, 1945.
12
Norte y por la política que siguieron Alejandro Farnesio y Mauricio de Nassau15. Es
interesante este punto de vista, pues para él la separación de Norte y Sur sería una
consecuencia, y no una causa, de los acontecimientos de la Revuelta, subrayando que
durante la primera mitad del siglo XVII no se podrían establecer grandes diferencias
políticas, económicas y sociales entre los dos territorios16. Por último, resaltaría el
carácter social de la Revuelta, aunque consideraba que fue un movimiento de los
estamentos conservadores más que de los progresistas.
Sin duda, el aspecto social también sirvió como motivación para el estudio de la
Revuelta, siendo Reinier Cornelis Bakhuizen van den Brink (1810-1865), maestro de
Robert de Fruin, el primero que abordó esta visión, considerando que fue una revuelta
burguesa contra el feudalismo y el absolutismo17. Para ello partió de algunas premisas
liberales como la representación popular, la tolerancia y la libertad de conciencia,
considerando que el calvinismo también influyó, aunque no por motivos doctrinales
sino ideológicos, como sus aspectos “democráticos”. Fue, además, uno de los primeros
autores que trató de transmitir una imagen negativa de la nobleza, compartiendo los
presupuestos de Walter Ullmann, a la que consideró una clase “holgazana” y retrógrada
que frenaba los impulsos de progreso de la burguesía.
Esta visión de una nobleza negligente no se vería alterada hasta los trabajos de
Herman Arend Enno van Gelder (1889-1973) en la década de los 3018. En ellos, el autor
representa que los nobles fueron los encargados de encabezar la Revuelta, sobre todo,
tras verse desplazados de la toma de decisiones por extranjeros y juristas provenientes
de los centros de estudio, uniendo a ello motivos religiosos y criticando al mismo
tiempo el presunto sentimiento nacionalista de la Revuelta19. Posteriormente, se ha
seguido rehabilitando la imagen de la nobleza flamenca y prestigiando su papel,
señalando que mientras en las Provincias Unidas los nobles participaron como regentes
en el republicanismo, en el Sur el reforzamiento del absolutismo español significó que
15
Todas estas ideas quedan expresadas en su The revolt of the Netherlands (1555-1609),
Londres, 1932, así como, de manera más sucinta, en la introducción que realizó a la obra de
conjunto J. S. BROMLEY y E. H. KOSSMAN (Eds), Britain and the Netherlands, Londres,
1960.
16
A. W. WILLAMSEN, Geyl en Vlaanderen, Amsterdam, 1973.
17
Así lo observamos en su Studien over vaderlandsche geschiedenis, Ámsterdam-La Haya, 5
vols., 1863-1913.
18
Como vemos en su Histoire des Pays-Bas: du XVIe siècle a nos jours, París, 1936 o en algún
artículo como “De Nederlandse adel en de Opstand tegen Spanje”, Tijdschrift voor
Geschiedenis 43 (1928), pp. 1-20 y 138-159.
19
Su labor se vería reforzada por la edición de fuentes documentales de la época. Así, junto con
J. S. THEISSEN editaron la Correspondance française de Marguerite d´Autriche, duchesse de
Parme, avec Philippe II, 1565-1568, Utrecht, 3 vols., 1925-1942.
13
la alta nobleza perdiera su papel tradicional en el gobierno central, aunque manteniendo
el provincial y local20 y siendo el balance del poder real21. Sin duda, los trabajos de
Heink van Nierop, centrados principalmente en la provincia de Holanda, son los más
señalados en este campo22.
El desarrollo de la historia económica en el siglo XX modificaría el estudio de
las clases sociales y su influencia en la Revuelta, centrándolo en términos económicos y
materiales. Sin duda, el gran historiador belga Henri Pirenne (1862-1935) fue el
máximo exponente de la aplicación de la economía en la historia social, al hablar del
rápido desarrollo de la industria en los Países Bajos, sobre todo en Flandes, y, por tanto,
de la burguesía. Debido a ello, la Revuelta fue una revolución burguesa y calvinista para
deshacer los lazos políticos y sociales existentes23.
Estas teorías anunciaban la cercana aplicación a la Revuelta del materialismo
histórico marxista y su lucha de clases, siendo el primero que aplicó dichos
presupuestos el historiador alemán Erich Kuttner (1887-1942), utilizándolos para
explicar el movimiento iconoclasta de 156624. Como es de suponer, para este autor la
Revuelta sería un levantamiento del proletariado, sobre todo en las provincias
occidentales, que en los años 30 se habían convertido al anabaptismo y en los 60 al
calvinismo, y que tras el acceso de la burguesía a los magistrados urbanos se vio
abocado a la Iconoclastia. Estas teorías marxistas han seguido teniendo pábulo hasta
hace no muchos años25.
Todos estos enfoques que hemos expuesto hasta ahora insistían en dos
cuestiones fundamentales: que habían llegado a la raíz única de la insurgencia -diferente
según cada punto de vista- y que proporcionaban características válidas para todos los
20
Destacando su capacidad de patronazgo, como señala H. G. KOENIGSBERGER, "Patronage,
Clientage and Elites in the Politics of Philip II, Cardinal Granvelle and William of Orange" en
A. MACZAK, Klientelsysteme im Europa der Frühen Neuzeit, Oldenbourg, 1988, pp. 127-148.
21
N. MOUT, op. cit., p. 28.
22
Sobre todo su obra Van Ridders tot Regenten, Amsterdam, 1984, que se tradujo al ingles en
1993 por Martín Altee con la Cambridge University Press con el nombre de The nobility of
Holland. From knights to regents, 1500-1650. Para el papel de la nobleza, en general, durante
los comienzos de la Revuelta, destacan varios de sus artículos: "A Beggars" Banquet. The
compromise of the nobility and the politics of inversion", European History Quarterly, 21
(1991), pp. 419-443; "Serving the king and resisting: dilemmas of loyalty and treason in the
revolt of the Netherlands" en J. MARTÍNEZ MILLÁN (dir.), Felipe II (1527-1598). Europa y
la Monarquía Católica, Madrid, 1998, I, pp. 567-578 o "The Nobility and the Revolt of the
Netherlands: Between church and King, and Protestantism and Privileges" en P. BENEDICT,
G. MARNEF, H. F. K. van NIEROP y M. VERNARD (eds.), op. cit., pp. 83-98.
23
Su expresión más acabada de estas teorías la encontramos en su monumental obra, Histoire de
Belgique, Bruselas, 1900-1932, 7 vols.
24
Como expone en su Het Hongerjaar, 1566, Ámsterdam, 1946.
25
T. WITTMAN, Les Gueux dans les Bonnes Villes de Flandre, 1577-1584, Budapest, 1960.
14
territorios comprendidos en la Revuelta. Esta tendencia, sin embargo, quebraría a
comienzos de la década de los 60 del siglo XX, sobre todo a raíz de una famosa
conferencia que el profesor J. W. Smit pronunció en 1959 durante el congreso que daría
como fruto el sugerente libro Britain and the Netherlands citado anteriormente26 y en
cuyas ideas insistiría en posteriores ocasiones27. En ella, el autor señalaba novedosas
vías de estudio que desembocarían en nuevas teorías basadas en un particularismo que
procuraba demostrar que hubo numerosos partidos y fracciones en los movimientos
políticos y sociales, por lo que habría que estudiar las situaciones territoriales
específicas de cada provincia y sector social28.
Smit profundizaría en este camino, al buscar las precondiciones que habían
hecho posible el movimiento que desencadenó una revolución socio-política. Para él,
los Países Bajos antes de la Revuelta tenían un sistema político basado en un
entendimiento mutuo entre élites y soberano; los verdaderos focos de poder eran las
dinastías nobles y las ciudades, por lo que creía necesario llevar a cabo un estudio local
para ver qué sucedió en cada provincia, región y ciudad29. Carlos V fue capaz de
comprender el sistema y usar a magistrados de las ciudades y a Estados Provinciales
para sus fines, no rebelándose la alta nobleza por su papel preponderante en el gobierno.
Sin embargo, cuando su hijo Felipe intentó modificar el sistema provocó una fuerte
reacción desde diversos puntos. Junto a esta precondición de inestabilidad de la
estructura política, Smit introduciría otras, aunque de una forma mucho menos clara,
cuales fueron los cambios económicos, ideológicos, religiosos y sociales, compartiendo
varios puntos de vista con los marxistas al contemplar las luchas nobleza-burguesía. El
“nacionalismo”, para él, ocuparía un papel secundario.
Desde las propuestas formuladas por Smit, se han impulsado nuevos estudios
orientados hacia diferentes campos. En primer lugar, ha llamado poderosamente la
atención el estudio de las instituciones, no solo desde sus ordenanzas, sino también
desde su funcionamiento diario y los efectos de sus decisiones. Igualmente, se ha
tratado de discernir los fines que propiciaron la creación de nuevas instituciones durante
26
El nombre de la conferencia sería “The Present Position of Studies Regarding the Revolt of
the Netherlands”, publicada en dicho libro en pp. 11-30.
27
La más conocida es su contribución al libro de conjunto recopilado por R. FOSTER y J. P.
GREENE, Preconditions of Revolution in Early Modern Europe, Baltimore, 1970 (Yo he
manejado la traducción española de Barcelona, 1975, Revoluciones y rebeliones de la Europa
Moderna, siendo el título de su texto “La revolución en los Países Bajos”, pp. 29-65).
28
En este sentido, es paradigmático el título del libro de J. L. PRICE, Holland and the Dutch
Republic in the Seventeenth Century: The Politics of Particularism, Nueva York, 1994.
29
Un buen ejemplo de este enfoque sería la tesis doctoral inédita de G. E. WELLS, Antwerp and
the government of Philip II: 1555-1567, defendida en la Universidad de Cornell en 1982.
15
este periodo30. Por lo que respecta a los Consejos Colaterales, son ya clásicos los
complementarios estudios de Michel Baelde31 y de Hugo de Schepper32, aunando ambos
un profundo estudio interpretativo y un valioso trabajo prosopográfico. El Gran Consejo
de Malinas, por su parte, también ha recibido atención, tanto en lo referente a su
funcionamiento como a la documentación que generó33. Así mismo, los Stadholder o
gobernadores de provincia han sido objeto de estudio por parte, especialmente, de Paul
Rosenfeld en una interesante tesis doctoral34. Por supuesto, los Estados Provinciales35 y
Generales han recibido también su atención36, destacando el excelente estudio del
profesor H. G. Koenigsberger para estos últimos37. Sin duda alguna, la culminación de
estos esfuerzos de la historia institucional ha resultado ser el estudio publicado en dos
volúmenes, tanto en neerlandés como en francés, por los Archives Générales du
Royaume/Algemeen Rijksarchief38.
30
J. D. TRACY, Holland under Habsburg Rule, 1506-1566. The formation of a body politic,
Berkeley, 1990.
31
De Collaterale raden onder Carel V en Filips II, 1531-1578. Bijdrage tot de geschiedenis van
de centrale instellingen in de zestiende eeuw, Bruselas, 1965.
32
En su tesis doctoral inédita, defendida en Lovaina en 1972, De collaterale Raden in de
Katolick Nederlanden van 1579 to 1609. Studie van leden intelligen en algemene politiek.
33
Entre numerosos trabajos, podemos citar el de J. van ROMPAEY, De Grote Raad van de
hertogen van Bourgondië en het parlement van Mechelen, Bruselas, 1973 como estudio
interpretativo y J. Th. de SMIDT, E. I. STRUBBE y J. van ROMPAEY (eds.), Chronologische
lijsten van de gëextendeerde Sententiën en Procesbundels, berustend in het archief van de Grote
Raad van Mechelen, Bruselas, 1966-1971, 2 vols., I (1465-1504) y II (1504-1531) por lo que
respecta a la documentación.
34
The provincial gobernors in the Netherlands from the minority of Charles V to the revolt.
Defendida en la Columbia University, permanece inédita aunque en 1989 se llevó a cabo una
edición en Michigan por University Microfilms International. Un resumen de las conclusiones
en su artículo "The provincial gobernors of the Netherlands from the minority of Charles V to
the Revolt" en H. J. COHN (ed.), Government in reformation Europe, Londres, pp. 257-264. Es,
asimismo, reseñable el trabajo de H. H. ROWEN, The princes of Orange. The Stadholders in
the Dutch Republic, Cambridge, 1988.
35
Así, R. REITSMA, Centrifugal and centripetal forces in the early Dutch Republic. The States
of Overijssel 1566-1600, Amsterdam, 1982 o J. W. KOOPMANS, De Staten van Holland en de
opstand, de ontwikkeling van hun functies en organisatie in de periode 1544-1588, La Haya,
1990 entre otros.
36
J. GILISSEN, “Les États generaux des Pays de Par deça, 1464-1632”, Standen en Landen 33
(1965), pp. 261-321.
37
Monarchies, States Generals and Parliaments. The Netherlands in the Fifteenth and Sixteenth
Centuries, Cambridge, 2001. En este trabajo, el autor agrupa sus numerosos estudios previos
sobre el tema.
38
E. AERTS, M. BAELDE, H. COPPENS, H. de SCHEPPER, H. SOLY, A. K. L. THIJS y K.
van HONACKER (eds.), De centrale overheidsinstellingen van de Habsburgse Nederlanden
(1482-1795), Bruselas, 1994 para la versión en neerlandés y Les institutions du gouvernement
central des Pays-Bas Habsbourgeois (1482-1795), Bruselas, 1996 para la versión francesa
(traducción de C. de Moreau de Gerbehaye). Curiosamente, el mismo año que se publicaba en
neerlandés esta macro-obra, la investigadora Micheline Soenen publicó una guía de los fondos
de los Archives Générales du Royaume con el título de Institutions centrales des Pays-Bas sous
l´Ancien Régime, pero hay que resaltar que ambos proyectos son independientes.
16
Junto al estudio sobre las instituciones, también se ha intentado depurar el
concepto de nacionalismo enunciado por Geyl. Así, se ha incidido en el deseo de los
neerlandeses del siglo XVI de pertenecer siempre a un cuerpo político o nación, pero no
como un todo o conjunto, sino incluyendo únicamente a la ciudad, pueblo, provincia,
gentes que la componían,... cercana a cada individuo y que estaba siendo atacada en su
antigua forma de vida y de organización por extranjeros39.
Se han consignado igualmente avances en la historia económica, añadiendo
nuevos estudios a los ya existentes. Estos estarían relacionados con la inflación, y
destacan los trabajos demográficos de C. Verlinden o E. Scholliers40 centrados en las
clases bajas con paupérrimos salarios, si es que tenían trabajo, y que se amotinarían
contra la riqueza o contra el gobierno central. Por su parte, Van der Wee y su discípulo
H. Soly se fijarían en la clase media (comerciantes, artesanos,...), que se levantaría
contra los aristócratas locales o contra Bruselas ante el miedo a perder su privilegiada
posición. Sin embargo, no irían mucho más allá y se centrarían solo en provincias con
desarrollo industrial como Flandes, Holanda o Brabante41.
Igualmente, se señaló la necesidad de situar la Revuelta en un contexto
internacional, ya que con anterioridad siempre se la había considerado de forma aislada
con respecto a su entorno42. Las guerras de religión francesas43 y las relaciones con
Inglaterra e Isabel I44 han ocupado un papel preeminente en este intento. Sin embargo,
39
Aquí son fundamentales los trabajos del historiador y psicólogo Eugen Lemberg como
Nationalismus, Reinbek, 1964.
40
C. VERLINDEN, “Crises économiques et sociales en Belgique à l´époque de Charles Quint”
en CENTRE NATIONAL DE LA RECHERCHE SCIENTIFIQUE (ed.), Charles Quint et son
temps, París, 1959 o E. SCHOLLIERS, Loonarbeid en honger, Amberes, 1960.
41
H. van der WEE, “De economie als factor bij het bejín van de Opstand in de zuidelijke
Nederlanden” en Bijdragen en Mededelingen van het Historisch Genootschap, 83 (1969), pp.
15-32 o H. SOLY, “Economische vernieuwing en sociale weerstand. De betekenis en aspiraties
der Antwerpse middenklasse in de 16de eeuw”, Tijdschrift voor Geschiedenis, 83 (1970), pp.
521-535.
42
El único autor que había realizado importantes trabajos en este campo durante el siglo XIX
fue JMBC Kervijn de Lettenhove con su Les huguenots et les gueux, Brujas, 1883-1885, 6 vols.
o, junto a L. Gilliodts-Van Severen, Rélations politiques des Pays-Bas et de l´Angleterre sous le
regne de Philippe II, Bruselas, 1882-1900, 11 vols.
43
La bibliografía es muy numerosa, pero destacan las obras de N. M. SUTHERLAND, The
massacre of St. Bartholomew and the European conflict, 1559-1572, Londres, 1973 y M. P.
HOLT, The duke of Anjou and the politique struggle during the wars of religión, Cambridge,
1986. Últimamente, la obra de conjunto, ya reseñada, de P. BENEDICT, G. MARNEF, H. F. K.
van NIEROP y M. VERNARD (eds.).
44
En este sentido, es necesario resaltar la controversia suscitada entre R. B. Wernham (en sus
obras Before the Armada: the growth of English foreign policy, 1485-1588, Londres, 1966,
After the armada: Elizabethan England and the struggle for western Europe, 1588-1595,
Oxford, 1984 y The return of the armadas: the last years of the Elizabethan war against Spain,
1595-1603, Oxford, 1994) y Charles Wilson (Queen Elizabeth and the revolt of the
Netherlands, Londres, 1970). Mientras el primer autor sostiene que Isabel I siguió la misma
17
las conexiones con el Imperio45, aunque siempre se han recalcado las relaciones de la
nobleza flamenca con la alemana, y con el Papado no han atraído tanta atención.
Mención aparte merecen los trabajos encargados de relacionar los
acontecimientos acaecidos en Flandes con el decurso que siguió la Monarquía Hispana.
Geoffrey Parker demostró la imposibilidad de comprender a fondo este acontecimiento
sin tener presente el punto de vista “español”46, esto es, la estrategia de Felipe II. El
autor señala la existencia de tres revueltas diferentes, en las cuales predominó el
particularismo frente al nacionalismo y cuyo factor aglutinante fue la amenaza para las
libertades cooperativas que suponían las novedades del monarca. En concreto, la
primera tuvo lugar en 1566 y fue motivada por la presencia de guarniciones españolas
en la zona, el control de las decisiones políticas por Granvela, las nuevas diócesis y los
Placcards. La segunda tendría lugar en 1572 por los ataques del duque de Alba a los
privilegios y sus intentos por aplicar la alcabala. Por último, en 1576 se produjo un
nuevo levantamiento, destinado a evitar los motines de los soldados españoles que
podían acabar con la riqueza del país.
Siguiendo el estudio de la intervención española en el conflicto, han aparecido
diversos trabajos sobre las luchas faccionales en la corte madrileña y sus repercusiones
políticas en Flandes47 y J. H. Elliott llegó a señalar que el caso de los Países Bajos podía
resultar un modelo para saber qué hubiera podido suceder en otros territorios de la
Monarquía Hispana48. Aquí podríamos encuadrar, asimismo, el trabajo de Pierre
Chaunu, que conectaba el tráfico de metales preciosos de Castilla con las Indias con la
política seguida en Flandes, según el dinero que entrara en las arcas de Felipe II49. Tanto
Elliott como Parker criticaron dicha visión, sobre todo el último, que recalcaría las
necesidades de dinero de los ejércitos de la Monarquía, pero uniendo dichas carencias a
las guerras de Felipe II contra los turcos.
En los últimos 15 años, la historiografía internacional –especialmente la
anglosajona– ha subrayado con insistencia el papel y experiencia holandesa durante los
siglos XVI y XVII y se concentra particularmente en la individualización de un posible
política de balance europea que sus precedesores Tudor, el segundo cree que la reina
improvisaba sin seguir ningún plan y llevada por miedos.
45
El trabajo más destacado es el de M. WEIS, Les Pays-Bas espagnols et les Etats du Saint
Empire (1559-1579). Priorités et enjeux de la diplomatie en temps de troubles, Bruselas, 2003.
46
The Dutch Revolt, Londres, 1977 (hay traducción al español, España y la rebelión de Flandes,
Madrid, 1986).
47
Sin duda, el mejor estudio es la tesis doctoral inédita de P. D. LAGOMARSINO, Court
factions and the formulation of Spanish policy towards the Netherlands (1559-1567), defendida
en Cambridge en 1973.
48
J. H. ELLIOTT, Imperial Spain 1469-1716, Londres, 1963.
49
P. CHAUNU, “Séville et la “Belgique”, 1555-1648”, Revue du Nord, 42 (1969), pp. 259-292.
18
carácter revolucionario de la Revuelta. Se ha visto, además, en la organización política y
en los fenómenos culturales de las Provincias Unidas un término de parangón esencial
para la comprensión de las naciones de hoy, el prototipo del estado capitalista, con una
economía fuertemente orientada hacia el mercado libre y la globalización y una
sociedad multicultural y tolerante50. Charles Tilly, por su parte, infiere que la Guerra de
los Ochenta Años fue un proceso de formación estatal “de intensidad de capital”. A
juicio de este autor, la Revuelta no debía ser considerada más una simple revuelta, sino
una verdadera revolución y, en concreto, el modelo de revolución burguesa europea51.
Evidentemente, esto conllevaba un análisis propio del concepto de revolución52 y
criticaba a J. Shennan que unos años antes había defendido lo contrario al hacer
referencia a que la Revuelta había sido un movimiento fundamentalmente conservador,
como ya había propuesto Geyl53.
Sin duda, el estudio de Jonathan Israel, The Dutch Republic. Its Rise, Greatness
and Fall (1477-1806), supone el más exhaustivo sobre el tema en los últimos tiempos54.
En él, el autor resalta las tensiones provocadas entre la nobleza y los juristas por el
proceso de burocratización producido desde 1522, fecha en que se nombró gobernadora
a Margarita de Saboya. Felipe II, tras abandonar los Países Bajos en 1559, decidiría
apoyarse en esos letrados dejando de hacerlo en los magnates locales, por lo que las
luchas Granvela-Nobles señalarían la ruptura entre las estructuras de poder y los
sistemas de patronazgo. Igualmente, el autor también incide en la necesidad de estudiar
las situaciones territoriales específicas de cada provincia y sector social55, subrayando
las diferencias existentes entre los territorios situados al norte de los ríos y los que lo
estaban al sur.
50
Véase, por ejemplo, J. KREJCI, Great Revolutions Compared, Nueva York-Londres, 1994.
51
C. TILLY, European Revolutions, 1492-1992, Oxford, 1993, p. 94.
52
Sobre este asunto, F. BEGNINO, Specchi della Revoluzione. Conflicto e identittà política
nell´Europa moderna, Roma, 1999, M. RICCIARDI, Rivoluzione, Bolonia, 2001 o el número
especial dedicado al tema en la revista Teoría Política, 2-3 (1989), con participación de Bobbio,
Bertelli, Rovero,...
53
J. SHENNAN, The Origins of the Modern European State, 1450-1750, Londres, 1974. Estas
ideas también fueron criticadas, además de por Tilly, por A. Tenentti en su Dalle rivolte alle
rivoluzione, Bolonia, 1997.
54
Publicado en Oxford, 1995, resulta de especial relevancia el capítulo 7, “The breakdown of
the Habsburg Regime, 1549-1566”, pp. 129-154. Resaltar, asimismo, S. GROENVELD, H. L.
Ph. LEEUWENBERG, N. E. H. M. MOUT y W. M. ZAPPEY, De Tachtigjarige Oorlog. I. De
Kogel door de Kerk? De opstand in de Nederlanden 1559-1609, Zutphen, 1990.
55
Este mismo sentir lo han seguido historiadores holandeses como H. F. K. van NIEROP en su
“De Troon van Alba. Over de interpretatie van de Nederlandse Opstand”, Bijdragen en
Medelingen betreffende de Geschiedenis der Nederlanden, 110 (1995), pp. 205-223 o belgas
como G. JANSSENS, “Brabant en het Verweer”. Loyale oppositie tegen Spanje´s bewind in de
Nederlanden van Alva tot Farnese 1567-1578, Kortrijk, 1989.
19
De la última investigación sobre el tema se desprenden las mismas ideas56: las
Provincias Unidas surgieron de una serie de acontecimientos, con frecuencia no
intencionados, que generaron una República del orden político, institucional y social
sustancialmente nuevo y diferente al precedente. Estas dos ideas de que la Revuelta fue
un acontecimiento bastante complejo y descomponible en numerosos fragmentos, pero
que en todo caso su salida fue revolucionaria, son las que dominan actualmente la
historiografía. Los análisis de la literatura y escritos de la época así lo demuestran57.
De vital importancia en este punto son los estudios de Catherine Secretan sobre
el concepto de libertad en la Revuelta58. La autora también sostiene que el
levantamiento fue una revolución y, en particular, subraya el pasaje del antiguo
significado del término “privilegio”, entendido como “exención”, en la moderna idea de
libertad individual, que se construye durante el siglo XVII a través de una serie de
reflexiones y que encuentran su más autorizada síntesis en la obra de Spinoza. Si el
volumen de Secretan tiene el mérito de haber reconstruido el contexto específicamente
holandés de los debates políticos durante la Guerra de los Ochenta Años, la monografía
más completa sobre el pensamiento de la Revuelta se debe a Martin van Gelderen59. El
autor, siguiendo la metodología conceptualista de Cambridge formulada por Q. Skinner,
analiza el contexto y significado de gran parte de la literatura panfletista de la época60.
Las interpretaciones propuestas por Secretan y Gelderen, que insisten en la
radicalidad y novedad del pensamiento político de los Países Bajos, han sido
recientemente puestas en crítica al volver a publicar la obra de E. H. Kossmann,
Political Thought in the Dutch Republic. Three Studies (Ámsterdam, 2000)61, donde el
autor señala la escasa relevancia teórica y sistemática de las concepciones políticas de
los rebeldes y cree que no se puede afirmar que se vea un “carácter revolucionario” en
el pensamiento político de los calvinistas holandeses62. Por último, conviene señalar el
56
G. DARBY (ed.), The origins and development of the Dutch Revolt, Londres, 2001.
57
Siempre con la leyenda negra como telón de fondo, destacar los últimos trabajos de Y.
RODRÍGUEZ PÉREZ, De Tachtigjarige Oorlog in Spaanse ogen. De nederlanden in spaanse
historische en literaire teksten (circa 1548-1673), Nimega, 2003 o I. SCHULZE SCHNEIDER,
La leyenda negra de España. Propaganda en la guerra de Flandes (1566-1584), Madrid, 2008.
58
En particular su obra Les privilèges, berceau de la liberté. La Révolte des Pays-Bas: aux
sources de la pensée politique moderne (1566-1619), París, 1990.
59
The Political Thought of the Dutch Revolt (1555-1590), Cambridge, 1992.
60
En esta misma línea, A. CLERICI, “La rivolta dei Paessi Bassi e la rivoluzione inglese.
Propaganda e pensiero político nella Reppublica delle Provincie Unide (1642-1652)”, Annali di
Storia Moderna e Contemporánea, 10 (2004), pp. 175-221 con una completa bibliografía.
61
Especialmente el artículo “Popular Sovereignity at the beginning of the Dutch Ancien
Regimen”, originalmente aparecido en 1980.
62
Criticando algunas de las interpretaciones formuladas por Skinner en su Los fundamentos del
pensamiento político moderno, México, 1982 (editado en inglés en 1978).
20
esfuerzo realizado por H. A. Enno van Gelder, y retomado años después por J. J.
Woltjer, por localizar en los Países Bajos un grupo político y religioso similar a los
moyenneurs o politiques franceses, encabezado por una serie de nobles que buscaban
una “vía media” y a los que se ha venido en denominar malcontents63.
Finalmente, he de señalar que los estudios sobre Confesionalización y
construcción del estado, surgidos en la historiografía europea reciente, han provocado
una línea de investigación muy fructífera que, en el caso holandés, ha buscado el influjo
de la confesión calvinista en el proceso revolucionario64.
Como hemos podido comprobar, la bibliografía sobre la Revuelta es ingente. Sin
embargo, este trabajo pretende darle un enfoque diferente, con la aparición de nuevos
elementos de juicio y la reinterpretación de la documentación a través de una nueva
metodología basada en el estudio de la Corte. Por lo tanto, la novedad del presente
estudio no reside tanto en el tema, estudiado ya en numerosas ocasiones, sino en la
orientación metodológica del mismo y en las nuevas vías de investigación que hemos
pretendido abrir.
************************************
El trabajo que aquí presento es una versión corregida y aumentada de mi tesis
doctoral, que presenté con el título de El manejo de los asuntos de Flandes, 1585-1598
en la Universidad Autónoma de Madrid el 24 de septiembre de 2004, y que recibió la
63
H. A. ENNO van GELDER, “Een historiese vergelijking. De Nederlandse opstand en de
Franse godsdienstoorlogen” en Verslag van de Algemene Vergadering van het Historisch
Genootschap (1930), pp. 21-42 y J. J. WOLTJER, Friesland in Hervormingstijd, Leiden, 1962
(donde el autor hace un estudio de esta provincia en la Revuelta, siguiendo las líneas de
investigación imperantes en el momento). Ver también, del mismo autor, “Political Moderates
and Religious Moderates in the Revolt of the Netherlands” en P. BENEDICT, G. MARNEF, H.
F. K. van NIEROP y M. VERNARD (eds.), op. cit., pp. 185-200 y H. G. KOENIGSBERGER,
“The organisation of revolutionary parties in France and the Netherlands during the sixteenth
century” en su libro Estates and Revolutions. Essais in Early Modern European history, Ithaca
(Nueva York), 1971, pp. 224-252.
64
Los trabajos son muy numerosos en los últimos 15-20 años, valga recordar H. SCHILLING,
Civic Calvinism in Northwerstern Germany and the Netherlands. Sixteenth to Nineteenth
Century, Ann Arbor, 1991; A. PETTEGREE, Emden and the Dutch Revolt, Oxford, 1992 o C.
H. PARKER, The Reformation of Community. Social Welfare and Calvinism Charity in
Holland, 1572-1620, Cambridge, 1998. Para entender la evolución del calvinismo en los Países
Bajos, es preciso tener en cuenta sus antecedentes, W. E. KEENEY, Dutch Anabaptist Thought
and Practice, 1539-1564, Nieuwkoop, 1968; P. CREW, Calvinist Preaching and Iconoclasm in
the Netherlands, 1544-1569, Cambridge, 1978 o H. MECHOULAN, Ámsterdam au temps de
Spinoza, París, 1990. Para las relaciones con otras comunidades calvinistas europeas e, incluso,
americanas, resultan de especial interés la consulta de los volúmenes M. PRESTWICH (ed.),
International Calvinism, 1541-1715, Oxford, 1985 y A. PETTEGREE, A. DUKE y G. LEWIS
(eds.), Calvinism in Europe, 1540-1620, Cambridge, 1994.
21
calificación de Sobresaliente “Cum Laude”. Algunas de las conclusiones reseñadas en
dicho estudio, han sido convenientemente revisadas al albur de las nuevas
investigaciones que he ido llevando a cabo.
Este libro no hubiera sido posible sin el apoyo, cariño y magisterio de numerosas
personas. En primer lugar, no puedo expresar con palabras el agradecimiento a alguien
que siempre está presente en mi pensamiento y que ha hecho posible en momentos
difíciles que continuara mi investigación. Tu atención a mis sueños, tantas horas
escuchando mis teorías e, incluso, acudiendo a los archivos conmigo, no pueden ser
compensados con unas simples líneas. Sara, espero poder devolverte en el futuro, al
menos, una pequeña parte de lo que me das. Y a vosotros Eloy y Alicia, espero que
dentro de unos años éste libro os ayude a comprender un poco mejor las inquietudes de
vuestro padre.
Igualmente, me gustaría agradecer a mi familia toda la paciencia y apoyo que me
han brindado durante estos años para que pudiera finalizar lo que, esperemos, sea el
inicio de una vida dedicada a la investigación histórica. Quisiera hacer una mención
muy especial a mis padres, que son los que han hecho posible que hoy sea la persona
que soy. Agradezco, de igual manera, a mis abuelos, hermanos y Chelo la atención que
me han prestado durante las largas charlas donde intentaba explicarles todo aquello que
bullía, y bulle, en mi mente.
De igual manera, no puedo dejar de acordarme de todos los amigos que han
asistido durante nuestros años de amistad a este difícil “parto” y ya, por fin, tienen entre
sus manos el fruto del esfuerzo, que algunos pensaban que no llegaría nunca.
Por supuesto, mi mayor agradecimiento a José Martínez Millán, que ha
aguantado con paciencia mis titubeantes pasos desde el inicio de su magisterio y me ha
transmitido una parte del inmenso saber que atesora. El amor que ya sentía por la
historia se ha acentuado mucho más desde que tengo el enorme privilegio de trabajar
con él y con el equipo de investigación que dirige con sabia mano. La talla humana de
Manuel, Santiago, Carlos, Henar, Nacho, Félix y Alejandro es aún mayor que su
tremenda capacidad intelectual y valía profesional y espero responder a la confianza que
han depositado en mí.
Por último, aunque no en último lugar, me gustaría agradecer a todos los
facultativos de archivos y bibliotecas que he visitado durante mi periplo investigador,
con especial mención a doña Isabel Aguirre Landa (Archivo General de Simancas), su
profesionalidad y amabilidad, que me ha facilitado en grado sumo mi trabajo.
22
Espero no olvidar a ninguna de las personas que han facilitado la consecución de
esta obra y si esto, por desgracia, sucediera, pido desde aquí que sepan disculpar este
imperdonable error.
A todos ellos gracias.
23
CRONOLOGÍA
REINADO DE LOS REYES CATÓLICOS (1474-1516)
1496- 08-21- Matrimonio en Lille de Juana de Castilla y Felipe de Borgoña.
1502- Primer viaje de Juana y Felipe a la Península Ibérica;
conocimiento en Castilla y Aragón de la Etiqueta Borgoñona e
incorporación de la guarda de archeros de Corps a la Casa Real
hispana.
1506- Segundo viaje de Juana y Felipe a la Península; primer uso de
una Casa a la borgoñona como elemento de integración de las
élites castellanas.
09-25- Fallecimiento de Felipe I.
Regencia del Conseil Privé, con Margarita de Austria al frente (1507-03-
18/1515-01-06)
1512- 04-01- Institución de servicio propio para el archiduque Carlos.
1513- Elaboración y fracaso del Masterplan de Margarita.
Asunción del poder por el archiduque Carlos (1515-01-06/1517-09)
1515- 01-06- Mayoría de edad del archiduque.
10-25- Ordenanza de la Casa de Carlos; triunfo de la facción
profrancesa.
12-08- Ordenanza de la Casa de Margarita.
1515- h. 1517- Maximilianne de Lannoy, señor de Mingoval, capitán de los
archeros de Corps de Carlos V.
1516- 1520- Chièvres como Contador Mayor de Hacienda.
1516- 1522- Adriano de Utrecht como Inquisidor General.
REINADO DE CARLOS V (1516-1555)
Gobierno de Margarita de Austria (1517-09/1530-11-30, hasta 1522 como presidenta
del Consejo de Regencia)
1517- Promulgación de ordenanzas para el Consejo de Regencia.
1520- 1521- Revuelta de las Comunidades.
1520- 1538- Don Juan de Carniga, señor de Habbarcq, como capitán de la
guarda de archeros de Corps de Carlos V.
1521- 03- Bando de Carlos V prohibiendo la impresión y circulación de
las obras de Lutero en los Países Bajos.
1522- Creación Inquisición neerlandesa, Frans van der Hulst al frente.
1522- 1530- Preponderancia de la “vía flamenca” en la corte del emperador.
1523- Reforma de la Casa de Castilla del monarca e integración de
hispanos en su Casa de Borgoña.
1523- 02-26- Creación del Consejo de Hacienda con Enrique de Nassau al
frente.
1525- 03-01- Nueva ordenanza para la Casa de Margarita de Austria.
1526- Asentamiento del Consejo de Estado de Carlos V.
1527- 05-06- Inicio del Sacco de Roma.
1530- Inicio de la “vía imperial” en la Corte del emperador.
1530- 11-30- Muerte de Margarita de Saboya.
Gobierno de María de Hungría (1531-07-06/1555-10-25)
1531- 10-01- Creación de los tres Consejos Colaterales en Flandes.
1531- 1540- Carondelet como Chef del Conseil d´État y del Conseil Privé.
1535- Instauración de Casa para el príncipe Felipe, al modo
castellano, separada de la de su madre y hermanas.
24
1538- 1549- Jean de Montmorency, señor de Corrieres, capitán de la guarda
de archeros de Corps de Carlos V.
1539- Publicación del Fondament-Boeck de Menno Simmons.
1540- 10-12/1548-12-25- Luis de Schore, Chef del Conseil d´État y del Conseil Privé.
1541- Nombramiento del III duque de Alba como mayordomo mayor
de la Casa de Borgoña de Carlos V.
1544- El Consejo de Estado de Carlos V decide que era menos
gravoso para la Monarquía perder Milán que los Países Bajos.
1545- 11-26- Creación de 11 nuevas bandes d´ordonnance.
1548- Asunción de la Etiqueta Borgoñona en la Corte de Carlos V.
Creación de una Casa de Borgoña para el príncipe Felipe, que
se uniría a la ya existente de Castilla, con el duque de Alba
como mayordomo mayor de ambos servicios.
1549- 01-01/1569-09-09- Viglius como chef del Conseil Privé. Tras morir su sucesor
Tisnacq, volvió a ejercer de forma interina hasta 1575. Fue, así
mismo, Chef del Conseil d´État de 1554 a su muerte en 1577.
1549- 1555- Charles de Brimeu, conde de Meghem, como capitán de la
guarda de archeros de Corps de Carlos V.
1549- 1567- El conde de Horn como capitán de la guarda de archeros de
Corps de Felipe II (hasta 1555 como príncipe Felipe).
1550- 04- Publicación del “Edicto Perpetuo”.
1555- 10-01- Despido de los componentes de la Casa de María de Hungría.
10-25- Abdicación en Bruselas de Carlos V como soberano de los Países
Bajos.
11-28- Ordenanzas para la nueva Casa de María de Hungría.
REINADO DE FELIPE II (1555-1598)
Gobierno de Emmanuel Filiberto de Saboya (1555-10/1559-08-07)
1556- 1558- Resistencia de los Estados Generales a conceder aides a Felipe
II.
1557- Charles de Lalaing gobernador interino, por ausencia de
Saboya.
1559- 04-02- Tratado de Cateau-Cambresis.
05-12- Publicación de la bula Super Universas por el papa Pío IV para
certificar la reorganización de los obispados neerlandeses.
06-29- Capítulo del Toisón de Oro en la iglesia de San Bavón en
Gante.
Gobierno de Margarita de Parma (1559-08-07/1567-09-30)
1559 08-07- Presentación de Margarita de Parma ante los Estados Generales
como nueva gobernadora.
1559- 1569- Charles de Tisnacq como Guardasellos del Ministerio Colateral.
1561- 03-11- Publicación de las bulas Ex Injuncto y De Statu Ecclesiarum
sobre la circunscripción y dotación de las nuevas diócesis neerlandesas.
1562- Embajada de Montigny a Madrid.
1564- 03-13- Abandono de Granvela de la corte bruselense.
1565- 06-15/07-02- Vistas de Bayona.
01/04- Embajada del conde de Egmont a Madrid.
10-17 y 20- Cartas del Bosque de Segovia.
11-18- Firma del Compromiso o liga de la nobleza.
1566- Beeldenstorm o Iconoclastia en los Países Bajos.
04-05- Presentación a Margarita de Parma de la Petición de la liga de
la nobleza.
04-10- Inicio de la embajada de Montigny y Berghes a Madrid.
08-23-Decisión de Margarita de suspender el reforzamiento de los
Placards y de la Inquisición.
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10-29- Reunión del Consejo de Estado en Madrid, donde se ratificaba el
envío de un ejército a los Países Bajos al mando de un general, a la
espera de que hiciera acto de presencia allí el monarca.
1567- 07-17- Nombramiento de Gabriel de Zayas como Secretario de Estado
para el Norte.
08-22- Llegada del duque de Alba a Bruselas.
09-20- Primera reunión del Conseil des Troubles, creado el día 5.
Gobierno de Fernando Álvarez de Toledo, III Duque de Alba (1567-09-30/1573-
12-19)
1567- 09-30-Partida de Margarita de Parma de Bruselas, tras jurar Fernando
Álvarez de Toledo como gobernador interino.
03-23- Tratado de Longjumeau.
04-23- Expulsión del embajador inglés, John Man, de Madrid.
06-05- Ajusticiamiento de Egmont y Horn en Bruselas.
08- Firma de Tratado de alianza mutua entre Orange, Condé y
Coligny.
1569- Embajada del archiduque Carlos a Madrid.
06-29- Concesión por parte de los Estados Generales del centésimo por
una vez y la posibilidad de convocarlo de nuevo pasados 6 años.
03-08- Se decide realizar encabezamiento del décimo y el vigésimo por
dos años, con lo que el gobernador conseguía dos millones de
florines.
08- Breve papal para la incorporación definitiva de las abadías a los
obispados neerlandeses.
1569-1576- Hopperus como Guardasellos del Ministerio Colateral.
1570- 01- Llegada de Jerónimo de Roda a Bruselas.
01-28/1573-04-17- Tisnacq como Chef-président del Conseil Privé.
02-25- Publicación en Londres de la Bula Regnam in Excelsis.
07-16- Publicación del Perdón General en Amberes.
08-04- Paz de Saint Germain.
10-09- Publicación de las mercedes concedidas por Felipe II a los
nobles y
letrados flamencos que habían permanecido fieles.
10-16- Muerte de Montigny en Simancas.
1571- 07-28/30- Negociaciones entre Carlos IX, los hugonotes y los Gueux.
07-31- Final del encabezamiento de los impuestos y Alba anuncia que
se recaudaría el impuesto de manera forzosa.
11-13- Abandono de la Corte francesa por el embajador Francés de
Álava.
1572- 01-21- Guerau de Spes, embajador de Felipe II en Inglaterra, embarca
en Dover para dirigirse hacia los Países Bajos tras ser expulsado por
Isabel I.
04-01- Toma de Brielle por los Gueux.
04-22- Tratado de Blois.
05-20- Fallecimiento del secretario Jossé de Courtewille.
06-19- Llegada del duque de Medinaceli a Bruselas.
08-24- Matanza de San Bartolomé.
10- Aprobación por los Estados Generales de la abolición del décimo y
vigésimo y la implantación de una cuota para tres años.
11-23- Marcha del duque de Medinaceli de Nimega a Gavre tras
enfrentamientos con el duque de Alba
1573- 01-30- Nombramiento de Luis de Requesens como sucesor del duque de Alba.
03-15- Tratado de Nimega entre Isabel I y Alba por el que se normalizaba el
tráfico mercantil.
04-04- Nombramiento de Arnould Dennetières como secretario del Ministerio
Colateral en Madrid.
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04-17- Muerte de Charles de Tisnacq.
11-17- Llegada de Requesens a Bruselas.
11 (Finales)- Partida del duque de Medinaceli hacia Madrid.
12-19- Partida del duque de Alba hacia Madrid.
Gobierno de don Luis de Requesens, Comendador Mayor de Castilla (1573-12-19/1576-
03-05)
1574- 03- Nombramiento de Jerónimo de Roda como consejero de Estado en
Flandes.
03-05- Muerte de Philippe de Sainte-Aldegonde, barón de Noircarmes.
06-06- Publicación de un nuevo Perdón General.
08-21- Tratado de Bristol
11- Creación de la Junta para tratar los asuntos de Flandes en Madrid.
1575- 03-03/07-13- Conversaciones entre el gobernador Requesens y los rebeldes
flamencos en Breda.
03- Expulsión de los refugiados ingleses de los Países Bajos y cierre del
seminario de Douai para estudiantes de esa nacionalidad.
09-01- Declaración de bancarrota de las finanzas reales.
09-08/1576- Arnould Sasbout como Chef-président del Conseil Privé.
1576- 03-05- Muerte de Luis de Requesens.
Gobierno del Conseil d´État (1576-03-09/11-03)
04- Ingreso del III marqués de los Vélez en la Junta de Flandes en lugar del
fallecido Andrés Ponce de León.
05-06- Edicto de Beaulieu.
08-05- Rebelión en Bruselas, con el encierro de Julián Romero, Roda y Alonso
de Vargas.
09- Estancia de don Juan de Austria en Madrid, previa a su marcha a los
Países Bajos.
09-04- Arresto de todos los miembros de los Consejos Colaterales excepto
Viglius y Aerschot.
11-03- Entrada de don Juan de Austria en Luxemburgo.
Gobierno de don Juan de Austria (1576-11-03/1578-10-01)
1576- 11-08- Pacificación de Gante.
12-15- Muerte de Hopperus.
1577- 02-11- Envío de Filippo Sega a los Países Bajos, con atribuciones de nuncio
permanente.
02-12- Firma del “Edicto Perpetuo” y salida de los tercios de los Países Bajos.
05-01- Entrada de don Juan de Austria en Bruselas como gobernador.
05-13/27- Conferencia de St. Gertruidenberg entre emisarios de don Juan y del
príncipe de Orange, sin llegar a acuerdo.
07-24- Don Juan abandona Bruselas camino del Castillo de Namur. Envío de
su secretario Escobedo a Madrid para informar sobre la situación.
08- Retorno de los tercios a tierras flamencas. Aceptación del archiduque
Matías del título de gobernador de los Países Bajos ofrecido por los nobles
neerlandeses.
09-06- Orange hace su entrada triunfal en Bruselas.
10-28- Arresto del duque de Aerschot.
1578- 01-08- Envío de don Bernardino de Mendoza a Londres como embajador de
Felipe II.
01-31- Triunfo de las tropas de don Juan de Austria en la batalla de Gembloux.
03-31- Asesinato de Escobedo.
04-08- Se produce la primera “reconciliación” de un noble neerlandés con el
bando realista con el retorno a la obediencia real del señor de la Motte junto a la
plaza fuerte de Gravelinas de la que era gobernador.
06-04- Muerte de Charles de Berlaymont.
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07- Reforma de los Consejos Colaterales por parte del gobernador.
08-13- Nombramiento del duque de Anjou como “Defensor de las libertades de
los Países Bajos contra la tiranía española”.
10-01- Fallecimiento de don Juan de Austria. Alejandro Farnesio como
sucesor, a expensas de la aprobación real.
Gobierno de Alejandro Farnesio (1578-10-01/1592-12-03)
1578- 1588- Charles de Tisnacq como gobernador de la guarda de archeros de Corps
de Felipe II.
1579- 01-06- Unión de Arràs.
01-23- Unión de Utrecht.
04-06- Retorno al bando realista de los Malcontents tras el Tratado de St. Eloi.
05/11- Negociaciones de paz en Colonia.
05-17- Tratado de Arràs, por el cual las provincias firmantes de la Unión de la
misma ciudad reconocían la autoridad de Felipe II sobre ellas.
07- Llegada del cardenal Granvela a Madrid para hacerse cargo de los
asuntos durante la ausencia de Felipe II. Nombramiento de Juan de Idiáquez
como Secretario de Estado.
1580- 03-24/10-10-1585- Jean Foncq Guardasellos del Ministerio Colateral.
06- Llegada de Margarita de Parma a Flandes e inicio de los
enfrentamientos con su hijo por hacerse cargo del gobierno.
08-20- Nombramiento de Alonso de Laloo como secretario del Ministerio
Colateral.
08-29- Tratado de Plessis-lès-Tours.
12-26- Apoyo público de Enrique III a la aventura de su hermano Anjou.
1581- 02-20/1592-01-21- Guillaume de Joigny, señor de Pamele, Chef-président del
Conseil Privé.
03-15- Dimisión del archiduque Matías de su puesto de gobernador.
07-26- Acta de abjuración; por primera vez se rechazaba la soberanía
Habsburgo en Flandes.
12-20- Comisiones para que Alejandro Farnesio fuera lugarteniente y
gobernador general de Flandes sin límite de tiempo.
1583- 09-14- Marcha de Margarita de Parma de Flandes.
1584- 01- Marcha de Bernardino de Mendoza de la embajada de Inglaterra; meses
después sería nombrado embajador en Francia.
06-10- Muerte del duque de Anjou.
07-10- Asesinato de Guillermo de Orange.
12-07- Reglamento provisional para la guarda de archeros de Corps.
12-31- Firma del Tratado de Joinville.
1585- 05-01- Inicio del pontificado de Sixto V.
07-07- Tratado de Nemours.
08-20- Tratado de Nonsuch.
12-27- Entrada del conde de Leicester en La Haya como gobernador.
1586- 09-21- Muerte del cardenal Granvela.
1587- 12-31- Nombramiento de Martín de Idiáquez como Secretario de Estado para el
Norte.
1588- 01-07/1598-05-06- Funcionamiento del Consejo de Flandes en
Madrid con Nicolás Damant como presidente, Jean-Charles Schetz como
consejero de asuntos eclesiásticos y Alonso de Laloo como secretario.
01/08- Primer gobierno interino de Pierre-Ernest Mansfeld durante los
preparativos para la Armada.
08- Llegada a Brujas del jesuíta Antonio Crespo de Molina.
10- Final del régimen del conde de Leicester.
12-23 y 24- Asesinatos de Enrique de Guisa y del cardenal de Lorena.
1596- Philippe de Cröy, conde de Solre, como capitán de la guarda de
archeros de Corps de Felipe II.
1589- 04-02- Publlicación de las Ordenanzas de la guarda de archeros de Corps.
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08-01- Asesinato de Enrique III que fue sustituído en el trono por el cardenal
de Borbón, que se convirtió en Carlos X.
1590- 03-14- Derrota en Ivry del ejército de Felipe II comandado por el conde de
Egmont, que fallece en el campo de batalla.
08/4-12- Primera incursión de Farnesio en Francia. Segundo interinazgo de
Mansfeld.
08-24- Muerte de Sixto V.
08-30- Muerte del Comendador Moreo.
12-31- Bernardino de Mendoza abandona su embajada en París, siendo
sustituído al año siguiente por Diego de Ibarra.
1591- 01-26- Llegada a Bruselas de Diego de Ibarra.
09- Llegada a Flandes del ejército pontificio enviado por Gregorio XIV con
Jerónimo Matteucci como comisario general de la armada, cargo que ejercería
hasta marzo de 1593.
11-15/1592-07- Segunda incursión de Farnesio en Francia. Tercer interinazgo
de Mansfeld.
12-31- Redacción de las instrucciones para el II marqués de Cerralbo, donde se
contemplaba el relevo de Farnesio por el cardenal Andrés de Austria.
1592- 01-30- Elección de Clemente VIII como nuevo pontífice.
03-28- Muerte del II marqués de Cerralbo en Italia.
06-16/1595-07-05- Jean van der Burch como Chef-président del Conseil Privé.
06- Envío del conde de Fuentes a completar la misión iniciada por el II
marqués de Cerralbo, aunque con el archiduque Ernesto como futuro
gobernador.
09-28- Instrucciones para Esteban de Ibarra.
10-14- Expulsión de Champagney de los Países Bajos por Farnesio y marcha
de este al Franco Condado.
11-22- Llegada del conde de Fuentes a Bruselas.
12-03- Muerte de Alejandro Farnesio en Arràs.
Gobierno interino de Pierre-Ernest Mansfeld (1592-12-13/1594-01-30)
1592- 12-13- Notificación del conde de Fuentes a Mansfeld de su elección como
gobernador interino.
1593- 01/1594-07- Expedición a Francia al mando de Charles Mansfeld.
01-26/06- Celebración de los Estados Generales en Francia para buscar un
nuevo monarca, fracasando la reunión al no decidirse el nombre de ningún
candidato.
02-26- Llegada a Bruselas de Inocencio Malvasía, comisario de la Armada
Pontificia hasta septiembre de 1594.
03-05- Notificación al archiduque Alberto para que dejara Lisboa y el cargo de
Virrey de Portugal y se dirigiera a Castilla para participar en el gobierno.
03-06- Notificación por parte de Fuentes al archiduque Ernesto de que había
sido elegido como gobernador de los Países Bajos; inicio de las conversaciones
con el Emperador para tal fín.
03-18- Llegada de Esteban de Ibarra a Bruselas, con lo que se implantaba la
Secrétairie d´État et de Guerre.
03-26- Asesinato de Appio Conti por el coronel Boppart.
05-26- Enfrentamiento Mansfeld-Fuentes sobre quien debía ponerse al frente
del ejército contra las acciones rebeldes.
07-12- Inicio de la Tregua de la Vallette entre Enrique de Navarra y la
Monarquía Hispana, que se prolongaría hasta enero del año siguiente.
08/1594-06- Jornada de Antonio Crespo de Molina a Madrid para defender las
posturas de Fuentes ante las de Mansfeld.
10-02- Dieta de Gratz en la que se aceptó que el archiduque Maximiliano
relevara a su hermano Ernesto en el gobierno de Estiria y Carintia.
10-15- Inicio de las actividades del Tribunal de la Visita.
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Gobierno del archiduque Ernesto (1594-01-30/1595-02-20)
1594- 01-30- Llegada del archiduque Ernesto a Bruselas.
02-01- Reunión del Conseil d´État en la cual Ernesto decidió que Mansfeld y
Fuentes tenían precedencia en el asiento sobre Aerschot, que optó por marchar a
sus tierras.
02-15- Muerte de Louis de Berlaymont, arzobispo de Cambrai.
04-28- Diego de Ibarra hace su entrada en Bruselas tras finalizar su misión en
Francia.
04- Envío del marqués de Havré y de Jean de Hattenstein a la Dieta de
Ratisbona para buscar un consenso sobre la manera de actuar en la apertura de
negociaciones con los rebeldes.
04/07- Embajada de Maximiliano de Dietrichstein, caballerizo mayor de
Ernesto, a Madrid por encargo del Archiduque.
05/10-14- Estancia del duque de Mayenne en Bruselas.
06- Marcha de Mollart, camarero mayor de Ernesto, a la Dieta de Ratisbona
para representar al Archiduque.
09-17- Cese de toda actividad militar del ejército pontificio en favor de la Liga
Católica francesa y expedición del breve pontificio en que se reconocía a
Malvasía como primer delegado ad latere en los Países Bajos.
09-29- Concesión del permiso a Cosme Masi para abandonar los Países Bajos.
1595- 01-17- Declaración de guerra de Francia a la Monarquía Hispana.
01-17/19- Celebración en Bruselas de la Junta de Notables convocada por
Ernesto.
01- Nombramiento del almirante de Aragón como mayordomo mayor del
archiduque Alberto.
02- Marcha de Charles Mansfeld a luchar contra los otomanos en Hungría,
falleciendo el 14 de agosto.
02-20- Muerte del archiduque Ernesto.
Gobierno interino del conde de Fuentes (1595-02-20/1596-02-11)
1595- 02-20- Fuentes comienza a ejercer como gobernador interino.
04-22- Elección del archiduque Alberto como nuevo gobernador de Flandes.
06- Muerte de Jean vander Burcht, presidente del Conseil Privé.
06-16/1596-03- Campaña de las tropas hispanas, con Fuentes al mando de las
mismas, contra las francesas.
08-26- Inicio de la Jornada del archiduque Alberto hacia Flandes.
09-01- Absolución de Enrique IV por Clemente VIII.
09-17- Nombramiento de Ottavio Mirto Frangipani como nuevo nuncio en
Bruselas, aunque la confirmación no vendría hasta el 20 de abril del año
siguiente.
10-06- Toma de Cambrai por las tropas de Fuentes; inicio del conflicto
jurisdiccional con la Iglesia sobre el territorio.
10-28- Fin de las actividades de la Liga Católica.
12-11- Muerte del duque de Aerschot en Venecia.
12- Florent de Berlaymont en Madrid.
Gobierno del archiduque Alberto (1596-02-11/final 1598)
1596- 02-11- Entrada del archiduque Alberto en Bruselas.
02- Formación y comienzo de las reuniones de la Junta de Hacienda.
03-28- Inicio de la Jornada de retorno del conde de Fuentes a Madrid.
06- Inicio de la Jornada de retorno de Esteban de Ibarra a Madrid.
09-15- Llegada de Ottavio Mirto Frangipani a Bruselas.
11- Tratado de Greenwich entre Francia, Inglaterra y Provincias Unidas.
11-29- Decreto de bancarrota de las finanzas reales.
1623- Jacques o Diego de Cröy, futuro marqués de Falces, capitán de la
guarda de archeros de Corps de Felipe II y, posteriormente, de Felipe III.
30
1597- 04-25- Breve pontificio aceptando la renuncia del archiduque Alberto al
cardenalato.
05-15/1609-09-03- Jean Richardot como Chef-président del Conseil Privé,
aunque ya ejercía de forma interina desde el fallecimiento de van der Burcht.
09- Inicio de la última campaña de la guerra contra Francia; Havré como
gobernador interino en Flandes.
11/1598-07- Jornada del secretario Juan de Frías a Madrid.
12- Muerte del camarero pontifical Diego del Campo y final del conflicto
de la abadía de Saint Aubert.
1598- 04-20- Elección de Andrés de Austria como gobernador interino en ausencia
del archiduque Alberto.
05-02- Firma de la Paz de Vervins.
05-06- Renuncia de los Países Bajos de Felipe II en los Archiduques.
06-03- Muerte de Jean Sarrazin, arzobispo de Cambrai, tras ser elegido el 6 de
marzo de 1596.
08-22- Ceremonia del juramento de los Estados Generales en Bruselas del
nuevo status de los Países Bajos.
09-09- Inicio de la Jornada de la Casa del archiduque Alberto hacia la
Península Ibérica para llevar a cabo los casamientos, aunque el soberano no lo
haría hasta el 14.
09-13- Muerte de Felipe II.
11- Celebración en Ferrara de los matrimonios por poderes entre Felipe III-
Margarita de Austria-Estiria y archiduque Alberto-Isabel Clara Eugenia. En
abril del año siguiente se consumarían ambos en Valencia.
31
32
CAPÍTULO 1
LA INTEGRACIÓN DE LAS ÉLITES FLAMENCAS EN LA CORTE DE
CARLOS V Y DURANTE LOS PRIMEROS AÑOS DE REINADO DE FELIPE II
1.1.- La integración de las élites flamencas en el Imperio de Carlos V
1.1.1.- Flamencos y borgoñones en la Corte del emperador
A lo largo de la Baja Edad Media, cada Príncipe estableció su estilo de servicio o
casa y, aunque se buscó la originalidad que diera forma e independencia a su entidad
soberana, todos siguieron pautas comunes. En general, las casas de los soberanos
europeos tuvieron las mismas secciones –capilla, cámara, oficios, caballeriza, caza y
guardas–, conforme a las distintas actividades del ejercicio del poder. Los soberanos se
sirvieron de estas divisiones para situar a los miembros de las élites sociales de sus
territorios y mantener integradas sus posesiones. Un ejemplo paradigmático de este
proceso es, sin duda, el ducado de Borgoña.
La condición histórica de su formación y complicada gestación, fruto de
herencias y matrimonios65, hizo que los Duques debieran crear una serie de instituciones
peculiares para reforzar su soberanía sobre esos heterogéneos territorios. La Etiqueta66 y
el ceremonial de la Corte67, junto con la Orden del Toisón de Oro68, fueron los medios
empleados para integrar a la nobleza en el proyecto de consolidación del Ducado69. El
éxito alcanzado en este proceso se demuestra por el hecho de que la Corte borgoñona
65
Sobre la historia de este ducado en relación con Flandes, W. BLOCKMANS y W.
PREVENIER, The Promised Lands. The Low Countries under Burgundian Rule, 1369-1530,
Philadelphia, 1999 (version neerlandesa de 1998).
66
La descripción más acabada la realizó Oliver de la Marche, mayordomo mayor y capitán de la
guarda del duque Carlos el Temerario. Se conservan varias copias en castellano en la BNM,
Mss. 907, 1080, 1094,...
67
Sobre la Corte borgoñona, su ceremonial y esplendor, C. A. J. ARMSTRONG, “The golden
age of Burgundy. Dukes that outdid kings” en A. G. DICKENS (dir.), The Courts of Europe.
Politics, patronage and royalty (1400-1800), Londres, 1977, pp. 55-75; W. PARAVICINI "The
court of the dukes of Burgundy, a model for Europe?" en R. G. ASCH y A. M. BIRKE (eds.),
Princes, patronage and the nobility. The court at the beggining of the modern age, Oxford,
1991, pp. 69-101 (entre sus muchos trabajos).
68
La bibliografía sobre esta orden es ingente y en diversos idiomas. Conviene destacar para esta
época borgoñona P. COCKSHAW y C. van den BERGEN-PATENS, L´Ordre de la Toison d´or
de Philippe le Bon à Philippe le Beau (1430-1505). Idéal ou reflet d´une société, Bruselas,
1996, F. DE GRUBEN, Les Chapitres de la Toison d´Or à l´époque bourguignonne (1430-
1477), Lovaina, 1997 o Barón F.-A.-F. REIFFENBERG, Histoire de l´ordre de la Toison d´or
depuis son institution jusqu´à la cessation des chapitres généraux, Bruselas, 1870.
69
A. ÁLVAREZ-OSSORIO, “Comer a la borgoñona. Ceremonial áulico y contienda política en
las Cortes de Felipe I y Carlos V” en Carlos V, IV, pp. 17-18.
33
fue considerada como un ejemplo por parte de las demás Cortes europeas, incluida la
hispana.
Esa perfección organizativa sorprendió y provocó una profunda admiración en
Castilla en 1502, cuando irrumpió allí la Casa del archiduque Felipe con motivo del
viaje que realizó junto a su esposa Juana para jurar como herederos de las coronas de
Aragón y Castilla tras la muerte del príncipe Juan. Además de este acontecimiento,
durante dicha Jornada se produjo otro que también marcaría el futuro de la nueva
entidad que se estaba gestando: la yuxtaposición de Casas Reales. A las preexistentes
castellana y aragonesa –operativas ambas en ese momento, con preponderancia de la
primera–, se unirían la borgoñona de Felipe y la de Juana, organizada a la castellana con
algunos servidores que la acompañaron en su viaje de 1496 a los Países Bajos, pero a la
que se había unido un hostel de flamencos seleccionados por Felipe y situados en
puestos clave70. Esta situación duró poco tiempo, pues enseguida partieron los herederos
hacia el Norte de Europa.
Tras la muerte de Isabel la Católica en 1504, ambos personajes se volvieron a
trasladar a Castilla para que doña Juana jurara como reina, con don Felipe como
consorte, en las Cortes de Valladolid en 1506. Siguiendo la tradición de sus territorios,
el archiduque buscó la adhesión de las élites castellanas mediante la introducción en su
Casa de Borgoña de una serie de personajes, que debían reemplazar en los puestos de
gobierno a los componentes del “partido fernandino” que apoyaban a su suegro. Felipe
utilizaría igualmente la orden del Toisón para integrar a esas élites, mediante una serie
de nombramientos estratégicos como fue el de don Juan Manuel.
Sin embargo, este proceso tuvo corta vida, pues don Felipe falleció el 25 de
septiembre del año siguiente y Fernando el Católico se hizo cargo del gobierno,
desapareciendo por tanto la Casa de Borgoña de Castilla y quedando únicamente Juana
con su servicio. Debido a ello, esta forma de organización palaciega no volvería a
aparecer en la Península Ibérica hasta 1517, fecha en que el príncipe Carlos vino a
hacerse cargo de su herencia. Detengámonos un momento en el proceso de gestación
que había sufrido la Casa del futuro Carlos V.
Como era de suponer, la vida del archiduque Carlos sufrió un vuelco
considerable tras la muerte de su padre. Tras descartarse la posibilidad de que fuera
nombrado rey de Castilla, se decidió nombrar regente de los territorios borgoñones a su
abuelo Maximiliano, que envió a su hija Margarita para jurar el cargo en su lugar y,
70
Sobre este proceso, J. MARTÍNEZ MILLÁN, “De la muerte del príncipe Juan al
fallecimiento de Felipe el Hermoso (1497-1506)” en Ibídem, I, capítulo 1, pp. 45-72.
34
posteriormente, ocupar la regencia71. Sin duda, la influencia de su tía sobre el decurso
futuro de la vida del archiduque fue muy importante, tal y como se mostraría en el
proceso de confección de su Casa72.
Durante los primeros años de la regencia, Carlos debió compartir servicio con
sus hermanos, pese a las frecuentes presiones de los nobles flamencos para que se le
pusiera Casa propia, lo que no sucedería hasta el 1 de abril de 1512. Aunque no se
conserva la ordenanza que daba origen al servicio, sabemos que siguió los usos
borgoñones, pese a las reticencias del emperador Maximiliano que quería eliminar
algunos como la costumbre de servir à demi an que no desaparecería hasta 1517, y que
en él se integraron, no solo, las élites flamencas, sino también algunos hispanos que se
encontraban en Flandes para poder situarse cerca de la futura fuente de gracia de un
Imperio inmenso. Entre ellos destacaron Ruiz de la Mota, obispo de Badajoz, como
limosnero mayor, el humanista Luis Cabeza de Vaca como maestro del Príncipe, o los
hermanos Diego y Pedro de Guevara, que ya estaban en la Casa de Felipe I cuando llegó
por primera vez a la Península.
Esta primigenia disposición no resolvió todos los problemas que planteaba un
servicio de tal enjundia y al año siguiente Margarita trazó un plan destinado a
modificarla, en cuya raíz subyacía su claro interés por relegar a ciertos señores que se
oponían a su política antifrancesa, sobre todo, los pertenecientes a las familias de Cröy o
Lalaing que tenían territorios e intereses en el reino vecino. Sin embargo, su
“Masterplan” fracasó y dicha reorganización no se llevó a cabo, por lo que el servicio de
Carlos siguió funcionando con la organización primigenia hasta su mayoría de edad.
Esta se hizo efectiva el 6 de enero de 1515 y supuso una merma considerable de
poder para la regente, ya que muchos “patronos” afectos a ese grupo profrancés se
acercaron al nuevo soberano aprovechando su servicio. Entre ellos sobresaldría
Chièvres, que procuró ubicar a personajes afines en posiciones clave, caso de Jean le
71
Para todo lo relacionado con la Casa de Carlos en Flandes, R. FAGEL, “Un heredero entre
tutores y regentes. Casa y corte de Margarita de Austria y Carlos de Luxemburgo (1506-1516)”
en Ibídem, I, capítulo 4, pp. 115-138.
72
Sobre Margarita de Saboya hay numerosos estudios, entre otros L. M. G. KOOPERBERG,
Margaretha van Oostenrijk, landvoogdes der Nederlanden (tot den vrede van Kamerijk),
Ámsterdam, 1908; M. BRUCHET, Marguerite d´Autriche, duchesse de Savoie, Lille, 1927; G.
de BOOM, Marguerite d´Autriche-Savoie et la prérenaissance, París-Bruselas, 1935 o J. de
IONGH, Margaret of Austria. Regent of the Netherlands, Cambridge, 1954, además de diversas
publicaciones sobre su correspondencia. Para el aspecto cultural de su periodo como
gobernadora de Flandes en Malinas, con una breve referencia a la composición de su Casa en
1525, D. EICHBERGER, "A Cultural Centre in the Southern Netherlands: The Court of
Archduchess Margaret of Austria (1480-1530) in Mechelen" en M. GOSMAN, A.
MACDONALD y A. VANDERJAGT (eds.), Princes and Princely culture, 1450-1650, Brill,
Leiden, Boston, 2003, I, pp. 239-258.
35
Sauvage, que fue nombrado canciller, Antoine de Lalaing, segundo chambelán, o
Adriano de Utrecht, responsable de finanzas. El triunfo de esta facción se plasmó en una
nueva Ordenanza de la Casa el 25 de octubre de 151573 y en la configuración del
servicio que acompañó a Carlos a la Península Ibérica en 1517, compuesto en su
mayoría por flamencos y en el que se integraron los principales linajes nobiliarios de
aquellas tierras.
Cuando el Príncipe desembarcó en Castilla, se encontró con dos Casas Reales
plenamente organizadas, tal y como habían quedado a la muerte de su abuelo: la de
Castilla, que se encontraba dividida para servir tanto a la reina Juana como al difunto
Fernando, y la de Aragón. Los principales cargos de ambos servicios salieron al
encuentro de Carlos para ofrecerse a entrar en su servicio, conscientes de cual era la
nueva fuente de poder y recelosos de que el entorno real estuviera ya estructurado y
ocupado por extranjeros. Pese a su insistencia, Carlos emplazó su respuesta a la
celebración de Cortes en Valladolid, donde debía jurar como nuevo soberano de
Castilla74. Una vez en la ciudad meseteña, los procuradores reiteraron esos miedos y
Carlos I se mostró dispuesto a buscar un concierto en las Casas Reales, aunque en su
pensamiento entraba únicamente la reforma de la Casa de Castilla y nunca la de
Borgoña, pues tenía muy claro que su entorno debía estar integrado por aquellos que le
habían rodeado desde pequeño. Con tal intención promulgó nuevas Ordenanzas para la
Casa de Castilla que permanecía en Tordesillas con Juana y decidió incorporar la otra
sección a su servicio para que le acompañara en sus viajes. Sin embargo, mientras esta
mitad había participado en la toma de decisiones en vida del Rey Católico, ahora se iba
a encontrar vetado el acceso al monarca y su papel reducido al de meros acompañantes,
pese a algún triunfo parcial como el que obtuvieron los monteros de Espinosa frente a la
unidad de archeros de Corps.
Este se produjo cuando Carlos intentó conceder a los archeros algunas de las
prerrogativas que se habían dado a los monteros en las Cortes de 1511 en lo referente a
la proximidad a la persona real y su cuidado durante la noche, pese a haber jurado el 7
de febrero de 1518 que iba a respetar lo establecido75. Los monteros no se plegaron y el
73
Publicada en español, junto a sus componentes, en Carlos V, V, pp. 137-168.
74
El tema ha sido estudiado por C. J. de CARLOS MORALES en “La llegada de Carlos I y la
división de la Casa de Castilla” en Ibídem, I, pp. 166-176.
75
P. de la ESCALERA GUEVARA, Origen de los monteros de Espinosa, su calidad, exercicio,
preheminencias, y exempciones, Madrid, 1632, pp. 150-156; J. del CASTILLO Y SORIANO,
“Los monteros de Espinosa”, La Ilustración española, 1 (1877), pp. 15-16; R. de PEREDA Y
MERINO, Los monteros de Espinosa, Madrid, 1917, pp. 239-240 y F. SÁNCHEZ-MORENO
DEL MORAL, Los leales monteros de Espinosa, Burgos, 1992, p. 185.
36
12 de agosto de 1519 en Barcelona solicitaron al mayordomo Juan de la Cueva que
hiciera información sobre el asunto, confirmando este las prerrogativas de los guardas
castellanos y ratificando el monarca sus derechos en La Coruña el 16 de mayo de
152076. Con este pequeño triunfo parcial los monteros encontraron su espacio, aunque al
mismo tiempo quedaron fuera de la lucha por una mejor posición en la Etiqueta, en la
cual los archeros alcanzarían una posición preeminente.
El malestar de esas élites castellanas apartadas del entorno del nuevo soberano se
agravaría al verse obligadas a sufragar los gastos generados por la Casa de Borgoña, lo
que, unido a la crisis económica del momento, provocó la rebelión de las Comunidades
(1520-21), aprovechando la ausencia del joven rey que había marchado de Castilla para
coronarse emperador. Sin duda, este movimiento tendría muchas similitudes con la
Revuelta que acaecería en Flandes poco más de 40 años después, en lo referente a la
ruptura de la integración de las élites77.
Tras el retorno de Carlos V a Castilla una vez derrotados los Comuneros, y con
la finalidad de evitar futuros conflictos, se inició un largo proceso de búsqueda del
modelo adecuado para poder articular los numerosos territorios que el soberano había
aglutinado en su persona. Al final del mismo, el emperador decidió respetar la
diversidad de cada territorio y renunció a dotar de instituciones comunes al conjunto de
sus estados, ya que las élites de cada reino deseaban influir en las decisiones reales pero
manteniendo su autonomía, tal y como habían demostrado las citadas Comunidades o
las Germanías en Aragón. Por lo tanto, Carlos V decidió que su Corte, en cuyo vértice
se encontraba él mismo, fuera el lugar donde convergieran las relaciones y redes de
poder, por lo que el gobierno se ejercería a través de relaciones no institucionales que
darían cohesión al Imperio. Asimismo, los reinos con mayor peso económico y político
se convirtieron en el eje en torno al cual se articularon el resto de territorios, requiriendo
sus élites la misma proporción en la distribución del poder.
Por lo que respecta a las Casas Reales, este proceso conllevaría la existencia de
forma separada, pero con relaciones recíprocas, de espacios cortesanos propios de cada
estado dinástico, aunque con preponderancia del ceremonial, estructura y etiqueta
borgoñón por ser la Casa de la Dinastía y tener una organización más acabada. Las
guardas palatino-personales de Carlos V representan como ninguna otra sección de su
servicio esta separación de espacios, pues coexistirían un cuerpo flamenco y borgoñón,
76
P. de la ESCALERA GUEVARA, op. cit., pp. 156-158 y R. de PEREDA MERINO, op. cit.,
p. 240.
77
Comparación que establecería unas décadas después Requesens en una misiva a Felipe II el
10 de octubre de 1574 (AGS, E., leg. 560, f. 23).
37
uno imperial, uno hispano y uno propiamente castellano, con la preponderancia
ceremonial de los archeros de Corps78.
Dentro de esa adaptación a la nueva realidad, en enero de 1523 se decidió
reformar la Casa de Castilla incrementando los gajes de sus servidores y reconociendo
el protagonismo político que debía tener, al integrar algunos de sus módulos, en especial
la capilla, de manera activa en el servicio del emperador junto a los de la Casa de
Borgoña. Más importante aún, si cabe, fue la “hispanización” de esta última Casa con la
entrada en la misma de personajes de los diversos territorios hispanos, aunque en su
mayor parte castellanos, como habían solicitado las diferentes Cortes de cada reino79,
sin perjuicio de que las Casas de esos reinos se mantuvieran plenamente organizadas.
Esta transformación afectaría a todas y cada una de las secciones de la Casa, incluida la
guarda, ya que la unidad española pasó a formar parte de la Casa de Borgoña en 1524,
permaneciendo únicamente los monteros de Espinosa en la de Castilla. Por lo que
respecta a los oficios de mayor relevancia, estuvieron ocupados en su mayoría por
borgoñones hasta que en la década de los 30 la Casa se fue convirtiendo en un centro de
representación, integración y recompensa de las élites de todos los territorios de la
Monarquía80. Desde ese momento, aparecieron en la cúspide personajes de otras
nacionalidades, especialmente castellanos, siendo muy significativo el nombramiento en
1541 de don Fernando Álvarez de Toledo, III duque de Alba, como mayordomo mayor.
Fruto de este proceso fue que a finales del reinado de Carlos V su Casa de
Borgoña mostraba la preponderancia sobre el resto de dos territorios, Castilla y los
Países Bajos, de acuerdo a su importancia económica y política81. Valga como ejemplo
la “Lista de los gentileshombres de la boca y de la casa [de Borgoña] del emperador
nuestro señor, y de los costilleres esotros de todas naciones” elaborada por el secretario
Francisco de Eraso el 21 de octubre de 155582. En ella se relataba que había 27
gentilhombres de la boca hispanos (13 presentes y 14 ausentes), 62 de la casa (15 y 47)
y 13 costilleres. Mientras, los caballeros de boca flamencos y borgoñones serían 23 (7 y
78
Sobre las guardas de la Monarquía, nuestros artículos citados en la bibliografía.
79
C. J. de CARLOS MORALES, “La transformación de la Casa de Borgoña” en Carlos V, I,
pp. 231-234 e ID., “La evolución de la casa de Borgoña y su hispanización” en Ibídem, II, pp.
67-77.
80
Para observar ese proceso, los volúmenes IV y V de Ibídem, donde aparecen listados
ordenados alfabéticamente y cronológicamente de los servidores de las diversas Casas del
emperador.
81
Como ya expresó Gachard en su Retraite et mort de Charles Quint au Monastere de Yuste,
Bruselas, 1854, 3 vols., durante los últimos años del reinado del emperador, “había algunos
borgoñones, pocos italianos y alemanes y más de las cuatro quintas partes eran españoles o
belgas”.
82
AGS, CC, leg. 359 y E., leg. 510, f. 73.
38
16), 49 de la casa (27 y 22) y 1 varlet servant. Por contra, el número de gentilhombres y
costilleres tudescos e italianos sería escaso. Por lo que respecta a los oficios de mayor
enjundia, los flamencos continuaban teniendo gran relevancia pues, entre otros, el
caballerizo mayor era Jehan de Henin-Liétard, conde de Boussu, Philibert de la Baume
y el señor de Vaulx eran mayordomos y 9 de los 11 gentilhombres de la cámara tenían
esa nacionalidad.
La abdicación de Carlos V como soberano de los Países Bajos en Bruselas el 25
de octubre de 1555 no supuso la disolución inmediata de su Casa de Borgoña, que no
llegaría hasta que en junio de 1556 se dispuso un pequeño contingente de 150
personajes, en su mayoría flamencos y borgoñones, que le acompañaría a su retiro en
Yuste83. En septiembre de dicho año, Carlos V se embarcó en Vlissingen junto a ellos
para pasar los últimos años de su vida en su retiro extremeño.
Por lo que respecta a los Consejos, segundo elemento que comprendía la Corte,
podemos considerar que el concepto de Consejo Real ya existía en la Castilla de
comienzos del siglo XVI, pero referido al conjunto de consejeros del monarca
“mandados juntar” para asesorar al soberano sobre determinados asuntos, pero sin tener
fijadas competencias ni jurisdicción. A lo largo de las primeras décadas de esa centuria,
esos consejeros comenzaron a recibir denominaciones específicas para sus actividades,
teniendo mayor influencia en este proceso el desarrollo de las pugnas faccionales que
las necesidades de los negocios afectados84. De este modo, podemos considerar que
hasta finales del siglo XVI estos no pasaron de ser juntas de consejeros del rey con
facultad asesora, pero cuya única gestión se limitaba al control que ejercían los
secretarios sobre el papeleo generado por cada asunto específico. Al no estar
supeditados a instituciones, dichos secretarios pudieron acceder a la Gracia Real y
algunos como Francisco de los Cobos alcanzaron posiciones relevantes en el gobierno
de la Monarquía.
Mientras, en los Países Bajos, los duques de Borgoña tenían desde los albores
del siglo XV un Consejo Ducal en donde se juntaban un número indeterminado de
nobles durante las ocasiones en que los Duques lo requerían, para todo tipo de asuntos y
83
Sobre los últimos momentos años del servicio de Carlos V, C. J. de CARLOS MORALES,
“Los últimos años de las casas de Castilla y Borgoña del emperador” en Carlos V, II, pp. 259-
266.
84
S. FERNÁNDEZ CONTI, Los Consejos de Estado y Guerra durante la época de Felipe II,
Valladolid, 1997, pp. 25-26.
39
bajo la dirección del Canciller de Borgoña85. De este Consejo, donde comenzarían a
ingresar como maîtres des requêtes algunos juristas especializados, se desgajaría el 8 de
diciembre de 1473 el Parlement de Malines, que desaparecería tras los sucesos de 1477
y que volvería a aparecer definitivamente en 1504 con el nombre de Grand Conseil de
Malines. A su vez, se fue separando otra sección, encargada de las finanzas, que
recibiría por primera vez el nombre de Conseil des Finances en 1487 con Maximiliano
de Austria86.
Este Consejo Ducal cobraría especial relevancia tras el fallecimiento de Felipe I
al convertirse en consejo de regencia, recibiendo oficialmente el nombre de Conseil
Privé en 1507. Al frente del mismo se colocó como presidenta a Margarita de Austria y
en él se procuró que estuvieran representadas las diferentes facciones de la Corte de
Malinas87. Poco a poco se fue separando del conjunto una nueva sección, compuesta
mayoritariamente por nobles, que se concentraría en los grandes asuntos de gobierno y
que acabaría recibiendo el nombre de Consejo Secreto.
Ambos Consejos, Privado y Secreto, acompañarían al príncipe Carlos en su viaje
de 1517. El conjunto estaba compuesto por 16 consejeros, 20 secretarios, capellán y 6
porteros aunque, como era costumbre en los usos de la época, el número era variable.
Todos ellos eran flamencos y borgoñones, ligados en su mayoría a la facción
profrancesa encabezada por Chièvres; nombres destacados eran los del canciller Jean
Sauvage, Adriano de Utrecht, Jean Carondelet o Gerard de la Plaine, así como el
secretario Philippe Haneton.
La evolución de ambos Consejos daría lugar a la creación del Consejo de Estado,
tras la transformación que sufrió el aparato consiliar del emperador durante el proceso
de reforma de la Corte acaecido tras las Comunidades. Esta fue inspirada en cierta
forma por Gattinara, buen conocedor de la realidad flamenca pues había sido canciller
de Margarita de Austria, que propuso a comienzos de 1523 la creación de un Consejo
Secreto de Estado que corrigiera las deficiencias de funcionamiento del sistema de su
predecesor en el oficio de canciller, Jean le Sauvage, que despachaba los asuntos
directamente con el emperador, pero debiendo recurrir en repetidas ocasiones a otros
85
Sobre esta evolución, M. BAELDE y R. VERMEIR, “Raad van State” en E. AERTS, M.
BAELDE, H. COPPENS, H. de SCHEPPER, H. SOLY, A. K. L. THIJS y K. van HONACKER
(eds.), op. cit., edición en neerlandés, I, pp. 265-266, edición en francés, I, pp. 257-258 y M.
SOENEN, op. cit., pp. 39-41.
86
H. COPPENS y M. BAELDE, “Raad van financiën” en E. AERTS, M. BAELDE, H.
COPPENS, H. de SCHEPPER, H. SOLY, A. K. L. THIJS y K. van HONACKER (eds.), op.
cit., edición en neerlandés, II, pp. 497-498, edición en francés, II, pp. 497-498 y M. SOENEN,
op. cit., pp. 122-125.
87
R. FAGEL, op. cit., pp. 118-120.
40
consejeros ante la complejidad de los mismos. Este nuevo Consejo, según Gattinara,
debía estar inspirado en los consejos borgoñones, por lo que tendría primacía sobre el
resto y sería el eje regulador de todas las decisiones políticas. Por supuesto, el Canciller
no solo buscaba optimizar la gestión de la Monarquía, sino que también optaba a
presidir dicho Consejo para poder así ocupar el puesto del recién fallecido Chièvres y
convertirse en el filtro entre el soberano y la realidad castellana, como ya lo era de la
aragonesa. Este interés desdice en parte las teorías que le sitúan como arquitecto de las
reformas del aparato consiliar del emperador, ya que, además, la realidad faccional del
momento impidió que su plan avanzara y no sería hasta 1526 cuando se asentara este
Consejo de Estado y con atribuciones diferentes a las pretendidas por el letrado
piamontés al no concedérsele ese carácter superior88. Si no fue el Canciller quien
impuso sus ideas, ¿quién pudo hacerlo? Para responder a esta pregunta, se hace
necesario describir brevemente las pugnas faccionales que tuvieron lugar durante esos
años.
De entre los diversos grupos políticos que se fueron formando tras las
Comunidades y las Germanías, surgió uno cuyo objetivo era la imposición de los
intereses de Castilla sobre el resto de los reinos del Imperio de Carlos V89. Esta facción
estaría sustentada en una espiritualidad intelectual, que consideraba interpretaciones
heréticas las derivadas de la “observancia franciscana”, sospechosas de desviación a
otras como los “recogidos”, así como heterodoxas a todas las corrientes intelectuales
potenciadas por Cisneros y entroncadas, por lo tanto, con las ideas erasmistas. Este
grupo, al que se denominó “castellano”, se formó en torno a Francisco de los Cobos y
Juan Pardo de Tavera, personajes ambos procedentes del partido “fernandino” o
“aragonés”90, y para poder alcanzar el poder tuvo que librar batalla, una vez fallecidos
Sauvage y Chièvres, contra Gattinara y contra los componentes del antiguo partido
“felipista”.
Este último grupo practicaba una espiritualidad relacionada con la corriente
reformista de la “observancia”, que venía siendo utilizada como elemento integrador por
los duques de Borgoña desde el siglo XV. Lógicamente, tanto Felipe I como su hermana
Margarita, y por influencia de esta su sobrino Carlos, eran deudos de estas ideas.
88
M. RIVERO RODRÍGUEZ, Gattinara. Carlos V y el sueño del Imperio, Madrid, 2005, pp.
96-97.
89
J. MARTÍNEZ MILLÁN, “Corrientes espirituales y facciones políticas en el servicio del
emperador Carlos V” en W. BLOCKMANS y N. MOUT (eds.), The World of Emperor Charles
V, Amsterdam, 2004, pp. 103-126.
90
ID., “De la muerte del príncipe Juan al fallecimiento de Felipe el Hermoso (1497-1506)”,
capítulo 1 de Carlos V, I, pp. 45-72.
41
Asimismo, la amistad de muchos de sus consejeros con Erasmo de Rotterdam les hizo
abrazar sus teorías humanistas. Una vez Felipe I llegó a Castilla, su entorno trabó
contacto con aquellos castellanos que propugnaban su misma espiritualidad,
apadrinados en su origen por Isabel la Católica y encabezados en su momento por
Cisneros. Por lo que respecta a sus ideas políticas, este grupo defendía un equilibrio en
el reparto de poder entre los reinos.
La lucha entre ambos grupos se vio reflejada en las reformas que estaba
sufriendo el aparato consiliar91. Fue el Consejo de Inquisición quien mostró de forma
más clara esas pugnas, pues el Inquisidor General don Alonso Manrique, ferviente
“erasmista”, entabló contacto con servidores de Cisneros como Francisco de Mendoza y
Hernando de Guevara para intentar plantar batalla a los partidarios de Valdés y Cobos92.
Sin embargo, el triunfo de estos últimos se hizo patente a finales de la década, como
sucedería también en el recién creado Consejo de Hacienda donde en 1525 dominaba
Cobos a través de sus “hechuras”, haciendo desaparecer a Enrique de Nassau como
presidente del mismo y, por lo tanto, a los flamencos de los asuntos hacendísticos
castellanos, en donde intervenían desde que en 1516 fuera nombrado Chièvres como
Contador Mayor de Hacienda93. Otros Consejos que sufrieron reformas durante esa
década, además del de Estado, fueron los de Guerra, que se consolidó al asignársele
unos oficiales propios y el secretario Zuazola94, el de Aragón, que en abril de 1522
recibió su pragmática de creación95, el de Navarra, donde la inspección del licenciado
Fernando de Valdés derivó en las ordenanzas del 13 de diciembre de 152696, el Real de
Castilla, donde se renovaron sus miembros y se designó a Juan Pardo de Tavera como
presidente97, el de Indias, con nuevos componentes y con el dominico García de Loaysa
al frente98, el de Órdenes, que recibió dotación permanente y precisó sus competencias
91
C. J. de CARLOS MORALES, “La adaptación de los Consejos a la nueva realidad política
castellana” en Ibídem, pp. 221-225.
92
J. MARTÍNEZ MILLÁN, "Las élites de poder durante el reinado de Carlos V a través de los
miembros del Consejo de Inquisición (1516-1558)", Hispania, 168 (1988), pp. 141-150.
93
Para su fundación y los primeros años de luchas faccionales, C. J. de CARLOS MORALES,
El Consejo de Hacienda de Castilla, 1523-1602. Patronazgo y clientelismo en el gobierno de
las finanzas reales durante el s. XVI, Valladolid, 1996, pp. 23-69.
94
S. FERNÁNDEZ CONTI, op. cit., pp. 27-28.
95
J. ARRIETA ALBERDI, El consejo Supremo de la corona de Aragón (1494-1707), Zaragoza,
1994, pp. 89-100.
96
J. J. SALCEDO IZU, El Consejo Real de Navarrra en el siglo XVI, Pamplona, 1964, pp. 61-
65.
97
I. EZQUERRA REVILLA, El Consejo Real de Castilla bajo Felipe II. Grupos de poder y
luchas faccionales, Madrid, 2000, pp. 21-27.
98
E. SCHÄFER, El Consejo Real y Supremo de las Indias. Su historia, organización y labor
administrativa hasta la terminación de la Casa de Austria, Sevilla, 1975, I, pp. 41-44 (hay
reimpresión de Valladolid, 2003).
42
tras conceder Adriano VI en 1523 la incorporación perpetua de los maestrazgos a la
Corona, la Cámara, que recibió su primera definición institucional en 1528, y el de
Cruzada, que se instituyó como tal en 152999.
Por lo que respecta al Consejo de Estado, si lo tomamos como producto de la
evolución del Consejo Privado y del Secreto y como fecha de inicio julio de 1522,
momento en que Carlos V regresó a la Península, nos encontramos con que todos sus
componentes eran de origen flamenco, excepto el piamontés Gattinara y el saboyano
Gorrevod que, por otro lado, provenían de los Países Bajos donde fueron acompañando
a Margarita de Austria100. En concreto, estaba compuesto por Juan de Glapion, aunque
su servicio no fue muy largo pues falleció el 14 de septiembre de dicho año, Gerard de
la Plaine (1522-24), Charles de Lannoy (1522-26), Enrique de Nassau (1522-38) y
Charles de Poupet (1522-30), siendo el secretario Jehan Hannart (1522-24).
Posteriormente, ingresarían como consejeros Adrien de Cröy (1524-55), Louis de
Flandes o de Praet (1527-55) y Nicolás Perrenot (1528-50), procedente del Franco
Condado, mientras que Jehan Lallemand fue secretario desde 1524, en que sustituyó al
caído en desgracia Hannart, hasta 1528 en que, significativamente, fue relevado en el
oficio por Francisco de los Cobos.
Fuera de dicho Consejo, solo nos encontramos como consejeros flamencos y
borgoñones del emperador a Adriano de Utrecht en Inquisición como Inquisidor
General101 y a los citados Guillaume de Cröy, señor de Chièvres, como Contador Mayor
de Hacienda de Castilla y Enrique de Nassau como presidente del Consejo de Hacienda.
Si observamos las fechas detenidamente, comprobamos como no se produjo
ningún nombramiento de consejero flamenco, borgoñón o del Franco Condado desde el
de Perrenot en 1528 hasta el final del reinado del emperador y los únicos que
continuaron ejerciendo como tal eran aquellos nombrados con anterioridad. Sin duda, el
triunfo de la facción encabezada por Cobos y Tavera en los asuntos concernientes a los
reinos hispanos y el final de la llamada “vía flamenca” en el gobierno imperial pueden
explicarnos este cambio102.
99
J. MARTÍNEZ MILLÁN y C. J. de CARLOS MORALES, “Los orígenes del Consejo de
Cruzada”, Hispania, 51 (1991), pp. 910-911.
100
Para el listado de los consejeros del emperador y sus biografías, el vol. III de Carlos V.
101
En concreto, fue Inquisidor General desde 1516 de Aragón y desde 1518 de Castilla y
ejercería como tal hasta 1522 en que marchó a hacerse cargo de la tiara pontificia
102
J. MARTÍNEZ MILLÁN y M. RIVERO RODRÍGUEZ, “La coronación imperial de Bolonia
y el final de la “vía flamenca” (1526-1530)” en J. MARTÍNEZ MILLÁN (coord.), Carlos V y la
quiebra del humanismo político en Europa (1530-1558), Madrid, 2001, I, pp. 131-150.
43
La “vía flamenca” había consistido en la monopolización de la política de
Estado, sobre todo en los asuntos italianos, por parte de flamencos y de sus clientes. Su
ideario, de clara influencia erasmista y de la “observancia”, estaba basado
principalmente en el mantenimiento de una relación cordial con los Valois franceses,
pese a los múltiples motivos que existían para el enfrentamiento, y la concertación con
el Papado sin necesidad de practicar el Cesaropapismo. El inicio de esta vía se sitúa en
la sustitución en 1522 del fallecido virrey de Nápoles Folch de Cardona, que había
llevado a cabo una política vinculada a la del partido “aragonés”, por el flamenco
Charles de Lannoy103; la presencia de los flamencos citados anteriormente en el Consejo
de Estado y la elección de Adriano de Utrecht como Pontífice la ratificaría. El fracaso
de la Paz de Madrid, cuyos términos fueron auspiciados por estos consejeros, llevó a
Carlos V a buscar nuevas opciones para su política imperial y se abrió un periodo de
indecisión. Solo así se puede explicar la actitud tan diferente que tuvieron los clientes de
Lannoy y el condestable de Borbón en sus entradas en Roma; mientras el 19 de
septiembre de 1526 el contingente armado comandado por Hugo de Moncada y los
Colonna, adeptos al virrey napolitano, accedieron a la Ciudad Eterna con el propósito de
hacer que el nuevo Papa Clemente VII corrigiera su política, el ejército al mando del
condestable de Borbón llevaría a cabo el famoso Sacco de Roma desde el 6 de mayo de
1527.
Este periodo mostró el agotamiento de la “vía flamenca” y la pujanza de la
nueva “vía imperial”, en cuya gestación teórica influyó decisivamente el canciller
Gattinara que, utilizando hábilmente las obras de Erasmo como justificación y no como
soporte104, hablaría de la búsqueda de una paz universal basada en la hegemonía
imperial y no en el equilibrio, debiendo supeditarse por tanto el poder espiritual al
temporal. El viaje a Italia de 1529 y la coronación de Bolonia de 1530 confirmaron el
cambio de tendencia.
En esta nueva orientación política no tendrían cabida los consejeros flamencos,
aunque Perrenot y Praet continuaran teniendo gran influencia hasta sus respectivos
óbitos, por lo que hubo que buscarles acomodo fuera de los Consejos imperiales.
Hábilmente, Carlos V aprovechó el acceso de su hermana María de Hungría al gobierno
de los Países Bajos en 1531 para llevar a cabo una serie de reformas institucionales que
103
C. HERNANDO SÁNCHEZ, “El reino de Nápoles y el dominio de Italia en el Imperio de
Carlos V” en B. J. GARCÍA GARCÍA (dir.), El Imperio de Carlos V. Procesos de agregación y
conflictos, Madrid, 2000, pp. 111-118.
104
“El proyecto de “Monarchia Universalis” del Gran Canciller Gattinara” en Carlos V, I, pp.
275-282.
44
dieron origen a la aparición de los llamados Consejos Colaterales, en donde pudieron
refugiarse las nuevas generaciones de consejeros flamencos.
Sin duda, podemos considerar que la “edad dorada” del acceso de las élites
flamencas a la fuente prístina de gracia, que era Carlos V, había finalizado a comienzos
de la década de los 30 del siglo XVI. Mientras con anterioridad tuvieron posibilidad de
acceder al entorno del soberano, llegándolo a copar en ocasiones, desde ese momento se
lo encontraron restringido, aunque aún conservaran cierta cuota de poder tanto en la
Casa de Borgoña, que se había convertido en el elemento fundamental de integración de
las élites territoriales del emperador, como en otros ámbitos como el Toisón de Oro105.
Por contra, y hasta el final del reinado, conservarían todo su ascendente en los asuntos
referentes a sus territorios de origen.
1.1.2.- La integración de las élites flamencas en las instancias de poder de los Países
Bajos. La articulación del territorio con Carlos V
Para iniciar este punto, debemos aludir nuevamente a la herencia de los duques
de Borgoña, perfectos conocedores de la forma en que se articulaba el territorio de los
antiguos Países Bajos y capaces de usarlo en beneficio propio para afianzar su poder.
Desterrando la idea de la decadencia de la nobleza tardomedieval flamenca,
podemos considerar que el patronazgo de los aristócratas en sus respectivas posesiones
les permitió situarse como intermediarios entre la fuente de gracia, el Duque, y los
nobles provinciales, élites urbanas y Estados Provinciales y Generales, integrándose así
105
El número de flamencos siguió siendo importante, aunque comenzaran a tener cabida en ella
de forma paulatina personajes de otras nacionalidades, especialmente desde la década de los 30.
Es significativo el hecho de que en el capítulo del Toisón de 1531, celebrado en diciembre en la
catedral de Tournai, fueron nombrados caballeros 9 flamencos - Reinaud III, señor de
Brederode, Claude de la Baulme, Anthoine de Berghes, I marqués de Bergen-op-Zoom, Jean de
Hénin, I conde de Boussu, el II conde de Lalaing, Louis de Praet o de Flandes, George Schenk,
señor de Tautemberg, Philippe de Lannoy, vizconde de Sebourg y Philippe de Lannoy, señor de
Molembais - por 13 “extranjeros” -el príncipe Felipe, Juan III de Portugal, Jacobo V de Escocia,
Ferrante de Aragón, duque de Calabria, Pedro Fernández de Velasco, III duque de Frías,
Philippe el guerrero, Príncipe Palatino del Rhin y de Baviera, George I el barbudo, duque de
Sajonia, Beltrán de la Cueva y Toledo, III duque de Alburquerque, Andrea Doria, I príncipe de
Melfi, Ferrante Gonzaga, I conde de Guatalla, Niklaus II, conde de Salm, Alfonso d´Avalos
d´Aquino, II marqués del Vasto y Francisco de Zúñiga y Avellaneda, II conde de Miranda del
Castañar- (Una descripción de este capítulo en L. P. GACHARD, Collection des voyages des
souverains des Pays-Bas, Bruselas, 1874, II, p. 99). Carlos V era consciente de que era un
elemento de integración fundamental para las élites de sus territorios y así se lo expresó a su
hermano Fernando dos meses antes de este capítulo, cuando le solicitó el nombre de tres
caballeros de su confianza y sin reproche para concederles el collar (Carlos a Fernando, 12 de
octubre de 1531, W. BAUER (ed.), Die korrespondenz Ferdinands I, Becs, 1912, doc. 561).
45
esas redes clientelares regionales en el sistema106. A cambio de dar apoyo político a su
patrón, este podía tomarles en su servicio, darles un grado militar en su bande
d´ordonnance cuando era el caso o permitirles administrar uno de sus estados. Esta
forma de articular el territorio suponía que la nobleza ocupaba de forma efectiva los
oficios más importantes e intervenía activamente en la toma de decisiones junto al
Gobernador General, cargo creado por los Habsburgo.
Una vez Carlos V fue reconocido como soberano en todos los territorios que
había heredado y fue investido con la púrpura imperial, se hizo patente que sus estancias
en los Países Bajos iban a ser esporádicas. De hecho, desde que abandonó Flandes en
1517 solamente estuvo 55 meses en su tierra natal, siendo las estancias más prolongadas
las que tuvieron lugar entre 1520 y 1522, entre enero de 1531 y enero de 1532, en 1539
y 1540 y desde septiembre de 1548 hasta mayo de 1550. Para evitar un posible vacío de
poder durante sus frecuentes ausencias, el emperador decidió nombrar un Gobernador
General, que ejercería a su vez como Capitán General, para que actuara como su
representante107. Dispondría de amplios poderes, aunque Carlos V se reservó para sí la
provisión de los cargos y prebendas más importantes, pudiendo los gobernadores
únicamente mediar en la distribución de la gracia, lo que, lógicamente, influyó en la
configuración de las relaciones de poder.
Desde un primer momento, el emperador tuvo claro que cargo tan elevado debía
recaer en miembros de su familia, ya que, de otro modo, las élites flamencas no lo
hubieran aceptado celosas de sus prerrogativas. Además, la presencia de personajes de
la familia real garantizaba a esas élites la posibilidad de integrarse en sus servicios
domésticos, con el prestigio y posibilidades de medro que ello suponía108. Con estas
premisas, quedaba claro que la candidata perfecta para ocupar el nuevo cargo era
Margarita de Saboya, que ya había ejercido como regente efectiva desde 1507 hasta
1515 y desde 1517 en adelante, por lo que tenía amplia experiencia en el manejo de los
negocios y en la búsqueda del complicado equilibrio entre facciones.
106
Como expresa muy gráficamente Koenigsberger en su Monarchies, States Generals..., p. 82,
“Effective government depended on patronage and clientage to make its wheels go round”.
Asimismo, lo han señalado otros autores como P. ROSENFELD, The provincial gobernors...,
pp. 1-7 y 100-146; M. van GELDEREN, op. cit., p. 18; J. ISRAEL, op. cit., p. 29 o A. DUKE,
“From King and Country to King or Country? Loyalty and Treason in the Revolt of the
Netherlands” en ID., Reformation and Revolt in the Low Countries, Londres, 1990, p. 176. Por
supuesto, H. F. K. van NIEROP, The nobility of Holland..., pp. 40-42.
107
Ya había antecedentes de esta contingencia y la primera vez que un soberano se fue de los
Países Bajos sin saber si iba a volver sucedió con Maximiliano I, cuando en 1489 dejó a Alberto
de Sajonia como gobernador (H. G. KOENIGSBERGER, Monarchies, States Generals..., p.
86).
108
A. DUKE, “From King and Country to King or Country?…, pp. 175-177.
46
Cuando Margarita se desplazó a los Países Bajos como duquesa viuda de
Saboya, título al que habría que unir la cesión del Franco-Condado por parte de su padre
en 1508, disponía de su propio servicio, en el cual convivían personajes de diferentes
naciones -saboyanos, piamonteses, castellanos, flamencos y borgoñones-, entre los que
descollaban Gattinara, Gorrevod, Diego Flores o el secretario Marnix109. Esta Casa
estaba desligada del servicio del archiduque Carlos, por lo que la presencia de
numerosos “extranjeros” no suponía mayor problema, pues la Casa del soberano era
más relevante y en ella tuvieron cabida las élites flamencas.
La naturaleza del servicio de Margarita se transformaría cuando Carlos alcanzó
la mayoría de edad en 1515, pues al abandonar sus funciones de gobierno su Casa se
convirtió en la de una mujer de la alta nobleza con gran influencia, pero de inferior
posición a la que había disfrutado hasta ese momento. Esta nueva situación se plasmaría
en las Ordenanzas del 8 de diciembre de ese año, en las cuales se contemplaba una
reducción del número de servidores aunque manteniendo a aquellos más cercanos a su
persona110.
La situación trocaría nuevamente cuando Carlos inició sus periplos europeos y
Margarita fue nombrada Gobernadora General en 1522. Fruto de ello, su servicio
adquirió una relevancia superior a la que había tenido en momentos anteriores, lo que
implicaba, a su vez, que los principales oficios debían estar ocupados por flamencos y
borgoñones. Lógicamente, las protestas sobre la composición de su Casa que no habían
existido con anterioridad afloraron en ese momento111. La gobernadora fue rápidamente
consciente de la nueva realidad y procuró corregirla con unas Ordenanzas, cuyo proceso
de redacción se prolongaría hasta el 1 de marzo de 1525112, en las que se observa un
incremento notable en el número de servidores y la masiva entrada de flamencos, tanto
en los oficios principales como en los inferiores.
Dirigiendo la Casa como chevalier d´honneur nos encontraríamos a Antoine de
Lalaing, conde de Hooghstraeten, que se confirmaba de esta manera como el gran
patrón de la Corte de Margarita durante esos años. Su cercanía a la gobernadora le
permitió que su mujer Isabel de Culembourg, condesa de Hooghstraeten, fuera la dame
109
R. FAGEL, op. cit., pp. 122-140. En estas páginas aparece la estructura de su Casa desde el
uso de un État journalier del 31 de diciembre de 1510.
110
Publicadas en E. de QUINSONAS, Matériaux pour servir à l´historie de Marguerite
d´Autriche, Bruselas, 1860, pp. 241-252.
111
A. DUKE, “From King and Country to King or Country?…, p. 183.
112
Etat et ordonnance de la maison de Marguerite d´Autriche, duchesse douairière de Savoie à
Bruxelles le 1 mars 1525 (AGR, Audience, reg. 31). Publicadas en E. de QUINSONAS, op. cit.,
pp. 281-290. En este texto aparece, además de la ordenanza, un listado de los servidores y las
cantidades de comida y bebida necesarias para el ordinario y raciones de la Casa (pp. 290-328).
47
d´honneur. La cámara estaría dominada por damas flamencas, al igual que la capilla a
cuyo frente se situaría como consejero, confesor y limosnero mayor a Jehan Carondelet,
futuro Chef del Conseil d´État y del Privé. Habría 4 mayordomos, Albert Bentmeli,
Jehan de Hesdin, Hugues de Balleux y Saint-Philippe de Souastre, así como un consejo
compuesto por 6 miembros, que eran el propio Carondelet, Nicolás Perrenot de
Granvela, Jehan Lallemand, Jehan de Namur, Guillaume des Barres y Claude Vartet.
Por supuesto, la guarda de archeros de Corps estaría gobernada por un flamenco como
François de la Marche.
Tras el fallecimiento de Margarita el 30 de noviembre de 1530, Carlos V hubo
de nombrar quien le sucediera en el cargo. La elegida fue su hermana María de
Hungría113, nombramiento que se gestó durante una reunión del propio emperador con
ella y con su hermano Fernando en Innsbruck, en la cual buscaron planificar una
estrategia familiar que persiguiera el fin de asentar la supremacía de los Habsburgo.
Aunque María no mostró mucho entusiasmo por la designación, acató la decisión de su
hermano y se trasladó desde el este de Europa a su nuevo destino político.
Una vez en los Países Bajos, donde juró como gobernadora ante los Estados
Generales el 6 de julio de 1531, María inició la configuración de su gobierno.
Consciente del momento crucial en el que se encontraba la integración de los flamencos,
Carlos V aconsejó a su hermana que introdujera en su Casa a personajes de dicha
nacionalidad, con los argumentos de que podían enseñarle las costumbres del país, de
que serían más leales al ser sus propias tierras y de que costarían menos dinero114. María
era buena conocedora de la realidad flamenca, pues había pasado allí sus primeros 9
años de vida, por lo que sabía lo celosos que eran los naturales de esas provincias de sus
prerrogativas y decidió seguir los consejos de su hermano. De este modo, dejó a la
mayoría de sus consejeros en Austria, muchos de ellos al cargo de su hermano
Fernando, para asentar su gobierno en las élites locales, acotando así también las
113
Sobre este personaje hay abundante bibliografía, T. JUSTE, Les Pays-Bas sous Charles V,
vie de Marie de Hongrie, Bruselas-París, 1855; LVG GORTER-VAN ROYEN, Maria van
Hongarije, regenten der Nederlanden, Hilversum, 1955; G. de BOOM, Marie de Hongrie,
Bruselas, 1956; J. de IONGH, Mary of Hungary, second regent of the Netherlands, Londres,
1959; M. FERNÁNDEZ ÁLVAREZ, María de Hungría y los planes dinásticos del Emperador,
Madrid 1961; B. van BOOGERT y J. KERKHOFF, Maria van Hongarije: Konigin tussen
keizers en kunstenaars 1505-1558, Zwolle, 1993 (especialmente el artículo, J. KERKHOFF
"Het Hof van Maria van Hongarije", pp. 162-174) y L. van de KERCKHOVE, “Marie de
Hongrie, Régente des Pays-Bas (1531-1555)”, Correspondance (Número especial 1994), pp.
78-90. Para su estancia en Hungría, W. STRACKE, Die Anfänge der Köningin Maria von
Ungarn, Gottingen, 1940 y G. HEISS, Köningin Maria von Ungarn und Böhmen. Ihr Leben und
ihre wirtschaflichen Interessen in Österreich, Ungarn und Böhmen, Viena, 1971, 2 vols.
114
H. G. KOENIGSBERGER, Monarchies, States Generals…, p. 125.
48
tendencias erasmistas que la rodeaban, algunas rayanas en el protestantismo115; de
hecho, Lutero le había dedicado los comentarios de sus Cuatro Salmos116 y Erasmo su
Vidua christiana117.
No solo Carlos V se implicó personalmente en el proceso de formación de la
Casa, sino que también Fernando lo hizo. El intercambio de misivas entre los tres
hermanos fue muy intenso y, mientras María buscaba el apoyo de Fernando para
conseguir una mayor asignación118, este, a cambio, le solicitaba que favoreciera a sus
“hechuras”, tal y como él había hecho con sus antiguos servidores. María pugnó por ello
y consiguió que se aceptaran prácticamente todas sus proposiciones119, como fue el caso
de Enrique de Emericourt, que pasó de ser mayordomo de Fernando a serlo de María, o
de Blois, que fue nombrado écuyer. Las únicas peticiones que no fueron atendidas
fueron la de Hincaert, para el que pretendía la capitanía de los archeros que se dio a
Jehan de Northout120 aunque para él consiguió el oficio de gentilhombre de la boca, y la
de la condesa viuda de Salm, Isabel de Roggendorf, para quien Fernando pretendía el
oficio de dame d´honneur121. María defendió su candidatura, pero Carlos expresó
claramente que los requisitos necesarios para ocupar el oficio eran los de ser una
persona adulta, con experiencia y de “par-deçà”122. Debido a ello, se propuso el oficio a
Madame de Chièvres, esposa del fallecido consejero, que lo rechazó por su elevada
edad y por su incipiente sordera, de tal suerte que la elegida fue la siguiente candidata,
Margarita de Egmont, hermana del conde Charles.
Con estos condicionantes, estaba claro que los principales cargos de la Casa
estuvieron ocupados por flamencos, siendo el chevalier d´honneur Antoine de Cröy,
señor de Sempy, el mayordomo mayor Philippe de Lannoy, señor de Molembais, o el ya
115
J. de IONGH, op. cit., p. 141 y K. WALSH y A. A. STRNAD, “Eine Erasmianerin im Hause
Habsburg: Königin Maria von Ungarn (1505-1558) und die Anfänge der Evangelischen
Bewegung”, Historisches Jahrbuch, 118 (1998), pp. 40-85.
116
Ibídem, pp. 64-65.
117
En concreto, el título del libro sería Vidua christiana ad serenissimam pride(m) Hungariae
Booemiaeque reginam Mariam. Pese a ello, nunca haría concesiones como gobernadora a los
protestantes (L.-E. HALKIN, La réforme en Belgique sous Charles-Quint, Bruselas, 1957).
118
Carlos V le asignó 30000 florines anuales, mientras que los gastos del servicio subían a
67000 y María expresó su preocupación “sy je dois demorer icy longtemps” (María a Fernando,
29 de julio de 1531, W. BAUER (ed.), op. cit., doc. 524).
119
Por lo que Fernando lo agradecería a su hermana en la carta que le envió el 17 de agosto
(Ibídem, doc. 531), “Madame, je vous mercie que aves sy bien provu mes serviteurs”.
120
A. HENNE, Histoire du regne de Charles-Quint en Belgique, Bruselas, 1858-1860, III, pp.
127-128.
121
Así, escribió a María el 17 de julio de 1531, “Et quant à la dame de honneur, je cuide bien
que Madame de Schievres l´aceptara à grant paine. Et en sachant la conclusión touschant la
cotesse de Salm, feray ce que vou dis à Lintz, quambien que say que ma fame la lessera fort
envis” (W. BAUER (ed.), op. cit., doc. 517. La respuesta de María en el doc. 522).
122
Carlos a Fernando, 29 de julio de 1531, Ibídem, doc. 523.
49
citado Enrique de Emericourt como mayordomo. Junto a ellos encontraron también
acomodo algunos servidores imperiales y castellanos, aunque en número reducido123,
parámetros que no se verían alterados durante los años en que María ejerció como
gobernadora124.
Tras resistir los envites de Carlos V y de Felipe II en 1555 para que continuara
siendo gobernadora, María despidió a los miembros de su Casa el 1 de octubre, como
paso previo a la confección del séquito que le debía acompañar en el último viaje de su
vida a Castilla125. Posteriormente, y tras preparar la ceremonia de abdicación del 25 de
octubre, procedió a llevar a cabo la redacción de unas Ordenanzas para su Casa, que se
adecuaran a las nuevas circunstancias. Estas verían la luz el 28 de noviembre y en ellas
se contemplaba un servicio muy reducido126, como también lo fueron el de sus
hermanos Carlos y Leonor, compuesto en su inmensa mayoría por flamencos. Por lo
que respecta a la capilla, esta tendría únicamente limosnero, segundo limosnero,
capellán y clérigo de capilla. La cámara, por su parte, tendría dos mayordomos, 6
gentilhombres de la casa, dos varlets servants, trésorier et maître de la chambre aux
deniers, secretario, médico, cirujano, contralor, greffier del Bureo, gentilhombre de la
cámara, dos ayudantes de cámara, dos ujieres de cámara y dos de saleta. La sección
femenina de esta cámara también estaría dominada por flamencas, y constan en julio de
1556 como filles d´honneur Amie de Bernemicourt, mademoiselle de la Thieuloie,
Valeria Valrans y Marie y Françoise de Poitiers, como femines de chambre Felice
Duras, Isabel Leonarde y la petite Hatelne y como autres filles et femmes Marie
Craxembeghisine, Hèlene y María Rodrigo, única castellana127. Por lo que respecta a los
oficios, habría maestresala y guardarropa, ayuda de guardajoyas, sumiller de la
panetería y eschançonnerie con 4 ayudas, una cocina compuesta por 8 miembros y un
frutier con tres ayudas y dos mozos de oficio. La furriera tendría 16 miembros y, por
último, la caballeriza tendría un caballerizo mayor, 4 pajes de honor y otros 22
componentes entre palafreneros, lacayos y maestro de los pajes.
La primavera siguiente, María dejó los Países Bajos para permanecer los últimos
años de su vida en el castillo de Cigales en Valladolid.
123
Para los gastos de la Casa, en AGR, Audience, reg. 19, encontramos el “État des dépenses de
bouche de la Maison de Marie, Reine douairière de Hongrie, de 1537 a 1555”.
124
Así, nos encontramos con que Claude Bouton, señor de Corbaron, fue caballerizo mayor,
Jean de Failly caballerizo, Charles de Bernemicourt mayordomo, Marie de Bonnières de
Souastre dama,...
125
J. de IONGH, op. cit., p. 266.
126
AGR, Audience, reg. 23.
127
Información extraída de las cuentas de la Casa de María de Hungría del año 1556, elaboradas
por el tesorero Roger Patie, en AGS, CSR, legs. 32 y 377.
50
Por lo que respecta a los Consejos, tras la marcha de Carlos en 1517 quedó en
Flandes un Consejo de Regencia nuevamente presidido por Margarita, que debía
apoyarle en las tareas de gobierno y que recibió ordenanzas en ese año por primera vez.
La mayoría de sus componentes eran neerlandeses miembros de la facción antifrancesa
encabezada por la propia tía de Carlos V, con personajes tan destacados como Claude
Carondelet, que falleció el año siguiente, Robert de Aremberg, vizconde de Bruselas,
Louis de Praet o Frederic de Baden, obispo de Utrecht128, siendo el canciller Gattinara el
único extranjero. El número de consejeros se fue ampliando paulatinamente, sobre todo
a raíz del aumento de competencias de Margarita como gobernadora en 1522, pasando
desde ese momento a estar supeditado a ella y debiendo prestarle consejo a su
requerimiento.
Junto a estos cambios, y al igual que sucedía en Castilla y otros lugares de
Europa durante esos años, comenzó a hacerse patente el ascenso en la administración de
aquellos juristas y letrados provenientes de las Universidades que, a través del control
de los papeles de ciertos asuntos, fueron adquiriendo poder. Personajes como Marnix,
secretario de Margarita, Nicolás Perrenot o el propio Gattinara se consiguieron implicar
en mayor o menor medida en la toma de decisiones, lo que provocó tensiones con la alta
nobleza que entre 1530 y 1550 fue perdiendo paulatinamente su condición de poseedora
exclusiva de oficios129. Ya en marzo de 1527 los nobles flamencos escribieron a Carlos
V protestando por las preferencias que su tía mostraba hacia los abogados y técnicos,
agudizándose el conflicto en años posteriores y alcanzando toda su crudeza en los
enfrentamientos entre Granvela y los consejeros de Estado durante la regencia de
Margarita de Parma.
El fallecimiento de Margarita de Saboya presentó una inmejorable ocasión para
revisar el sistema de gobierno de los Países Bajos y adecuarlo a la realidad consiliar
existente en la Corte de Carlos V. Aprovechando su presencia en Bruselas, el emperador
ordenó dar forma a una situación que ya se venía produciendo de facto desde hacía unos
años, y a través de ordenanza del 1 de octubre de 1531 mandó escindir el antiguo
128
J. LAMEERE, C. LAURENT y H. SIMONT (eds.), Recueil des ordonnances des Pays-Bas
1506-1700. 2ª serie Règne de Charles-Quint (1506-1555), Bruselas, 1893-1922, I, p. 578.
129
Como han resaltado muchos autores, caso de M. van GELDEREN, op. cit., pp. 19-21, H. F.
K. van NIEROP, The nobility of Holland..., p. 164, M. BAELDE, “Les conseils collatéraux des
anciens Pays-Bas (1531-1794)”, Revue du Nord, 50 (1968), pp. 203-212, J. ISRAEL, op. cit., p.
129 o H. G. KOENIGSBERGER, Monarchies, States Generals…, pp. 73-77, entre otros.
51
Consejo Privado de Margarita en los tres Consejos Colaterales que debían ayudar a la
nueva gobernadora130: d´État131, Privé132 y Finances133.
Las funciones del primer Consejo Colateral estarían asociadas al auxilio de la
gobernadora en la toma de decisiones relacionadas con los asuntos de alta política, tanto
interior como exterior, y la defensa del territorio. Sus componentes, 12 más la
gobernadora, provenían en su mayoría del Consejo Privado de Margarita134; a saber, dos
eclesiásticos, como eran el Chef Jehan Carondelet y el cardenal Erard de la Marck,
obispo de Lieja, 7 caballeros del Toisón, Phillipe de Cröy, marqués de Aerschot, Floris
de Egmont, conde de Buren, Jacques de Luxembourg, señor de Fiennes y conde de
Gavre, Adolphe de Bourgogne, señor de Bevres, Antoine de Lalaing, conde de
Hooghstraeten, Antoine de Cröy, señor de Sempy, y Jean de Berghes, otros dos nobles,
Antoine Berghes, señor de Wallain, y Phillipe de Lannoy, señor de Molembais, y los
letrados Jehan Hannart, señor de Liedekerke, y como secretario Jehan de Marnix; junto
a ellos serían miembros honoríficos los Stadholder o gobernadores de provincia y el
resto de caballeros del Toisón de Oro. Pese a este elevado número de miembros, solo 6
de ellos acudían con regularidad a las sesiones y en las reuniones con la regente solo 3 o
4 en presencia, la mayoría de las veces, de Nicolás Perrenot de Granvela, que
permaneció en los Países Bajos aconsejando a María de Hungría. Esta reducción en el
número de consejeros que tomaban parte activa en las decisiones atemperaba la ventaja
que los nobles poseían en este Consejo frente a los juristas -sobre todo porque los
letrados estaban presentes en casi todas las ocasiones, con especial relevancia para el
Chef Carondelet-. Además, en 1535 se decidió que algunos juristas del Conseil Privé
pasaron también a ser miembros ordinarios del Conseil d´État, lo que se confirmó
mediante ordenanza del 16 de diciembre de 1540, por lo que la alta nobleza retomó las
protestas sobre la promoción de los letrados iniciadas en tiempos de Margarita. Sin
duda, este proceso fue alentado tanto por la facción dominante de la Corte de Carlos V
130
En J. LAMEERE, C. LAURENT y H. SIMONT (eds.), op. cit., I, pp. 239-254, aparecen las
tres ordenanzas que daban forma al nuevo gobierno con María al frente.
131
Sobre este Consejo, la Introducción del trabajo de M. THIEIEMANS, R. PETIT y
R.BOUMANS, Inventaire des archives du Conseil d´État, Bruselas, 1954 y M. BAELDE y R.
VERMEIR, “Raad van State”, op. cit. y M. SOENEN, op. cit., pp. 39-68.
132
P. ALEXANDRE, Histoire du Conseil Privé, Bruselas, 1894; H. de SCHEPPER, “Geheime
Raad” en E. AERTS, M. BAELDE, H. COPPENS, H. de SCHEPPER, H. SOLY, A. K. L.
THIJS y K. van HONACKER (eds.), op. cit., I, pp. 295-324 y versión en francés, I, pp. 287-317
y M. SOENEN, op. cit., pp. 69-121.
133
J. y P. LEFÈVRE, Inventaire des archives du Conseil des Finances, Bruselas, 1936; H.
COPPENS y M. BAELDE, “Raad van financiën”, op. cit. y M. SOENEN, op. cit., pp. 122-162.
Para los tres consejos en su etapa de formación el libro ya reseñado de M. BAELDE, De
Collaterale raden...
134
ID., “Les Conseils Collateraux...”, p. 203.
52
como por la propia gobernadora de los Países Bajos, que buscó controlar la petición de
aides a través de los contactos de estos juristas con los Estados Provinciales, lo que
ocasionó un aumento de las tensiones con dichas instancias.
Por lo que respecta al Conseil Privé, podemos considerar que fue reducto de los
letrados desde un principio, ya que sus funciones estaban relacionadas con la
administración de justicia. Su Chef era también Jehan Carondelet que aunaría, sin duda,
un gran poder al tener las presidencias de ambos consejos y un control absoluto sobre la
secretaría del Privado, del cual formaban parte el secretario de Estado y el audiencier.
Igualmente, asistiría en ocasiones puntuales a las reuniones del Conseil des Finances.
Esta unión de cargos se prolongaría con Carondelet hasta su muerte en 1540 y con Luis
de Schore desde esa fecha hasta 1548, momento en que se separaron ambos oficios135.
Habría, además, 6 consejeros, Pierre Tayspiel, George Themericq, Claude de Boissot,
Jehan Jonglet, señor de Metz, Jehan Autrives y Claude Merronez, señor des Chaunes,
un audiencier et premier secretaire, Laurens du Blioul, un controlador del sello, Jean de
Leschout, y 6 secretarios ordinarios, George de Espleghen, Jean de Grutere, Phillipe
Wautier, Loys Zoete, Mahieu Strijck y Gerard Herdinck.
Por último, el Conseil des Finances se encargaría de la administración de la
hacienda y tendría una composición mixta, ya que los tres Chefs eran siempre nobles de
cierta enjundia, mientras el resto de oficios estaban ocupados por letrados. Sin embargo,
las continuas ausencias de estos nobles en el ejercicio de sus tareas diplomáticas,
militares o de administración de sus territorios y gobiernos provocaron que, en muchas
ocasiones, los asuntos fueran llevados por los encargados de los papeles. En 1531 el
Consejo estaría integrado por los Chefs conde de Hooghstraeten y los señores de
Fiennes y de Molembais, el trèsorier general Jean Ruffault, los commis des finances
Hugues de Grammen y Vincent Cornelis Mierop, el receveur general Jehan Micault, el
greffier Anthoine Perrenin y como secretario el audiencier Laurens Du Blioul.
Además de en las Casas de las gobernadoras y en los Consejos Colaterales, la
nobleza flamenca basaba su posición preeminente en sus tierras de origen en el
acaparamiento de otros oficios de vital importancia para poder articular el territorio.
En primer lugar, conviene resaltar a los gobernadores de provincia, que recibían
el nombre de Stadholders en las provincias de habla flamenca y el de Lieutenants en las
135
H. de SCHEPPER, “El funcionariado y la burocratización en el gobierno y en las provincias
de Flandes regio, siglos XVI y SVI”, Chronica Nova, 23 (1996), pp. 416-417.
53
de francesa136. La división de los diferentes Stadholderates no estuvo plenamente
configurada hasta 1543, momento en que acabó la conquista del ducado de Güeldres,
apareciendo las definitivas XVII provincias, aunque con la existencia de solo 11
Stadholders: Frisia-Groningen-Overijssel-Drenthe, Artois, Flandes, Güeldres-Zutphen,
Limburgo, Luxemburgo, Holanda-Zelanda-Utrecht, Flandes francés, Hainaut, Namur y
Tournai. En las 4 últimas, además de cómo Lieutenant se les investía como grand o
souverain bailli, cargo que implicaba atribuciones judiciales. Por su parte, el gobierno
de Brabante iba unido al de Gobernador General de los Países Bajos.
La elección del ocupante del cargo era potestad del propio emperador, aunque
influído por la opinión de la gobernadora, ya que cuando había vacantes se enviaba
desde Bruselas a la Chancillería Imperial los posibles candidatos y sus méritos y una
vez elegido el idóneo recibía una comisión e instrucciones secretas. Estos cargos
estaban reservados a la alta aristocracia y ya Rosenfeld resaltó como entre 1503 y 1572
las 7 grandes familias de la nobleza neerlandesa -Cröy, Nassau, Egmont, Lalaing,
Berghes, Lannoy y Montmorency- obtuvieron casi la mitad de los nombramientos.
Debido a ello, las relaciones de los Habsburgo con esta alta nobleza determinarían la
evolución del oficio, ya que era una constante que los gobernadores provinciales
intentaran aumentar sus prerrogativas. Mientras con Margarita de Austria esto fue
posible con María fue más dificultoso, ya que trató en varias ocasiones de recortarles
atribuciones a través de medidas tales como prohibir la sucesión hereditaria de los
cargos para evitar dinastías paralelas, dejar vacantes algunos de ellos tras la muerte del
titular -como Flandes de 1532-1540 o de 1553-1559-, hacer nombramientos temporales,
obligar a los gobernadores a residir en su provincia o imponerles restricciones en el
ejercicio de su oficio, como fue el caso de Maximilian de Egmont, conde de Buren, al
ser nombrado Stadholder de Frisia, Groningen, Overijsel y Drenthe en 1540.
Pese a estas cortapisas, sus atribuciones siguieron siendo muy importantes,
siendo una de las fundamentales la de poder proveer ciertos oficios de magistrados de
las ciudades137, sus gobernadores y algunos oficios eclesiásticos. Sin duda, esto les
proporcionaba una herramienta de control fundamental dentro de las oligarquías
urbanas, en los Consejos Provinciales, en los cuales eran los agentes del soberano, y en
las abadías y les permitía articular mejor sus redes de poder. Por lo que respecta a sus
136
Además de las obras de Rosenfeld ya citadas, E. POULLET, “Les governeurs de province
dans les anciens Pays-Bas catholiques”, Bulletin de l´Academie Royale de Belgique, 2ª serie, 35
(1873), pp. 362-437 y 810-921.
137
Sobre la organización de las ciudades flamencas y los oficios urbanos, J. ISRAEL, op. cit.,
pp. 119-128.
54
atribuciones militares, tendrían bajo sus órdenes todas las tropas acantonadas en su
provincia, siempre y cuando no estuviesen allí presentes el Gobernador o el Capitán
General.
Otra instancia de poder nobiliario eran los oficios reservados a la jerarquía
eclesiástica. Por lo que respecta a los obispados, durante la primera mitad del siglo XVI
la organización diocesana de los Países Bajos era muy precaria y anticuada, ya que
existían únicamente 5 obispos en Utrecht, Arras, Tournai, Cambrai y Lieja, y mientras
los dos últimos pertenecían al arzobispo de Reims y de Colonia respectivamente,
muchos de los territorios del Norte como Frisia o Groningen estaban incluidos en el
obispado de Münster138. A esta complejidad que dificultaba su funcionamiento, se unió
el hecho de que la inmensa mayoría de nombramientos de obispos con Carlos V se dio a
hijos segundones de las grandes familias, sin apenas preparación teológica y con poco
interés por residir en sus sedes, con el descrédito que eso suponía de cara a los
feligreses139. Igualmente, los oficios pertenecientes a los capítulos catedralicios y a las
grandes abadías, verdaderos centros de poder económico y social de su entorno en casos
como la de Saint-Vaast, Egmont o Maroilles, se concedían de forma casi exclusiva a
nobles de diversa alcurnia.
Por último, también los cargos relacionados con el ejército estarían en manos de
los nobles a través de las bandes d´ordonnance140, únicas fuerzas militares permanentes
en los Países Bajos. Estas estaban al mando de un titulado que tenía a sus órdenes un
número determinado de hombres, que oscilaba entre 30 y 50, que se debían poner en
marcha cuando el Chef lo disponía y que estaban pagadas por Bruselas. Su uso estaba
muy extendido y baste como ejemplo que Carlos V creó 11 nuevas el 26 de noviembre
de 1545, reservándose una para él mismo. Hay que recordar que también algunos nobles
flamencos, caso de Lannoy o Egmont, alcanzaron elevadas cuotas de poder en los
ejércitos imperiales.
138
L.-E. HALKIN, op. cit. y J. ISRAEL, op. cit., pp. 74-75.
139
Resulta sintomática la unión del obispado de Cambrai a la familia Cröy, pues fueron obispos
Jacques de Cröy de 1502 a 1516, Guillaume de Cröy de 1516 a 1519 y Robert de Cröy de 1519
a 1556. En otro obispado como Arras nos encontramos a François de Melun de 1510 a 1512,
Philippe de Luxembourg de 1512 a 1515, Pierre Anconitan de 1515 a 1523, Eustace de Cröy de
1523 a 1538 y Granvela de 1545 a 1561 (G. GAZET, L´histoire ecclésiastique du Pays-Bas,
Valenciennes, 1614 (he usado la reimpresión realizada por los AGR en Bruselas, 1996). La
misma proporción de nobles encontramos en los otros tres obispados.
140
H.-L.-G. GUILLAUME, L´histoire des bandes d´ordonnance des Pays-Bas et l´infanterie
wallonne sous la maison d´Espagne, Bruselas, 1873.
55
Como hemos podido comprobar, Carlos V consiguió integrar a las élites
flamencas en sus proyectos de gobierno y en su Corte a través de varios instrumentos
heredados de la tradición borgoñona, como fueron su Casa de Borgoña o la Orden del
Toisón de Oro, así como en otras instancias como las Casas de las gobernadoras, los
Consejos, tanto los de su Corte como los Colaterales en los Países Bajos, los
Stadholderates o los oficios eclesiásticos. Gracias a ello, la nobleza, y a través de ella
otras élites de poder imbuidas en sus redes de patronazgo, se mostraría como un
elemento fundamental en la articulación del territorio de los Países Bajos y cobraría un
gran peso en la toma de decisiones políticas.
Sin embargo, en los inicios de la década de los 30 comenzaron a aparecer ciertas
sombras en este sistema integrador tras el fracaso de la “vía flamenca” y el triunfo del
partido “castellano”. Esto provocó la salida de la mayoría de los consejeros flamencos
del entorno del emperador, así como la disminución de su poder dentro de la Casa de
Borgoña con la introducción en la misma de gentes de otros reinos, especialmente
castellanos, proceso ya iniciado en 1522. Asimismo, María de Hungría trató de reducir
el poder de los Stadholders y favoreció el ascenso de letrados en la administración,
cuestiones ambas que provocaron las protestas de la nobleza.
Sin embargo, estos conflictos no hacían vaticinar los acontecimientos que se
iban a desarrollar a lo largo de la década de los 60 y que desembocarían en la Revuelta
contra el poder real. ¿Qué pudo suceder para que se llevara a cabo la ruptura de esa
articulación e integración de las élites flamencas, fundamento sobre el que se sustentaba
la Monarquía en esas tierras?
1.2.- Las relaciones entre los Países Bajos y la Monarquía Hispana durante los
primeros años del reinado de Felipe II
1.2.1.- Las luchas faccionales en la Corte de la Monarquía
La hegemonía cortesana alcanzada hacia 1530 por el grupo “castellano”, obligó
a que los miembros de los grupos desplazados se tuvieran que refugiar en las Casas de
la emperatriz Isabel, del príncipe Felipe y de las infantas María y Juana, en las que se
seguía practicando la espiritualidad relacionada con la “observancia”141.
Debido a ello, el príncipe Felipe creció durante los primeros 7 años de su vida en
un ambiente de aceptación de las ideas erasmistas. Cobos y Tavera fueron conscientes
de este contratiempo y llevaron a cabo diversos movimientos encaminados a poder
controlar ese entorno, como fue la elección como maestro de Felipe de Siliceo,
141
J. MARTÍNEZ MILLÁN, “Corrientes espirituales y facciones políticas...”, p. 116.
56
personaje que tenía una mentalidad escolástica similar a la que ellos propugnaban142.
Estas maniobras aumentarían de intensidad cuando en 1535 se decidió poner Casa al
heredero, con un éxito relativo; aunque consiguieron que esta fuera al modo de Castilla
y no al de Borgoña y que se separara a Felipe de la Casa de la emperatriz, no pudieron
evitar que los servidores designados fueran de grupos ajenos a ese partido “castellano”.
Siliceo fue perdiendo poder y Juan de Zúñiga, ayo del príncipe, le sustituyó por el
humanista Juan Calvete de la Estrella en 1539. De este modo, el entorno del futuro
monarca siguió estando controlado por humanistas y en él se fue gestando un grupo
ajeno a las redes de Cobos y Tavera con sabor a alternancia política, que fraguaría años
más tarde.
A pesar de este inconveniente, la situación continuó estando controlada por el
grupo “castellano”, como quedó patente cuando en 1539 el emperador marchó hacia los
Países Bajos para atajar la revuelta de su ciudad natal y dejó a Felipe como regente.
Mientras en Castilla las riendas del gobierno las tendría Tavera, apoyándose en
personajes como Cobos, Fernando de Valdés, el duque de Alba o Juan de Zúñiga, junto
a Carlos V marcharon el regente Juan Rodríguez Figueroa como único consejero de
Cámara y Alonso de Idiáquez y Juan Vázquez de Molina como secretarios, siendo los
tres “clientes” de Cobos. Sin embargo, este último volvió pronto a Castilla por razones
de salud y su lugar lo ocuparía Francisco de Eraso, cambio que tendría una enorme
relevancia futura. Para la política exterior, Cobos consiguió establecer una entente
cordial con Nicolás Perrenot, mediante un reparto de las tareas; mientras el secretario
castellano se ocuparía de los asuntos mediterráneos, el del Franco Condado lo haría con
los del Norte de Europa.
Este esquema permanecería vigente durante algo más de una década, hasta que
fue destruído en dos años fatales para el grupo “castellano”, los transcurridos entre la
muerte de Tavera en 1545 y la de Cobos en 1547; en este tiempo fallecerían personajes
como Cifuentes, Loaysa, el conde de Osorno y Juan de Zúñiga, así como se produjo la
marcha al Imperio del duque de Alba. De este modo, únicamente quedó en Castilla un
consejero de cierta enjundia como Fernando de Valdés, personaje de ideas erasmistas
que trató de imponerse a las “hechuras” de Tavera aliándose con los secretarios que
Cobos había ido colocando en la administración y que se situaban bajo el influjo de
Juan Vázquez de Molina.
142
Sobre la pugna faccional durante los primeros años de la vida del príncipe Felipe,
Configuración, pp. 31-43.
57
A su vez, el matrimonio de Felipe con María Manuela de Portugal en 1543
revitalizó el influjo portugués, que había comenzado con la llegada a Castilla de la
emperatriz Isabel y su servicio y que continuaría vigente tras la muerte de la princesa
portuguesa en 1545143 gracias a la entrada de muchos de sus servidores en otras Casas
Reales144; en concreto fueron 43, de los cuales 29 fueron a parar al servicio de las
Infantas, 10 a la Casa del príncipe Felipe, tres a la de Juana cuando se le puso casa
propia en 1549 y el acemilero mayor Antonio Sarmiento, que fue nombrado
gentilhombre de la Casa de Borgoña del emperador. Este círculo portugués sería el
germen del futuro partido “ebolista” tras unirse, a través de vías comunes de
pensamiento, con los “erasmistas”.
Tras los convulsos años finales de la década de los 40 quedaba claro que era
necesario reconstruir los grupos cortesanos, realidad que se mostró en toda su crudeza
durante los preparativos del Felicissimo viaje que el príncipe Felipe iba a realizar por las
posesiones de su futura herencia145. Entre las diversas medidas tomadas por el
emperador ante tan prolongada ausencia sobresalieron las de otorgar al príncipe una
Casa a la borgoñona y situar como regente en Castilla a su hermana María, casada con
el archiduque Maximiliano.
El periodo de regencia mostró que la reorganización faccional ya se había
llevado a cabo y que existían dos grupos cortesanos con ideas políticas y religiosas
contrapuestas; el “partido imperial”, dirigido por Valdés y Vázquez de Molina y
compuesto por hombres del emperador, y el “ebolista”, configurado por personajes del
entorno del príncipe y aún en proceso de formación. Fue el primero de ellos el que
disfrutó del patronazgo durante los años de gobierno de Maximiliano y María, aunque
con voces discordantes como las de Fernando Niño, enemigo declarado de Valdés, o
Juan Suárez de Carvajal. Mientras, el segundo grupo trataba de hacerse con el control
del séquito del príncipe Felipe, adquiriendo una influencia indudable, pese a que el
mayordomo mayor que se había puesto a la Casa del heredero era el duque de Alba,
contrario a las ideas que ellos propugnaban.
143
F. LABRADOR ARROYO , “La Casa de la emperatriz Isabel” en Carlos V, I, pp. 234-251.
144
ID., “Los servidores de la princesa María Manuela de Portugal” en Ibídem, II, pp. 121-125.
145
Que fue descrito minuciosamente por su maestro Juan Cristóbal Calvete de Estrella, en su El
felicissimo viaje d´el muy alto y muy poderoso Príncipe Don Phelippe, hijo d´el Emperador
Don Carlos Quinto Maximo, desde España a sus tierras dela baxa Alemana: Con la descripcion
de todos los estados de Brabante y Flandes, publicado originalmente en 2 volúmenes en
Amberes en 1552 y reeditado en Madrid en 1930 por la Sociedad de Bibliófilos españoles en 2
vols. y, otra vez en Madrid, en el 2000 por la Sociedad estatal para la conmemoración de los
centenarios de Felipe II y Carlos V (ed. de P. CUENCA y estudios introductorios de J. L.
GONZALO SÁNCHEZ-MOLERO, J. MARTÍNEZ MILLÁN, S. FERNÁNDEZ CONTI, A.
ÁLVAREZ-OSSORIO ALVARIÑO y F. CHECA).
58
La situación no varió en demasía durante los primeros años transcurridos tras el
retorno del príncipe a Castilla y, si acaso, se incrementó el poder de Valdés al fallecer
Niño el 16 de septiembre de 1552. Sin embargo, el trabajo callado de Éboli y sus
partidarios comenzó a rendir frutos, a través de la promoción de una serie de Visitas
dirigidas contra sus enemigos que aceleraron el erosionamiento del patronazgo de
Valdés y compañía. El avance de los “ebolistas” quedaría patente durante la Jornada de
Felipe a Inglaterra en 1554; no solo el entorno que acompañó al nuevo rey de dicho
reino estaba integrado mayoritariamente por personajes afines a Éboli, sino que como
regente en los reinos peninsulares quedaba la infanta Juana, deudora de sus mismas
ideas gracias a su educación humanística y a su defensa de la Compañía de Jesús146.
Sin duda, la estancia del príncipe en Inglaterra supuso el traspaso de poderes
tanto entre el emperador y su heredero como en las facciones cortesanas, a través, sobre
todo, de la acción consensuada de Éboli y Eraso. En primer lugar, buscaron dominar la
gracia a través de la Cámara, para lo cual Eraso atrajo a Pedro del Hoyo, oficial de
Vázquez de Molina, mientras se introducía en la misma a Menchaca, afín a Éboli.
Asimismo, Eraso consiguió reducir la influencia de Granvela, su enemigo acérrimo
desde que le acusara de apropiarse de un dinero de la hacienda real junto al barón de
Montigny147, con el regreso a Castilla de sus “clientes” Figueroa y Briviesca de
Muñatones. A continuación, trataron de hacerse con el control de los asuntos de Estado,
propiciando el envío del duque de Alba a Italia como gobernador de Milán y virrey de
Nápoles. El éxito en este campo no fue automático, aunque la reforma del Consejo de
Estado y los nuevos nombramientos de 1556 llevaron a Éboli a afianzar su
preponderancia. Eraso, por su parte, incrementó su poder al ser nombrado secretario de
los Consejos de Hacienda y de Órdenes en abril y escribano de Finanzas en mayo,
consolidándose aún más cuando en septiembre se le encomendó la supervisión de todos
los despachos enviados al monarca desde Castilla.
Mientras esto sucedía en el Norte de Europa, en la Península Ibérica se libraba la
misma batalla con idéntico resultado. Aunque Valdés y Vázquez de Molina aún
conservaron cierto poder en la administración, las Casas de Juana y del príncipe Carlos
quedaron bajo influencia de Ruy Gómez, gracias a ser deudos suyos los dos
mayordomos mayores, García Álvarez de Toledo y Antonio Rojas. Valdés, pese a ser
Inquisidor General, fue perdiendo poder dentro de la propia Inquisición y Felipe II le
conminó a que se dirigiese a su arzobispado sevillano tras negarse a apoyar
146
Sobre su espiritualidad, J. MARTÍNEZ MILLÁN, “Familia real y grupos políticos: La
princesa doña Juana de Austria” en ID. (dir.), La Corte de Felipe II..., pp. 84-88.
147
P. D. LAGOMARSINO, op. cit., p. 23.
59
recaudaciones de dinero en Castilla para usarlas en las guerras contra Francia, al estar
éstas dirigidas por los “ebolistas”.
Su reacción, y con él la de todo el “partido imperial”, fue furibunda, y tras
negarse a obedecer la orden real organizó su defensa en base a un ataque a la raíz de la
que manaba el poder del partido predominante en la Corte, su espiritualidad, siendo el
primer damnificado de esta nueva estrategia el arzobispo de Toledo, el dominico fray
Bartolomé de Carranza148. Para poder llevar a cabo su plan, Valdés contó con la ayuda
del confesor real fray Bernardo de Fresneda que, pese a deber su ascenso cortesano a los
“ebolistas”, defendía unas ideas cercanas a la facción contraria y se había enfrentado
con Carranza por conseguir la cercanía al rey149. Tras la caída del arzobispo de Toledo,
se persiguió a algunos jesuitas como Francisco de Borja, que tuvo que huir a Portugal,
quebrando de esta manera su alianza con la regente Juana.
Pese a estos movimientos, el retorno de Felipe II a la Península Ibérica en 1559
parecía significar el afianzamiento de la hegemonía ejercida en la Corte por la facción
encabezada por Ruy Gómez, como se pudo apreciar en las Cortes de Toledo de 1560. El
alejamiento de la Corte de personajes contrarios a su política como el duque de Alba,
Granvela o Juan Vázquez de Molina así lo parecían indicar. Sin embargo, la realidad era
bien distinta, ya que sus ideas políticas y religiosas no eran las adecuadas para poder
implantar el nuevo rumbo político, social y religioso que Felipe II había decidido para la
Monarquía y que conocemos con el nombre de Confesionalización150.
La Confesionalización fue una revolución política e ideológica, que no finalizó
hasta pocos años antes de la muerte del monarca. Se basaba en aplicar un estricto
sistema de creencias sociales, para lo cual era necesario reformar y centralizar la
administración favoreciendo la configuración de la instituciones que la componían, y en
una rígida articulación y control del estamento eclesiástico por la Corona, lo que
implicaba la búsqueda de una reforma religiosa para evitar herejías en sus posesiones.
148
Sobre este personaje y su proceso hay multitud de bibliografía. Baste citar J. I. TELLECHEA
IDÍGORAS, Fray Bartolomé de Carranza y el cardenal Pole. Un navarro en la restauración
católica de Inglaterra (1554-1558), Pamplona, 1977 para estos años cruciales.
149
H. PIZARRO LLORENTE, “El control de la conciencia regia. El confesor Fray Bernardo de
Fresneda” en J. MARTÍNEZ MILLÁN (dir.), La Corte de Felipe II..., pp. 149-169.
150
Configuración, pp. 81-98. Sobre la evolución histórica de este concepto, U. LOTZ-
HEUMANN, “The Concept of “Confessionalization”: A Historiographical Paradigm in
Dispute” en Memoria y Civilización: Anuario de Historia, 4 (2001), pp. 93-114 y J. I. RUIZ-
RODRÍGUEZ e I. SOSA MAYOR, “El concepto de la “Confesionalización” en el marco de la
historiografía germana”, Studia Historica. Historia Moderna, 29 (2007), pp. 279-305. Sin duda,
el debate no está aún cerrado, como lo demuestra el monográfico que le ha dedicado la revista
Manuscrits. Revista d´Historia Moderna, 25 (2008) con el título de “Confesionalización y
disciplinamiento social en la Europa Católica (siglos XVI-XVIII)”.
60
Este proyecto ocasionó numerosos conflictos políticos en diferentes territorios de la
Monarquía y originó una dura pugna con Roma, que consideraba su jurisdicción
universal y no estaba dispuesta a ceder porciones de la misma fácilmente.
Sin duda, las ideas “ebolistas” no eran válidas para aplicar estos principios y
Felipe II tuvo que buscar otros personajes en quien apoyarse para poder llevarlos a
cabo. Llegados a este punto, conviene recapitular brevemente la visión que defendían
“ebolistas”151 e “imperialistas”, cuyo testigo ideológico tomarían los “albistas”, tanto de
la Monarquía como de las Casas Reales y de la religión.
El primer grupo defendía que la Monarquía debía ser “múltiple” o “compuesta”,
como había sucedido en varios momentos a lo largo del reinado de Carlos V, lo que
implicaba la ausencia de instituciones comunes a todos los reinos, que estarían unidos
únicamente por pertenecer al mismo príncipe y con la Corte como elemento integrador.
De esta manera, personajes de todos los reinos podrían acceder a la fuente de gracia,
que era el soberano, y ocupar cargos no solo en sus propios territorios sino también en
otros o en el propio entorno del monarca. Por el contrario, los “imperialistas” defendían
una monarquía “articulada” en la que la armonía del cuerpo político se fundamentara en
la jerarquía de los reinos, a cuya cabeza debía situarse Castilla. Por lo tanto, era
necesario rebajar la “independencia” de cada dominio a través de un proceso de
institucionalización que separara lo político (gubernaculum) de lo jurisdiccional
(jurisdictio)152.
Lógicamente, la postura de ambos partidos ante la configuración de las Casas
Reales estaba clara; mientras los “ebolistas” defendían la presencia en las mismas de
personajes de todos los reinos que componían la Monarquía para que, al igual que había
sucedido con Carlos V, la Casa de Borgoña sirviera como elemento integrador de todas
las élites territoriales, los “imperialistas” defendían que las Casas del rey debían estar
ocupadas por las principales élites castellanas, como correspondía al reino más
importante de la Monarquía. Un ejemplo perfecto de esta visión resulta el hecho de que
el duque de Alba, mayordomo mayor de la Casa de Borgoña del rey, no contempló en
151
Sobre este grupo, J. MARTÍNEZ MILLÁN, “Grupos de poder en la Corte durante el reinado
de Felipe II: la facción ebolista, 1554-1573”, en J. MARTÍNEZ MILLÁN (Ed.), Instituciones y
élites de poder..., pp. 137-197.
152
M. RIVERO RODRÍGUEZ, "El Consejo de Italia y la territorialización de la monarquía
(1554-1600)" en E. BELENGUER CEBRIÀ (coord.), Felipe II y el Mediterráneo, Madrid,
1998, III, pp. 97-113.
61
ningún momento conceder oficio palatino alguno dentro de las mercedes que propuso en
1569-1570 para aquellos flamencos que no se habían rebelado contra Felipe II153.
En cuanto a la religión, los “ebolistas” defendían una espiritualidad “mística”,
que estudiaba la teología buscando una renovación de la fe y que propugnaba la oración
mental y la contemplación. De igual manera, abogaban por una reconversión pacífica al
catolicismo de aquellos lugares que habían renegado anteriormente, adoptando un
talante transigente y humanista. Sin duda, la Compañía de Jesús era la orden religiosa
que mejor se ajustaba a estos preceptos, como así defendieron tanto los miembros del
círculo portugués de la Corte de la Monarquía como varios miembros de la familia real
hispana, caso de doña Juana, don Juan de Austria, Margarita de Parma o Alejandro
Farnesio, y un numeroso grupo de nobles, entre los que podemos contar a los Mendoza,
a los de la Cerda o duques de Medinaceli, al marqués de Mondéjar, al conde de Feria,...
Por último, también entre el clero despertó simpatías la Compañía, comenzando por
Carranza y siguiendo con otros insignes religiosos como Gaspar de Quiroga, sucesor en
el arzobispado de Toledo del dominico navarro, el cardenal Espinosa al inicio de su
carrera o el propio cardenal Tavera en los últimos momentos de su vida. Una vez fueron
conscientes de que su religiosidad no se adaptaba a lo demandado por Felipe II para
llevar a cabo la Confesionalización, los jesuitas trataron de ajustar su espiritualidad y se
comisionó al padre mallorquín Jerónimo Nadal desde Roma para que procurara dejar
claras las diferencias entre la religiosidad de la Compañía y la de los “alumbrados” y
otras corrientes heréticas. Se reprendió a algunos místicos jesuitas, se revisaron los
libros existentes en sus bibliotecas y se fijaron las lecturas adecuadas, aunque no fue
suficiente154. Por el contrario, sus oponentes eran firmes defensores de la orden de los
dominicos y de todos aquellos que defendían una teología más intelectual y menos
vivencial, en donde las corrientes eran más fáciles de controlar y, por tanto, se ajustaban
mejor a las necesidades que implicaba esa Confesionalización. Debido a ello, hicieron
lo posible por suprimir las corrientes espirituales en las que dominaba el sentimiento y
la vivencia individual, proceso que comenzó en los últimos años de Fernando de Valdés
como Inquisidor General, no solo con las persecuciones a Carranza y los jesuitas, sino
también con la publicación del Catálogo de libros prohibidos de 1559, aunque no
debemos desligar estas actuaciones de sus intereses políticos. Sería Diego de Espinosa
153
Sobre este asunto, nuestro artículo, “La concesión de mercedes en los Países Bajos durante el
gobierno del duque de Alba. La importancia del control del gobierno de las ciudades y de las
provincias”, en J. BRAVO LOZANO (ed.), Espacios de poder: Cortes, ciudades y villas,
Madrid, 2002, I, pp. 187-215.
154
Configuración..., p. 83.
62
quien culminara este proceso de implantación de una ideología ortodoxa con el que se
quebraba la transigencia ideológica y religiosa en la que se había criado Felipe II y que,
en algunos momentos, fue preponderante en su Corte155.
La nueva deriva ideológica de la Corte de Felipe II llevó a que la influencia
“ebolista” fuera decayendo tras la fijación de la capitalidad en Madrid en 1561, medida
que también podemos encuadrar dentro del proceso de Confesionalización, en
detrimento de un nuevo grupo de poder, apadrinado por el III duque de Alba, cuyas
ideas se adecuaban más a ese proceso. Los personajes asociados a Ruy Gómez
comenzaron a ser desplazados de los oficios y basten como ejemplos los del propio
Éboli, cuyo declive comenzó el 11 de agosto de 1564 al ser nombrado mayordomo
mayor de la Casa del príncipe don Carlos, lo que le relegó en el ámbito cortesano, o
Eraso, al realizarse una Visita al Consejo de Hacienda que él dominaba. La decisión,
tomada en abril de 1565, de enviar al duque de Alba al frente de la comitiva que debía
acompañar a la reina Isabel de Valois a reunirse con Catalina de Médicis en las vistas de
Bayona, certificó la mudanza cortesana. Sin duda, el triunfo de este grupo político
tendría un influjo decisivo en el estallido de la Revuelta de los Países Bajos.
1.2.2.- La ruptura de la integración de las élites flamencas en la Monarquía
Hispana de Felipe II (1555-1566)
1.2.2.1.- La Corte del monarca
Cuando Felipe II llegó al trono heredó una entidad política inédita y carente de
estructuras comunes en la cual los diferentes territorios se veían privados de la presencia
física de su Príncipe, máxime cuando el monarca decidió situar definitivamente la
capital en Madrid156. Para poder gestionar su herencia, el “Rey Prudente” decidió que
continuara en vigor el exitoso modelo que había utilizado su padre para mantener
unidos todos esos reinos, cual era integrar en su servicio a las élites territoriales de sus
diferentes dominios. Para ello, además de usar sus propias Casas de Castilla y Borgoña,
pudo valerse de otros servicios como los de sus hermanos don Juan de Austria y doña
Juana, su hijo don Carlos, su mujer Isabel de Valois y los diferentes Archiduques que se
vinieron a educar a Castilla.
Este panorama se alteraría a los pocos años, ya que pronto se impusieron en la
Corte las ideas de esas élites castellanas que propugnaban una hegemonía de lo
155
J. MARTÍNEZ MILLÁN, “En busca de la ortodoxia: el Inquisidor General Diego de
Espinosa” en ID. (dir.), La Corte de Felipe II..., pp. 196-227.
156
Para este proceso, ID., “La integración de las élites ciudadanas castellanas en la Monarquía a
través de la Casa Real”, en Felipe II, I, pp. 645-685.
63
castellano en el conjunto de la Monarquía. Su triunfo supuso que los miembros de esas
élites pasaran a ocupar los principales oficios de las Casas del rey, mientras los servicios
de los demás miembros de la familia real quedaban para las facciones castellanas y de
otros reinos que no conectaban con las ideas que estos patrocinaban. Fruto de este
proceso fue la distorsión que se produjo en los fundamentos en los que se había basado
la construcción de la Monarquía con Carlos V y la aparición de una grave contradicción:
el modelo “oficial” de Casa era el de la Dinastía, casa de Borgoña, en vez de la del
reino, Castilla, que había contribuido a articularla.
Esa contradicción cobró especial relevancia en lo referente a las élites flamencas,
pues la ruptura en el acceso al monarca provocó malestar entre aquellos que habían
tenido contacto directo con el emperador pocos años antes. Junto a ese descenso
significativo de sus posibilidades de medro y de acceso a oficios palatinos, se les exigía
que contribuyeran financieramente a sostener unas guerras que les eran indiferentes en
muchas ocasiones e, incluso, que ayudaran a mantener un sistema que les excluía. Sin
duda, era muy difícil gobernar sin la ayuda de esas élites157 y esa ruptura puede ser
considerada como uno de los principales motivos del inicio de la Revuelta.
Ya el primer servicio que se puso al príncipe Felipe en 1535 se había formado de
acuerdo al modelo castellano y con una gran mayoría de servidores de ese reino,
recurriendo al consejo de Gonzalo Fernández de Oviedo, criado del príncipe Juan (hijo
de los Reyes Católicos) cuando se le puso servicio en 1496158, debido a la ausencia de
textos normativos. Pese a esta hegemonía de lo castellano, los grupos desplazados del
poder pudieron incluir parte de los protocolos borgoñones y portugueses en los usos
diarios del ceremonial, por lo que no se generaron demasiadas protestas159. Este primer
servicio era muy reducido y no sería hasta el fallecimiento de la emperatriz Isabel en
1539 cuando se constituyera la Casa de Castilla del heredero en todo su esplendor,
introduciéndose en ella algunos criados de su madre. Posteriormente, en concreto en
1543, se produjo una nueva reorganización de la misma ante la marcha de Carlos V de
Castilla, con la intención de reducir el gasto y algunos oficios superfluos. Pese a estos
ajustes, estaba claro que la dimensión del servicio se iba a tener que incrementar para
poder adecuarse a la relevancia que tenía el heredero de un imperio de tal magnitud; la
157
Como expresa H. KOENIGSBERGER en su artículo “Patronage, Clientage and Elites...”, p.
128, “The government of Philip II in the Netherlands, like all early modern governments,
depended ultimately on the co-operation of the local elites”.
158
G. FERNÁNDEZ DE OVIEDO, Libro de la Cámara Real del Príncipe don Juan e offiçios
de su casa e serviçio ordinario, Madrid, 1870.
159
S. FERNÁNDEZ CONTI, “La organización de la Casa del príncipe Felipe (1535-1546)” en
Carlos V, II, pp. 97-121. El listado de los componentes de la misma en Ibídem, V, pp. 99-105.
64
muerte el 27 de junio de 1546 de Juan de Zúñiga, ayo y mayordomo mayor desde 1539,
inició tal proceso.
La certidumbre del emperador de que el servicio a la castellana no iba a ser
aceptado por las élites del resto de sus reinos y la necesidad de superar el restringido
marco que este suponía, hicieron que a comienzos de 1548, y de cara al inminente viaje
que el príncipe Felipe iba a realizar por los territorios europeos, se decidiera establecer
una Casa de Borgoña para el príncipe. El encargado de tal tarea fue el propio
mayordomo mayor de la casa de Borgoña del Emperador, el insigne castellanista III
duque de Alba, que fue nombrado mayordomo mayor de las nuevas Casas del heredero
de Borgoña y de Castilla160. Desde esa importante atalaya, Fernando Álvarez de Toledo
intentó controlar los nombramientos, pero fue incapaz de construir en torno al heredero
una red de influencia suficiente que garantizara su acceso al futuro soberano, ya que
para ello necesitaba disfrutar de su gracia, pero, como hemos podido ver, era Ruy
Gómez quien gozaba de ella.
En líneas generales, la estructura de esta nueva Casa de Borgoña del príncipe
coincidía con la adaptación que el emperador había realizado de la suya. De hecho, se le
incorporaron cuerpos propios de las tres guardas de la Casa de Borgoña, lo cual
constituyó una novedad, pues hasta ese momento el príncipe y otros miembros de la
familia real con servicio propio habían usado los cuerpos pertenecientes a la Casa del
emperador, excepto la guarda de Corps que solo protegía al soberano, en especial la
Guarda Vieja, sección de la guarda Española. El problema vino cuando Felipe II
accedió al trono, ya que se tuvieron que fusionar su guarda y la de su padre, quedando
muchos de sus miembros fuera de esta unificación. Desde ese momento, se decidió que
ese desdoblamiento no se iba a volver a producir, medida que fue favorecida por la
decisión de establecer de manera permanente la capital en Madrid y la consiguiente
reducción de las Jornadas reales.
La Casa de Castilla, por su parte, vio disminuidas sus atribuciones y número de
servidores en detrimento de la de Borgoña, pero no se apreciaron quejas de las élites
castellanas, pues esta última sufrió, al igual que había sucedido años antes con la de
Carlos V, una fuerte “hispanización”.
La masiva entrada de hispanos en la Casa de Borgoña del príncipe provocó que
el número de servidores flamencos resultara muy bajo, incluso tras la incorporación de
algunos nuevos durante su estancia en los Países Bajos, lo que no se correspondía con
160
Sobre el proceso de formación, S. FERNÁNDEZ CONTI, “La introducción de la etiqueta
borgoñona y el viaje de 1548-1551” en Ibídem, II, pp. 210-225. En cuanto a los componentes de
la misma, Ibídem, V, pp. 105-115.
65
las pautas que habían regido el servicio de Carlos V. Así, nos encontramos con 7
gentilhombres de la boca, sobre un total de 73, como eran Louis de la Troilliere,
Baudoyn de Blois, Adrien de Bailleux, Jean de Beaufremont, Antoine de Rubemprey,
François de la Baume, Maximilian Longueval y posiblemente lo fuera también Jacques
de Chaerhon. En cuanto a gentilhombres de la casa, solo 8 de 86 eran de los Países
Bajos, a saber, Charles Pinelot, Philippe de la Douve, Francisco de Haeften, Jerónimo
de Mol, Charles vander Noot, Jehan de Gilley, Geri de Brecht y Juan de Verluzey. En la
caballeriza, por su parte, estaría Claude Morillon como heraldo de armas siguiendo la
tradición borgoñona de este oficio, como costilleres Philippe Schoonhoven y Adrien de
Berghes y como pintor Cristiano de Amberes. En los oficios llama la atención la cocina,
pues eran flamencos el cocinero mayor Periquín Faschet y los tres cocineros Gil de
Mes, Juan de Myedes y Nicolás Jamart, así como el bujier Hernando de Haller. Junto a
ellos, en la cava aparece como sota ayuda Miguel de Namur y en la botica como
boticario Juan Jacques Arigón y como ayuda Juan Arigón. Por lo que respecta a la
cámara, como gentilhombre estaría Jehan de Glymes, II marqués de Berghes, como
ayuda Jacques de Vandenese, como ujier Francisco Lallemand y el contralor Jehan de
Vandenese. Por último, como criado de la furriera nos encontramos a Juan Sigoney. Es
decir, un total aproximado de 32 flamencos más los pertenecientes a la guarda de Corps,
integrada por 50 archeros, capitán, teniente, capellán, furrier y trompeta, que eran
íntegramente de dicha nación por sus especiales connotaciones. Sin duda, el porcentaje
sobre el total de servidores era muy pequeño y con presencia inexistente en secciones
como la capilla, en donde se dio preponderancia a la Casa de Castilla. Además, estos
flamencos no aparecían en los cargos superiores de la casa, siendo el conde de Horn
como capitán de los archeros y el marqués de Berghes como gentilhombre de la cámara
quienes tuvieron los más destacados.
Estas carencias se intentaron subsanar durante los meses que siguieron al acceso
de Felipe al trono, a través de la incorporación de una serie de criados flamencos a su
servicio, algunos de los cuales provenían de la casa de su padre mientras que otros eran
de nuevo cuño161. Especial relevancia en este proceso tendría la capilla162, en la cual el
161
Para los componentes de la Casa de Borgoña de Felipe II, Felipe II, II, pp. 521-566.
162
Sobre la capilla de los Austrias, J. J. CARRERAS y B. J. GARCÍA GARCÍA (eds.), La
Capilla Real de los Austrias: música y ritual de Corte en la Europa moderna, Madrid, 2001.
Así mismo, E. VANDER STRAETEN, La musique aux Pays-Bas avant le XIX siècle, 8 vols.,
Bruxelles, 1867-1888, ed. facsímil en 4 vols., New York, 1969, P. BECQUART, Musiciens
néerlandais à la cour de Madrid. Philippe Rogier et son école (1560-1647), Bruselas, 1967, L.
ROBLEDO ESTAIRE, "La Capilla Real entre Felipe el Hermoso y Felipe II: su influencia en la
música española" en W. THOMAS y R. A. VERDONK (eds.), Encuentros en Flandes, Lovaina,
66
sector borgoñón era el más afamado de Europa debido al prestigio que conservaba la
música franco-flamenca gracias a la excelencia de sus cantores y compositores, por lo
que tendría una mayor entidad cuando se produjo la unión de las Casas de Castilla y
Borgoña de Carlos V y del príncipe Felipe. La capilla flamenca del emperador mantuvo
hasta cierto punto su personalidad, pues fue registrada sistemáticamente como “capilla
flamenca” en los roolos, diferente a la “capilla española” proveniente de la Casa de
Borgoña del príncipe Felipe. Sin duda, la presencia de flamencos en esta sección fue
importantísima durante todo el reinado de Felipe II, pero se produjeron una serie de
cambios que influyeron notablemente en su relevancia.
El personal de la capilla debía proceder de las élites de los reinos que estaban
comprometidos con la ideología religiosa que se intentaba propugnar, ya que esta
sección de la Casa imponía la conducta que debía seguirse en la Corte163. Entre 1556-
1561 se produjeron numerosos nombramientos de capellanes y predicadores apoyados
por los grandes patronos cortesanos, recogiendo las diversas corrientes espirituales
existentes para así integrar la herencia recibida. Sin embargo, los cambios cortesanos
que tuvieron lugar durante esos años propiciaron que los nuevos nombramientos
recayeran en familiares de los letrados castellanos que ocupaban cargos en los Consejos
y personal relacionado con la Inquisición, para así poder llevar a cabo el proceso de
Confesionalización. De esta manera, los flamencos fueron quedando relegados al sector
musical y a sus diferentes oficios como maestro de capilla, tenientes de maestro de
capilla o cantorcicos. Es significativo en este proceso el relevo de limosnero mayor,
cargo que estaba supeditado al de capellán mayor pero que era el responsable directo de
la capilla en todos los asuntos cotidianos, que tuvo lugar en julio de 1556 cuando Oudart
Bersacques, procedente de la Casa de Carlos V, fue sustituido por Lupercio de
Quiñones. De igual manera, tendió a disminuir el número de flamencos que sirvieron
como capellanes de altar, siendo superados por los hispanos unos años más tarde.
Fuera de la guarda y de la capilla, observamos que otro núcleo importante de
flamencos se encontraría entre los gentilhombres de la boca. Procedentes de la casa del
príncipe estarían los 7 que ya ejercían como tal, aunque Baudoin de Blois solo lo hizo
en 1556, más la incorporación de Adrien de Berghes tras ser ascendido desde el oficio
de costiller. Jean de Ligne, conde de Aremberg, se incorporaría al servicio desde la Casa
del emperador y de nuevo cuño aparecerían Pierre de Peloux, señor de Vercel, Philippe
2000, pp. 291-310, donde hace referencia a bibliografía sobre el asunto, y L. ROBLEDO
ESTAIRE y H. PIZARRO LLORENTE, “La capilla” en Felipe II, I, pp. 143-225.
163
J. MARTÍNEZ MILLÁN y H. PIZARRO LLORENTE, “La capilla real: integración social y
definición de la ortodoxia religiosa” en Ibídem, I, pp. 517-544.
67
de Lannoy, el conde de Luxemburgo, Charles de Lannoy, señor de Mingoval, Antoine
de Lalaing, conde de Hooghstraeten, Maximilien de Gante, barón de Rassinghien,
Fredèric Perrenot, señor de Champagney, y Jehan de Sainte-Aldegonde, señor de Selles
–en este caso por su condición de teniente de la guarda, a la que iba aparejada siempre
una plaza de gentilhombre de la boca-.
Como gentilhombres de la casa nos encontramos a un nutrido grupo de
servidores que habían tenido el mismo oficio en la Casa del príncipe, caso de Philippe
de la Douve, Juan de Verluzey, Charles vander Noot, Jerónimo de Mol, Francisco de
Haeften, Geri de Brecht y Jehan de Gilley, siendo ascendido Philippe Schoonhoven
desde el oficio de costiller. Procedentes de la Casa del emperador, y que habían ocupado
en ella el mismo oficio, estarían Jehan de Mol, Andrés de Wassenaar, Charles de
Amerstorf y Philibert de Chassey, mientras que Pierre de Morbecque había sido
gentilhombre de la boca y Charles de Longastre y Jehan Baptiste Dandelot costilleres.
Por último, de nuevo cuño serían Gerard de Watteville, Arnould de Groninghen,
Godefroy de Warembourg, Philippe van den Merre, Philippe de Wignacourt, Prospère
de Lalaing y Jehan van Steeweghe.
En la caballeriza nos encontramos como correo mayor a Raimundo de Tassis, a
Venant du Bois como correo, a Michiel de Hun y Estienne la Jonchiere como maceros,
a Pedro de Vernoys y Claude Marion como reyes de armas, a Henry Colin como
frenero, a Juan y Daniel de Malinas como armeros y a Cristiano de Amberes, que seguía
siendo el pintor. Por lo que respecta a los pajes, oficio que tenía cierta importancia para
el futuro de la Casa pues en él se ocupaban jóvenes de entre 10 y 20 años que se
dedicaban al aprendizaje cortesano y al servicio y acompañamiento de los reyes fuera de
palacio y en la capilla especialmente, significativamente solo aparece Gilbert Villain,
barón de Rassenghien, entre los 25 poseedores de ese cargo que conocemos. La
promoción natural de los pajes solía ser al oficio de costiller, donde aparecen 4
flamencos que ya habían ejercido como tales en la Casa del emperador, a saber, Juan de
Brancion, Philippe de Chasteau, Arnould de Binielsberg y Frèderic Papenham.
Por lo que respecta a los oficios, como ayuda de la panetería estaría Cornelio
Clerhaghen, Jehan Renault como panadero, Miguel de Namur como sota ayuda de la
cava, Hernando de Haller como bujier y luego aguador, Pierre de Loncourt como
pastelero, Juan Arigón como ayuda de botica, Jehanin Nicolay como tapicero, Gery
Jehan como mozo de tapicería, François de Valere como ayuda de guardajoyas y tres
ayudas de cocina. Hugues Cousin, por su parte, sería aposentador de la casa. La furriera
68
estaría dirigida por François Hannart y en ella aparecerían algunos servidores flamencos
pero en número reducido.
Por último, en la cámara habría un gentilhombre, el marqués de Berghes que ya
había ejercido como tal en la Casa del príncipe, el cirujano Frank van Utrecht, los
contralores Jehan de Vandenesse y Jehan Sigoney, que fue grefier con anterioridad, el
ayuda Jacques de Vandenesse y el ujier Jehan Baudoin.
Sin duda, el número y porcentaje de personajes flamencos y borgoñones se había
incrementado con respecto a los que habían formado parte de la Casa del príncipe,
especialmente en los oficios de gentilhombres de la casa y de la boca y en la capilla. Sin
embargo, si observamos detenidamente sus nombres y oficios nos encontramos con dos
cuestiones que llaman poderosamente la atención y que suponían una ruptura
importante con respecto a lo acaecido en época de Carlos V; en primer lugar, no había
apenas flamencos en oficios de relevancia, sobresaliendo únicamente el capitán de la
guarda de Corps, que siempre debía ser flamenco, y un gentilhombre de la cámara pero
sin aparecer ningún mayordomo, limosnero mayor, sumiller de corps, caballerizo,... En
segundo lugar, se dejó fuera del servicio del nuevo monarca a significativos nobles
flamencos que habían ocupado cargos relevantes en el servicio de Carlos V, por lo que
casi toda la flor y nata de la aristocracia de aquellas tierras quedaba fuera del acceso a la
fuente prístina de gracia. Este fue el caso, entre otros, de los caballerizos mayores Jehan
de Hénin-Lietard, conde de Boussu, y del señor de Dandelot, del capitán de la guarda
Charles de Brimeu, conde de Meghem, de los gentilhombres de la cámara Orange,
Lamoral de Egmont o Floris de Montmorency, señor de Hubermont, del de la boca
Pierre-Ernest de Mansfeld o del de la casa Henry de Brederode.
Es cierto que la idea del príncipe era la de fundamentar su reinado en nuevos
personajes y clientela propia para tratar de evitar la influencia de los consejeros de su
padre, pero resulta significativo que ningún flamenco formara parte de esa nueva clase
dirigente. Aunque se trató de contentar a estos personajes con otra serie de mercedes, se
estaba cortando uno de los principios básicos sobre los que se habían organizado los
heterogéneos territorios de Carlos V: el uso de su Casa de Borgoña como pieza
fundamental de integración de las élites territoriales.
La situación se agravaría aún más tras la marcha de Felipe II de los Países Bajos
en 1559, ya que en los años anteriores a la Revuelta hubo escasos nombramientos de
flamencos para la Casa del monarca, destacando únicamente los del gentilhombre de la
boca Oudart de Bournonville, antiguo paje de Carlos V, el de la casa Philippe de
Lalaing y otros oficios menores.
69
Tras los primeros momentos del levantamiento flamenco, se intentó paliar esta
situación con nuevas incorporaciones en los cargos de gentilhombres de la casa, de la
boca, costilleres y pajes, aunque nunca de forma sistemática ni en los oficios más
importantes. Especialmente relevantes fueron los nombramientos en 1567164 tras
comprobar la actitud de obediencia de estos personajes, y, aunque esta medida no acabó
con la Revuelta, permitió ir generando una clientela que, a la larga, permanecería fiel al
monarca165.
Mención especial merece la evolución durante estos años de la guarda de
archeros de Corps, por representar como ninguna otra sección de la Casa la nueva
situación que se estaba viviendo. Desde su incorporación a la Casa de los monarcas
hispanos en 1502 había ejercido una triple función: defensa e integridad de la persona
real, participación en el complejo entramado que suponía la aparición pública del
monarca y, como no, espacio integrador de las élites territoriales flamencas en la Casa
Real166.
Los archeros, según las ordenanzas de 1589167, debían ser “nobles vasallos
nuestros originarios de nuestros Estados de los Payses Bajos y Condado de Borgoña y si
aconteciere que alguno de los que pretenden plaça en la dicha compañía no fuese noble,
siendo hijo de padres honrados, y sin nota de infamia, dispensamos a que sea admitido
habiéndonos primero servido por lo menos seis años en la guerra”. Además, “Que de
aquí adelante no sea admitido en la dicha Compañía ningún oficial mecánico, o vil, y se
procurará todo lo posible, que los que se recibieran demás de las calidades arriba dichas,
sean de buena presencia, sanos de miembros, y sin falta en sus cuerpos, ni cobardes, ni
ayan recibido afrenta alguna, y que sean de edad de veinte y cinco a quarenta años”. Sin
embargo, ya estas ordenanzas no obviaban la realidad que estaba viviendo el cuerpo y
164
Aunque hay dificultades para conocer los componentes exactos de la casa entre 1559 y 1567
y sus fechas de ingreso, hay casos de nombramientos en 1567 que he podido comprobar como el
de Charles de Tisnacq, Gilles de Berlaymont, Gerard de Watteville o Guy de Brecht.
165
Aunque hay que tener en cuenta que la pertenencia al servicio del monarca no eximió a
algunos flamencos de participar en la Revuelta, como fue el caso de Horn, del gentilhombre de
la cámara marqués de Berghes, de los de la casa Jehan de Mol y Charles vander Noot o del
ayuda de cámara, y cliente de Éboli, Jacques Vandenesse.
166
Sobre la evolución de las funciones de la guarda de Corps, nuestra artículo “La “Noble
Guarda de Archeros de Corps” en el contexto de la Casa Real de los monarcas Austrias
Hispanos” en R. VERMEIR, R. FAGEL y M. EBBEN (eds.), Agentes e identidades en
movimiento: España y los Países Bajos, siglos XVI-XVIII, Madrid, 2011, pp. 191-230.
167
Publicadas en Felipe II, II, pp. 830-832. Para un análisis pormenorizado de estas ordenanzas,
así como de las de 1626 y 1634, E. MARTÍNEZ RUIZ, "Presencia de Borgoña y de los Países
Bajos en la Corte madrileña: la compañía de archeros de la guarda de Corps (1589-1635
aprox.)", Madrid, revista de arte, geografía e historia, 5 (2002), pp. 52-64. No hay constancia
de unas ordenanzas anteriores.
70
que iba a tomar un cariz mucho más preocupante en años posteriores: la pérdida de
lustre y de condición social de sus miembros168.
Aunque el conocimiento de los integrantes de la guarda durante el reinado de
Carlos V es mucho más complicado que para los años posteriores al no conservarse más
que roolos sueltos169, mientras que desde 1553 en adelante se conservan prácticamente
íntegros170, podemos considerar que su condición social, en general, fue mucho más
elevada de lo que sería posteriormente.
Por lo que respecta a los capitanes, nos encontramos con que durante el reinado
de Felipe I fueron personajes nobles pero que no pertenecían a las familias de mayor
alcurnia de Flandes y tampoco gozaban de una gran importancia política como fue el
caso de Roddick, bastardo de Antoine de Lalaing, Claude de Salins o Louis de Vauldry.
El puesto, sin embargo, se revalorizó con Carlos V, que nombró a algunos capitanes
procedentes de las grandes familias flamencas que utilizaron en muchas ocasiones el
puesto como trampolín para su ulterior vida cortesana. Este fue el caso de Maximilianne
de Lannoy, el señor de Corrières o Charles de Brimeu, conde de Meghem, aunque otros
fueron de menor alcurnia como el señor de Habbarcq. Perteneciente a una familia de
menor entidad que los Brimeu o Lannoy era Philippe de Montmorency, conde de
Horn171.
Por lo que respecta a los tenientes, desconocemos la fecha de creación de este
cargo y el primero del que tenemos constancia es el señor de Archmont, que lo fue
durante la capitanía del señor de Corrieres (1538-1549) aunque ignoramos en qué
168
En concreto, trata el asunto en su artículo 11, “Y porque entre los cien Archeros que ay de
presente en la dicha guarda, ay algunos que no tienen las calidades que se requieren, mirar se ha
en que poderles ocupar para acomodarlos fuera de la dicha Compañía, en la qual es nuestra
voluntad, que se reciba de nuevo Archero alguno que no tenga las calidades y partes arriva
dichas, y que preceda siempre la información dicha”.
169
Así, los publicados por Gachard, en su Collection des voyages..., de 1517 (II, pp. 509-510),
1521 (II, pp. 517-518) y 1534 (III, pp. 395-396) o su listado de lo que quedó a deber a
personajes de la Casa desde 1520 a 1531, donde aparecen varios archeros (III, pp. 313-314). De
igual manera, se conserva el de 1523 (AGR, MD, 391/17), el del 24 de septiembre de 1532
(AGR, Audience, reg. 24) o desde 1543 hasta el final del reinado de Carlos V en el “Roolle des
seigneurs, gentilzhommes, officiers et autres persones qui estoient competes par les escroez de
la maison de l´empereur Charles Cinquieme de ce nom, Roy des espaignes, Archiduc
d´Austrice, duc et conte de Bourgoigne, etc. Le premier jour de janvier XVCXLIII, et de ceulx
qui ont estez depuis receuz, et aussi cessez, fut par mort ou autrement jusques au jour”
publicado en Carlos V, V, pp. 248-257.
170
Los roolos de la guarda de Corps se encuentran en AGP, Reg. 5729 (abarca de 1553 a 1580),
5730 (1584-1621), 5731 (1622-1666) y 5732 (1666-1693).
171
Sobre los capitanes de la guarda de Corps de los Austrias, sus biografías e influencia en la
guarda, nuestro artículo “Una élite flamenca en el servicio del monarca: los capitanes de la
guarda de archeros de Corps” en E. SORIA MESA y J. M. DELGADO BARRADO (eds.), Las
élites en la época moderna. La Monarquía Española, Córdoba, 2009, III, Economía y poder, pp.
107-124.
71
fecha172. Eran nobles de segundo orden que se encargaban del funcionamiento de la
unidad cuando el capitán estaba ausente y eran elegidos, en un primer momento, por los
propios capitanes que, lógicamente, se valían de sus “hechuras”; tal fue el caso de
Guillaume de Flory, promocionado por el conde de Meghem, o Louis de la Troilliere,
“hechura” del conde de Egmont que le recomendó al de Horn. Sin embargo, al retirarse
al capitán la potestad de nombrarlos durante el reinado de Felipe II se produjeron
enfrentamientos y pugnas entre ambos cargos.
En cuanto a los furrieres, su importancia durante el reinado de Carlos V fue muy
inferior a la que adquiriría posteriormente173. Aunque desconocemos sus funciones
exactas debido a esa ausencia de textos normativos, estas estuvieron vinculadas desde el
principio a controlar el día a día de la guarda y a encargarse de esos pequeños asuntos
con los que no se “molestaba” al capitán y, posteriormente, al teniente. Entre estas cabe
destacar la de pasar revista a los archeros, sus vestimentas y enseres, informar a sus
superiores de las faltas en el servicio, alojarles en el cuartel que le indicaran los
aposentadores e, incluso, ejercer como escribano y secretario de la guarda. Sin embargo,
no sería hasta finales del siglo XVI cuando se potenciaría su cargo y se especificaran
sus funciones, en concreto durante las capitanías del I conde de Solre y del V marqués
de Falces. En estos primeros momentos apenas se diferenciaban de sus compañeros, ya
que vestían igual que ellos, cobraban sus mismos gajes, que de las 9 placas iniciales
pasaron a 12 en 1545 y a 18 en 1598, y debían cumplir los mismos requisitos para
ingresar en la guarda que el resto.
Por lo que respecta a los capellanes, eran personajes de procedencia diversa,
aunque nos consta que muchos de ellos pertenecieron previamente a la capilla
borgoñona de Carlos V y Felipe II como Jacques Alardi, capellán des basses messes de
la petite chappelle del emperador, y Jehan Moufflin, que estuvo en el cargo más de 30
años desde que en 1554 entrara a servir en la guarda del príncipe Felipe.
Los archeros, por su parte, fueron los que más variarían su extracción social de
un momento a otro. Es difícil marcar una pauta general sobre su composición durante el
primer periodo ante la escasez de fuentes, pero, sin embargo, hay un hecho que llama la
atención: el elevado número de hijos bastardos de familias nobles que ingresaron en el
172
AGS, SP, leg. 2539, s. f.
173
Sobre el oficio de furrier y los integrantes de la familia Wissenacken que ocuparon el cargo,
nuestro artículo “El uso de las guardas reales como posibilidad de medro familiar: los
Wissenacken y la guarda de archero de Corps” en J. J. BRAVO CARO y S. VILLAS TINOCO
(eds.), Tradición versus innovación en la España Moderna, Málaga, 2009, II, 669-687.
72
cuerpo174. Así, encontramos cerca de 30 durante el reinado de Carlos V, lo que supone
un número considerable teniendo en cuenta las lagunas temporales de la documentación.
De esta manera, podemos deducir que la guarda de Corps se mostraba como una
excelente salida para hidalgos, segundones y baja nobleza, como fue también el caso del
borgoñón señor de Montclaire, que podían medrar en el servicio real a través de su
servicio en esta compañía. Por supuesto, también era importante para poder ingresar en
la guarda contar con el beneplácito del capitán, que tenía la potestad de poder elegir a
los nuevos archeros lo que les permitía disponer de una importante fuente de prebendas
para premiar a sus “hechuras”, o de algún poderoso cortesano que pudiera impulsar su
carrera175. En cuanto a su procedencia geográfica, nos encontramos con miembros de
todas y cada una de las XVII provincias, aunque era posible que se colara de forma
esporádica algún integrante de origen “extranjero” pero siempre de una categoría social
no desmerecedora de tan prestigioso cuerpo176.
La función integradora de la guarda comenzaría a desaparecer a raíz de los
acontecimientos que tuvieron lugar durante los primeros años del reinado de Felipe II y
la muestra más notoria sería su capitán Philippe de Montmorency, conde de Horn177.
Este noble flamenco ostentaba el cargo desde que don Felipe pasó por sus tierras en
Weert en 1549 y se lo ofreció gracias a la buena relación que mantenía con Eraso. Tras
escoltar al heredero por sus diferentes viajes europeos, ejerció como plenipotenciario en
las negociaciones del Tratado de Cateau-Cambrésis en 1559 y acompañó al monarca a
Castilla, donde permanecería a su lado hasta que se estableció la capital en Madrid. El
motivo de su abandono de la Corte en otoño de ese año resulta muy clarificador, pues
según Geoffrey Parker se le había prometido ser superintendente para los asuntos de los
Países Bajos, pero se dio cuenta de que se tomaban las decisiones importantes sin
consultarle178. Tras quejarse de la actuación de Granvela por acaparar los puestos y
decisiones en Flandes, se le permitió marchar a Bruselas, no sin antes nombrar como
archero a su secretario Alonso de Laloo, que debía bregar por sus gajes e informarle
sobre todo lo que sucediera en la guarda y que estuvo a caballo entre Flandes y Castilla
174
Aunque a Gachard se le plantean dificultades, pues en los roolos de 1517 y 1521 los
denomina bastardos, mientras en el de 1534 los identifica como barones. Nosotros nos
inclinamos por la primera opción.
175
Como es el caso de Fery de Guyon, servidor de Luis de Praet.
176
Así aparecen p. e. los italianos Anthoine Vacquet, Michel Apuviyet, Moris de la Motte,
Jacques Pourat (nombres afrancesados), Mando de Saboya o Francisco de Gattinara o “Le
breton”, conocido así en la guarda por su origen.
177
La bibliografía sobre este personaje y su papel en la Revuelta es ingente, por lo que solo
destacamos T. JUSTE, Les Pays-Bas au XVI siecle: Le comte d´Egmont et le comte de Hornes
(1522-1568), Bruselas, 1862, pp. 21-25 donde aparecen sus principales datos biográficos.
178
G. PARKER, op. cit., p. 51.
73
hasta que el primer tercio de 1568 pidió permiso para dejar el oficio y no volvió a servir
como tal179. Como es bien sabido, las circunstancias hicieron que Horn no retornara de
Flandes y que acabara siendo ajusticiado junto al conde de Egmont el 5 de junio de
1568 tras su participación en los comienzos de la Revuelta.
Sin duda, la ausencia de Horn supuso el primer revés serio para la compañía,
pues fue el inicio de una grave crisis del cargo de capitán. Tras decidirse su destitución
en 1567, se planteó la posibilidad de elegir a un sucesor pero la decisión final se
postergó debido a la ausencia de la corte madrileña del duque de Alba, mayordomo
mayor, que se encontraba en Flandes para tratar de sofocar la Revuelta180. Cuando el
“Gran Duque” retornó a Castilla en 1574 había caído en desgracia y tampoco pudo
proceder al efecto. Este retraso, unido a la decapitación de Horn, hizo que la figura del
capitán de la guarda de archeros de Corps quedara en entredicho y perdiera durante un
tiempo su prestigio. La Revuelta hacía muy difícil conseguir a hombres de confianza
para que ocuparan puesto tan insigne dentro del ceremonial y de la Casa Real, por lo
que el cargo quedó vacante hasta comienzos de 1588. Esta incertidumbre provocó un
grave daño a la compañía, que comenzaría a vivir un periodo de descontrol.
En efecto, la crisis del cargo de capitán fue el primer síntoma de que algo no
funcionaba y de que la Revuelta estaba influyendo en el decurso vital de la unidad con
la pérdida de la función integradora de unas élites flamencas que fueron perdiendo
interés en la guarda, debido a que muchos nobles se posicionaron en contra del bando
realista mientras que los afectos tenían mejores perspectivas de medro y de obtención de
mercedes en el ejército. De esta manera, el lustre de la compañía y la extracción social
179
Nacido en Middelburg en 1533, su primer oficio de importancia fue el de secretario del
conde de Horn. Como tal, una vez se nombró a su señor capitán de la guarda de archeros de
Corps del príncipe Felipe le acompañó durante los viajes del heredero y, posteriormente, nuevo
monarca. Se separarían en 1561 cuando el Conde retornó a Flandes, quedando él, tras ser
nombrado archero, como supervisor de la compañía en ausencia de su señor y encargado de
reclamar sus gajes. Así, el secretario estuvo a caballo entre Flandes y Castilla hasta que en el
primer tercio de 1568 dejó la guarda tras ser detenido tras el apresamiento de su señor. Parece
ser que colaboró en las pesquisas reales sobre Horn, por lo que fue rápidamente liberado y
retornó a Flandes buscando un nuevo patrón. El duque de Alba le recomendó para el puesto de
Greffier en Holanda en 1574 pero, sin embargo, consiguió la plaza de contador del nuevo
gobernador Requesens. Tras fallecer este, ingresó como secretario en el Conseil Privé, oficio en
el que permanecería hasta su nombramiento como secretario del “Ministerio Colateral” en 1580.
Posteriormente, en 1588, se le designó como secretario del nuevo Consejo de Flandes,
ejerciendo como tal hasta 1598 en que marchó a Bruselas tras la Cesión. Allí serviría como
secretario de Estado hasta su muerte en 1608 (P. M. WYNANTS, Histoire du Conseil suprême
d´État étably pour les affaires des Pays-Bas près de la personne royale de Sa Majesté, s. d.,
BRB, Ms. 10491, parte 2ª, capítulo V, s. f.; R. VERMEIR, De Hoge Raad voor de Nederlanden
en Bourgondië te Madrid onder Filips II (1588-1598), Universidad de Gante, memoria de
licenciatura inédita, 1990, pp. 112-115; Configuración, p. 415 y AGP, Reg. 5729).
180
Alba a Felipe II, 1 de septiembre de 1568, EDA, II, p. 82.
74
de sus miembros decayó y, aunque capitanes y tenientes siguieron siendo nobles de
cierta enjundia, la unidad fue perdiendo paulatinamente su función integradora para
pasar a desempeñar una nueva desde la década de los 80 del siglo XVI, como sería la de
representación de la nación flamenca en la corte de la Monarquía.
En efecto, la guarda de Corps se convirtió en representante de su comunidad
nacional en la Corte, por lo que su configuración social comenzó a responder a la
realidad de los flamencos en la misma. Las vías de acceso al cuerpo se fueron
ampliando con respecto a las que habían servido para el reinado de Carlos V, aunque
otras como la cercanía al capitán de la compañía continuaron existiendo181. Así, hubo
numerosos archeros que ingresaron provenientes del ejército182 y otros que lo hicieron
por la tradición familiar de servicio a la Monarquía183, habiendo sido este servicio
algunas veces en la propia guarda184 o en alguna de las Casas Reales185. De igual
manera, la concesión del oficio se convertiría en una forma de premiar a flamencos que
hubieran realizado algún servicio previo de importancia a la Monarquía y que, gracias a
esta merced, conseguían su entrada en la Casa Real, así como la posibilidad de poder
introducir en el cuerpo a otros miembros de su familia186. Por supuesto, su interés en
servir como guardas era mínimo y sus condiciones físicas y sociales para cumplir en un
cargo de esta índole eran, en muchos de los casos, cuanto menos dudosas, algo que fue
181
Albrecht vanden Duengue, por ejemplo, fue paje de lanza del marqués de Falces y llevó el
guión de la compañía en la Jornada de los casamientos de Felipe III y el archiduque Alberto
antes de ingresar en la unidad por intermediación del capitán. Pierre Renier, por su parte, tenía
una relación estrecha con el marqués de Falces, tanta que este fue uno de los testigos de su boda
con Juana de Legasa en 1619.
182
Valgan como ejemplo Lázaro Galvaleto, que sirvió en Flandes durante 15 años, Guillaume
Briens, al servicio de Farnesio durante 6 años, o Nicolaes du Prie, que sirvió 10 años en la
infantería española en Portugal y Nápoles.
183
Hay numerosísimos casos como el de Gilles Block, primo de Hans Block que fue camarero y
administrador del secretario Antonio Pérez, o Alonso Huerta, hijo del furrier de la capilla Juan
Huerta. Un caso singular es el de los tapiceros flamencos de la Casa Real, que merced a su
servicio pudieron colocar a varios miembros de sus familias en la guarda; tal es el caso de
Antonio de Utrech, hijo del tapicero real Pedro de Utrech, y, sobre todo, de Frederick y
Guillaume de Pannemaker, pertenecientes a la famosa familia de tapiceros.
184
Igualmente, los casos son abundantes, comenzando por los Wissenacken y siguiendo por los
Bellet, los Groeninghen, los Molinet, los Mollenghien, los Valrans, los Vassecourt, los
Warendorp o los Wauters.
185
Entre estos nos encontramos a Jacob van Weymelen, que había servido en la guarda alemana
desde, al menos, el segundo tercio de 1579 hasta el primer tercio de 1585 en que pasó a la
guarda de Corps, Martín de Apont, que estuvo en el guardajoyas del rey desde 1596 hasta 1612
en que pasó a la guarda, o Jehan Jouy, que estuvo desde 1599 hasta 1606 en la compañía de
arcabuceros a caballo españoles de la guarda del archiduque Alberto en Flandes.
186
Los casos más famosos fueron los de Jehan Llhermite, Hendrick Cock o los pintores Paulo
van Mullen o Juan vander Hamen, que también ingresó por ser su padre archero. Sin embargo,
nos encontramos con otros personajes como Ferdinandus van Aerschot, Jehan de Damhouder o
Adriaen Coolbrant que habían realizado oficios de papeles antes de incorporarse a la guarda y se
les premió con el ingreso en la misma.
75
posible gracias a que se comenzaron a falsear y a pasar por alto las limpiezas de sangre.
Años más tarde, se llegaría incluso a permitir el ingreso en la guarda de oficiales
manuales y mercaderes, lo que prohibían expresamente las ordenanzas187. Por todo ello,
podemos considerar que desde finales del siglo XVI entraron a servir en el cuerpo
flamencos que no reunían las cualidades deseadas, lo que provocó que se ocasionaran
algunos incidentes internos y de orden público que se incrementarían con el paso del
tiempo.
Por lo que respecta a los Consejos del monarca, se confirmó el proceso iniciado
en tiempos de Carlos V y las élites flamencas se encontraron cerradas las puertas de los
mismos.
Sin duda, el proceso de Confesionalización y la fijación de la sede de la Corte en
Madrid consolidaron esta tendencia, ya que estas decisiones se vieron acompañadas de
ciertas medidas encaminadas a propiciar en la medida de lo posible que el Soberano
estuviera presente en cada uno de sus estados pese a no poder estar allí físicamente188.
Felipe II fue consciente de la necesidad de dar organicidad a su patrimonio y, dejando
atrás el modelo compuesto de Monarquía que propugnaban los “ebolistas”, siguió el
principio de que la armonía del cuerpo político se fundabamentaba en la jerarquía y
desigualdad de los territorios con Castilla al frente. Al articular los Consejos
ordenadamente, se dotaría de corporeidad a la Monarquía y se reduciría la
“independencia” de cada dominio, aunque este proceso fue largo y hasta que no hubo
distinción entre lo político y lo jurisdiccional, lo cual no se produjo hasta los últimos 15
años del siglo, difícilmente se pudo dar curso a una organización espacial de la
Monarquía.
Lógicamente, esta nueva concepción hacía casi imposible que flamenco o
borgoñón alguno pudiera acceder a los Consejos del rey, excepto al de Flandes cuando
este se fundó en 1588. Únicamente Antonio Perrenot de Granvela, nacido en el Franco
187
Es significativo el aumento de mercaderes en la guarda de Corps desde el reinado de Felipe
IV, que utilizarían su puesto en la unidad para mejorar sus negocios y asegurar su futuro y el de
sus hijos. Sobre este asunto, M. D. RAMOS MEDINA, "Los 'archeros de la guardia de Corps de
su majestad católica' en la Corte de los últimos Austrias. Una aproximación a su estudio" en P.
FERNÁNDEZ ALBALADEJO (ed.), Monarquía, Imperio y pueblos en la España Moderna,
Alicante, 1997, I, pp. 793-806 y A. ESTEBAN ESTRÍNGANA, “Provisiones de Flandes y
capitales flamencos. Crónica de un encuentro anunciado en la primera mitad del siglo XVII
(1619-1649)” en C. SANZ AYÁN y B. J. GARCÍA GARCÍA (eds.), Banca, crédito y capital.
La Monarquía Hispánica y los antiguos Países Bajos (1505-1700), Madrid, 2006, pp. 233-274.
188
Sobre este proceso, M. RIVERO RODRÍGUEZ, "El consejo de Italia y la
territorialización...”.
76
Condado, fue consejero de Estado, pero su nombramiento fue algo excepcional y ligado
a dos cuestiones fundamentales: la labor de su padre y sus ideas políticas189.
Tras su etapa de formación, Antonio fue nombrado obispo de Arras en 1538 y
comenzó a colaborar con su padre en los negocios que el emperador le encomendó. Esa
acumulación de experiencias le dio la oportunidad de ser enviado como delegado
imperial al Concilio de Trento en 1545 y tomar el relevo de su padre, tras fallecer este
en 1550, tanto en el séquito de Carlos V como en la confianza de María de Hungría. El
letrado del Franco Condado colaboró con la hermana del emperador en la consecución
del matrimonio inglés, que trataba de retrasar el acceso del príncipe Felipe al trono,
siguiendo la línea que propugnaba el “partido imperial” al que se vinculó durante esos
años. Esta opción no se debió únicamente a su fidelidad a su protectora, sino también al
intento de conservar la sólida posición de patrono cortesano que había adquirido y que
peligraba si los hombres de Felipe accedían al trono. Su cercanía a la gracia se
demostraría cuando Carlos V decidió que tuviera la responsabilidad de hablar en su
nombre a los Estados Generales de los Países Bajos en la ceremonia de abdicación del
25 de octubre de 1555. Pese a sus temores, con el cambio de administración no se le
expulsó del entorno cortesano, gracias a su saber acumulado, y se le nombró consejero
de Estado e intervino en las negociaciones del Tratado de Cateau-Cambresis. Fue allí
donde entabló una amistad con el duque de Alba que se estrecharía en los años
venideros, en contraposición a la influencia que iba consolidando el príncipe de Éboli.
Las argucias del principal patrón cortesano del momento consiguieron que Granvela
quedara en Flandes cuando Felipe II marchó a Castilla, lo que fue considerado su
relegamiento, pese a que en las instrucciones que se dejaron a Margarita constaba como
principal consejero. Desde ese momento, adquiriría una influencia notable en los
acontecimientos acaecidos en Bruselas, así como en el tratamiento de los asuntos de
esas tierras en Madrid.
Esto fue posible en la medida en que los ministros que viajaron con el Monarca
en 1559 para conformar lo que José Manuel Rabasco Valdés vino en llamar el
“Ministerio Colateral”190, encargado de tratar los asuntos referentes a los Países Bajos
189
M. van DURME, op. cit. y una pequeña biografía en Configuración, pp. 455-458. Sobre su
actuación en las décadas de los 50 y 60, M. J. RODRÍGUEZ-SALGADO, “King, bishop, pawn?
Philip II and Granvelle in the 1550´s and 1560´s” en K. de JONGE y G. JANSSENS (eds.), La
famille de Granvelle et les anciens Pays-Bas. Liber doctori Mauricio van Durme dedicatus,
Lovaina, 2000, pp. 105-134.
190
J. M. RABASCO VALDÉS, "Una etapa del Consejo de Flandes y de Borgoña: Del
"Ministerio Colateral" a las Ordenanzas de 1588" en Anuario de Historia Moderna y
Contemporánea de la Universidad de Granada, 1979, pp. 59-81.
77
en la Corte de Felipe II hasta la aparición del Consejo de Flandes, fueron “hechuras” de
Viglius y por tanto, a su vez, del letrado del Franco Condado. Así, habría un
guardasellos, que era Charles de Tisnacq191 hasta que fue sustituido por Joachim
Hopperus en 1569192, y un secretario, Josse de Courtewille hasta que viajó con Alba a
Flandes en 1567193, permaneciendo el oficio vaco hasta que lo ocupó Arnould
Dennetières en 1573194.
Por último, me gustaría resaltar como tampoco la concesión de la Orden del
Toisón de Oro o de órdenes militares hispanas a flamencos fue utilizada de forma
sistemática como herramienta de integración de esas élites195.
191
Jurista, empezó su carrera nada más finalizar sus estudios universitarios y en 1527 era ya
consejero extraordinario en el consejo de Brabante y en 1545 abogado fiscal del mismo. El 3 de
enero de 1550 fue promocionado a Conseiller et Maître des Requêtes del Consejo Privado y de
ahí pasó al de Estado. En junio de 1559 fue nombrado Guardasellos y marchó con el monarca a
Castilla. En 1562 se le nombró Trésorier del Toisón y se barajó su nombre para la presidencia
del Consejo de Estado, aunque no tuvo efecto el llamamiento. Sus últimos años en Madrid se
vieron ensombrecidos por la desconfianza de Felipe II hacia él. Según parece, advirtió a
Egmont, Horn y Orange de las acusaciones hechas contra ellos por Fray Lorenzo de
Villavicencio y Alba también le denunció por hacer públicos dos despachos del rey: uno sobre
Inglaterra y otro sobre el Perdón General. Volvió a los Países Bajos, donde murió el 17 de abril
de 1573 tras haber ejercido como Presidente del consejo Privado (Biografía en el DBE).
192
Joachim Hopperus, Sneek (Frisia), nació el 11 de noviembre de 1523 y murió en Madrid el
15 de diciembre de 1576. Sus padres fueron Suffrid Hopperus y Tixtia Feico a Piersma.
Profesor en Lovaina y consejero en el Gran Consejo de Malinas, en 1565 llegó a la cúspide de
su carrera con su nombramiento como guardasellos cerca del rey, gracias, sobre todo, a la
influencia de su tío Viglius, cargo que ejercería hasta su fallecimiento (Ibídem).
193
Nacido en Bailleul (Francia), fue Greffier del Toison de Oro desde el 21 de septiembre de
1561 y secretario de los consejos de Estado y Privado. Con fecha del 10 de diciembre de 1556
fue nombrado secretario de los asuntos de los Países Bajos por Felipe II y le acompañó en 1559
a su retorno a Castilla. Allí permanecería hasta que en 1567 retornó a los Países Bajos con el
duque de Alba, con el que tuvo una conflictiva relación. Falleció el 20 de mayo de 1572
(Ibídem).
194
Tras concluir su formación académica, Dennetières fue contratado como oficial del secretario
de la Casa de Borgoña de Carlos V, Jossé Bave, desde 1551 hasta finales de 1556, momento en
que pasó a servir a Adrián van der Burch que había sido nombrado Guardasellos en noviembre.
Sin embargo, su nuevo superior falleció el 1 de julio del año siguiente, con lo que su
oportunidad de ascenso se vio truncada y le obligó a quedarse en su tierra natal donde serviría,
de nuevo como oficial, a Viglius. Dennetières permaneció en Flandes hasta que fue reclamado
por Hopperus, que había sido nombrado Guardasellos en Madrid, en 1565 para que le
acompañara y ejerciera como su secretario en la Corte. Tras fuertes luchas con el duque de Alba
y sus partidarios, fue nombrado secretario del “Ministerio Colateral” el 4 de abril de 1573 y
llevó los asuntos flamencos en Madrid desde la muerte de Hopperus en 1576 hasta 1580,
momento en el que se cubrió el oficio de Guardasellos por Jean Foncq. Tras el nombramiento
como secretario en 1582 de Laloo retornó a Flandes donde se le concedió la secretaría del
Conseil d´État con honores en diciembre de 1584, falleciendo poco después (Ibídem).
195
Aunque todavía es necesario profundizar más en este asunto, una primera e interesante
aproximación, la cual sigo en este punto, en F. FERNÁNDEZ IZQUIERDO, "Los flamencos en
las órdenes militares españolas. Algunas notas sobre la integración en el sistema nobiliario de la
Monarquía Hispánica" en A. CRESPO SOLANA y M. HERRERO SÁNCHEZ (coords.),
España y las 17 provincias de los Países Bajos. Una revisión historiográfica (XVI-XVIII),
78
Por lo que respecta a la Orden del Toisón, Felipe II convocó capítulo en la
iglesia de San Bavón en Gante pocos meses antes de partir de los Países Bajos, en
concreto el 29 de junio de 1559, siendo el último que se celebraría en las “tierras bajas”.
Acto seguido, el monarca decretó que los oficiales encargados de administrar la Orden,
como el grefier o el tesorero, debían viajar con él a Madrid, por lo que el centro de la
misma se desplazaba desde Flandes a Castilla. Igualmente, Felipe II decidió suspender
los capítulos y pasó a conceder arbitrariamente los collares, lo que disgustó
profundamente a los caballeros flamenco-borgoñones de la Orden que, pese a recibir
nuevos nombramientos en años sucesivos, caso de Charles de Ligne, François de Vergy,
Florent de Berlaymont o Charles de Cröy, se dieron cuenta de que habían perdido su
preeminencia en la Orden y de que esta se internacionalizaba con la entrada de
numerosos caballeros extranjeros. Por si esto fuera poco, la revocación de los
privilegios de Egmont y Horn para poder llevar a cabo su ajusticiamiento, vino a
confirmar que la concesión de un collar de dicha Orden había perdido gran parte de su
razón de ser, aunque continuara siendo una merced codiciada.
En cuanto a las órdenes militares hispanas, nos encontramos con que únicamente
6 flamencos, que tengamos localizados, recibieron un hábito, en concreto de Santiago,
durante el reinado de Carlos V; estos fueron Albret de Lorbes, Jacques de Harbes, Rose,
Maximiliano de Marcilla y Villa, aunque el origen de su familia era hispano, y los más
reseñados Raimundo de Tassis, correo mayor del emperador, y el secretario Jehan
Hannart.
Felipe II no modificaría esa estrategia y no concedió nuevos hábitos hasta que el
cardenal Granvela le sugirió que esta merced podría ser una buena solución para
complacer a unas élites cada vez más revueltas196. Esto se plasmó en, al menos, 5
hábitos, como fueron los de Calatrava para el secretario Josse de Courtewille,
Maximiliane de Longueval, señor de Baux, y el señor de Baos, el de Santiago para
Ferdinand de Lannoy, conde de la Roche, y el de Alcántara para Thomas Perrenot,
señor de Chantonay. Observando nombres y número, podemos imaginar que esta
estrategia no alcanzó notables resultados, ya que fueron escasos y, además, los
agraciados eran letrados o baja nobleza y estaban ligados al propio Granvela.
Córdoba, 2002, I, pp. 101-136. Añado nuevos datos, aunque no son, ni mucho menos,
definitivos.
196
A. DUKE, “From King and Country…”, p. 182. Curiosamente, y pese a que iba en contra de
su ideario político, también propuso que se concediera el oficio de virrey de Sicilia a Orange.
Sin duda, el alejamiento de su enemigos políticos resultaba fundamental para poder llevar a
cabo sus planes.
79
Unos años después, el duque de Alba en su ejercicio como gobernador en
Flandes retomaría la idea, aunque incorporando una sustancial novedad, cual era que en
lugar de incorporar a flamencos a las órdenes hispanas se crearan en los Países Bajos
tres órdenes militares en lengua francesa y flamenca, que se unirían a la del Toisón, y
que se dotarían con los bienes confiscados a los rebeldes por el Conseil des Troubles197.
Así mismo, pretendía que dichas órdenes no dependieran de la jurisdicción eclesiástica,
aunque deberían erigirse por bula.
Velasco y Hopperus fueron los personajes más implicados en el estudio del
proyecto en Madrid198, llegando a la conclusión de que lo mejor era incorporar lo
confiscado a la Hacienda del monarca para después erigir las encomiendas, añadiendo
siempre la idea de secularidad tras el nombre del santo y con el rey como Maestre199.
Finalmente, se propuso crear una única orden bajo la advocación de San Andrés en
lugar de las tres propuestas, concediendo las encomiendas tanto a esta orden como a la
del Toisón de por vida pero sin derecho a que sus herederos las continuaran disfrutando.
Se contempló la provisión de 30 encomiendas, 3 de 3500 florines de renta, 3 de 2000, 3
de 1500, 3 de 1200, 3 de 1000, 6 de 800 y 9 de 600, proponiendo el duque de Alba para
ellas a personajes que habían permanecido fieles al monarca. En concreto, para las de
3500, que el “Gran Duque” no quería llamar mayores, habló de Ferdinand de Lannoy,
Noircarmes y el señor de Baos, para las de 2000 propuso al señor de Beauvois, al de la
Cressonnière y al de Grosbeeck, para las de 1500 a George de Lalaing, al hermano de
Guillaume Van Den Bergh y a Eustache de Cröy, para las de 1000 a los señores de
Beaurain, Semeries y Brias, para las de 800 al señor de la Troillière, Adriaen de
Oignies, Eustache de Cröy, el señor de Oignies, el de Largilla y el de Mouscron y para
las de 600 a los señores de Licques, Treslong, Moriametz, Bre, Betencurt, Inchy, Ligny
y Capres y al barón de Aubigny.
Pese a lo avanzado del plan, la propuesta no se llevó finalmente a cabo por la
caída en desgracia del duque de Alba200 y se procedió a otorgar nuevos hábitos dentro
197
Ya traté este asunto en mi artículo “La concesión de mercedes en los Países Bajos...”, pp.
189-192, 196-197 y 209-211.
198
“Parecer de Operus sobre la erection de las encomiendas en flandes”, s. d., AGS, E., leg. 544,
f. 101 o “Apuntamientos de Velasco y Hopperus”, 17 de junio de 1570, Ibídem, f. 96 (la minuta
en sucio en f. 97).
199
“Lo que se podría aplicar al Denario de su Magestad de lo confiscado en Flandes”, s. d.,
Ibídem, f. 103. Hace una relación de los territorios que se podrían incluir en el tesoro real.
200
Ya la primera reunión de importancia del Consejo de Estado para tratar las peticiones
iniciales de Requesens desde Flandes, el 24 de febrero de 1574 (AGS, E., leg. 561, f. 25), nos
indicaba que el asunto se iba a diferir sine die, “Tambien ha de ver V. Majestad si se ha de hazer
todavía la erection de la nueva orden y encomiendas, y si se ha de embiar agora la scriptura para
la publicar anticipadamente como se avia platicas, o si se ha de dexar o diferir para adelante,
80
de las órdenes militares hispanas durante los primeros años de la década de los 70,
aunque con escasos resultados al no hacerlo de forma sistemática. En concreto, fueron
nombrados caballeros de Santiago Maximiliano de Villain, conde de Issenghien,
Philippe de Lannoy, señor de Beauvais, Juan Bautista de Tassis, Charles de Largilla y
Jehan de Bernemicourt, así como Noircarmes de Alcántara.
Finalmente, la “reconciliación” de Farnesio con algunos nobles trajo
significados nombramientos, sobre todo el de Valentín Pardieu de Pre, señor de la
Motte, como caballero de Santiago en 1581. Otros flamencos premiados durante esos
años fueron Adriaen de Gommicourt, también de Santiago en 1582, Charles de
Longueval, Calatrava en 1586, Gilbert de Villain, Santiago en 1587, Charles de
Tisnacq, Calatrava en 1590, y Diego de Cröy, Santiago en 1592.
1.2.2.2.- La Corte de los gobernadores de los Países Bajos
La quiebra de la integración de las élites flamencas en las instancias de poder de
la Monarquía no se dejaría notar únicamente en la Corte madrileña, sino también en sus
propias tierras, certificando así la ruptura de su acceso, no solo, al monarca, sino
también a los Gobernadores Generales de Flandes. De hecho, una de las principales
instancias donde vieron reducida su presencia fue en las Casas de los representantes del
monarca.
En concreto, el primero que inició esa tendencia fue Emmanuel Filiberto de
Saboya201, que en el momento de tomar posesión del título estaba rodeado de personajes
de su confianza de origen, en su mayoría, italiano, como el gentilhombre de la boca
Andrea Doria. Desde un primer momento, el gobernador fue consciente de que debía
reformar su servicio para intentar influir en las duras batallas faccionales que tenían
lugar, pero la sensación de provisionalidad que envolvía su gobierno y la presencia en
Flandes durante los primeros meses del mismo de los servicios de Carlos V, Felipe II,
María de Hungría y Leonor retrasaron la toma de decisiones. Pasada la incertidumbre
incial, varios flamencos ingresaron en su Casa, llegando algunos de ellos a ocupar
cargos de cierta enjundia como el marqués de Renty, caballerizo mayor, el señor de
Binche, gentilhombre de la cámara, los señores de Grandmont, Mol o Souastre,
gentilhombres de la boca, o el tesorero Gaspar de Schetz. Sin embargo, esta
que a la verdad si de las confiscaciones no ay mas hazienda de la que paresçe, no haura mucha
para las encomiendas”.
201
Sobre su gobierno, H. VANDERLINDEN, "Emmanuel Philibert de Savoie, gouverneur
général des Pays-Bas (1555-1559)", Bulletin de l´Académie Royale de Belgique, 28 (1942), pp.
123-139.
81
nacionalidad no llegó nunca a alcanzar una clara mayoría en la Casa del gobernador y
tuvo que compartir cuotas de poder con hispanos, como el gentilhombre de la boca
Vargas, tudescos, como el mayordomo Christophe Haller, y franceses, como el
mayordomo mayor señor de Montjean, además de los reseñados italianos202.
Margarita de Parma, por su parte, hizo su entrada en los Países Bajos en octubre
de 1559 con un servicio compuesto, casi en su totalidad, por personajes originarios de
sus tierras patrimoniales203. Para intentar paliar esta situación, durante los primeros
meses de su estancia en Bruselas se produjo el ingreso en el mismo de algunos
flamencos, gracias a lo cual la capilla pasó a estar, a semejanza de la del monarca,
ocupada por naturales de esas tierras casi en su totalidad, con Pierre de Hot como maître
y Jean Ghery como predicador y confesor de Margarita. La única excepción a esta
“flamenquización” de la capilla la constituyó don Salvagno Cantelli, que constaba como
capellán des basses messes en 1560 y como limosnero mayor en 1566.
Sin embargo, los neerlandeses no tuvieron tanta fortuna en otras secciones. Así,
los mayordomos serían el italiano conde Prospero Tedesco y el flamenco François de
Bernemicourt, señor de la Thieuloie, incorporandose posteriormente al servicio un
tercero, Robert de Trazegnies. El inefable secretario Tomás de Armenteros dominaría el
escritorio, compuesto en su mayoría por hispanos e italianos, a través de su título de
primer secretario y, posteriormente, consejero. Por lo que respecta a las damas, que
estarían dirigidas por la condesa de Sansecondo y con Leonor Pallavicini como
gobernante, serían en su totalidad de ascendencia italiana, con apellidos tan ilustres
como Gonzaga, Malaspina o Aldobrandini. Habría, además, varias ayudas de cámara y
7 filles d´honneur, constando únicamente en toda la sección dos flamencas que servían
en este último oficio. En cuanto a los gentilhombres, nos encontramos con que algo más
de la mitad eran flamencos, caso de vander Noot, el barón de Aubigny, el señor de
Lundre, el señor de Largilla o el señor de Souastre, aunque la presencia italiana e
hispana era también muy numerosa con personajes como el señor Flores, el conde de
Laselati, Juan Bautista Calco,... La caballeriza estaría dirigida por el marqués de
Leccacorvo, secundado como gentilhombre y consejero por el también italiano Gabriel
202
Se conserva un listado de los miembros de su Casa del 15 de junio de 1557 en AGR,
Audience, reg. 33/4, ff. 15 r.-23 r. Otra copia del mismo en Ibídem, reg. 23, ff. 146 r.-155 v.
203
Un estado de su Casa en enero de 1560 en Ibídem, reg. 33/4, ff. 24 r.-27 v. (otra copia en el
reg. 23, ff. 156 r.-159 v.), que debía conservarse también en los Archivos de los Farnesio en
Nápoles antes de su destrucción parcial por las tropas alemanas en la II Guerra Mundial.
Comenta este listado, junto a otro de 1566, L. VANDER ESSEN, "État de la "maison" de
Marguerite de Parme gouvernante des Pays-Bas, 1560-1566. Analyse de documents inédits des
Archives Farnésiennes de Naples", BCRH, 125 (1959), pp. 287-294.
82
Boccabarille, y destaca el hecho de que todos los pajes, cuyo maestro era el capellán
don Lorenzo, procedían de la Península Itálica. Por último, y sorprendentemente, la
guarda de Corps, compuesta por 25 archeros, tenía ocupados sus dos cargos principales
por italianos, caso del capitán conde Antonio y del teniente Julio Thores.
Aunque la entrada de flamencos en oficios menores fue bastante abundante -
podemos destacar a Odet Viron, “hechura” de Granvela, como contralor- estaba claro
que los puestos principales de cada sección estaban ocupados por “extranjeros” y
únicamente los dos mayordomos de los Países Bajos alcanzaron un oficio de relevancia,
lo que generó las lógicas protestas de las élites flamencas. Sin embargo, Margarita no
rectificó produciéndose, además, una serie de modificaciones en oficios de relativa
importancia que vinieron a reforzar esta percepción; el auditeur des comptes Henri
Dubois fue reemplazado por Nuccio Sirigatti, el tapicero Cursy por Cristoforo Calce y
se nombró como maréchal des logis o aposentador mayor al capitán Francesco di
Marchi.
Por lo que respecta a los Consejos Colaterales, los problemas que se plantearon
en los mismos no estuvieron relacionados con el ingreso de “extranjeros” y, de hecho,
ninguno fue nombrado consejero desde la abdicación de Carlos V hasta el inicio de la
Revuelta. Sin embargo, la pugna en torno a la distribución del poder entre nobles y
letrados, sobre todo en el Consejo de Estado, continuó estando presente.
La proporción de juristas en el principal Consejo Colateral, así como su
capacidad de influencia sobre los gobernadores, se fue incrementando durante los
primeros años del reinado de Felipe II y con Emmanuel Filiberto de Saboya pasaría a
estar formado por 8 nobles -Charles de Lalaing, Reinoud de Brederode, Charles de
Berlaymont, Guillermo de Orange, Lamoral de Egmont, Jean de Glymes, marqués de
Berghes, Jean de Hénin-Liétard, conde de Boussu, y Philippe de Stavele, señor de
Glajon- y 5 letrados -Granvela, Viglius, Simón Renard, Philibert de Bruselas y Charles
Tisnacq-.
El conflicto se agravaría con Margarita de Parma, pues el Conseil d´État se
vaciaría de contenido político al constar en las instrucciones de la hermanastra de Felipe
II que debía gobernar de acuerdo a una “Consulta” compuesta por Viglius, Berlaymont
y Granvela, que se convirtió en el principal consejero al deberle su ascenso cortesano
los otros dos consejeros. Estos tres personajes despacharían directamente con la
gobernadora y tendrían una decisiva influencia en la distribución de honores y
beneficios, así como en la hacienda a través del puesto de Chef des finances que
ocupaba Berlaymont tras la renuncia de Orange en 1556. A esta realidad, habría que
83
unir el hecho de que el secretario Armenteros gozara igualmente de una privilegiada
situación cerca de la gobernadora. La mezcla de todo ello provocó que personajes como
Orange o Egmont, que habían sido apartados del entorno del monarca, se vieran
también relegados de la toma de decisiones en los Países Bajos, ante lo que elevaron sus
quejas solicitando la inversión de fuerzas en el Consejo de Estado así como que se
retornara a la situación consiliar de los tiempos de los duques de Borgoña.
La privilegiada posición de esa alta nobleza fue asimismo atacada en sus
condición exclusiva de poseedora de los cargos eclesiásticos, como veremos
posteriormente, y de Stadholders, pues Margarita, influída por Granvela, continuó la
política iniciada por María de Hungría. Su principal herramienta para aplicar esa
estrategia fue el Conseil Privé, que trató de recortar las prerrogativas de esos
gobernadores, sobre todo, en lo referente a la concesión de beneficios para evitar la
consolidación de “clientelas” alternativas en cada provincia. Además, el obispo de Arrás
trató de dividir las provincias, de no suplir los cargos tras fallecer el titular e incluso de
realizar nominaciones temporales, aunque el monarca rechazó esto último. Estos
ataques provocaron que muchos de los ocupantes de dichos oficios los fueran
abandonando y en 1568 solo 4 de los 10 stadholders que Felipe II había nombrado en
1559-1560 seguían en su puesto204, contando entre los que habían renunciado personajes
como Orange, Egmont o Montigny205. Granvela alentó a Alba en esas fechas para que
continuase revisando las prerrogativas de estos gobernadores, pero el “Gran Duque”
optó por nombrar a personajes adeptos a su gobierno como Noircarmes en Hainaut,
Rassenghien en el Flandes Francés, Boussu en Holanda o Hierges en Zutphen206.
Como hemos podido observar, el sistema de integración de las élites flamencas
en la Monarquía, en especial de su alta aristocracia, había prácticamente quebrado y con
ello los fundamentos en que se sustentaba la misma en los Países Bajos. Esto hizo
generar un clima de tensión y malestar que se dejaría notar en la lucha faccional durante
esos años y que, unido a problemas de otra índole como los religiosos, acabaría
derivando en la Revuelta. Veamos qué sucedió durante los años previos a su estallido.
1.2.3.- La situación en los Países Bajos durante los años previos a la Revuelta
204
Estos eran nobles que no se rebelaron contra el monarca, caso de Meghem en Güeldres,
Mansfeld en Luxemburgo, Berlaymont en Namur y Jehan Oostfrisland en Limburgo.
205
P. ROSENFELD, The provincial gobernors…, pp. 270-271.
206
Sobre el proceso de elección de Stadholders durante los primeros años de estancia de Alba
en Flandes, nuestro artículo, “La concesión de mercedes en los Países Bajos...”.
84
1.2.3.1.- La cuestión religiosa durante el siglo XVI
El Humanismo Cristiano surgió en los Países Bajos en las décadas de los 70 y 80
del siglo XV207. En concreto, las primeras manifestaciones se dieron en las remotas
provincias de Groningen y Overijssel, que estaban preparadas para recibir la nueva
filosofía por la importancia que allí tenía la Devotio Moderna, que potenciaba la
religiosidad interior pero respetando la teología del momento. Rudolph Agrícola fue uno
de sus primeros impulsores, tras haber sido educado en la Devotio en Groningen y
completado sus estudios en Italia. A su retorno a los Países Bajos en 1479, ya era
famoso y tras rechazar diversos trabajos se asentó en su tierra natal, donde fundó el
humanismo noreuropeo. Su influencia, junto con la de Cornelius Aurelius, se dejaría
notar en generaciones posteriores, a las que abrió camino.
Gracias a estos intelectuales, Erasmo de Rotterdam pudo desarrollar con mayor
profundidad su labor, no solo humanística, sino, sobre todo, de unión del nuevo aparato
escolar con la filosofía cristiana tradicional proveniente de la Devotio. El filósofo de
Rotterdam localizó tres peligros en la Cristiandad del momento, de los cuales los
intelectuales debían proteger a la sociedad: evitar que los nuevos intereses por la
antigüedad clásica y la literatura derivaran en paganismo, tratar de que no se impusiera
la preeminencia del ritual que proponían los judíos frente a la Piedad interior que él
propugnaba y evitar un Cisma.
La precaria organización de la Iglesia en los Países Bajos toleraba gran cantidad
de abusos, pero su fortaleza era aún considerable y si entre 1490 y 1520 el Humanismo
caló con fuerza en los Países Bajos, sobre todo en la Corte de Margarita y Carlos208,
también continuaron teniendo gran importancia la escolástica, las peregrinaciones y el
arte pío. Pese a ello, la debilidad diocesana permitió que las influencias de Lutero
calaran profundamente en Holanda y desde ahí en otras zonas neerlandesas. Erasmo, por
su parte, aunque recelaba del lenguaje combativo del agustino alemán no lo condenó,
por lo que en 1521 dejó los Países Bajos para buscar refugio en Basilea209. Podemos
considerar que desde ese momento, se daría en Flandes el mayor enfrentamiento de
207
En este punto sigo principalmente a J. ISRAEL, op. cit., capítulos 3, “Humanism and the
origins of the Reformation, 1470-1520”, pp. 41-54 y 5, “The early Dutch Reformation, 1519-
1565”, pp. 74-105. En menor medida, A. DUKE, “The ambivalent Face of Calvinism in the
Netherlands, 1561-1618” en M. PRESTWICH, op. cit., pp. 109-134 y J. POLLMANN,
Religious choice in the Dutch Republic. The reformation of Arnoldus Buchelius (1565-1641),
Manchester, 1999, pp. 1-25.
208
Su influencia se prolongaría durante largo tiempo, J. LAMBERT, "Viglius van Aytta et
Erasme" en Miscellanea historica in honorem Alberti de Meyer, Lovaina, 1946, II, pp. 812-824.
209
Pese a esta huída, sus enseñanzas se propagarían por toda Europa e, incluso, en los reinos
hispanos, M. BATAILLON, Erasmo y España, Madrid, 1979.
85
Europa entre la autoridad pública y la Reforma, ya que mientras las nuevas ideas
cobraban gran importancia entre la sociedad, su desarrollo trató de ser bloqueado con
dureza por el gobierno.
La primera reacción de Carlos V al avance luterano fue el bando de marzo de
1521 en el que se prohibían la impresión y circulación de sus obras210; edicto de
compleja aplicación, pues el tráfico de estos libros fue mayor que en otras zonas
europeas como Francia, Inglaterra o Escandinavia. Pese a ello, el emperador creó un
formidable sistema de represión, fundando en 1522 la Inquisición neerlandesa con Frans
van der Hulst al frente. Esta persecución no silenció el protestantismo, pero atacó a las
élites intelectuales, lo que provocó una ruptura entre convicción y práctica. De este
modo, la Reforma en los Países Bajos carecería durante décadas de una estructura
institucional que la guiara, lo que a su vez evitó la fragmentación entre los
criptoprotestantes pese a la influencia de Bucero y Zwinglio. Únicamente se separarían
del resto, y por voluntad propia, los anabaptistas, verdadera vanguardia de la Reforma
en los Países Bajos desde su creación en la década de los 30 hasta el arraigo de los
calvinistas en la de los 50.
Esta confesión tuvo sus inicios cuando Melchior Hoffman llegó en junio de 1530
a Emdem y formó una comunidad, desde la cual se expanderían los Melchioritas, sobre
todo, en Holanda, Frisia y Groningen. Su crecimiento fue mucho más rápido y profundo
que en Alemania o Suiza, debido a que la frustración producida por la persecución solo
se podía paliar con el ingreso en los anabaptistas, único grupo organizado. Tras la caída
de Münster en el verano de 1535 el movimiento entró en crisis y se dividió en 5 grupos,
de entre los cuales el Davidista, compuesto por seguidores de David Joris y antiguos
Melchioristas, fue el más numeroso. Sin embargo, la dura persecución de la que este
grupo fue objeto pese a su orientación pacífica, hizo crecer a los Mennonistas o
seguidores de Menno Simmons.
Sin duda, podemos considerar que este personaje fue el más importante de la
Reforma neerlandesa. Tras seguir a Lutero y Zwinglio se convirtió al anabaptismo,
aunque no rompiera formalmente con la Iglesia Católica hasta 1536, lo que representa
un ejemplo de evolución personal típico de los reformados en esas tierras. Rechazaba la
violencia y su arma era la escritura, destacando entre sus numerosas obras el
Fondament-Boeck (1539). Apoyado por Dirk Philips, creó un cuerpo de predicadores
fuertetemente jerarquizado que les permitió expandirse por los Países Bajos y el
210
Sobre la actuación del emperador en los Países Bajos para frenar a la Reforma, L.-E.
HALKIN, op. cit., passim.
86
Imperio. Sin embargo, solo consiguieron la conversión de una pequeña parte de la
población, que en su mayor parte continuó siendo católica211, quedando fuera de su
iglesia humanistas, poseedores de oficios y regentes, así como integrando a escasos
mercaderes y estudiosos.
Esto no resultaba extraño, pues muy pocos personajes de las élites abjuraron del
catolicismo y entre los grandes nobles solo Brederode y Culembourg desafiaron
abiertamente al poder real, una vez estaban fuera de la gracia del monarca y sintiéndose
relativamente seguros en sus señoríos. La mayoría de las élites optaron por una vía
media, que no siempre aunó política y religión, y cuyo seguidores han sido conocidos
como los malcontents o Politiques212.
Asimismo, surgió gran variedad de estrategias intelectuales y espirituales, que
daban más importancia a la educación individual que a la lucha católicos-protestantes.
Dentro de estas corrientes cobró gran importancia el movimiento de los Familistas o
Familia del Amor (Familia Charitatis) creado en 1540 por Hendrik Niclaes, para el que
la Fe era un proceso personal de comunicación directa con Dios213. Entre sus seguidores
descollaron mercaderes importantes de Amberes, uno de los principales focos de la
Reforma en Flandes214, como Luis y Marcos Pérez, así como intelectuales de la
importancia de Plantino, Ortelius, Justus Lipsius y Benito Arias Montano.
Durante esos años, Carlos V, insatisfecho con los resultados de su lucha contra
la herejía, estableció una serie de tribunales regionales de la Inquisición similares a los
castellanos y capaces de llevar a cabo más detenciones, siendo el más activo el de
Flandes, a cuyo frente se colocó Pieter Titelmans215. Su instalación fue lenta y sufrió
muchas trabas, entre ellas el boicot de algunos Consejos Provinciales a las leyes
religiosas o Placcards, pese a la publicación en abril de 1550 del Edicto Perpetuo para
211
Sobre la actitud de los católicos en el Norte, su escasa resistencia a la Reforma y la
Confesionalización que recibieron a través de textos, J. SPAANS, "Catholicism and Resistance
to the Reformation in the Northern Netherlands" en P. BENEDICT, G. MARNEF, H. van
NIEROP y M. VERNARD (eds.), op. cit., pp. 149-163.
212
Recordar la bibliografía citada en la introducción.
213
Un resumen de la bibliografía sobre este movimiento y la unión de Plantino con el mismo en
B. REKERS, Benito Arias Montano, Madrid, 1973 (Versión española de Ángel Alcalá del
original en neerlandés publicado en Groningen, 1961), capítulo 4, “La Familia del Amor”, pp.
101-143.
214
G. MARNEF, “The changing face of Calvinism in Antwerp, 1550-1585” en A.
PETTEGREE, A. DUKE y G. LEWIS (eds.), op. cit., pp. 143-159. Pese a los intentos de
represión que se llevaron a cabo en la ciudad desde 1550-1566 y de 1567-1577, siempre hubo
base para el calvinismo en la ciudad, lo que originó de 1577 a 1585 una República Calvinista y
el contacto constante con otras iglesias calvinistas extranjeras.
215
Sobre este proceso, A. DUKE, “Salvation by Coercion: The Controversy surrounding the
“Inquisition” in the Low Countries on the Eve of the Revolt” en ID., Reformation and Revolt…,
pp. 152-174.
87
reforzar la lucha. Sin embargo, los encargados de la persecución eran conscientes de
que no era suficiente y el teólogo Sonnius propuso en la segunda reunión del Concilio
de Trento (mayo 1551-abril 1552) una reorganización de los obispados, que se aplicaría
años más tarde.
Sin duda, estas nuevas medidas tenían también en cuenta el desarrollo que había
ido teniendo durante el reinado del emperador una confesión protestante que adquiriría
una notable relevancia en los Países Bajos en los años venideros: el calvinismo.
Calvino, natural de una modesta familia de la Picardía, se dedicó desde pequeño
a la vida eclesiástica216. Tras estudiar primeras letras en el Colegio Montaigú en París y
derecho en la Universidad de Orleáns, en 1533 tuvo que huir a Angulema por su
cercanía a las ideas reformistas. Desde allí marchó a Basilea, donde se estableció en
1535 y publicó al año siguiente su Institutio Christianae Religionis, convirtiéndose así
en el heraldo de la Reforma en Francia. Básicamente, Calvino defendería la salvación a
través de Cristo y la autoridad absoluta de la Biblia, con igual peso para el Antiguo y
Nuevo Testamento, así como la Providencia.
El teólogo francés, sin embargo, no quería circunscribir sus ideas únicamente a
su reino natal y decidió marchar a Ginebra, paso que resultó fundamental para
expandirlas de una manera más universal. Tras una fallida estancia en la ciudad en
1536, se establecería en ella de forma definitiva desde 1541 hasta su muerte 23 años
después. Una vez reformada la iglesia de la ciudad suiza, venció las herejías internas y
se lanzó a la ofensiva contra sus adversarios y para reconciliar las iglesias protestantes.
Así, en 1549 llegó al Consensus Tigurinus con Bullinger, sucesor de Zwinglio, y unió
ambas confesiones, aunque fracasó en sus intentos de acercamiento con anglicanos y
luteranos. Con la fundación de la Academia de Ginebra en 1559, cuya dirección encargó
a Beza, preparó a una serie de predicadores y teólogos que difundieron rápida y
firmemente sus ideas prácticamente por toda Europa Occidental.
Esta expansión tendría lugar en los Países Bajos tras 1550, fecha en que era
minoritario excepto en ciudades como Valençiennes y Tournai por influencia de los
hugonotes franceses. Sin embargo, su espectacular desarrollo no vendría de Francia,
sino de los refugiados neerlandeses en Inglaterra y el Imperio, sobre todo en Emden217,
en la diáspora provocada por las persecuciones católicas.
Aprovechando sus avances en Francia, Inglaterra y el Imperio, así como la
ruptura del poder Habsburgo en los Países Bajos durante la década de los 60 del siglo
216
Aunque existe abundante bibliografía sobre este reformado francés, un buen resumen de su
vida y pensamientos en R. STAUFFER, “Calvin” en M. PRESTWICH (ed.), op. cit., pp. 15-38.
217
H. SCHILLING, op. cit., especialmente los capítulos 3 y 4, pp. 69-161.
88
XVI, el calvinismo absorbió gran parte del protestantismo desestructurado y mostró las
enormes posibilidades que tenía de jugar un papel predominante en la zona, gracias a
gozar de una firme estructura que permitía su crecimiento. Asimismo, la formación de
lo que se ha venido en llamar “Calvinismo Internacional”, o solidaridad entre las
diferentes comunidades calvinistas europeas, permitió que sus conexiones tuvieran gran
influencia en los acontecimientos políticos de la segunda mitad del siglo XVI218.
Sin duda, la complicada situación religiosa no provocó por sí misma los
importantes movimientos que tuvieron lugar durante la década de los 60. Sin embargo,
si debemos considerar que contribuyó a fundamentar las bases ideológicas de algunos
grupos contrarios a los cambios que hemos observado que se iban produciendo durante
esos años en la organización de la Monarquía.
1.2.3.2.- Las facciones políticas flamencas y sus conexiones con la Corte de Felipe II
Durante la ceremonia en que Carlos V abdicaba de sus posesiones flamencas
para entregárselas a su hijo Felipe el 25 de octubre de 1555, dos personajes descollaron
sobre el resto: Granvela y Orange. Sin duda, y como muchos autores han señalado,
ambos representaban opciones políticas diferentes, pero la ruptura entre las facciones
que ellos iban a defender no tendría lugar hasta unos años más tarde y, de hecho, sus
relaciones fueron excelentes hasta 1561. De este modo, los primeros años del reinado de
Felipe II resultaron ser de configuración de esas futuras facciones.
Unos días antes de esta transferencia de poderes, se había producido el
nombramiento de Emmanuel Filiberto de Saboya como Gobernador General, tras
preferirse su candidatura a la de Orange y Ferrante Gonzaga e influído Felipe II por la
opinión de Éboli219. Sin duda, esta decisión se antojaba provisional, ya que el noble
italiano estaba decidido a abandonar el puesto en cuanto recuperara sus tierras
patrimoniales y, además, sus relaciones con los nobles flamencos no eran las mejores.
De hecho, Emmanuel Filiberto expresó su negativa a permanecer allí en solitario en el
momento en que Felipe II se disponía a abandonar los Países Bajos a mediados de 1556,
por lo que se propuso el retorno de María de Hungría. Esta rechazó el ofrecimiento en
218
M. PRESTWICH, “The changing face of Calvinism” en ID. (ed.), op. cit., pp. 1-14 y A.
DUKE, “Perspectives on European Calvinism” en A. PETTEGREE, A. DUKE y G. LEWIS
(eds.), op. cit., pp. 1-20.
219
M. J. RODRÍGUEZ-SALGADO, Un imperio en transición. Carlos V, Felipe II y su mundo,
1551-1559, Barcelona, 1992 (traducción al español de Juan Faci del original publicado en inglés
en Cambridge, 1988), p. 198. La autora recalca que, tras la negativa de los estados de Brabante a
tener a un extranjero como regente, se le dio el título de lugarteniente general de los Países
Bajos.
89
un primer momento, aunque tras varios tiras y aflojas lo aceptaría; sin embargo, cuando
preparaba su Jornada a Bruselas falleció220.
Estos acontecimientos, unidos a las luchas contra los ejércitos franceses,
obligaron a Felipe II a permanecer más tiempo del deseado en los Países Bajos y la
yuxtaposición de ambas Cortes durante esos años nos impide conocer con exactitud
cuales eran los focos de poder. Pese a ello, sabemos que Charles de Lalaing, antiguo
patrón de la Corte de María de Hungría, fue el dominador del Conseil d´État flamenco
durante los años posteriores a la abdicación del emperador y llegó a ser gobernador
interino en 1557 al marchar Saboya al frente221. Durante ese tiempo, sus
enfrentamientos con Granvela fueron constantes, fruto de sus diferentes visiones sobre
la política exterior de la Monarquía, pero su vida tocaba a su fin y falleció el 21 de
noviembre de 1558. De esta manera, el futuro cardenal se quitaba de encima a un
importante opositor y se destacaba como la principal figura del gobierno de Flandes
ante la nueva situación que se iba a producir en 1559.
Una vez firmada la paz de Cateau-Cambrésis, Felipe II decidió que era necesario
nombrar un nuevo gobernador, pues Emmanuel Filiberto regresaba a sus tierras
patrimoniales, que le habían sido devueltas merced a dicho tratado. La primera opción
que se le presentó al monarca fue la de Isabel de Valois, que podría disponer de un
fuerte Consejo que la ayudara en las tareas de gobierno y con la posibilidad de tener un
hijo en los Países Bajos que sería ese “príncipe natural” que satisfaría a los flamencos.
Además de su esposa, el monarca sopesó otras posibilidades, como la del príncipe don
Carlos, la de su hermana Juana y la de sus primos imperiales; sin embargo, Felipe II
descartó todas ellas y redujo sus preferencias a su prima Cristina de Dinamarca, duquesa
viuda de Lorena, y a su hermanastra Margarita de Parma222. Sin duda, la afinidad
espiritual que esta última mantenía con los “ebolistas”, así como el apoyo del cardenal
Granvela, ayudaron a que su candidatura fuera escogida.
La creación del Consejo reducido y cercano a la gobernadora que era la
“Consulta” auguraba, sin duda, que se iban a producir fuertes enfrentamientos con
aquellos consejeros que habían quedado fuera de ella. A ello habría que unir la
existencia de graves problemas que habían quedado irresolutos, siendo el más acuciante,
220
Ibídem, pp. 306-309.
221
Sobre sus relaciones con el gobernador, A. LOUANT, "Charles de Lalaing et les
remonstrances d´Emmanuel-Philibert de Savoie (Juillet et Novembre de 1556)", BCRH, 97
(1933) pp. 155-169.
222
M. J. RODRÍGUEZ-SALGADO, Un imperio en transición..., pp. 518-522. Sobre las dudas
generadas por el papel de los Países Bajos en la Monarquía durante esos años, capítulo 9,
“Epílogo: ¿España o los Países Bajos?, pp. 505-531.
90
sin duda, el financiero, provocado por la resistencia mostrada por los Estados Generales
de los Países Bajos a entregar dinero a Felipe II para las campañas en Italia y Francia
desde marzo de 1556 hasta 1558. La actitud de esos Estados Generales hizo que Felipe
II decidiera acelerar la puesta en marcha del plan de reforma de los nuevos obispados, lo
que iba a agitar aún más el clima político en Bruselas.
El plan inicial de Sonnius se había visto frenado por los enfrentamientos de
Carlos V con el papa Julio III, así como por la guerra con Francia223. Tras finalizar esta,
Felipe II relanzó la idea por consejo del cardenal Granvela, que aprovechó como canal
de comunicación con el monarca al confesor real Fresneda una vez se hubo separado de
la facción “ebolista”. La reforma de los obispados se antojaba una medida fundamental
para poder llevar a cabo los planes de Confesionalización, aunque debía ser
complementada por otras de índole religioso como la Junta previamente convocada para
analizar el ambiente religioso de Lovaina y el tráfico de literatura herética procedente
del Imperio, y que estuvo compuesta por Viglius, Granvela, el deán de Lovaina Ruano
de Tapper, el franciscano Pacheco, el dominico Carranza, Fresneda y algunos de los
inquisidores neerlandeses224.
Tras diversas gestiones ante la Corte Papal, el papa Pío IV promulgó la bula
Super Universas el 12 de mayo de 1559, certificando de este modo la reorganización. El
siguiente paso fue la fijación del número y los límites geográficos de los obispados,
decidiendose crear 18 con el de Malinas como metropolitano. Dependientes de su
archidiócesis estarían Yprès, Amberes, Bois-le-Duc, Brujas, Gante y Roermod. Por su
parte, estarían adscritos a la de Utrecht los obispados de Middelbourg, Leeuwarden,
Groningen, Deventer y Haarlem y en la archidiócesis franco-valona se integrarían
Cambrai, que era arzobispado, St. Omer, Tournai, Arrás y Namur.
Una vez fijados los límites, se decidió crear un plan de dotación económica con
fuertes implicaciones políticas, pues permitía a los nuevos prelados introducirse en los
Estados Provinciales al unir a sus cargos los de abades de las principales abadías, que
además tenían derecho de voto225. La elección de estos nuevos obispos recayó en el
223
No es nuestra intención desarrollar aquí todo el proceso de creación de los obispados, ya que
existe numerosa bibliografía al respecto, sobre todo, del profesor M. Dierickx (De oprcihting
der nieuwe bisdommen in de Nerderlanden onder Filips II. 1559-1570. Amberes-Utrecht, 1950
y Documents inedits sur l´erection des noveaux diocèses aux Pays-Bas (1521-1570), 3 vols.,
Bruselas, 1960-1962), sino insertar el proceso dentro de la Confesionalización general de la
Monarquía y observar sus implicaciones faccionales.
224
Sobre esta Junta y la erección de los nuevos obispados, H. PIZARRO LLORENTE, “El
control de la conciencia regia...”, pp. 157-175.
225
M. van DURME, op. cit., pp. 29-30. En las bulas Ex Injuncto y De Statu Ecclesiarum del 11
de marzo de 1561 sobre la circunscripción y la dotación de las nuevas diócesis, la abadía de
91
propio Granvela, nuevo arzobispo de Malinas, que junto con Viglius, y aceptando
algunas de las sugerencias de Margarita de Parma, redactó una primera nómina en
marzo de 1560. La bula fundacional recogía que los obispos nominados debían ser
doctores en teología, entorpeciendo seriamente el tradicional acceso de los nobles
flamencos a dichas dignidades.
Sin duda, este proyecto era de un enorme calado, pues no servía únicamente para
aplicar con mayor firmeza los Concilios de Trento y para llevar a cabo con mayor
eficacia la persecución de los herejes y la Confesionalización, sino que significaba la
salida casi total de la aristocracia de esta fuente de poder, prestigio y dinero y
consolidaba el patronazgo de Granvela a través de las nominaciones y de la entrada en
los Estados Provinciales, donde se reduciría notablemente la oposición a las peticiones
reales226.
Por supuesto, la resistencia a su aplicación fue feroz y algunos consejeros de
Estado protestaron fuertemente por no haber participado en la elaboración de este plan y
por verse desplazadas sus familias de la posible ocupación de esos nuevos obispados. La
excusa perfecta para canalizar dichas quejas era que la incorporación de dos
inquisidores en cada obispado, coordinados por un organismo inquisitorial central, y la
unión de las abadías iba en contra de lo establecido por la Blijde Inkomst o Joyeusse
Entrée de Brabante y de otras provincias227.
Sin embargo, la base de las protestas no radicaba ahí, sino en la ruptura del
acceso a la toma de decisiones de aquellos que estaban acostumbrados a influir en las
mismas en momentos no tan pretéritos. Estos nobles decidieron movilizar a sus
clientelas locales y los panfletos contra Granvela y la Inquisición inundaron aquellas
zonas de los Países Bajos gobernadas por personajes no afectos al cardenal. Esta
oposición provocó que algunos obispados no pudieran ver ocupadas sus cátedras hasta
que el duque de Alba llegó a Flandes, como fue el caso de Brujas, que no tuvo a
Remigius Driutius hasta 1569, Roermond, Guillaume van der Linden no fue consagrado
Saint-Bernard-sur-l´Escaut pasó al obispado de Amberes, la de Tongerlo a Bois-le-Duc, y la de
Affligem y la Prebostía de Saint-Rombaut a Malinas. Como abad de Affligem, Granvela pasó a
ser el Chef del primer miembro de los Estados de Brabante, donde Felipe II solía tener mucha
oposición. La abadía de Saint-Amand también se uniría al arzobispado de Malinas, tras renovar
el Papa en diciembre de 1562 el indulto de 1515 de Leon X a Carlos V que le daba el derecho a
nominar a los abades y priores.
226
Si observamos los candidatos escogidos, comprobamos que excepto Federico Schenck van
Toutenberg en Utecht y Maximilien de Berghes, que fue sustituido por Louis de Berlaymont a
su muerte en 1570, eran todos juristas. Así, Martín Rithovius en Ypres, Sonnius en Bois-le-Duc,
Cornelius Jansenius en Gante o Nicolás de Castro en Middelburg.
227
G. WELLS, op. cit., pp. 230-275.
92
hasta el 11 de mayo de 1569 pese a estar elegido desde 1563, o Groningen, donde Jean
Knyff tomó posesión de su cargo en 1568.
Sin duda, este asunto mostró con toda crudeza que ya existían en Bruselas dos
facciones enfrentadas entre sí y que pugnaban por conseguir la cercanía a la
gobernadora228. A mi juicio, estas facciones nunca pueden identificarse con flamencos y
“l´Espaigne”229, como muchos historiadores han pretendido, porque estuvieron
compuestas por personajes de diferentes procedencias, que tenían sus conexiones con
los movimientos cortesanos que tenían lugar en Madrid. Además, la presencia de
hispanos en Flandes en puestos de importancia tras la marcha de Carlos V y de Felipe II
era escasa, aunque algunos tuvieran mucho poder como Tomás de Armenteros, los
contadores Castellanos o del Canto o Arias Montano.
Por un lado, nos encontramos con la facción dirigida por Granvela, cuyas ideas
políticas y religiosas estaban relacionadas con el “partido imperial” y, posteriormente,
con las del “albista”. Sin duda, su comunión de intereses con el duque de Alba,
complementada con la correspondencia mantenida con los componentes del “Ministerio
Colateral” y con el confesor Fresneda hasta que este cayó en desgracia, garantizaba a
Granvela que su voz iba a ser escuchada en Madrid cuando surgieran los
enfrentamientos, aunque la hegemonía “ebolista” le impidió llevar a cabo muchos de
sus planes.
El nuevo arzobispo de Malinas disponía en los Países Bajos de toda una red
clientelar de secretarios y letrados, encabezada por Viglius, que compartía sus
presupuestos, aunque solicitaba su entrada en la gestión de los asuntos referentes a sus
territorios naturales. Defendían, además, la implantación de los acuerdos de Trento en
materia religiosa y, por tanto, la instauración de los nuevos obispados. Sin embargo,
esta postura no era exclusiva de esta red de letrados, sino que también fue apoyada
durante esos años por algunos nobles flamencos como Aerschot, Aremberg o
Berlaymont y, en menor medida, Mansfeld o Meghem; es decir, considerar que toda la
aristocracia flamenca estaba en contra de las posturas políticas y religiosas de Granvela
no resulta plausible.
Enfrentados al grupo encabezado por Granvela nos encontramos a una serie de
nobles, y algunos letrados como Simon Renard que se había enemistado con su antiguo
patrón, cuyo mayor interés era poder influir en las instancias de gobierno. Personajes
como Orange, que había estado al lado del emperador cuando este abdicó, Egmont, que
228
En este punto sigo, en general, el estudio de P. D. LAGOMARSINO, op. cit., pp. 38 y ss.
229
Expresión que utilizó repetidamente Morillon en sus cartas, p. e. la del 8 de julio de 1568 a
Granvela (CCG, III, nº 98, p. 295).
93
había comandado los ejércitos imperiales y de Felipe II en repetidas ocasiones, o
Brederode, el noble más poderoso de Holanda, no comprendían ni compartían el hecho
de quedar fuera del acceso a la Corte del nuevo monarca y, además, quedar relegados a
un mero papel decorativo en lo referente a sus propios territorios. Aunque Felipe II
distribuyó ciertas mercedes entre ellos antes de partir -gobiernos, castellanías, toisones
de oro o bandes d´ordonnance-, este grupo fue consciente de que se les estaba
apartando y que esas mercedes y nombramientos estaban vacíos de significado
político230. Igualmente, Horn, Montigny, Hooghstraeten o Berghes se opondrían al
cardenal, al que también reclamaban que había influido en el nombramiento de
Margarita como gobernadora en lugar de la duquesa de Lorena, opción preferida por
ellos.
Por supuesto, este grupo consideraba que el mejor sistema de gobierno era una
monarquía “compuesta”, donde ellos pudieran tener cabida en las principales instancias
de poder. Por lo que respecta a sus ideas religiosas, aunque el grupo no tenía una
espiritualidad definida debido a las especiales circunstancias de los Países Bajos y a las
influencias erasmistas, profesaba sin duda una mayor tolerancia a las ideas reformadas
que la facción contraria231. Esta postura política y religiosa les acercaba, más por
necesidad que por convicción, a la facción “ebolista”, llevando a cabo sus contactos con
este grupo cortesano madrileño a través de los contadores del sueldo Alonso del Canto y
Cristóbal Castellanos, “hechuras” de Eraso. Conviene reseñar que las opiniones del
primero, junto con las del famoso teólogo Fray Lorenzo de Villavicencio, fue la
principal fuente de información de Felipe II sobre la situación religiosa de los Países
Bajos durante esos años. Sin embargo, el grupo “ebolista” fue incapaz de absorber
plenamente a este grupo de descontentos y no pudo evitar su desafección al servicio real
durante los primeros momentos de la Revuelta232.
230
Orange, por ejemplo, fue nombrado consejero de Estado y Chef des finances, caballero del
Toisón y Stadholder de Holanda, Zelanda y Utrecht. Igualmente, participó en las
conversaciones de Cateau-Cambresis y en la embajada de Felipe II para recoger a Isabel de
Valois y llevarla a Castilla (Sobre estos años, P. JANSSENS, “Willem van Oranje aan het
Brussels Hof, 1549-1559", Spiegel Historiael, 19 (1984), pp. 174-180). Egmont, por su parte,
fue también plenipotenciario en Cateau-Cambresis, consejero de Estado de Margarita y
Stadholder de Flandes y de Artois, por citar dos de los ejemplos más significativos.
231
Baste como ejemplo que Orange llegó a defender un cierto grado de libertad de conciencia
en el Conseil d´État ya en 1561 y en 1566. Asimismo, siendo superintendente de la ciudad por
nombramiento de Margarita, dejó tres puestos de prédica para protestantes en Amberes (G. E.
WELLS, op. cit., p. 237 y G. MARNEF, op. cit. p. 157).
232
Tal y como explica L. GEEVERS en su Gevallen vazallen: de integratie van Oranje, Egmont
en Horn in the Spaans-Habsburgse monarchie (1559-1567), Amsterdam, 2008.
94
La ofensiva del segundo grupo contra Granvela se inició cuando Egmont y
Orange escribieron a Felipe II el 23 de julio de 1561 reclamando que se les consultara
en asuntos tan cruciales como el de los obispados. La crispación fue in crescendo y no
pudo ser resuelta por la embajada de Montigny a Madrid de 1562, por lo que Egmont,
Orange y Horn solicitaron al año siguiente la dimisión de Granvela. Margarita, que hay
que recordar que era deudora de unas ideas políticas y religiosas diferentes a la del
cardenal pese a la buena relación que ambos mantenían, apoyó dicha moción y envió a
su secretario Armenteros a Castilla para solicitarla. El balance faccional del momento
favoreció la misión del secretario, decidiéndose la marcha honrosa de Granvela de los
Países Bajos durante la estancia de la Corte en Monzón. De este modo, el cardenal
abandonó Bruselas el 13 de marzo de 1564 con la excusa de ir a visitar a su madre
enferma en su tierra natal, donde permanecería durante algo más de un año hasta que el
cambio faccional que se produjo en Madrid le permitió ser destinado a Roma. Aunque
nunca más retornaría al Norte de Europa, su influencia en los asuntos flamencos
continuó siendo de gran importancia a través de su red de “hechuras” y su opinión fue
considerada como voz autorizada, siempre y cuando la situación cortesana le fuese
favorable233.
Las decisiones de Monzón marcaron el triunfo de los “ebolistas” en la gestión de
los asuntos flamencos y, tras solicitar Eraso a los nobles neerlandeses que se
reincorporaran al Consejo, estos lo hicieron. Sin embargo, su lucha no cesó y trataron de
apartar a Viglius del lado de Margarita, lo que consiguieron al poco tiempo. Desde esa
posición privilegiada, la nueva facción dominante pugnó por retrasar la aplicación de
los acuerdos de Trento y por conseguir una mayor tolerancia religiosa, decidiendo
comisionar al conde de Egmont para que expusiera sus ideas al monarca. El 23 de enero
de 1565 se le extendieron unas instrucciones, que defendió en la Corte madrileña el 24
de marzo, en las cuales se contemplaba que para evitar los acuciantes problemas de los
Países Bajos se debería certificar la preeminencia del Conseil d´État sobre los otros dos
colaterales, al tiempo que se incorporaban 4 nobles más al mismo –proponían a
Noircarmes, Montigny, Berghes y Meghem-, dividir las presidencias de los Consejos de
Estado y Privado tras la dimisión de Viglius, investigar los abusos en los Consejos de
Hacienda y Privado y en el gobierno provincial y moderar los Placcards o leyes contra
la herejía.
233
Sobre la relación de Granvela en los asuntos flamencos en años posteriores, G. JANSSENS,
“Cardinal Granvelle and the revolt of the Netherlands. The evolution of his thought on a
desirable political approach to the problem, 1567-1578” en K. de JONGE y G. JANSSENS
(eds.), op. cit., pp. 135-156.
95
Sin embargo, la misión de Egmont presentaba serias complicaciones por las
fuertes luchas que se estaban produciendo en la Corte madrileña y que anticipaban la
merma de poder de Éboli y Eraso, principales apoyos en Madrid de los nobles
flamencos. Pese a ello, Egmont partió con ciertas esperanzas de la Corte el 6 de abril,
después de que el monarca le despidiera con buenas palabras y promesas de estudiar la
situación. Las famosas cartas del Bosque de Segovia del 17 y 20 de octubre de ese año
mostraron que no estaba en lo cierto, ya que en ellas Felipe II ratificaba una política de
dureza en lo político y en lo religioso al revocar la decisión del comité de sabios y
teólogos convocados por Margarita de sustituir algunas condenas a muerte de “herejes”
por el envío a galeras, y de que no se ajusticiara a aquellos que habían transgredido los
Placcards pero no se habían adherido a la herejía. En las misivas reales se contemplaba
incluso que los anabaptistas arrepentidos fueran ajusticiados y que se debiera
reemplazar a los jueces que no aplicaran las leyes con rigor234.
Las cartas llegaron a Bruselas el 5 de noviembre y Margarita, preveyendo sus
funestas consecuencias, esperó a enseñarlas en el Conseil d´État hasta el 14, para evitar
que hubiera revuelo durante la celebración de la boda de su hijo Alejandro con María de
Portugal que se estaba llevando a cabo en esos días235. La respuesta a estas misivas fue
inmediata, aunque no tuvo como primeros protagonistas a los principales nobles
opositores sino a otros de la media y baja nobleza que firmarían el día 18 en el Palacio
de Culembourg el llamado Compromiso o Liga de la Nobleza, donde atacaban la
implantación de la Inquisición y pedían la abolición de los Placcards contra la herejía.
Dicho texto, que no se publicaría hasta enero del año siguiente, fue redactado por
Marnix de Sainte-Aldegonde, calvinista que había estudiado en la Academia de
Ginebra, y entre sus firmantes destacarían Brederode, Louis de Nassau, hermano de
Orange, y Charles de Mansfeld236. Orange, Egmont y Horn, por su parte, dejaron el
Conseil d´État y Berghes y Meghem sus gobiernos provinciales y se lavaron las manos
en los acontecimientos. El siguiente paso de la Liga de Nobles fue presentar el 5 de abril
234
J. WOLTJER, “Political Moderates and Religious Moderates…”, p. 189.
235
La descripción de dicha boda en F. DE MARCHI, Narratione particolare del Capitan
Franceso e´Marchi da Bologna, delle gran feste, e trionfi fatti in Portugallo, e in Fiandra nello
sposalitio dell´Illustrissimo&Eccellentissimo Signore, il Signore Alessandro Farnese, Prencipe
di Parma, e Piacencia, e la Sereniss. Donna Maria di Portogallo, Bolonia, 1566.
236
El texto se encuentra publicado en inglés en H. H. ROWEN, The Low Countries in Early
Modern Times. A documentary history, Londres, 1972, pp. 29-33 y E. H. KOSSMAN y A. F.
MELLINK (eds.), Texts concerning the revolt of the Netherlands, Londres, 1974, pp. 59-62.
Sobre los firmantes de este Compromiso, H. F. K. van NIEROP, "A Beggars" Banquet...”.
96
de 1566 la Petición237, donde se ratificaban en sus opiniones, así como movilizar a sus
redes clientelares provinciales. Margarita envió el nuevo texto al monarca y decidió de
motu proprio el 23 de agosto suspender el reforzamiento de los Placcards y de la
Inquisición, así como conceder libertad de culto en los lugares donde ya se predicara el
calvinismo, y cedió el gobierno al Consejo de Estado.
Visto el nuevo giro de los acontecimientos, Orange, Egmont y compañía
decidieron volver a negociar con el monarca, enviando al marqués de Berghes y a
Montigny de nuevo a Madrid. Sin embargo, la misión estaba condenada al fracaso, pues
Felipe II conoció al mismo tiempo tanto la Petición y la capitulación de Margarita como
la Iconoclastia o Beeldenstorm. Estaba claro que las políticas conciliadoras de los
partidarios de “Éboli” habían fracasado y su tolerancia religiosa había quebrado con la
quema sistemática de imágenes por parte de los calvinistas, modificando el propio Fray
Lorenzo de Villavicencio sus primeras opiniones sobre la situación para pasar a
sustentar las tesis “albistas”. El monarca volcó todo su apoyo en este nuevo grupo y se
inició un proceso de febril deliberación, que culminaría en la famosa reunión del
Consejo de Estado del 29 de octubre238.
En dicha sesión se decidió que era necesaria la marcha del monarca a los Países
Bajos para finalizar la rebelión, aunque debía ser precedido por un general que, al
mando de un potente ejército, prepararía su llegada. Tras decantarse por esta última
opción, se discutió el nombre del encargado de comandar dicho ejército y aunque Éboli,
Berghes y Montigny solicitaron que fuera el conde de Feria, afín a sus ideas, la realidad
faccional del momento no invitaba a ello. Tras las renuncias de los duques de Parma y
Saboya, quedó claro que la única candidatura posible era la del propio duque de Alba.
Su aceptación el 29 de noviembre significaba, al mismo tiempo, el triunfo político de la
facción que él mismo encabezaba y su fracaso personal, pues se le obligaba a marchar
de la Corte, con lo que eso suponía de dificultad para poder seguir ejerciendo su
patronazgo a esa distancia.
La marcha del “Gran Duque” se dispuso para la primavera siguiente, abriéndose
desde este momento una nueva época en las relaciones entre Flandes y el resto de la
Monarquía.
237
El texto en E. H. KOSSMAN y A. F. MELLINK (eds.), op. cit., pp. 62-65. El nombre de los
firmantes estuvo íntimamente ligado a las redes clientelares de algunos nobles, como fue el caso
de Brederode que con su influencia consiguió que uno de cada cuatro nobles adultos holandeses
suscribieran el texto (H. F. K. van NIEROP, The nobility of Holland..., p. 186).
238
Sobre esta reunión hay varias descripciones, como la de L. P. GACHARD, Don Carlos y
Felipe II, Madrid, 2007 (traducción del original francés), pp. 256-258 o P. D.
LAGOMARSINO, op. cit., pp. 254-255.
97
CAPÍTULO 2
LA CONFESIONALIZACIÓN EN FLANDES: EL GOBIERNO DEL III DUQUE
DE ALBA (1567-73)
2.1.- Los avatares cortesanos en Madrid
Tras la marcha del duque de Alba a los Países Bajos, el futuro de la facción
cortesana que este encabezaba quedaba hipotecado ante la ausencia de su patrón. Esta
tesitura fue aprovechada por un personaje que aunaba las condiciones ideales para
desarrollar los planes de Confesionalización que Felipe II pretendía y que pronto
adquiriría la condición de “privado” del monarca: el cardenal Espinosa239.
Tras ser nombrado presidente del Consejo de Castilla en 1565, la confianza que
le mostró Felipe II le permitió orientar la gracia real, con lo que pudo favorecer el
ascenso de su propia red clientelar que, en buena medida, llegaría a coincidir con la
administración de la Monarquía240. Para formar esta red, Espinosa recurrió a sus
amistades adquiridas durante su periplo como estudiante en Salamanca, oidor en Sevilla
y regente en el Consejo de Navarra y reformó numerosas instituciones como los
Consejos de Castilla, Hacienda, Cruzada o Indias, con el fin de que su entorno tuviese
cabida en ellos.
Gracias a estas actuaciones, Espinosa fue capaz de hacer desaparecer el
bipartidismo de años anteriores, pese a haber contado con el favor del partido “ebolista”
para su ascenso y coincidir ideológicamente en muchos puntos con el “albista”, y lo
aprovechó en beneficio propio. Sin embargo, el cardenal tuvo dos carencias
significativas para consolidar su poder, cuales eran la falta de oficio palatino y de red
clientelar en política exterior, derivadas ambas de su condición social no nobiliaria. Este
déficit era muy complicado de subsanar y el cardenal ni siquiera intentó abordar su
acceso a la Casa del monarca, aunque sí trató de intervenir en los Consejos de Estado y
Guerra para aumentar su influjo en política exterior, aunque con relativo éxito. Así, tras
ser nombrado consejero de Estado, pretendió darle a dicho Consejo un rígido control
operativo reuniéndolo a veces en su casa y con escaso número de miembros ante las
numerosas ausencias de consejeros, pero tuvo muchas dificultades para controlar sus
actuaciones. Por lo que respecta al Consejo de Guerra, su condición de eclesiástico le
impidió ser nombrado consejero, pero consiguió deslindarlo del de Estado y le dio
239
Sobre la privanza de Espinosa, Configuración, pp. 99-213.
240
Sobre su red clientelar, J. MARTÍNEZ MILLÁN, “Un curioso manuscrito. El libro de
gobierno del cardenal Diego de Espinosa (1512?-1572)”, Hispania, 53 (1993), pp. 299-344.
98
jurisdicción propia dedicada al ámbito castrense. Asimismo, dividió la Secretaría de
Estado y concedió a Zayas, ligado al duque de Alba, la del Norte y a Antonio Pérez,
“hechura” de Éboli, la de Italia. Estas actuaciones se verían complementadas con un
firme intento por mantener buena correspondencia con los personajes que ostentaban
cargos importantes en los reinos de la periferia, caso del duque de Alba, el de
Alburquerque, Granvela o Juan de Zúñiga, por lo que las relaciones exteriores con otras
potencias del momento vendrían marcadas por dichos personajes241. Por último, trató de
proyectar su red clientelar en la administración de los reinos, caso de Hernández de
Liévana en Italia, y para ser informado de los posibles candidatos a los diferentes
oficios recurrió a presidentes de audiencias, corregidores y obispos.
Por lo que respecta a sus actuaciones en el proceso de Confesionalización,
homogeneización y control de la sociedad en los diferentes reinos, Espinosa trató de
identificar a los gobernantes con la confesión católica y llevó a cabo una serie de
reformas en diversos ámbitos, como las órdenes religiosas. Igualmente, trató de aplicar
rigurosamente los acuerdos tridentinos y promovió concilios provinciales en toda la
Monarquía, como el de Cambrai en los Países Bajos en 1566, o favoreció la
reorganización de los obispados, caso de Flandes donde relanzó a través de Alba el plan
que ya había iniciado Granvela.
Sin embargo, ese proceso de Confesionalización encontraría un grave
inconveniente en la catequización y conversión de los moriscos, especialmente en las
Alpujarras. Esa reforma tan drástica provocó levantamientos, cuyo apaciguamiento se
retrasó por las disensiones surgidas dentro del Consejo de Estado, lo que entorpeció las
operaciones militares. Tras fracasar el marqués de Mondéjar en la represión, se tuvo que
encargar don Juan de Austria de acabar con la revuelta al mando de un numeroso y caro
ejército y tras varios años de lucha. Sin duda, el fracaso granadino, que conllevó la caída
del presidente de la chancillería de Granada Pedro Deza, “hechura” de Espinosa, unido
a las ingentes cantidades de dinero que requería el duque de Alba en Flandes,
provocaron que Felipe II decidiera buscar nuevos caminos para resolver los problemas
que se le planteaban. De esta manera, Espinosa cayó en desgracia y vio mermada su
autoridad poco antes de su fallecimiento, acaecido en 1573, apareciendo así un nuevo
panorama desde el punto de vista faccional.
Por lo que respecta a la situación cortesana del duque de Alba durante su
gobierno en Flandes, y por lo tanto su facilidad para poder poner en práctica su
programa político, podemos inferir que estuvo íntimamente ligada a la del cardenal
241
S. FERNÁNDEZ CONTI, Los Consejos de Estado y Guerra..., p. 103.
99
Espinosa. Así, su comunión de intereses en cuanto a la necesidad de llevar a cabo la
Confesionalización en los Países Bajos, permitió al “Gran Duque” disfrutar de cierta
comprensión en Madrid, al menos, durante los primeros años de su gobierno.
Su principal interlocutor en la Corte era su “hechura” Gabriel de Zayas242, que
procuró por todos los medios contrarrestar el influjo de los enemigos del duque. Para
ello, contó con el apoyo del cuñado de Alba, el prior Antonio de Toledo243, y con la
cercanía al cardenal Espinosa, al doctor Martín de Velasco244, que era el encargado de
supervisar las peticiones de mercedes provenientes de Flandes, y al contador Francisco
de Garnica245, de los que se acabaría distanciando por sus diferencias ideológicas246.
Por supuesto, los principales enemigos del gobernador de Flandes en Madrid
eran los componentes de la facción “ebolista”, que no perdieron la ocasión de minar la
242
Nacido en 1526, estudió en Alcalá de Henares y en 1548 se dice que ya era oficial de
Gonzalo Pérez, comenzando casi al mismo tiempo la carrera eclesiástica y la administrativa.
Estuvo con Felipe II en Inglaterra en 1554-55 y se fue adueñando de los papeles de la secretaría
de Estado, incluso antes de que muriera Gonzalo Pérez, aunque compartiendo escena con su hijo
Antonio Pérez. Desde el 19 de octubre de 1566 ambos acudían a las sesiones del Consejo de
Estado, aún sin poseer los títulos, que se les concedieron el 17 de julio de 1567. Zayas era
amigo de Mateo Vázquez y del duque de Alba, por lo tanto émulo de Antonio Pérez, lo que
conllevó su relegamiento durante la hegemonía cortesana de este. En 1579 se le destinó a la
secretaría de Italia donde sirvió hasta su muerte el 13 de julio de 1593 (CFA, pp. 99-112 y P.
RODRÍGUEZ, “Gabriel de Zayas (1526-1593). Notas biográficas”, Espacio, Tiempo y Forma,
serie IV, HªModerna, 4 (1991), pp. 57-70).
243
Hijo del III conde de Alba de Aliste y hermano de María Enríquez, esposa del duque de
Alba. En 1548 fue nombrado caballerizo mayor del príncipe Felipe gracias a la influencia de su
cuñado, mayordomo mayor de dicho servicio. Con el ascenso de Felipe II al trono, se le ratificó
en dicho oficio y se le nombró consejero de Guerra y de Estado. Fue uno de los baluartes de su
cuñado en la Corte pero su apocado carácter le impidió intervenir con mayor decisión en las
duras luchas faccionales. Su apogeo lo alcanzó entre 1573 y 1576, aprovechando el vacío de
poder, pero con el ascenso de la facción “papista” se vio de nuevo relegado y falleció el 13 de
marzo de 1579 (Configuración, pp. 488-489).
244
Tras sus estudios en el colegio salmantino de Oviedo, dio el salto al oficio de oidor de la
chancillería de Granada en 1537 permaneciendo en ella hasta que en 1542 pasó a la de
Valladolid con el mismo cargo. El emperador conoció de su saber y se le fue dedicando a
asuntos religiosos, llegando en 1552 a ser consejero de Castilla gracias a sus vínculos en el
círculo del príncipe Felipe. Amplió su poder durante la regencia de doña Juana, ingresando en la
Cámara y en el Consejo de Hacienda, así como aconsejando a la hermana del príncipe en
asuntos de estado. Se unió al cardenal Espinosa en su ascenso, al defender las mismas ideas
confesionalistas, y tras la muerte de este se llegó a especular con que Velasco le sucedería pero
no fue así y comenzó su declive, falleciendo el 13 de septiembre de 1573 (Carlos V, III, pp.
456-458 y Configuración, pp. 508-509).
245
Formado bajo la protección de Francisco de Eraso desde 1547, ocupó el oficio de contador
de relaciones en mayo de 1558 y lo ocupó hasta que fue nombrado teniente de la Contaduría
mayor interino en enero de 1564, alcanzando la titularidad en dicho oficio en 1566. Su
importancia en asuntos hacendísticos fue creciendo hasta que en 1578 comenzó el declive de la
facción “papista” que le arrastró. Permanecería en la corte hasta 1587 pero fue perdiendo
paulatinamente su importancia y falleció apartado, aunque con grandes riquezas (Ibídem, p.
382).
246
Zayas a Alba, 6 de abril de 1569, CODOIN, XXXVIII, p. 62, "Que Velasco también está en
Valladolid, y Garnica en Guadalupe, que son dos personajes que nos ayudan bien".
100
posición del nuevo gobernador, ya incluso antes de que partiera hacia Italia en 1567247.
Para ello, buscaron aprovechar la misión de Gaspar de Robles, barón de Villy248,
enviado por Margarita de Parma para evitar la puesta en marcha de la expedición de
Alba al remitir los movimientos revolucionarios. Aunque el enviado llegó a la Corte
cuando el noble castellano ya había partido, no dudó en entorpecer su misión y pugnó
por conseguir que el enviado real esperase en Milán para ser precedido en los Países
Bajos por Éboli, que iría en calidad de mayordomo mayor del príncipe don Carlos que
sería el nuevo gobernador. Aunque el monarca rechazó el plan, los enemigos del duque
consiguieron que se redujera enormemente el tamaño de la armada y que Felipe II fuera
posponiendo su viaje a Flandes, algo que Alba nunca olvidaría.
Pese a estas trabas, los triunfos militares y políticos de Fernando Álvarez de
Toledo y la protección de Espinosa consiguieron acallar las voces críticas y le
permitieron llevar a cabo sus planes durante sus primeros años de gobierno. Sin
embargo, la situación tornaría hacia 1570, una vez que la rebelión de las Alpujarras
afectó a la credibilidad de Espinosa, y las conversaciones con el papa Pío V para formar
la Liga Santa contra el turco así lo parecieron demostrar. El duque de Alba defendía que
ese dinero que se iba a gastar en formar una armada capaz de parar a la potente flota
otomana debía usarse para reforzar los ejércitos de Flandes, en previsión de una posible
invasión de los hugonotes franceses. Sin embargo, su opinión no fue escuchada y el
duque fue consciente de que su situación cortesana se iba debilitando, lo que pudo
247
P. D. LAGOMARSINO, op. cit., pp. 267-288.
248
Perteneciente a una familia portuguesa de luenga tradición en el servicio a los monarcas
hispanos, fue paje de la emperatriz Isabel desde el 2 de diciembre de 1530 hasta la muerte de la
misma, de René de Nassau-Chalons, príncipe de Orange, desde ese momento hasta su
fallecimiento en 1544 y del emperador desde el 1 de enero de 1547 hasta el 1 de septiembre del
mismo año. En ese momento fue promovido a costiller, oficio que desempeñó hasta el 3 de
diciembre de 1549 en que fue nombrado gentilhombre de la casa, cargo que desempeñaría hasta
que en 1556 dejó de serlo con el nuevo rey. A su vez, comenzó a servir en el ejército al
nombrársele capitán de caballos ligeros y se trasladó a Flandes donde ya viviría prácticamente el
resto de su vida. Su papel político se incrementó con el comienzo de los tumultos,
permaneciendo siempre vinculado a las ideas “ebolistas” debido a la ayuda que el príncipe de
Éboli le prestó para conseguir en 1561 el hábito de Santiago. Aunque tenía relación con los
nobles firmantes del Compromiso, siempre permaneció del lado de la gobernadora, utilizando su
influencia para atraer a nobles hacia el bando realista y en 1567 Margarita le envió a Madrid
para explicar sus últimas victorias y certificar que no era necesario el envío del duque Alba a
Flandes. Esta oposición a las ideas del duque de Alba se notaron en las tensas relaciones entre
ambos pero Fernando Álvarez de Toledo era, ante todo, un gran militar y fue consciente de la
valía de Robles por lo que decidió enviarle como coronel a la campaña de Frisia. Allí quedó al
frente de las tropas de Felipe II durante varios años y la recompensa a su lucha fue el gobierno
de Frisia en 1573. Serviría en Flandes hasta que falleció durante el sitio de Amberes en 1585 por
la explosión de la máquina de Giambelli contra el puente que Farnesio había mandado levantar
(Biografía en el DBE).
101
corroborar en dos asuntos de vital importancia y ligados entre sí: el viaje de la
archiduquesa Ana a contraer matrimonio con Felipe II y su relevo.
La muerte de la reina Isabel de Valois el 3 de octubre de 1568 se unió a la del
príncipe don Carlos, acaecida el 24 de junio del mismo año, situación que dejó a Felipe
II sin herederos. Sus dos hijas, Isabel Clara Eugenia y Catalina Micaela, eran aún muy
jóvenes y no se pensaba en ellas como posibles sucesoras, por lo que el monarca agilizó
las conversaciones con su primo Maximiliano II para contraer matrimonio con su
sobrina Ana de Austria249. El duque de Alba vio el traslado de la archiduquesa a Castilla
como una gran oportunidad para retornar a Madrid, por lo que utilizó toda su influencia
para que dicha Jornada transcurriera por Flandes y no por Italia como estaba previsto en
un principio. A raíz de ello, se produjo un intenso debate en Madrid sobre el nombre del
posible sucesor250 pero el rey no encontró a nadie capaz de poder controlar a las
revueltas élites flamencas251, por lo que decidió que Alba debía continuar en Bruselas,
aunque mantuvo sus esperanzas al insinuarle la posibilidad de regresar a Castilla junto
al séquito de la archiduquesa.
Mientras esto sucedía en Madrid, el embajador de Felipe II en el Imperio,
Chantonay, ultimaba los preparativos del viaje, que concluyeron a comienzos de mayo
de 1570. Ana iría con su padre a la dieta de Spira y desde allí a los Países Bajos, donde
el duque de Alba determinaría su ruta hasta la costa cantábrica. El 4 de mayo tuvo lugar
la boda por poderes en la catedral de Praga, en presencia de Chantonay y Venegas,
embajador extraordinario, los emperadores, el nuncio papal, el duque de Mecklemburgo
y los embajadores de Polonia y Venecia y con el archiduque Carlos de Estiria, que ya
249
Sobre este matrimonio, L. PÉREZ BUENO, “Del casamiento de Felipe II con su sobrina Ana
de Austria”, Hispania, 7:28 (1947, jul-sep), pp. 372-416.
250
Alba a Felipe II, 26 de marzo de 1570, EDA, II, n. 1081, pp. 352-353. En ella comentaba
Alba que la duquesa Cristina de Lorena le había enviado un emisario y le había propuesto como
gobernador de los Países Bajos al duque de Baviera, aunque el noble castellano creía que era
una propuesta encaminada a conseguir el oficio para la propia duquesa; ID., 26 de agosto de
1570, Ibídem, nº 1125, p. 410, Chantonay le había comunicado que Maximiliano II quería el
puesto de gobernador para el archiduque Rodolfo, aunque Alba pensaba que realmente lo
codiciaba para su hermano Carlos. Felipe II, al margen, comentaba que Alba lo que quería
realmente era pasar el puesto a su hijo Fadrique; se habló incluso del prior Hernando como
relevo del duque, Pradilla a Lope de Acuña, 31 de mayo de 1570, RAH, 9-67, f. 321 v.,"De
creer es que avia dado en que entender la yda de la Reyna por esos estados como lo hizo aqui
quando tuvimos la nueva de pasar por este, pero todo travajo se puede tolerar por el favor, y aca
se tiene que el señor duque dalva la acompañara a España y que quedara en su lugar el señor
prior".
251
G. PARKER, "1567: The End of the Dutch Revolt" en A. CRESPO SOLANA y M.
HERRERO SÁNCHEZ (coords.), op. cit., I, pp. 274-275. Parker resalta que al comienzo del
gobierno de Alba el rey propuso a su hermano don Juan de Austria como posible relevo, pero el
duque se negó, debido a su pertenencia a la facción cortesana contraria, y el rey no insistió.
Juana y María, hermanas de Felipe II, así como don Carlos, su hijo, tampoco eran candidatos
adecuados por diversas razones.
102
había regresado de su visita a Castilla, en representación de Felipe II. Estaba presente
igualmente el duque de Osuna, don Pedro de Acuña y Téllez-Girón, enviado por el
monarca para acompañar a la reina en su viaje.
Felipe II informó del desposorio a Alba a finales de junio, al tiempo que le
comunicaba que no iba a ser posible llevar a cabo su relevo en ese momento252. Pese a
alabar su labor, el monarca creía que aún tenía asuntos pendientes por resolver en
Flandes, de tal suerte que no era bueno que viajara con la futura reina, ya que se
perdería todo lo realizado si salía de Bruselas antes de que llegara su sucesor que,
además, aún no había sido elegido. En su lugar, Felipe II designó al prior Hernando,
hijo ilegítimo del propio duque, como acompañante de su esposa253.
Sin duda, la noticia fue un golpe muy duro para el “Gran Duque”, que se mostró
iracundo por una decisión que achacaba, sin duda de forma acertada, a la acción de sus
enemigos en Madrid254. Aunque las protestas de Alba no le permitieron realizar el viaje
con la futura reina, que llegó a Santander el 3 de octubre y contrajo matrimonio poco
después en Segovia255, parece que si influyeron en el ánimo de los encargados de tomar
la decisión sobre el relevo, ya que el cardenal Espinosa comunicó su decisión al
gobernador el 16 de septiembre256. La elección había recaído en el duque de Medinaceli
y aunque la noticia de tener un sucesor alivió a Fernando Álvarez de Toledo, tal y como
comunicó a Espinosa257, estaba claro que la situación le iba a comportar nuevos
problemas, pues el elegido era deudo del partido “ebolista”258.
Se ha dicho que la partida de Medinaceli hacia Flandes se retrasó de manera
deliberada por las dudas de Felipe II y de sus consejeros, así como por la espera en el
desarrollo de la situación en las Alpujarras e Inglaterra. Una vez se produjeron el final
252
Felipe II a Alba, 30 de junio de 1570, AGS, E., leg. 544, f. 122.
253
ID., 4 de julio de 1570, Ibídem, f. 164.
254
ID., 12 de agosto de 1570, EDA, II, nº 1122, pp. 406-408.
255
J. BÁEZ DE SEPÚLVEDA, Relación verdadera del recibimiento que hizo la ciudad de
Segovia a la majestad de la reyna nuestra señor doña Anna de Austria, en su felicísimo
casamiento que en la dicha ciudad se celebró, edición de Segovia, 1998.
256
Granvela a Morillon, 11 de mayo de 1573, CCG, IV, nº 138, p. 557, “Ceulx qui dient que le
cardinal Spinosa fist le choix, ont raison”.
257
Alba a Espinosa, 27 de septiembre de 1570, EDA, II, nº 1153, p. 433.
258
Juan de la Cerda y Silva, IV duque de Medinaceli, accedió a los estados de su casa en 1553 y
un año más tarde comenzó su carrera política al formar parte del séquito del príncipe Felipe en
su viaje a Inglaterra. Durante ese viaje se acercó a Éboli, bajo cuya influencia estaría hasta su
muerte. Gracias a él, el primer favorito de Felipe II pudo controlar asuntos italianos pues
Medinaceli fue Virrey y Capitán General de Sicilia desde 1557 hasta 1566. El cambio faccional
le supuso ser de nuevo alejado de la Corte en 1567 con el nombramiento de Virrey de Navarra,
aunque también recibió los títulos de consejero de Estado y Guerra y una encomienda de la
orden de Santiago. Fue reclamado en 1570 para marchar como gobernador a los Países Bajos,
aunque no zarparía hasta 1572 (Configuración, p. 347).
103
de la revuelta granadina y el fracaso del complot de Ridolfi, así como el arresto del
duque de Norfolk, se aceleró el viaje259. En nuestra opinión, habría que añadir a estas
circunstancias la débil posición cortesana del duque de Alba, que sus enemigos
aprovecharon para conseguir que permaneciera más tiempo en Flandes, conscientes de
que ello haría decaer su influencia y autoridad260. Pese a los intentos de apremio por
parte de Alba y de Zayas, el título de Medinaceli no fue expedido hasta el 24 de
septiembre de 1571261 y su partida, prevista en un principio para finales de 1570, no se
produjo hasta mayo de 1572.
Ante esta dura situación, Albornoz, secretario de Alba, contempló la posibilidad
de cambiar de patrón en la corte madrileña. El candidato ideal era el aún “privado”
Diego de Espinosa, al que pretendía acceder a través de Mateo Vázquez, secretario del
cardenal, con el que inició una correspondencia orientada a sustituir a la que mantenía
con Zayas262. El momento no era el más propicio, toda vez que Albornoz procuraba
conseguir un obispado en América para su hermano Jerónimo y el secretario Zayas le
ayudaba a gestionar el asunto en la Corte. Con todo, el secretario escribió en febrero de
1571 a Nicolás de Ovando para que le pusiera en contacto con Mateo Vázquez263 y
requirió los servicios del doctor Milio264, que se convirtió en uno de sus referentes en la
Corte265. Estas “infidelidades” molestaron enormemente al Secretario de Estado266,
aunque las relaciones entre ambos no finalizaron por conveniencia política267 y por el
259
A. W. LOVETT, “A new Governor for the Netherlands: the Appointment of Don Luis de
Requesens, Comendador Mayor de Castilla”, European Studies Review, I, 2 (1971), p. 91 e ID.,
Philip II and Mateo Vázquez de Leça: the government of Spain (1572-1592), Génova, 1977, p.
40.
260
Así lo apreciaba Arias Montano en un memorial muy extenso que envió a Zayas el 5 de
febrero de 1571, CODOIN, XLI, pp. 200-235.
261
Patente de gobernador de Medinaceli en francés, 25 de septiembre de 1571, CODOIN,
XXXV, pp. 430-435.
262
Albornoz a fray Jerónimo de Albornoz, 16 de febrero de 1571, EDA, II, nº 1212, p. 506.
263
Albornoz a Nicolás de Ovando, 18 de febrero de 1571, Ibídem, nº 1215, pp. 510-511.
264
Párrafo de carta del doctor Milio a Alba, 3 de febrero de 1571, DECA, p. 103. Era
administrador del Priorato de la orden de San Juan de Jerusalén que ostentaba Hernando de
Toledo (S. FERNÁNDEZ CONTI, “El Prior Don Hernando de Toledo, Capitán de Felipe II y de
sus Consejos de Estado y Guerra”, en Marcelo Fontani. Il perfetto capitano. Immagini e relata
(secolo XV-XVII), Roma, 2001, p. 101).
265
Albornoz a Milio, 7 de junio de 1571, EDA, II, nº 1343, pp. 628-630. En ella, el secretario
demandaba nuevas sobre la Cámara, la proximidad de Espinosa a Éboli o sobre quien llevaba
los negocios de Estado.
266
Zayas a Albornoz, 6 de julio de 1571, AGS, E., leg. 547, f. 57, "Aunque con invidia de ver al
Milio mas regalado de Vuesa Merced que yo”.
267
Albornoz a Zayas, 5 de agosto de 1571, EDA, II, nº 1397, p. 701, "Por los respectos que diré
abajo, no quiero consentir que v. merced me diga que ni a mi padre ni Millio tengo en primer
lugar, porque éste tiene y terná, mientras yo viviere, mi señor Gabriel de Zayas, a quien yo amo
más tiernamente que a todos cuantos hay en el mundo”.
104
deterioro de la relación de Albornoz con Milio al no concederse a este último la saca del
doblón268.
Estas maniobras del secretario de Alba no encontraron respuesta por parte del
cardenal Espinosa, ante lo que Albornoz recurrió a la mediación de su patrón, que
escribió una extensa misiva al cardenal269. En dicha carta se observan las diversas
quejas que el gobernador de Flandes tenía sobre el tratamiento que se le dispensaba en
Madrid; así, solicitaba que se acelerara su sustitución, que se hiciera un uso correcto de
la hacienda y que se compensara el maltrato que había recibido su hijo, Hernando de
Toledo, por parte del duque de Feria y de Martín de Velasco cuando llegó a Madrid tras
acompañar a Ana de Austria. La reacción del primero era esperada al ser uno de sus
principales enemigos, pero no la del segundo, al que Alba consideraba un personaje afín
y que, sin embargo, le había tenido engañado270.
Estos intentos no obtuvieron fruto y solo sirvieron para observar que la suerte
del “Gran Duque” estaba echada y que su situación cortesana, así como su relación con
el cardenal, estaba fuertemente deteriorada. La disparidad de criterios con Espinosa se
haría aún más patente cuando el “privado” del rey llegó a plantear la posibilidad de
llevar a cabo una Visita a Flandes, tal y como había promovido en otros reinos de la
Monarquía, por medio de Andrés Ponce de León, aprovechando el viaje del duque de
Medinaceli a esas tierras. Esta actuación, lógicamente, no era del agrado del de Alba y
aunque Ponce de León rechazó, finalmente, el encargo271, el simple hecho de haberse
sugerido la misma plasma perfectamente la tensión existente entre los partidarios y los
contrarios al duque; tensión que, por otro lado, no se circunscribía únicamente a los
consejeros castellanos, sino que también atañía a los flamencos del “Ministerio
Colateral”.
Las desavenencias entre estos y el duque se venían produciendo desde 1567 pero
las discusiones para la aplicación del Perdón General mostraron los primeros
enfrentamientos serios. Mientras el gobernador pretendía acabar con la rebelión antes de
promulgarlo, tanto Hopperus como Tisnacq aconsejaban que se publicara lo antes
268
Albornoz a Antonio de Lada, 27 de agosto de 1571, Ibídem, nº 1409, p. 716, "El doctor Milio
no tiene razón de tener por disfavor el no habérsele dejado gozar de la saca del doblón, porque
fuera una mala introducción y a estos señores del Consejo paresció que no convenía que se
dijese que en tiempo del Duque se hubiese comenzado”.
269
Alba a Espinosa, 21 de febrero de 1571, Ibídem, nº 1223, pp. 521-523.
270
Alba a Antonio de Lada, 21 de mayo de 1571, Ibídem, nº 1311, pp. 602-603, “Y vos habéis
conocido mejor que yo el término y palabras del personaje, el cual me ha tenido engañado hasta
de pocos meses a esta parte, que he caído en la cuenta que en negocio mío, chico ni grande,
desde que entró en aquel lugar, ha hecho cosa que me pueda loar de ella, antes tantas al revés y
con contados desgustos que ninguno de mis enemigos se atreviera a hacerlas de esta manera”.
271
Configuración, p. 460.
105
posible con el fin de aplacar la Revuelta. Alba, aprovechando que aún disfrutaba de
cierta fortaleza cortesana, actuó contra ellos criticando su poca discreción en los
asuntos272 y consiguió que Charles de Tisnacq fuera enviado a Bruselas como presidente
del Conseil Privé, quedando Hopperus como nuevo guardasellos273.
Esta sustitución no acabó con los enfrentamientos y la discusión sobre la
sucesión del secretario Josse de Courtewille, que en 1567 había retornado a Flandes en
la comitiva del nuevo gobernador, los reavivó. Para suplirle, los consejeros del
“Ministerio Colateral” barajaban el nombre de dos clientes de Viglius: Arnould
Dennetières, secretario de Hopperus en Madrid, y Jean Mesdat, secretario del Conseil
des Troubles274. Alba, si bien reconoció la necesidad del nombramiento de un nuevo
secretario, se negó a que fuera ninguno de los propuestos275. A esta disparidad de
criterios se unieron otras, como el relevo del presidente de la cámara de cuentas de
Brabante276, la petición que hizo Courtewille a Alba para que una pensión que quedaba
272
Alba a Felipe II, 29 de junio de 1569, CODOIN, XXXVIII, pp. 148-149. Alba recordaba que
cuando él estaba en Madrid se leían los despachos a los flamencos, se les preguntaba su parecer
y luego decidía por su cuenta el Consejo de Estado. En ese momento, sin embargo, parecía que
las decisiones las tomaban directamente los flamencos del “Ministerio Colateral”.
273
Billete de Zayas a Hopperus, s. d., (hacia septiembre 1569), AGS, E., leg. 542, f. 191,
"Supplico a V. S. me avise que officio es el que agora tiene mos de Tisnach y con que salario y
provechos y que otra cosa tiene de su Majestad". Esta petición de información, seguramente,
anticipaba la marcha de Tisnacq, que Zayas confirmó a Alba el 2 de septiembre de 1569,
Ibídem, f. 64, "Y en esto y en la facilidad y del despacho de los negoçios, haura mejor orden y
mas diligençia quando quede solo Operus, que sera presto, porque ya Su Majestad ha dado
comission al Duque de Feria que trate con Tisnach de su partida y de lo que se ha de hazer con
el. Assi que V. Excelencia podrá estar contento que buena ayda se le embio para que alivie de
los negoçios destado".
274
Felipe II a Alba, 14 de julio de 1571, Ibídem, leg. 547, f. 160, "Hallandose Curtevila tan
impedido, que paresçe se puede perder la esperança de que aya de bolver mas por acá, me ha
hecho dezir Hopperus por Çayas, que convernía a mi servicio y a la auctoridad de mis negoçios,
que Dennetieres que reside en su compañia, y es secretario desse mi consejo privado,
refrendasse las expediçiones en que yo pongo la mano, teniendo por desconveniençia (y çierto
con razon) que firmandolas yo aqui, se lleven a refrendar alla, y que esto se podria hazer dando
yo al dicho Dennetiers, cinquenta escudos al mes para su sustento, y Curtevila la mitad de los
derechos de las expediçiones que despachare el Dennetiers, y lo uno y lo otro durante su
ausençia, que de otra manera se haura deyr a su casa, segun dize Hopperus, y que no conviene
dexarle, porques bien nasçido, y sufficiente, por haver estado çinco años en el escriptorio del
Secretario Bave, y muchos en compañia del Presidente Viglius, y despues en la suya,
continuando siempre esta exerçiçio con fidelidad y abilidad, teniendo a su cargo la cifra y todo
lo importante, y porque me paresçe que es necessario dar en esto alguna buena orden, sera bien
que vos mireis en ello, y me escrivais lo que se os offresçiere y la traça que os paresçiere se
podria tomar en esto”.
275
Alba a Felipe II, 6 de mayo de 1571, EDA, II, nº 1283, pp. 577-578.
276
Este era Ronald Longin, que se quería retirar y recibir una pensión, lo que Alba aprobó (Alba
a Felipe II, 23 de marzo de 1571, Ibídem, nº 1240, p. 545 y Alba a Zayas, 27 de agosto de 1571,
Ibídem, nº 1408, pp. 714-715). El asunto se despachó con la concesión de dicha merced, pero
sin la posibilidad de que la pasara a su hijo como el presidente pretendía. Alba mostró su
enfado, no por la decisión, sino porque Dennètieres transmitió los despachos a los interesados
106
vacante se pudiera dar a un deudo suyo277 o la concesión del cargo del administrador
general de seguros para Diego González Gante278.
Ante esa cadena de desavenencias, el duque de Alba se vio obligado a enviar a
Felipe II una misiva, en la cual diseccionaba perfectamente sus relaciones con el grupo
encabezado por Viglius, así como los personajes que él prefería para ocupar los cargos
en disputa:
“Mándame V. Majestad, en una de las cartas de 14 del pasado, que acuso en
otra de las mías que va con ésta, le avise de lo que me paresce de la persona de
Denetiers, que es el que hace agora los negocios con Hopperus, para dalle título de
secretario. Si V. Majestad no ha rasgado una carta que le escribí a los 6 de Mayo, de mi
mano, en el principio de ella verá particularmente lo que a esto toca y cómo le tengo por
derramado y que, por su medio, se saben aquí muchas cosas; pero todavía diré a V.
Majestad lo que acerca de ello se me ofresce, así ligeramente, porque es uno de los
puntos que yo tengo puesto en memoria para dar cuenta a V. Majestad de él. Si
Courteville pudiera ir allá, ninguna cosa convenía tanto como sacarle de aquí, porque ha
dado en ser protector de la patria por medios tan ruines que ha sido necesario enviarle a
decir dos palabras y mostralle el camino que ha de tener, y si no se enmienda, aunque
estoy el pie en el estribo, no me contentaré con esto, y no me maravillo, porque como ha
un año que éstos me cuentan por ido, tiénenme respeto como Duque de Alba y no como
a Gobernador, de quien pueden esperar bien o mal.
Los negocios de Flandes se han enderezado este tiempo con tan gran fuerza, que
me cuestan mucho trabajo por ser yo solo el que los he de sustentar contra los ministros
de V. Majestad y después contra todo el país. V. Majestad sea cierto que no hay cosa
más perjudicial a su servicio que los consejeros que aquí están mostrados a lo viejo, los
cuales no pueden tomar en paciencia el nuevo gobierno, y para tener tomados todos los
caminos y guiar al Duque de Medina por el que ellos quisieren, procuran meter a V.
Majestad delante del dicho Denetiers para su correspondencia, por donde verá V.
Majestad que lo que le escribí en la dicha mi carta no fue sin fundamento. Lo que me
parece conviene al servicio de V. Majestad sería saber de Courteville si, no embargante
que está impedido, quisiere ir, y si quisiere, que vaya, no embargante que está de ningún
provecho, y en caso que no, llevar al secretario Berti en su lugar, que es hombre de bien
y suficiente, que ha muchos años que sirve y tiene inteligencia en estos países
patrimoniales y en los conquistados, porque ha sido oficial en ellos y que, en su lugar,
entrase el secretario Vanderaa, hijo del viejo Vanderaa, que sirve agora en el Consejo
Privado, y le envié yo por secretario a la Dieta; es muy buen hombre y muy hábil, y, de
esta manera, estaría lo de allá y lo de acá muy bien proveído. Y si V. Majestad mandare
le avise quién podrá entrar en Consejo Privado, en lugar de Vanderaa, miraré hombre
para ello, y cuanto al oficial de Scharemberghe, llamado Lorenzo, no tengo noticia de
él, pero informarme he, como V. Majestad me lo manda, y siendo el que conviene, le
llevaré conmigo279”.
sin que él los hubiera recibido antes (Alba a Hopperus, 24 de diciembre de 1571, Ibídem, nº
1517, p. 817).
277
Alba a Zayas, 24 de diciembre de 1571, Ibídem, nº 1498, p. 807. Alba propuso, en cambio,
que se diera a Josse Ravenstein, delegado inquisidor en Flandes.
278
Aunque Alba disimulaba agradeciendo a Hopperus su apoyo en este asunto (Alba a
Hopperus, 24 de diciembre de 1571, Ibídem, nº 1517, pp. 817-818), en realidad achacaba la
dilación en el nombramiento al propio consejero flamenco (Alba a Zayas, 24 de diciembre de
1571, Ibídem, nº 1498, pp. 807-808).
279
Alba a Felipe II, 3 de agosto de 1571, Ibídem, nº 1386, pp. 677-678. La reproducimos aquí
por su indudable interés.
107
Como se puede observar, el duque de Alba pretendía que secretarios como Berty
y Vander Aa ocuparan dichos puestos, más que por afinidad a su persona, eran clientes
de Granvela no suyos, por su maleabilidad y por no estar relacionados con Viglius. Del
mismo modo, abogaba por la salida de Courtewille de Flandes, al igual que Tisnacq lo
había hecho de Madrid, discusión que sólo finalizaría con su repentino óbito el 20 de
mayo de 1572. Sin embargo, este fallecimiento hizo que se retomara con más brío por
parte de Hopperus el ascenso de su secretario Dennetières a dicho oficio, lo que provocó
un deterioro aún mayor de las relaciones entre el guardasellos y Alba, que llegó a acusar
al primero, aunque no públicamente, de manejos con los rebeldes a través de familiares
suyos280. Finalmente, Dennetières recibiría el título de secretario del “Ministerio
Colateral” el 4 de abril de 1573.
Este nuevo fracaso de Alba nos muestra como su posición en la Corte madrileña
era ya irreversible, pese al fallecimiento de grandes patronos como Espinosa, Feria y
Éboli entre 1571 y 1573, ya que sus antiguos apoyos habían desaparecido –Espinosa-,
perdido poder –Zayas- o se distanciaban de él -Prior Antonio de Toledo–. Esta situación
permitía anticipar que el noble castellano no iba a disfrutar de la confianza real cuando
retornara, como en efecto sucedió.
2.2.- Facciones y grupos de poder en Bruselas
2.2.1.- La configuración de las facciones (1567-1571)
Tras su confirmación como gobernador, el duque de Alba fue consciente de que
iba a tener que permanecer durante una larga temporada en Bruselas y de que debía
configurar su propio equipo de gobierno para poder aplicar sus ideas y modelo político.
Fruto de esta búsqueda fue que todos los cortesanos presentes en Bruselas llevaron a
cabo movimientos orientados a conseguir el favor del duque, que desembocarían en la
configuración de dos grupos o facciones cortesanas que acabaron siendo antagónicas y
enfrentandas entre ellas281.
Los pilares de este equipo de gobierno resultaron ser los secretarios Juan de
Vargas282, que controlaría los aspectos religiosos a través de su presencia en el Conseil
280
Alba a Zayas, 16 de abril de 1573, CODOIN, LXXV, pp. 199-200.
281
Para profundizar en el conocimiento de las biografías de los diferentes personajes, así como
su relación con el duque de Alba en los primeros años de su gobierno, nuestro artículo, “La
estancia del prior de Castilla, don Hernando de Toledo, en la Corte de Bruselas (1567-1570).
Las luchas cortesanas” en F. RUIZ GÓMEZ y J. M. MOLERO GARCÍA (eds.), La orden de
San Juan entre el Mediterráneo y la Mancha, Alcázar de San Juan (Ciudad Real), 2009, pp.
327-350.
282
Nació en 1517 en Madrid, en el seno de una familia de la alta nobleza muy ligada al poder
desde hacía generaciones. Su abuelo estuvo en la corte de Enrique IV y su padre Francisco fue
108
des Troubles, y, sobre todo, Juan de Albornoz283, secretario personal del duque que
adquirió gran influencia en asuntos hacendísticos y de estado. Su consolidación en la
cúspide se produjo en detrimento de otros castellanos como Jerónimo de Curiel284 y
Francisco de Ibarra285, que perdieron la confianza del gobernador y en su intento por
recuperarla protagonizaron uno de los momentos más oscuros del gobierno de Alba,
consejero de Hacienda, del Consejo Real de Castilla y del de Estado, entre otros títulos, tanto
con los Reyes Católicos como con Carlos V (Su biografía en Carlos V, III, pp. 442-445). Desde
muy joven se dedicó al estudio y tras licenciarse en derecho en el Colegio Mayor del Arzobispo
de la Universidad de Salamanca fue corregidor de Guipúzcoa antes de ir a la Chancillería de
Valladolid como alcalde y, posteriormente, oidor. Fue expulsado de la Chancillería tras algunos
escándalos y pasó a integrar el Consejo de Italia como regente de Nápoles. Juró el cargo 16 de
mayo de 1567 en Madrid y se hizo amigo de Albornoz y Espinosa, llegando llegó a participar en
las reuniones privadas en Madrid referentes a Flandes antes de partir a esas tierras. Puede que el
rey quisiera alejarle de Castilla, al acusársele de tres delitos cometidos durante su estancia en la
Chancillería de Valladolid, y por ello acompañó al duque de Alba. El 22 de agosto de 1567
llegó la comitiva a Bruselas y el 6 de septiembre estaba ya en el Consejo de los Tumultos,
donde pronto comenzó a destacar. Debido a su intento de aplicar rigurosamente la voluntad real
se enfrentó a todos los consejeros, adquiriendo una fama de hombre cruel y conflictivo (J.
VERSELE, Louis del Rio (1537-1578): reflets d´une période troublée, Bruselas, 2004, pp. 33-
36).
283
Natural de Cuenca, era el primogénito del secretario Antonio de Albornoz Nieto. Comenzó
su servicio al duque de Alba como mozo de cámara gracias a la protección del secretario Zayas
pero su personalidad le permitió granjearse rápidamente el aprecio del noble castellano, que le
nombró su secretario personal en 1565. Así, cuando Felipe II decidió que el duque de Alba se
encaminara en 1567 hacia los Países Bajos, Albornoz realizó el viaje con él y lo aprovechó para
ganarse aún más su confianza. Tras el gran poder que alcanzó en Flandes fue detenido en su
retorno a Castilla en 1574 mientras se examinaban las acusaciones de corrupción presentadas en
contra suya aunque, finalmente, se le perdonó (Biografía en el DBE).
284
Nacido hacia 1530, se especializó desde joven en el mundo de los negocios por lo que
adquirió una gran influencia en la corte, primero en la de Madrid y después en la de Bruselas.
Gracias a sus contactos con el secretario Eraso en 1560 fue nombrado factor de Felipe II en
Amberes y su riqueza e influencia en el ámbito hacendístico de Flandes alcanzó su cénit durante
el gobierno de Margarita de Parma. Sin embargo, la situación dio un giro radical con la llegada
del duque de Alba a los Países Bajos, ya que el nuevo gobernador comenzó a apoyarse en otros
personajes. Esto llevó a Curiel a sentirse relegados en la toma de decisiones y a aliarse con
Francisco de Ibarra, pese a que se habían visto enfrentados anteriormente, para intentar atacar al
secretario Albornoz a través de la elaboración de unas informaciones en otoño de 1569 que
enviarían a Castilla. Sin embargo, los acontecimientos impidieron que pudieran llevar a cabo
sus intenciones ya que Curiel fue acuchillado una noche. Afortunadamente, el factor sobrevivió
al ataque pero nunca se supo quien había ordenado el apuñalamiento. Este asunto significó su
caída en desgracia definitiva ante el gobernador, como lo demuestra el hecho de que no se
investigara en profundidad. La situación de Curiel empeoró y en 1570 hizo bancarrota y se le
retiró la potestad que tenía de pagar a los embajadores de Felipe II en el Imperio, Francia e
Inglaterra y a punto estuvo de que se le quitara el puesto de factor de Amberes, pero lo impidió
la caída en desgracia del duque de Alba en Madrid. Desde ese momento, desaparecen las
noticias sobre Curiel hasta el año 1578 en que nos lo encontramos en París como agente del rey
(Biografía en el DBE).
285
Era uno de los sirvientes más antiguos del duque de Alba. Proveedor general de las armadas
y escuadras del Rey, estuvo en Italia para aprovisionar la armada que marchaba con el nuevo
gobernador a Flandes y fue el comisario de la expedición de Alba desde Cartagena a Flandes
(CCG, III, p. 337, nota 1).
109
como fue el apuñalamiento de Curiel286. A raíz del incidente, este último desaparecería
de los asuntos públicos durante varios años, mientras Francisco de Ibarra recibió el 3 de
agosto de 1570 una sentencia de destierro que le obligó a marchar de Bruselas a
Madrid287, donde llegó en enero del año siguiente288.
Esta entente formada por Albornoz y Vargas necesitaba el apoyo de una
importante red de personajes afines, por lo que Albornoz fue estrechando lazos con
Philippe de Sainte-Aldegonde, primero señor y posteriormente barón de Noircarmes289,
con don Fadrique de Toledo290, hijo del “Gran Duque” y al que instruyó su padre como
sucesor291, y con Jacques de la Cresonnière292 para los asuntos militares y de estado, así
286
El asunto ha sido tratado en W. MALTBY, El Gran Duque de Alba: un siglo de España y de
Europa, 1507-1582, Madrid, 1985 (traducción del original en inglés publicado en Berkley en
1983), pp. 182-184 y en S. FERNÁNDEZ CONTI, “El Prior Don Hernando de Toledo,...”, p.
102, así como en nuestro artículo sobre Hernando de Toledo citado anteriormente.
287
“Copia del mandato y sentencia del Duque mi señor contra Franciso de Ibarra y a favor de el
Secretario Albornoz” (IVDJ, Envío 37, caja 49, doc. 54). Esa sentencia condenaba a Ibarra a
estar ausente por tres años de Flandes y de la Corte de Madrid si no recibía el perdón de Felipe
II.
288
Diego de Córdoba a Alba, 1 de Febrero de 1571, DECA, p. 99-103, "Francisco de Ibarra se
vino á Villaverde, donde ha estado. Ha diez ó quinze dias se le hordenó entrase aqui. Oy me
vino a ver. Está humildísimo, y alabandose todo de V. Excelencia y diciendo mill buenas cosas,
y que no ha de ser su voluntad mas de lo que la de V. Excelencia fuere. Si debajo del sayo ay
algo, no me meto ni en estas cosas ni en otras, sino en lo que V. Excelencia me mandare. No
entra en Palacio, ni a besado las manos al Rey, hasta que el Cardenal, segun oy me dezia, le
hordenase lo que avia de hazer, que asi dize le ha dicho le avisará."
289
Era hijo de Jean y de Marie de Rubempré. El primer periodo de su vida es poco conocido y
su actividad comenzó al ser nombrado gentilhombre de la boca de la Casa de Borgoña del
emperador el 24 de octubre de 1543, ejerciendo en dicho oficio hasta que el 1 de marzo de 1548
fue promocionado a gentilhombre de la cámara. En la época de los tumultos no definió
claramente su posición, aunque parece cercana a los confederados y enemigo acérrimo de
Granvela. Poco después, cambió sorpresivamente de bando y fue nombrado bailli y capitán de
St. Omer y el 1 de julio de 1566 fue investido provisionalmente como grand bailli y gobernador
de Hainaut y de la capitanía del castillo de Cambrai en ausencia del marqués de Berghes. Tuvo
un importante papel militar y el duque de Alba, merced a sus servicios, le nombró miembro del
Consejo de los Tumultos, lo que unió a su condición de consejero de Estado. Alcanzó una
notoria posición durante el gobierno del “Gran Duque”, falleciendo al poco de salir este de
Flandes, en concreto en el asedio de Utrecht el 5 de marzo de 1574 (Biografía en el DBE).
290
Duque de Huéscar, gentilhombre de la cámara del monarca, gran comendador de la orden de
Calatrava e hijo mayor del duque de Alba. Se le envió al exilio en Orán tras contraer
matrimonio sin permiso real pero se le conmutó la pena en febrero de 1568, aunque se le obligó
a marchar a los Países Bajos. Llegó allí en julio y se encontró con su padre en Groningen, que le
declaró general de infantería (CCG, III, p. 366, nota 4 y W. MALTBY, op. cit., p. 172).
291
J. G. C. de WOLF, "Burocracia y tiempo como actores en el proceso de decisión. La
sucesión del gran duque de Alba en el gobierno de los Países Bajos", Cuadernos de Historia
Moderna, 28 (2003), p. 103.
292
Aparece siempre en las cartas de Alba como la Cresonera. Fue lugarteniente de la artillería,
gobernador y capitán de Gravelinas y murió en el sitio de Haarlem el 28 de diciembre de 1572
(A.-L.-P. ROBAULX DE SOUMOY, Considérations sur le gouvernement des Pays-Bas en
Collection de Mémoires relatifs à l´histoire de la Belgique, Bruselas, 1873, III, p. 87, nota 2).
Estuvo muy unido tanto a Fadrique de Toledo como a Noircarmes.
110
como con el consejero Gaspar de Schetz, señor de Grobendocq293, el pagador Francisco
de Lixalde294 y los contadores Miguel de Mendívil y Alonso de Alameda para los
hacendísticos. Vargas, por su parte, recibiría el sostén de Luis del Río dentro del
Conseil des Troubles295 y de Alonso de Contreras, confesor del gobernador296, en otros
asuntos de índole religiosa hasta su fallecimiento en diciembre de 1569. A menor nivel,
pero también gozando del favor de los privados del duque, se situaron el comendador
don Hernando de Toledo297, Maximiliane de Hénin-Lietard, conde de Boussu298,
293
Hijo de Erasmo Schetz, primer señor de Grobbendoncq de su familia, y de Ide de
Rechtengehem, de quienes heredó la señoría. Fue nombrado factor real en Amberes en
noviembre 1555 y tesorero general de finanzas en 1561, tras recomendación de Margarita de
Parma. Fue también un importante poeta en latín. Murió el 9 de noviembre de 1580 (CCG, I, p.
90, nota 2).
294
Aunque es un personaje muy tratado por la historiografía sobre la Revuelta de los Países
Bajos, nunca se hace mención a su fecha de nacimiento o lugar de origen. La primera referencia
sobre su vida es su intervención en la tesorería de Felipe II en Inglaterra de 1555-1560,
ocupándose sobre todo de los sueldos y pensiones del personal de la Casa del "Rey de
Inglaterra". Durante esos años, Lixalde fue estrechando lazos con el duque de Alba y su
entorno, lo que le valió el 27 de diciembre de 1566 el nombramiento de pagador general del
ejército que iba a marchar a Flandes con el “Gran Duque” para aplacar la rebelión. Lixalde
ejercería dicho oficio desde 1567 hasta su muerte diez años después, teniendo una vida plácida
hasta que a finales de 1573 el duque de Alba tuvo que salir de los Países Bajos y Requesens
llegó allí como nuevo gobernador. Los partidarios del antiguo gobernador desaparecieron de la
escena política y Lixalde fue apartado y hostigado al decidirse que se le visitara. Esta visita se
prolongaría hasta 1612, 35 años después de su muerte, cuando sus herederos fueron obligados a
pagar 13000 ducados por irregularidades en las cuentas y por haberse quedado con parte de la
limosna para los hospitales que se deducía de las pagas de los soldados (Biografía en el DBE).
295
De origen hispano, nació en Brujas para marchar a Castilla a servir. Su oportunidad para
retornar a su tierra natal se produjo cuando el duque de Alba le reclamó para que marchara con
él a su jornada en Flandes, colocándosele en el Consejo de los Tumultos nada más llegar a
Bruselas. Fue también miembro del Consejo Privado y guarda-cartas del Condado de Flandes (J.
VERSELE, op. cit., passím).
296
Tras participar en el Concilio de Trento, se unió a la comitiva del duque en Italia en su
camino hacia Flandes como su nuevo confesor. La labor más importante que le encargó su
patrón fue la de reformar la orden de los Cartujos, como había instado Felipe II a Alba antes de
partir de Madrid. Su fallecimiento y las dificultades del momento le impidieron llevar a cabo
completamente dicha misión (W. MALTBY, op. cit., pp. 141 y 213).
297
Hijo natural del duque de Alba, su carrera estuvo siempre marcada por el devenir cortesano
de su padre. Desde 1545 participó en sus campañas militares y le acompañó en las Jornadas de
Inglaterra en 1554 y de Italia en 1555. A finales de los 50 su padre le consiguió el priorato de
Castilla de la orden de San Juan, que unificaría al de León en 1579 cuando falleció su pariente
Antonio de Toledo. Tras su estancia en Flandes de 1567 a 1570 fue nombrado Virrey de
Cataluña, cargo que ejerció hasta que en 1580 se le reclamó a Portugal, por intercesión de su
padre, y asistió a su muerte en 1582. Tras ella quedó desamparado en términos de patronazgo,
aunque los cambios acaecidos tras 1585 en la Monarquía a favor del grupo afín de los
“castellanistas” le valió su nombramiento en marzo de 1587 como consejero de Estado y de
Guerra, oficio en el que permanecería hasta su muerte el 21 de octubre de 1591 (S.
FERNÁNDEZ CONTI, “El Prior Don Hernando de Toledo,..., pp. 87-134, Configuración, p.
489 y nuestro artículo citado anteriormente).
298
Stadholder de Holanda, Zelanda, Utrecht y OostFrisland de 1567-1573, hasta que se rindió a
los rebeldes. Murió en Amberes el 21 de diciembre de 1578 (G. MARTIN, Histoire et
généalogie de la maison de Croy, La Ricamarie, 1980, p. 61).
111
Charles de Brimeu, conde de Meghem299, el italiano Chiappin Vitelli300, marqués de
Cetona, y secretarios como Jean-Baptiste Berty301 o Urban von Scharenberg302.
Tras unos años de relativa tranquilidad faccional, los intentos de aplicación de la
alcabala y la política de excesiva dureza que llevaba el duque de Alba, así como la
merma de la influencia de este en la Corte madrileña, hicieron que hacia 1571 todos
aquellos personajes que se habían visto desplazados de la toma de decisiones y del
entorno del gobernador comenzaran a mostrar su latente descontento y se fueran
acercando entre ellos para formar una alternativa de gobierno.
Dentro de este grupo se situarían, sorprendentemente, todos aquellos secretarios
vinculados al cardenal Granvela. Su poder radicaba en su presencia en los Consejos
Colaterales, tribunales en los que Alba trató de situar a personajes afínes, al tiempo que
los trataba de vaciar de contenido político; debido a ello, estos secretarios se sintieron
desplazados del poder, por lo que comenzaron a discrepar sobre las acciones del duque
y de sus consejeros más cercanos. Este grupo estaba encabezado por Viglius303,
presidente del Consejo de Estado, y tendría entre sus filas a consejeros destacados como
299
Hijo de Eustache y de Barbe de Hillary. Su primer oficio de importancia fue el de capitán de
la guarda de archeros de Corps de Carlos V, que ejercería desde el 1 de diciembre de 1549 hasta
la abdicación del emperador. Al llegar Felipe II al trono dejó la guarda pero recibió a cambio
varias prebendas como un collar del Toisón, el cargo de chef y capitán de una bande
d´ordonnance y stadholder, capitán general y gran cazador de Güeldres y Zutphen. Falleció en
Zwolle el 8 de enero de 1572 (Su biografía en J. E. HORTAL MUÑOZ, “Una élite flamenca en
el servicio del monarca...).
300
Gentilhombre florentino que había servido al duque de Toscana antes de pasar como maestre
de campo al servicio de Felipe II. Fue un importante hombre de guerra y diplomático y destacó
su misión a Inglaterra a finales de 1569 para lograr las restituciones. Se especuló con que sería
el comandante del ejército de invasión a Inglaterra durante esos años pero se hartó de esperar
merced de Felipe II y volvió a los Países Bajos, donde murió en Zirickzée en el año 1576 (W.
MALTBY, op. cit., pp. 175 y 236).
301
Greffier del Consejo de Güeldres que se convirtió en secretario ordinario del Consejo
Privado en diciembre de 1565 y adjunto del secretario de Estado van der Aa llevando la
correspondencia. Así mismo, el 2 de marzo de 1566 fue nombrado tesorero y guarda de cartas
sobre los asuntos de los Países Bajos. Fueron muy famosas sus notules para el archivo del
Consejo de Estado (J. LEFÈVRE, "Les notules du Conseil d´État", Archives, Biblioteques et
Musées de Belgique, 1952 (23), pp. 13-24). Murió el 13 de marzo de 1579.
302
Se le cita de diversas formas, Escarambergue, Scharambergue o Scharberger. Nació en la
Alta Austria y fue nombrado Secrétaire d´Estat en langue allemande o Secrétaire aulx affaires
d´Allemaigne el 24 de diciembre de 1553, asociado al Consejo Privado (E. AERTS, M.
BAELDE, H. de SCHEPPER et alíi, op. cit., I p. 397).
303
Viglius van Zuichem, (tb. Viglius Zuichemius van Aytta, Señor de St. Bavón), nació en
Barthuize (cerca de Leeuwarden) el 19 de octubre de 1507 y murió el 8 de mayo de 1577.
Nombrado presidente del Consejo Privado el 6 de enero de 1549 en Bruselas, tuvo una gran
importancia en los gobiernos de María de Hungría, Emmanuel Filiberto de Saboya, Margarita
de Parma y Alba (F. POSTMA, Viglius van Aytta als humanist en diplomaat 1507-1549,
Zutphen 1983, passím).
112
Christophe de Assonleville304 u Odet Viron305, así como a los componentes del
“Ministerio Colateral” en Madrid, entre los que descollaría Hopperus, sobrino de
Viglius.
Esta situación afectaría a las excelentes relaciones que habían mantenido hasta
ese momento el duque de Alba y el cardenal Granvela, que había apoyado firmemente
el envío del noble castellano al mando de un fuerte ejército a los Países Bajos, así como
sus primeras actuaciones en dichas tierras, como fueron la implantación definitiva de los
obispados, su idea de castigar firmemente a los instigadores de la Revuelta -aunque
pidió que se respetaran todos los derechos de personajes como Egmont o van Straelen-,
la concesión de un Perdón General o la construcción de guarniciones en varios sitios
como Amberes, Groningen o Amsterdam; el cardenal, incluso, mostró su aprobación a
la inicial idea del duque de implantar el pago de la alcabala en los Países Bajos. Sin
embargo, las informaciones que le mandaban sus “hechuras”, con Maximilien Morillon
como principal confidente306, hicieron mella en el cardenal e iniciaron su
distanciamiento307.
Este temporal divorcio político no se produjo únicamente por la falta de
confianza del duque en las “hechuras” de Granvela, si no también por las maniobras que
el duque de Alba realizó para estorbar la incorporación de las abadías de Afflighem,
Tongerloo y St. Amand al arzobispado de Malinas que Granvela detentaba. La intención
304
Señor de Hauteville y Barón de Bouchaut. Nacido en Arrás en 1528, consiguió el doctorado
en derecho y casó con Marguerite Scheyve, hija de Jean, canciller de Brabante. Trabó contacto
con Granvela, que consiguió que ingresara como consejero del Consejo Privado. Fue,
igualmente, diplomático y participó en diversas misiones como en Inglaterra en 1563 o en la
Conferencia de Brujas de 1565-66. Llegó a ser tesorero del Toisón y por patentes del 7 de abril
de 1574 miembro del Consejo de Estado. Murió en Bruselas el 10 de abril de 1607 (Biografía en
el DBE).
305
Antiguo controlador de finanzas de Leonor de Austria, viuda de Francisco I, en 1556 fue
nombrado consejero y maître en la cámara de los condes de Brabante y, unos años después,
maître des comptes del consejo de Luxemburgo. En ese momento comenzó su acercamiento a
Granvela y desde la partida de este en 1564 se convirtió en administrador de sus bienes en los
Países Bajos (CGG, I, p. 57, nota 3).
306
Nacido en Lovaina hacia 1517, era hijo de Guy Morillon, hombre culto amigo de Erasmo y
secretario de Carlos V y de su hermana Leonor. Estudió derecho y teología en Lovaina y gracias
a los contactos de su padre entabló relación con Granvela que le nombró canónigo de Arrás y
director de las escuelas del capítulo. Así mismo, fue nombrado Preboste de Aire en 1559 y
cuando Granvela llegó a ser arzobispo de Malinas le hizo archidiácono y vicario general,
llevando la dirección de la diócesis en ausencia del titular. Fue, además, uno de lo ejecutores
testamentarios de Viglius. Su mayor dignidad la alcanzó cuando en 1583 se le nombró obispo de
Tournai, ocupando la silla episcopal hasta su muerte en mayo de 1586 (M. Ch. WEISS, Papiers
d´État du Cardinal de Granvelle d´après les manuscrits de la bibliothèque de Besançon, 9
vols., París 1841, I pp. XXXV-XXXVI; P. D. LAGOMARSINO, op. cit., p. 129 y CCG, I, p.
12).
307
G. JANSSENS, “Cardinal Granvelle...”, pp. 139-142 y J. VERSELE, op. cit., pp. 50 y ss.
113
del gobernador de Flandes, tal y como expresó al monarca el 21 de junio de 1568308, era
obviar la bula Super Universas de 1559 y utilizar en beneficio propio el acuerdo al que
había llegado Margarita de Parma con los abades de Brabante tras la marcha de
Granvela de los Países Bajos, mediante el cual se cancelaba su unión al arzobispado.
Para ello, las abadías deberían pagar un porcentaje de la dote de los obispados y estos
debían prometer que devolverían los bienes muebles que les habían tomado
anteriormente. De este modo, Alba pretendía conseguir un control absoluto sobre las
voluntades de obispos y abades, que le podrían prestar su apoyo en la aprobación de los
nuevos impuestos que iba a solicitar en los Estados Generales.
El cardenal Granvela, tras enterarse de los planes de Alba, reaccionó ante lo que
consideró un ataque a su hacienda309, y reclamó la ayuda de sus partidarios y de
Margarita de Parma. La intención del gobernador de Flandes no era atacar a su antiguo
aliado y la incorporación se llevó a cabo sin mayor dificultad mediante breve papal en
agosto de 1569; sin embargo, el daño estaba ya hecho y desde este primero, los
desencuentros entre ambos personajes se sucederían. Así, polemizaron en torno a la
aplicación de la alcabala, que Granvela quería evitar pagar en su arzobispado310, en la
proclamación del Perdón General -mientras Alba proponía dar mercedes procedentes de
las propiedades que se habían confiscado a los personajes levantiscos, Granvela creía
que se debían devolver una vez se hiciera público el Perdón-, o en la actitud de Alba
ante el señor de Chantonay, hermano del cardenal311. El brutal saqueo de Malinas a
comienzos de septiembre de 1572 fue la gota que colmó el vaso y provocó el
alejamiento de ambos consejeros y de sus respectivas clientelas durante el resto de
tiempo en que Alba fue gobernador en Flandes.
308
EDA, II, nº 754, pp. 63-66.
309
Granvela a Felipe II, 10 de agosto de 1568, CCG, III, p. 312, “Mas como hay todavía
algunos que quieren favorecer y congraciarse con los Estados, por haber tractado con ellos, y
que, como temo, se han dexado interesar en los negocios de las abadías y obispados, van
proponiendo las vías oblicas que V. Magestad habrá entendido (...) Y querria que los que dan
estos expedientes contrarios me dixiessen si hay mas inconveniente en que los obispos tengan
esta hacienda, ó que la tengan frayles hechos abbades que la consumen inútilmente viviendo con
sus parientes, la mayor parte villanos y rusticos que comen el monasterio”.
310
Felipe II a Alba, 28 de octubre de 1570, AGS, E., leg. 544, f. 31, hace referencia a que
Granvela había pedido estar exento del pago, así como estaban los consejeros y los del Toisón,
en carta del 7 de septiembre (CCG, IV, nº 12, pp. 32-35).
311
El cardenal no aprobó los manejos del gobernador de Flandes con respecto al destino que se
le debía dar a su hermano, el señor de Chantonay, que tras ejercer como embajador en el
Imperio pidió su retiro. Sin embargo, Alba consideraba que le sería más útil en el gobierno de
Amberes y consiguió, a base de artimañas, que se le enviara allí. Pese a que el hermano de
Granvela falleció durante el viaje, cuando el cardenal se enteró de las maniobras del duque se
sintió engañado (J. E. HORTAL MUÑOZ, “Las relaciones entre Flandes y el Imperio tras el
comienzo de la Revuelta de los Países Bajos (1567-1571): el entendimiento entre el III duque de
Alba y Thomas Perrenot, señor de Chantonay”, Miscelánea Comillas, 62 (2004), pp. 151-156).
114
Junto a las “hechuras” de Granvela, también algunos nobles flamencos leales se
vieron relegados del poder, siendo el principal afectado Charles de Berlaymont312, cuyo
alejamiento del entorno de Alba vendría marcado por el ascenso paralelo de
Noircarmes.
Nada hacía presagiar el fulgurante ascenso de este último en la confianza del
gobernador, al que se encontraba enfrentado por la incompatibilidad que se le
demandaba respecto a los cargos que se le habían concedido de Chef del Conseil des
Finances y de lieutenant de Hainaut, reclamándosele que renunciara a alguno de
ellos313. El noble flamenco trató de posponer la discusión sobre el asunto aduciendo su
precario estado de salud pero, una vez recuperado, se vio imposibilitado de retener
ambos cargos por más tiempo y mostró su disposición a desprenderse de uno de ellos,
siempre y cuando su tierra de Noircarmes fuese erigida en condado, lo que chocaba con
el deseo de Berlaymont de obtener una mejora en su título nobiliario314. Esta concesión
fue demorada por Felipe II, a petición de Alba, a la espera de que se confirmara el
abandono de Noircarmes del cargo de finanzas315, lo que se resolvió en octubre de 1571.
Tras su renuncia, el noble flamenco quedó como gobernador de Hainaut y de la
ciudadela de Cambrai, aunque seguiría controlando el Conseil des Finances a través de
varios de sus componentes como Schetz, Jacques Reyngouts316 y Henry Sterck317.
Una vez resuelto este asunto, la relación de Noircarmes con Alba mejoró
ostensiblemente y el noble flamenco se convirtió en uno de sus más fieles seguidores,
gracias a su buena relación con Fadrique de Toledo, así como a su predisposición a
312
Barón de Berlaymont, de Hierges, de Peruwelz, de Beaurain, señor de Floyon, de
Haultepenne, etc, en favor del cual Felipe II erigió en condado en 1574 la tierra de Berlaymont.
Nacido en 1510 era hijo de Michel y de Marie de Barrault. Caballero del Toisón desde 1556,
chef de una bande d´ordonnance desde 1561, gobernador, baillí, capitán y grand veneur de la
villa, castillo y condado de Namur por patentes de 1554. Fue, asimismo, Chef des finances
desde la época de Carlos V y consejero de Estado desde 1555. Integrante del Conseil des
Troubles, a él se le imputa la creación del mote de Gueux cuando presentaron su petición a
Margarita el 5 de abril de 1566. Murió en Namur el 4 de junio de 1578 (S. THOMAS, Charles
de Berlaymont et son rôle pendant la révolution du XVI siecle, 1510-1578, Bruselas, 1946,
passím).
313
J. E. HORTAL, “La concesión de mercedes en los Países Bajos,...”, op. cit., pp. 198-199.
314
Felipe II a Alba, 5 de agosto de 1571, AGS, E., leg. 547, f. 164, "En quanto alo del titulo de
conde que dessea Barlaymont, aveis de saber que me pide lo mismo Norcarmes, y que me ha
hablado y supplicado por ambos Hopperus, pero en ninguno dellos me he resuelto hasta
escriviros esto para que mireis en ello y me aviseis de lo que os paresçe”.
315
ID., 17 de octubre de 1571, Ibídem, f. 41, "Pues os paresce que se deve diferir el dar el título
de Conde á Mos de Norcarmes hasta ver en que para su indisposiçion, converna que tambien se
difiera el de Berlemon, pues si agora se le diesse a el, y se negasse al Norcarmes, es claro que lo
sentiria mucho, y que lo tomaria por disfavor, y assi se entreternan ambos con igualdad”.
316
Consejero y commis de finanzas desde 1568.
317
También conocido como Stercke, era receveur général desde la reunión de los Estados
Generales del 4 de octubre de 1540 (L. P. GACHARD, Collection des voyages…, II, p. 162).
115
obedecer órdenes aunque fuera contrario a ellas, caso de la aplicación de la alcabala318.
Alba se prodigaría en favores y recomendaciones hacia Noircarmes, intercediendo ante
Felipe II para permitir que permutara unas tierras suyas en Francia por otras que tenía
en Flandes el francés duque de Longueville319, o para que obtuviera alguno de los
múltiples cargos que quedaban vacantes tras el fallecimiento del conde de Meghem el 8
de enero de 1572320. Sin embargo, aún le quedaba a Noircarmes un importante escollo
que salvar para consolidar su influencia, como era imponerse a Charles de Berlaymont.
El conflicto que le enfrentó a su hijo Louis fue una muestra evidente de la batalla que se
estaba librando por el poder.
Louis de Berlaymont había sido nombrado arzobispo de Cambrai tras la muerte
de Maximilien de Berghes y gracias a unas gestiones diplomáticas que abarcaron las
Cortes de Bruselas, Madrid y Roma321. Una vez confirmado su nombramiento, Alba
quiso que Noircarmes, como gobernador de Hainaut, le ayudara a instalarse. El noble
flamenco cumplió con el encargo, pero pocos meses después comenzaron a surgir
conflictos de competencias entre ambos, que cada vez se fueron haciendo más fuertes.
El caso es que Charles de Berlaymont fue siendo consciente de que Noircarmes
le iba ganando la partida y para intentar revertir la situación buscó apoyos,
encontrándolos en aquellos personajes enfrentados con su émulo como eran el duque de
Aerschot322, su hermano Havré323 o Jean de Scheyfve324. De igual manera, se atrajo el
318
Morillon a Granvela, 13 de enero de 1572, CCG, IV, nº 39, pp. 86-87, "Monsr de Noircarmes
demeure en son opinion, et m´at dict qu´il ne la changera pour rien; mais que, comme bon
ministre, il ferat tout ce que luy serat commandé par son maître ou par le Duc d´Albe soubz sa
signature. Il dit avoir dit au filz qu´il se souviègne qu´il luy at prédit que ung jour le Duc se
pelleroit la barbe poil a poil pour le Xe. Quod non credo ab eo sic esse dictum”.
319
Alba a Felipe II, 14 de enero de 1572, EDA, III, nº 1532, pp. 12-13.
320
La descripción de los mismos la efectúa Alba en su carta a Felipe II el 14 de enero de 1572,
Ibídem, nº 1535, pp. 16-17. Finalmente, la recomendación no surtió efecto, ya que Felipe II
decidió que los gobiernos de Frisia y Güeldres quedaran reunidos bajo la persona de Hierges y
el puesto de artillería fuera a parar a manos de Ferdinand de Lannoy (E. POULLET, “Les
gouverneurs de province…”, pp. 890 y 915).
321
Sobre este asunto, W. BRULEZ, “L'élection de Louis de Berlaimont comme archevêque de
Cambrai en 1570”, Revue belge de philologie et d´histoire, XXXI (1953).
322
Fue el tercer duque de Aerschot, nieto del famoso consejero de María de Hungría primero del
nombre. Nacido el 10 de julio de 1526, sus primeros servicios a Felipe II fueron en la
diplomacia cuando en 1557 se le envió como embajador ante Fernando I o cuando en 1562
acudió a la Dieta de Franckfurt. Se hizo con un puesto y nombre importante durante la Revuelta
al gobernar en ausencia de Alba, como jefe de los “malcontents”, aunque su decurso político
estuvo siempre marcado por la polémica (G. MARTIN, op. cit., pp. 31-32).
323
Desde muy pequeño gozó del favor real, como lo demuestra el hecho de que sus padrinos en
el bautizo fueran Carlos V y Felipe II de los que recibió sus nombres. Esto le sirvió para poder
desarrollar una fructífera carrera en el ejército, alcanzando su verdadero ascenso en el escalafón
militar durante el gobierno de Requesens al nombrársele coronel de 20 enseñas valonas y 100
caballos ligeros y otorgarle la bande d´ordonnance vacante por la muerte de Noircarmes en
1574, y el de don Juan de Austria. Al fallecer este se pasó al bando rebelde pero al año siguiente
116
favor de un descontento Granvela a través de su confidente Morillon325, así como a
Viglius y con él todos los secretarios que le estaban vinculados. No hay que olvidar a
Jerónimo de Roda326 que, ante el miedo a quedar aislado tras enfrentarse a Vargas y
Albornoz327, decidió apoyar las acciones de este heterogéneo grupo opositor.
Este clima de enfrentamiento se complicaría aún más cuando se produjo la
llegada del que se suponía iba a ser el nuevo gobernador, el duque de Medinaceli.
2.2.2.- La integración del séquito del duque de Medinaceli en la lucha faccional: los
últimos años de gobierno (1572-1573)
Durante las negociaciones acaecidas en Madrid para acelerar la marcha del
duque de Medinaceli a Flandes, el secretario Zayas solicitó que se garantizara la
retornó al bando realista durante la “reconciliación de Farnesio”. Sin embargo, su papel político
descendió notablemente y solo recuperaría algo de poder durante el periodo de los Archiduques
al recibir el Toisón de Oro en 1599, el título de chef des finances el 22 de octubre del mismo
año y de primer chef des finances el 18 de junio de 1603, cargo que ostentaría hasta su muerte
en 1613 (Biografía en el DBE) .
324
Nacido en Amberes en 1515, estudió en Lovaina a la vez que Granvela. Doctor en derecho,
su carrera en la administración comenzó como echevin de su ciudad natal y, posteriormente, de
burgomaestre. En 1548 fue nombrado consejero y maître des requêtes del Consejo Privado,
concediéndosele en 1553 su misión de mayor importancia al partir en la embajada de apoyo a
María Tudor a Inglaterra en 1553. El 17 de febrero de 1557 fue nombrado canciller de Brabante
gracias al apoyo de diversos caballeros del Toisón, sobre todo Orange, y en dura pugna con
Nicolay y Tisnacq, lo que nos certifica su sólida posición cortesana. Sin embargo, en 1561 se
enemistó con Granvela, sobre el que llegó a escribir un panfleto en 1580, al renovar el
magistrado de Amberes y se acercó a Egmont y Orange. Pese a esto, permaneció fiel al monarca
durante la Revuelta pero su tibieza y peticiones de indulgencia ante los sublevados le hicieron
enemistarse con Alba, que le apartó y en 1576 tomó posición por los rebeldes. Fallecería en
Amberes el 13 de junio de 1581 (BIOGRAPHIE NATIONALE, XV, pp. 707-710).
325
Morillon era consciente de que Berlaymont no era partidario de la vuelta de Granvela a
Flandes, pero aún así le ofreció su apoyo para derrocar a los personajes que se habían ganado la
confianza de Alba (Morillon a Granvela, 21 de abril de 1572, CCG, IV, nº 60, pp. 190-191).
326
Originario de Murcia, estudió en el colegio de Cuenca y se licenció en derecho como oidor
de la chancillería de Valladolid. “Hechura” del futuro presidente del Consejo de Castilla Diego
de Covarrubias, consiguió que el cardenal Espinosa le comisionara en 1569 para ir a Bruselas a
ayudar en tareas de justicia y religión y relevar a Vargas al frente del Conseil des Troubles. Sus
ideas políticas no se ajustaban demasiado a la política de Confesionalización pretendida por el
cardenal y por el duque de Alba, por lo que sus enfrentamientos con este y sus consejeros fueron
frecuentes desde su llegada en enero de 1570. A su retorno a Castilla en 1577, ocuparía la
presidencia de la Chancillería de Granada en lugar de Pedro Deza y se encargó de desmontar
todo el aparato represivo que esta había dispuesto. En 1578 se le concedió la presidencia de la
de Valladolid, aunque la disfrutó poco tiempo pues falleció el 16 de noviembre de ese año (J.
VERSELE, “Gerónimo de Roda” en Nouvelle biographie nationale, Académie Royale des
sciences, des lettres et des beaux-arts, Bruselas, VII, 2003, pp. 119-121).
327
Roda fue muy bien recibido a su llegada a Bruselas el 10 de enero de 1570 y se le aumentó
en 1000 escudos su, ya de por si, elevado salario (Felipe II a Alba, 16 de febrero de 1570, AGS,
E., leg. 544, f. 24). Sin embargo, pronto comenzó a mostrar signos de decepción, ya que el
gobernador seguía mostrando confianza en Vargas y el frustrado regreso a Madrid de este junto
al duque de Alba y Ana de Austria les llevó al enfrentamiento (Vargas a Felipe II, 7 de octubre
de 1570, Ibídem, f. 83).
117
precaria situación de su patrón cuando coincidieran ambos personajes en Flandes y que
se evitaran las emulaciones328. Sin embargo, la decisión de Medinaceli de llevar consigo
a una serie de personas para que ocupasen los cargos principales, algo que chocaba con
las ideas de Alba que quería mantener en dichos oficios a su clientela, pronosticaba que
los enfrentamientos se iban a producir.
El primero se produjo a raíz de la información que llegó a oídos de Alba de la
intención de Medinaceli de quitar el puesto de castellano de Amberes a Sancho Dávila,
lo que originó su inmediata protesta329. Por supuesto, este no iba a ser el único caso,
como queda claro en el listado que el secretario Zayas consultó con el doctor Velasco el
14 de agosto de 1571, referente a los nombres de los personajes que el duque de
Medinaceli pretendía que le acompañaran330. Tras observar la relación, se puede
comprobar que los cambios que se aventuraban iban a ser numerosos.
En primer lugar, Medinaceli quería llevar consigo a sus hijos Sancho y Antonio
de la Cerda. Por supuesto, quería quitar a Sancho Dávila la tenencia del castillo de
Amberes para dársela a su hermano Hernando o, si este no acudía a Flandes finalmente,
a Juan de Mendoza Sarmiento. Juan Hurtado de Mendoza, por su parte, era propuesto
como Veedor General del ejército si Hernán Tello no lo aceptaba. Por el contrario, no
quería llevar consigo al conde de Cifuentes, su yerno, y al duque de Montalto, su
hijastro, aunque quería que se les concediera merced. En asuntos religiosos, pedía la
presencia de Hernando de la Cerda y en temas jurisdiccionales expresó su deseo de
contar con el licenciado Castillo.
Respecto a los personajes que estaban en Flandes en el ejército y que podrían
continuar sirviendo, nos encontramos con los maestres de campo de los 4 tercios
españoles: el de Sicilia, con Julián Romero al mando, el de Nápoles, con Rodrigo de
Toledo, el de Lombardía, con Hernando de Toledo hermano del Prior, y el de Flandes,
al mando de Gonzalo de Bracamonte. Junto a ellos contaba con Robles, Mondragón,
Jerónimo de Salinas y Sancho Dávila, así como con Bernardino de Mendoza.
Igualmente, le gustaría contar con Enrique Enríquez y Gabrio Cervellon, que ya habían
estado en los Países Bajos, pero que en ese momento no servían allí y podían retornar.
328
Billete de Zayas a Hopperus hacia mediados de 1571, AGS, E., leg. 542, f. 199, "Supplico a
V. Señoría me mande avisar que orden lleva el duque de Medinaçeli en quanto a lo del
govierno, quiero dezir si lleva entendido que ni ha de tomar la posesión ni empacharse en el
hasta que sea partido el de alva, como paresce que conviene, pues lo contrario seria confusión".
329
Alba a Zayas, 7 de junio de 1571, EDA, II, nº 1332, pp. 618-619; Zayas a Albornoz, 6 de
julio de 1571, AGS, E., leg. 547, f. 57 y Zayas a Alba, 14 de julio de 1571, Ibídem, leg. 546, f.
189.
330
Zayas al doctor Velasco, 14 de agosto de 1571, CODOIN, XXXV, pp. 405-411.
118
En lo referente a los letrados, pretendía que tanto Juan de Vargas como Jerónimo
de Roda y Luis del Río pudieran continuar sirviendo por su utilidad. Como teólogos no
hacía falta llevar a ninguno, pues Arias Montano ya se encontraba allí y acudiría
también Villavicencio. En hacienda servirían Isunza, el secretario Prado y Mendívil, se
mantenía a los dos pagadores, Alameda y Lixalde, y se podría destinar allí un tercero,
Navarrete. Los secretarios Esteban Prats y Miguel Prado, que estaban casados con
flamencas, podrían promocionar al Conseil des Finances o a alguna de las Chambres
des Comptes. Como mercaderes españoles destacaba a Pedro de Isunza, Hernando de
Sevilla, Marcos Núñez y Luis Pérez. Por último, junto a sus peticiones referentes a
personajes, Medinaceli entregó otro memorial sobre los asuntos que quería conocer
antes de tomar posesión de su nuevo oficio331.
La respuesta de Felipe II a estas peticiones se produjo en septiembre332. El rey
decidió que Hernando de la Cerda, Montalto y Cifuentes no marcharan con Medinaceli,
yendo en su lugar Juan de Mendoza Sarmiento y Juan Hurtado de Mendoza, así como
Sancho y Antonio de la Cerda. Respecto a Juan Osorio de Ulloa, cuyo nombre había
aparecido en el periodo comprendido entre la petición de Medinaceli y la contestación
de Felipe II, quedaba a expensas de la decisión de Espinosa, que fue, finalmente, la de
darle una ayuda de costa pero que no marchara333. En lo referente a militares españoles,
Julián Romero marcharía con Medinaceli, mientras Gaspar de Robles y Mondragón
recibirían una merced que les sería comunicada por el nuevo gobernador, aplazándose la
decisión sobre Sancho Dávila. Con respecto a los italianos, tanto Vitelli como Gabrio
Cervellon permanecerían en Flandes sin volver a su tierra natal como habían solicitado,
mientras que con los flamencos se estaba a la expectativa de la opinión de Hopperus. En
hacienda, por su parte, se decretó que Juan de Isunza retornara a Madrid, quedando el
contador Castellanos en Flandes, amén de ir también allí su hermano. Por su parte, el
contador Alameda, que se encontraba en Castilla, debería acompañar a Medinaceli
como contador del ejército que iba a llevar en su Jornada y tanto Mendívil como
Navarrete no serían empleados en la expedición, pese a haber solicitado Medinaceli sus
servicios. Igualmente, se decidió que los secretarios Esteban Prats y Juan Miguel de
331
“Cosas que quiere Medinaceli”, s.d. (hacia septiembre de 1571), AGS, E., leg. 547, f. 8. El
duque, en concreto, quería saber quienes eran las personas en quien más confiaba Felipe II en
Flandes, tanto públicas como privadas, así como en Alemania, Francia, Inglaterra y otros países.
Preguntaba también sobre la hacienda y los castillos de Flandes y pedía poder comunicar él
personalmente las mercedes y perdones que faltaban para conseguir la gracia y proveer los
oficios que aún no tuvieran dueño.
332
“Consulta de Zayas a Felipe II”, 6 de septiembre de 1571, CODOIN, XXXV, pp. 412-417.
333
Felipe II a Medinaceli, octubre de 1571, Ibídem, p. 440.
119
Prado permanecieran sirviendo en Flandes y que como teólogos ejercieran Arias
Montano y Villavicencio, pese a que Alba intentó retrasar su nombramiento por su
tormentoso pasado en esas tierras334.
El duque de Medinaceli emprendió la marcha hacia Laredo tras finalizar estas
deliberaciones y casar a su hija con el conde de Cifuentes. En dicha localidad cántabra,
el noble “ebolista” mantuvo un intenso intercambio epistolar con Felipe II sobre los
preparativos del viaje, al tiempo que Zayas, que se mantenía al corriente de los
acontecimientos de la fuerza expedicionaria a través de su “hechura” Juan de
Canales335, pugnaba por que el monarca advirtiera a Juan de la Cerda de que debía
colocarse a la sombra del antiguo gobernador mientras este permaneciera en los Países
Bajos para no socavar su autoridad336. El secretario de Estado trató igualmente de
acelerar los preparativos del viaje, pero numerosos percances retrasaron la partida de la
expedición hasta finales de mayo de 1572.
Tras diversos problemas en el Canal de la Mancha con los Gueux, Medinaceli
llegó a Sluis hacia el 10 de junio y el 19 a Bruselas, donde los opositores a Alba le
esperaban con los brazos abiertos, como lo demuestra el apodo que se le puso de
Medicina Celi o Coeli (medicina del cielo)337. Sin embargo, la situación de los Países
Bajos había dado un brusco giro, ya que la noche del 1 al 2 de abril de 1572 los Gueux
al mando de Guillaume de la Marck, señor de Lummen, habían tomado Brielle y Alba
decidió que no abandonaría el gobierno hasta haber acabado con la nueva revuelta. Esta
decisión llevaría irremisiblemente al enfrentamiento entre los dos duques.
La situación faccional que se encontró Medinaceli en Bruselas era la de dos
grupos definidos y enfrentados y con el secretario Albornoz al frente de todo el aparato
administrativo. Así, Berlaymont y Morillon se quejaban de que tanto en el Consejo de
334
Alba a Felipe II, 27 de agosto de 1571, EDA, II, nº 1406, p. 713; Alba a Zayas, 27 de agosto
de 1571, Ibídem, nº 1408, pp. 714-715 y Felipe II a Alba, 14 de septiembre de 1571, CODOIN,
XXXV, p. 420.
335
Por ejemplo, Canales a Zayas, 2 de diciembre de 1571, Ibídem, pp. 460-462. Canales era
secretario del propio duque de Medinaceli, según J. LEFÈVRE, La Secrétairerie d´État et de
guerre sous le régime espagnol (1594-1711), Bruselas, 1934, pp. 22-24.
336
Felipe II se lo recordó a Medinaceli en carta del 30 de abril, Ibídem, pp. 10-11. Por su parte,
el memorial anónimo “Consideraciones en respecto del gobierno de los duques dalba y
Medinaceli”, s. d. (hacia marzo de 1572), Ibídem, pp. 532-535) se encargaba de buscar
soluciones para evitar las “emulaciones” entre ambos gobernadores. Proponía que no se
desautorizara al primer gobernador y que el relevo fuera rápido, aunque como el gobernador
saliente conocía el país sería una buena solución al principio que el nuevo se retirara a un
monasterio cercano a Bruselas por un tiempo, y, mientras, el rey se debía preocupar de
aleccionar a los ministros de Flandes y a los dos gobernadores sobre la buena relación entre
ambos.
337
De lo que se hace eco Morillon en una carta a Granvela, 9 de junio de 1572, CCG, IV, nº 73,
p. 249.
120
Estado como en el de Guerra dominaba el secretario del duque, acompañado de la
Cresonnière, Fadrique de Toledo y Noircarmes338, al que el propio hijo del gobernador
denominaba Chef del de Guerra339. Berlaymont, Viglius, Tisnacq o Assonleville apenas
aparecían en las reuniones, ya que las decisiones estaban tomadas de antemano tras la
consulta a boca de Albornoz con Alba, cuyo resultado comunicaba el secretario
posteriormente a Fadrique y este a Noircarmes limitándose el resto de consejeros a
asentir. Mientras, Vargas permanecía en la sombra esperando su regreso a Madrid y
ocupándose de los asuntos religiosos.
. Al día siguiente de arribar a la capital flamenca, Medinaceli recibió la visita de
Morillon y Odet Viron, momento en que tuvieron el primer contacto con uno de los
personajes más importantes del séquito del duque, como era su secretario italiano Cintio
Calvo. Este les transmitió que su patrón era muy aficionado a Granvela, y por ende a
Champagney340, Berlaymont, Tisnacq, Assonleville y Viglius, resultando ser el primer
paso de una relación que se estrecharía con el tiempo.
El viejo presidente Viglius, por su parte, se revitalizó tras la llegada de
Medinaceli, aunque mostró reticencias respecto a su entereza. Morillon compartía dicha
opinión y apuntó dos problemas que podrían estropear su gobierno341, fatídica
predicción que se acabaría cumpliendo; el primero hacía referencia a su tardanza en
338
ID., 17 de junio de 1572, Ibídem, nº 77, p. 259.
339
Al no estar institucionalizado, no existe estudio alguno sobre el Consejo de Guerra en los
Países Bajos durante el siglo XVI, pero se venía convocando desde los tiempos de María de
Hungría para momentos de crisis. En concreto, la primera reunión tuvo luga en 1536 para la
guerra contra Francia.
340
Frèderic Perrenot, señor de Champagney, nació en Barcelona el 3 de abril de 1536. Era el
quinto hijo de Nicolas y cuando murió su padre no había acabado aún los estudios. Comenzó así
a hacer carrera en el ejército, participando en campañas en Italia y en la Jornada de Renty
(1554), recibiendo, además, el título de gentilhombre de la cámara del Rey. Quedó en Flandes y
tras la marcha de su hermano, el cardenal Granvela, se unió a la llamada Unión de nobles (1566)
aunque sin suponer el objetivo final de esta liga. Con la llegada del duque de Alba marchó a
Borgoña donde permanecería hasta 1571 en que se le nombró gobernador de Amberes, aunque
enseguida buscó su dimisión de dicho cargo. En enero de 1576 se le envió a Londres para tratar
de persuadir a Isabel I de que dejara de enviar ayudas a los rebeldes flamencos y tras el saqueo
de Amberes en noviembre del mismo año se puso en duda su lealtad al rey. Así, el 6 de
septiembre de 1577 fue uno de los diputados enviados a Orange por los Estados Generales para
que acudiera a Bruselas para pacificar el país, por lo que don Juan de Austria decidió que se
secuestraron todos sus bienes. Orange le nombró miembro del Consejo de Flandes pero no pudo
tomar posesión al ser extranjero y como contrapartida se le concedería el título de Chef des
finances. Su doble juego se vio desmontado cuando el hermano del rey le hizo encerrar en
Gante, donde permanecería durante seis años pese a los esfuerzos de su hermano por acortar su
condena. Tras ser liberado se le dejó permanecer en los Países Bajos pero sin devolverle sus
bienes y se adhirió al partido de los “malcontents”, significándose en las intrigas contra
Alejandro Farnesio por lo que en 1592 se le ordenó regresar a Borgoña. Allí ocupó el cargo de
chevalier d´honneur del parlamento de Dôle, que se le había concecido en 1573, hasta su muerte
en 1602 (Biografía en el DBE).
341
Morillon a Granvela, 23 de junio de 1572, CCG, IV, nº 80, pp. 272-273.
121
llegar a Flandes, lo que había hecho perder mucha credibilidad a Alba y demorar las
soluciones a tomar, y el segundo a que el recién llegado no hubiera tomado
directamente el mando de la administración, cuando podía haber dejado solo los asuntos
de guerra en manos del antiguo gobernador342. Esta indecisión sobre quien estaba
realmente al mando no se aclaró desde Madrid, al enviarse a ambos duques todos los
despachos tocantes a asuntos de gobierno, como fue el caso de la minuta del nuevo
Perdón General343.
Con el paso del tiempo, se fue haciendo patente que los remedios apuntados
desde la Corte de Felipe II para evitar la emulación no habían surtido efecto y la
confrontación se fue haciendo inevitable, sobre todo, cuando los opositores a Alba
fueron siendo conscientes de que la llegada del nuevo gobernador no había supuesto la
panacea que esperaban y de que los asuntos seguían en manos de las mismas personas.
Todo ello, junto al aparente deseo que mostró el de Medinaceli de contar con aquellos
flamencos alejados de la toma de decisiones para su gobierno344, conllevó el
acercamiento definitivo de los servidores de Juan de la Cerda a la facción opositora al
duque de Alba.
Un documento fundamental para constatar dicha aproximación lo encontramos
en una misiva de Granvela a Medinaceli del 15 de julio de ese año345. En ella, el
cardenal expresaba su punto de vista sobre las actuaciones a realizar en Flandes y dejaba
claro que para gobernar bien a los naturales se debía ser “dueño de su corazón”, para lo
cual había que hacer uso de consejeros flamencos pertenecientes, lógicamente, a su
clientela, como los dos presidentes, Viglius y Tisnacq, así como Berlaymont y Blaesere.
Así mismo, recomendaba a Assonleville, Champagney, Ferdinand de Lannoy, Vander
Aa, Berty, Esteban Prats y Nicolás Polweiller. Medinaceli aceptó los consejos de
Granvela y el contacto entre ambos se mantuvo a través de las visitas que
periódicamente realizaría Cintio Calvo a Morillon.
El reforzamiento de los lazos entre ambos grupos produjo un enconamiento de
los enfrentamientos con los consejeros cercanos a Alba, siendo Juan de Mendoza
Sarmiento el servidor de Medinaceli más combativo. Sus antecedentes -este
gentilhombre de la boca del monarca mantenía correspondencia con Éboli y una buena
relación con Jerónimo de Roda- mostraban claramente que defendía posturas muy
342
W. MALTBY, op. cit., p. 282.
343
Instrucción a Alba y Medinaceli, 21 de julio 1572, CODOIN, XXXVI, pp. 89-92.
344
Morillon a Granvela, 13 de julio de 1572, CCG, IV, nº 86, p. 302.
345
Granvela a Medinaceli, 15 de julio de 1572, IVDJ, Envío 47, f. 31. Desgraciadamente, solo
se conserva una carpeta con el extracto de la carta original, hoy en día desaparecida.
122
alejadas de las del entorno de Alba, siendo los desencuentros más sonados los que
mantuvo con el secretario Albornoz346.
Lógicamente, el grupo que detentaba el poder trató de apartar al opositor de las
decisiones importantes, pese al acercamiento que se produjo cuando Juan de Vargas
solicitó a Granvela, a través de Morillon, que ayudara a Fadrique en los problemas que
le había originado faltar al matrimonio que tenía prometido con la hija de García de
Toledo. Morillon aceptó realizar la intermediación, solicitando a cambio que se
concedieran a Didier van T´Sestich algunas peticiones que este había realizado347. Sin
embargo, esta aproximación se vio cortada de raíz con el duro saqueo de Malinas a
comienzos de septiembre de 1572, suceso que provocó una indignación tal en los
contrarios al duque de Alba que les llevó a exigir el relevo inmediato del gobernador.
Desde ese momento, la tensión fue in crescendo, hasta alcanzar su máxima cota
a finales de octubre y principios de noviembre. En esas fechas, Medinaceli no podía
ocultar ya su enfado por el modo en que se llevaban las cosas y el 29 de octubre se negó
a dar su voto para conceder a Fadrique el mando del ejército que debía recuperar
Zutphen, desestimando, además, asistir a un banquete que se celebraba en honor del
duque de Holstein. Aunque Alba intentó limar asperezas a través de Antonio de la
Cerda no lo pudo conseguir y pocos días después, concretamente el 5 de noviembre, el
conflicto se hizo público durante una reunión del Consejo de Estado en la que se
encontraban presentes Alba, Fadrique, Sancho de la Cerda, Berlaymont, Noircarmes,
Hierges, la Cresonera, Albornoz, Berty y Scharemberg junto a Medinaceli348. Este
expresó su rechazo a la intención de Alba de no dirigir el ejército que debía ir a
Holanda, ya que su permanencia en Flandes se había vinculado a su experiencia como
general, y amenazó con separarse de su lado si no tomaba el mando.
Albornoz expresó su convicción de que detrás de dicha decisión estaba la mano
de sus enemigos de Madrid y la del duque de Aerschot “que le gobierna a vaqueta”. Por
supuesto, sus sospechas se hacían extensibles a varios miembros del séquito de
Medinaceli, "tiene un Secretario italiano (que es un buen hombre, á lo que todos dicen),
346
Albornoz a Zayas, 2 de septiembre de 1573, EDA, III, nº 1978, p. 517, "Don Juan de
Mendoza, alias Juan de Salvatierra, es una fina pieza. Yo, señor, le ordené, de parte de S. E.,
saliese de los Estados dentro de ocho días y de Bruselas dentro de cuatro horas, porque entraba
en cierta casa a festejar una señora que se ha de embarcar, la cual dice S. E. hará encaminar en
la forma que S. M. lo manda y a mí me escriben de Bruselas lo que v. m. verá por esa cartilla. El
dicho Salvatierra es hombre de poca sustancia”.
347
Morillon a Granvela, 17 de agosto de 1572, CCG, IV, nº 101, pp. 378-379 e Ibídem, 26 de
agosto, nº 106, p. 400.
348
Albornoz a Zayas, 6 de noviembre de 1572, CODOIN, LXXV, pp. 250-254.
123
por quien se gobierna; pero á éste gobierna otro que dicen Juan Andrea Cigoña349, muy
gran vellaco, á quien el Duque ha querido castigar aquí, porque siendo comisario del
regimiento del conde de Mega, difunto, pasaba en cada compañía del dicho regimiento
no sé cuantas plazas”350. Medinaceli, por su parte, intentó defender su posición ante
Felipe II y se ratificó en su idea de abandonar la Corte si Fernando Álvarez de Toledo
no cumplía con su obligación militar351. Pese a ello, no cumplió su amenaza de
inmediato y permaneció junto a Alba hasta que un nuevo enfrentamiento el 22 de
noviembre precipitó los acontecimientos.
El día anterior, el “Gran Duque”, a través de Albornoz, había comunicado a
Medinaceli que se iba a reunir de nuevo el Consejo y este accedió a acudir. Así, se
reunieron Berlaymont, Berty, Albornoz y Sancho de la Cerda, ya que Noircarmes, la
Cresonera y Fadrique se encontraban en la guerra y Viglius enfermo. Tras las primeras
intervenciones se planteó de nuevo la guerra en Holanda, ratificándose ambos duques en
sus opiniones, por lo que Medinaceli salió de la sala pese al intento de intercesión de
Berlaymont352. Esa misma noche, Juan de la Cerda ordenó recoger sus pertenencias y al
día siguiente partió hacia Gavre, desde donde escribió al rey confirmándole que
esperaría en esa ciudad hasta que Alba no rectificara353. Fernando Álvarez de Toledo,
por su parte, escribió también a Felipe II para ofrecerle su versión excusando, de forma
ciertamente hipócrita, el comportamiento de Medinaceli, que actuaba así por tener gran
celo en el servicio real354. Esta táctica fue utilizada por Alba durante un tiempo, como
podemos observar en la misiva que dirigió un mes después a Felipe II, reflejándole que
no había podido proveer el puesto de Veedor General porque quería consultarlo con
Medinaceli y éste se encontraba aún ausente355.
La decisión del duque de Medinaceli significó, sin duda, el final de su aventura
en los Países Bajos ya que, por voluntad propia, se había apartado de la toma de
decisiones y su candidatura a gobernador perdió todo su peso. En Madrid todos
apoyaron a Alba; desde amigos como el Prior Antonio de Toledo o Zayas hasta
enemigos acérrimos como Éboli, aunque se le pidió que mostrara clemencia hacia su
émulo356, y solo Hopperus se mostró abiertamente a favor de Juan de la Cerda357. Felipe
349
Un memorial sobre su vida en AGR, Audience, leg. 190, f. 164.
350
Relación de consejos, 5 de noviembre de 1572, CODOIN, XXXVI, pp. 119-130.
351
Medinaceli a Felipe II, 12 de noviembre de 1572, Ibídem, pp. 130-132.
352
Relación de consejos, 27 de noviembre de 1572, Ibídem, LXXV, pp. 119-123.
353
Medinaceli a Felipe II, 27 de noviembre de 1572, Ibídem, XXXVI, pp. 134-135.
354
Alba a Felipe II, 28 de noviembre de 1572, EDA, t. III, nº 1715, pp. 252-253.
355
Alba a Felipe II, 19 de diciembre de 1572, Ibídem, nº 1720, p. 259.
356
Zayas a Albornoz (12 de diciembre de 1572, AGS, E., leg. 547, f. 61) o a Alba (26 de
diciembre de 1572, CODOIN, XXXVI, pp. 142-143).
124
II, por su parte, no perdonó la acción, ya que había transmitido a los rebeldes la falta de
unidad existente entre los servidores reales, y decidió nombrar a Luis de Requesens
como nuevo gobernador en enero de 1573.
Ya Mateo Vázquez había aconsejado al duque de Medinaceli antes de su partida
de Castilla que escuchara las quejas contra Alba pero que no las apoyara358, cosa que no
cumplió al transmitir periódicamente desde Flandes los puntos de vista de los enemigos
de Alba, haciendo su parcialidad inviable su candidatura como sucesor359. El propio
Luis de Requesens pudo constatar el enconamiento de Medinaceli contra Alba cuando
llegó a Flandes y en su correspondencia con Ponce de León relató el grave
enfrentamiento que tuvo con Champagney, cuando descubrió que la facción contraria a
Alba había ganado para su causa a Medinaceli y lo habían utilizado “como a un
muñeco”360.
Lógicamente, los componentes del séquito de Medinaceli, como Cintio Calvo,
Juan Andrea Cigoña y Juan de Mendoza Sarmiento perdieron, junto con su amo, toda
posibilidad de acceso al poder y las maniobras que intentaron para revertir la situación
fueron en vano. Así, el primero de ellos intentó acercarse a Albornoz pero lo único que
consiguió fue el enfado de su patrón361.
El distanciamiento voluntario de Medinaceli no provocó el fin de las pugnas
cortesanas y un nuevo motivo de lucha se produjo cuando Alba retomó su interés por
reorganizar el Conseil Privé, y seguir así vaciando de contenido a los Consejos
Colaterales, tras presentársele una ocasión propicia con la muerte del Chef Tisnacq el 17
de abril de 1573. Alba propuso ir sustituyendo a los consejeros flamencos por
castellanos, para así poder acabar con la “liga” que formaban los contrarios a su gestión:
"Y esta secta antigua (que no la quiero llamar de otra manera) es menester
extirparla y que los dogmatizadores de ella se acaben, o por muerte o por sacarlos de los
Consejos. El cabrón de todos es Viglius, y el que les da la ley y muestra el camino por
donde han de caminar, y como tiene cabe V. Majestad a su sobrino, dale acá grandísima
357
Hopperus a Felipe II, 28 de diciembre de 1572, AGS, E., leg. 551, f. 6.
358
A. W. LOVETT, Philip II and Mateo Vázquez de Leça..., pp. 41-45.
359
ID., “A new Governor for the Netherlands,…”, p. 91.
360
ID., “The Governorship of Don Luis de Requesens, 1573-76. A Spanish view”, en European
Studies Review, II, nº 3 (1972), p. 196.
361
Albornoz al Cardenal Pacheco, 7 de abril de 1573, EDA, III, nº 1763, p. 316, "El de Medina
se está en Bolduque a su placer y holgar. No tiene tal vida el Rey; dicen le envían a Nápoles.
Cualquiera cosa hará muy bien, porque es muy sospechoso, y tiene aquí cerca de Su Excelencia
dos espías y otras en el campo, y en Roma tiene quien le avisa de cuanto allá pasa, y a su
Secretario, porque es mi amigo, ha quitado los papeles y dice que éstos se han de tratar con irse
por las calles en calzas y jubón con una raqueta en la mano y no de otra manera, que son buena
gente, y no quiera v.s.i. más sino que no hay hombre de partes que le vea ni le oiga, con ser su
futuro Gobernador, como ellos dicen”.
125
autoridad con ellos que, faltando éste, y no viendo acá su sobrino que V. Majestad tiene
allá, y sacando él Asonvila, en cualquiera manera que sea, con los otros dos que quedan
no son gente para hacer estorbo ninguno, y de un golpe podrá V. Majestad ordenar este
Consejo y poner, como digo, españoles y italianos que V. Majestad quisiere meter,
serán los que gobiernen el Consejo, y en cuanto a la provisión del Presidente de agora,
V. Majestad no le puede poner por el presente sino de los Estados, y si se pone estando
allí los que digo, nunca V. Majestad acabará de arrancar esta mala secta, y para esto se
me ha ofrecido un medio, que es poner por el presente en aquel lugar al Presidente de
Flandes (Jacques Martens) que he tratado yo, porque le tuve conmigo muchos días en el
Consejo de rebelión y halléle muy buen hombre y inclinado al bien, no de tal suficiencia
que si no tuviera la cualidad que ahora diré, aconsejara yo a V. Majestad le pusiera en
aquel lugar, que es ser muy viejo, que nunca pensé que pudiera ser de buena cualidad
para nada, sino para lo que yo pretendo en esto que no puede mucho vivir y no es
hombre para hacer daño por el camino que estotros, y debajo de él podrá V. Majestad
formar su Consejo de las personas que le pareciere y después de puestos allí, pasados
algunos días, podráse haber habilitado algunas personas de las nuevas, que sacándole de
él para Presidente no lo habrán por cosa nueva”362.
Con todo, el asunto quedó en suspenso hasta la llegada de Requesens, ya que sus
peticiones eran pospuestas en Madrid y se paralizaban constantemente los asuntos que
interesaban al gobernador. Debido a ello, el duque se dejó llevar durante los últimos
momentos de su estancia en Flandes, por lo que Felipe II le tuvo que reprender363, ya
que solo se centró en la guerra y en conseguir mercedes para algunos de sus clientes,
como Chiappin Vitelli, en previsión de los nuevos tiempos. Por todo ello, cuando Luis
de Requesens llegó a Bruselas el 17 de noviembre de 1573 se encontró con un
complicado panorama.
El 19 de diciembre, apenas un mes después de la llegada del Comendador
Mayor, el duque de Alba partió hacia Madrid. Sus ansias por abandonar unos territorios
que en tiempos del emperador le habían otorgado tanta gloria militar, pero que habían
significado su tumba política durante sus años de gobernador, le llevaron a realizar la
Jornada en pleno invierno y de forma apresurada; premura demostrada por el hecho de
que durante el camino fuera escribiendo periódicamente al nuevo gobernador sobre
asuntos que habían quedado pendientes364, y de que parte de su séquito marchara más
tarde ante la falta de tiempo material para partir con él365.
El noble castellano abandonó Flandes convencido de que su labor había
resultado satisfactoria para Felipe II y las cartas del rey no hacían prever lo contrario366.
362
Alba a Felipe II, 15 de mayo de 1573, Ibídem, pp. 400-401.
363
Felipe II a Alba, 21 de octubre de 1573, CODOIN, CII, pp. 323-324.
364
Así, le escribió el 22 de diciembre (EDA, III, nº 2034, pp. 567-568), el 26 (Ibídem, nº 2036,
p. 569),...
365
Para los entretenidos de Alba durante su estancia en Flandes, AGR, Audience, reg. 33/4, ff.
29 r.- 30 v. En cuanto a su capilla, “Nómina de sueldos de la capilla del Duque de Alba en
Bruselas a 31-12-1573”, DDA, pp. 121-127. Para los gastos de su servicio desde 1568 a 1574,
AGR, Audience, reg. 33/2, nº 59.
366
Felipe II a Alba, 9 de diciembre de 1573, AGS, E., leg. 554, f. 51.
126
Sin embargo, la situación era muy diferente y Alba, una vez en Madrid, fue consciente
de que su momento había pasado y de que su estancia en Flandes había cortado
prácticamente de raíz su acceso a la gracia real. Desde ese momento, Fernando Álvarez
de Toledo fue relegado al ostracismo, recuperando solo cierta importancia política y
militar durante la campaña de anexión de Portugal en 1580 para fallecer en 1582.
Sus más estrechos colaboradores siguieron su misma suerte. Juan de Vargas tuvo
que alejarse de la Corte madrileña al llegar a ella, ante la evidencia de su pérdida de
favor. Albornoz, por su parte, permaneció aún por un tiempo en Flandes procurando
influir en Requesens para conseguir ciertas mercedes367 y aún estaba allí cuando se
produjo el asesinato de Juan de Mendoza en las calles de Amberes por dos
delincuentes368, hecho ante el que mostró una fingida pena369. A su vuelta a Madrid fue
investigado por sus manejos en la hacienda y, aunque se le perdonó, tuvo que
permanecer apartado de la Corte durante el resto de su vida.
Con la partida de Bruselas del secretario, se habían cerrado casi 7 años de luchas
faccionales en Flandes y se abría una nueva etapa, bajo los auspicios del nuevo
gobernador.
2.3.- Las actuaciones del duque de Alba durante su estancia en los Países Bajos: su
crucial papel en la política exterior de Felipe II
2.3.1.- La represión de la Revuelta y sus planes de Confesionalización
La expedición militar comandada por el duque de Alba partió de Cartagena en
abril de 1567 y, tras hacer escala en Italia, marchó a Flandes370, dando origen dicho
trayecto a lo que fue conocido posteriormente como “El camino español”371. Como
sabemos, el objetivo de esta Jornada era finalizar con los movimientos revolucionarios y
tratar de normalizar la situación para que cuando el monarca se presentara en los Países
Bajos pudiera dar por zanjados los levantamientos. Sin embargo, la realidad iba a
resultar bien distinta.
Cuando el duque hizo su entrada en Bruselas el 22 de agosto, la situación era
muy diferente a la que se hubiera podido encontrar el año anterior. Todos los nobles,
excepto los más radicales como Culembourg o Brederode, habían trocado su pasiva
367
Albornoz a Requesens, 23 de diciembre de 1573, IVDJ, Envío 47, caja 2, f. 210.
368
Relación de la muerte de Juan de Mendoza, 20 de enero de 1574, AGS, E., leg. 550, f. 22.
369
Albornoz a Jerónimo de Arceo, 18 de enero de 1574, EDA, III, nº 2045, p. 580.
370
Sobre su Jornada, B. de VARGAS, Breve relación de la jornada que ha hecho el señor
Duque de Alba desde España hasta los Estados de Flandes, Amberes, 1568.
371
G. PARKER, El ejército de Flandes y el Camino Español, 1567-1659, Madrid, 1976
(traducción del original en inglés publicado en Londres en 1972).
127
posición de los primeros momentos de la Iconoclastia y se estaban empleando
firmemente en sofocarla, consiguiendo a mediados de mayo la práctica finalización de
sus actividades y la restricción casi total del culto público calvinista. Pese a ello,
algunos de esos nobles fueron conscientes de que el duque de Alba les iba a hacer pagar
su actitud anterior y comenzaron a buscar tropas, apoyos y dinero en Francia, Inglaterra
y el Imperio, con la clara intención de internacionalizar el conflicto desde su inicio.
Desde un primer momento, los desencuentros entre el enviado real y Margarita
de Parma fueron duros y los reproches constantes, en lo referente a las políticas que
pensaban aplicar uno y otra372. Así, una de las primeras medidas que tomó el duque fue
licenciar las tropas que la gobernadora había reclutado en 1566-1567 y poco después, en
concreto el 9 de septiembre, ordenó el arresto de Egmont y Horn junto a otros señores y
al antiguo burgomaestre de Amberes van Straelen, librándose Orange de la cárcel al
rechazar la llamada y refugiarse en Dillembourg junto a otros nobles. El 20 se reunió
por primera vez el tristemente famoso Conseil des Troubles, que ya había sido creado
en secreto el día 5, cuya misión consistía en juzgar a los rebeldes y condenar a los
culpables, tanto si estaban presentes como ausentes, además de confiscar sus bienes373.
Margarita, contraria a todas esas medidas, se encontró en una situación insostenible y
decidió dejar los Países Bajos para partir a sus tierras patrimoniales el 30 de septiembre,
no sin antes tomar juramento a Alba como su sucesor interino.
Desde ese momento, Fernando Álvarez de Toledo, consciente de que la llegada
de Felipe II se iba a retrasar374, se concentró en reforzar las medidas represoras y en
mantener listo el ejército para un presumible ataque de los rebeldes neerlandeses desde
el exterior. En efecto, Orange -que había quedado como líder indiscutible de los
opositores a Felipe II tras las muertes en los meses anteriores de Egmont, Horn,
Brederode y Berghes-, había planeado invadir los Países Bajos desde 4 lugares
diferentes; un ejército hugonote debía entrar desde Francia, otro invadiría desde
Inglaterra y dos desde el Imperio, por Limburgo y por Frisia. La dificultad de coordinar
372
ID., España y la rebelión de Flandes..., pp. 98-115.
373
Sobre este consejo, los libros de A. L. E. VERHEYDEN, Le Conseil des troubles. Liste des
condamnés (1567-1573), Bruselas 1961 y Le Conseil des troubles, Flavion, 1981 en la
colección "Histoire du protestantisme en Belgique et au Congo belge", 11.
374
G. PARKER, "1567: The End of the Dutch Revolt…", pp. 284-290, donde el autor reproduce
una misiva de Felipe II al duque del 7 de agosto de 1567 en que le indicaba que su ida a Flandes
se iba a retrasar, al menos, durante ese año.
128
los 4 ejércitos y la falta de apoyo de las ciudades desbarataron el plan y la victoria de
Alba en Jemmingen el 21 de julio de 1568 marcó el final de la ofensiva rebelde375.
Tras estas victorias y la ejecución de los condes de Egmont y Horn el 5 de junio,
el gobernador pretendió dar por finalizada su misión en Flandes376. Sin embargo, el paso
de los meses le disuadió de la ineficacia de sus peticiones de relevo377, que realizó
periódicamente a través de su secretario.
Ante esta situación, Alba, apoyándose en el equipo de gobierno que había ido
formando, trató de poner en práctica su programa político basado en la
Confesionalización. Para ello, promulgó en Flandes los decretos establecidos en el
Concilio de Trento, relanzó la implantación de los obispados, llevó a cabo una feroz
persecución de rebeldes y herejes y puso en marcha diversas medidas para controlar las
instituciones flamencas a través de personajes afines, siendo la más habitual dejar sin
proveer las plazas que iban quedando vacantes por fallecimiento o deserción, a la espera
de que surgieran candidatos que él considerara adecuados.
Su objetivo principal fueron los Consejos Colaterales378 y es significativo
resaltar como el monarca comenzó a contemplar, ya en estas fechas, la posibilidad de
crear en Madrid un Consejo con autoridad sobre ellos y que se encargara de velar por la
jurisdicción real en aquellas tierras379; proyecto que, como sabemos, se retrasaría aún
dos décadas, ya que la Monarquía aún no había conseguido todavía llevar a cabo la
división de jurisdictio y gobernaculum.
Junto a los Colaterales, el gobernador se planteó también la reforma de los
oficios de justicia y de gobierno de las ciudades. Sin embargo, este proyecto requería
una enorme paciencia, pues era necesario realizar gran cantidad de Visitas, como la que
375
Sobre la guerra en Frisia, L. P. GACHARD, Correspondance du Duc d´Albe sur l´invasion
du Comte Louis de Nassau en Frise en 1568 et les batailles de Heyligerlée et de Germmingen,
Bruselas, 1850.
376
En una carta al monarca del 9 de junio (EDA, II, nº 748, p. 62), el duque daba por finalizada
la Revuelta.
377
Como le confirmaba el propio monarca en una misiva del 16 de agosto (CODOIN, XXXVII,
p. 342).
378
Alba a Felipe II, 5 de mayo de 1570, EDA, II, nº 1095, p. 369. Alba recalcaba que Aerschot
era el más viejo de los consejeros y no valía, “los otros todos es gente mediana y poco menos
que mediana, moços, mochachos que no han visto el modo viejo, sino que se han de criar en lo
que agora ven, de fuera, no hay otra cabeza que la del Príncipe d´Oranges, que está tan salido”.
El gobernador propuso que los Consejos Colaterales fueran perdiendo poco a poco su función,
lo que llegó a oídos de los consejeros que comenzaron a movilizarse. Así, Berlaymont y
Noircarmes decidieron escribir a Felipe II de forma conjunta el 18 de junio de 1570 (AGS, E.,
leg. 544, f. 37), proponiendo como solución que Alba eligiera a las personas adecuadas para los
cargos en vez de reformar los consejos.
379
Felipe II a Alba, 5 de abril de 1570, Ibídem, f. 154.
129
se llevó a cabo en el parlamento de Dôle380, que se complicaban en aquellos lugares que
no se regían por Placcards, de los que ordenó una recopilación, sino de forma
consuetudinaria381.
Para intentar mitigar el descontento que provocaron estas medidas entre las élites
flamencas, el euque utilizó dos vías, cuales fueron la publicación del Perdón General y
la concesión de mercedes. Lo primero se llevó a cabo el 16 de julio de 1570 tras
numerosas gestiones entre las cortes de Bruselas y Madrid382; sin embargo, desde esa
misma fecha el duque fue consciente de que el efecto producido no había sido el
ansiado por el retraso en su publicación respecto al final de su redacción, 16 de
noviembre del año anterior, y por ser un Perdón parcial383. El mismo efecto de
desencanto surtió la tardía publicación de las mercedes concedidas384, que se llevó a
cabo en los primeros días de octubre del mismo año, por lo que se perdieron gran parte
de los beneficios que podían haber producido e hizo descender aún más el crédito de
Alba en Flandes.
Ambas medidas iban también encaminadas a reducir la resistencia de las élites
locales a uno de sus proyectos estrella, cual era la implantación de un impuesto
permanente que pretendía conseguir la autofinanciación de los Países Bajos y de los
ejércitos que era necesario mantener en ellos para no cargar dichos gastos en la
Hacienda Real y así conseguir esa homogeneización de los reinos planteada por la
Confesionalización385. El plan del Gobernador General consistía en la aplicación de la
380
Tras fallecer en 1567 el presidente del parlamento, y tras rechazar Felipe II al vicepresidente
Colin que había propuesto Alba (Alba a Felipe II, 21 de junio de 1568, CODOIN, XXXVII, pp.
283-284), se centró la lucha entre Pierre Asset, presidente de Artois, y Claude Bélin, teniente de
Ammon. Ambos eran clientes de Granvela y Alba, que no quería a ninguno de los dos, propuso
llevar a cabo una Visita para aplazar la decisión. Tras muchas discusiones se encargaron de ella
el consejero Blaesere, al que Alba quería alejar de Bruselas, y el letrado milanés Mezzabarba,
que fue impuesto por el cardenal Quiroga.
381
Alba a Felipe II, 5 de mayo de 1570, EDA, II, nº 1095, pp. 370-371.
382
“Relación de lo subçedido en la publicación del Perdón General en la villa de Amberes a los
16 de Jullio 1570”, IVDJ, Envío 6, carpeta 1, ff. 318-319.
383
En general, sobre este asunto, V. SOEN, Geen Pardon, zonder Paus. Studie over de
complementariteit van het koninklijk en het pauselijk general pardon (1570-1574) en over
pauselijk inquisiteur-generaal Michael Baius (1560-1576), pp. 81-133. Agradezco a la autora la
posibilidad de consultar el texto antes de su inminente publicación por la Koninklijke Vlaamse
Academie van België voor Wetenschappen en Kunsten.
384
Sobre este asunto, nuestro artículo, “La concesión de mercedes en los Países Bajos...”.
385
Hay numerosa bibliografía sobre este asunto, sobre todo, F. H. M. GRAPPERHAUS, Alva en
de tiende penning, Deventer-Zutphen, 1982 y “El Décimo de Alba en los Países Bajos. Un
fracaso de importantes consecuencias” en C. SANZ AYÁN y B. J. GARCÍA GARCÍA (eds.),
op. cit., pp. 105-179. Igualmente reseñables los artículos de J. CRAYBECKX, "Aperçu sur
l´histoire des impôts en Flandres et au Brabant au cours du XVIe siècle", Revue du Nord, 29
(1947), pp. 87-108, "Alva´s Tiende Penning, een Mythe", BMHG, 76 (1962), pp. 10-42 o "La
portée fiscale et politique du 100e denier du duc d´Albe", Acta Historiae Bruxellensia, Bruselas,
130
alcabala ya existente en Castilla y otros territorios de la Monarquía Hispánica, así como
otros dos impuestos, el centésimo y el vigésimo, con un carácter fijo, evitando de esta
manera tener que pedir dinero de forma ordinara a los Estados Generales, encargado
tanto de conceder las aides como de aprobar una medida de esta índole. Para conseguir
dicho objetivo era necesario vencer la resistencia de este tribunal, que ya había
mostrado en 1556-1558 que no iba a dar su brazo a torcer fácilmente.
El primer paso de este plan fue el nombramiento como Chef del Conseil des
Finances de Noircarmes -que se mostró dispuesto a apoyarlo, en contraposición a
Berlaymont que se oponía a él-, aprobando dicho tribunal el 4 de noviembre de 1568
tanto el centésimo como el décimo. El siguiente paso, y sin duda el más difícil, era
presentar esta propuesta a los Estados Generales, para lo cual el duque buscó el apoyo
de nobles y financieros a través de los cuales pretendía llevar a cabo la recaudación. Sin
embargo, ¿cómo iban a aceptar las élites flamencas la creación de un sistema impositivo
que iba en contra de sus privilegios y de su hacienda y que, sobre todo, iba a servir para
consolidar un sistema político que les excluía del acceso al poder y a la toma de
decisiones? Como era de suponer, estas élites movilizaron sus redes clientelares para
conseguir que los Estados Generales se resistieran firmemente a la aprobación del plan.
Sin embargo, el “Gran Duque” era tenaz y dedicó mucho tiempo y recursos a encontrar
la mejor manera de presentar su proyecto386, así como a ganar adeptos en dichos
Estados Generales con maniobras como las llevadas a cabo con abadías y obispados.
La petición en firme se realizó finalmente el 20 de marzo de 1569387,
constatándose desde el primer momento que la medida despertaba enormes recelos tanto
1967, I. Dos visiones generales en W. MALTBY, op. cit., pp. 210-224 y G. PARKER, España y
la rebelión de Flandes…, pp. 112-115.
386
Alba a Felipe II, 23 de junio de 1568, CODOIN, XXXVII, pp. 285-290. En esta misiva, el
gobernador daba 4 opciones para la convocatoria de los Estados: 1º juntar a los Estados donde él
estuviere y hablarles sin darles oportunidad a comunicarse entre ellos, 2º hablar él
personalmente a los de Holanda y Brabante en Bois-le-Duc y enviar a los gobernadores a que lo
propusieran en su gobierno, 3º llamarles donde él estuviera pero avisándoles en fechas
diferentes y 4º llamar a algunos de esta manera y a los de poca importancia avisar a los
gobernadores.
387
Una descripción de dicha reunión en Morillon a Granvela, 20/21 de marzo de 1569, CCG,
III, nº 161, p. 522, "L´on at tenu ce jour d´huy les Estatz, en la grande salle, avec bien bonne
grâce et ordre. Son Excellce n´at voulu que aulcung Espaignol l´accompagnast ou s´y trouvast.
Il y avoit quattre chevaliers de l´ordre. Bruxella (Philibert de Bruselas) feict la proposition avec
bonne grâce, et demanda le centiesme dernier de tous biens meubles et immeubles, et le dixieme
de tot ce que se vend,à la charge du vendeur, que son les alcabalas d´Espaigne. Le duc parla
après ledict Bruxella, bien aussi longtemps comme il avoit faict, et fort bien. Ce fust en
Espaignol, que fust cause qu´il n´at esté entendu. L´on at demandé copie et temps pour
déliberer. Demain se doibt faire la proposition en particulier aux députez de chascung pays".
131
en los propios Países Bajos como en su entorno388. Tras duras negociaciones, Alba
anunció a Felipe II el 29 de junio que los Estados habían concedido el centésimo por
una vez, así como también la posibilidad de convocarlo de nuevo si había otra guerra
pasados 6 años389. En cuanto al décimo y el vigésimo, el 3 de agosto se decidió un
encabezamiento por dos años, lo que proporcionó al gobernador dos millones de
florines y un periodo de cierta estabilidad económica, aunque siempre teniendo en
cuenta que esta concesión no era más que una tregua sin carácter fijo.
En los meses siguientes la negociación se trasladó a los Estados Provinciales
correspondientes pero no se llegó a acuerdo alguno, ya que estos mostraron que jamás
aprobarían dichos impuestos de forma permanente, y el 31 de julio de 1571, fecha en la
que expiraba el encabezamiento, Alba se vio obligado a decretar la recaudación del
impuesto de manera forzosa a partir del día siguiente. Sin duda, las imposiciones que le
llegaban desde Madrid para que iniciara el cobro de manera urgente, hicieron que el
“Gran Duque” tuviera que llevar a cabo esta huída hacia adelante. La oposición fue
generalizada y apenas se pudo recaudar dinero, consiguiendo únicamente alimentar el
clima de descontento que regía en muchas capas de la sociedad y que podían ser
agitadas fácilmente por ciertas élites, entre ellas eclesiásticos como Granvela o Nicolás
de Castro, obispo de Middelburg, que, curiosamente, debían haber sido uno de los
principales sostenes de la recaudación390. Finalmente, los estados reunidos en Bruselas
aprobaron en octubre de 1572 una cuota para tres años y el décimo y el vigésimo fueron
abolidos. Alba, acuciado por las necesidades pecuniarias ante el nuevo ataque rebelde,
había claudicado y tuvo que posponer sus reivindicaciones ante la falta de apoyos.
Tras la toma de Brielle y otras ciudades holandesas por los Gueux, Alba tuvo
que reiniciar las acciones armadas, llevando a cabo una lenta reconquista de las tierras
holandesas, aunque con algunos fracasos sonados como el sitio de Haarlem391. Su
avance en este frente se vió dificultado por la necesidad de retirar tropas del mismo para
llevarlas al sur, en previsión de una posible invasión desde Francia que se acabaría
produciendo, y al este, para evitar la entrada de Orange y su ejército desde el Imperio.
388
Guerau de Spes a Alba, 10 de agosto de 1569, AGS, E., leg. 541, fol. 72, “Aquí se dan a
entender que la demanda del alcavala perpetua ha de alterar a los pueblos desos payses”.
389
CODOIN, XXXVIII, pp. 141-142.
390
Estos se querían beneficiar de la misma moratoria que se había concedido a los caballeros del
Toisón, a los ministros de finanzas o a las órdenes teutónica y de Malta y no apoyaron las
intenciones del gobernador.
391
El desarrollo de la campaña en G. PARKER, España y la rebelión de Flandes..., pp. 125-
154.
132
Como complemento a esta acción armada, el duque inició el proyecto de
redacción de un nuevo Perdón General, para lo cual elaboró una propuesta junto a su
Conseil d´État que se envió a Madrid; esta se basaba en extender a Groningen, Zutphen,
Brabante, Flandes, Hainaut y Malinas las concesiones que ya había otorgado de motu
proprio a Frisia, Overijssel y Güeldres. Sin embargo, numerosos consejeros en Madrid
–Hopperus- y en Flandes -Aerschot, Viglius, Tisnacq o Assonleville- se declararon
contrarios a dicho plan, que no se llegó a discutir hasta la llegada de Luis de Requesens
a Flandes.
Estaba claro que el margen de maniobra del gobernador era mínimo y lo siguió
siendo hasta el final de su gobierno. Sin embargo, su intervención en la política exterior
de la Monarquía continuaría siendo de crucial importancia hasta que abandonó los
Países Bajos.
2.3.2.- El papel del duque de Alba en la política exterior de Felipe II durante su
estancia en Flandes
Desde el mismo momento en que se anunció que el duque de Alba iba a marchar
con un poderoso ejército hacia los Países Bajos, saltaron las alarmas de las principales
potencias europeas de la zona. Un movimiento de tropas de esa magnitud, al mando de
uno de los ministros y generales más reputados de Felipe II, auguraba, sin duda, una
honda repercusión en la política de la Monarquía, idea que se reforzaba con el hecho de
que el cardenal Espinosa confiara en el criterio de los gobernadores de los territorios
periféricos. Debido a ello, Alba dispondría de amplia autonomía y tendría gran peso a la
hora de tomar las decisiones diplomáticas y militares que atañieran a unos vecinos, que
eran, ni más ni menos, que Francia, Inglaterra y el Imperio. Por supuesto, las relaciones
que se entablaran con estas potencias iban a repercutir decisivamente en el desarrollo de
la Revuelta, por lo que es imposible entender su evolución si no consideramos su
contexto internacional.
El primer problema diplomático que originó la marcha de un ejército de 66000
hombres era la ruta que iba a seguir. El propio duque desechó desde el inicio el paso por
Francia, pese a que había paz con ese reino desde 1559, por la complicada situación en
que este se encontraba y por sus propias ideas políticas, que propugnaban que el
enemigo principal era Francia y que la política exterior de la Monarquía debía ir
orientada a arrinconarla; para ello, era necesaria la paz en el Imperio y con Inglaterra, lo
que permitiría que la rebelión de Flandes fuera rápidamente derrotada.
133
Ya Felipe II venía interviniendo en Francia para intentar controlar el calvinismo
desde el fallecimiento de Enrique II en las celebraciones del Tratado de Cateau-
Cambresis392, fatídico acontecimiento que provocó una crisis en la corona francesa que
se prolongó durante décadas. Su modus operandi fue prestar ayuda financiera a la
familia Guisa, defensora del catolicismo, en detrimento de los Montmorency y los
Borbón, que sustentaban a los hugonotes393. Durante el breve reinado de Francisco II los
Guisa consiguieron controlar el Consejo, pero el repentino fallecimiento del monarca y
el advenimiento de la regencia de Catalina de Médicis en diciembre de 1560 durante la
minoría de edad de su hijo Carlos IX, truncaron esa hegemonía. La reina madre
reorientó la política real a través de la búsqueda de equilibrio entre las diversas
facciones394, decisión que encrespó los ánimos de Felipe II y de su embajador
Chantonay, hermano de Granvela, que desde su llegada a París en 1560 hasta su partida
en 1564 tuvo numerosos enfrentamientos con la soberana.
La política de tolerancia de la reina madre se plasmaría en el edicto de Saint
Germain del 3 de enero de 1562 y tanto Felipe II como el papa Pío IV decidieron que
era hora de tomar parte de forma activa en las pugnas internas del reino francés, aunque
discreparon en la forma de hacerlo. Mientras desde Roma se defendía una intervención
abierta, el monarca hispano prefería prestar apoyo financiero a los católicos para que se
produjera una guerra civil, consiguiendo así que los franceses no intervinieran en
Escocia e Inglaterra y que la influencia calvinista no llegara a los Países Bajos. Esta
última opción fue la escogida, siendo una de las principales razones del inicio de la
primera guerra de religión francesa, que finalizaría con la paz de marzo de 1563 en la
que se disminuía el grado de tolerancia que había dispuesto el edicto del año anterior395.
392
Sobre la evolución del pensamiento calvinista en Francia, M. PRESTWICH, “Calvinism in
France, 1555-1629” en ID (ed.), op. cit., pp. 71-107 y M. YARDENI, "French Calvinist
Political Thought, 1534-1715" en Ibídem, pp. 315-337.
393
Sobre las relaciones de Felipe II con Francia en los años previos a la Revuelta, N. M.
SUTHERLAND, op. cit., passím; ID., “The Massacre of St. Bartholomew and the Problem of
Spain” en A. SOMAN (ed.), The massacre of St. Bartholomew. Reappraisals and Documents,
La Haya, 1974, pp. 15-24 (también publicado en ID, Princes, Politics and Religious, 1547-
1589, Londres, 1984, pp. 173-181); M. A. OCHOA BRUN, op. cit., pp. 52-84 y V. VÁZQUEZ
DE PRADA, Felipe II y Francia (1559-1598). Política, religión y razón de estado, Pamplona,
2004, pp. 101-201.
394
La monarquía francesa exploró caminos que Felipe II nunca llegó a utilizar, al permitir en
varias ocasiones que convivieran en el mismo reino dos confesiones; O. CHRISTIN, "From
Repression to Pacification: French Royal Policy in the Force of Protestantism" en P.
BENEDICT, G. MARNEF, H. van NIEROP y M. VERNARD (eds.), op. cit., pp. 201-214.
395
Como es bien sabido, la bibliografía sobre las guerras de religión francesas es ingente y no
pretendemos aquí exponer toda. Baste recordar uno de los estudios de conjunto más conocidos
como M. P HOLT, The french wars of religion 1562-1629, Cambridge, 1995.
134
Sin duda, uno de los consejeros que más había presionado a Felipe II para que
actuara con dureza en el reino vecino era el duque de Alba, sustentando Éboli la tesis
contraria al intentar defender cierto grado de tolerancia, en sintonía con lo pretendido
por Catalina de Médicis. Debido a ello, el embajador francés Saint Sulpice trabó
contacto con el noble portugués para intentar mitigar la influencia de Alba; sin embargo,
su acción conjunta fue en balde, pues el “Gran Duque” acudió en representación real a
los encuentros de Bayona que tuvieron lugar entre el 15 de junio y el 2 de julio de 1565.
Dicho encuentro no sirvió para llegar a acuerdo alguno, pero permitió al noble
castellano estrechar lazos con los líderes católicos franceses lo que, posteriormente, le
sería de gran utilidad.
Ya en esos meses era palpable el miedo de los protestantes a que se pudiera
formar una liga católica multinacional, encabezada por Felipe II y por el Papa, cuyo fin
último sería la desaparición de las confesiones diferentes a la católica. Los católicos, por
su parte, sufrieron un miedo similar, ante la posibilidad de que se formara una liga
protestante que pretendiera la libertad de conciencia en Europa. Felipe II era, sin duda,
uno de los líderes más inquietos, ya que dicho problema religioso podría afectar a sus
propios territorios; los contactos de Montigny con su primo Coligny y los hugonotes
durante el viaje que realizó a Madrid en 1566 así lo apuntaban y se verían plasmados en
un tratado de alianza mutua firmado por Orange, Condé y Coligny en agosto de 1568396.
La llegada del duque de Alba a Flandes significó el desencadenamiento de una
nueva crisis en Francia, ya que desde Madrid se contempló como única alternativa a la
guerra en los Países Bajos la guerra civil en el reino vecino y los hugonotes comenzaron
a temer el envío de tropas del Papa o de Felipe II a su reino. De este modo, se
produjeron la segunda y tercera guerras de religión francesas, que tuvieron lugar de
septiembre 1567 a marzo 1568 y de septiembre de ese año a agosto de 1570. En ambas
jugaría un papel fundamental el ascendente que el cardenal de Lorena tomó sobre el
joven Enrique, duque de Anjou, que había adquirido especial relevancia desde que el 12
de noviembre de 1567 fuera nombrado lugarteniente general, recobrando así los
católicos un líder que no tenían desde el asesinato de Guisa en 1563.
Las hostilidades se iniciaron el 26 de septiembre de 1567 y a mitad de octubre se
confirmaron los temores hugonotes, pues Aremberg y Meghem se pusieron en camino
con 4000 hombres y 1500 caballos solicitados por el cardenal de Lorena, maniobra que
iba encaminada también a evitar una invasión de los Países Bajos por el sur como ya
había planificado Orange. La situación pareció estabilizarse con el Tratado de
396
Sobre esas conversaciones, G. PARKER, España y la rebelión de Flandes..., pp. 90-91.
135
Longjumeau el 23 de marzo de 1568 pero, sin embargo, a finales de junio un ejército de
3000 hugonotes al mando del señor de Cocqueville entraba en Artois. Aunque la
ofensiva fracasó por falta de apoyo en las ciudades, retornando el ejército a Francia
donde las tropas de Carlos IX lo aplastaron el 18 de julio en St. Valéry, la invasión
reforzó la idea de Alba de que el verdadero foco de peligro en el exterior estaba en
Francia y era allí donde debía concentrar sus esfuerzos.
Su mejor informante en la Corte francesa era el nuevo embajador de Felipe II en
París, Francés de Álava397. De ideología afín a la del duque de Alba, su relación fue de
estrecha colaboración durante los primeros años, pero la francofobia de su patrón y el
desacuerdo que mostró por la dura política que llevaba el duque en Flandes derivó en
diversos enfrentamientos. Estos fueron especialmente crudos con Albornoz, que hizo lo
imposible por que Francés de Álava dejara de percibir su salario398. Este pago siempre
se había llevado a cabo a través de Jerónimo de Curiel, pero su derrota cortesana a
manos de Albornoz le había despojado de tal función y este dejó de efectuar los
libramientos, de tal suerte que cuando el embajador se decidió a escribir a su émulo en
agosto de 1569 para que se reanudara el pago ya llevaba 28 meses sin cobrar399. Ante tal
situación, Francés de Álava solicitó en numerosas ocasiones el relevo, pero este no se
produjo hasta finales de 1571, abandonando París el 13 de noviembre sin despedirse de
la Corte y dejando al cargo de la embajada a su secretario Aguilón400. En su camino a
397
Hijo segundo de Fernando de Álava y Magdalena de Beaumont y Navarra, se dedicó a la
carrera militar y de 1546 a 1548 estuvo en el Imperio al cargo de la infantería española y
durante los últimos años del reinado de Carlos V sirvió en Flandes en las guerras contra Francia.
En 1562 empezó su etapa diplomática con un par de misiones especiales a Francia, experiencia
que le sirvió para sustituir a Chantonay cuando este dejó el oficio. El 12 de febrero de 1564
llegó a París, aunque en un primer momento como embajador interino, donde serviría hasta
finales de 1571. Tras su retorno a Castilla, asesoró al Consejo de Estado sobre Francia a la
espera de que se le concediera nuevo oficio, que le llegaría el 17 de mayo de 1572 al ser
nombrado Capitán General de la Artillería de los Reinos y Coronas de Castilla y Aragón,
dándosele entrada en el Consejo de Guerra. Su labor sería administrativa hasta que en 1580
volvió al campo de batalla en la conquista de Portugal, realizando su última Jornada a Monzón,
durante la cual falleció (CFA, pp. 4-89).
398
Francés a Zayas, 23 de diciembre de 1568, Ibídem, p. 96, "Vuestra merced le asegure que
cuando yo me vea a sus pies, entenderá que con fundamento tengo razón de haberle sido tan
importuno en esto. Yo no quiero andar con el Duque en demandas y respuestas en ninguna
manera, sino alexarme dello cuanto pudiere, ni tampoco sufro que me apriete más el cordel,
especialmente no siendo en servicio de Dios ni de S. M., y cierto conviene que la persona que
esté aquí le agrade; yo me conozco que nunca lo podré hacer, porque nunca me dexa de repelar
con rapaces, como algunos que tiene cabe sí (como Albornoz), que vuestra merced conosce, a
quien suplico haga este oficio enteramente con S. M. y no me meta más en esta plática con el
Duque”.
399
Francés a Albornoz, 14 de agosto de 1569, BNM, Ms. 18672, fol. 81.
400
Pierre Aguillon, aunque siempre se le nombra como Pedro Aguilón, fue secretario privado de
Granvela durante su estancia en los Países Bajos y cuando este fue expulsado le mantuvo
136
Castilla, el embajador pasó por los Países Bajos, donde confrontaría opiniones con el
gobernador y otros personajes que le sirvieron para redactar sus famosos
Advertimientos, donde criticaba a Alba, a sus “hechuras” y a su política401.
Sin duda, el relevo de embajador había sido propiciado por Espinosa y Éboli,
encargados de los asuntos franceses tras la caída en desgracia de Alba, que consideraban
necesario un acercamiento a la corona francesa para coordinar esfuerzos402.
Evidentemente, el nuevo embajador encargado de llevar a cabo esas pretensiones no iba
a compartir las ideas del “Gran Duque” y, de hecho, se obviaron sus candidatos Juan de
Ayala y Gonzalo Rodríguez de Salamanca, siendo escogido, finalmente, Diego de
Zúñiga403.
Todas estas dificultades entorpecieron la posible colaboración católica entre
París y Bruselas para arrinconar eficazmente a los hugonotes, pese a que el de Alba
envió tropas en diversas ocasiones a sus partidarios franceses, como los 1500 caballos
que comandó Pierre-Ernest de Mansfeld404 en 1569. Esto produjo que los católicos no
pudieran imponerse en la guerra y la firma de la Paz de Saint Germain el 4 de agosto de
1570 fue un duro golpe para su causa, ya que significó el fracaso de la política de
eliminación de los hugonotes del cardenal de Lorena, que cayó en desgracia junto a los
Guisa a los que se apartó de las decisiones durante dos años, y se les daba posibilidad de
informado sobre los diferentes sucesos hasta que en 1568 se instaló en Francia (G. JANSSENS,
“Cardinal Granvelle and the revolt in the Netherlands...”, p. 137).
401
Los redactó en Alcobendas, con fecha del 4 (CODOIN, XXXV, pp. 494-504) y 5 de enero de
1572 (Ibídem, pp. 504-513. Tb. parte en M. LAFUENTE, Historia de España, Madrid, 1869,
XIII, pp. 546-550 y completa en AGS, E., leg. 549, f. 126). En ellos presentaba una situación
muy deteriorada y las numerosas protestas de personajes como Noircarmes, Berlaymont,
Hierges, Vitelli, Viglius y Tisnacq contra la alcabala. Remataba sus advertimientos recalcando
la necesidad imperiosa de acelerar la llegada de Medinaceli a Flandes.
402
S. FERNÁNDEZ CONTI, Los consejos de Estado y Guerra..., p. 117 y nota 58.
403
M. A. OCHOA BRUN, op. cit., p. 85.
404
Nació en Luxemburgo el 20 de julio de 1517 como segundo hijo de Ernesto de Mansfeld y
de Dorotea de Solms. Con 11 años fue recibido como paje en la corte de Fernando de Austria y
sus primeras armas las hizo en 1535 en la conquista de Túnez. Permaneció al lado del
emperador hasta recibir en 1545 el Toisón de Oro y el gobierno de Luxemburgo. Defendiendo
dicha tierra fue hecho preso por los franceses en 1552 y permaneció cautivo hasta 1557. Durante
la Revuelta, permaneció siempre fiel a Felipe II y en 1569 fue encargado de comandar las tropas
de refuerzo para Carlos IX en Francia. Requesens le hizo consejero de Estado y en 1592, tras la
muerte de Farnesio, ocupó interinamente el cargo de gobernador general hasta la llegada de
Ernesto. Murió el 22 de mayo de 1604 en su tierra de Luxemburgo (J. MASSARETE, La vie
martiale et fasteuse de Pierre-Ernest de Mansfeld, 1517-1604, París, s. d. (1930), 2 vols.). La
celebración de la capitalidad cultural europea de Luxemburgo en 2007 incrementará, sin duda,
de forma notable los estudios sobre este fundamental personaje de la historia de la Monarquía
Hispánica, injustamente poco tratado en la historiografía hasta la fecha, durante la segunda
mitad del siglo XVI. Resaltar la obra J.-L. MOUSSET y K. de JONGE (eds.), Un prince de la
Renaissance, Pierre-Ernest de Mansfeld (1517-1604), Luxemburgo, 2007, 2 vols. donde
aparecen diversos ensayos y el catálogo de la exposición sobre el personaje.
137
culto en algunos lugares así como las 4 fortalezas de La Rochelle, Cognac, Montarbón y
La Charité.
Por supuesto, esta paz también supuso un serio revés para Alba, que llegó a
calificarla como del “demonio”405, que contempló seriamente la posibilidad de invadir
el reino vecino por temor a sufrir un ataque desde esas tierras, aunque no llegó a llevarlo
a cabo por miedo a despertar a los príncipes alemanes de su letargo o alterar la situación
en Flandes. Sus temores ante una posible invasión estaban fundados y, nada más acabar
la guerra civil, Nassau, hermano de Orange, comenzó a recaudar fondos en varios países
y entabló conversaciones con los hugonotes franceses y con Carlos IX para efectuar el
ataque. Estas tuvieron lugar entre el 28 y el 30 de julio de 1571 y estuvieron a punto de
cristalizar, llegándose incluso a hablar del reparto que harían Francia, el Imperio e
Inglaterra de los Países Bajos y pensionando la Corte francesa a Nassau y Orange con
2000 y 1000 escudos anuales respectivamente. Afortunadamente para los intereses
hispanos, Anjou rechazó el matrimonio que se le había ofrecido con Isabel I de
Inglaterra y la alianza contra Felipe II no se llegó a formalizar pese al Tratado de Blois,
firmado el 22 de abril de 1572, en que Francia abandonaba la causa de María Estuardo
en Escocia.
En esas fechas llegaron rumores a oídos del duque de Alba sobre una posible
invasión de los Gueux desde Inglaterra, pero, sin embargo, su mayor temor seguía
estando en Francia y por ello reforzó las tropas en ese sector y envió a Adrien
d´Oignies, señor de Ulliverval, a París para certificar las intenciones de Carlos IX. Este
decidió, sorpresivamente, retirar su apoyo a Nassau y desarmar los barcos de Orange
presentes en sus puertos. La matanza de San Bartolomé del 24 de agosto de 1572
corroboró el cambio de política de Carlos IX y la potenciación de los católicos en su
Corte.
Aunque nunca se ha podido demostrar la actuación directa de la Corona en la
matanza, la libertad de acción que dejó a los Guisa, permitió que estos hicieran
desaparecer a su principal enemigo, Coligny, y a gran cantidad de líderes hugonotes
destacados. El duque de Alba fue, sin duda, el gran beneficiado por la masacre, ya que
no tuvo que volver a preocuparse hasta el final de su gobierno de un posible ataque
desde Francia y, una vez hubo controlado la invasión de Nassau, que había logrado
ocupar Valençiennes y Mons, se pudo dedicar a intentar expulsar a los Gueux de
Holanda. Sin embargo, esos meses de distracción habían resultado cruciales y
405
Alba a Francés de Álava, 3 de septiembre de 1570, EDA, II, nº 1132, p. 418.
138
permitieron que la invasión en el Norte se consolidara y que se estableciera una
avanzadilla que el duque ya no pudo eliminar.
Este cambio en la política exterior francesa no puede entenderse sin contemplar
el resto del panorama internacional y, en especial, las relaciones que la Monarquía
mantuvo con Inglaterra durante esos años.
El duque de Alba era proclive a conservar la amistad, o al menos conseguir la
neutralidad, de Inglaterra para conseguir aislar a Francia, aunque su reina Isabel I fuera
“hereje”. Esta visión chocaba frontalmente con la del Papado y la del partido “ebolista”
-encarnada sobre todo en el duque de Feria, antiguo embajador en la isla y casado con la
inglesa Jane Dormer-, que creía necesario apoyar fervientemente a los católicos ingleses
para derrocar a la reina. Este esquema previo iba a mediatizar, sin duda, las relaciones
entre la Monarquía e Inglaterra durante los años en que Alba fue gobernador de Flandes.
Podemos considerar que la relación mantenida por Felipe II e Isabel I durante los
diez primeros años de reinado de la inglesa, que accedió al trono en 1558, había
resultado excelente, pese a la renuncia de Isabel a esposarse con Felipe o el archiduque
Carlos. Así, el monarca hispano le ayudó en dos ocasiones ante los envites del Papa; la
primera tuvo lugar en 1561 cuando la reina rechazó recibir la visita de un Nuncio Papal
y la segunda en 1563, con apoyo del emperador, al no llevar a cabo la excomunión
decidida contra ella en Trento406. Esta situación parecía augurar que el duque de Alba
podría mantener una buena relación con Inglaterra sin excesivos problemas, pero la
Revuelta de los Países Bajos había modificado significativamente la situación
estratégica de todo el Norte de Europa y afectó inevitablemente a las relaciones
anglohispanas.
Los primeros síntomas de empeoramiento de la situación vendrían con la
expulsión del embajador inglés en Madrid, el protestante John Man, en 1568, por
iniciativa de Feria que tuvo fuertes enfrentamientos con él407. Resulta sintomático que
esta medida se tomara únicamente cuando el duque de Alba ya había partido hacia
Flandes, ya que mientras estuvo en Madrid fue uno de sus pocos defensores en aras de
seguir manteniendo buenas relaciones con Inglaterra. De igual importancia para el
enturbiamiento de las mismas fue la sustitución del embajador hispano Diego Guzmán
de Silva, que disfrutaba de un excelente cartel en la corte inglesa, por Guerau de
406
P. O. de TÖRNE, Don Juan d´autriche et les projets de conquête de l´angleterre. Étude
historique sur dix années du zeiziéme siècle. 1568-1578, Helsingfors, 1915, I, pp. 1-20.
407
J. RETAMAL FAVEREAU, Diplomacia anglo-española durante la Contrareforma,
Santiago de Chile, 1981, pp. 23-52.
139
Spes408, afín al partido “ebolista” y, por tanto, enemigo de las actuaciones de la reina
inglesa. A este deterioro habría que sumar, por último, la situación de María Estuardo,
prisionera de su prima Isabel desde mediados de junio de 1568 tras ser derrocada de su
reino escocés por su hermanastro Murray, que buscó la protección de los monarcas
católicos como Felipe II y el Papa. De esta manera, podemos considerar que 1568 fue
un año crítico para las relaciones entre ambos reinos, que ya no volverían a ser tan
amistosas como antaño.
El duque de Alba debía jugar un papel primordial en la recomposición de las
mismas, pero su primer contacto con Isabel I, pese a sus buenas intenciones, no pudo ser
más desafortunado, ya que no informó a la reina de su nombramiento hasta siete meses
después de producirse, lo cual enfureció a la soberana. A este desencuentro se uniría el
ocasionado por los refugiados de una y otra parte, así como las cuitas comerciales
surgidas en 1563-1564 cuando Granvela cortó el tráfico con la isla por una epidemia y
los ingleses reaccionaron llevándolo al Imperio; la Conferencia reunida en Brujas en
1565 para estudiar el caso no consiguió llegar a acuerdos de ningún tipo409.
Como podemos observar, las condiciones no eran las mejores para lograr un
entendimiento, por lo que Alba solicitó que el embajador de Spes pasara por Flandes
durante su viaje a hacerse cargo de su embajada, con el fin de consensuar una estrategia.
La reunión tuvo lugar en Bois-le-Duc el 20 de agosto de 1568 y ya en ese encuentro el
duque pudo comprobar que no podría contar con el apoyo del embajador en su idea de
suavizar las relaciones con el reino insular, debido lo agresivo de sus planteamientos
que se vieron reforzados cuando entró en contacto con el consejero Assonleville,
encargado de llevar los asuntos ingleses en el Conseil d´État, que defendía los mismos
presupuestos. Desde su llegada a Inglaterra, y pese a las advertencias de Alba, el
embajador procuró estar al tanto de las numerosas conspiraciones acaecidas en la Corte
londinense, apoyándolas decididamente.
La situación adquiriría un clima prebélico durante los últimos días del año, tras
el conocido suceso de la confiscación en el puerto de Plymouth y otros de los
408
Natural de Lérida, sus padres eran Jaime de Spes, gentilhombre de Fernando el Católico, y
doña María del Valle. Tras completar su educación, en la que aprendió latín y francés, en 1564
fue admitido en la Orden de Calatrava. Al año siguiente inició su carrera diplomática con su
primera misión en el extranjero, en concreto en Francia para un asunto de una abadía.
Posteriormente se le encargaron otras misiones, sobre todo en el Imperio, hasta que acudió a
Inglaterra. Su experiencia no era demasiada, por lo que debemos asociar su nombramiento a su
cercanía al “partido ebolista”. Sobre su actividad en Inglaterra, L. M. SANTAMARTA
LOZANO, Don Guerau de Spes en la Corte Isabelina: La Documentación Diplomática y el
Conflicto Anglo-Español en la segunda mitad del siglo XVI (1568-1571), Tesis doctoral inédita
defendida en la Universidad de Oviedo en 2001.
409
M. A. OCHOA BRUN, op. cit., pp. 165-166.
140
alrededores de cinco navíos que iban cargados de crédito para pagar los ejércitos que
estaba utilizando Alba para sofocar la Revuelta410. Pese a que un primer momento Isabel
I mostró su intención de dejarles partir, revocó la orden posteriormente y expresó su
idea de adquirir el crédito que iba en ellos. La respuesta de Alba fue secuestrar los
bienes de ingleses en territorios flamencos el 28 de diciembre, ante lo que Isabel I
decretó la detención de personas y bienes hispanos y el arresto domiciliario de Guerau
el 6 de enero del año siguiente. Desde esa fecha, el embajador no volvería a ser recibido
por la reina inglesa y se convirtiría en el aglutinante de los diversos grupos
descontentos, tras recibir las adhesiones de partidarios de María Estuardo, de
Northumberland, del famoso Ridolfi y de otros disidentes ingleses, irlandeses y
escoceses.
El duque de Alba decidió enviar a Assonleville a negociar, lo que fue visto por
muchos coetáneos como un error táctico, pues debían haber sido los ingleses los que
dieran el primer paso al haber arrestado ellos los barcos. Sin embargo, el “Gran Duque”
creía necesario resolver el asunto, ante las opiniones que comenzaba a mostrar Felipe II
sobre la posibilidad de atacar Inglaterra y la conveniencia de poner a María Estuardo en
el trono. La misión del consejero flamenco, que partió el 9 de enero y el 20 llegó a
Inglaterra, fue un rotundo fracaso, pues ni siquiera fue recibido.
Pese a ello, Alba volvió a expresar que “me parecería mejor tomar el camino de
la blandura”411 y su entendimiento con el cardenal Espinosa le permitió conseguir que
Felipe II continuara apoyando la búsqueda de soluciones pacíficas a través del envío de
otros ministros que no fueran Assonleville. A tal efecto, el monarca le concedió el 19 de
julio de 1569 unos poderes suficientes para negociar en su nombre la solución al
conflicto412, y con estos documentos en la mano el duque decidió enviar como nuevo
emisario a Chiappin Vitelli acompañado del letrado Jean Foncq413. Esta acción
diplomática se vería complementada con el apoyo a las aventuras de algunos
410
Una descripción de este asunto en L. M. SANTAMARTA LOZANO, op. cit., pp. 70-80.
411
Alba a Felipe II, 10 de marzo de 1569, CODOIN, XXXVII, pp. 570-572.
412
Felipe II a Alba, 19 de julio de 1569, Ibídem, XXXVIII, pp. 161-168.
413
Jean Foncq, conocido también como Fonchius, Funquio, Junglo o Funglo, era natural de
Amersfort. Doctor en derecho, residió en Roma durante 15 años como revisseur des suppliques
de justice a los comienzos de su carrera. Después consiguió varios oficios como los de preboste
de las iglesias colegiales de Notre-Dame de Utrecht, St. Severin y de Notre Dame ad gradus en
Colonia, abad secular de Notre-Dame de Namur o canónigo de Namur, de Tournay y de S.
Lambert en Lieja. En 1570 fue nombrado consejero del Consejo Privado, gracias a la intercesión
de su patrón Granvela, y en 1579 se le llamó a Castilla como guardasellos, recibiendo el título el
24 de marzo de 1580 y en 1581 el de canciller del Toisón de Oro. Murió en Monzón el 10 de
octubre de 1585, cuando se preparaba para volver a los Países Bajos a tomar el puesto de obispo
de Gante (Biografía en el DBE).
141
comerciantes italianos como Tommaso Fiesco o Ridolfi, que se encargarían de negociar
las restituciones con Isabel I, y con intentos por desacreditar a Guerau de Spes para
aislarle de las negociaciones414.
Pese a estos esfuerzos, la misión de Vitelli estaba predestinada al fracaso, porque
los consejeros más cercanos a Isabel I comenzaron a conocer los detalles sobre la
preparación de una revuelta comandada por el duque de Norfolk en el Norte de
Inglaterra, siendo apresado el cabecilla el 8 de octubre e identificando a Guerau como
uno de los que estaba al corriente. Fruto de ello fue la detención de Vitelli en la frontera
por unos días y, cuando se le permitió la entrada en el país, solo pudo hacerlo
acompañado de Foncq y unos pocos criados. La primera audiencia que se le concedió el
22 de octubre demostró que Isabel I no iba a negociar nada con él, aduciendo la excusa
de su falta de poderes para tratar asuntos de ese calado415. Vitelli fue recibido otras tres
veces, el 26 de octubre y el 6 y el 17 de noviembre, pero se encontró siempre con la
misma respuesta y retornó a Flandes sin resultado alguno416.
Mientras, en Flandes, el duque de Alba trataba de mantenerse al margen de los
complots, pese a la insistencia papal para que se implicara en ellos. Así, el envío en
marzo de Carlos de Éboli a Bruselas con la excusa de conceder al duque una espada y
una toga bendecidas417, no tenía más finalidad que realizar el primer acercamiento del
Papado a Felipe II para conseguir desterrar a Isabel I del trono de Inglaterra y colocar a
algún católico en el mismo. El duque difirió la comunicación de esta noticia a su
monarca hasta el 11 de diciembre y, cuando lo hizo, insistió en la necesidad de no
romper con Inglaterra418.
Estos retrasos propiciaron que la revuelta del Norte y la de Léonard Dacres en
febrero de 1570, que estaba aún peor preparada, fueran aniquiladas419. El apoyo papal
plasmado en la publicación el 25 de febrero de 1570 de la bula Regnam in excelsis,
414
Zayas a Alba, 2 de septiembre de 1569, AGS, E., leg. 542, fol. 64, "Y el Mare Magnum de
las de Don Guerau, que cierto, si escriviesse tanta substancia como palabras el se da buena maña
en no comer el pan de balde, que por françia y por Bilvao ha venido otro mundo dellas estos
dias, y aca setiene la misma opinion que V. Excelencia que le engañan y traen embelesado,
como a ministro nuevo, aunque con los advertimientos, que V. Excelencia le embio, en las dos
postreras cartas que le escrivio, puede tomar tan grande liçion, que si se aprovecha dellas, sacara
mas fructo que de toda la philosophia que ha leydo".
415
Como describió el propio Vitelli a Alba en una carta del 23 de octubre (CODOIN, XXXVIII,
pp. 200-205).
416
J. RETAMAL FAVEREAU, op. cit, pp. 149-151.
417
“Relación del recibimiento del estoque y sombrero que el Papa envió al Duque de Alba”,
AGS, E., leg. 8340, f. 199, junto al breve pontificio.
418
Alba a Felipe II, 11 de diciembre de 1569, CODOIN, IV, pp. 519-521.
419
P. O. DE TÖRNE, op. cit., pp. 73-93 ; J. RETAMAL FAVEREAU, op. cit., pp. 151-162 y L.
M. SANTAMARTA LOZANO, op. cit., pp. 116-172.
142
donde hablaba de los fallos de Isabel I y desligaba a los católicos ingleses de su
juramento excomulgando a los que se relacionaran con ella, llegaba demasiado tarde y
con el rechazo, además, de Felipe II, Carlos IX y Maximiliano II, a los que Pío V no
había consultado. La publicación de la Bula salpicó también a de Spes, pues aunque la
comisión inglesa que estudió el caso reconoció que ni Francia ni la Monarquía andaban
detrás de la publicación, si pudo demostrar que fue un capellán del embajador quien
mostró una copia de la bula a Felton, caballero del duque de Norfolk, quien la colocó en
la puerta del palacio del obispo de Londres el 15 de mayo420.
Pese al fracaso de los levantamientos, Pío V continuó negociando con un Felipe
II cada vez más proclive a ello. Sin duda, los cambios faccionales que se estaban
produciendo en Madrid favorecieron el nuevo rumbo, así como la preocupación que se
comenzó a sentir por el acercamiento de Isabel I a Francia tras la Paz de Saint Germain,
que se plasmó en el cambio de embajador inglés, Walshingham por Norris, y en el
inicio de las negociaciones para el matrimonio con el duque de Anjou421.
El miedo a que Inglaterra se echara en manos de los franceses también
preocupaba, y mucho, a Alba, pero su estrategia para evitarlo era la de eludir la ruptura
con el gobierno de Isabel I. Para ello, procuró encauzar las conversaciones entre Felipe
II y el Papado por medio de su persona, aprovechando las excelentes relaciones que
mantenía con el embajador filipino en Roma, Juan de Zúñiga, a través del cual procuró
hacer desistir a Pío V de la empresa de la invasión de Inglaterra, ya que para poder
llevarla a cabo eran necesarios “medios humanos y no solo divinos”422. Igualmente,
trató de convencer a Felipe II de que podía fomentar y patrocinar a los rebeldes, pero sin
declararse abiertamente en guerra.
El miedo al acuerdo con Francia no era patrimonio exclusivo de la Monarquía e
Isabel I también temía que Felipe II pudiera hacerlo, ante lo cual decidió enviar a
Flandes a tres emisarios, los primeros tras el secuestro de los barcos, que fueron Thomas
Cobham, Jhon Marsh y Henry Cobham acompañados del mercader Tomas Fiesco. Pese
a que llegaron anunciando que Isabel I iba a proceder a la restitución, en las
negociaciones con Viglius, Noircarmes, Assonleville y Schetz no se consiguió llegar a
ningún acuerdo válido423. Dichos enviados expusieron, igualmente, que la reina no
enviaría embajador alguno a Madrid mientras continuara Guerau en Inglaterra,
420
J. RETAMAL FAVEREAU, op. cit., pp. 171-172.
421
Ibídem, pp. 184-185.
422
Alba a Zúñiga, 4 de diciembre de 1569, CODOIN, IV, pp. 516-519.
423
Alba a Felipe II, 30 de abril de 1570, EDA, II, pp. 361-365.
143
exigencia que aprovechó el duque de Alba para solicitar abiertamente por primera vez
su relevo.
Tras este primer acercamiento se produjo el envío de Cobham a Madrid en junio
de 1571, con la firme intención de poder resolver las diferencias. Sin embargo, esas
conversaciones en el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial tampoco llegaron a
buen puerto, excepto en la decisión de que Guerau de Spes saliera de Inglaterra, debido
al auge de los partidarios de una política agresiva hacia Inglaterra, así como a la especial
relación que se mantenía con el Papado tras la creación de la Liga Santa contra los
turcos424. Solo así se puede explicar que el “Rey Prudente” decidiera apoyar el famoso
complot de Ridolfi, proyecto que tenía unas bases claramente inestables y arriesgadas.
Estas se habían puesto durante el viaje que inició el mercader italiano en marzo
de 1571425. Su primera escala fue Flandes, donde Alba no le tomó en serio, para pasar
después a París, donde cometió sus primeras indiscreciones, y Roma, donde se
entrevistó con Pío V que acogió su plan con entusiasmo, pese a los intentos de Juan de
Zúñiga por desprestigiarle. Camino de Castilla hizo escala en Florencia, donde cometió
nuevas indiscreciones que el duque de Toscana se encargó de transmitir a Isabel I. Una
vez en Madrid, donde llegó a finales de junio, se entrevistó con don Juan de Austria,
que apoyó entusiasmado el proyecto, con Zayas, que intentó oponerse a los planes, con
el nuncio y con Felipe II, que decidió sustentar la idea el 3 de julio. En virtud del
acuerdo, el monarca envió a Alba una provisión de 200000 escudos para usar en la
empresa y ordenó que fuera Chiappin Vitelli quien dirigiera la armada para una posible
invasión. Los intentos del gobernador de Flandes por evitar la acción de Ridolfi fueron
vanos y tuvo que iniciar los preparativos, aunque el rápido descubrimiento del complot
en septiembre, lo cual supuso el retorno a prisión de Norfolk el 7 de ese mismo mes y la
detención del obispo de Ross el 13426, permitió que Alba pudiera interrumpirlos
rápidamente, a la vez que azuzaba los comentarios contra el fracasado conspirador427.
El principal afectado por el fracaso del complot fue el embajador Guerau de
Spes. El 14 de diciembre se le convocó a un Consejo, donde se le comunicó que en tres
424
S. FERNÁNDEZ CONTI, Los Consejos de Estado y Guerra..., pp. 118-122.
425
Las cartas sobre su viaje por Roma, Flandes y España en IVDJ, Envío 5, nº 103-121 y un
estudio sobre el mismo en J. RETAMAL FAVEREAU, op. cit., pp. 207-213.
426
Una descripción de los acontecimientos en P. O. DE TÖRNE, op. cit., I, pp. 102-126 y L. M.
SANTAMARTA LOZANO, op. cit., pp. 274-358 entre otros.
427
Albornoz a Zayas, 4 de noviembre de 1571, AGS, E., leg. 546, fol. 21, "Perdoneselo dios a
aquel vaziado de Ridolfi que por hazerse hombre de negocios y va derramando por todo el
mundo su comission el es yaydo y hadexado hecho buen negocio" o Alba a Zúñiga, 25 de
febrero de 1572, IVDJ, Envío 6, carpeta 1, ff. 336-338, transcrita en el 337, en que el
gobernador recalca que el mercader italiano habría hecho bien en dedicarse a sus mercaderías
antes de dejar enlodados a tantos hombre en Inglaterra.
144
días debía salir de la Corte a la vez que Isabel I se excusaba ante Felipe II por echarle,
recalcando que era por cargos contra el embajador y no por enemistad con él y que
estaría dispuesta a recibir a un nuevo enviado de la Monarquía. Guerau embarcó en
Dover el 21 de enero de 1572 con dirección hacia los Países Bajos, donde permaneció
unos meses hasta que emprendió viaje a Castilla. Su nombre volvería a aparecer
vinculado a Flandes al inicio del gobierno de Luis de Requesens como posible Veedor
General, pero su fallecimiento impidio que el nombramiento se llevara a cabo428.
En su lugar en Inglaterra, se decidió que permaneciera como embajador
provisional François de Hallewyn, señor de Zweveghein, que había acudido a las islas
por encargo del duque de Alba el 2 de marzo de 1571 con el fin de seguir negociando
sobre las restituciones, tarea en la que fracasó. No lo haría Antonio de Guaras,
encargado de los papeles de la embajada, que consiguió retomar los contactos con Isabel
I gracias a sus excelentes relaciones con el secretario Cecil y el 15 de marzo de 1573 se
firmó en Nimega un tratado por el que se normalizaba el tráfico mercantil y se
formalizaba una tregua por diez años, donde comisarios de ambos bandos se reunirían
para tratar las diferencias429. Felipe II, sin embargo, no apoyaría de manera explícita
dicho acuerdo, que sería visto en la Corte madrileña como un simple tratado comercial
entre Alba e Isabel I.
Pese a que se había conseguido volver a encauzar las relaciones anglo-hispanas
durante los últimos años del gobierno de Alba, la puerta al conflicto entre ambas
potencias se había abierto y este llegaría no muchos años después. Aunque Isabel I aún
no apoyaba abiertamente a los Gueux se podía intuir, sin duda, que lo hacía de forma
soterrada, ya que le eran útiles como medio de estorbar a los gobernadores hispanos de
los Países Bajos y distraer así tropas de Felipe II. De esta manera, cuando cerró en abril
de 1572 sus puertos a los Watergeuzen, que por ello tuvieron que atacar Brielle, no hizo
nada por evitar que cientos de flamencos con material salieran de su reino en dirección a
la cabeza de playa ocupada por los rebeldes, incrementándose su intervención en los
asuntos flamencos de forma notable en años sucesivos430.
Por último, conviene mencionar el papel del duque de Alba en las relaciones
entre Felipe II y el Imperio, que se antojaban de vital importancia para poder
428
Hay varias referencias al asunto en AGS, E., legs. 559 y 560.
429
M. A. OCHOA BRUN, op. cit., pp. 171-172.
430
Ch. WILSON, op. cit., pp. 26-27 y W. T. MaCCAFFREY, Queen Elizabeth and the Making
of Policy, 1572-1588, Princeton, 1981, pp. 164-166.
145
contrarrestar las numerosas voces que se alzaron en los territorios imperiales contra la
política de excesiva dureza que el nuevo gobernador pretendía aplicar431.
Ya desde 1566, Felipe II fue gestando un discurso diplomático con respecto a la
Revuelta y a la dureza con la que se iba a tratar de reprimir que se iba a mantener en los
años siguientes, siendo redactada la primera misiva al efecto el 22 de agosto432.
Margarita de Parma paralizó el envío de esa carta y redactó una nueva, con fecha del 10
de octubre, en donde exponía su propio ideario político, solicitando que la contestación
no fuera dirigida al monarca hispano sino a ella. Como es de suponer, las respuestas de
los príncipes fueron muy diversas y algunos luteranos, caso del elector Palatino,
abogaron por la libertad religiosa. Sin embargo, sus opiniones no fueron escuchadas y
las siguientes cartas de Felipe II estuvieron encaminadas a anunciar la marcha a Flandes
del duque de Alba y la posterior del monarca.
Pese a haber preparado el terreno sobre las medidas que iba a tomar el nuevo
gobernador, el impacto que causaron las detenciones de los nobles, algunos de los
cuales tenían tierras y familia en el Imperio, fue brutal. El emperador, cercano a la
Reforma, y otros príncipes intentaron interceder por ellos, caso del elector de Maguncia,
que escribió en defensa de Hornes en octubre de 1567, o de Henri de Brunswick-
Wolfenbüttel, que lo hizo en marzo de 1568 por Egmont, pero fue en vano433. Las
ejecuciones del 5 de junio de 1568, como era de esperar, provocaron una riada de
protestas, que Felipe II intentó mitigar a través de una nueva misiva con fecha 24 de
mayo en la cual desmentía el bulo que se estaba corriendo referente a la configuración
de una alianza antiprotestante liderada por él. Sin embargo, el discurso propagandístico
que Felipe II trató de elaborar para justificar sus acciones tuvo escaso éxito.
El duque de Alba, por su parte, pretendía mantener la paz en el Imperio para
poder sofocar la Revuelta y su principal herramienta para conseguir ese fin fue la buena
relación que mantenía con el embajador de Felipe II en Viena desde 1565, el ya
conocido Thomas de Perrenot, señor de Chantonay434. Podemos considerar que el
entendimiento entre ambos personajes fue total durante los años que coincieron en sus
respectivos cargos y solo se torcería al final de la estancia de Chantonay en Viena en
431
Recordar el trabajo de M. WEIS, Les Pays-Bas espagnols et les Etats... para las relaciones
entre el Imperio y los Países Bajos; por lo que respecta a las del Imperio con la Monarquía, el
clásico trabajo de B. CHUDOBA, Spain and the Empire, Chicago, 1952.
432
Sobre la correspondencia oficial de Felipe II con los príncipes alemanes en la Revuelta, M.
WEIS, Légitimer la répression des Troubles. Les correspondances du pouvoir espagnol avec les
princes allemands au début de la révolte des Pays Bas (1566-1568), Bruselas, 2003, passím.
433
M. A. OCHOA BRUN, op. cit., pp. 117-119.
434
Sobre la relación entre ambos, nuestro artículo ya citado, “Las relaciones entre Flandes y el
Imperio tras el comienzo de la Revuelta de los Países Bajos (1567-1571)...”.
146
1570, por las discusiones sobre su nuevo destino político y por el deterioro que estaban
sufriendo las relaciones que Alba mantenía con su hermano Granvela. Su ayuda fue, por
tanto, fundamental para que el gobernador de Flandes pusiera en práctica sus planes,
toda vez que la emperatriz María, que podía haber sido otro gran apoyo, era deudora de
ideas políticas y religiosas muy diferentes.
Tras las primeras medidas tomadas por Alba, Chantonay se disculpó ante
Maximiliano II y solicitó su ayuda para aplacar la rebelión. Sin embargo, el emperador
declaró que no podía hacer nada por ayudar a su primo, aunque prometió no interceder
por los rebeldes si el duque de Alba no ingresaba en el Imperio en su lucha por destruir
los ejércitos rebeldes que Orange y sus partidarios llevaban meses formando. Esto no
era lo pretendido por el gobernador, ya que contaba con poder entrar en territorio
imperial para reducir a sus enemigos435, o, si el emperador no lo permitía, que, al
menos, no dejara unirse a las tropas de Orange en Clèves y que castigara a los condes de
Frisia Oriental que ayudaban al rebelde436. Esa política de “neutralidad” pretendida por
Maximiliano II había sido pergeñada por su principal consejero en estos asuntos, Lazare
Schwendi, y, por supuesto, no agradó en nada a Alba y Chantonay.
Fue este consejero, sin duda, uno de los que más insistió al emperador para que
enviara a su hermano, el archiduque Carlos, a Madrid para intentar negociar una
tregua437. La iniciativa había partido de los electores eclesiásticos de Colonia, Maguncia
y Trèveris, recelosos del despliegue de tropas de la Monarquía Hispana en los Países
Bajos. Dichos príncipes se reunieron en Bacharach en julio, uniéndose a ellos los
electores del Palatinado y de Sajonia, y, una vez celebrada la reunión, comisionaron a
sus embajadores a Viena para solicitar al emperador que enviara un representante a
Madrid con el objeto de conseguir que Alba restableciera la paz en Flandes. Este aceptó,
aún a sabiendas de que la razón estaba de parte de Felipe II, por lo que tuvo que ocultar
el verdadero motivo de la embajada y expuso que la razón de la misma era tratar los
matrimonios de las archiduquesas con los reyes francés y portugués438.
Junto a esta decisión, los embajadores de los 5 principados decidieron enviar al
conde Carlo de Zoon a Alba como comisario para buscar la paz, mientras que el barón
de Vinemburg acudiría a entrevistarse con Orange439, iniciativa que irritó
profundamente al gobernador de Flandes, que se negó en rotundo a ser considerado de
435
Alba a Felipe II, 19 de agosto de 1568, CODOIN, XXXVII, pp. 345-346.
436
Alba a Maximiliano II, 20 de agosto de 1568, EDA, II, nº 772, pp. 74-78.
437
Dicha embajada en M. A. OCHOA BRUN, op. cit., pp. 119-123.
438
Dietrichstein a Felipe II, 23 de agosto de 1568, CODOIN, XXXVII, pp. 358-363.
439
Chantonay a Alba, 8 de octubre de 1568, Ibídem, pp. 453-561.
147
la misma manera que el rebelde flamenco. Los esfuerzos diplomáticos realizados por
Felipe II, Alba y Chantonay para que no se llevara a cabo dicha misión fueron en vano y
el gobernador de Flandes, temeroso de que el asunto fuera llevado por personajes
contrarios a sus ideas, escribió al cardenal Espinosa para que se ocupara de todo440.
El 19 de noviembre, el archiduque Carlos desembarcó en Cadaqués y se dirigió
hacia Madrid, donde se entrevistó con Felipe II en varias ocasiones durante los últimos
días de diciembre de 1568 y los primeros de enero de 1569. La respuesta del monarca
hispano se produjo el 20 de enero y fue absolutamente negativa para todas las peticiones
imperiales441, ya que representó que lo único que se había realizado era castigar a unos
rebeldes y que la comisión del archiduque se había realizado solo por calumnias. Los
únicos puntos positivos de la embajada fueron que abrió la puerta para el futuro
matrimonio de Felipe II con su prima Ana, así como la posible creación de una liga
defensiva de los Países Bajos con algunos estados imperiales, que sería la futura Liga de
Lanszperg.
El archiduque abandonó la Corte el 4 de marzo y el 20 partió de Aranjuez a
Valencia, embarcando, finalmente, en Barcelona. Una vez en Viena, hizo entrega a su
hermano de la respuesta real, encontrándose este con la imposibilidad de presentar
dicho texto a los electores imperiales que habían solicitado la comisión, por resultar
ofensivo. Debido a ello, intentó modificarlo y requirió la ayuda de los dos embajadores
hispanos, el ordinario, Chantonay, y el extraordinario, Luis Venegas, que prestaron su
colaboración, lo que enfadó enormemente a Felipe II que les obligó a rectificar su
comportamiento, ante lo cual Maximiliano II decidió no dar ninguna respuesta a los
príncipes que se la habían reclamado442.
Por otro lado, la actitud ante los rebeldes flamencos no era el único punto de
tensión entre el Imperio y Flandes y existían otros dos asuntos harto conflictivos. El
primero de ellos era que Maximiliano II había comenzado a reclamar el pago de las
contribuciones atrasadas que correspondían a los Países Bajos para la defensa contra el
turco, según se había decidido tras la transacción de Augsburgo el 25 de noviembre de
440
Alba a Espinosa, 22 de noviembre de 1568, EDA, II, nº 824, p. 114. Seguramente, el papel
que envió el duque al cardenal con la información es el que hace mención M. A. OCHOA
BRUN, op. cit., p. 120, que lleva el título de “Lo que poco más o menos se puede collegir de la
Comisión de los comisarios que el Emperador embia a mi y al Principe de Oranges y de la yda
del archiduque Carlos en España, sacado de los despachos de su Majestad Cesárea y de
Chantone”, que se encuentra en BL, Additional, Ms. 18789, ff. 88-95.
441
Respuesta de Felipe II a su comisión de 1569 en AGS, E., leg. 8340, f. 207. Está publicada y
comentada en varios lugares, ver M. A. OCHOA BRUN, op. cit., p. 121, nota 577.
442
Ibídem, pp. 121-122.
148
1548443. El segundo conflicto, por su parte, estaba derivado de la concesión por parte
del emperador de la Confesión Augustana a los nobles de la Baja Austria, lo que
significaba en la práctica la libertad de conciencia, algo que no podía tolerar Felipe II444.
Pese a estas dificultades, el duque de Alba trató siempre de llegar a acuerdos con
el emperador, actitud que permitió que las relaciones Flandes-Imperio superaran a
mediados de 1569 la crisis sufrida en la segunda mitad del año anterior y la primera del
corriente. Ese acercamiento se vio ratificado por el acuerdo al que llegaron ambas
Cortes en lo referente a las contribuciones en diciembre de 1569, por el cual los Países
Bajos pagarían 146000 escudos al Imperio, con la revocación de la Confesión
Augustana por parte de Maximiliano II y con el matrimonio de Ana de Austria con
Felipe II. Estas medidas fueron complementadas con la atracción de ciertos señores
imperiales a través de pensiones, como fue el caso del conde Otto de Hebrestain o de
Jorge de Franisperg, así como con el relevo de Chantonay por las desavenencias que
mantenía desde hacía unos años con Maximiliano II.
El nuevo embajador don Francisco Hurtado de Mendoza y Fajardo, conde de
Monteagudo445, fue el gran favorecido por el cambio de rumbo de las relaciones entre
las dos ramas Habsburgo, que desembocaría en una actitud más favorable del
emperador a la Monarquía en los asuntos flamencos.
443
J. de IONGH, Mary of Hungary…, pp. 226-228.
444
M. A. OCHOA BRUN, op. cit., p. 113-114.
445
Sobre su embajada, Ibídem, pp. 124-126.
149
CAPÍTULO 3
UNA SOLUCIÓN PROVISIONAL,
DON LUIS DE REQUESENS (1573-1576)
3.1.- La elección de don Luis de Requesens como gobernador y los cambios
cortesanos en Madrid
Nacido el 25 de octubre de 1528 en Barcelona, don Luis era hijo de don Juan de
Zúñiga y Avellaneda y de doña Estefanía de Requesens, de la cual tomó el apellido446.
Inició su carrera en la Corte muy joven, pues en 1535 entró a servir como paje del
príncipe Felipe, del cual era ayo su padre. Tras fallecer su progenitor en 1546, Carlos V
le concedió la encomienda mayor de Castilla de la orden de Santiago, pasando a ser
conocido desde ese momento como el comendador mayor. Acompañó al emperador
durante su estancia en los Países Bajos y Alemania entre 1547 y 1549, periodo durante
el cual entabló una estrecha relación de amistad con Granvela, teniendo que retornar a la
Península Ibérica en la última fecha, tras fallecer su madre. Una vez puso en orden sus
asuntos familiares, regresó a la Corte de Carlos V, donde fue promovido al mando de
las galeras de la orden de Santiago, oficio que abandonó en 1556 tras los pleitos que
mantuvo con don Bernardino de Mendoza, capitán general de las galeras de España.
Durante los primeros años del reinado de Felipe II, Requesens no desempeñó
cargo alguno, fruto de su escasa cercanía al hegemónico partido “ebolista”, y no
regresaría a la arena cortesana hasta 1561, fecha en que fue nombrado embajador en
Roma. Su presencia en la Corte pontificia fue muy breve, pues, ante el conflicto de
precedencias con los embajadores franceses, decidió ausentarse de la misma,
conservando su acreditación ante la Santa Sede pero no ante el Pontífice; de este modo,
evitaba reconocerle como príncipe temporal. El embajador no regresaría a Roma hasta
que falleció Pío IV en 1565, influyendo en el consiguiente cónclave para que fuera
nombrado Pío V, afecto a la Monarquía Hispana.
Durante sus años de estancia en la “Ciudad Eterna”, Requesens supo ganarse la
confianza de Diego de Espinosa, al favorecerle en la obtención del capelo cardenalicio,
lo que le reportaría suculentos réditos políticos casi de inmediato. Así, en 1568 fue
nombrado lugarteniente de don Juan de Austria, nuevo capitán general de la mar,
446
Para su biografía, Configuración, pp. 468-469.
150
consiguiendo, a su vez, que su hermano menor Juan de Zúñiga447 le relevara como
embajador ante el Papa.
Sus años de convivencia con el hermano del rey estuvieron marcados por duros
enfrentamientos, debidos a las antagónicas visiones que ambos propugnaban para la
Monarquía, por lo que Requesens solicitó insistentemente su relevo. Éste se le
concedería en 1571, cuando, tras fallecer el gobernador de Milán, el duque de
Alburquerque, pasó a ocupar su puesto.
Desde la ciudad lombarda, Requesens dirigiría de una forma casi autónoma los
designios de Italia junto a su hermano Zúñiga en Roma, Granvela en Nápoles y el duque
de Terranova en Sicilia448, aprovechando tanto la crisis del Consejo de Italia como la
forma en que Espinosa organizó la política exterior de la Monarquía durante su
privanza. Sin embargo, tuvieron un fuerte enfrentamiento por la excesiva autonomía con
la que pretendía trabajar Requesens, por lo que se acabarían enemistando durante los
últimos meses de vida de Espinosa449.
A finales de 1572, tomó cuerpo en Madrid un rumor que situaba próximo el
retorno de Requesens a Castilla para hacerse cargo de forma efectiva del puesto de
consejero de estado que ostentaba desde 1568; sin embargo, el noble catalán se mostró
reacio a creer en dicha posibilidad450. No estaba exento de razón nuestro personaje, ya
que, si bien era cierto que se le iba a conceder un nuevo destino, éste no era retornar a la
Corte, sino acudir como gobernador a los Países Bajos, tal y como se decidió el 30 de
enero del año siguiente451.
Felipe II había decidido conceder finalmente al duque de Alba el tan ansiado
relevo y, para suplirle, barajó diversos nombres, siendo el marqués de Mondéjar el que
sonó con más fuerza, aunque el monarca se decantara finalmente por Luis de
Requesens. Se desconoce el nombre de los consejeros que influyeron en Felipe II para
que el comendador mayor fuera escogido, aunque, según parece, fue el Prior Antonio de
447
Su biografía en Ibídem, pp. 519-521.
448
Zúñiga a Requesens, 4 de enero de 1573, CODOIN, CII, p. 11, “Yo voy cada día perdiendo
amigos en Roma por estar V. E. en ese gobierno, y el Cardenal de Granvela en Nápoles, porque
piensan que con entrambos puedo lo que quiero, y yo deseo más que cada uno haga bien su
oficio que no tener muy contentos á los que piden sinrazones”.
449
En general, para la situación en Italia durante este periodo, M. RIVERO RODRÍGUEZ,
Felipe II y el gobierno de Italia, Madrid, 1998, capítulos IV, “La reforma de los letrados (1565-
1572), pp. 95-119 y V, “El legado de Espinosa (1573-1578)”, pp. 121-140.
450
Requesens a Zúñiga, 21 de enero de 1573, Cfr. J. M. MARCH, El Comendador Mayor de
Castilla. Don Luis de Requesens en el gobierno de Milán 1571-1573, Madrid, 1943, p. 313.
451
Ibídem, p. 309; A. W. LOVETT, “A new governor for the Netherlands,…”, pp. 93-94 y W.
MALTBY, op. cit., p. 305.
151
Toledo el que le propuso452; sin duda, el cuñado de Alba había adquirido una notable
influencia y pudo inclinar la balanza hacia un personaje cercano a sus ideas políticas453.
Igualmente importante fue la opinión de Benito Arias Montano, personaje que tenía en
alta estima al duque de Alba, pero que creía más conveniente situar a don Luis como
nuevo gobernador454.
El caso es que, una vez tomada la decisión, se le comunicó al interesado, aunque
solicitándole que la mantuviera en secreto hasta que se hiciera oficial. La recepción de
la noticia fue un duro golpe para Requesens455, sensación que se agravaría con la
incertidumbre que le provocó el hecho de que no se especificara en el nombramiento si
la elección era temporal o definitiva, ya que se le indicaba que el marqués de Ayamonte
ejercería como gobernador de Milán durante su ausencia456. El noble catalán dejó la
contestación de las cartas de Felipe II a su hermano, al no encontrarse con la
tranquilidad espiritual suficiente para hacerlo457, labor que Zúñiga realizaría hasta mayo,
momento en que Requesens creyó ver que Felipe II había descubierto el juego458.
Las tres primeras cartas de réplica, con fecha de 20 de febrero, se destinaron a
responder al despacho real del 30 de enero459. En la primera de ellas, Requesens se
declaraba incapaz de aceptar el cargo, debido a su nulo conocimiento de los problemas
flamencos, al tiempo que rechazaba convertirse en juez de residencia de Alba, como se
especulaba en la Corte, o adoptar un poder bicéfalo junto a Medinaceli o el cardenal
Granvela, porque ya se había demostrado que era un fracaso. La solución que nuestro
personaje propuso fue la de enviar a los Países Bajos a dicho cardenal, perfecto
conocedor de la realidad flamenca, junto a algunos hispanos e italianos para los cargos
452
Alba a Antonio Lada, 7 de junio de 1573, EDA, III, nº 1865, pp. 417-418.
453
Aunque otros autores sostienen versiones diferentes, como J. VERSELE que en “Las razones
de la elección de don Luis de Requesens como gobernador de los Países Bajos tras la retirada
del duque de Alba (1573)”, Studia Historica. Historia Moderna, 28 (2006), pp. 259-276,
argumenta que los motivos que impulsaron a Felipe II a su nombramiento fueron su falta de
carisma, su neutralidad faccional y su amistad con conocedores de Flandes como el cardenal
Granvela o Arias Montano.
454
J. G. C. de WOLF, op. cit., pp. 116-117. Sobre este religioso y su estancia en Flandes, L.
MORALES OLIVER, Arias Montano y la política de Felipe II en Flandes, Madrid, 1927; H.
SCHUBART, Arias Montano y el Duque de Alba en los Países Bajos, Santiago de Chile, 1962 y
B. REKKERS, op. cit.
455
Requesens a Zúñiga, 15 de febrero de 1573, Cfr. J. M. MARCH, op. cit., pp. 314-316; DDA,
p. 111.
456
A. W. LOVETT, “A new governor for the Netherlands,…”, p. 98.
457
J. M. MARCH, op. cit., p. 312 y CODOIN, CII, p. 35.
458
Requesens a Zúñiga, 4 de mayo de 1573, IVDJ, Envío 81, doc. 1280. En general, sobre esta
correspondencia, J. M. MARCH, op. cit., pp. 309-330 y J. LEFÈVRE, "Les débuts du
gouvernement de Don Louis de Requesens" en Miscellanea historica in honorem Leonis van
der Essen, Bruselas, 1947, I, pp. 515-522.
459
Las tres misivas se encuentran en CODOIN, CII, pp. 35-38, 38-39 y 39-42 (ésta última puede
ser del 20 o del 26, aunque el CODOIN se inclina por el 20).
152
de guerra y, si era necesario que acudiera finalmente, solicitaba poder elegir a su propio
equipo y tener las instrucciones antes de llegar a Flandes. En la segunda carta, por su
parte, se quejaba del perjuicio que le habían ocasionado aquellos ministros del rey que
habían estorbado su retorno a la Corte y conseguido que se le otorgara el cargo en
Flandes. Por último, en la tercera, abundaba en la inconveniencia de su nombramiento y
solicitaba un permiso para poder pasar por la Península Ibérica a poner sus asuntos en
orden, antes de partir a su nuevo destino. Como podemos observar, Requesens recurrió
a toda clase de argumentos para evitar ocupar su nuevo cargo, pero fue en vano.
Pese a las peticiones de discreción que Felipe II le había hecho, la noticia del
nombramiento se hizo pronto de dominio público, lo que enfadó aún más a Requesens
que, aunque había revelado a algunos amigos la noticia460, se había visto obligado a
mentir en varias ocasiones461. Las reacciones al nombramiento fueron diversas; mientras
Alba y Zayas trataron de apremiar su partida462, don Juan de Austria procuró
estorbarla463 y Granvela se felicitó por ello, ya que era bueno para él tener en Flandes a
alguien afín y permeable a sus planteamientos464.
Tras la negativa real a su sustitución por otro candidato, Requesens intentó, al
menos, diferir el nombramiento465. Así, en los primeros días de abril todavía tenía
esperanza de que el rey le excusara de realizar la Jornada, ya que había cesado la prisa
con que se le había mandado partir y pensaba que, al menos, podría acudir a Madrid
para tratar el casamiento de su hijo con Luisa de la Cerda, de la familia de Medinaceli.
Sin embargo, en julio fue consciente de que la situación era insostenible y de que debía
aceptar el cargo, cuyas instrucciones y nombramiento le fueron enviados el 17 de
agosto466.
En dicho mes inició los preparativos para su marcha el nuevo gobernador,
aunque la excomunión a la que fue sometido por sus problemas con el cardenal
Borromeo, y la posterior negociación para su absolución, lo retrasaron467. De esta
manera, la Jornada no se inició hasta octubre, recibiendo durante el transcurso de la
460
Zúñiga a Pedro Manuel, 27 de marzo de 1573, Ibídem, pp. 62-63.
461
Zúñiga al duque de Sessa, 9 de marzo de 1573, Ibídem, p. 47.
462
Alba a Antonio de Lada, 7 de junio de 1573, EDA, III, nº 1865, pp. 417-418 o Zayas a
Albornoz, 17 de julio de 1573, AGS, E., leg. 554, f. 67.
463
Juan de Austria a Felipe II, 25 de marzo de 1573, CODOIN, CII, p. 61.
464
Granvela a Zúñiga, 18 de julio de 1573, IVDJ, Envío 47, f. 102.
465
Ver dos cartas de Requesens a Felipe II del 28 de marzo de 1573, CODOIN, CII, p. 64 y pp.
64-65.
466
Circunstancia que Zayas comunicó a Alba (AGS, E., leg. 554, f. 55).
467
Sobre los problemas de Requesens con la Santa Sede, M. A. OCHOA BRUN, op. cit., pp.
197-210.
153
misma los despachos sobre su nuevo gobierno expedidos en Madrid el 21 de ese mes468.
Así mismo, Felipe II aprovechó el momento para advertir del relevo a Consejos y
Estados de los Países Bajos, así como a los príncipes vecinos469. El camino de
Requesens transcurriría a través de Saboya, Borgoña y el Franco Condado, donde pudo
comprobar la labor del nuevo presidente de Dôle470.
Mientras, en Bruselas, el duque de Alba aguardaba con impaciencia su llegada e
intentaba disponer el relevo de la mejor manera posible, aunque a veces se impacientara
por la tardanza471. Ante su intranquilidad, Felipe II le reclamó paciencia y le aconsejó
sobre la mejor manera de efectuar la mudanza para evitar emulaciones, conviniendo con
el “Gran Duque” en la necesidad que había de informar al recién llegado sobre el estado
de la cuestión antes de retornar a Castilla472.
Fue en esos precisos momentos cuando se conoció en los Países Bajos el nombre
del nuevo gobernador. La sensación generalizada fue que la persona elegida no era la
adecuada para solventar una crisis de tal magnitud y toda la esperanza que había
precedido la llegada del duque de Medinaceli, aunque luego no se viera compensada, se
transformó en escepticismo y en graves ataques contra Requesens. Así, se le acusaba de
ser un gobernador a préstamo, de no tener entidad suficiente para un cargo tan
complicado y de lo inoportuno del matrimonio de su hijo473. Sin embargo, los ataques
que más daño le hicieron fueron los referentes a que era “hechura” del duque de Alba y
que “se había criado en su casa como un buñuelo”474. Sin duda, la relación de
Requesens con el “Gran Duque” era cordial y de afinidad en muchos aspectos475, pero el
468
Felipe II a Alba, 21 de octubre de 1573, AGS, E., leg. 554, ff. 1-2; estos despachos, de
indudable interés, se encuentran en AZ, carpeta 93; doc. 31, “Descripción de los Países Bajos”;
doc. 32, “Instrucción particular”; doc. 33, “Instrucción”; doc. 34, “Sobre los consejos” y doc.
35, “Gobierno de la gente de guerra y otras cosas”. Los principales puntos en que hacían
hincapié eran en el uso y recuperación de los Consejos Colaterales y en no ceder en los aspectos
religiosos.
469
Felipe II a los Consejos Colaterales y a los Estados, 19 de octubre de 1573, CODOIN, CII,
pp. 318-319 y a Carlos IX, Ibídem, pp. 319-320.
470
Requesens a Felipe II, 4 de noviembre de 1573, AGS, E., leg. 554, f. 149. En esta carta
podemos observar su visión sobre la situación en Borgoña y el Franco Condado, donde alababa
la labor de Jean Froissard de Broissia, nuevo presidente de Dôle y cliente de Granvela.
471
Como podemos comprobar en Alba a Felipe II, 22 de octubre de 1573, EDA, III, nº 1993, pp.
531-532 o al Prior Antonio de Toledo, 23 de octubre de 1573, Ibídem, nº 2005, pp. 545-546.
472
Felipe II a Alba, 21 de octubre de 1573, CODOIN, CII, pp. 322-325.
473
Requesens a Jerónima (su mujer), 6 de agosto de 1573, Cfr. J. M. MARCH, op. cit., pp. 325-
326.
474
Requesens a Pedro Fajardo, marqués de los Vélez, CODOIN, CII, pp. 350-351 y a Zúñiga,
15 de noviembre de 1573, Ibídem, pp. 353-354.
475
Como podemos apreciar en su correspondencia, p. e. Requesens a Alba, 14 de enero de 1573,
AGS, E., leg. 8340, f. 233.
154
comendador mayor, siguiendo los consejos del cardenal Granvela476, tenía claro que
debía evitar que los flamencos le asociaran con él, para no heredar el resquemor que
había contra sus procedimientos. Unos meses después, Requesens supo que estos
rumores habían sido divulgados por el grupo de los “malcontents”, lo que provocó un
fuerte enfrentamiento con ellos.
Finalmente, el nuevo gobernador llegó a Bruselas el 17 de noviembre y fue
recibido por Fadrique de Toledo, ya que su padre se encontraba en cama con gota477.
Desde el mismo momento de su llegada, se pudo intuir que la situación se podía
complicar, ante la indefinición mostrada por Madrid sobre el momento de llevar a cabo
el relevo478. Además, el comendador mayor no sabía apenas nada de la situación en
Flandes y necesitaba imperiosamente el consejo de Alba, aunque era consciente de que
su relación se deterioraría en cuanto el antiguo gobernador viera que no iba a obedecer
fielmente sus directrices479.
Para evitar la incertidumbre y los posibles conflictos a ella asociados, el propio
duque de Alba decidió marcar los tiempos del relevo y, aunque el comendador mayor
declaró que prefería esperar un tiempo hasta conocer bien la situación480, el “Gran
Duque” le comunicó que permanecería en Flandes únicamente el tiempo imprescindible
para instruirle, tal y como le había pedido Felipe II, y partiría hacia Castilla lo antes
posible. Requesens trató denodadamente de evitar que Alba le remitiera los asuntos, ya
que de ese modo la gente confirmaría su impresión de que era su “hechura”, pero fue
inútil y se tuvo que hacer cargo del gobierno el 29 de noviembre en una ceremonia en la
que se encontraron presentes Aerschot, Viglius y Berlaymont481. La pronta partida del
duque de Alba el 19 de diciembre, cercenó toda posibilidad de enfrentamiento.
Otro asunto que se debía solventar con prontitud era el futuro del duque de
Medinaceli. Ya Felipe II había decido que retornara a Madrid, y así se lo comunicó
durante el verano de 1573, con el pretexto de que su presencia era requerida para
476
Granvela a Zúñiga, 15 de noviembre de 1573, IVDJ, Envío 47, f. 104, “Mala obra han hecho
los que han procurado de antes ahí de su llegada disminuir su auctoridad con pasión, yo con
quantos he podido he hecho oficios porque conocieran su qualidad y partes y el crédito que con
su Majestad necesariamente tiene”.
477
Para el periodo de convivencia entre ambos, A. W. LOVETT, “The Governorship of Don
Luis de Requesens...”, pp. 187-192.
478
Como así mostró el comendador mayor a sus allegados el 22 de noviembre de 1573, como su
hermano (CODOIN, CII, pp. 373-375) o Granvela (AZ, carpeta 97, doc. 1). También se
encuentran en este último documento cartas a don Juan de Austria y al conde de Monteagudo.
479
A. W. LOVETT, “A new Governor for the Netherlands,…”, p. 102.
480
Zúñiga a Felipe II, 6 de noviembre de 1573, CODOIN, CII, pp. 339-341.
481
Alba a Felipe II, 2 de diciembre de 1573, EDA, III, nº 2025, pp. 561-563.
155
conocer de primera mano la gravedad de la situación482. Juan de la Cerda retrasó su
retorno hasta finales de noviembre, ya que buscaba favorecer a sus “hechuras” en su
pugna por ocupar oficios ante el inminente cambio de gobernador y, para tal fin, se
reunió en repetidas ocasiones con los adversarios de Alba. Cuando, finalmente,
emprendió la marcha, llevó consigo gran cantidad de memoriales contrarios a la gestión
de su émulo483, entre los cuales destaca el presentado por Champagney, que destilaba
rencor hacia todo lo relacionado con el antiguo gobernador y, sobre todo, hacia el
secretario Albornoz484.
Medinaceli partió de los Países Bajos con resquemor, no solo, hacia Alba, sino
también hacia el propio Requesens por dos cuestiones: que le arrebatara el puesto de
gobernador y que su sobrina, Luisa de la Cerda, casara con el hijo del comendador, ya
que Medinaceli pretendía desposarla con su propio vástago. Pese a los ataques del
duque, Requesens hizo lo posible por no romper con él y favoreció a los miembros de
su séquito que quedaron en Bruselas, caso del polémico Juan de Mendoza485, pero tuvo
escaso éxito, ya que Medinaceli seguiría expresando opiniones negativas hacia el nuevo
gobernador.
Juan de la Cerda partió hacia Madrid sin conocer aún su destino y en medio de
una cascada de rumores sobre el mismo486. Una vez en la Corte, se encontró con un
inesperado premio, ya que Mateo Vázquez le ayudó a que se le concediera el importante
oficio de mayordomo mayor de la reina Ana. Tomaría posesión del mismo el 23 de
marzo de 1574, sustituyendo al marqués del Adrada fallecido el 7 de febrero, con unos
elevados gajes de un “cuento” (millón) de maravedíes de ración y quitación ordinaria
cada año, más otro cuento como ayuda de costa487. Medinaceli ejercería dicho oficio
hasta su fallecimiento el 1 de agosto de 1575, periodo durante el cual siguió recibiendo
correspondencia de los asuntos de Flandes a través de Assonleville o Champagney,
482
A. W. LOVETT, “A new Governor for the Netherlands…”, p. 98.
483
“Relación de los memoriales que el duque de Medinaceli ha dado a Su Majestad”, s. d.,
CODOIN, XXXVI, pp. 198-204.
484
Memorial de Champagney a Felipe II en A. L. P. de ROBAULX DE SOUMOY (Ed.),
Mémoires de Frédéric Perrenot, sieur de Champagney, 1573-1590, Bruselas-La Haya, 1860,
pp. 221-250.
485
Requesens a Zayas, 2 de diciembre de 1573, AGS, E., leg. 559, f. 140.
486
Como podemos apreciar en una carta de Granvela a Zúñiga del 15 de noviembre de 1573
(Ibídem, f. 104), en la cual el letrado del Franco Condado indicaba que Hopperus y Zayas le
habían escrito sobre la posibilidad de que Medinaceli fuera a Nápoles, donde sustituiría a
Granvela que, a su vez, iría a Roma.
487
El título de este oficio en su expediente personal en AGP, Expediente, Caja 661/15.
156
información que luego transmitía a Felipe II. A su muerte, su hijo Sancho de la Cerda
continuó con dichos intercambios epistolares488.
La diferente fortuna sufrida tanto por el duque de Alba como por el de
Medinaceli tras su retorno a Madrid, sirve para ilustrarnos sobre los cambios que se
estaban produciendo en la Corte de Felipe II como fruto del proceso de
Confesionalización. Éste tuvo una serie de consecuencias tanto dentro de la Monarquía -
donde se sentaron las bases para un desarrollo institucional del gobierno a través de las
Juntas, que permitieron el desarrollo político de los secretarios-, como con respecto a
otros poderes de la Cristiandad, sobre todo Roma, que buscó fomentar un grupo político
dentro de la Corte madrileña489. Así mismo, se produjo una recomposición de las
relaciones de poder, que vinieron marcadas por la ausencia de grandes patronos, tras el
fallecimiento de Espinosa, Éboli y Velasco, así como la caída en desgracia del duque de
Alba.
Entre 1573 y 1575 tanto Antonio Pérez como Mateo Vázquez, surgidos a la
sombra de Espinosa, pero con una nueva mentalidad, aprovecharon el vacío político y el
nuevo funcionamiento administrativo de la Monarquía para tomar posiciones. Los
partidarios del cardenal Espinosa fueron perdieron fuerza, mientras el antiguo partido
“ebolista” se rehizo; toda vez que su patrón había fallecido en 1573, la denominación no
puede ir más allá de esa fecha y pasaremos a denominarlo partido “papista”.
Desde el final del Concilio de Trento, el Papado había buscado crear un partido
en la Corte hispana para defender sus intereses y, a tal fin, Pío V envió a Luis de Torres
a Castilla, con la misión de intentar instaurar ese espíritu de cruzada que él propugnaba,
en lugar del liderazgo hispano que pretendía Felipe II, al tiempo que recurría a los
componentes del partido “ebolista”. Su sucesor, Gregorio XIII, continuó dicha
iniciativa, basando su acción en tres pilares: sostén a la Compañía de Jesús, vinculación
con la familia real –tras fallecer doña Juana de Austria en 1573 pasaron a ser sus
protectores don Juan de Austria y Alejandro Farnesio– y la actividad del secretario
Antonio Pérez. Hacia finales de 1575, podemos considerar que este grupo se había
impuesto en la lucha faccional.
Enfrentado a la ideología que esta facción propugnaba se fue formando un
partido, que denominamos “castellanista”, surgido de la herencia clientelar de Espinosa
y que, por tanto, arrastraría durante sus años de gestación los problemas derivados de la
488
A. W. LOVETT, Philip II and Mateo Vázquez de Leça..., pp. 47-48.
489
S. FERNÁNDEZ CONTI, Los Consejos de Estado y Guerra,..., pp. 142-151 y
Configuración, pp. 150-157.
157
aplicación de la Confesionalización que habían originado la caída en desgracia del
cardenal. En un principio, estuvo compuesto por viejos letrados unidos en torno al
secretario Mateo Vázquez, que procuró acercarse a otros personajes como el II conde de
Chinchón, aunque no recogería sus frutos hasta unos años después.
Sin duda, esta nueva situación cortesana tuvo hondas y negativas repercusiones
en la acción de gobierno de Requesens, pues era más cercano ideológicamente a la
opción política “castellanista”, como había podido demostrar en sus enfrentamientos
con el Papado durante su estancia como embajador en Roma.
Una semana antes de que el noble catalán realizara su entrada en Bruselas,
Felipe II decidió potenciar la acción del Consejo de Estado, casi paralizada por el
cardenal Espinosa, con el nombramiento de nuevos consejeros, ante el escaso número
que quedaba tras los sucesivos óbitos acaecidos. En concreto, los elegidos fueron el II
conde de Chinchón, el IV marqués de Aguilar, Gaspar de Quiroga, Antonio de
Covarrubias y Andrés Ponce de León, que se unieron a los miembros preexistentes
como el Prior Antonio de Toledo, el duque de Francavilla y los secretarios Antonio
Pérez y Gabriel de Zayas, así como al duque de Medinaceli tras su retorno de Flandes.
Esta mudanza en el Consejo, anunciaba nuevas vías en la configuración de la
política exterior de Felipe II. Con respecto a Flandes, ya la primera reunión monográfica
que trató sobre el tema, tras conocer las impresiones iniciales de Requesens, mostró ese
cambio de rumbo490. Ésta fue convocada el 24 de febrero de 1574 en Aranjuez y el
primer punto del día fue la posibilidad de promulgar un nuevo Perdón General, ya que
el de época del duque de Alba no había surtido el efecto deseado. Los 5 consejeros
reunidos -Andrés Ponce, el obispo de Cuenca Quiroga, los duques de Francavilla y
Medinaceli y el presidente Covarrubias-, mostraron su clara predisposición a la
redacción de un nuevo Perdón General, destacando la opinión de Ponce de León, que
hablaba de la necesidad, con respecto a los flamencos, de “ganarles los coraçones y
atraerlos por amor”. Por lo que respecta al décimo, todos ellos se mostraron favorables a
aceptar los dos millones de encabezamiento, aunque el presidente recalcara que no era
una medida injusta. En cuanto al Conseil des Troubles, Ponce comparó el respeto a sus
privilegios de los flamencos con el de los aragoneses, por lo que creía que era necesario
deshacerlo, opinión a la que se adhirieron el resto de consejeros. Chinchón, ausente de
la reunión, mostró su posterior acuerdo a todas las decisiones de sus colegas, aunque
recomendó el envío de fuertes sumas de dinero para el ejército, con el fin de no mostrar
“blandura” ante los rebelados.
490
El acta de dicha reunión en AGS, E., leg. 561, f. 25.
158
Toda vez que dentro de ese nuevo Consejo comenzaron a descollar Antonio de
Toledo, lastrado en los asuntos flamencos por su estrecha relación con su cuñado, como
el propio Chinchón, fue la opinión de éste último la que prevaleció. Por lo tanto, las
nuevas directrices de actuación en Flandes se basarían en modificar la agresiva política
del duque de Alba, aunque manteniendo el envío frecuente de dinero y armas para no
dar sensación de falta de recursos y así poder negociar con los rebeldes en una posición
de fuerza. Sin embargo, la aplicación de estas ideas, que estaban a medio camino entre
las posturas más intransigentes y las más laxas de la Corte, iba a resultar complicada,
debido a los problemas financieros que azotaban a la Monarquía y que imposibilitaban
sufragar al mismo tiempo las luchas en Flandes y en el Mediterráneo.
Sin duda, ese fue el principal motivo que provocó la creación de una Junta
especial para tratar los asuntos de Flandes en noviembre de 1574491. Dicha asamblea se
compuso de 5 miembros pertenecientes al Consejo de Estado, con lo que se sustrajo del
propio tribunal la deliberación diaria sobre los asuntos flamencos. Los elegidos fueron
Gaspar de Quiroga, el marqués de Aguilar, el conde de Chinchón y Andrés Ponce de
León, así como Gabriel de Zayas como secretario; poco después, se permitió la entrada
de Hopperus, pero solo de manera testimonial, ya que los asuntos relevantes se trataban
durante su ausencia. Como podemos comprobar, la estructura faccional de la Junta no
estaba del todo definida, al estar aún en proceso de recomposición los grupos políticos,
por lo que Requesens trató de que sus opiniones tuvieran cierto peso en la misma,
intensificando su intercambio epistolar con algunos de sus integrantes, caso de Ponce de
León o de Hopperus492.
De las deliberaciones de esta Junta saldrían los llamados “Verdaderos
Remedios”, pensados para aplicarlos en los “XV estados no rebelados”493, los cuales no
coincidían, en absoluto, con las medidas tomadas por Alba para acabar con las
revueltas. Con ellos, se buscaba crear un ambiente de cordialidad e intentar volver a la
forma de gobierno utilizada en época de Carlos V, a través de diversas medidas como
nombrar un gobernador de la sangre, retirar los soldados extranjeros, suprimir el Conseil
491
Sobre esta Junta, H. PIZARRO LLORENTE, Un gran patrón en la corte de Felipe II: Don
Gaspar de Quiroga, Madrid, 2004, pp. 405-430.
492
Requesens a Hopperus, 4 de diciembre de 1573, CODOIN, CII, pp. 442-423 o a Andrés
Ponce el mismo día, Ibídem, pp. 418-420.
493
Se pueden consultar los memoriales de Hopperus sobre estos “Verdaderos Remedios” en
AGS, E., leg. 2842 y sus revisiones en la Junta de Flandes en Ibídem, leg. 568, ff. 47, 49, 66 y
69.
159
des Troubles, crear un Consejo de Flandes cerca del rey o completar los Consejos
Colaterales con naturales de los Países Bajos494.
Antes de intentar aplicar los remedios, se tuvo conocimiento de los primeros
contactos de Requesens con los rebeldes y se decidió adoptar la negociación como
nueva vía de solución del conflicto495. El fracaso de las conversaciones y la declaración
de bancarrota, dejaron a Requesens sin posibilidad de maniobra y llevaron al
gobernador a una vía muerta, que solo abandonaría con su fallecimiento.
3.2.- Las facciones cortesanas en Bruselas durante el gobierno del comendador
mayor
Tras la partida de Bruselas del duque de Alba, Requesens trató de recabar
información sobre la situación real de la Corte a través de cauces distintos a los usados
por su predecesor, para, de este modo, poder hacerse una idea clara del equipo humano
del que iba a disponer para poder llevar a cabo su acción de gobierno. En concreto,
recurrió a una serie de memoriales que se le habían ido remitiendo desde que se conoció
su nombramiento496. Todos ellos coincidían en su negativa impresión sobre el modo en
que había llevado los asuntos el gobernador anterior, y en especial sobre los personajes
en los que se había apoyado para poner en práctica sus ideas, y abogaban por la elección
de don Juan de Austria como nuevo representante real.
Tras este sondeo preliminar, el comendador mayor se impuso como primera
tarea la de intentar formar su propio equipo de gobierno, siendo su tendencia natural
favorecer a los clientes de Granvela, el cual era su principal informador sobre la
494
Sin duda, las principales aspiraciones de los flamencos iban por ese camino, tal y como
podemos observar en uno de los memoriales que presentó Hopperus a dicha Junta en 1574
(Ibídem, leg. 557, f. 13), el cual se hacía eco de las principales quejas con respecto a la mudanza
de gobierno con Felipe II en los siguientes puntos; 1º con los príncipes de la sangre había
blandura y con los nuevos gobernadores rigor; 2º los negocios habían dejado de tratarse por lo
ordinario para hacerse por lo extraordinario con “extranjeros” y criados de las Casas de los
gobernadores; 3º de la búsqueda del bien común se había pasado a hacerlo sólo de la grandeza
de una casa nobiliaria, al tiempo que se trataba a los Países Bajos como una provincia y no
como fundamento del Imperio; 4º se habían sustituído los Consejos Colaterales por el Conseil
des Troubles; 5º se habían contravenido los privilegios de las provincias; 6º se producían
numerosas injusticias; 7º se dejaba permanecer en Flandes a los soldados de los Tercios, aún en
tiempos de paz y 8º habían metido mano los “extranjeros” en la Hacienda. Con posterioridad,
trataba otros asuntos menores, cómo la afrenta que suponía para la Joyeuse Entrée el ingreso de
bastardos en oficios, la venalidad,...
495
La primera mención explícita a la posibilidad de llegar a un acuerdo con los rebeldes que le
hizo Felipe II a Requesens data del 31 de marzo de 1574, en una misiva que conservamos en
Ibídem, leg. 561, f. 37.
496
“Discurso” de Fadrique Furió Ceriol, s. f. (hacia finales 1573), CODOIN, CII, pp. 473-476;
“Memorial de remedio” (anónimo), s. f. (hacia finales de 1573), AGS, E., leg. 547, f. 122 o
“Remedio de las cosas de Flandes” (anónimo), 17 de marzo de 1574, Ibídem, leg. 559, f. 39.
160
situación de Flandes. Así, el cardenal le recomendó a Morillon, Assonleville o
Berlaymont, señalándole también que los personajes de quien se debía fiar tenían que
ser ministros y no criados, en clara referencia a Albornoz, ya que estos solo mirarían por
su propio interés497. Requesens procuró seguir fielmente sus consejos, ya que
Berlaymont recobró una posición preeminente498, aunque no fuera de su total
confianza499, y sus secretarios personales, Domingo de Zabala y Baltasar López de la
Cueva, no intervinieron, al menos de forma clara, en asuntos de Estado o Hacienda500.
Junto a Berlaymont, Requesens tomaría gran afecto al secretario de los asuntos
imperiales Urban von Scharemberg501, aunque su elevada edad apuntaba más hacia un
retiro que a su participación en la toma de las decisiones políticas más relevantes. De
hecho, el gobernador recomendó que se nombrara un sucesor o secretario extraordinario
para que tomara su relevo una vez fallecido, propuesta que Felipe II aceptó502.
Igualmente relevante sería el papel de Jerónimo de Roda, aunque más por
necesidad que por la confianza que le despertaba este personaje al gobernador, y las
circunstancias llevaron a que el letrado murciano acabara interviniendo en asuntos tanto
de Estado, como de Hacienda y Justicia. Así, Requesens consiguió para él un puesto en
el Conseil d´État en marzo de 1574; sin embargo, sus aspiraciones iban más allá, por lo
que solicitó su entrada en los otros dos Consejos Colaterales, con preeminencia sobre el
resto de consejeros y con mayor salario. Felipe II se negó a dicha petición, aunque, ante
la insistencia de Requesens, le concedió poder intervenir en ocasiones puntuales en el
Conseil Privé y un tercio de los gajes que había pedido el gobernador para él. Sin
embargo, se le negó su ingreso en el Conseil des Finances como Chef, con el fin de
evitar las protestas que, sin duda, habría generado esta decisión503.
Contrariamente al ascenso de estos personajes, que habían estado relegados
durante el gobierno anterior, se produjo la desintegración de la facción que había estado
más cercana al duque de Alba durante su estancia en Flandes. Así, Fadrique de Toledo,
Albornoz y Vargas retornaron a Castilla, mientras Jacques de la Cresonnière había
497
Granvela a Zúñiga, 6 de diciembre de 1573, CODOIN, CII, pp. 433-434.
498
M. A. del RIO, La crónica sobre Don Juan de Austria, Madrid, 1601 (edición de M. A.
ECHEVARRÍA BACIGALUPE y F. EDELMAYER, Oldenburg, 2003), p. 70.
499
Requesens a Felipe II, 18 de enero de 1574, AGS, E., leg. 557, f. 29, "Y aunque Barlamont
es buen hombre y en lo substancial nunca se ha apartado del servicio de V. Majestad dessea
tanto como los otros que se hagan las cosas muy a la satisfacción de los de la tierra y está
ternissimo en los intereses y pretensiones de sus hijos y deudos".
500
J. LEFÈVRE, La Secrétairerie d´État et de guerre..., pp. 25-29.
501
De hecho, en una misiva al monarca del 23 de marzo de 1574 (AGS, E., leg. 557, f. 104),
Requesens indicaba que los ministros de mejor condición eran Scharemberg y Berlaymont.
502
Felipe II a Requesens, Madrid, 30 de marzo de 1574, Ibídem, leg. 561, f. 39.
503
M. A. del RIO, op. cit., p. 66.
161
fallecido en 1572 y Noircarmes lo hizo el 5 de marzo de 1574504. Debido a ello, solo
Louis del Río505, Gaspar de Schetz y Francisco de Lixalde506 se mantuvieron en la
escena política durante el gobierno de Requesens, aunque con una merma considerable
de su influencia, que se tradujo en un hostigamiento constante por parte del comendador
mayor, en su intento por borrar su posible vinculación con el gobierno anterior. A estos
antiguos partidarios de Alba habría que unir al militar Sancho Dávila507, castellano de
Amberes, que alcanzaría a la muerte de Requesens un protagonismo que no le debía
corresponder, y Chiappin Vitelli, cuyas excesivas pretensiones sobre mercedes le
supusieron graves enfrentamientos con Requesens508.
El relegamiento de la antigua facción dominante se mostraría en toda su crudeza
en los asuntos relativos a la Hacienda. Ante la preocupación y descontento de
Requesens por como había sido administrada por el gobernador anterior509, ordenó a
Lixalde el 29 de noviembre de 1573 que cerrara las cuentas de éste y que abriera un
cuaderno nuevo para el suyo510. Sin embargo, el pagador se mostró reacio a revisarlas,
por lo que el comendador mayor fue consciente de la necesidad que tenía de personas de
confianza para administrar el erario real y solicitó que Francisco Gutiérrez de Cuéllar
acudiera junto a él a Flandes. Del mismo modo, solicitó que se visitara a los oficiales
que se habían encargado de la hacienda durante los años anteriores, proponiendo como
candidatos para celebrar dicha Visita a Juan Rodríguez de Villafuerte y al licenciado
Negrón. Sin embargo, las peticiones de Requesens fueron desoídas y dicha Visita no se
llegó a realizar, por lo que Francisco de Lixalde no fue condenado por sus desmanes
504
La decisión sobre la división de sus múltiples cargos se prolongó a lo largo de todo 1574,
como podemos ver en diversas misivas de Felipe II y de Requesens (AGS, E., legs. 557-561,
sobre todo la del monarca a Requesens del 12 de mayo de 1574 en leg. 561, f. 78).
505
Para la precaria situación de del Río durante este periodo, J. VERSELE, Louis del Rio (1537-
1578)..., pp. 58-77. Su relación con Albornoz quedó intacta y se mantuvo el intercambio
epistolar entre ambos personajes, pudiendo observar a través del mismo el relegamiento y, por
lo tanto, el descontento de del Río (Louis del Río a Albornoz, 26 de septiembre de 1574, AGS,
E., leg. 561, f. 180).
506
Para sus vivencias tras la marcha de Alba, A. W. LOVETT, "Francisco de Lixalde: a Spanish
Paymaster in the Netherlands (1567-1577)", Tijdschrift voor geschiedenis, LXXXIV, 1971, pp.
19-23.
507
De su vinculación a Alba nos da fe la recomendación que éste hizo para que se le nombrara
miembro del Conseil d´État en su carta a Felipe II del 2 de diciembre de 1573, EDA, III, nº
2025, p. 563.
508
Como comunicaba el propio comendador a Felipe II en agosto de 1574 (AGS, E., leg. 560, f.
103).
509
Requesens a Zúñiga, enero de 1574, IVDJ, Envío 67, caja 89, f. 2.
510
A. W. LOVETT, “Francisco de Lixalde...”, op. cit., p. 19.
162
hasta muchos años después de su muerte, teniendo que pagar sus herederos en su
lugar511. Pese a ello, su relegamiento cortesano con Requesens fue evidente.
Por último, hay que reseñar que durante los últimos años del gobierno de Alba se
había ido gestando una nueva facción política, conocida como “partido moderado” o
“malcontents”, en la que podemos encuadrar a personajes como Aerschot, que fue visto
como el lider de la misma, Champagney, Beauvois o Havré. Sus presupuestos políticos
y religiosos partían de un fuerte deseo de llegar a acuerdos con los rebeldes, basados en
una cierta tolerancia y en el convencimiento de que fueran los naturales quienes rigieran
los destinos de los Países Bajos, al modo de lo que había sucedido con Carlos V. Pese a
estas ideas, que coincidían en esencia con las pautas establecidas durante esos años
desde Madrid, Requesens no confió nunca en estos personajes, en especial en Aerschot,
al que prefería lo más lejos posible de Bruselas512.
Pese a ello, las relaciones del comendador mayor con este grupo fueron cordiales
hasta el fracaso de las negociaciones de 1575, circunstancia que provocó un
enfrentamiento abierto, ya que los “malcontents” exigieron al gobernador que reanudara
las conversaciones, ordenando al mismo tiempo a los Estados de Brabante que no
concedieran ayudas hasta que se retomaran las mismas. Poco después, el noble catalán
tuvo conocimiento de los manejos que habían llevado a cabo durante la estancia del
duque de Medinaceli en Flandes, así como de los rumores que divulgaron sobre él, por
lo que se produjo una ruptura total, que no fue a más por el repentino fallecimiento de
Requesens. Éste luctuoso suceso, como veremos, permitió a los “malcontents” alcanzar
sus mayores cuotas de poder, a través de la Pacificación de Gante.
Como conclusión, podemos señalar que Requesens nunca pudo llegar a formar
un auténtico equipo propio de gobierno, pues sus peticiones para que le fueran enviados
personajes de su confianza a Flandes, caso de Pedro Fajardo513 o de los personajes que
solicitó para encargarse de la Hacienda, fueron rechazadas desde Madrid y tuvo que
echar mano de consejeros que ya estaban allí presentes, fueran de su confianza o no.
511
F. RACHFAL, Le registre de Franciscus Lixaldius, trésorier général de l´armée espagnole
aux Pays-Bas de 1567-1576, Bruselas, 1902, pp. 140 y ss. y A. W. LOVETT, “Francisco de
Lixalde...”, op. cit., pp. 21-23.
512
“El de Ariscot no se me dava mucho que no estuviesse aquí y también si fuera possible
holgara de sacarle de la Junta de los estados de Brabante (...) con todo esto por lo que conviene
contemporizar con él por ser hombre tan principal y averle dexado el duque de Alva por cabeza
en Bruselas desde que se fue a lo de Mons, hasta dos días antes que yo llegase”, Requesens a
Felipe II, 24 de febrero de 1574, AGS, E., leg. 557, f. 57.
513
Tal y como solicitaba el comendador mayor al monarca en una carta del 9 de abril de 1574,
Ibídem, f. 117.
163
En este sentido, fue significativa la pugna que Requesens mantuvo para que
Alonso de Vargas acudiera a Flandes como veedor general, cargo que éste ya había
rechazado en 1567514. El monarca procuró que fuera Guerau de Spes quien tomara el
oficio, pero su fallecimiento, como vimos anteriormente, truncó el proceso. Finalmente,
Vargas acudió a los Países Bajos en abril de 1574, aunque con título de consejero de
Guerra y de general de la caballería ligera, así como una merced de 100 escudos de
entretenimiento, en lugar del cargo que Requesens había solicitado para él515.
3.3.- La acción de gobierno de don Luis de Requesens: entre la solución pacífica y
la bélica516
Los condicionantes existentes para que Requesens pudiera llevar a cabo una
actuación eficaz de gobierno eran, ya desde el principio, muy importantes y anticipaban
su fracaso. Para empezar, el noble catalán no era un príncipe de la sangre ni un Grande,
lo cual disgustaba profundamente a los naturales. Esto se plasmaría en unas
instrucciones mucho más restrictivas que las de Alba y las de sus sucesores, ya que se le
restaba poder de decisión en asuntos clave como la provisión de oficios y beneficios, así
como en los cargos de guerra. Además, su sueldo de 18000 escudos resultaba bastante
escaso, teniendo en cuenta que tenía que pagar su capilla, guarda de archeros y otros
gastos y que Emmanuel Filiberto de Saboya, Margarita de Parma y el duque de
Medinaceli habían traído 36000 escudos de gajes, disfrutando Alba, incluso, de 54000,
por su cargo de capitán general517.
Del mismo modo, su séquito iba a ser muy inferior al de otros gobernadores, lo
cual le restó posibilidades de patronazgo y prestigio. Si lo comparamos con el del duque
de Alba518, mientras con Requesens acudieron únicamente 4 personajes que pudieran ser
considerados como gentilhombres -como eran Alexandro Gonzaga, don Felipe de
Mendoza, don Bernardino de Ayala y Jubarra-, con el de Alba acudieron 33, entre los
que podemos destacar a Chiappin Vitelli, Esteban de Ibarra, Juan Bautista de Tassis, el
514
Una biografía de este personaje, que llegaría a ser consejero de Guerra, en Configuración, p.
495.
515
Así se lo comunicaba el monarca a Requesens el 22 de marzo de 1574, AGS, E., leg. 561, f.
35.
516
En general, sobre el periodo, además de los artículos ya citados, G. JANSSENS, “Brabant en
het Verweer”..., pp. 207-266 y H. de SCHEPPER, "Un catalán en Flandes: Don Lluis de
Requesens y Zúñiga, 1573-1576", Pedralbes, Revista d´Història Moderna, 18/II (1998), pp.
157-168.
517
Requesens a Zayas, 2 de diciembre de 1573, AGS, E., leg. 559, f. 140.
518
Un listado del séquito de Requesens en julio de 1574 en AGR, Audience, reg. 33/4, f. 33 r.-v.
(otra copia en Ibídem, reg. 23, f. 162 r.-v.). Para el de Alba, el ya reseñado en Ibídem, ff. 29 r.-
30 v.
164
propio don Bernardino de Ayala, don Diego de Córdoba, Francisco Englefield o
Gonzalo de Ovalle, capitán de su guarda. Igualmente desproporcionado era el servicio
personal de ambos y, mientras el del comendador contaba con apenas 15 personajes -
entre los que podemos destacar a su contador Alonso de Laloo, a Nicolás Durpel, ujier
de la vianda, o a su médico el doctor Diomedes- más una reducida capilla y guarda de
archeros, el “Gran Duque” disponía de un gran número de servidores, cerca de 40, entre
los que destacaba su mayordomo Juan Moreno. A ellos habría que unir dos cuerpos de
guarda, uno de 50 alabarderos y otro de 25 archeros, y una capilla de 25 miembros,
compuesta por un maese de capilla, tres capellanes, ocho cantores, cuatro violones, un
tiple, dos contraltos, un tenor, un contrabajo, un organista, un ayuda de organista, un
templador y un sacristán. De igual modo, el Prior Hernando de Toledo y su hermanastro
Fadrique disponían de Casa propia, dentro de la cual éste último tenía, por ejemplo, una
guarda de 40 alabarderos.
Estos condicionantes, unidos al hecho de no gozar del favor de la facción
cortesana preponderante en la Corte madrileña durante esos años, hacían anticipar que
su nombramiento no iba a constituir una medida definitiva para atajar los graves
problemas que asolaban Flandes; de hecho, resultó un rotundo fracaso, ya que no pudo
aplicar un programa político definido al no disponer de los medios, apoyos y autoridad
suficiente para ello.
Esta situación provocó que Requesens se mostrara abrumado y desamparado por
el monarca desde un principio. No andaba muy desencaminado, pues muy pocas de las
peticiones que realizó le fueron concedidas, lo que nos lleva a pensar que Felipe II le
consideraba un gobernador provisional y mero ejecutor de las directrices que la Junta de
Flandes le debía marcar desde Madrid. Ante tales perspectivas, Requesens no se resignó
a permanecer en los Países Bajos y, desde su llegada, solicitó que se le sacara de allí,
pero no para acudir a la Corte, a la que llamaba “esa Babilonia”, sino para retirarse a su
casa519. El noble catalán intentó, incluso, que Felipe II le permitiera acudir a Madrid
para poder explicarle en persona la realidad520, pero todos sus súplicas fueron en vano.
Una vez fue consciente de que su estancia en Flandes se iba a prolongar,
Requesens se vio en la obligación de tomar decisiones tocantes a su nuevo oficio,
siendo la primera de ellas el intento de reforma de algunas de las instituciones
existentes. Objetivo principal fueron los Consejos Colaterales, que debían ser
519
Requesens a Andrés Ponce, 4 de diciembre de 1573, CODOIN, CII, p. 419.
520
Requesens a Felipe II, s. f. (hacia enero de 1574), IVDJ, Envío 67, caja 89, f. 2.
165
revitalizados, tal y como se le indicaba en su instrucción particular, tras haber sufrido
una fuerte decadencia por mor de la política del duque de Alba.
El Conseil d´État, en concreto, se encontraba bajo mínimos, como describía el
propio Requesens al rey, “y yo no tengo aquí otro Consejo de Estado sino Barlemon y el
Duque de Ariscot y convendría que viniese aquí otro tercero y creo que no sería
ninguno más conveniente que el dicho Conde de Mansfeld”521. En efecto, Requesens
pretendía en un principio que Mansfeld, que había permanecido relegado en
Luxemburgo durante la mayor parte del gobierno del duque de Alba, acudiera a
Bruselas con patente de consejero, ante la falta de ministros válidos. Sin embargo, su
opinión cambió al poco tiempo y el noble luxemburgués no fue reclamado a su lado por
el gobernador en demasiadas ocasiones. Junto a la necesidad de nuevos consejeros
nobiliarios, Requesens fue consciente también de que debía haber nombramiento de
letrados, por lo que propuso la inclusión en el Consejo de Jerónimo de Roda y de
Assonleville522, lo cual se confirmó en marzo de 1574.
En cuanto al Conseil Privé, Requesens procuró añadir nuevos consejeros a los
tres existentes, pero sin éxito. Del mismo modo, se debía nombrar un nuevo presidente,
puesto que la plaza estaba vaca tras el fallecimiento de Tisnacq, y, aunque se propuso a
Hopperus, fue finalmente elegido Arnould Sasbot el 8 de septiembre de 1575, preferido
por el comendador mayor. Sin embargo, Requesens falleció apenas éste personaje se
puso al frente del tribunal, por lo que el noble catalán no pudo consensuar acciones
conjuntas.
Por último, el Conseil des Finances fue un nuevo quebradero de cabeza, pues
desde Madrid se apretó al comendador mayor para que se pasara de tres chefs a uno,
quizás a modo de presidente, al tiempo que se nombraban nuevos commis523. Aunque
Requesens se mostró partidario de que hubiera un solo chef como presidente, expresó su
convicción de que no debía ser uno de los caballeros del Toisón, pues no entendían de
Hacienda, o un hispano, pues los flamencos lo rechazarían, tal y como había sucedido
en 1557 con Bernardino de Mendoza. De todos modos, defendió que la reducción no era
factible a corto plazo, por lo que rechazó de plano la inclusión de más commis de
521
ID, 18 de enero de 1574, AGS, E., leg. 557, f. 29
522
ID., 18 de enero de 1574, Ibídem, f. 3. “Tambien convendria mucho que añadiese V.
Majestad en este Consejo de Estado algun hombre de letras porque Viglius esta muy impedido y
aunque para ayudalle asiste siempre asanvila y le podria V. Majestad dar el titulo que en las
cartas de francés, escrivo no basta para lo que ay que hazer y yo pienso llamar las mas vezes
para este consejo y aun para las provissiones de óficios y beneficios a Geronimo de Roda”.
523
Felipe II a Requesens, 12 de mayo de 1574, Ibídem, leg. 561, f. 73.
166
finanzas524 y defendió la necesidad de integrar a nuevos Chefs. Para ello, propuso a
Roda e, incluso, llegó a recabar información sobre Hierges, Rassenghien y Beaufort,
favoritos de los flamencos para ser incluídos en dicho Consejo; aunque Requesens no
era partidario de ninguno de los tres, se decantó por Rassenghien, ya que Hierges era
muy joven y Beaufort había sido “muy afecto” a Egmont525.
Aunque desde Madrid se le hizo caso en sus preferencias hacia Rassenghien, las
numerosas trabas que el gobernador había sufrido durante el proceso de reforma de los
Consejos Colaterales, en especial las referentes a Jerónimo de Roda, y la falta de
confianza que le inspiraban la mayoría de consejeros flamencos, hicieron desaparecer el
primigenio interés de Requesens, por lo que podemos considerar que su intento por
relanzar la labor de los Consejos fracasó.
Otra de sus preocupaciones resultó ser el Conseil des Troubles, el cual pretendía
eliminar. Sin embargo, la imposibilidad de llevar tal medida a cabo, le llevó a acotar su
funcionamiento, tarea en la que contaría con el apoyo del conde de Chinchón526. Para
ello, Requesens pasó el mayor número de consultas posibles al Grand Conseil de
Malines y procuró que el Consejo no emitiera sentencias de muerte ni confiscaciones,
convocando en 1575 al Consejo de Brabante para que ratificara su ilegalidad. Tras este
veredicto, la única entidad no provincial que pronunció sentencias capitales durante el
gobierno de Requesens fue la comisión especial formada para la conspiración de
Amberes, compuesta por Roda, Assonleville, Louis del Río, el Presidente de Holanda,
el Canciller de Güeldres, tres consejeros de Brabante y el gobernador de dicha
ciudad527.
Al tiempo que llevaba a cabo esas reformas administrativas, el gobernador se
empleó con fuerza en la lucha armada, hasta que se le comunicó desde Madrid que
debía acercar posturas con los rebeldes para iniciar negociaciones, por lo que tomó una
serie de medidas encaminadas a tal fin. El primer paso lo dio el 6 de junio de 1574 con
la publicación del nuevo Perdón General, aunque Orange hizo lo posible para que no
tuviera el efecto deseado528. Posteriormente, el segundo sería la abolición de la alcabala
y el tercero la reunión de una Junta con notables flamencos para estudiar posibles
remedios, precursora de la que dos décadas después convocaría el archiduque Ernesto.
524
Requesens a Felipe II, 16 de septiembre de 1574, Ibídem, leg. 560, f. 75.
525
ID, 15 de junio de 1574, Ibídem, leg. 558, f. 69.
526
A. W. LOVETT, Philip II and Mateo Vázquez de Leça..., p. 49.
527
J. VERSELE, Louis del Rio (1537-1578)..., p. 60.
528
H. de SCHEPPER, "Un catalán en Flandes...”, p. 160.
167
Ésta Junta tuvo lugar en Bruselas el 10 de noviembre de 1574 y en ella
estuvieron presentes tres obispos flamencos, tres presidentes, tres gobernadores y el
conde de Ligny, por ser del Toisón de Oro, rechazando su presencia en la misma
Aerschot. Estos notables, presentaron una serie de propuestas, que, básicamente,
reclamaban el retorno al “gobierno antiguo”, restituir lo confiscado, echar a los soldados
“extranjeros” de tierras flamencas y permitir a los que no quisieran ser católicos vender
sus casas y poder marchar donde quisieran. Tras arduas discusiones, el principal
acuerdo al que llegó dicha comisión fue el de la necesidad de iniciar negociaciones con
los rebeldes, para lo cual se comisionó al doctor Alberto Leonino529. Felipe II mostró su
acuerdo con las decisiones tomadas por la Junta convocada por Requesens, así como por
la elección de Leonino para entablar las negociaciones, aunque se encargó de recalcar
que lo único no negociable era el catolicismo530.
Fruto de ello fue que el 3 de marzo de 1575 se iniciaron en Breda las
negociaciones entre los rebeldes y los emisarios de Requesens, que se mostró dispuesto
a conceder más de lo que, en principio, estaba autorizado a hacer por Felipe II. Sin
embargo, la religión fue un obstáculo insalvable, condenando las negociaciones al
fracaso y, con ellas, la política supuestamente “pacifista” de Requesens531.
Siempre se ha hablado del comendador mayor como el artífice del paso de la
política agresiva practicada por el duque de Alba a una pacifista. Sin embargo, conviene
matizar esta apreciación, ya que su entorno y su amistad con Granvela, así como la
mezcla de guerra y diplomacia que utilizó durante su gobierno, nos muestran que solo la
complicada situación militar provocada por los motines532, así como las instrucciones
que le llegaban desde Madrid, le convencieron de la necesidad de entablar
conversaciones con los rebeldes533. Un hecho que nos ilustra esta reflexión lo
encontramos cuando Requesens desautorizó, al poco de llegar a Flandes, los
529
En AGS, E., leg. 560, nos encontramos los siguientes documentos referentes a esta reunión;
f. 26, “Copia de la proposición en español que el comendador mayor de Castilla hizo en
noviembre de 1574 a las personas congregadas de los Estados”; f. 27, “Copia del acto de la
resolución de los personages que se juntaron en Bruselas para tratar sobre lo de la pacificación
de los Payses Baxos”; f. 28, “Copia de la instrucción al doctor Leonino”.
530
Felipe II a Requesens, enero de 1575, Ibídem, leg. 561, f. 137.
531
Para el desarrollo de las conversaciones, H. de SCHEPPER, "Los Países Bajos y la
Monarquía Hispánica. Intentos de reconciliación hasta la tregua de los Doce años (1574-1609)"
en A. CRESPO SOLANA Y M. HERRERO SÁNCHEZ (coords.), op. cit., I, pp. 328-330.
532
Uno de los principales fue el de Amberes en 1574, sobre el cual encontramos numerosa
información en AGS, E., leg. 558.
533
Muy gráficamente, el comendador mayor señalaba a Felipe II el 10 de octubre de 1574
(Ibídem, leg. 560, f. 23) que “por la fuerza no se acabaría con la revuelta en 1000 años”, por lo
que se plegaba a la posibilidad de llegar a un acuerdo, “aunque lo pactado durara poco”.
168
acercamientos que estaban realizando Julián Romero a Orange, Noircarmes a Marnix de
Sainte-Aldegonde y Berlaymont a otros rebeldes534.
Las negociaciones quedaron definitivamente suspendidas el 13 de julio de 1575,
lo que iba completamente en contra de los planteamientos exigidos desde Madrid por el
partido “papista”. Este hecho, sin duda, mediatizó el resto del gobierno de Requesens,
que se vio abandonado a su suerte justo en el momento en que más lo necesitaba, pues
sus tropas iniciaron una gran ofensiva, con el objetivo de conseguir una victoria
definitiva sobre los rebeldes535. Esta no se pudo lograr y la puntilla definitiva para el
comendador mayor fue la bancarrota de las finanzas reales, publicada el 1 de septiembre
de 1575, por lo que sus acciones militares quedaban totalmente frenadas536. Pese a que
el ejército continuó luchando, su labor estaba abocada al fracaso, ya que, aunque se
consiguieran victorias, estas se verían contrapesadas por los motines de los tercios
impagados537.
La escasa capacidad de maniobra del gobernador se vio reflejada, asimismo, en
su nula repercusión en la política exterior de la Monarquía durante esos años, sobre
todo, si la comparamos con la que había tenido Alba. Es de resaltar que el comendador
intentó seguir una estrategia basada en los mismos parámetros que la de éste, lo que le
supuso ir en contra de las ideas de la facción dominante en Madrid, por lo que apenas
dispuso de apoyos para poder llevarla a cabo.
Estas circunstancias pueden explicar en gran medida que la Monarquía Hispana
no pudiera aprovechar con mayor eficacia la situación creada en Francia tras la matanza
de San Bartolomé. Esta circunstancia derivaría en el Edicto de Beaulieu, que ponía fin a
la quinta guerra de religión francesa el 6 de mayo de 1576, en el que se daba a los
hugonotes unas concesiones inimaginables en 1572, como la posibilidad de ejercer en
público la religión reformada538.
El retorno del monarca francés a la política anterior a San Bartolomé, se
vislumbraría ya desde finales de 1573 con el envío de subsidios a los rebeldes
flamencos, pactados en los encuentros de Maisonfleur, servidor de Orange, con Carlos
IX. En estas conversaciones, comenzó a aparecer como futura figura política Alençon,
534
Y. CAZAUX, Guillaume le taciturne, París, 1970, p. 220 y G. PARKER, España y la
rebelión de Flandes..., pp. 161-162.
535
Sobre la campaña, Ibídem, pp. 164-166.
536
Para la bancarrota y las causas que llevaron a ella, C. J. de CARLOS MORALES, op. cit.,
pp. 113-126 y Configuración, pp. 164-204.
537
Sobre los motines de los ejércitos de la Monarquía Hispana, F. BARADO Y FONT, Motín de
las tropas españolas en la España Moderna, Madrid, 1900.
538
M. P. HOLT, The french wars of religion..., pp. 98-120.
169
hermano del monarca y del heredero duque de Anjou, que expresó ya en estas fechas su
deseo de favorecer en lo posible la causa rebelde539. Su importancia se incrementaría en
años venideros, sobre todo, tras el fallecimiento de Carlos IX y la subida al trono de
Enrique III, con lo que Alençon pasaba a ser duque de Anjou y heredero al trono
francés. Esta nueva condición hizo que los rumores le situaran como posible candidato
al matrimonio con Isabel I de Inglaterra540.
Por lo que respecta a la relación con el reino insular, el acuerdo alcanzado por el
duque de Alba con la reina inglesa en Nimega en 1573, así como la predisposición del
comendador mayor a conseguir nuevos entendimientos, parecían augurar que las
relaciones iban a ser menos tensas541. Así, el Tratado de Bristol del 21 de agosto de
1574 y la apertura de las negociaciones de Breda con los rebeldes, llevaron a la reina a
ofrecerse como mediadora con el envío de Sir Henry Cobham a Madrid, aunque
poniendo sus propias condiciones: se debían restaurar las antiguas libertades, suspender
la Inquisición, consultar el monarca con los Estados en asuntos de religión y hacer partir
a las tropas españolas de Flandes. Por supuesto, estas no fueron aceptadas por Felipe II,
aunque en esa embajada se consiguió cierta apertura en asuntos comerciales.
El acercamiento a Requesens aumentaría y parecería sincero cuando el
gobernador de Flandes decidió, tras petición de Isabel I, expulsar de las provincias
flamencas a los refugiados ingleses y cerrar el seminario de Douai de esa nacionalidad
en marzo de 1575542. Sin duda, el gobernador pretendía con esta decisión no sufrir
injerencias inglesas en sus campañas contra los rebeldes, aunque estas medidas no
fueron así entendidas ni por la Santa Sede ni por los miembros del partido “papista” de
Madrid, lo que alentó aún más su declive cortesano.
Esta circunstancia no arredró a Requesens que, para consolidar el entendimiento,
y en respuesta a una embajada inglesa con Sir Robert Cobert a Flandes, decidió enviar a
Champagney a Londres a finales de 1575543. Sin embargo, lo que éste pudo observar en
la Corte inglesa cambiaría la opinión de Requesens con respecto a Isabel I, ya que el
embajador pudo corroborar que la reina estaba muy cerca de los rebeldes, aunque no les
539
Para las relaciones del duque de Anjou con los Países Bajos, P. L. MÜLLER y A.
DIEGERICK, Documents concernant les relations entre le duc d´Anjou y les Pays-Bas, sa
correspondance (1576-1583), Utrech-Amsterdam, 1889-1899, 5 vols.
540
M. P. HOLT, The Duke of Anjou and the Politique Struggle..., pp. 35-69.
541
W. T. MaCCAFFREY, op. cit., pp. 191-216.
542
P. O. DE TÖRNE, op. cit., II, pp. 60-85.
543
G. RENSON, “De diplomatieke zending in Engeland van Frederik Perrenot, heer van
Champagney (jan. 1575-31 maart 1576), Revue belge de philologie et d´histoire, 27 (1949).
170
pudiera apoyar abiertamente, cuando se encontró en Londres con una embajada de
Orange, cuyo fin era proponerla que tomara la soberanía de Flandes.
Aunque Isabel I rechazó el ofrecimiento, la embajada mostraba claramente que
en su pensamiento estaba ayudar a los rebeldes, para que estos siguieran hostigando a
Felipe II, y que los contactos con ellos habían sido frecuentes a través de Sir Thomas
Wilson, que fue comisionado como embajador ante Orange desde otoño de 1574 hasta
marzo de 1575544. Sin duda, la falta de fondos de Requesens para mantener la lucha con
las tropas enemigas, tras el fracaso de las negociaciones, alentaron aún más esa política
y convencieron a la “Reina Virgen” de que no debía poner trabas a que los rebeldes
reclutaran soldados ingleses.
El fallecimiento de Requesens hizo que Isabel I redoblara sus contactos
diplomáticos con el Conseil d´État que se hizo cargo del gobierno, en un claro esfuerzo
por rentabilizar su inmejorable posición, tras la merma del poder real en los Países
Bajos y la firma del Edicto de Beaulieu en Francia. Pese a este brillante momento,
Inglaterra rechazó sistemáticamente la posibilidad de tener tierras en el continente y su
objetivo se centró en mantener un equilibrio en él, consciente aún de la necesidad de
mantener su papel defensivo.
Sin duda, la elección de don Luis de Requesens como gobernador de los Países
Bajos no resultó ser la opción adecuada ni para poder finalizar los movimientos rebeldes
que se habían atizado de nuevo ni para conseguir consolidar la posición de la Monarquía
en el Norte de Europa. Las pocas iniciativas que pudo llevar a cabo fracasasaron y su
vida se fue apagando, hasta que la muerte le sobrevino el 5 de marzo de 1576 en el
Palacio de Coudenberg en Bruselas, provocando una profunda crisis de la autoridad real
en Flandes.
544
Ch. WILSON, op. cit., pp. 30-41.
171
CAPÍTULO 4
EL TRIUNFO DEL PARTIDO “PAPISTA”:
DON JUAN DE AUSTRIA EN LOS PAÍSES BAJOS (1576-1578)
4.1.- Roma en Madrid: el triunfo del partido “papista”
La figura de don Juan de Austria es, sin duda, una de las que más literatura ha
generado dentro del reinado de Felipe II, rodeado siempre de una aureola mítica, fruto
de ser el prototipo de héroe romántico ensalzado en épocas posteriores545. Su condición
de hijo natural de Carlos V y su temprana muerte, unido a la gran cantidad de destinos
donde ejerció y a su vinculación con la idea de Cruzada, contribuyeron a configurar esa
imagen mítica. Si procuramos alejarnos de estas ideas y buscamos su verdadera
relevancia como figura histórica, nos encontramos con un personaje clave en el decurso
de la Monarquía Hispánica durante la década de los 70 del siglo XVI.
Nacido en Ratisbona el 24 de febrero de 1545 de la relación entre la burguesa de
la ciudad Barbara Blomberg y el emperador, viajó en 1550 a Castilla dentro del séquito
del príncipe Felipe, con la idea de dedicarle a la carrera eclesiástica. Una vez en la
Península, se encargaron de su educación don Luis de Quijada y su esposa doña
Magdalena de Ulloa, que estuvieron a su lado, incluso, durante su estancia en Yuste
como paje de su padre. Al fallecer éste, Felipe II le concedió un collar del Toisón de
Oro en el capítulo de Gante de 1559, decidió dedicarle a la vida militar y le puso Casa,
aunque le denegó el tratamiento de Alteza, reservado a los miembros de la familia real,
en detrimento del de Excelencia. Durante esos años de juventud tuvo su primer contacto
con la espiritualidad jesuítica, de la cual se acabaría convirtiendo en uno de sus más
firmes defensores, a raíz de su estancia en la Universidad de Alcalá, en la cual estudió
junto al príncipe don Carlos y a Alejandro Farnesio.
Su primer cargo de relevancia en los ejércitos de la Monarquía fue el de general
de la Mar, el cual recibió en 1568, oficio que conllevaba la obligación de defender el
Mediterráneo de las acometidas turcas. Su actividad solo se interrumpiría cuando en
1570 se le reclamó a Granada para dirigir las tropas que debían poner fin a la rebelión
de las Alpujarras, lo que consiguió, no sin esfuerzo, al año siguiente. Una vez finalizada
545
Sería demasiado prolijo citar aquí todas las biografías que se han escrito sobre don Juan, pero
conviene destacar la realizada por Lorenzo vander Hamen y León, hijo del archero Jehan vander
Hamen “el viejo” y hermano del famoso pintor de bodegones Juan vander Hamen, titulada Don
Juan de Austria y publicada en Madrid en 1627 o la más reciente de B. BENNASSAR, Don
Juan de Austria. Un héroe para el imperio, Madrid, 2000. Una más breve en Configuración, pp.
411-413.
172
dicha tarea, se le concedería otra de gran enjundia, cual fue ponerle al mando de la flota
constituída por la Santa Liga para luchar contra los otomanos y que obtuvo la victoria
en Lepanto.
Fue durante esos años cuando don Juan de Austria comenzó a mostrar su total
sintonía con los designios de la Santa Sede, que estaba intentando que la acción exterior
de la Monarquía siguiese un dictado confesional, ejerciendo el papel de defensora
universal del Catolicismo. Las sospechas sobre su lealtad, indujeron al príncipe de Éboli
a sustituir a su secretario Juan de Soto por una de sus “hechuras”, Juan de Escobedo, lo
que no impidió que don Juan siguiese su inexorable acercamiento a los dictados del
Pontífice.
Tras la ruptura de la Santa Liga en 1573, la escuadra formada por las galeras
hispanas y de las potencias italianas, excepto Venecia, se dirigió a la conquista de Túnez
para reponer en el trono a la dinastía “amiga” de los Hafsí, pero don Juan, una vez
obtuvo un nuevo triunfo, desobedeció las órdenes y en connivencia con el papa
Gregorio XIII solicitó que le fuera conferido el título de rey de Túnez. Ante el cariz que
tomaban los acontecimientos, Felipe II decidió dar un golpe de timón a la situación para
alejarle de la influencia papal y cuando don Juan llegó a Madrid en 1575 para defender
sus pretensiones sobre Túnez, se le otorgó la categoría de Alteza y el título de vicario
general de Italia, debiendo acudir a Milán para dirigir la intervención en la guerra de
Génova. Estos intentos de aislar a don Juan finalizarían tras la victoria del partido
“papista” en la Corte madrileña546.
Esta se produjo tras la preeminencia que alcanzó Antonio Pérez sobre Mateo
Vázquez, una vez que ambos patronos habían alcanzado en 1576 un punto en donde
solo podían chocar. Para lograr imponerse a su émulo, Pérez contactó con personajes
como el marqués de los Vélez, Gaspar de Quiroga o Garnica y se centró en dominar
parcelas de poder como la presidencia del Consejo de Castilla a través de Antonio
Mauriño de Pazos y Figueroa. Por lo que respecta a los asuntos de Flandes, el secretario
consiguió adquirir protagonismo y pudo comenzar a aplicar sus ideas tras la entrada del
III marqués de los Vélez en el Consejo de Estado y en la Junta de Flandes en abril de
1576, sustituyendo al fallecido Andrés Ponce de León, y tras atraerse al guardasellos
Hopperus547.
Fue precisamente en esas fechas cuando se decidió el envío de don Juan de
Austria a Flandes como nuevo gobernador. Ya se había especulado anteriormente en
546
En general, sobre este periodo, Ibídem, pp. 138-147 y S. FERNÁNDEZ CONTI, Los
Consejos de Estado y Guerra..., pp. 151-172.
547
Configuración, pp. 150-164.
173
varias ocasiones con su candidatura, pero no fue hasta este momento, y gracias al
ascendente de Antonio Pérez, cuando fue elegido. Con esta decisión, el secretario podía
dedicarse tranquilamente a los asuntos italianos y se libraba de un personaje que,
aunque afín, le podía hacer sombra en el acceso a la gracia real. Don Juan aceptó el
nombramiento, aunque puso varias condiciones, como que su interlocutor en la Corte
fuera Pérez y no Zayas, así como que se le proporcionaran medios para llevar a cabo su
soñada invasión de Inglaterra.
La caótica situación que se vivía en los Países Bajos hacía imprescindible que
don Juan de Austria se presentara allí a la mayor brevedad posible, para poder aplicar
los “Verdaderos Remedios” que Felipe II llevaba queriendo instaurar desde la
publicación de la bancarrota. La muerte de Requesens había impedido a Havré y
Hopperus marchar a los Países Bajos a transmitir dichos remedios al comendador
mayor, tal y como había ordenado Felipe II, por lo que el monarca decidió que
Hopperus continuara a su lado y que el Conseil d´État se hiciera cargo del gobierno, tal
y como defendían el guardasellos y Antonio Pérez, aunque acatando las instrucciones
que se le dictaran desde la Junta de Flandes.
Ésta desarrolló una actividad frenética durante los primeros meses de 1576,
periodo durante el cual contó con la ayuda de Maximilien de Gante, barón de
Rassinghien, que había sido enviado por el Conseil d´État para comunicar sus
peticiones. En dicha Junta se decidió abrir nuevas conversaciones con los rebeldes,
aunque dejando fuera de la negociación la religión y la autoridad real, y que don Juan de
Austria partiera inmediatamente desde su puesto en Italia con destino a los Países Bajos.
El hermano del rey, sin embargo, contravino las órdenes y se presentó en Madrid para
entrevistarse con Felipe II y hacerle llegar sus peticiones. De esta manera, recibió en
mano sus instrucciones el 28 de septiembre de 1576548 y partió hacia Flandes en secreto
pocos días después.
El fallecimiento de Chinchón en agosto de dicho año, consolidó el dominio de
Pérez sobre la Junta de Flandes, compensando sobradamente la defunción de Hopperus
en diciembre. Ya sin oposición, Antonio Pérez se convirtió en secretario de la Junta tras
desplazar a Zayas y pudo llevar a cabo hasta las últimas consecuencias su política
pacifista, como lo demuestra la salida de los Tercios de los Países Bajos. Desde ese
momento, únicamente sus afectos como el marqués de los Vélez o Gaspar de Quiroga,
que ansioso por ocupar la vacante del arzobispado de Toledo había moderado su actitud
548
La documentación sobre sus instrucciones en AGS, E., leg. 569, ff. 3-14.
174
belicosa respecto a los rebeldes, recibirían información sobre lo que estaba sucediendo
en Flandes.
Esta situación cortesana parecía augurar una perfecta sintonía entre el
gobernador de Flandes y la Corte madrileña, algo que no había sucedido en gobiernos
anteriores. Sin embargo, las ambiciones de dos egos como los de don Juan de Austria y
Antonio Pérez lo impidieron. Una vez que el hermano del monarca pudo comprobar que
los planes sobre la invasión de Inglaterra eran castillos en el aire, decidió que su
estancia en Flandes era innecesaria y consideró la posibilidad de retornar a Madrid
donde, según él, debería ocupar la privanza como único heredero a la vista, ya que el
futuro Felipe III era aún muy joven. Con tal fin envió a su secretario Escobedo a la
Corte en julio de 1577, viaje que este aprovechó para reclamar la posición que le
correspondía como secretario de un posible privado. Así mismo, las nuevas que éste
llevaba, certificaban que la política pacifista planteada por Antonio Pérez era inviable.
El omnipotente secretario, temeroso de que se descubriese su manipulación de la
correspondencia de don Juan y de que peligrara su influencia ante el rey, recurrió a
engaños para convencer a Felipe II de que los delirios políticos de su hermano estaban
en consonancia con manejos provenientes de Roma. El resultado fue la eliminación
física de Escobedo el 31 de marzo de 1578 y la falta de sintonía entre Antonio Pérez y
don Juan durante los últimos meses de vida de éste.
4.2.- El gobierno del Conseil d´État (1576)
La muerte de don Luis de Requesens, sumió en un profundo caos a los territorios
flamencos que aún permanecían leales a Felipe II549. El comendador mayor no tenía
competencias para nombrar a su sucesor, aunque había dictado una orden, que no llegó
a firmar, en la que dividía el poder entre sus tres principales consejeros: Berlaymont que
se ocuparía de la administración interna, Mansfeld de los asuntos de guerra y defensa y
Jerónimo de Roda del dinero español y de cuestiones de personal. La orden no se llegó a
ejecutar, por lo que, ante el vacío de poder, el Conseil d´État decidió asumir el mando el
9 de marzo. De entre los 9 consejeros que lo componían, pronto se destacaron sobre el
resto Jerónimo de Roda y Aerschot, que vio el momento de acceder al poder junto con
sus “malcontents”550.
549
En general, para el periodo comprendido entre la muerte de Requesens y la llegada de don
Juan de Austria a Flandes, G. PARKER, España y la rebelión de Flandes..., pp. 167-176 y G.
JANSSENS, “Brabant in het verweer”..., pp. 267-314.
550
E. MARTÍNEZ RUÍZ, "La crisis de los Países Bajos a la muerte de Don Luis de Requesens",
Chronica Nova, Revista de Historia Moderna de la Universidad de Granada, 7 (1972), p. 10.
175
Felipe II ratificó el gobierno interino del Consejo el 24 de marzo, medida que se
demostró rápidamente poco acertada ante la división existente entre los propios
consejeros; ésta comenzó a hacerse palpable a finales de julio, cuando Aerschot rechazó
reunirse con los que denominaba “enemigos del país”, es decir, Julián Romero, Roda y
Alonso de Vargas551. La actitud del noble flamenco, unida al descontento que produjo
en el pueblo el saqueo de Aalst por las tropas reales amotinadas, puso a los pies de los
caballos a estos consejeros y en la rebelión de Bruselas del 5 de agosto se asesinó a un
criado de Roda, se detuvo y encerró a los tres hispanos e incluso se atacó a
Berlaymont552. Al desaparecer estos de la escena política, los “malcontents” se hicieron
con el control de la situación con la única oposición de Sancho Dávila, que se enfrentó a
ellos, pese a que Felipe II le había ordenado que respetara las directrices del Consejo de
Estado553.
La situación apuntaba a una rebelión inminente y tanto el retraso en la llegada de
don Juan de Austria como el fracaso de Havré en su misión a Madrid para exponer los
puntos de vista del Conseil d´État, provocaron que esta se consumara el 4 de septiembre
con el arresto de todos los miembros de los Consejos Colaterales, excepto Viglius, que
se encontraba enfermo, y Aerschot. A las ocho de la noche fueron liberados todos los
componentes del Conseil Privé menos Boisschot, Foncq y Louis del Río y, a finales de
mes, el resto de consejeros, excepto Assonleville, Mansfeld, Berlaymont y del Río, que
fue el último en alcanzar la libertad. Jerónimo de Roda, por su parte, había podido
escapar a Amberes, donde se puso al mando del ejército y se declaró gobernador de los
Países Bajos, decisión que nunca fue ratificada por Felipe II. El Consejo de Estado fue
restaurado, pero sin apenas poder y bajo la tutela de los Estados Generales.
Aerschot se encontraba, sin duda, al tanto de la rebelión y se ha especulado con
la existencia de negociaciones previas con Orange. El caso es que en un periodo de
tiempo muy breve se comenzó a preparar una reunión de los Estados Generales y a
negociar la paz entre los rebeldes y las demás provincias. Las conversaciones derivaron
en la Pacificación de Gante el 8 de noviembre, en la cual se proclamó el poder de los
Estados Generales, pero sin necesidad de ruptura de la autoridad real; su máxima
aspiración era retornar a la situación y sistema de gobierno de Carlos V, así como la
expulsión de las tropas extranjeras554.
551
J. VERSELE, Louis del Rio (1537-1578)..., pp. 78-80.
552
H. DE SCHEPPER, “Un catalán en Flandes...”, pp. 166-167.
553
E. MARTÍNEZ RUÍZ, op. cit., pp. 9-26.
554
Las condiciones de dicha Pacificación han sido publicadas en varias ocasiones; en inglés en
H. H. ROWEN, The Low Countries in Early Modern Times…, pp. 58-64 y E. H. KOSSMAN y
176
Las negociaciones se llevaron a cabo con mucha premura, ya que los reunidos
anhelaban alcanzar un acuerdo para dar mayor firmeza a sus planteamientos, antes de
que don Juan de Austria llegase a Flandes. Aunque no lo consiguieron por unos pocos
días, don Juan entró en Luxemburgo el 3 de noviembre, los Estados consiguieron
hacerse cargo del gobierno, ya que la “furia española” que se había producido en
Amberes, unida a la tardanza del hermano del rey por llegar a aquellas tierras, le habían
desacreditado como nuevo gobernador, antes incluso de hacerse cargo del puesto.
4.3.- La situación faccional en Flandes durante el gobierno de don Juan: el intento
de recuperación de la Casa de los gobernadores como elemento de integración de
las élites
El panorama que se le presentó a don Juan de Austria cuando llegó a
Luxemburgo no podía ser más desalentador555. El único consejero leal a Felipe II que
quedaba en libertad era Jerónimo de Roda y los componentes de la facción moderada,
como Aerschot, Havré, Champagney o el señor de Capres, habían radicalizado su
posición durante el gobierno del Conseil d´État. Mansfeld y Berlaymont, por su parte,
permanecían fieles a Felipe II pero procuraron mantenerse alejados del hermano del rey
durante los primeros meses. Por último, Sancho Dávila se mostraba como un firme
defensor de los derechos del soberano, pero se encontraba muy vinculado al duque de
Alba, lo que, por supuesto, no complacía a don Juan556. Por lo tanto, el nuevo
gobernador se encontró con que solo podía disfrutar del apoyo de su entorno más
cercano.
Ante este panorama, don Juan decidió poner en práctica la última propuesta
referente a Flandes realizada por el conde de Chinchón antes de fallecer, cual era
favorecer la entrada de hijos de nobles flamencos en la Casa del hermano del rey, para
que éste adquiriera confianza en ellos y aprendiera sus gustos, al tiempo que conseguía
integrar de nuevo a las élites de los Países Bajos en el gobierno de sus territorios557. Sin
duda, su condición de gobernador de la sangre hacía factible que su séquito cobrara una
especial atracción para aquellos flamencos que aún no se hubieran rebelado o que
quisieran retornar a la obediencia real, posibilidad que había estado en suspenso durante
los dos gobiernos anteriores, ya que, aunque los gobernadores hubiesen querido hacerlo,
A. F. MELLINK (eds.), op. cit., pp. 126-132, o en español en M. A. del RÍO, op. cit., pp. 84-87,
entre otros. Parte de la documentación que generó en L. P. GACHARD, Documents inedits sur
la pacification de Gand, Bruselas, 1845.
555
Para este periodo, G. JANSSENS, “Brabant in het verweer”..., pp. 317-418.
556
E. MARTÍNEZ RUÍZ, op. cit., p. 32.
557
A. W. LOVETT, Philip II and Mateo Vázquez de Leça..., pp. 55-56.
177
cosa harto improbable por sus ideas políticas, no lo hubieran podido llevar a cabo al
carecer de esa naturaleza.
Una vez tomada la decisión, se hacía necesario adecuar el servicio de don Juan a
esta pretensión, para lo cual era necesario reformar y ampliar el número de componentes
hasta un número muy superior al que había constituido la Casa en tiempos pretéritos558.
Como vimos, en 1558 don Juan acudió a Yuste sin ser público su parentesco con
el emperador, que comisionó a don Luis de Quijada la designación de una persona de
confianza para su servicio sin título ni gajes, reparando este en Gonzalo Vallejo. A él se
unieron otros personajes como Jerónimo de España o Juan Díez de Aranjuez, pero no
sería hasta 1561 cuando, una vez hecha pública su identidad, se decidiera la constitución
de Casa propia para don Juan. El padre Luis Coloma, sin embargo, en su famoso
Jeromín559, afirma que el servicio se le puso el 29 de septiembre de 1559 y proporciona
una lista de 9 servidores, entre los que destacaban el propio Quijada, como ayo y jefe de
la casa, don Fernando Carrillo, conde de Priego, como mayordomo mayor, y don
Rodrigo Benavides, como sumiller de Corps. El caso es que este incipiente servicio era
muy reducido, como correspondía a un personaje de su condición en esos momentos.
La Casa del hermano del rey no incrementaría esta minúscula composición hasta
la guerra de Granada en 1570, adquiriendo una notable importancia en 1571 de cara a la
Jornada de la Liga Santa contra el turco. En esa fecha, se decidió dotarla de ordenanzas,
incluyendo la plantilla que sería necesario para el servicio y los posibles aspirantes a
oficio560, en las cuales se contemplaba el cambio de condición del hermano de Felipe
II561. Debido a ello, la entidad de la Casa se incrementaría notablemente, tal y como se
reflejó tanto en la dotación de la misma, 40000 ducados anuales más 6000 para repartir
en ventajas, como en la cantidad de servidores, unos 80 sin contar los cuerpos de
guarda. Este servicio acompañaría al hermano de Felipe II durante sus diferentes
periplos europeos y africanos, estando integrada en su mayoría por hispanos, algunos de
558
Los componentes de la Casa de don Juan antes de su llegada a Flandes en Felipe II, II, pp.
671-674.
559
Publicado en Madrid en 1903, en la p. 71. Hay que manifestar las oportunas reservas sobre
este listado de personajes y esta fecha, ya que el autor no cita el origen de dicho documento.
560
Se encuentran en IVDJ, Envío 18, ff. 166 r.- 171 r., con el título de “La orden que se a de
tener en el servicio de la persona y comida del señor don Jhoan y en las demás cosas de su cassa
y las personas que le sirven al presente es la siguiente, s. f. (sin duda de 1571)”. Para completar
la información, en ff. 172 r.-173 v. vienen “Los offiçiales que me paresçe que son necesario
para el serviçio del señor don Joan demás de los que tiene son los siguientes”.
561
Debido a ello, se incluye en el f. 173 r.-v. un breve texto sobre “Saber la manera como a de
ser tratada la persona del señor don Joan”.
178
ellos procedentes del servicio del fallecido príncipe don Carlos562, y por algunos
italianos, cercanos la mayoría de ellos, como era lógico, al partido “ebolista”.
Una vez en Flandes, y respondiendo a esa idea de integración, el número de
servidores se fue incrementando en función de los flamencos que se fueron
incorporando, sobre todo, a raíz de la publicación del “Edicto Perpetuo”. Así, a la
muerte del príncipe nos encontramos con un gasto anual en gajes de 10486359
maravedís para un total de 335 servidores, de los cuales 32 eran flamencos, más todos
los archeros y algunos de los guardas tudescos, aunque hay que resaltar que
desconocemos el nombre y procedencia de 90 de los componentes y muchos de ellos
podrían ser naturales de esas tierras563.
Alguno de estos flamencos llegaron a alcanzar puestos de especial relevancia en
la Casa, siendo los más destacados los mayordomos Juan Bautista de Tassis564,
personaje que incrementaría su notoriedad en gobiernos posteriores565, y Jean de
562
Caso de Francisco Díez, caballerizo con ambos, o de Bartolomé Trigo, librador de la
caballeriza del príncipe y busier de leña de don Juan (AGS, CC, leg. 543, nº 35 y 42).
563
La documentación sobre la Casa de don Juan de Austria tras su muerte se encuentra en AGS,
E., leg. 578.
564
De él se decía en la “Relación de los criados que quedaron en la casa del señor don Juan al
tiempo de su muerte” elaborada por Octavio Gonzaga (Ibídem, f. 5) para ver de qué manera se
desmantelaba la Casa, “Hermano del correo mayor, mayordomo y ha que sirve en este officio al
señor don Joan desde que llegó a estos Países y de Bruselas se salió huyendo, porque los de
aquella villa le tenían preso por ser buen criado y vassallo de Vuestra Majestad, ha servido muy
a gusto del señor don Juan el qual se servía del en muchas cosas, por la habilidad que tenía de
todas las lenguas y tener muy buen parecer en todo y ha servido con mucha fidelidad y muy
bien y es para servir ha perdido toda su hazienda y es casado y de Vuestra Majestad tenía
cincuenta escudos de entretenimiento al mes y el señor don Juan le acrescentó otros cinquenta
desde navidad acá”.
565
Nacido en Malinas en 1530, su padre fue prefecto de las postas de Maximiliano y Carlos V y
su madre era de una familia noble de dicha ciudad. Toda su juventud la pasó en Flandes, donde
ascendió dentro de la administración hasta conseguir el puesto de consejero y mayordomo de
don Juan de Austria. Con la pacificación de las provincias tuvo que dejar esa tierra, ya que se le
reprochaba su origen italiano al ser su padre de Bérgamo. Se fue a refugiar a Castilla, donde
permaneció hasta diciembre de 1580, fecha en que fue nombrado enviado extraordinario a
Francia, permaneciendo allí durante varios años a caballo con Flandes y ocupándose de los
asuntos de la Liga. En 1594 se le nombró consejero de estado en Bruselas y, por cartas patentes
del 1 de marzo de 1599, embajador en Francia, donde sirvió hasta enero de 1604 en que le
sustituyó Baltasar de Zúñiga. Tras ello, marchó a servir en el Consejo de Guerra en Madrid,
donde permaneció hasta que en 1609 se retiró a su encomienda, muriendo al año siguiente. Nos
legó sus vivencias en un libro escrito en latín (G. BAGUENAULT DE PUCHESSE, "La
politique de Philippe II dans les affaires de France. 1559-1598", Revue des questions
historiques, 25 (1879), pp. 26-27; J. RÜBSAM, Johan Baptista von Taxis, ein Staatsman und
Militär unter Philipp II und Philip III (1530-1610), Freiburg, 1889, passím y V. VÁZQUEZ DE
PRADA, op. cit., pp. 77-82). Cabrera de Córdoba nos relata su muerte, “Murió los dias
passados Juan Bautista de Tassis, del Consejo de Guerra, de edad de 90 años (en realidad eran
80), de achaque de cierto banquete que dio al Conde de Sora y Marqués de Falces y otros, donde
comió más de lo que sufría su complexión” (L. CABRERA DE CÓRDOBA, Relaciones de las
cosas sucedidas en la Corte de España desde 1599 hasta 1614, Madrid, 1857, p. 401).
179
Noyelles, señor de Rossignol566, el capitán de la guarda conde de Focquemberg567, y el
gentilhombre de la cámara, señor de Gate568. De igual modo, conviene reseñar que 6 de
los 7 gentilhombres de la boca fueron flamencos569, a saber, Jacques de Recourt, señor
de Licques570, Juan de Robles571, el señor de Merle572, el señor de Teves, Lamoral de
Tassis573 y Jacques de Brias574.
Naturales de las “tierras bajas” eran también el sumiller de la panetería Gilles de
Roy575 y el mayordomo del estado de la boca Jehan de la Haye576-personajes ambos que
habían ejercido como archeros de Corps de Felipe II-, así como el capellán Jacobo
Zantel, el ayuda de la panetería Valentín Catalari, el mayordomo del estado de los
gentilhombres Leonardo, el ayuda de guardamangier Jorge de Anguer, los cocineros
mayores maestres Jerónimo y Pedro el Grande, el pastelero Pedro Rebellon, los
566
En la “Relación de los criados...”, “Es cavallero destos payses y criado de Vuestra Majestad
servía también de mayordomo abra como un año, es muy honrrado caballero y muy fiel a
Vuestra Majestad y ha perdido su hazienda y aquí le ha occupado el señor don Juan en muchas
cosas de las que les ha dado muy buena cuenta y no tenía sueldo señalado, sino por vía de ayuda
de costa, le socorrían como a los demás cavalleros del país”.
567
Ibídem, “Servía al señor don Juan de capitán de la guardia havra como un año y tan
honrradamente y bien y tan a satisfacción del señor don Juan que no podía ser más, ha perdido
toda su hazienda y no tenía sueldo señalado sino por vía de ayuda de costa, le davan como a los
demás cavalleros del país, está muy pobre y ha perdido muy buena hazienda”.
568
Ibídem, “Es gentilhombre borgoñón y de la boca de Vuestra Majestad y servía de
gentilhombre de la cámara al señor don Juan y aura como un año ha muchos años que sirve a
Vuestra Majestad y también como el duque de Alba podrá hazer fe a Vuestra Majestad por el
tiempo que sirvió debajo del, fue gobernador de Deventer y dexolo el año pasado por desearlo
los estados quando el señor don Juan estava en Bruselas, quedó sin sueldo, después de entrado
el señor don Juan en el Castillo de Namur mandó le corriese el sueldo que tenía que era de cien
escudos al mes e se le corre y de Vuestra Majestad no ha recibido merced ninguna, se que se la
deseava el señor don Juan hazer porque conocía que era cavallero muy para servir a Vuestra
Majestad y ha gastado la mayor parte de su hazienda por continuar el servicio que era
obligado”.
569
El único gentilhombre de la boca no flamenco sería Ludovico Vizconde, caballero milanés
que sirvió en esos estados desde que don Juan entró en Lovaina y estuvo en el castillo de
Namur.
570
Hijo del barón de Licques y gobernador de la ciudadela de Cambrai; servía, asimismo, como
teniente de la guarda de don Juan de Austria.
571
Hijo de Gaspar de Robles, barón de Villy, y llegó a ser coronel de la infantería alemana en
Flandes.
572
Hermano del mayordomo señor de Rosignol.
573
Hijo del correo mayor Leonardo de Tassis.
574
Hijo del señor de Brias, gobernador de Mariemburg y Bapaumes.
575
Natural de Bruselas, fue archero de Corps desde el último tercio de 1574 hasta la muerte de
Felipe II. Sin embargo, sus ausencias de la Corte fueron frecuentes, ya que sirvió a don Juan de
Austria como sumiller de la panetería desde comienzos de 1577 hasta la muerte del hermano del
rey y ya no retornó a Madrid. Tras fallecer Felipe II fue reservado y recibió como merced cinco
reales y diez maravedíes, que se contarían desde el primero de octubre, reteniendo dicha
condición hasta el final del reinado de Felipe III en que falleció (AGP, Regs. 5729 y 5730 y
AGS, E., leg. 578, f. 5).
576
Archero de Corps desde el segundo tercio de 1560 hasta la marcha de don Juan de Austria a
Flandes, aunque desde el primer tercio de 1568 hasta julio de 1570 tuvo licencia en los Países
Bajos (Ibídem).
180
cocineros maestres Jordan y Jacques, Juan Borgoñon y Juan Lamberto o el portero de
cocina Juan Vanrela. En la caballeriza, que carecía de caballerizo mayor aunque
ejerciera como tal el caballerizo don Gabriel Niño de Zúñiga, estarían el mozo de
guardarnés Juan Braman, el cazador Juan Coron y los pajes Felipe de Robles577, Juan de
Yue578 y Juan Stercke. En la furriera, por su parte, servirían Juan de Arrás como músico
de tecla, Hercules Canon que servía en la cámara579, el barbero del cuerpo Ermes y el
portero de sala Tusin. Por último, las guardas capitaneadas por Focquemberg, junto a
Recourt como teniente, estarían compuestas por 30 archeros flamencos y 100
alabarderos, la mayoría de ellos tudescos, aunque alguno era también natural de los
Países Bajos.
Como hemos podido observar, el peso de los flamencos en los puestos altos de la
Casa era notable, aunque no le fue tanto en los oficios más bajos, que siguieron estando
ocupados por antiguos servidores hispanos e italianos de don Juan que habían acudido
con él a Flandes. El prematuro fallecimiento del gobernador nos impide conocer con
exactitud la evolución posterior de la Casa, aunque todo apunta a que hubieran sido
naturales de los Países Bajos los que relevaran a aquellos criados fallecidos o retirados.
Este aumento de flamencos en puestos de relevancia no supuso que los
castellanos se vieran totalmente relegados de los mismos y así nos encontramos al
gentilhombre de la cámara y caballerizo don Gabriel Niño de Zúñiga580, al gentilhombre
577
Era también hijo de Gaspar de Robles, barón de Villy.
578
Hijo del castellano de Namur.
579
En la “Relación de los criados...”, “Sirvia en la cámara de tener todas las cosas secretas del
señor don Juan y cosas regaladas dormía siempre en la cámara y hera todo su regalo. Fue criado
del emperador de gloriosa memoria y después que fue dios servido llevarle sirvio al señor don
Juan en este officio hasta agora, devíale el señor don Juan tres mill escudos como parece por
una poliça suya los dos mill en prestados y los mill se los dio demás deso le debe otros
quatrocientos o quinientos escudos enmprestados es quanto caudal el pobre hombre alcançava
de los serviçios de Padre e hijo, es destos Payses y viejo, desea quedarse en ellos y descansar, la
merced que Vuestra Majestad le huviere de hazer demás de mandarle pagar ha de ser aquí
porque el no esta para trabajar más”.
580
Ibídem, “Era gentilhombre de la cámara fue paxe del señor don Juan de los primeros que
tuvo salido de ay vino a ser soldado a Lombardía y después a estos estados con el Duque dalva
y estuvo en ellos hasta el año de la vatalla que con licencia havia ydo a España y en ella sirvió a
Vuestra Majestad y siguió al señor Don Juan hasta agora sin averse apartado jamás de servirle,
sirvió de gentilhombre de la cámara desde que el señor don Juan vino a estos estados y tenía a
su cargo la cavalleriza y en entrambos oficios sirvió, diole el señor don Juan el tercio postrero
que vino de Lombardía y antes tuvo a cargo las vanderas del tercio viejo, y en Italia tuvo patente
de maestre de campo de las vanderas que havían de yr a Malta y muchos días governó las de
don Lope mientras el quedó en España, sirvió muy a gusto del señor don Juan y es mucho para
servir a Vuestra Majestad y hasta agora no ha recibido merced ninguna, pretendía un ávito y el
señor don Juan lo pidió con mucha instancia a Vuestra Majestad y que le hiziese merced se
dezir a Vuestra Majestad que será muy bien empleada sy a la bien menester porque está muy
pobre”.
181
de la cámara don Agustín Mexía581, al capellán Francisco de Humara582, al secretario
Andrés de Prada583, que alcanzaría la cúspide de su carrera unos años después584, al
tesorero Bartolomé Portillo de Solier585, al contralor Joan de Vergara586 o al
581
Ibídem, “Ha que sirve de gentilhombre de la cámara al señor don Juan desde que llegaron las
vanderas de don Lope, es un muy honrado moço y el señor don Juan deseava hazer en él, por
conocer partes tales que savía acertaría a servir a Vuestra Majestad prometiole la primera
compañía de caballos que vacase y assí estava aguardando que Vuestra Majestad hiziese merced
a don Alonso de Vargas que pensava darle aquella y que la tuviese juntamente con la de
Infantería que tiene yo digo a Vuestra Majestad quel señor don Juan le deava mucho y que en él
será muy bien empleada qualquier merced”.
582
Clérigo español, llegó a los Países Bajos como capellán de don Juan de Austria, siéndolo
después de Farnesio que le elevó. Así, en 1582 fue nombrado mayordomo administrador del
hospital militar de Malinas, con un sueldo de 100 escudos al mes, y en 1586 obtuvo el título de
protonotario apostólico gracias al príncipe de Parma, que incluso le recomendó al Papa antes de
fallecer. La muerte de su protector fue el comienzo del fin para Humara, ya que Alberto le
revocó y le hizo retornar a la Península Ibérica en 1601 (L. VANDER ESSEN, "Documents
concernant le vicaire général Franceso de Umara", Analectes pour servir a l´histoire
ecclésiastique de la Belgique, 3ª serie, 7 (1911), pp. 7-40 y J. SCHOONJANS, "Castra Dei.
L´organisation religieuse des armées d´Alexandre Farnèse" en Miscellanea historica in
honorem Leonis van der Essen…, I, pp. 532-533).
583
“Relación de los criados...”, “Ha servido al señor don Juan de diez años a esta parte con los
secretarios que han servido al señor don Juan y en falta dello ha hecho siempre el oficio y
también y honradamente que no se hechava menos quando ellos faltavan después que murió el
secretario Escobedo le dio el señor don Juan título de secretario ha servido también tan a gusto
de su amo y con tanta fidelidad en el servicio de Vuestra Majestad que como testigo de lo que
he visto después que estoy en estos estados puedo certificar que hombra más recto, hábil y fiel
yo no lo he conocido. Ha trabaxado más que todos los criados del señor don Juan juntos y el de
ninguno hazía la confiança que del y assi deseava hazerle mucha merced y en su nombre suplico
a Vuestra Majestad se la haga y mande tener cuenta con él que se hallará Vuestra Majestad muy
servido de su persona, está pobrísimo por no aver tenido derechos ningunos sino es después la
muerte de Escovedo y eso es una miseria, tiene mucho deseo de que Vuestra Majestad le de
lizencia para irse más hablando como debo y soy obligado al servicio de Vuestra Majestad si el
se va de aquí”.
584
Tras acompañar a don Juan de Austria en todas sus campañas desde que accediera al título de
capitán general de la mar, a su muerte continuó su carrera en Flandes y entre 1578 y 1580 fue
secretario en el gobierno del príncipe de Parma. Retornó a Castilla cuando Farnesio colisionó
con su madre, nombrada gobernadora en 1580, y hubo de esperar al regreso de Felipe II de
Portugal para seguir progresando en el servicio real. La oportunidad se le presentó con la
necesidad de profesionalizar las estructuras del gobierno de la guerra, a mediados de la década,
recibiendo título de secretario real el 13 de junio de 1585. Un año después lo era del Consejo de
Guerra para los negocios de tierra y desde ahí vivió los profundos cambios producidos con la
institucionalización de la Monarquía. Con Felipe III mejoró aún más su suerte, pues a partir de
1600 se le concedió la secretaría de Estado para asuntos del Norte, que ejerció hasta su muerte
en junio de 1611, y la encomienda de San Coloyro de la orden de Santiago en 1603, mejorada
posteriormente con la de Ocaña en 1609 (Configuración, p. 464).
585
Ibídem, “Ha que sirve al señor don Juan de tesorero veinte años muy honradamente y
emprestándole muchas veces de su hacienda de los XVII tiene dada cuenta y de los tres que
faltan suplica a Vuestra Majestad mande enviar horden de a quien las ha de tomar, y en caso que
Vuestra Majestad mande que sea en España que Vuestra Majestad mande que los libros del
grefier y suyos vayan adonde se las havran de tomar para que con mayor satisfacción se hagan,
los que se las han tomado hasta aquí han sido los mayordomos y greffier”. Su biografía en
Configuración, p. 463, donde destaca su nombramiento en 1584 como tesorero general de
Castilla, cargo que ejercería hasta su muerte en 1591.
182
incombustible aposentador mayor, guardajoyas, guardarropa y armero mayor Gonzalo
Vallejo587. Los italianos, por su parte, también mantuvieron su representación a través
de personajes como el gentilhombre de la boca Ludovico Vizconde, aunque con menor
relevancia de la que habían tenido durante las estancias de don Juan en Italia o África.
Tras el fallecimiento del hermano del rey, desde Madrid se ordenó que se
preparara el traslado de su cuerpo a Castilla, así como el desmantelamiento de su Casa,
gestiones que realizaron principalmente Octavio Gonzaga y Juan Bautista de Tassis588.
Estos decidieron que los criados flamencos, borgoñones, italianos y alemanes fueran
despedidos tras abonárseles las deudas, concediendo una ayuda de costa, que dependería
de la condición de cada uno, a aquellos que estuvieran lejos de sus tierras y quisieran
volver a ellas. A Juan Bautista de Tassis, al conde de Focquemberg y a los señores de
Rossignol y de Gate, por su parte, se les concedieron 100 escudos de entretenimiento al
mes, insistiendo en la necesidad de que se les abonaran con regularidad, y se recomendó
su ingreso en los Consejos Colaterales. Por lo que respecta al resto de caballeros
flamencos peticionarios, Gonzaga se encargó de estudiar los entretenimientos que se les
podrían conceder, incluidos los pajes, recomendando que aquellos que tuvieran edad
suficiente para servir en la guerra fueran entretenidos en la infantería.
Por lo que respecta a los criados hispanos, se les mandó retornar a Castilla junto
con el cuerpo de don Juan y los enseres no vendidos en pública almoneda, aunque se
permitió que aquellos que quisieran servir en el ejército lo hicieran con un
entretenimiento. Don Gabriel Niño de Zúñiga marchó al frente de la comitiva,
acompañándole, entre otros, el contralor Joan de Vergara, el greffier Juan Gómez, el
guardajoyas Gonzalo Vallejo, el tesorero Portillo de Solier o el ayo de los pajes Pedro
Sánchez de Anuncibay. Agustín de Mexía, por su parte, quedó en los Países Bajos al
proveerle con una compañía de lanzas de caballos ligeros vacante por la muerte de
586
“Relación de los criados...”, “Ha muchos años que sirve a Vuestra Majestad y en su servicio
ha recibido muchas deudas. Ha que sirve al señor don Joan de contralor de seis años a esta parte
travaxando y sirviendo lo mejor que podía hazer criado en tal officio no ha recibido otra
recompensa que haverle quitado y no pagado el Virrey de Nápoles no se que sueldos que tenía
en aquel Reyno. Está pobre y viejo y en estos estados ha estado dos vezes este verano al punto
de la muerte. Se que el señor Don Juan suplicó a Vuestra Majestad le hiziese no se qué merced.
Suplico a Vuestra Majestad que por los largos y buenos servicios deste hombre alcance la
merced que su amo en vida suplicó a Vuestra Majestad que creo lo merece”.
587
“Relación de los criados...”, “Sirvió al señor Don Juan de apossentador mayor, guardajoyas,
guardarropa y armero mayor ha que le sirve desde quel señor Don Juan fue a casa de Luys
Quixada hale servido muy bien y el señor Don Juan no le a hecho ninguna merced y merecela
que es hombre muy honrado y tiene allá no se qué pretensiones en quel señor Don Juan havía
suplicado a Vuestra Majestad se la hiziese se huviere lugar justo es que Vuestra Majestad se la
haga por aver tantos años servido a su hermano”.
588
“Lo que su magestad manda que se haga en lo que toca al cuerpo, casa y criados del señor
don Juan que aya gloria, s. f. (1578)” en AGS, E., leg. 578, f. 36.
183
Pedro Busto, alcanzando posteriormente una notable relevancia en el ejército de
Flandes. Por último, unos pocos criados de don Juan continuaron sirviendo en los Países
Bajos a Alejandro Farnesio, siendo los casos más destacados los de Andrés de Prada,
secretario del de Parma de 1578 a 1580589, el confesor Padre Orantes y el capellán
Humara.
Una vez en Madrid, aquellos hispanos que ocupaban cargos de relevancia en la
Casa, cuyos casos se trataron en primer lugar, no tuvieron excesivos problemas en
recibir su correspondiente merced, al ser componentes del partido “papista” que seguía
ostentando la hegemonía en la Corte. Sin embargo, los servidores de inferior rango se
encontraron con multitud de trabas impuestas por la facción “castellana” que se
comenzaba a imponer y fueron despedidos a sus respectivos lugares de procedencia con
una pensión vitalicia, pero sin encontrar posibilidad de acomodo en otros servicios de la
familia real590.
Además de utilizar su servicio, don Juan procuró organizar su gobierno en torno
a los pocos fieles que permanecían a su lado. Por supuesto, la tendencia natural de don
Juan fue la de favorecer a aquellos consejeros que apoyaban sus presupuestos
ideológicos y religiosos, por lo que no es de extrañar que el personaje que adquiriera
una mayor relevancia fuera su compañero de estudios Alejandro Farnesio, que había
llegado a Flandes a finales de 1577, pese a la negativa de parte del Consejo de Estado a
que se uniera a don Juan591.
Junto al príncipe de Parma, sobresalieron otros consejeros hispanos e italianos,
caso de Juan Andrea Cigoña, presente en Flandes desde que llegó en el séquito de
Medinaceli592, los reseñados secretarios Escobedo, aunque este más pendiente de los
asuntos de Madrid que de Bruselas, y Andrés de Prada, sobre todo después de la
Jornada de Escobedo, o Louis del Río hasta su muerte el 30 de julio de 1578. Es muy
curiosa la reaparición del letrado hispano-flamenco en puestos de relevancia, teniendo
589
“Apuntamientos del contador Garnica sobre lo que toca a la casa del señor don Juan y otras
cosas, s. f.” en Ibídem, f. 3, “En lo que toca al secretario Prada paresce que se devría mandar
que lo fuese del Príncipe, así por tenerse entendido que es buen oficial y legal y confidente,
como por estar introduzido en los negocios y por la necesidad que representa que tiene, se le
podrá dar agora alguna cosa o esperanças para adelante”. Para servir, se le concedieron 50
escudos de sueldo al mes.
590
La mayoría de los memoriales los despachó la Cámara en 1582 desde Lisboa. Estos se
encuentran en AGS, CC, leg. 543 y hay numerosos casos como el del capellán Gaspar de Toro,
el despensero mayor Juan López de Gaviria, el portero de sala Pedro Oliva,..., hasta un total de
61.
591
Sobre esas discusiones, AGS, E., leg. 2843, s. f.
592
M. A. del RÍO, op. cit., pp. 232-244.
184
en cuenta su filiación política pasada; sin embargo, la falta de letrados de confianza hizo
que don Juan recurriera a él e incluso le propusiera como candidato al puesto de
guardasellos vacante por la muerte de Hopperus593. Su hermano, Martín Antoine,
también gozó de la confianza del gobernador, lo que resulta más entendible si tenemos
en cuenta sus ideas políticas y religiosas, que le llevarían a ingresar en la orden de los
jesuitas en 1580594.
En cuanto a los nobles flamencos que ocuparon una posición de relevancia,
siempre después del juramento de don Juan como gobernador, conviene destacar al
viejo Charles de Berlaymont, hasta su fallecimiento el 4 de junio de 1578, así como a
sus hijos Florent, Lancelot, señor de Hauteroche, o Gilles595, barón de Hierges, éste
último tras retornar al bando real después de unos meses de servicio a los Estados
Generales. Junto a ellos se situaron en la confianza del gobernador Pierre-Ernest de
Mansfeld y Jean de Cröy, conde de Roeulx, también tras su retorno a la obediencia
real596. Por último, hay que reseñar a aquellos personajes que formaron parte de la
reorganización de los Consejos Colaterales que llevó a cabo don Juan en julio de 1578,
siempre dentro de la escasez de posibles candidatos que caracterizó su breve
gobierno597.
Por contra, otros consejeros se vieron apartados del lado del gobernador por sus
ideas políticas opuestas, destacando el barón de Selles598 y el secretario Dennetières, a
593
J. VERSELE, Louis del Rio (1537-1578)..., pp. 113-121.
594
Su biografía en M. A. del RÍO, op. cit., pp. 29-34.
595
Hijo de Charles de Berlaymont y de Marie-Adrienne de Ligne, nació en 1540. En 1572
recibió el Toisón de Oro y el gobierno de Frisia y Güeldres, tras la muerte de Charles de
Brimeu, y fue también consejero de Estado y chef des finances. Recibió el título de barón de
Berlaymont al morir su padre pero no lo pudo disfrutar mucho tiempo pues murió en Maastricht
el 18 de junio de 1579 (G. MARTIN, op. cit, p. 76).
596
Gentilhombre de la cámara de la Casa de Borgoña de Carlos V por nombramiento de mayo
de 1550, desde el comienzo de la Revuelta se mostró partidario de los católicos y con un
profundo desdén hacia los Gueux. Así, participó activamente en la represión de la Iconoclastia y
se acercó políticamente a Granvela y a sus “hechuras”, aunque siempre colaborando con el
duque de Alba en la lucha contra los rebeldes. El 4 de julio de 1570 fue compensado por el rey
con una renta perpetua de 3000 florines anuales y con el gobierno de Tournai y el de Flandes
desde el 3 de julio de 1572 hasta su muerte el 9 de junio de 1581. Fue fiel durante todo el
gobierno de Requesens pero durante el del Conseil d´État, Orange le recordó su vieja amistad y
Roeulx cambió de bando, atacando la guarnición hispana de Gante. Don Juan consiguió volver a
atraerle al conferirle el mando de la ciudadela de Namur, recién conquistada, y le nombró parte
de su Consejo. Con Farnesio siguió ocupando puestos de relevancia en el ejército hasta su
muerte. Había casado en 1568 con Marie de Recourt, hija del barón de Licques, con la que tuvo,
al menos, dos hijas; una de ellas tuvo relaciones con Juan de Austria y la pequeña, llamada "La
bella Franchina", fue amante de Alejandro Farnesio (G. MARTIN, op. cit., pp. 71-75 y Carlos
V, IV, p. 131).
597
Lista de los mismos en M. A. del RIO, op. cit., pp. 233-234.
598
Al igual que su hermano Philippe, señor de Noicarmes, tuvo una destacada trayectoria en el
servicio al rey marcada, sobre todo, por su nombramiento en 1558 como teniente de la guarda
185
los que se acusó de promover la publicación de un libro ofensivo contra don Juan599. Por
lo que respecta al primero, era hermano de Noircarmes y ejercía como teniente de la
guarda de archeros de Corps en Madrid desde 1558. Sin embargo, en 1576 fue
comisionado por el monarca a Flandes para que interviniera en las negociaciones de paz
con los rebeldes, oponiéndose cuantas veces pudo a don Juan de Austria600. En cuanto al
segundo, solicitó la ayuda del gobernador para obtener la plaza de guardasellos, pero la
decisión de don Juan de sustentar la candidatura de Louis del Río le indignó y le llevó a
alentar desde Madrid a sus contrarios.
4.4.- La desafortunada estancia de don Juan de Austria en Flandes: su relevancia
internacional
La primera tarea que tuvo que afrontar don Juan como nuevo gobernador fue la
de ser reconocido como tal601. De tal suerte, rechazó el ofrecimiento de los Estados
Generales de acudir a Bruselas, ante el peligro que ello acarreaba, y solicitó que le
enviaran delegados para discutir sobre la situación. Tras un periodo de incertidumbre
dentro de la asamblea flamenca, debido a la heterogeneidad de sus miembros, las
negociaciones prosperaron y se declaró un alto el fuego el 15 de diciembre, que
posibilitó la firma del “Edicto Perpetuo” el 12 de febrero de 1577602.
Dicho Edicto puede ser considerado como la plasmación de las ideas pacifistas
de Antonio Pérez y repasando sus cláusulas, se puede observar como el nuevo
gobernador había cedido en aspectos que habían sido innegociables hasta la época; así,
de archeros de Corps, que conllevaba el oficio de gentilhombre de la boca, gracias a la relación
que mantenía con el conde de Horn, capitán de dicha guarda. A partir de 1561 se incrementó su
importancia en la vida de la unidad, ya que la dirigió de forma efectiva tras el retorno del
capitán a Flandes. Debido a ello, Jehan de Sainte-Aldegonde puede ser tenido por el verdadero
capitán de la guarda hasta la elección de Charles de Tisnacq como interino hacia agosto de
1578. Durante su estancia en Madrid, destaca la misión que se le encomendó en junio de 1568
ante Catalina de Médicis para preocuparse de la enfermedad que esta había tenido, y el
matrimonio que contrajo en 1572 con la hija del presidente Charles de Tisnacq, Catherine. El 20
de diciembre de 1576 se le dio comisión para negociar con los Estados de Flandes, aunque no
obtuvo resultados positivos y se enfrentó con don Juan de Austria, abandonando Castilla para
asentarse en su tierra natal definitivamente con dos mercedes: convertir su señorío de Selles en
baronía y el puesto de gobernador de St. Omer, donde permaneció hasta su fallecimiento en
enero de 1585 (Biografía en el DBE).
599
M. A. del RÍO, op. cit., p. 169.
600
Sobre esta labor, V. SOEN, “Een vredesgezant worstelt met de Pacificatie van Gent. De
vreemde wendingen van de vredesmissie in de Nederlanden van Jan van Noircarmes, baron van
Selles (1577-1580)”, BCRH, 171 (2005), pp. 135-192.
601
Un estudio clásico sobre el gobierno de don Juan en F. HUYBERS, Don Juan van
Oostenrijk, landvoogs der Nederlanden, Amsterdam, 2 vols., 1913-1914. Más actual, F.
WAUTERS, L´audience de Don Juan d´Autriche. Essai sur le séjour dans les Flandres (1576-
1578), Bruselas, 2000.
602
Una copia de este texto en M. A. del RÍO, op. cit., pp. 103-105.
186
reconocía la Pacificación de Gante y se comprometía a gobernar solo con flamencos,
consiguiendo a cambio que los Estados mantuvieran la religión católica y le
reconocieran como gobernador en cuanto hubieran partido las tropas “extranjeras”. El
hermano del rey aceptó esta última condición, entre otras razones, para librarse de
algunos oficiales que le eran incómodos al estar vinculados al duque de Alba, caso de
Sancho Dávila, Julián Romero, Mondragón, Vargas y Hernando de Toledo. Meses
después, cuando don Juan se vio obligado a reclamar el retorno del ejército, la mayoría
de ellos no regresaron y solo unos pocos, caso de Mondragón, volvieron a pisar Flandes
durante el gobierno de Alejandro Farnesio603.
La marcha de los tercios permitió a don Juan ser recibido el 1 de mayo en
Bruselas como nuevo gobernador. Una vez en la capital, intentó entablar conversaciones
con el príncipe de Orange para que aceptara el “Edicto Perpetuo”, celebrándose a tal
efecto una conferencia en St. Geertruidenberg del 13 al 27 de mayo. La mayoría de los
autores coincide en que esta reunión fracasó por la desconfianza del noble flamenco,
pese a las numerosas concesiones realizadas por don Juan604. Tras la negativa de
Orange, el hermano del rey se vio obligado a abandonar Bruselas el 24 de julio y,
siguiendo el consejo de fieles como Gilles o Lancelot de Berlaymont, se refugió en el
castillo de Namur con sus adeptos para preparar una nueva campaña contra los Estados
Generales605. Su lugar en la capital fue ocupado por Orange, recibido como un héroe el
6 de septiembre.
La difícil situación de don Juan, comenzó a mejorar tras la decisión tomada por
Felipe II a finales de agosto de que los tercios retornaran a tierras flamencas. Sin duda,
esta resolución fue posible gracias a la mejora sustancial de la situación económica de la
Monarquía que se produjo tras el acuerdo de paz logrado con los turcos, la llegada del
tesoro americano a Sevilla y la liberación del crédito real. La facción cortesana
comandada por Antonio Pérez trató de evitar la solución armada, pero le fue imposible
y, una vez que don Juan de Austria dispuso de los tercios, se reanudó la guerra. Sin
embargo, el partido “papista” no había perdido aún todo su influjo y consiguió que se
conminara al hermano del monarca a que procurara evitar radicalizar el conflicto, con el
603
E. MARTÍNEZ RUÍZ, op. cit., p. 34.
604
En especial, G. PARKER, España y la rebelión de Flandes..., pp. 179-180.
605
En M. A. del RÍO, op. cit., pp. 163-164 aparece una lista de los personajes que acompañaron
a don Juan de Namur a Luxemburgo para preparar un nuevo ejército. Entre ellos estaban
Roeulx, Berlaymont y sus 4 hijos, así como los miembros de su Casa. Havré o Aerschot, por su
parte, se quedaron en Bruselas y solo le siguieron 5 miembros de los “Consejos Colaterales”,
Mansfeld, Berlaymont y Assonleville del Conseil d´État y Foncq y Louis del Río del Privé (J.
VERSELE, Louis del Rio (1537-1578)..., p. 115).
187
fin de no cercenar las posibilidades de alcanzar acuerdos con los rebeldes y con el resto
de potencias europeas.
Sin duda, la presencia de don Juan de Austria en el Norte de Europa había vuelto
a situar la figura del gobernador general de los Países Bajos en el centro de la política
exterior de Felipe II, tras el impass que supuso don Luis de Requesens. Sus relaciones
con el Pontífice y su idea de Cruzada, en especial contra Inglaterra, realzaban su
posición en Flandes, pese a las precarias condiciones militares y de autoridad en que se
encontraba.
La situación internacional del momento era harto complicada, toda vez que el
archiduque Matías había aceptado el título de gobernador de los Países Bajos.
Aprovechando la intención del Imperio de ser mediador entre la Monarquía y los
rebeldes al desestabilizar la zona las hostilidades, varios nobles flamencos católicos -
encabezados por el duque de Aerschot junto con Havré, Egmont, los Lalaing y Boussu y
con la oposición de Orange–ofrecieron el puesto de gobernador a un familiar del
emperador Rodolfo II, decidiéndose que la mejor opción era el archiduque Matías.
Aunque en un primer momento, a finales de 1576, el archiduque rechazó la propuesta,
la aceptaría finalmente en agosto del año siguiente. Rodolfo II alertó de la huída de su
hermano a Flandes, pero siempre se tuvo sospecha de su implicación en un asunto que
volvía a reabrir las viejas diferencias entre las dos ramas Habsburgo en lo referente a la
búsqueda de soluciones para el conflicto flamenco.
Felipe II no se planteó en ningún momento aceptar a su familiar como
gobernador, lo cual supuso que tuviera que andar con pies de plomo en sus relaciones
con el Imperio, para lo cual intensificó sus acciones diplomáticas. Con tal fin, despachó
a dos enviados a Viena606 y favoreció la misión de un emisario papal que debía
convencer a Rodolfo II de que su hermano retornara al Imperio.
Sin embargo, la solución a este desafío no estaba dentro del bando realista sino
en el contrario a don Juan, ya que la oposición del príncipe de Orange resultó
fundamental para que la labor de Matías estuviera condenada al fracaso y más aún
cuando el duque de Aerschot fue arrestado el 28 de octubre. Aunque el noble flamenco
fue liberado antes de la llegada del Matías, Orange había conseguido consolidarse como
el personaje más influyente de los Estados Generales tras ser nombrado Ruwaard de
606
Ambos marcharon en 1578; el primero fue don Ramiro Núñez de Guzmán, que buscaba
apoyo para don Juan de Austria, así como evitar que Rodolfo II o Matías se mostraran
partidarios de los rebeldes. El segundo fue el duque de Terranova, que debía llegar a acuerdos
con el emperador sobre las negociaciones de paz que se entablaron en Colonia en 1579 y que
fracasaron (M. A. OCHOA BRUN, op. cit., pp. 135-137).
188
Brabante -cargo de origen medieval que equivalía al de protector de la provincia- y
lugarteniente del nuevo gobernador, por lo que, cuando el archiduque apareció en
Flandes607, se tuvo que plegar a sus designios608. Desde ese mismo momento, la
aventura de Matías estaba condenada al fracaso, ya que iba a depender de un personaje
que no había apoyado su candidatura al puesto.
Pese a estas luchas intestinas entre los rebelados, podemos considerar que a
finales de 1577 la autoridad real se encontraba en el punto más bajo desde el inicio de la
revuelta, siendo Luxemburgo, Namur y parte de Brabante las únicas provincias que
obedecían al hermano del rey. Sin embargo, la situación revertería tras comenzar a dar
fruto las medidas adoptadas por el gobernador, que se plasmaron en la victoria en la
batalla de Gembloux el 31 de enero de 1578. Las disensiones que surgieron dentro de
los rebeldes entre católicos y protestantes, con un brote de calvinismo radical, aclaró el
horizonte y muchos nobles flamencos retornaron a la obediencia real, caso de Valentín
de Pardieu, señor de la Motte609, que tomó una decisión el 8 de abril de 1578, que traía
aparejada la entrega de la plaza fuerte de Gravelinas, de donde era gobernador, junto
con su guarnición.
Todas estas circunstancias fueron debilitando la posición del archiduque Matías,
aunque su dimisión no se produjera hasta el 15 de marzo de 1581, máxime tras el
requerimiento que hicieron los Estados Generales al duque de Anjou para que tomara el
gobierno610.
Ya tras el Edicto de Beaulieu, Orange y los estados de Holanda y Zelanda habían
propuesto al príncipe francés la soberanía de esos territorios a cambio de ayuda
607
Matías juró como gobernador el 20 de enero de 1578, según las condiciones que figuran en
M. A. del RÍO, op. cit., pp. 178-181.
608
G. PARKER, España y la rebelión de Flandes..., pp. 181-183.
609
Caballero de Santiago y comendador de Estiga, así como gran maestre y capitán general de la
artillería de Flandes desde 1590, en que sustituyó a Charles de Mansfeld, hasta su muerte en
julio de 1595. Gozó de la confianza de Farnesio, que le encargó varias misiones militares,
compartiendo con él su afinidad por la Compañía de Jesús, de la que llegó a fundar un colegio
en Douai (P. A. de LANNOY, Tratado sobre los Países Bajos y sus gobernadores, BNM, Ms.
1075, s. d., f. 15 r.-v.). Las conversaciones para su “reconciliación” fueron iniciadas por el
factor Jerónimo de Curiel pero, al fallecer este a principios de 1578, las tuvo que culminar su
sobrino Alonso (Relación de los servicios que Alonso de Curiel hizo en Flandes a su Magestad,
y de los recados que en aprovacion dellos tiene, 4 de agosto de 1603, BPRM, III/6483, doc. 1).
610
M. van GELDEREN, op. cit., pp. 167-180, hace un precioso estudio sobre las razones que
movieron a los Estados Generales a escoger a Anjou como gobernador general, en lugar de a
Orange. De entre las diversas formas de gobierno que se barajaron para el nuevo ente político
que estaba surgiendo, se eligió en primer lugar la principesca, estando influídos los Estados por
el neoestoicismo de Justus Lipsius. Sin embargo, tras los fracasos de Anjou y Leicester se
decidió intentar llevar a cabo una forma de gobierno republicana.
189
militar611. Anjou rechazó la propuesta, al igual que había hecho Isabel I en noviembre
de 1575, por lo que los Estados Generales buscaron el apoyo de Enrique III y de la reina
madre durante una entrevista en Blois. Sin embargo, las negociaciones tuvieron que
paralizarse tras el reinicio de las guerras de religión, fruto del fracaso de la reunión de
los Estados Generales franceses en dicha ciudad de Blois y de la abolición del Edicto de
Beaulieu.
Por decisión real, se colocó a Anjou al frente de las tropas reales para asegurarse
su lealtad, aunque, en realidad, serían Nevers, Guisa y Mayenne los que las
comandarían. Pese a ratificar con esta medida su condición de católico y perder su
imagen de defensor de la tolerancia o de los “politiques”, hay que reseñar que el insigne
filósofo Jean Bodin formaba parte de su servicio personal, Anjou no vio afectada su
reputación en Flandes y, tras la captura de Namur por don Juan de Austria, los esfuerzos
de los Estados Generales flamencos por atraerle se redoblaron. En respuesta a esta
petición, Guisa se ofreció a prestar ayuda a don Juan, devolviendo en cierta medida la
prestada por la Monarquía a la causa católica francesa en ocasiones anteriores y
anticipando el nacimiento de la Liga Católica612. Temeroso de las posibles
consecuencias de ambas acciones, Enrique III procuró evitar las aventuras de sus dos
cortesanos a través del envío de un emisario a Madrid, con la firme intención de
proponer el matrimonio de Anjou con Isabel Clara Eugenia.
Sin embargo, el clamor en Flandes era firme y todos aquellos que habían
apoyado el nombramiento de Matías pasaron a poner a Anjou por delante en sus
preferencias, excepto Aerschot y Lalaing, que se quedaron solos en su defensa del
hermano del emperador. Éste fervor, unido al desenlace de la batalla de Gembloux,
decidió definitivamente al príncipe francés, que marchó a su apanage para reclutar
tropas. Dicha maniobra encendió las alarmas de Enrique III y de Catalina de Médicis
que, apoyados por el enviado papal Frangipani, intentaron hacerle cambiar de idea, pero
fue en vano, pues tras llegar a un acuerdo con los Estados de Hainaut el 12 de julio de
1578 se presentó en Mons. El 19 de ese mes, Orange convenció a los Estados de la
necesidad de reconocerle oficialmente y envió a Aerschot a darle la bienvenida,
nombrándosele el 13 de agosto “Defensor de las libertades de los Países Bajos contra la
tiranía española”, tras mostrar su predisposición a llegar a un acuerdo con Isabel I y a
aportar 12000 hombres a las tropas rebeldes.
611
Sobre estos años en la vida de Anjou, M. P. HOLT, The duke of Anjou..., pp. 70-112.
612
P. O. DE TÖRNE, “Philippe II et Henri de Guise, le debut de leurs relations (1578)”, Revue
historique, 167 (1931), pp. 323-324.
190
A este contigente se unió otro de 12000 soldados comandado por Juan Casimiro,
administrador de Renania-Palatinado, y pagado por Inglaterra, temerosa de que Francia
influyera en exceso en los Países Bajos. Gracias a estas aportaciones, el ejército de los
Estados Generales pasó a tener unos 50000 hombres lo que, paradójicamente, causó su
ruina, ya que no disponían de recursos suficientes para pagar a todos y las tropas
reaccionaron de la manera habitual, es decir, amotinándose. Ante esta situación, y la
negativa de varias ciudades a ponerse bajo su mando, Anjou intensificó las
conversaciones de matrimonio con Isabel I, que volvió a darle largas. Todo ello provocó
que el príncipe francés retornara a Francia en enero de 1579, sin apenas dinero ni tropas.
Estas circunstancias favorables no pudieron ser plenamente aprovechadas por
don Juan de Austria, debido a su aislamiento en la Corte de Madrid, que murió en plena
campaña en Namur el 1 de octubre de 1578613. Poco antes de fallecer había nombrado
como sucesor a Alejandro Farnesio, que aún necesitaría recibir la sanción real, dando
así inicio a uno de los gobiernos más largos de Flandes en el siglo XVI, solo superado
por los de Margarita de Austria y María de Hungría.
Mención aparte merecen las relaciones de don Juan de Austria con Inglaterra614.
Hay que recordar que una de las razones que convenció al hermano del rey para aceptar
el cargo de gobernador de Flandes había sido la de poder estar más cerca de las islas,
para poner en práctica su idea, alentada por Roma, de expulsar a la reina “hereje” y
situar en el trono inglés a reyes católicos afines. En las propias instrucciones del
gobernador, en concreto en la secreta principal, se trataba de la empresa de Inglaterra,
aunque marcaba que para poder iniciarla se debían cumplir sine quanon tres
condiciones: que los Países Bajos estuvieran totalmente pacificados, que hubiera
neutralidad francesa y que se llegara a acuerdos con los católicos ingleses. Se establecía,
asimismo, que Julián Romero fuera el general de las tropas que marcharan desde
Flandes y que la empresa se hiciera en nombre de don Juan para liberar a la reina
católica, María Estuardo, y excomulgar a Isabel. Aunque el nuncio Ormaneto desde
Madrid contemplaba a don Juan como el perfecto candidato para llevar a cabo la
empresa, el monarca decidió que, en principio, no se pondría en conocimiento del Papa,
aunque se contemplaba la posibilidad de solicitarle ayuda posteriormente,.
Una vez en Flandes, don Juan envió como emisario a Inglaterra a su
gentilhombre de la cámara, el señor de Gate, en diciembre de 1576 como gesto de buena
613
Tres relaciones de su muerte y el viaje de su cuerpo a Castilla en CODOIN, VII, pp. 247-
257, 264-267 y 443-448. Otra narración de la misma en M. A. del RÍO, op. cit., pp. 245-246.
614
Sobre este asunto, P. O. de TÖRNE, Don Juan d´autriche et les projets..., II, passím.
191
voluntad. Sin embargo, Isabel I era consciente del peligro que suponía la presencia del
hermano del rey tan cerca de su territorio y forzó a Holanda y Zelanda a que
propusieran en la firma del “Edicto Perpetuo” que las tropas “extranjeras” que debían
abandonar territorio flamenco lo hicieran por tierra y no por mar, evitando así que
pudieran ser utilizadas en la invasión de la isla.
No se equivocaba la reina inglesa en sus planteamientos, ya que las intenciones
de don Juan eran claras y estaban siendo alentadas por el Papa, que decidió enviar por
primera vez a los Países Bajos un prelado con categoría de nuncio. Este fue Filippo
Sega, cuyas atribuciones le fueron concedidas por Gregorio XIII el 11 de febrero de
1577, siendo su cometido real ocuparse de la pacificación de los Países Bajos y
promover el ataque a Inglaterra. Su estancia en Bruselas fue muy breve, ya que en julio
de ese mismo año se le destinó a Madrid como nuncio y no se le nombró sucesor615,
pero desde la capital de la Monarquía continuó promocionando la invasión de
Inglaterra.
Este impulso se vio frenado el 15 de octubre de ese año, cuando el secretario de
Estado del Papa, el cardenal de Como, le ordenó que no insistiera en la causa, ya que las
circunstancias en que se encontraba Flandes y la Paz en Francia tras el tratado de
Bergerac de septiembre no permitían la libre acción de la Monarquía. Desde esa fecha,
el Papa pasó a apoyar otras expediciones sin intervención directa de Felipe II, como
fueron las de Geraldine o Stukeley. El propio don Juan de Austria, por su parte, fue
consciente de la desfavorable situación y decidió contemporizar su agresiva política.
Este cambio de actitud provocó un acercamiento con Isabel I, que en enero de
1578 decidió enviar al embajador Thomas Wilks con la oferta de restablecer el libre
comercio, intercambiar embajadores y la posibilidad de ejercer de mediadora con los
rebeldes. De esta manera, se levantó el embargo contra Inglaterra y se restablecieron las
relaciones diplomáticas normales con el nombramiento de Bernardino de Mendoza
como embajador en Londres, donde llegó a comienzos de 1578, siendo el primero que
entraba en Inglaterra tras la expulsión de Guerau de Spes.
Pese a este acercamiento, Inglaterra había abandonado la neutralidad que la
había caracterizado desde 1572 a 1576, pasando desde ese momento a la ofensiva,
aumentando su intervención en Flandes en años posteriores616. Así, el 7 de enero de
1578 llegó a un acuerdo con los Estados Generales y les envió en junio una embajada
615
H. BIAUDET, Les nonciatures apostoliques permanentes jusqu´en 1648, Helsinki, 1910, p.
32 y A. FERNÁNDEZ COLLADO, Gregorio XIII y Felipe II en la nunciatura de Felipe Sega
(1577-1581), Toledo, 1991, pp. 135-168.
616
Sobre la política inglesa durante esos años, W. T. MaCCAFFREY, op. cit., pp. 217-266.
192
compuesta por Walsingham y Lord Cobham, con el fin de conocer las intenciones de
Orange con respecto a Francia. Pese a que ambos emisarios retornaron a Inglaterra sin
llegar a acuerdos en firme, pusieron las bases para un entendimiento posterior, que
alcanzaría su grado máximo en 1585617.
617
Ch. WILSON, op. cit., pp. 63-85.
193
CAPÍTULO 5
AUGE Y DECLIVE DE UN PRÍNCIPE ITALIANO:
EL GOBIERNO DE ALEJANDRO FARNESIO (1578-92)618
5.1.- El ascenso del “partido castellanista” y la institucionalización de la
Monarquía: su plasmación en los asuntos flamencos
La hegemonía del “partido papista” se prolongó desde 1576 a 1579, periodo
durante el cual el emergente “partido castellanista” llevó a cabo una oscura labor de
oposición619. Su primera acción de cierta relevancia, tuvo lugar ya en el mismo 1576,
cuando, tras fallecer el secretario del Consejo de Italia Diego de Vargas, el propio
Antonio Pérez trató de unir esa secretaría a la que él ostentaba como secretario de
Estado para los asuntos italianos, recurriendo a todos los resortes a su alcance, incluida
la intervención del propio don Juan de Austria desde Flandes. Aunque Mateo Vázquez
no consiguió evitar el nombramiento, si pudo retrasarlo durante bastante tiempo.
Esta oposición comenzaría a rendir frutos hacia 1578, gracias a aprovechar el
grupo castellano recursos tanto internos, como eran las Visitas, como externos, caso de
los acontecimientos en Portugal y el fallecimiento de don Juan de Austria, así como el
asesinato de Escobedo. Asimismo, decidió actuar sobre la conciencia del rey a través
del nombramiento de Fray Diego Chaves, afín a Vázquez, como confesor real, en lugar
del fallecido Fresneda. La muerte del duque de Sessa y el abandono de la Corte del
marqués de los Vélez, que permitió situar al “castellanista” conde de Barajas como
mayordomo mayor de la reina, indicaron a Mateo Vázquez que era el momento de
iniciar el asalto definitivo al poder, siendo su primer y sorprendente movimiento realizar
un acercamiento al patrón de la facción contraria. El lógico rechazo de éste permitió a la
antigua “hechura” de Espinosa aparecer como víctima de la conducta de Pérez,
marcando, junto a la crisis de sucesión lusa, la caída final del “partido papista” en
paralelo al triunfo del “castellanista”. Así, en marzo de 1579 el monarca rescató de Italia
al cardenal Granvela620, cuya llegada a Madrid coincidió con el final de los dirigentes
“papistas” al ser arrestados Pérez y la princesa de Éboli el 28 de julio, y ocupó las
618
Un resumen de este apartado y del resto del capítulo en nuestra ponencia en prensa,
“Alessandro Farnese and the Court of Philipp II: fights and court factions in Madrid and
Brussels between 1585 and 1592” presentada para las actas del Congreso Internacional
Alessandro Farnese e le Fiandre. Alessandro Farnese at the Low Countries, organizado por la
Katholieke Universiteit Leuven y el Koninklijk Nederland Instituut te Rome en octubre de 2005.
619
Sobre estos años de pugnas cortesanas, Configuración, pp. 138-147.
620
Su estancia en Madrid en M. van DURME, op. cit., pp. 343-386.
194
vacantes que había en los Consejos con personajes afines a Vázquez: Hernando de Vega
como presidente de Hacienda, Antonio Padilla en Indias y Barajas en el Consejo de
Órdenes.
Durante la estancia de Felipe II en Badajoz y Portugal de 1580 a 1583, el grupo
“castellanista” fue perfilando su forma de organización del gobierno, al mismo tiempo
que continuaba apartando de los puestos de relevancia a los personajes que aún
quedaban de la facción “papista”, como Antonio Mauriño de Pazos. Mateo Vázquez
dominó la escena cortesana durante esos años, pero había ciertos indicios de que esa
posición no iba a ser permanente, como el fracaso de sus gestiones por dominar Estado
y Guerra atrayéndose a Granvela e Idiáquez.
De este modo, una vez hubo retornado Felipe II a Madrid, se podía atisbar el
ascenso imparable de otros patronos que acabarían restando importancia al secretario.
Juan de Zúñiga era uno de los que apuntaba más alto, pero su ascenso se vio truncado
con su fallecimiento en 1586, lo que, unido al deceso del cardenal Granvela el mismo
año, permitió a Juan de Idiáquez ocupar su puesto, convirtiéndose en patrón cortesano
sin necesidad de la intermediación de Mateo Vázquez621. Junto al secretario, y tomando
el relevo de su padre, adquirió gran influencia el III conde de Chinchón622. Por último,
cabe destacar a Cristóbal de Moura, situado en la corriente ideológica opuesta al
castellanismo, pero que acabó haciéndose partícipe de muchas de las ideas que este
propugnaba623.
Este relevo cortesano, por supuesto, tuvo una honda repercusión sobre el
gobierno de Alejandro Farnesio en Flandes, aunque para comprender toda su
trascendencia debemos remontarnos unos años atrás. En concreto hasta 1555, fecha del
origen de la vinculación de los Farnesio a Felipe II tras el nombramiento del cardenal
Caraffa como Papa y el inicio de las relaciones que entabló Margarita de Parma, hija
natural de Carlos V, con el nuevo monarca624. Fruto de ese entendimiento resultó la
621
Su biografía en F. PÉREZ MÍNGUEZ, D. Juan de Idiáquez: Embajador y consejero de
Felipe II, San Sebastián, 1932 y Configuración, pp. 408-409. Últimamente, se ha venido
resaltando su capacidad para acercarse a las corrientes “papistas” al final del reinado de Felipe
II, lo que le permitió seguir teniendo un papel relevante en la Corte de Felipe III hasta su muerte
en 1610 (H. PIZARRO LLORENTE, “El Consejo de Órdenes”, Felipe III, III, pp. 304-305).
622
S. FERNÁNDEZ CONTI, "La nobleza cortesana: Don Diego de Cabrera y Bobadilla, tercer
Conde de Chinchón", en J. MARTÍNEZ MILLÁN (dir.), La Corte de Felipe II,..., pp. 229-270 y
Configuración, pp. 337-338.
623
A. DANVILA Y BURGUERO, D. Cristóbal de Moura, primer Marqués de Castelrodrigo
(1530-1613), Madrid, 1900 y Configuración, pp. 437-438.
624
En general, sobre el decurso de la vida cortesana de Farnesio, J. MARTÍNEZ MILLÁN,
"Alessandro Farnese, la Corte di Madrid e la monarchia cattolica", en A. BILOTTO, P. DEL
195
firma de un acuerdo ese mismo año, por el cual Alejandro, que a la sazón contaba con
10 años, fue enviado a la Corte del monarca hispano para servir al príncipe don
Carlos625. La cercanía de su madre a la facción “ebolista” supuso que fuera educado en
los principios que esta propugnaba.
Sin duda, esta es la razón principal de la estrecha relación que Alejandro
Farnesio mantuvo con la orden de los jesuitas, a la cual pertenecerían sus confesores y
entre los que sobresaldría Thomas Sailly durante su estancia en Flandes626. Durante sus
años de gobierno, el príncipe de Parma hizo todo lo posible por ayudar a la Compañía,
que había sufrido enormemente en el periodo comprendido entre 1567 y 1578, a través
de diversas intervenciones como la creación de la Missio Castrensis627, la fundación de
varios colegios o, lo más importante, la intermediación que realizó para que se les
NEGRO y C. MOZZARELLI (eds.), I Farnese. Corti, guerra e nobiltà in antico regime, Parma,
1997, pp. 93-116.
625
Sobre la educación y los primeros años de la vida de Farnesio, P. FEA, Alessandro Farnese
Duca di Parma. Narrazione storica e militare scritta sulla scorta di documenti inediti, Roma,
1886, pp. 1-42 y L. VANDER ESSEN, Alexandre Farnèse prince de Parme, gouverneur-
général des Pays-Bas, 1545-1592, Bruselas, 1933-37, I y II.
626
Nacido el 22 de abril de 1553 en Bruselas de Simon Sailly y Catherine de Parenty. Dos de
sus tíos maternos eran eclesiásticos y con uno de ellos, Philippe, canónigo de Sainte-Walburge
en Furnes, comenzó a estudiar. Posteriormente fue enviado a los seminarios de Ypres y
Lovaina, dándosele después el canonicato en la iglesia colegial de Furnes. Su otro tío
eclesiástico, Thomas de Parenty, abad de Saint-Vaas en Arrás, le propuso entrar en la orden
benedictina y aunque Thomas lo rechazó consiguió que se le nombrara canónigo de dicha
ciudad. Poco después, el 25 de enero de 1578, ascendió al grado de presbítero y viajó a Douai
como subregente del colegio de Marchiennes. Dos años después pidió su ingreso en la
Compañía de Jesús, renunciando a sus beneficios al entrar a profesar. Comenzó su noviciado en
Roma, donde permaneció hasta otoño de 1582 en que fue a Europa Oriental con Antonio
Possevino, a quien Gregorio XIII le había confiado varias misiones diplomáticas en Polonia,
Transilvania y Lituania. Con él permanecería hasta que en 1586 tuvo que retirarse a su país
debido a los rigores del viaje. Al tiempo de marchar de Polonia, el rey Esteban Báthory le
confió un mensaje secreto para Farnesio, ganándose así la confianza del gobernador que le
nombró su confesor y al cual acompañaría en todas sus campañas e incluso asistió en la hora de
su muerte. Su gran obra fue el establecimiento, el 8 de noviembre de 1587, de la misión
castrense con la anuencia del superior François Coster, de la cual fue superior durante unos 20
años, por lo que acompañó en sus campañas a los gobernadores posteriores a Farnesio y a los
Archiduques siendo la del Palatinado en 1620 junto a Spinola la última. De igual manera,
adquirió cierto papel político, como lo demuestra el hecho de que en 1598 acompañara al
almirante de Aragón en su embajada a Rodolfo II, de la que escribió una relación en latín, así
como en las conversaciones en Vervins previas al Tratado. Así mismo, en 1595 fue nombrado
superior de la residencia de Bruselas y en 1604 formó un colegio, siendo de 1611 a 1616 su
rector. Fue un prolífico escritor y, aunque tuvo que tratar con los poderosos, no poseía las
cualidades que requería un cortesano y prefería estar con los humildes recibiendo el
sobrenombre de "Padre de los pobres". Falleció en Bruselas el 8 de marzo de 1623, siendo su
última obligación confesar a las damas de la Infanta Isabel Clara Eugenia (BIOGRAPHIE
NATIONALE, XXI, pp. 46-51; J. SCHOONJANS, op. cit., pp. 537-538; A. S. I. MORES,
Compagnons. Les jésuites en Belgique hier et aujourd´hui, Bruselas, 1956, p. 45 y Ch. E.
O´NEILL y J. Mª. DOMÍNGUEZ, Diccionario histórico de la compañía de Jesús. Biográfico-
temático, Madrid-Roma, 2001, IV, pp. 3463-3464).
627
J. SCHOONJANS, op. cit., pp. 523-540 y A. DENEEF et alíi, Les jesuites belges. 1542-
1992. 450 ans de Compagnie de Jésus dans les Provinces belgiques, Bruselas, 1992, p. 45.
196
otorgara en 1584 un status mejor que el de 1556, ya que se les concedía pleno derecho
de asentamiento en las provincias meridionales y se les reconocía sus privilegios628.
Durante su estancia en la Corte madrileña, Alejandro Farnesio estudió en Alcalá
de Henares junto a don Carlos y a don Juan de Austria y de este periodo data la amistad
que forjó con este último, al que acompañaría en casi todos sus destinos. Su cómoda
posición en la Corte se vio truncada con la pérdida de influencia de la facción
“ebolista”, por lo que se vio obligado a abandonar Madrid en 1565, momento que su
madre aprovechó para concertarle matrimonio con la princesa María de Portugal. Dicho
enlace resultó no ser del agrado de Alejandro, lo que provocó que las primeras
discrepancias entre madre e hijo hicieron acto de presencia, y que, como sabemos, se
reproducirían unos años más tarde629.
Dos años después, Farnesio intentó entrar a servir en el ejército del duque de
Alba que iba a acudir a los Países Bajos, pero Felipe II no se lo concedió por la firme
intención que tenía de evitar conflictos entre ellos, debido a lo opuesto de los mundos
ideológicos que representaban. Reflejo de estas discrepancias fue el enfrentamiento que
Fernando Álvarez de Toledo mantuvo con Francisco Paccioto de Urbino, antiguo
preceptor de Farnesio630.
La situación cortesana de nuestro personaje mejoraría a raíz del cambio
faccional que se comenzó a producir en Madrid desde los primeros años de la década de
los 70 con el surgimiento de la facción “papista”, a la cual se vincularía
indefectiblemente. Esto permitió que Farnesio se uniera a la expedición que iba a luchar
contra los turcos en el Mediterráneo y el 27 de julio de 1571 se embarcó en Génova
junto a los archiduques Rodolfo y Ernesto, combatiendo a los otomanos hasta 1573.
Una vez disuelta la “Santa Liga” retornó a sus estados, donde permanecería hasta 1577,
periodo durante el cual inició una correspondencia con el secretario Antonio Pérez,
628
A. S. I. PONCELET, Histoire de la Compagnie de Jésus dans les anciens Pays-Bas.
Établissement de la Compagnie de Jésus en Belgique et ses développements jusqu´à la fin du
règne d´Albert et d´Isabelle (1542-1633), Bruselas, 1927, I, pp. 327-351; ID., Nécrologe des
jésuites de la province flandro-belge (1544-1773), Wetteren, 1931, p. XXII y A. DENEEF et
alíi, op. cit., p. 32.
629
P. FEA, op. cit., pp. 18-20.
630
Hábil ingeniero militar, realizó la Jornada de 1567 con Alba desde Italia a Flandes, aunque
su estancia duró pocos meses debido a la confrontación que mantuvo con el gobernador. La
opinión del Duque sobre el ingeniero la plasmó en una misiva a Felipe II el 1 de septiembre de
1568, CODOIN, XXXVII, p. 378, "Pachote es tan gran vellaco que ni viene ni ya yo querría que
viniese. Suplico á V. Majestad mande que no se le envie á Italia el despacho para ser pagado de
lo que se le debe, sino aquí á mí para usar dél conforme á lo que me paresciere. A Francia he
enviado á tratar con el que está allí, y hánme certificado que le traeran y que se contentará con
lo que V. Majestad le envió á ofrescer desde Madrid". Paccioto no volvería a Flandes hasta ser
reclamado en 1578 por Farnesio.
197
relación que le permitiría la posibilidad de acudir, esta vez sí, a Flandes a luchar cuando
fue requerido por su amigo don Juan de Austria.
Nada más hacer su entrada en los Países Bajos se puso a las órdenes de don Juan
y permaneció a su lado hasta su muerte, momento en que tomó el testigo en el gobierno
de Flandes. Este nombramiento le auguraba un futuro brillante, pero, sin embargo, su
vinculación a la facción “papista” se volvería en su contra tras la caída de Antonio Pérez
y la creciente influencia de los “castellanistas”, lo que supuso su aislamiento cortesano.
Ante estos cambios, Farnesio intentó establecer correspondencia con Juan de Zúñiga,
pero el fallecimiento de este cercenó toda posibilidad de entendimiento con los patronos
que habían tomado el poder en Madrid. Debido a ello, el de Parma solo se mantuvo en
el gobierno de Flandes durante tanto tiempo gracias a sus victorias militares y, una vez
estas cesaron, se comenzó a barajar su destitución.
Al mismo tiempo que se producía el relevo faccional apuntado anteriormente, se
llevaron a cabo una serie de reformas que acabaron de configurar la Monarquía Hispana
de la Edad Moderna y que establecieron unas estructuras que llegaron hasta la época de
los Borbones. Estos cambios se llevarían a cabo, sobre todo, a partir de 1585 y se
encaminaron a separar gubernaculum y jurisdictio, que hasta ese momento habían
permanecido unidos.
Los Consejos se institucionalizaron tras dotarles de instrucciones y
jurisdicciones definidas, al mismo tiempo que se les vaciaba de contenido político631, ya
que las decisiones relacionadas con ese ámbito se tomarían en otros organismos recién
creados como la Junta de Noche o el Valimiento, lo que suponía el verdadero inicio del
sistema polisinodial. Estas transformaciones vinieron a confirmar una tendencia que
venía observándose desde la muerte del cardenal Espinosa, la cual vinculaba el poder
político a la nobleza, mientras los letrados, que curiosamente eran quienes habían hecho
posible esta reforma, pasaban a ocuparse de los asuntos jurisdiccionales. Desde ese
momento, tanto consejeros como secretarios actuarían como tales, con la excepción de
Juan de Idiáquez, evitando así las equívocas situaciones ocurridas en tiempos pretéritos.
Entre los Consejos que fueron reformados nos encontramos a los de Cámara, que
recibió ordenanzas en 1588, Indias, Hacienda u Órdenes, a los que se les realizó una
631
Sobre la evolución de los Consejos en la última quincena de años del siglo XVI, J.
MARTÍNEZ MILLÁN, “La Corte de la Monarquía Hispánica..”, pp. 51-57.
198
Visita, quedando únicamente el Consejo de Estado al margen de estas medidas aunque
también experimentara cambios632.
Con estas medidas se culminaba el final de un proceso que había durado
prácticamente todo el reinado de Felipe II y que seguía el principio de que la armonía
del cuerpo político se fundaba en la jerarquía y desigualdad de los territorios con
Castilla al frente, lo que suponía que este reino y sus Consejos constituyeran el
fundamento de la entidad política a la que pertenecían. Al articular ordenadamente los
territorios, se dotó de corporeidad a la Monarquía y se redujo la “independencia” de
cada dominio, actuación que había sido inviable hasta que no existió esa distinción entre
lo político y lo jurisdiccional.
Por lo que respecta a los consejos territoriales, caso del de Aragón, Italia,
Portugal o Flandes, este proceso derivó en que en vez de representar los intereses de
cada dominio como traslación de sus Consejos Colaterales a la Corte, sirvieran para
articular el poder del rey sobre cada territorio, convirtiéndose así en guardianes de
territorios administrados. La Monarquía se territorializaba en espacios de control para,
de esta manera, no ser un “reino múltiple” o “monarquía compuesta” sino una
“monarquía articulada”, ya que se establecía un orden jerárquico de las partes que la
sustraía de un modelo confederal o de una comunidad solo cohesionada por pertenecer
cada territorio a un mismo Príncipe. Por supuesto, esto generó multitud de conflictos de
precedencias, al representar el protocolo la importancia atribuida y reconocida a los
territorios, estados o materias. Sobre la geografía espacial, acabaría imponiéndose la
geometría de la autoridad633.
La creación de un consejo territorial que se ocupara de los asuntos flamencos
fue, lógicamente, la primera gran medida que se tomó para reformar la manera de llevar
los asuntos flamencos e insertarlos dentro de ese proceso de institucionalización. No es
nuestra intención estudiar en profundidad en estas páginas el Real y Supremo Consejo
de Flandes y Borgoña, como ya han hecho otros autores634, sino encuadrar su fundación
dentro de esta transformación y ver las competencias que se le adjudicaron.
El interés por instaurar un Consejo flamenco en Madrid no era nuevo y ya se
había sopesado tal idea, como ya señalamos, en 1570 y 1574. En esta última fecha se
habían entablado conversaciones de paz con los rebeldes, siendo una de sus condiciones
632
S. FERNÁNDEZ CONTI, Los Consejos de Estado y Guerra..., pp. 207-208.
633
M. RIVERO RODRÍGUEZ, "El Consejo de Italia y la territorialización...”, pp. 108-113.
634
J. M. RABASCO VALDÉS, El Real y Supremo Consejo de Flandes y de Borgoña (1419-
1702), Tesis doctoral de la Universidad de Granada, 1978, pp. 202-225 y R. VERMEIR, op. cit.,
passím
199
la creación de dicho Consejo, aunque su idea era que dicho tribunal supusiera la
traslación de los Consejos Colaterales a Madrid para poder representar mejor sus
intereses, presupuesto compartido por el “partido ebolista” y, posteriormente, el
“papista”. Durante el debate en la Corte de la Monarquía, Hopperus planteó que solo
sería viable si disponía de amplias competencias y estaba compuesto por un número
suficiente de consejeros, al menos 7635. El fracaso de las negociaciones dejó en suspenso
cualquier decisión al respecto, pero la idea no cayó en el olvido y don Juan de Austria
propuso a Havré el 6 de marzo de 1577 como posible miembro de dicho Consejo636.
Mientras, en Madrid se mantenía el llamado “Ministerio Colateral”, aunque tras
la creación de la Junta de Flandes y la muerte de Hopperus desarrollaba muy poca
actividad. El guardasellos no fue relevado hasta 1580, siendo el secretario Dennetières
quien se ocupó interinamente de los asuntos durante ese periodo, aunqueo con una labor
meramente administrativa, pues no disponía de los contactos del fallecido guardasellos
y Antonio Pérez restringió su margen de maniobra para poder llevar personalmente los
asuntos. La situación se modificaría tras la caída en desgracia del secretario, ya que el
cardenal Granvela intentó reactivar dicho “Ministerio” nada más llegar a Madrid con el
nombramiento de dos personajes afines y viejos conocidos nuestros; el 24 de marzo de
1580 nombró a Jean Foncq como nuevo guardasellos y el 20 de agosto a Alonso de
Laloo como secretario. Ambos partieron con Felipe II a Portugal y permanecieron junto
a él durante los tres años que duró la estancia en el país vecino637, con lo que Granvela
pudo recibir información de primera mano sobre las decisiones tocantes a los Países
Bajos.
Tras el retorno de la Corte a Madrid, se empezó a barruntar una reforma en el
modo de tratar los asuntos, al albur de las que se venían produciendo en el resto de la
Monarquía, y la ocasión perfecta se presentó con el fallecimiento de Foncq en Monzón
el 10 de octubre de 1585. Pocos meses después, los consejeros más cercanos al rey
decidieron que se iba a pasar del llamado “Ministerio Colateral” al futuro Real y
Supremo Consejo de Flandes y de Borgoña, escribiendo acto seguido Felipe II a
Alejandro Farnesio para informarle sobre la decisión y solicitándole que designara un
635
“Cosas a conceder en Flandes”, 22 de junio de 1575, AGS, E., leg. 559, f. 84.
636
J. M. RABASCO VALDÉS, “Una etapa del Consejo de Flandes y de Borgoña...”, p. 71.
637
En una misiva del 18 de enero de 1583 (IVDJ, Envío 47, doc. 313), Laloo informaba a Mateo
Vázquez de que era inminente su retorno y el de Foncq a Madrid tras su estancia en Portugal.
200
nuevo guardasellos, así como dos consejeros, uno flamenco y otro borgoñón, para que
se integraran en el futuro Consejo638.
El príncipe de Parma retrasó la respuesta al requerimiento real hasta febrero de
1586 y en ella insistió, pese a su deteriorada posición cortesana, en la inutilidad de
modificar la manera de llevar los asuntos que se había utilizado hasta el momento639.
Debido a ello, el gobernador solo propuso candidatos para el puesto de guardasellos,
obviando dar nombres para los dos consejeros, siendo sus patrocinados Jean van der
Burch640, Assonleville, Nicolás Damant641 y Jean Richardot. Aunque Farnesio se
638
Minuta a Farnesio, 22 de diciembre de 1585, AGS, E., leg. 2218, f. 18, "Pero queriendo que
desta vez se ponga esto en buena forma, y parezciendome que lo era la que en años passados se
uso de haver algunos consejeros debaxo del dicho Guardasellos, he resuelto que juntamente con
el ressidan en mi corte otros dos consejeros hombres de letras y ropa larga, que el uno dellos sea
natural de mis estados baxos de la lengua flamenca y el otro de mi Condado de Borgoña y
porque parezce bien (aunque no es de obligación que el Chanciller de la orden ressida tambien
cabe mi) y el que ha de exercer este officio se requiere que sea persona eclesiástica, convendría
que lo fuesse alguno de los tres, y aun seria mas decente que acertasse a serlo el principal
juntandose lo de los sellos y de la orden en uno mismo, porque assi sea mas respectado de los
otros el que ha de ser cabeça de los negocios, lo que no sería tanto dividiendose. Solo esto de no
ser eclesiástico ay que mirar en Bandemburg y sabiendo el zelo que vos tendreys en proponer
personas que convengan a mi servicio os encargo me aviseys si se os offrezce algún eclesiástico
tal como conviene que sea para poderle encomendar estos dos officios juntos, y también me
propondreys personas de flandes y de Borgoña para que vengan aca a ser en la forma dichos
consejeros advirtiendo que no se hallando eclesiástico para lo principal, lo sea uno destos dos y
en particular el de flandes. Todo lo qual os he querido comunicar como es razón porque assí que
estoy resuelto en la forma porque assí conviene, confío mucho de lo que vos me ayudareis a
acertar en la elección. (A continuación tachado) Y no os de nadie alla a entender que esta traça
ha de ser parte para derogar en nada la autoridad de vuestro cargo porque yo no lo consentiré
sino que con ella y con vos se tenga en todo la quenta y miramiento que es razón (de nuevo sin
tachar) y aunque estas eran materias propias de la lengua francesa, he querido por mas secreto
que vayan por esta via. Vos guardareys alla el mismo en todo lo que a esto tocare hasta ver la
resolución que vista buestra respuesta yo tomaré, y junto con el secreto os encargo la brevedad
porque esta correspondencia de los despachos en francés no está bien sin dueño y ministros".
639
Para tal fin, el 28 de febrero escribió tanto a J. de Idiáquez (CPh. II, III, nº 204, pp. 90-91)
como a Felipe II en dos ocasiones (Ibídem, nº 195, pp. 83-85 y AGS, E., leg. 589, f. 126, Cfr. J.
M. RABASCO VALDÉS, El Real y Supremo Consejo de Flandes..., p. 202).
640
Natural de Brujas, su primer cargo en la administración fue el de consejero de Flandes y,
posteriormente, de Malinas, cargo que obtuvo el 26 de noviembre de 1569. El 1 de octubre de
1579 fue promocionado al Conseil Privé, obteniendo la presidencia del Gran Consejo de
Malinas el 12 de diciembre de 1583. Finalmente, el 16 de junio de 1592 se convirtió en Chef-
président del Consejo Privado, cargo que ostentaría hasta su fallecimiento el 5 de julio de 1595
(P. ALEXANDRE, op. cit., p. 397).
641
Nacido en Bruselas en 1531, perteneció a una familia que ya se había distinguido en el
servicio a Carlos V, sobre todo su padre Pierre que fue su guardajoyas. Fruto del matrimonio de
este con Anne Bave nacieron varios hijos entre los que destacaron, además de Nicolás, Pierre
Damant, deán de S. Bavón y obispo de Gante, y François Damant, guardajoyas y bibliotecario
real en Flandes así como rey de armas del Toisón de Oro en Madrid y baillí, capitán y castellano
de Courtrai. Nicolás hizo sus estudios en derecho y ejerció como abogado, al parecer con cierto
éxito, pero su carrera se orientó enseguida hacia la administración. Entró en el Consejo de
Brabante como consejero extraordinario y fue el duque de Alba quien le hizo consejero efectivo
el 7 de mayo de 1568, comenzando así una fructífera carrera al servicio de Felipe II. Damant se
mantuvo en dicho Consejo hasta que Alejandro Farnesio se hizo cargo de la gobernación de
201
inclinaba por este último, declaró que no podía prescindir de él, por lo que presentó la
elección de Damant como la más adecuada642.
La decisión de instaurar el nuevo Consejo estaba tomada, por lo que no se
contempló la opinión del gobernador de Flandes en cuanto a la formación del mismo,
aunque sí en la identidad del guardasellos, pues se le comunicó el 5 de julio la elección
de Damant. Al mismo tiempo, se le instaba al nombramiento de los consejeros643,
cuestión sobre la que hubo que insistirle posteriormente644. Aunque el gobernador de
Flandes acató la decisión, no cejó en su empeño de demorar la elección el mayor tiempo
posible645. Tras agotar al máximo los plazos, no tuvo más remedio que señalar a Jean-
Flandes, momento en que, gracias a gozar de su favor, conseguiría el cargo de consejero y
Maître des Requetes (relator) en el Conseil Privé el 7 de mayo de 1582 y el de canciller de
Brabante el 13 de junio de 1585. Igualmente, el gobernador se acordó de él cuando desde
Madrid se le pidió que nombrara un guardasellos o presidente para el recién creado Real y
Supremo Consejo de Flandes y Borgoña. El nombramiento se produjo el 21 de abril de 1587 y
enseguida viajó a Castilla junto a, entre otras personas, Jehan Charles Schetz de Grobbendoncq,
pariente de su mujer, consejero de Malinas y recientemente elegido como consejero del nuevo
Consejo creado en Madrid. Tanto Damant como Schetz recibieron su nombramiento el 22 de
diciembre de dicho año, percibiendo el guardasellos unos gajes de 3000 escudos de 40 sueldos y
2 gruesos cada sueldo así como el título de chevalier. Esta merced supuso la culminación de su
carrera política, ejerciendo en Madrid hasta que con la Cesión el Consejo perdió su razón de ser.
Partió entonces Damant hacia Bruselas con los Archiduques, en cuya Corte reocupó sus cargos
de consejero de Estado y Canciller de Brabante que ejercería hasta su muerte el 16 de julio de
1616. Está enterrado en la iglesia colegial de Santa Gúdula (Biografía en el DBE).
642
Farnesio a Felipe II, 28 de febrero de 1586, AGS, E., leg. 589, f. 126, "El chanciller de
Bravante Damant es la mas a propósito y apta para servir a V. Majestad en el dicho cargo de
guardasellos porque allende de que es de hedad competente y tener medio aqui de comer y saver
las lenguas flamenca, francesa, italiana con algún principio de la española es hombre de bien de
gran conciencia y letrado y reputado por recto y integro y tenido universalmente de todos por
tal, de manera que a lo que entiendo acertara a servir el cargo muy a gusto de V. Majestad y mas
lo hara a satisfacion de todos porque como le conosce por desapassionado y amigo de hazer bien
a todo el mundo y mal a nadie no solo holgaran los mas de verle en este puesto mas trataran con
el con la confiança que es razon que hagan con quien ha de comunicar a V. Majestad sus
negocios, despachos y pretensiones y no ha visto tampoco mundo ni save tampoco de estado
que no pueda açertar a servir bien y a gusto el dicho cargo (...) para el qual no veo mejor ni mas
a proposito que Damant y assi no savria proponer ni nombrar otro que el ni que aya de servir
mejor a V. Majestad ni ser a gusto de todos y mio por lo que me obliga a su real servicio".
643
Minuta de despacho para Farnesio, 5 de julio de 1586, Ibídem, f. 42. La carta, con fecha del 7
de julio, en CPh. II, III, p. 128, nº 278.
644
Minuta a Farnesio, 19 de octubre de 1586, AGS, E., leg. 2218, f. 75, "Bien aura sido dezir a
Damant la elecion que del he hecho, y dar prisa a su venida por acá y a la de los dos consejeros
que le han de acompañar pues veys lo que importa que sea con brevedad, y que residan aca
personas de la inteligencia y plática dessos estados que espero que ellos tendrán y si al recivir
desta no huvieren tomado el camino hareys que le tomen luego sin perder tiempo"; Minuta a
Farnesio, 28 de febrero de 1587, en Ibídem, f. 124, "La venida de Damant apresurad lo que
pudieredes porque la dilación della no puede dexar de causarla en algunos de los negocios que
se tratan por la via en francés y vengan también luego con el los dos consejeros y encargo os
mucho el elegirlos como me prometo de vos que por entender que lo hareys con el cuidado y
açertamiento que confio os lo he cometido".
645
Farnesio a Felipe II, 24 de diciembre de 1586, AGS, E., leg. 590, f. 112, "Damant se va
aprestando para yr a servir a su Majestad en el cargo de guardasellos, y si bien no me he podido
202
Charles Schetz como consejero eclesiástico646, presentándole como el candidato ideal en
virtud de sus cualidades y de su buena relación con Damant647.
Una vez confirmada la elección, los dos letrados flamencos emprendieron su
viaje hacia Madrid el 26 de mayo de 1587648, con la supuesta comisión de pasar por el
Franco Condado para elegir un consejero natural de esos territorios, pero no lo llegaron
a realizar por encargo de Farnesio. Por lo tanto, el futuro Consejo de Flandes se acabaría
componiendo de un presidente, Nicolás Damant, un consejero eclesiástico, Jean-Charles
Schetz, y un secretario, Alonso de Laloo.
Damant y Schetz hicieron su entrada en Madrid el 30 de agosto y sus primeros
días en la Corte estuvieron dedicados a buscarles acomodo y a fijarles los gajes que iban
a gozar649. Una vez asentados, se les otorgaron sus títulos como guardasellos y
acabar de resolver en lo de los dos consejeros que le han de asistir, también procuraré puedan ir
con él"; Farnesio a Felipe II, 10 de enero de 1587, Ibídem, leg. 592, f. 28. "Damant se está
poniendo en orden para yr a servir a V. Majestad como lo tiene mandado, en que le doy la
priessa possible, aunque no aprovecha lo que yo querría, la flema ordinaria desta gente, bien es
verdad que por dignas consideraciones no me he acabado de resolver en lo de los dos
consejeros, pero ya estoy tan al cabo que podrán partir en breve, y pues V. Majestad ha sido
querido mandarme remitir este negocio, desseo açertar en ello y que la elección sea qual
conviene y conforme a la intención de V. Majestad”.
646
Nacido en Amberes en 1552, se decidió por la carrera eclesiástica que comenzó con un
canonicato en Lieja para pasar luego a la Iglesia de Nôtre-Dame de Tournai, donde ejercería de
protonotario apostólico. Sin embargo, también desarrolló una carrera política siendo consejero
eclesiástico y relator del Gran Consejo de Malinas desde 1578 hasta su nombramiento en 1587
como consejero en el recién creado Consejo de Flandes y Borgoña. Acudió a Madrid, donde
permanecería hasta 1594 en que fue nombrado arzobispo de Tournai y emprendió viaje hacia su
nuevo destino, falleciendo en el viaje el 4 de enero de 1595 (P. M. WYNANTS, op. cit., parte
2ª, capítulo 4º, s. f.; R. VERMEIR, op. cit., pp. 111-112 y Configuración, pp. 480-481).
647
Farnesio a Felipe II, 18 de mayo de 1587, AGR, Audience, leg. 189, f. 113-2, "Et a ce que
l´on ma informé il est personage de sçavoir, de fort bon ingement, et de une moderé vertueuse et
exemplaire, et qui on est la verité que V. M. luy pouldra donner des affaires. Sçaura fort bien
s´acquiter de la charge de chancelier de son très noble ordre pour celuy de bourgogne ".
648
La descripción de la comitiva nos la da de primera mano un famoso integrante de la misma,
Jehan Lhermite, en El pasatiempos de Jehan Lhermite. Memorias de un Gentilhombre
Flamenco en la corte de Felipe II y Felipe III, estudio Jesús Saenz de Miera, traducción José
Luis Checa Cremades, Aranjuez, 2005, pp. 47-48, “Salimos de allí un grupo bien nutrido de
viajeros, que eran el mencionado Señor Nicolás Damant, su mujer la señora Barbe Brant, con
sus tres hijos, Maximiliano, Leonor y Barbe, la Señorita Marguerite Brant, su cuñada, sus
criados y criadas, François Damant, su hermano, guardajoyas de Su Majestad en los Países
Bajos, también el protonotario apostólico Jean Charles Schetz de Grobendoncq, consejero de Su
Majestad en su gran Consejo de Malinas, que iba allí como acompañante del mencionado señor
Nicolás Damant, Jean Vanlaquen, su secretario, Georges le Petit, Jean Baptiste Kerreman, el
doctor Gosius, Gaspar Tacquet y el secretario Gérard, borgoñón, hermano suyo que no hace
mucho había dado muerte al difunto príncipe Guillermo de Orange de Nassau. Entre todos,
contando a los pasajeros, criados y a todo el séquito ascenderían a más de 30 personas (continúa
describiendo los carros donde iban)".
649
J. Idiáquez a A. Laloo, 4 de octubre de 1587, AGR, Audience, leg. 1470/5, s. f. y A. Laloo a
Felipe II, s. f. (hacia el 10 de octubre de 1587), en Ibídem.
203
consejero el 22 de diciembre de 1587 y se acabó de constituir el Consejo con la fijación
de sus ordenanzas el 7 de enero de 1588650.
Con la creación de este nuevo consejo territorial se separaban la Jurisdicción y el
Gobierno de dichas posesiones, tal y como había sucedido en otros ámbitos de la
administración. Si observamos detenidamente las ordenanzas, en el capítulo noveno se
corroboraba que este tribunal pasaba a tener jurisdicción propia, de la cual había
carecido el “Ministerio Colateral”, y a convertirse en vigía de la real en aquellos
territorios. De hecho, se convertía en la máxima instancia en materias de gracia y
justicia en todo lo referente a Flandes y asumía tareas como la de mantener la
correspondencia administrativa en francés con los gobernadores o la de tramitar
peticiones de mercedes y títulos nobiliarios de las que el secretario debía elaborar un
registro651.
Así mismo, se modificó también la forma de relatar los negocios, que se dejaría
de hacer a boca o mediante billetes para realizarse a través de consultas, limitando de
esta manera el acceso al rey e impidiendo a Damant que tuviera el grado de intervención
en los asuntos de Estado que habían tenido anteriores guardasellos, en especial
Hopperus. Esta mudanza nos puede explicar que los “castellanistas”, dominadores de la
esfera cortesana e impulsores de esas reformas, permitieran que se hubiera dado a
Alejandro Farnesio, “papista” reconocido, la posibilidad de elegir al guardasellos y
consejero del nuevo Consejo. Ambas “hechuras” del príncipe de Parma652, además de
tener limitada capacidad de acción, vieron fiscalizada su labor por el secretario Laloo,
que mantenía una estrecha relación con Mateo Vázquez y Juan de Idiáquez. Debido a
ello, los conflictos entre Damant y el secretario durante los 10 años de existencia del
650
Estas ordenanzas se encuentran publicadas en francés en J. M. RABASCO VALDÉS, “Una
etapa del Consejo de Flandes y de Borgoña...”, pp. 79-81. Están tomadas de AGS, E., leg. 2574,
s. f., pero existen numerosas copias en AGP, SP, leg. 2569, ff. 7-8 (también aparece la minuta),
AHN, E., leg. 1490 (II), s. f. y E., libro 572, Bibliothèque Nationale de Paris, Manuscrits Fonds
Espagnols, nº 143, ff. 155-158 y BRB, Ms. 16044, I, ff. 423-429.
651
J. LEFÈVRE, “Les registres de la correspondance administrative de Philippe II (1585-
1598)”, Archives, Bibliothèques et Musées de Belgique, 6 (1929), pp. 17-29. En este artículo, el
autor nos habla de los volúmenes 193 a 196 de AGR, Audience, que son transcripciones de la
correspondencia administrativa enviada por Alonso de Laloo desde Madrid a Flandes entre los
años de 1585 y 1598. Los destinatarios son muy diversos, desde gobernadores generales a
consejos, nobles flamencos o extranjeros.
652
Champagney, en un memorial elaborado el 21 de diciembre de 1589 (publicado en A.L.P. de
ROBAULX DE SOUMOY (Ed.), op. cit., p. 293) escribía, "Ces deux envoyés sont des
créatures du duc de Parme; Damant a pris pour son collègue, le protonotaire Schetz, parce qu´il
sait que étant parent de sa femme, du côté de sa mère, il n´en sera point contredit; tous les deux
ont été choisis non seulement à la recommandation du Duc, mais de ses favoris. Damant a été
présenté au Conseil Privé par madame du Roeulx mère de Franceline; et celle-ci a recommandé
au duc de Parme le frère de Damant, pour l´ammanie d´Anvers, un des offices les plus riches,
comme on le dit plus haut, et peut-être le plus riche de ces provinces".
204
Consejo fueron muy numerosos y continuaron, incluso, cuando en 1599 retornaron con
los Archiduques a los Países Bajos.
La fundación del Consejo de Flandes pretendía cumplir una función más, cual
era convertirle en representante de su nación en la Corte, en un momento en que las
diferentes nacionalidades que convivían en Madrid comenzaron a sentir la necesidad de
sentirse representadas y de tener algún sitio de reunión y encuentro con gente de su
misma procedencia, lo que fue fomentado por la propia Corte dentro de ese proceso de
jerarquización de los territorios. A raíz de estas inquietudes surgieron hospitales como
el de San Pedro de los Italianos (1598), San Andrés de los Flamencos (1605), San
Antonio de los Portugueses (1606), San Luis de los Franceses (1615), el Hospital Real
de Nuestra Señora de Montserrat de los Aragoneses (1617) o el Hospital y Colegio de
los Irlandeses (1629), así como diferentes cofradías como la de la guarda de Corps653.
De esta manera, los “extranjeros” residentes en la Corte vivirían en ella como si se
encontraran en sus territorios de procedencia, pudiendo usar sus escribanos e instancias
propias.
Pese a esta novedad, toda la tarea administrativa referente a Flandes no se
concentraría únicamente en el citado Consejo, ya que también intervendría en esas
labores la Secretaría de Estado para el Norte654, que también tuvo que sufrir cambios
para adecuarse a la nueva situación.
La Secretaría de Estado unificada, había estado al cargo de Antonio Pérez hasta
su caída, momento en que fue relevado por Juan de Idiáquez. El secretario permanecería
en el puesto hasta que su nueva condición de privado le permitió en 1587 dividir su
antiguo oficio en dos secretarías, como había estado en origen, al frente de las cuales
colocó a dos familiares suyos; en la secretaría de Italia acomodó a Francisco de
Idiáquez655 y en la del Norte a Martín de Idiáquez656, consiguiendo así descargarse de
labores administrativas para centrarse en asuntos de gobierno.
653
Al igual que había sucedido con otras secciones de la Casa Real, los archeros fundaron su
propia cofradía para atender a los más desfavorecidos de la guarda y que ayudara a sus viudas
cuando ellos fallecían. Se fundó bajo la advocación de San Andrés, patrón de los flamencos, y
aunque se desconoce su fecha de creación sabemos que estaba funcionando en 1605. Sobre su
evolución y fundamentos, F. y B. VIDAL GALACHE, Fundación Carlos de Amberes: historia
del Hospital de San Andrés de los Flamencos, 1594-1994, Madrid, 1996, pp. 48-55.
654
Sobre esta institución y su desarrollo, S. FERNÁNDEZ CONTI, "Génesis y primeros pasos
de la Secretaría de Italia del Consejo de Estado (1543-1579)" en E. BELENGUER CEBRIÀ
(coord.), op. cit., III, pp. 39-63.
655
Su biografía en Configuración, pp. 407-408.
656
Ibídem, p. 409. Su nombramiento como Secretario de Estado para el Norte en AGS, EMR,
QC, leg. 17, s. f.
205
Martín de Idiáquez abrió un registro de todas las cartas y despachos expedidos
por su secretaría nada más empezar a ejercer como secretario657, documentos que en su
mayoría hacían referencia a mercedes concedidas a hispanos que hubieran servido en
Flandes, sobre todo en el ejército. Sin embargo, la labor de la secretaría no se limitaría
únicamente a servidores de esa nacionalidad y comprendería otras como ingleses658,
naturales del Imperio659, albaneses660, e, incluso, flamencos661. Así mismo, en ocasiones
se expedirían cartas relacionadas con asuntos religiosos662 o militares663, incluidos los
títulos de algunos oficiales del ejército664. Estos registros son un verdadero muestrario
657
Este registro se conserva en AHN, E., libs. 251 y 253 y las cartas y despachos se dirigirían
tanto a los gobernadores como a Esteban de Ibarra durante su estancia en Flandes (muchas de
las minutas se encuentran en AGS, E., entre el legajo 2218, que comienza en 1585, y el 2224,
que llega a 1598). El primero de ellos abarca desde el 7 de agosto de 1587, Martín de Idiáquez
comienza a firmar el 25 de septiembre y antes aparecen algunas cédulas signadas por Francisco
y Juan de Idiáquez, hasta marzo de 1593. El segundo libro, por su parte, comprende desde 1593
a 1599. Martín de Idiáquez, además, abrió un libro especial que encontramos en Ibídem, libro
252, que trataba sobre asuntos concernientes al ejército en Bretaña desde 1591 a 1595 y cuyas
cartas y despachos iban dirigidas a Juan del Águila, Maestre de Campo de la Infantería
Española.
658
Como George Person, hermano de Robert Person de la compañía de Jesús, al que se le
renovó su entretenimiento de 30 escudos (Felipe II a Ernesto de Austria, 30 de marzo de 1594,
en el libro 253, f. 70 v.). Algunos de estos ingleses sirvieron en la Casa de Felipe II como
William Copley, del que encontramos varias referencias tanto en el libro 251, ff. 58 v.-59 v. y
83 v. como en el 253, ff. 57 r.-v. y 215 v.-216 r.
659
Tal es el caso de Sigmund Dietrichstein, hijo del famoso mayordomo mayor del emperador
Maximiliano II. El 8 de febrero de 1590, Felipe II escribió a Farnesio para que se le honrara en
Flandes donde servía en el ejército del rey (AHN, E., libro 251, f. 85 v.- 86 r.).
660
Como Jorge Cresia, que reclamó a Felipe II el pago de 9930 escudos que se le habían
quedado a deber de la época de Farnesio. El 15 de marzo de 1594 el rey escribió a Ernesto para
que se le remataran sus cuentas y se le pagara lo antes posible (libro 253, f. 61 r.-v.) y le envió
una carta de recomendación con fecha del 30 de marzo (Ibídem, ff. 65 v.-66 r.).
661
Nos encontramos, por ejemplo, con Enrique de Bronckhorst, que había ido a negocios
propios a Castilla en 1587 y cuando los resolvió pidió reincorporarse al ejército en Flandes
donde había servido, escribiendo Felipe II a Farnesio el 2 de septiembre para que le contratara
(libro 251, fol 5 r.). El flamenco de mayor importancia del que tenemos constancia en estos
registros es Afuero de Voerst, gentilhombre de la casa del monarca, que solicitó ir a servir a
Flandes y el 5 de mayo de 1588 el rey escribió a Farnesio para que le diera un oficio,
concediéndole, además, 25 escudos al mes de entretenimiento (Ibídem, ff. 38 v.-39 r.).
662
Felipe II escribió a Farnesio el 8 de febrero de 1590 para recordarle que en 1587 le había
enviado por la vía en francés la concesión de 1600 florines de pensión sobre la abadía de
Hamon y otros 1200 sobre la de Saint Ghislain para los seminarios de las 4 órdenes
mendicantes. Así mismo, se les había otorgado 1600 ducados de socorro y limosna al año de
parte del ejército. Sin embargo, aún no se les había pagado y Felipe II pidió al gobernador que
se hiciera de inmediato y si faltaba algo de corrido que se les entregara (Ibídem, ff. 84 v.-85 r.).
663
Como la misiva del monarca a Farnesio del 8 de febrero de 1588, en que le recordaba que ya
le había escrito en diversas ocasiones sobre que los capitanes y soldados españoles que servían
en el ejército de Flandes no tuvieran licencia para ir a pedir mercedes a Madrid. Todo se debía
hacer desde los Países Bajos, aunque esto no incluía a los heridos en servicio ya que a estos se
les podría dar licencia (Ibídem, f. 22 r.-v.).
664
Como el de general de la caballería ligera española, italiana y albanesa de Flandes que se le
concedió a Alonso Ávalos de Aquino, marqués del Vasto, con fecha del 20 de diciembre de
206
de personajes y asuntos relacionados con los Países Bajos, que nos ayuda a conocer
mejor la situación durante estos años.
Fruto de esta dualidad administrativa, Consejo de Flandes y Secretaría de Estado
para el Norte, resultaría la existencia de dos vías de correspondencia con los estados
bajos: la vía en francés y la vía en castellano. Ambas ya existían antes de 1587-1588 -el
secretario del “Ministerio Colateral” llevaba la francesa y el de Estado la castellana-,
pero mientras con anterioridad en ellas se entremezclaban las cartas sobre asuntos
políticos y administrativos, tras los cambios acaecidos serían únicamente estas últimas
las que constituirían su correspondencia.
Esta situación tenía su reflejo en Bruselas, ya que los gobernadores generales
desde época de Margarita de Parma hacían también uso de una doble vía a la hora de
mantener correspondencia con la Corte, normalmente en francés y en castellano, aunque
durante los gobiernos de la hermanastra de Felipe II y de su hijo se realizó en italiano665.
La primera, expedida por el audiencier666, se centraba, sobre todo, en asuntos
administrativos relacionados con Flandes y los flamencos y solía ser recibida por el
“Ministerio Colateral”667. La segunda, en cambio, tocaba también algunos temas
administrativos, pero versaba, sobre todo, de asuntos políticos y de gobierno y era
expedida por el secretario privado del gobernador hacia el secretario de Estado en
Madrid, lo que originó críticas de los consejeros flamencos al considerarse apartados de
la toma de decisiones668. Estas protestas se acentuaban cuando el secretario personal
tomaba un papel que no le correspondía e intervenía en política, lo que sucedió en
numerosas ocasiones; baste recordar la labor de Armenteros, Albornoz, Escobedo o
Cosme Masi, con honrosas excepciones como los secretarios de Luis de Requesens -
Domingo de Zabala y Baltasar López de la Cueva-, o el del conde de Fuentes -Isidro
Morán-.
1586, junto con algunas cartas de recomendación (Ibídem, ff. 37 v.-38 v.). La minuta de este
título en BL, Additional, Ms. 28388, ff. 142-143.
665
J. LEFÈVRE, "La correspondance des gouverneurs-généraux à l´époque espagnole",
Archives, bibliothèques et musées de Belgique, 21 (1950), pp. 28-55.
666
Sobre las labores del Audiencier, H. DE SCHEPPER, Audiëntie en Secretarie van de
Geheime Raad en E. AERTS, M. BAELDE et alíi, op. cit., versión en neerlandés, I, pp. 367-385
y versión en francés, I pp. 363-382. Asimismo, C. HÉNIN, La charge d´audiencier dans les
anciens Pays-Bas, Bruselas (ediciones de la ULB), 2001.
667
La mayoría de esta correspondencia se encuentra en AGR, Audience; la correspondiente al
gobierno del duque de Alba está en los legajos comprendidos entre el 164 y el 169, del 170 al
172 la de Requesens,... Ver fuentes al final del libro.
668
Esta correspondencia es la que se encuentra en AGS, en la sección de Estado, mezclada con
otras cartas privadas de ministros reales en Flandes o despachos diplomáticos. Ver fuentes.
207
Este descontento, unido al hecho de que algunos de estos secretarios privados,
en especial el de Alejandro Farnesio, escaparan al control real, así como al momento de
institucionalización que vivía la Monarquía, llevó a la creación en 1592-1593 de la
nueva Secrétairerie d´État et de Guerre669. Para poner en marcha la nueva institución,
se decidió el envío a Flandes del secretario Esteban de Ibarra670, personaje íntimamente
ligado a Juan de Idiáquez que adquiriría un notable protagonismo durante su estancia en
esas tierras. Una vez retornó a la Península Ibérica en 1596, su puesto pasó a ser
ocupado por Juan de Manciçidor671, que contribuiría a consolidar la nueva institución
durante el periodo Archiducal.
Una vez descrita la vía administrativa, debemos centrarnos en conocer la
política; es decir, como se llevaba a cabo realmente la toma de decisiones tocantes a
Flandes. Como era lógico según los nuevos planteamientos, estas no se tomarían ni en la
Junta de Noche, aparecida a finales de 1587 y principios de 1588, ni en la de Gobierno,
institucionalización de la anterior en 1593, ya que su labor estaría vinculada a aspectos
rutinarios del gobierno, así como a gracias y mercedes revisando las solicitudes672. De
este modo, tenemos que volver la vista hacia el Consejo de Estado, foro donde se
trataron los asuntos de relevancia referentes a Flandes, y dentro de él hacia dos de los
patronos más importantes de la Corte durante estos años: Cristóbal de Moura y, sobre
todo, Juan de Idiáquez.
En efecto, estos dos consejeros fueron los encargados de trazar las líneas
maestras de la política a seguir, sobre todo, tras de la muerte de Juan de Zúñiga,
momento que Idiáquez aprovechó para acaparar las competencias sobre Flandes,
Francia e Inglaterra. Moura se fue aproximando a estos negocios y parece que ambos
mantuvieron una entente cordial, interviniendo juntos en asuntos como la creación de la
Armada. Esta realidad se plasmaría en la correspondencia de los gobernadores de
669
J. LEFÈVRE, La Secrétairie d´Etat et de Guerre…, pp. 1-71 y P. LENDERS, “Secrétairie
d´État et de guerre” en E. AERTS, M. BAELDE et alíi, op. cit., versión en neerlandés, I, pp.
386-397, versión en francés, I, pp. 383-395. La documentación que generó esta institución se
encuentra en AGR, en la sección del mismo nombre.
670
Sobre este personaje y su labor en Flandes, nuestro artículo “La visión de un ministro
“castellanista” sobre la situación de los Países Bajos al final del siglo XVI: los “advertimientos”
de Esteban de Ibarra”, BCRH, 174, (2008), pp. 89-166.
671
J. LEFÈVRE, "Don Juan de Mancicidor, secrétaire d´État et de Guerre de l´archiduc Albert
(1596-1618)", Revue belge de Philologie et d´Histoire, 4 (1925), pp. 697-714.
672
Un minucioso estudio de la documentación generada por ambas Juntas, que se encuentra en
IVDJ, Envíos 43, 44 y 45, nos muestra como el único asunto relevante para la política de
Flandes que se trató en ellas fue el nombramiento de un encargado de revisar las cuentas. Por el
contrario, si aparecen algunos asuntos secundarios como peticiones de mercedes de personajes
que habían servido allí, caso de Juan Fernández de la Pita, que tras licencia de Alberto volvió a
Castilla donde se le concedió por Junta de gobierno del 9 de septiembre de 1596 el
entretenimiento de capitán reformado cerca del virrey de Navarra (Envío 45, caja 59, nº 524).
208
Flandes desde 1593, fecha en que el conde de Fuentes y Esteban de Ibarra llegaron a
esas tierras y comenzaron a dirigir todas sus misivas a Felipe II o a “Común”673, término
que aludía a Idiáquez y Moura.
Sin duda, el poder que ambos personajes ostentaban sobre los asuntos flamencos
era anterior a esta fecha, pero la mutua desconfianza con Farnesio hizo que este solo se
comunicara durante los últimos años de su gobierno con Felipe II y, en contadas
ocasiones, con Idiáquez. Este monopolio no se vería amenazado hasta mediados de
1595, momento en que Juan de Zúñiga y Avellaneda, conde de Miranda, comenzó a
aparecer en los billetes de Felipe II, gracias a su estrecha relación con el futuro duque de
Lerma. Sin embargo, su interés se acabaría encauzando hacia los territorios italianos674.
Por último, estas modificaciones en los asuntos flamencos tuvieron también su
reflejo en la propia Casa Real del monarca y, en concreto, en la guarda de archeros de
Corps.
Tras el considerable desgaste que había sufrido la compañía durante más de dos
décadas a consecuencia de la Revuelta, tanto en su disciplina interna como en la
apariencia externa, estaba claro que era necesario dar un golpe de timón para reconducir
la situación. El momento preciso se presentó durante el citado proceso de
institucionalización, al contemplarse la necesidad de dotar a la unidad de una serie de
reglamentos que marcaran claramente sus obligaciones y actuaciones y que prestigiaran
en cierta medida a sus miembros para, de esta manera, reforzar su condición de
representante de la nación flamenca en la Corte de la Monarquía y recuperar su antiguo
lustre y el respeto del resto de instancias. Era fundamental en todo este proceso que se
nombrara un capitán de elevada condición social para que infundiera el debido respeto a
los archeros díscolos, siendo elegido Philippe de Cröy, conde de Molembais y futuro
conde de Solre675, que pertenecía a una rama menor de una de las familias de más rancio
673
La primera misiva que encontramos de estas características es una de Esteban de Ibarra del
20 de marzo de 1593 (AGS, E., leg. 605, f. 29). Por su parte, la primera escrita por Fuentes data
del 10 de abril (Ibídem, leg. 604, f. 70).
674
Su biografía en Configuración, pp. 521-522.
675
Fue señor de Molembais y conde de Solre desde el tres de marzo de 1590. Nació en 1562
como primogénito de Jacques de Cröy y su tercera esposa Yolande de Lannoy. Su primera
aparición en la vida pública fue su candidatura a gobernador de Arrás en 1585 y, aunque fue
rechazado por su temprana edad, este suceso supuso el comienzo de una fructífera carrera
cortesana. Peleó en las guerras de Flandes al lado de Farnesio y el siguiente paso en su
ascensión cortesana fue su nombramiento como capitán de la guarda de Corps, oficio que
ejercería desde 1588 hasta finales de 1590 en que retornó a Flandes. Tuvo una activa
participación en los gobiernos de Farnesio, Ernesto, Fuentes y Alberto, del cual fue caballerizo
mayor, falleciendo en 1612 (B. J. GARCÍA GARCÍA, “Ganar los corazones y obligar los
vecinos”. Estrategias de pacificación de los Países Bajos (1604-1610)” en A. CRESPO
SOLANA y M. HERRERO (coords.), op. cit., I, pp. 137-165).
209
abolengo de Flandes. Como teniente fue nombrado, a petición del propio Philippe, su
hermano Jacques. Por supuesto, el proceso de elección del nuevo capitán debe
enmarcase dentro de la situación faccional de la Corte.
Tras petición real de que ofreciera su candidato para el cargo, Alejandro
Farnesio propuso a Philippe de Cröy en marzo de 1587, según él, por su juventud y el
alto linaje de su familia, pudiéndola ligar de esta manera al servicio real en un momento
de tantas defecciones al mismo676. Pese a su idoneidad, la elección sufrió trabas por su
cercanía a las ideas de su “patrón”, de tal suerte que el período de transición entre
Molembais y Charles de Tisnacq677, personaje que estaba al mando de la unidad de
manera interina, no careció de incidentes, de los cuales saldría vencedor el último por su
cercanía al grupo cortesano más poderoso del momento678.
676
Las cualidades del nuevo capitán las cita el propio Farnesio en una carta al monarca del 16
de marzo de 1587 en AGS, E., leg. 592, f. 46, “Y considerando en ello no he podido dar en
persona que mas me contente para el de capitán de la guarda de los Archeros de V. Majestad
que la de Mos de Molembais, hijo de Mos de Sempi, que es de la casa de Croy como V.
Majestad bien sabe, que es caballero honesto modesto sobrio callado y muy bien criado, y que
no se meterá en mas de lo que se le mandare, y aunque no tiene mas de 25 años es dotado de tan
buen entendimiento que se puede tener por sin duda que dará buena quenta de lo que se le
encargare, y pues que por ser de la casa que es y tener las condiçiones que digo que me pareçen
muy conformes a las que V. Majestad pretende tenga la persona que aura de servirle quel dicho
cargo y no aver descubierto otras para nombrar a V. Majestad en su compañía porque no me
assegurava de su voluntad por tener el padre viejo y estar el casado con mujer moça me he
querido assegurar della, y le he hallado tan pronto en todo lo que toca al servicio de V. Majestad
y tan puesto de servir y obedesçer en todo lo que se le ordenare y la parte que V. Majestad
quisiere mandar que vaya en particular çerca de su real persona que no ay mas que pedir a un
cavallero honrrado y fiel vassallo, de manera que si a V. Majestad contentare el subjecto y fuere
querido que vaya a servir el dicho cargo en volviéndome la respuesta le hará partir muy
confiado que açertará a servir a gusto de V. Majestad”.
677
Nacido en Bruselas hacia 1550 era el primogénito de Charles de Tisnacq, presidente del
Conseil Privé, y de Catherine Boissot. Su infancia transcurrió en los Países Bajos hasta 1559,
cuando viajó junto a sus padres a Castilla al concederse el oficio de guardasellos a su
progenitor. Los servicios y el prestigio de este le abrieron muchas puertas y en 1567 fue
nombrado gentilhombre de la Casa de Borgoña del rey. Así mismo, se le permitió viajar en el
ejército que acudió a Flandes con el duque de Alba, donde sirvió durante tres años en que se
sufragó sus gastos, así como los de 8 caballos, en la defensa de Genlis y en los sitios de Mons y
Haarlem. Una vez de vuelta en Castilla, continuó sirviendo a Felipe II en su oficio palatino hasta
el año de 1578 en que fue nombrado gobernador de la guarda de archeros de Corps. Ejercería
como tal hasta 1588, momento en que fue sustituido por el nuevo capitán Philippe de Cröy. El
relevo de Tisnacq al frente de la guarda no quiere decir, ni mucho menos, que perdiera la
confianza real, ya que se le concedió la encomienda de Alcolea de la orden de Calatrava en
1590 y se le destinó a importantes misiones encaminadas a establecer contactos para conseguir
la paz con los rebeldes flamencos, a lo que dedicó su actividad hasta su muerte en marzo de
1597 (Biografía en el DBE). Para su labor en la guarda, nuestro artículo “Las guardas palatino-
personales de Felipe II...”, pp. 464-469 y “Una élite flamenca en el servicio del monarca....”.
678
D. GARCÍA HERNÁN, “Nobleza y seguridad en la Corte: los capitanes de las guardias
reales a finales del siglo XVI”, Madrid. Revista de Arte, Geografía e Historia, 7 (2001), pp. 36-
37.
210
En todo caso, la presencia de Philippe de Cröy en la Corte posibilitó que se
llevara a cabo la segunda de las medidas que se habían venido pergeñando para
conseguir mejorar el buen gobierno de la guarda de archeros de Corps, cual era la
publicación de unas ordenanzas para el cuerpo que vieron la luz en el monasterio de San
Lorenzo de El Escorial el dos de abril de 1589679. No es nuestra intención analizar en
detalle las mismas sino observar la clara intención que tenían de reforzar al capitán para
lograr un mayor control de la guarda, algo ya apuntado por un reglamento provisional
de diciembre de 1584680.
Este documento previo se redactó con intención de subsanar algunos de los
problemas jurisdiccionales que tenía la compañía y que provenían, en gran medida, de
la ausencia efectiva de capitán al frente de la unidad desde 1561. Para tratar el asunto, se
convocó una junta en casa del cardenal Granvela, que se reuniría el 21 de julio y el 29
de septiembre de 1583, y que estaría compuesta por el mayordomo mayor, el IV conde
de Fuensalida, los mayordomos Chinchón y Fadrique de Toledo, el contralor Jehan
Sigoney, el greffier Rodrigo de Ocáriz, el guardasellos Jehan Foncq y el propio
Granvela. Todos ellos coincidieron en la necesidad de reforzar las atribuciones del
capitán, lo que se plasmó en el articulado, aunque no se delimitaron claramente las
competencias con la Junta de Bureo, lo que derivaría en ulteriores problemas.
Estas intenciones fueron ratificadas por las ordenanzas de 1589, aunque dotando
de nuevas funciones al capitán, como que pudiera realizar el juramento a los nuevos
archeros y solo después lo debiera comunicar al Bureo para que se le inscribiera en los
libros de acroys, o que pudiera redactar ordenanzas que los archeros debían cumplir. Sin
duda, estas ordenanzas representaron el culmen del poder de los capitanes en relación
con otras instancias y ratificaban su importancia como una de las principales “fuentes de
gracia” de los flamencos en la Corte de los monarcas hispanos, al poder disponer a
voluntad de las plazas de archeros para otorgar a sus “hechuras”. Hay múltiples
ejemplos de estos nombramientos, pero basten dos muy significativos como el citado
Alonso de Laloo, archero desde 1561 a 1568681, o el famoso Jehan Lhermite, que
679
Publicadas en J. MARTÍNEZ MILLÁN y S. FERNÁNDEZ CONTI (dirs.), op. cit., II, pp.
830-832. Para un análisis pormenorizado de estas ordenanzas, así como de las de 1626 y 1634,
E. MARTÍNEZ RUIZ, "Presencia de Borgoña y de los Países Bajos en la Corte madrileña: la
compañía de archeros de la guarda de corps (1589-1635 aprox.)", Madrid, revista de arte,
geografía e historia, 5 (2002), pp. 52-64.
680
Reglement touchant la conducte des Archiers, redactado el 7 de diciembre de 1584 (AGS,
SP, leg. 2539, s. f.).
681
AGP, Reg. 5729.
211
ingresó en la guarda gracias a su condición de gentilhombre del capitán Philippe de
Cröy682.
El conde de Solre no permaneció mucho tiempo en Castilla, ya que se decidió
ocuparle en otros menesteres de mayor importancia en su tierra natal, de los cuales nos
ocuparemos posteriormente, dejando a su hermano al frente de la unidad. Pese a su corta
estancia en Madrid, Solre había contribuido de manera decisiva a la institucionalización
de la guarda y a la clarificación de unos usos que se habían ido relajando en años
anteriores.
5.2.- La lucha faccional en Flandes durante el gobierno de Alejandro Farnesio
(1578-1592)
5.2.1.- La configuración de las facciones cortesanas en sus años de esplendor (1578-
1588)
El panorama faccional que se le presentaba a Alejandro Farnesio tras el
fallecimiento de don Juan de Austria era, cuanto menos, complicado. La situación de
enfrentamiento y separación era tal, que las provincias y los nobles flamencos tuvieron
que elegir definitivamente su bando, con lo que acabó la ambigüedad que habían
utilizado algunos de ellos desde el comienzo de la Revuelta. Esta situación afectó
especialmente a los componentes de la facción “moderada”, que, siguiendo el ejemplo
del señor de la Motte, decidieron retornar a la obediencia real junto con sus ejércitos
mediante el Tratado de Mont Sant Eloi del 6 de abril de 1579683.
Dicha Reconciliación fue posible, en gran medida, gracias a la actuación de tres
personajes. El inspirador de la iniciativa fue el cardenal Granvela, que ya desde el
gobierno de don Juan había observado la división entre los Estados y la falta de
autoridad de Matías y de Anjou, por lo que creía factible atraer a las regiones valonas,
empezando por Valenciennes y continuando por Hainaut, Artois y Lille-Douai-
Orchies684. Una vez el cardenal recobró un papel importante en el centro de la
Monarquía activó el plan, encontrando en Farnesio, segundo actor de la Reconciliación,
al ejecutor perfecto del mismo. Las ideas políticas del príncipe de Parma huían de la
intransigencia practicada por el duque de Alba y abogaban por que los nobles flamencos
disfrutaran de una mayor cuota de poder y recuperaran sus antiguos cargos, lo que
682
Ibídem, 5730.
683
Para las negociaciones de las diferentes provincias y nobles para retornar a la obediencia
real, G. JANSSENS, "Pacification générale ou réconciliation particulière? Problèmes de guerre
et de paix aux Pays-Bas au début du gouvernement d´Alexandre Farnese (1578-1579)", BIHBR,
63 (1993), pp. 250 y ss.
684
ID., “Cardinal Granvella and the revolt of the Netherlands...”, pp. 146-149.
212
constituía, ni más ni menos, el programa político de los componentes de este grupo
moderado. Por último, Felipe II permitió dichas maniobras al ofrecer a los posibles
“reconciliados” una amnistía por su papel en la Revuelta, prometiendo restituirles los
bienes confiscados y concederles puestos clave en un gobierno futuro, con la única
condición de que la religión permaneciera fuera de toda negociación685. El monarca,
además, aceptó participar en las conversaciones de paz que Rodolfo II había propuesto
con los rebeldes y que se iniciaron en Colonia en mayo de 1579686, pese a continuar
abiertas las hostilidades.
Los éxitos de Farnesio y las instrucciones de Granvela, llevaron a que los
emisarios reales plantearan unas condiciones leoninas y a adoptar una postura
intransigente, sabedores, sin duda, de que sus presupuestos no iban a ser aceptados, pero
confiando en que nuevos nobles sucumbieran a la oferta de perdón a cambio de
obediencia. El suspenso de las negociaciones en noviembre acentuó aún más las
diferencias, pero sirvió a Farnesio para atraer entre 1579 y 1582 a nobles como
Montigny, Lalaing, Melun, Havré, Egmont, Hèze, el señor de Capres, Aerschot y
Rennenberg que, en muchas ocasiones, aportaban con su “reconciliación” las plazas
fuertes y guarniciones que las custodiaban, como es el caso de este último con
Groningen. Sin duda, las condiciones que se les habían prometido eran muy apetecibles
y el único gran señor que no las aceptó fue el príncipe de Orange.
Ese retorno masivo a la obediencia real se pudo comprobar tras la reforma que
realizó el príncipe de Parma en el Conseil d´État al poco de hacerse cargo del gobierno,
ya que de los doce consejeros en que se fijó su composición, únicamente dos no habían
puesto en entredicho en ningún momento la autoridad de don Juan de Austria.
Además de utilizar los cargos administrativos para acomodar a esos nobles
“reconciliados” y a los que habían permanecido fieles, Farnesio quiso también valerse
del instrumento más adecuado para la integración de las élites territoriales en su
proyecto de gobierno: su Casa687.
Desde el primer momento, el príncipe de Parma fue consciente de que su
servicio era una herramienta política de primera magnitud para consolidar la
Reconciliación, pues el ingreso en el mismo implicaba que se le reconocía como
superior y presuponía una lealtad hacia su persona. Sin duda, un oficio en la Casa de
685
H. van NIEROP, “The Nobility and the Revolt of the Netherlands...”, pp. 96-97.
686
Para el desarrollo de esas conversaciones, que fueron las primeras en donde se puso en
entredicho la soberanía de Felipe II sobre los Países Bajos, H. DE SCHEPPER, “Los Países
Bajos y la Monarquía Hispánica,...”, pp. 333-335.
687
J. M. RUBIO, Alejandro Farnesio. Príncipe de Parma, Zaragoza, 1939, pp. 79-80.
213
Farnesio resultaba atrayente para los nobles flamencos, ya que la triple condición que
ostentaba de príncipe de la sangre, de gobernador de Flandes y de heredero del ducado
de Parma aseguraba a los miembros de la misma honor y gajes, así como la exención de
ciertos impuestos688. Debido a ello, el nuevo gobernador potenció la entrada de
flamencos en puestos de relevancia, siguiendo la senda iniciada unos años antes por don
Juan, aunque sin abandonar la esencia italiana que impregnaba su Casa desde su
creación689.
Para adecuarse a esta nueva situación, fue necesario que el séquito de Farnesio
sufriera una notable reestructuración e incrementara sus miembros, llegando a estar
compuesto el 18 de enero de 1586 por más de 300 miembros690. Entre ellos se
encontraban numerosos flamencos ubicados en oficios de relevancia, como el capitán de
la guarda señor de Haultpenne, los gentilhombres de la cámara Noircarmes, Juan de
Robles, barón de Villy, y los señores de Molembais, futuro conde de Solre, y de Cröy, o
los camareros señores de Croisilles y de Vertaing.
Por lo que respecta a los escalones inferiores de la Casa, el ingreso de flamencos
se fue consolidando en algunas de las secciones, mientras en otras su acceso resultó más
complicado. Así, en la capilla apenas hubo naturales de los Países Bajos en los puestos
de mayor relevancia, pero sí en los inferiores, sobre todo entre los cantores. En la
cámara, por su parte, nos encontramos como dos de los tres mayordomos, cuatro de los
siete gentilhombres y los cuatro ayudas eran flamencos. Por lo que respecta a la
caballeriza, los puestos más relevantes estaban ocupados por italianos, mientras los
menores estuvieron copados por flamencos, utilizándose la casa de los pajes, cuyo
maestro era de las “tierras bajas”, para atraer a los hijos de los nobles de la zona al
servicio real. En la guarda, la preeminencia de naturales era clara, ya que estaba
compuesta por el capitán antes mencionado, 25 archeros de origen flamenco y 50
alabarderos, en su mayoría de la misma nacionalidad. Por último, en los oficios
688
Como así recordaba la cédula que el 1 de febrero de 1582 envió el Audiencier a la ciudad de
Tournai recordando quienes debían “avoir franchise des maltottes et aultres exemptions”, entre
los que se incluía a “les officiers de l´hostel de Sa Majesté comptez par les escroiz et
aultrement” (AGR, Audience, 33/4, ff. 35 r.-36 v.).
689
L. VANDER ESSEN, Alexandre Farnèse prince de Parme..., I, pp. 142-143, nos señala que
tras contraer matrimonio con María, su Casa estaba compuesta por Pietro Silvio como tesorero,
Bartolomeo Zamboni como guardarropa, Francesco Madalena como caballerizo mayor,
Gherardo como botiller, Nicolo Costric como mayordomo, Giovanni de Strada como camarero,
Giovanni Corso como palafrenero, Benedetto Giandemaria como tesorero, Stefane Boccardo
como proveedor y Jerónimo Calvo como “préposé aux dépenses”. Además, estaban Francesco
Luisino como su secretario, Giacomo de Piozasco, su antiguo gobernador, el caballero
Mantovano, Pietro Baldini y el flamenco Pierre de Vos, su sastre, junto a otros oficiales
menores.
690
La plantilla de su Casa en esa fecha en AGR, Audience, 33/1, f. 86 y 33/4, ff. 38 r.- 50 r.
214
manuales y en la furriera se produjo una entrada masiva de flamencos, sobre todo,
cuando el de Parma llevaba en los Países Bajos varios años, pues era más sencillo y
barato encontrar a servidores en esas tierras que traerlos de Italia.
Pese a esta presencia de naturales en su entorno, con el paso de los años se fue
consolidando entre los flamencos la idea de que Farnesio favorecía más a la nación
italiana que a otras, a través de actuaciones como la concesión del título de general de la
caballería ligera al marqués del Vasto691, y no al de Renty que también optaba a él692, y
el de capitán de la guarda a Pierre Francisco Nireli, su caballerizo mayor, tras fallecer el
señor de Haultpenne en 1587693. Debido a ello, el uso de su Casa no produjo todo el
fruto que cabía esperar y no pudo atemperar las críticas que se verterían sobre el
gobernador en sus últimos años de vida.
Una vez Farnesio hubo llevado a cabo la Reconciliación, configurado su Casa y
confirmado su título de gobernador, se encargó de ir definiendo los personajes en los
que se iba a apoyar para gobernar y poder aplicar su ideario político. Sin duda, los
consejeros en quienes demostró mayor confianza fueron su secretario Cosme Masi694 y
el letrado borgoñón Jean Richardot695. El primero, siguiendo la estela de otros
691
El monarca confirmaba el nombramiento el 29 de octubre de 1585 (AGS, E., leg. 589, f. 18).
692
Se le dio en compensación una plaza de consejero de Estado con patente del 10 de abril (CPh
II, III, nº 227, p. 100).
693
A. CARNERO, op. cit., p. 398.
694
Secretario personal de Farnesio desde 1568, en que sucedió a Luisino, hasta la muerte del
príncipe de Parma en 1592, por lo que estuvo con él en Italia, en su expedición contra los turcos
en el Mediterráneo y en Flandes. Jugó un papel fundamental en la administración de los Países
Bajos, sobre todo en Hacienda y Estado, ganándose la envidia de varios personajes como
Champagney. Tras la muerte de Farnesio, Masi se vio obligado a permanecer durante un tiempo
en Flandes, retenido por el conde de Fuentes y por Esteban de Ibarra, ya que Felipe II había
pedido que se le remitiera el archivo de Farnesio que custodiaba Masi pero este había enviado
ya parte al hijo de su patrón, Ranuccio, que se encontraba en Parma. Finalmente, el 29 de
septiembre de 1594 pudo abandonar Bruselas tras el salvoconducto que Ernesto le dio para que
pudiera volver a Italia (Biografía en el DBE).
695
Hijo de Guillaume Grusset y de Marguerite Richardot, estuvo vinculado a los Granvela
gracias a su tío François Richardot, que fue sufragáneo de Arrás con el Cardenal y al que
sucedió como obispo de dicha diócesis cuando se concedió a Granvela el arzobispado de
Malinas. Su primer puesto en la administración fue el de consejero del Gran Consejo de Malinas
por cartas patentes del 19 de marzo de 1568. Con la llegada de don Juan de Austria a Flandes,
Richardot tomó partido por los Estados y Matías, decisión que le supuso estar un tiempo
apartado del gobierno y cuando Farnesio, recomendado por Granvela, propuso su nombre como
consejero de estado en 1579, Felipe II no lo concedió. El rey no permitió su entrada en el
Consejo hasta el 26 de febrero de 1583, jurando el 8 de marzo de 1585. Previamente, el 26 de
enero de 1582 se le había nombrado presidente del Consejo de Artois. Pese a este retraso,
Richardot ya gozaba de la confianza de Farnesio y se ocupó de las negociaciones de sumisión de
muchas ciudades como Gante, Brujas, Amberes, Bruselas,... permaneciendo lejos de su puesto
en Artois. Su posición se veía reforzada constantemente y fue el gran hombre de confianza de
Farnesio junto a Masi, con el que se dividió las áreas de gobierno. Tras morir Farnesio perdió
parte de su poder, pero no desapareció de la escena política. Así, participó en las deliberaciones
de la reunión que convocó Ernesto en 1595 y el 15 de mayo de 1597 se le concedió el puesto de
215
secretarios privados de gobernadores, intervino activamente en Estado y Hacienda,
mientras el segundo, que obtuvo la confianza de Farnesio pese a contarse entre los que
apoyaron a los Estados Generales entre 1576-1578, adquirió gran relevancia en asuntos
de Estado y jurisdiccionales. En un escalón inferior nos encontramos al mayordomo
Paulo Rinaldi, que controlaba el séquito personal del gobernador e intervino en asuntos
de hacienda696, al señor de la Motte, centrado en asuntos militares, y a Philippe de Cröy,
señor de Molembais, con influencia en asuntos diplomáticos y cortesanos.
La existencia de este equipo de gobierno implicaba, necesariamente, que
quedaran fuera del acceso a la toma de decisiones una serie de personajes, que se vieron
abocados a pugnar denodadamente para ser escuchados. Aunque no podemos considerar
que esta facción contraria a los intereses de Farnesio fuera homogénea, ya que se
nutriría de cortesanos de diversas ideologías y procedencias, a partir de 1588 uniría
fuerzas para poder expulsar al príncipe de Parma y a sus colaboradores, aprovechando la
favorable coyuntura. Hasta ese momento, esa oposición fue creciendo y organizándose,
a la espera de tiempos mejores.
El primer grupo de opositores estaría constituído por los principales consejeros
de Felipe II en el Norte de Europa para los asuntos relacionados con Francia, que eran el
Comendador Moreo697, Bernardino de Mendoza698 y Juan Bautista de Tassis. Todos
chef-président del Consejo Privado, aunque desde la muerte de van der Burch en 1595 parece ya
que ejercía el puesto de forma interina. Tuvo un gran protagonismo en la Cesión y en el
gobierno de los Archiduques hasta su fallecimiento el 3 de septiembre de 1609 (Biografía en el
DBE). Sobre el decurso de su familia, J. VANHOUTTE, “Van robins tot très grand nobles”.
Carrièreplanning en huwelijksstrategie bij het geslacht Richardot in de Zuidelijke Nederlanden
(1540-1701)” en G. MARNEF y R. VERMEIR (eds.), Adel en macht. Politiek, cultuur,
economie, Maastricht, 2004, pp. 17-55, que es un resumen de su tesina defendida en Lovaina en
el año 2000 con el título de “Van robins tot très grands nobles. De sociale klim van het geslacht
de Richardot in de Zuidelijke Nederlanden (1540-1701)”.
696
Sobre este personaje y sus problemas con Champagney en el Conseil des Finances, debido a
que poseía el sello de dicho Consejo para aprobar cualquier consignación, H. de SCHEPPER,
“Frederik Perrenot van Champagney (1536-1602) het “enfant terrible” van de familie
Granvelle” en K. de JONGE y G. JANSSENS (eds.), op. cit., p. 237.
697
De padre francés y madre castellana, se desconocen los primeros años de su vida hasta que
fue nombrado comendador de la orden de Malta. Su gran oportunidad para descollar en el
servicio real se le presentó cuando Felipe II decidió apoyarI a la Liga Católica durante las
guerras de religión francesas. Sin duda, el origen de su padre y el conocimiento de la lengua le
ayudaron para participar, junto a Juan Bautista de Tassis, en las negociaciones que llevaron a la
firma del tratado de Joinville. Desde ese momento se convertiría, junto al mencionado Tassis y
al embajador Bernardino de Mendoza, en uno de los representantes más importantes de Felipe II
ante los líderes de dicha Liga. En ello permaneció ocupado durante los últimos años de su vida,
ya que falleció en una emboscada de los hugonotes en Meaux el 30 de agosto de 1590
(Biografía en el DBE).
698
Nacido en Guadalajara en 1540 o 1541, era el décimo hijo de don Alonso Suárez de
Mendoza, conde de Coruña, y Juana Jiménez de Cisneros, nieta del Cardenal. Siendo muy
joven, empezó a estudiar en Alcalá de Henares y en 1556 recibió el grado de bachiller de Artes
y Filosofía para, dos años después, doctorarse en la misma facultad y entrar al colegio de San
216
ellos se encontraban vinculados de una u otra manera a Juan de Idiáquez y, por tanto, a
una concepción “castellanista” de la Monarquía, por lo que abogaban por una actitud
beligerante e intervencionista frente al reino vecino699. Farnesio, por el contrario, quería
evitar la intervención en Francia, ya que se restarían recursos a la lucha en Flandes,
divergencia de intereses que provocaría que el enfrentamiento fuera inevitable.
Este se iniciaría cuando Juan Bautista de Tassis mostró su intención de ser
nombrado consejero de Estado de Flandes700. Farnesio, no solo no apoyó en su
reclamación, sino que, además, hizo lo posible por retrasar su nombramiento como
Veedor General del ejército, cargo vacante desde el fallecimiento de Pedro de Tassis y
Acuña el 17 de agosto de 1584, que se había concedido al italo-flamenco tras rechazarse
su candidatura a embajador en Francia en favor de la de Bernardino de Mendoza.
La implantación de dicho oficio había resultado siempre muy conflictiva, tal y
como sucedió con el Comendador de la Magdalena en época de Alba o como ocurriría
posteriormente con Diego de Ibarra, debido a entrar en conflicto con otros cargos de la
hacienda del ejército, sobre todo, tras ampliarse sus atribuciones en la década de los
Ildefonso. Continuó con esa vida hasta 1562, momento en que decidió iniciar la carrera militar
sirviendo en el norte de África, Malta y en 1567 pasó con Alba a Flandes, donde permanecería
hasta 1577 y en donde tuvo su primer papel como diplomático al ser enviado a Roma para
obtener la bendición papal de esa empresa. En 1574, ya con Requesens como gobernador, fue
enviado en misión a Inglaterra, pidiendo que la armada que iban a lanzar contra los rebeldes
pudiera refugiarse en Inglaterra. El correcto desempeño de dicha misión abaló su paso a las islas
británicas como embajador permanente en 1578, oficio en el que serviría hasta 1584. Su
estancia en las islas se caracterizó por su agresividad y la gran cantidad de obstáculos que
encontró para llevar a cabo la política de apaciguamiento que le pidió el rey. Las tensiones
aumentaron cuando don Antonio, Prior de Crato, se dirigió a Inglaterra pidiendo ayuda y se le
escuchó. Mendoza se dio cuenta antes que Felipe II de que la coexistencia pacífica no era
posible y que había que utilizar otras armas, por lo que se dejó vincular al complot de
Throckmorton. Al descubrírsele, se le declaró persona non grata y se le expulsó del país.
Posteriormente, se le enviaría como embajador a Francia, donde estaría desde 1584 a 1591 en
que retornó a Madrid, en donde pasaría sus últimos años, falleció en 1604, dedicado a labores
intelectuales (DE L. JENSEN, Diplomacy and dogmatism: Bernardino de Mendoza and the
french catholic league, Cambridge, 1964, pp. 59-64; estudio introductorio de J. C. SAAVEDRA
ZAPATER y J. A. SÁNCHEZ BELÉN de su libro, Theoria y practica de guerra, Madrid, 1998,
pp. 11-23 y J. M. CABAÑAS AGRELA, Don Bernardino de Mendoza, un escritor-soldado al
servicio de la monarquía católica (1540-1604), Guadalajara, 2001). Además de su labor como
embajador, destaca su faceta de escritor y junto a su Theoría y práctica de guerra nos
encontramos con sus Comentarios de Bernardino de Mendoza a lo sucedido en las guerras de
los Países Bajos, desde el año de 1567 hasta el de 1577, Madrid, 1592.
699
Como podemos observar en la misiva que J. B. Tassis envió a J. Idiáquez el 4 de marzo de
1586 (AGS, E., leg. 591, f. 3), en que se declaraba su servidor. Tanto Moreo como Mendoza
mostraban, asimismo, en toda su correspondencia una gran afinidad con el secretario.
700
J. Idiáquez a J. B. Tassis, 5 de enero de 1586, CPh II, III, nº 174, p. 75. Los sobrinos de
Tassis, así como Juan de Idiáquez y Moreo, habían pedido esa plaza para él. Sin embargo,
existía el inconveniente de ser considerado como hispano y debía convencer a Farnesio para que
confirmara que ya se le consideraba flamenco. Esto no se cumplió y tuvo que conformarse con
la plaza que tenía en el Consejo de Guerra, con el consiguiente enfado de Tassis (J. B. Tassis a
J. Idiáquez, 2 de abril de 1586, AGS, E., leg. 591, f. 8).
217
80701. Esta es la razón fundamental de que Tassis no achacara la dilación en su
nombramiento únicamente a Farnesio, sino también al auditor general Alonso de
Salinas, a los contadores del sueldo Pedro Coloma y Alonso Carnero y al contador de la
artillería Pedro de Ayçaga, personajes en quienes se apoyaba Cosme Masi para manejar
la hacienda y para los cuales la entrada de Tassis en el control del dinero para el ejército
hubiera supuesto un recorte a su monopolio702. Frente a estos opositores, el Veedor
contó con el apoyo del Comendador Moreo, presente en Flandes desde 1586, y con el de
su ayudante Jerónimo Torellas, antiguo asistente de los veedores Juan de Acuña Vela y
Pedro de Tassis, por lo que portaba el despectivo mote de “acarreado de veedores
generales”703. Fuera de esta lucha nos encontramos a Juan de Lastur, pagador del
ejército704, a quien ambos bandos intentaron atraer hacia su causa sin lograrlo, debido a
sus ansias por volver a Madrid al no estar de acuerdo con el oficio que se le había
otorgado en los Países Bajos705.
Tras un prolongado periodo de lucha Tassis fue, finalmente, nombrado Veedor
General el 10 de diciembre de 1586706. Sin embargo, el conflicto estaba lejos de ser
701
Para el conocimiento de los diferentes oficios vinculados al ejército de Flandes, así como las
competencias de cada uno de ellos, A. ESTEBAN ESTRÍNGANA, “Autopsia del despacho
financiero. Ejecución y control de pagos en el Tesoro militar del ejército de Flandes (siglo
XVII)", Obradoiro de historia moderna, 12 (2003), pp. 47-78. Sobre el aumento de
competencias de la veeduría general en este momento, de la misma autora, “Alejandro Farnesio
vs. Veeduría general del ejército de Flandes. Sobre las raíces del descrédito político del príncipe
de Parma (1585-1587)”, texto presentado para las actas del Congreso Internacional Alessandro
Farnese e le Fiandre... Agradezco a la autora la posibilidad de consultarlo antes de su
publicación.
702
La protesta de los dos contadores a J. Idiáquez el 25 de junio de 1586 en AGS, E., leg. 590,
ff. 27-28 y en BNM, Ms. 2816, ff. 34 v-37 v. Su demanda se basaba en las diferencias que se
encontraron entre las instrucciones que se habían dado a Tassis y lo que él realizaba, ya que se
extralimitaba en sus atribuciones. Otros documentos que ratificaban ese enfrentamiento en
AGS, E., leg. 590, f. 29, “Copia de la relación que el Presidente Richardot, Comises de finanzas
Charreton y Schetz y pagador Pedro de Olave, han hecho sobre los puntos de las diferencias
entre el veedor general y contadores deste exército en la exequçion de su cargo, y oficios con
declaración de su parecer” y f. 30, “Memoria sumaria de lo que el Señor Cosme Massi ha dicho
a Juan Bautista de Tassis que paresçía al duque que se podía hazer sobre algunas diferencias de
las que andan entre la veedoría general y contadurías”, s. d.
703
Jerónimo Torellas a J. Idiáquez, 1 de abril de 1586, Ibídem, leg. 591, f. 4.
704
Biografía en Configuración, p. 416. La instrucción que le dio Farnesio como pagador
general del ejército en CODOIN, LXXV, pp. 296-300 y la que le dio Felipe II en Ibídem, pp.
300-304.
705
J. de Lastur a J. Idiáquez, 7 de septiembre de 1586, AGS, E., leg. 591, f. 26. Lastur esperaba
con impaciencia la licencia que se le iba a conceder y rogaba a Idiáquez que continuara
presionando por ella, aunque no la consiguió hasta 1590. Daba una serie de candidatos para
ocupar su puesto como Alejo Cerezo de Salazar, comisario ordinario del ejército desde mayo de
1584, Francisco de Sagastizábal, comisario extraordinario del ejército y pagador general, y
Lorenzo Bravo de Chacel, su favorito.
706
Moreo a J. Idiáquez, 18 de diciembre de 1586, Ibídem, f. 33, “El veedor general ha tomado la
posesión del cargo y por eso terna quexas por alla V. S. y aunque vengan resoluciones ni
218
resuelto, ya que Farnesio intentó impedir el normal ejercicio de sus funciones y criticó
su manera de proceder707. Para reforzar su posición, el gobernador convocó una Junta
compuesta por Richardot, el auditor Salinas, los commis Charretón y Schetz y el
pagador Olave -es decir, personajes afínes-, que se encargó de estudiar los títulos del
Veedor y certificó que Tassis se había excedido en el ejercicio de sus funciones708.
El divorcio entre ambas partes era evidente y el Veedor se vio obligado a volver
a quejarse de los contadores, que hacían caso omiso de sus requerimientos de acudir a
su casa a estudiar asuntos de la hacienda real709, dificultades que le llevaron a solicitar
un relevo en el oficio que Idiáquez le denegó. Su aliado Moreo fue más allá y comenzó
a conspirar contra el gobernador710, alentando las críticas a su gestión durante el viaje
que realizó a Madrid en febrero de 1587 para asuntos particulares y relacionados con la
Liga Católica711. Por otro lado, desaparecieron de la pugna Jerónimo Torellas, al que
Tassis retiró de su oficio tras un grave enfrentamiento con Farnesio y Masi712, y el
contador Alonso Carnero, sustituido por su hermano Antonio, que mantenía la misma
filiación que él, al retornar definitivamente a Madrid.
órdenes más expresas no se si aprovecharan según passa adelante la desverguença de los
contadores ayudados del siervo vigoroso (en referencia a Cosme Masi)”.
707
Farnesio a Felipe II, 24 de diciembre de 1586, Ibídem, leg. 590, f. 112, “Ha pretendido entrar
en el cargo con tanta mas auctoridad y preeminencia de la que es en uso y rezan su título y
instrucción, que no ha parecido bien ni a los del pays ni a nadie y por ver yo que era demasiado
(...) me ha sido fuerça remitirle a la observancia de su título”. En otra carta del mismo día
(Ibídem, f. 114), se concretaban un poco más las quejas que había hacia Tassis, como querer
disponer los cargos de teniente de infantería, caballería y víveres.
708
“Copia de la relación que el Presidente Richardot, Comises de finanzas Charreton y Schetz y
pagador Pedro de Olave, han hecho sobre los puntos de las diferencias entre el veedor general y
contadores deste exército en la exequçion de su cargo, y oficios con declaración de su parecer”
(AGS, E., leg. 590, f. 29) La resolución de la Junta en Ibídem, leg. 593, f. 32 (minuta en el f.
34).
709
J. B. Tassis a Felipe II y J. de Idiáquez, 19 de enero de 1587, Ibídem, ff. 7 y 11. Tassis creía
que eran Masi y Coloma los que manejaban los asuntos, mientras que Carnero “iba más por lo
hinchado”.
710
Moreo a J. Idiáquez, 26 de octubre de 1586, AGS, E., leg. 591, f. 32, “Lo que yo diré y veo
es que el Príncipe de Parma ha tomado grande auctoridad sobre las cosas de su Majestad y que
las trata hasta aquí con gran imperio y si se le da más la mano y conoçe, que se tiene necesidad
del tengo para mi será más incurable”. Farnesio conocía los ataques de Moreo hacia su persona,
por lo que se lo comunicó a Felipe II en una carta del 28 de enero de 1587 (Ibídem, leg. 592, f.
35).
711
“Memoria que se me offreçe encomendar a la del capitán comendador Moreo con la ocasión
de su vuelta a España”, Ibídem, f. 64, s. f. (mediados de 1587).
712
Tras entrevistarse con el secretario, este imputó a Torellas unas declaraciones graves sobre
que la desgracia de la casa de Tassis se debía a Farnesio y a Masi. El príncipe de Parma le
convocó y le acusó de excederse en su oficio y manejar a su antojo a Tassis (J. Torellas a J.
Idiáquez, 15 de marzo de 1587, Ibídem, leg. 593, f. 57). Aunque Masi se disculpó por el
violento comportamiento del gobernador, la brecha era ya insalvable y Farnesio le concedió
licencia para volver a Madrid.
219
Finalmente, los preparativos para la empresa de Inglaterra y la salida en
campaña del ejército de Flandes para auxiliar al duque de Lorena propiciaron que los
conflictos quedaran en suspenso en un primer momento y que, posteriormente, se
llegara a un acuerdo. Así, en febrero de 1588 se determinó que la documentación
original se debía mostrar al Veedor, que sacaría copia y la devolvería, y que a las
muestras debían asistir tanto los contadores como el Veedor si se encontraban en la
región713. Este acuerdo parcial fue favorecido por Felipe II, al posponer la aplicación de
las nuevas responsabilidades del Veedor General, lo que favorecía las pretensiones de
Farnesio, ya que el monarca confiaba en que el de Parma pudiera continuar con los
éxitos militares que había cosechado en Flandes. Sin embargo, esta medida solo
apaciguó unos ánimos que se volverían a caldear tras el fracaso de la Armada.
El segundo grupo de opositores estaría integrado por los “malcontents”, pese a
que Farnesio trató de favorecerles e involucrarles en sus proyectos tras la
“Reconciliación” de 1579. Sin embargo, al no alcanzar la confianza y las
responsabilidades de gobierno de la que gozaban personajes como Cosme Masi o Jean
Richardot, iniciaron sus quejas, en especial, Champagney y el duque de Aerschot.
El primero de ellos había permanecido prisionero de los rebeldes desde 1578
hasta el 7 de septiembre de 1584 en que fue liberado en Beveren. Automáticamente,
comenzó a reclamar que se le concediera algún oficio y la ocasión se presentó cuando
Farnesio tomó Amberes y le ofreció la posibilidad de retornar a su antiguo cargo de
gobernador de la ciudad714. Sin embargo, el príncipe de Parma no confiaba en su
idoneidad para el puesto y consideraba a Mondragón más adecuado, por lo que propuso
al monarca que se le nombrarra chef del Conseil des Finances, oficio que ya había
ejercido en su momento, o destinarle a alguna embajada715. Felipe II se mostró
partidario de la primera opción, cumpliéndose su voluntad poco después. Sin embargo,
y pese a los intentos de Farnesio por mantener una buena relación con él716,
Champagney no se conformó con este nombramiento e incrementó su oposición al
gobernador en momentos posteriores.
713
G. PARENTE, H. O´DONNELL et alíi, Los sucesos de Flandes de 1588 en relación con la
empresa de Inglaterra, Madrid, 1988, p. 158.
714
Tomó posesión del cargo el 30 de septiembre de 1585, como informó Farnesio a Felipe II ese
día (CPh II, III, nº 131, pp. 55-56).
715
Así lo propuso el gobernador a Felipe II en dos misivas, la primera del 30 de septiembre de
1585 (AGS, E., leg. 589, f. 79) y la segunda del 11 de noviembre (CCG, XII, nº 98, pp. 377-
378).
716
Como así atestigua que el gobernador escribiera al monarca el 28 de febrero de 1586 (AGR,
Audience, leg. 189, f. 6) para alabar la labor de Champagney en la pacificación de Amberes.
220
Aerschot, por su parte, llevaba un tiempo reclamando a Felipe II una merced
importante, en virtud de sus más de 45 años de servicio a la Corona717. Aspiraba a un
puesto en el Conseil des Finances pero Farnesio se mostró contrario a ello por su difícil
carácter y para evitar su posible alianza en dicho Consejo con el conde de Aremberg718.
Esta decisión, unida a la doble elección que realizó Farnesio de Mansfeld para que le
impusiera el Toisón y tomara su relevo como gobernador durante la empresa de la
Armada de Inglaterra, enfureció al duque de Aerschot, que comenzaría a criticar
duramente al de Parma719.
Por último, Farnesio también tendría serios choques con Pierre-Ernest de
Mansfeld, pese a demostrar en varias ocasiones su confianza en él. Sin embargo, era
evidente que tanto el apoyo del luxemburgués a Margarita de Parma en el conflicto que
mantuvo con su hijo por el puesto de gobernador, como las actuaciones de su avaricioso
hijo Charles720, suponían un serio obstáculo en sus relaciones. Sin duda, las reticencias
del gobernador sobre el vástago de Mansfeld eran patentes, pero intentó por todos los
medios no enemistarse con él, para lo cual le concedió algunas prebendas como el título
de chef de la artillería721. Pese a ello, la impaciencia del hijo se contagió en ocasiones al
padre que amenazó, incluso, con ir a Madrid para conseguir que se le reconocieran sus
servicios a través de una merced, haciendo Farnesio lo imposible por impedirlo.
A pesar de esta diferencia de pareceres, el gobernador creyó conveniente que
Mansfeld quedara como gobernador interino mientras él estuviera al mando del ejército
que debía utilizarse en la invasión de Inglaterra. Dicha elección anticipaba problemas,
pues tal honor debería haber recaído en el consejero de mayor título, que no era
Mansfeld sino Aerschot, y podía agravar las viejas rencillas existentes entre los
Mansfeld y los Cröy. Para evitar las protestas del viejo noble valón, el gobernador
717
Aerschot a Felipe II, 20 de septiembre de 1585, CCG, XII, nº 88 apéndice, pp. 355-362.
718
Farnesio a Felipe II el 31 de diciembre de 1585 (CPh II, III, nº 169, p. 72) y el 16 de marzo
de 1587 (AGS, E., leg. 592, f. 45).
719
Sobre el asunto del Toisón, sus quejas se basaban en que él debía haber impuesto a Farnesio
el collar por ser de título nobiliario superior (Aerschot a Farnesio, 8 de agosto de 1585, CPh. II,
III, nº 105, p. 43).
720
Hijo de Pierre-Ernest y de Marguerite de Brederode. Aunque en un primer momento se unió
a los nobles confederados, enseguida volvió a la obediencia real y permaneció siempre al lado
de su padre y de Felipe II. Personaje polémico, sus mayores esfuerzos se dedicaron al ejército,
destacando, sobre todo, durante los gobiernos de Farnesio, que le nombró capitán general de la
artillería en 1585, de su padre, llegando a estar al frente de los ejércitos reales que entraron en
Francia por tercera vez, y de Ernesto, aunque sus continuas intrigas le obligaron a ponerse a la
cabeza de las tropas de Rodolfo II en Hungría, donde falleció el 14 de agosto de 1595 (A.-L.-P.
ROBAULX DE SOUMOY, Considérations sur le gouvernement des Pays-Bas en Collection de
Mémoires relatifs à l´histoire de la Belgique, Bruselas, 1873, III, p. 116, nota 4).
721
La instrucción data de diciembre de 1586 (BNM, Ms. 2816, ff. 84 r.- 86 r. y CODOIN,
LXXV, pp. 334-337).
221
propuso que Felipe II le enviara al Imperio cuando se fuera a llevar a cabo la Empresa,
con la excusa de tratar diversos asuntos con el emperador Rodolfo II722, para que
estuviera ausente cuando se tuviera que nombrar gobernador interino. El Consejo de
Estado en Madrid aprobó dicha propuesta723 y en julio de 1587 se le comunicó su
misión a Aerschot, que emprendió viaje hacia el Imperio en noviembre. Durante su
estancia en tierras germanas, el embajador Guillén de San Clemente hizo lo posible por
conseguir que el noble flamenco prolongara su estancia en ellas hasta que hubiera
finalizado la Empresa de Inglaterra y pudo cumplir su propósito hasta el 4 de mayo de
1588, momento en que Aerschot abandonó Praga para retornar a los Países Bajos.
Aunque Felipe II había enviado una misiva para que el noble flamenco permaneciera
junto a Rodolfo II para intervenir en la Junta sobre los asuntos de Polonia, esta no llegó
a tiempo y Guillén no pudo hacer nada por retenerle, excepto escribir al conde de
Olivares724 en Roma para que estorbara su marcha. Sin embargo, el embajador ante la
Sede Pontificia tampoco pudo frenarle y en junio se encontraba en Flandes725. Aerschot
se había dado cuenta de la estratagema y había acelerado su marcha para encontrarse
presente en los Países Bajos en el momento en que el príncipe de Parma tuviera que
hacer público el nombre del gobernador interino, optando así al cargo. De esta manera,
podemos considerar que la maniobra de Farnesio fracasó, al enemistarle con Aerschot y
no permitirle conseguir el favor de Mansfeld.
5.2.2.- La caída: repercusiones faccionales de la Empresa de Inglaterra y de las
intervenciones en Francia (1588-1592)
Sin duda, los éxitos militares y políticos de Farnesio durante la primera década
de su gobierno habían acallado la mayoría de las voces contrarias a su gestión, algo
realmente complicado si tenemos en cuenta el triunfo de los “castellanistas” en Madrid
y la disposición de sus peones en los puestos claves de la política exterior del “Rey
Prudente”. Sin embargo, estaba claro que sus enemigos solo necesitaban una excusa
para lanzar sus ataques contra el gobernador y esta apareció con la actitud del
parmesano ante el envío de la Armada a Inglaterra.
722
Minuta de Felipe II a Farnesio, 5 de junio de 1587, AGS, E., leg. 2218, f. 126.
723
“Paresçer del Consejo de Estado”, s. d. (comienzos de 1587), Ibídem, leg. 2855, s. f. Esta
respuesta se comunicó al gobernador el 28 de febrero de 1587 (Ibídem, leg. 2218, f. 92).
724
Su biografía en Configuración, p. 395, M. A. OCHOA BRUN, op. cit., p. 213, nota 1041 y S.
MARTÍNEZ HERNÁNDEZ, El Marqués de Velada y la Corte en los reinados de Felipe II y
Felipe III: nobleza cortesana y cultura política en la España del Siglo de Oro, Valladolid, 2004,
p. 96.
725
Olivares a Felipe II, 20 de mayo de 1588, AGS, E., leg. 950, f. 67.
222
Ya desde finales de 1587, y pese a los preparativos que realizaba, aparecieron
rumores sobre su poco entusiasmo respecto a la aventura inglesa, por lo que Farnesio se
vió en la obligación de defenderse726. La situación fue empeorando según se iba
acercando el momento de partir hacia Inglaterra, sobre todo, tras disponer el
Gobernador General la manera en que debía quedar el gobierno de Flandes, así como el
nombre de los personajes que debían permanecer en esas tierras y el de los que le debían
acompañar. Como ya hemos señalado, el gobernador interino sería Pierre-Ernest de
Mansfeld727, junto al cual Farnesio pretendía dejar a Pedro Coloma, que debía retornar
para ello de Madrid728. Moreo, por su parte, pese a los deseos que tenía de participar en
la Empresa, tuvo que permanecer en Flandes para ayudar a Mansfeld en las
negociaciones con el duque de Lorena y Guisa sobre la Liga Católica en Francia.
El fracaso de la Armada significaría el inicio de las acusaciones contra el
príncipe de Parma provenientes desde 4 lugares distintos: Flandes, Italia, Francia y
Madrid729.
En Flandes, las protestas de mayor resonancia vinieron de la mano de Mansfeld,
debido a las precarias condiciones en que Farnesio le había dejado el gobierno y las
escasas tropas de que había dispuesto para repeler los ataques rebeldes730. Estas mismas
críticas no cesaron en años venideros y tuvieron gran eco en la Corte de Madrid gracias
al empeño de Gilles du Faing, agente de Mansfeld en la misma731. Además del
726
Farnesio a Felipe II, 13 de octubre de 1587, Ibídem, leg. 592, f. 136.
727
Farnesio se lo comunicó a los Consejos Colaterales a finales de 1587 (CPh. II, III, p. 263).
728
Moreo a J. Idiáquez, 24 de marzo de 1588, AGS, E., leg. 595, f. 6, "Por Carnero me ha dicho
el duque ha escrito a su Majestad con gran encarecimiento para que lo vuelva a embiar porque
el se lleva al otro contador y al tesorero y veedor y querría que cabe el Conde de Mansfelt
estuviesse el dicho a esto dize el veedor por no dar lugar a que se pueda entablar ni aun cabe el
Conde de Mansfeld el officio de veedor general y advierto a V. S. que si Carnero viene no
cumple sino que los demas que bien que se vayan de aqui sin poder estar un punto"
729
H. O´DONNELL, “Alejandro Farnesio: la justificación de una conducta política”, Hispania,
169 (1988), p. 530.
730
Moreo a Felipe II, 9 de agosto de 1588, AGS, E., leg. 595, f. 26. Mansfeld se quejaba,
incluso, de que Farnesio no le había dejado cifra ni instrucciones para gobernarse y no se le
había pagado el sueldo (Mansfeld a Richardot, 24 de septiembre de 1588, CPh. II, III, p. 360).
731
Hijo de Jean de Tassigny, señor de Faing, y de Françoise de Cugnon-St. Erpirgny. Tras
terminar sus estudios entró como voluntario en un regimiento de alto-alemanes, donde obtuvo el
grado de capitán de compañía. En 1590 Farnesio le envió a Madrid, con la anuencia de su
patrón Mansfeld, donde residió hasta 1595 empleado en los asuntos de la Liga y de Flandes.
Una vez de vuelta a su tierra natal, entró en el Consejo provincial de justicia de Luxemburgo
como consejero en 1596 y al año siguiente se le nombró gentilhombre de la boca del archiduque
Alberto, realizando la Jornada de 1598 al cargo de las mujeres que iban a servir a la Infanta
Isabel Clara Eugenia y describiendo dicha Jornada en una relación que sería publicada por
Gachard. En 1600 fue enviado como diputado a la Dieta de Spira y obtuvo otras prebendas
durante los últimos años de su vida como el bailliage de Flandes el 8 de agosto de 1617 o un
puesto de consejero de Guerra. En 1625 se convirtió en baronía su tierra de Jamoigne y falleció
el 2 de diciembre de 1633 (Biografía en el DBE).
223
gobernador interino, las acciones de Farnesio fueron censuradas por otros personajes
como Champagney o Pedro Zubiaurre732. En Italia, por su parte, el duque de Saboya se
llegó a ofrecer como posible nuevo gobernador de Flandes733 y el propio Sixto V
censuró que el príncipe de Parma favoreciera las negociaciones de paz con Inglaterra a
través del comerciante Andrés de Loo734, desapareciendo el apoyo papal a su gestión735.
Los ataques desde Francia, por su parte, vendrían encabezados, como no, por los
conocidos ministros Moreo, Juan Bautista de Tassis y Bernardino de Mendoza736. Por
último, en Madrid, los amigos del duque de Medina Sidonia hicieron lo posible por
defenderle del fracaso de la Armada y cargaron contra Farnesio, cuya debilidad
cortesana hizo que todas las culpas recayeran sobre él.
El gobernador de Flandes trató de defender su reputación en la medida de lo
posible, ayudado por algunos personajes afines en Flandes, que atacaron la labor de
Mansfeld737. Así mismo, envió al conde Nicolo de Cessis, gentilhombre de su cámara, a
Roma a justificar su actuación, aunque con la excusa de la enfermedad de su tío, el
cardenal Farnesio, que falleció el 2 de marzo de 1589738. Por lo que respecta a Madrid y
Francia, el gobernador comisionó a uno de sus consejeros de confianza, Richardot, a
Madrid739. Sin embargo, el letrado no consiguió acallar los rumores sobre su patrón740,
732
Memorial del 1 de julio de 1588, AGS, E., leg. 596, f. 93. Cfr. H. O´DONNELL, op. cit., p.
538.
733
Jusepe de Acuña a Felipe II, 2 de septiembre de 1588, AGS, E., leg. 1263, f. 113. El 6 de
septiembre lo volvió a repetir (Ibídem, f. 115), "El Duque me apuntó de nuevo ayer el desseo
que tiene de emplearse en servicio de V. Majestad quando no aya otra cosa en que de soldado,
solo apuntando siempre al govierno de Flandes y conquista de Inglaterra porque con las
relaciones que cada dia llegan peores de que el de Parma se ha havido tan mal en lo que tiene a
cargo de estar a punto y acudir al de Medina, ora sea que lo aya hecho de malicia o de descuydo,
le parezce al Duque como también a todos los que del caso discurren imposible que V. Majestad
le dexe en Flandes ni le encargue otra vez lo de Inglaterra".
734
Sobre dichas negociaciones, L. VANDER ESSEN, Alexandre Farnèse..., V, capítulo 3,
“Tentatives de médiation et rumeur de paix (1586-1587)”, pp. 72-113, 190-194 y 206-213 y F.
FERNÁNDEZ SEGADO, “Alejandro Farnesio en las negociaciones de paz entre España e
Inglaterra (1586-1588)”, Hispania, XLV (1985), pp. 513-578.
735
Olivares a Felipe II, 25 de enero de 1588, AGS, E., leg. 951, f. 4.
736
Farnesio a Felipe II, 30 de octubre de 1588, Ibídem, leg. 594, f. 149 bis.
737
Farnesio a Felipe II, 30 de septiembre de 1588, Ibídem, f. 140. El comisario Pedro López de
Soto le había comunicado la nefasta labor de Mansfeld en el gobierno.
738
Olivares atacó la actitud del príncipe de Parma, ya que a la única persona a la que debía
rendir cuentas era al rey (Olivares a Felipe II, 29 de octubre de 1588, AGS, E., leg. 950, f. 227).
Este, por su parte, expresaba que el envío de Cessis era debido a la enfermedad de su tío y no a
limpiar su nombre, lo que sabemos era incierto (Farnesio a Olivares, 22 de diciembre de 1588,
AGS, E., leg. 953, f. 48). Cínicamente, el embajador le contestó que él nunca había pensado así
y le creía (Olivares a Farnesio, 22 de febrero de 1589, Ibídem, f. 49).
739
Su marcha estaba prevista para marzo de 1589 pero cayó enfermo, lo que retrasó el viaje
(Farnesio a Felipe II, 24 de marzo de 1589, AGS, E., leg. 596, f. 43). Finalmente, llegó a la
Corte en noviembre (Grassi a Montalto, 8 de noviembre de 1589, ASV, Spagna, leg. 35, ff. 275-
276). Su estancia se prolongó hasta mediados de 1590 retornando, de nuevo, a Flandes en junio
224
como tampoco lo hicieron los diversos memoriales de justificación del de Farnesio
insinuando la posibilidad que existía de solicitar su relevo como Gobernador General si
las insinuaciones sobre su gestión continuaban741.
Ya en 1586 había amenazado con ello tras la muerte de su padre Octavio, con la
excusa de querer ir a gobernar a sus súbditos en Parma debido a que su hijo Ranuccio
era aún muy joven742; la cercanía de la Armada le hizo posponer su petición, pero el
fracaso de la misma y los ataques hacia su persona le hicieron retomar la idea743. Las
misivas de Felipe II e Idiáquez, que le exoneraban de culpa y le transmitían que
confiaban en su inocencia, le tranquilizaron e hicieron cesar sus memoriales. Sin
embargo, la realidad era que su posición era cada vez más precaria y que su imagen
había sufrido una merma considerable, significando el fracaso de la Armada el inicio de
su declive, que se agravaría aún más tras las intervenciones en Francia en los años
venideros.
Además de con acciones diplomáticas y cortesanas, Farnesio procuró mejorar su
imagen a través de la obtención de una victoria espectacular contra los rebeldes, para lo
cual utilizó el ejército que había reunido para pasar a las islas británicas. Su plan
consistía en dividir las fuerzas en tres cuerpos, de los cuales el primero, comandado por
Mansfeld, atravesó el Rin para asediar Bonn, el segundo, con La Motte al mando, fue a
la costa y el tercero, dirigido por él mismo, a Brabante para conquistar Bergen-op-
Zoom744. Sin embargo, el invierno se echó encima sin haber logrado los objetivos, por
lo que el ansiado golpe de efecto no fue tal. Esta fallida maniobra le supuso nuevos
ataques en 1589 que provendrían, incluso, de personajes con los que antes no se había
enfrentado y, en teoría, afines ideológicamente, como Rodrigo de Silva y Mendoza,
duque de Pastrana, o Luis de Leiva, príncipe de Áscoli.
(Farnesio a Felipe II, 26 de junio de 1590, AGS, E., leg. 598, f. 82). Los objetivos de su viaje
nos los relata Coloma (op. cit., libro segundo, pp. 15-16), "Partio el Duque la vuelta de Spa, a
mediado Junio, dexando despachado para España, al Presidente Richardote, con cartas de
crehencia y orden de desculparse con el Rey, y sus ministros de las calumnias que contra su
reputación, se avian escrito y dicho, en lo tocante a la jornada de Inglaterra. Llevó también
Richardote instrucción del Duque, para pedir licencia de retirarse a su casa, ordenandole que no
jugase desta pieça, sino en caso que no se le admitiesen las disculpas, o con certidumbre, de que
gustava el Rey de embiarle sucesor".
740
Las respuestas a la embajada de Richardot en AGS, E., leg. 2855, s. f., donde se trataban 4
puntos: guerra con Francia, la Armada contra Inglaterra, la situación de los Países Bajos y la
hacienda y el dinero en Flandes. En lo de Inglaterra se apreciaba disgusto y se acusaba al duque
de no haber informado todo lo que debía.
741
Por ejemplo, Farnesio a Felipe II, Ibídem, leg. 602, f. 164.
742
F. ESTRADA, op. cit., pp. 419-420.
743
Así se lo comunicó a Felipe II el 28 de septiembre de 1588 (AGS, E., leg. 594, f. 139) y a
Idiáquez el 1 de octubre (Ibídem, f. 146) y el 30 de diciembre del mismo año (Ibídem, f. 163).
744
L. VANDER ESSEN, Alexandre Farnèse..., V., pp. 243-249.
225
Ambos nobles, viejos amigos de la Corte, habían decidido incorporarse juntos en
1588 al ejército de los Países Bajos745. Los desencuentros con Farnesio se iniciaron al
poco de llegar a dichas tierras y, alcanzarían tal intensidad, que les llevó a convertirse
en enemigos acérrimos746, por lo que tuvieron que dejar los Países Bajos antes de la
muerte del de Parma: Áscoli lo hizo en 1592 tras abandonar el ejército durante la
segunda incursión en Francia747, mientras Pastrana marchó en 1589 mostrando su deseo
de no volver. Felipe II no lo permitió y le obligó a retornar tras concederle el oficio de
capitán de la caballería ligera del ejército de Flandes que estaba vacante por la renuncia
del marqués del Vasto748, también enfrentado con Farnesio749. Así mismo, el coronel
Francisco Verdugo mostró también su disgusto con el gobernador750, lo que nos
745
C. COLOMA, Las guerras de los Estados Bajos, desde el año de 1588 hasta el de 1599,
Amberes, 1622 (he consultado la edición de Madrid en 1948, BAE XXVIII), libro primero, p.
19.
746
A. CAMPAN (ed.), Abrégé historique du règne d´Albert et Isabelle (1592-1602), Bruselas,
1867, p. 7 y H. KHEVENHÜLLER, Diario de Hans Khevenhüller, embajador imperial en la
corte de Felipe II, Madrid, 2001, p. 361. Los motivos de dicho enfrentamiento nos los cuenta
Alonso Carnero, "Que aviendo el Duque dexado a la puerta a Eduardo Lançavecha con algunos
soldados italianos de su compañía que tenían en Breda por guardia de la puerta con orden que
no dexasen entrar a nadie, llegó el Duque de Pastrana con algunos soldados españoles y criados
suyos y no queriendo dejar entrar mas que a su persona, el Duque quiso que entrasen los que
con el venían. Por lo qual huvo gran escándalo tanto que vinieron a poner mano a las espadas y
a riesgo de alborotarse la gente de la guarnición teniendo algún trato doble, porque no estavan
pagados esperando el dinero que avia ydo por ello a Amberes Juan Bautista de Tasis Veedor
general que era del exerçito. Apasiguose esta pendençia y el Duque mando al de Pastrana que se
fuese a Breda y muy sentido por la poca demostración que el de Parma avia hecho contra
Lançavecha por el desacato ussado a su pareçer contra su persona, aunque a la verdad del
cumplio como soldado la orden que tenia y desde entonçes nunca el de Pastrana se mostró
afiçionado al de Parma", (A. CARNERO, op. cit., p. 238).
747
Dejó el ejército de Francia en junio de 1592 y partió de Bruselas el 24 de noviembre de dicho
año con escolta y “muy enterado de las cosas de allí” (Fuentes a Martín de Idiáquez, AGS, E.,
leg. 603, f. 107-1).
748
Ya se especulaba desde 1590 con que se le concedería este oficio a Pastrana (Ibídem, leg.
598, f. 44), pero no se le dio la patente hasta el 12 de marzo de 1593 (AGS, E., leg. 2221, f. 44)
y el título hasta el 22 de ese mes (AHN, E., libro 253, ff. 2 r.-3 v.).
749
Avisos de Roma, 11 de julio de 1592, RAH, Papeles de Jesuitas, 9/3689, f. 49 r., "De Mantua
escriven que en aquella ciudad avía llegado el marqués del Vasto, partiose de francia por
discordia nacida entre él y el Príncipe de Parma"; Avisos de Roma, 1 de agosto de 1592, Ibídem,
f. 51 r., "En el consistorio del lunes fue la bula sobre los duelos con ánimo de emplearla y
publicarla de nuevo por la diferencias que oy dia ay entre el duque de Mantua y el Príncipe de
Parma y marqués del Vasto por las palabras disgustosas subcedidas entre el dicho príncipe de
parma y marqués del vasto en francia y flandes dismintiéndose por indiretas el uno al otro que
todo se entiende se remediara con medio de su santidad el qual da la magestad cesárea por agora
10000 escudos de ayuda contra los turcos con promesa de mayor en caso que el turco tentase de
ir adelante".
750
J. MASSARETE, op. cit., II, p. 92. Sus protestas, en principio tímidas, las dirigiría a J.
Idiáquez el 10 de octubre de 1589 (AGS, E., leg. 596, f. 108).
226
demuestra que las luchas faccionales se habían extendido al ejército, sin olvidar que no
cesaron las protestas de cortesanos como Champagney751.
El panorama de Farnesio se ensombrecería aún más cuando se le comunicó que
debía entrar con el ejército en Francia para apoyar militarmente a la Liga Católica. Sin
duda, esta primera intervención en el reino vecino significó la decadencia política
definitiva del príncipe de Parma, pese a conseguir los objetivos marcados inicialmente.
Así, tras socorrer París, y pese a los requerimientos que le hicieron tanto la Liga
Católica como los ministros de Felipe II para que permaneciera en Francia752, el
gobernador decidió retornar a Bruselas, donde se encontraba de nuevo el 4 de diciembre
de 1590. Para defender su actuación, Farnesio decidió enviar a Alonso de Idiáquez, hijo
del secretario, a Madrid753, pero no consiguió imponer su visión sobre la situación en
Francia, ya que poco después se le comunicó que debía entrar allí por segunda vez.
Las constantes y numerosas censuras sobre su gestión arreciaron durante su
estancia en Francia, proviniendo los ataques más duros del Comendador Moreo, como
ya han reflejado diversos autores754, dispuesto siempre a prestar oídos a las quejas de
sus enemigos755. Sus críticas se centraban principalmente en la poca disposición del de
Parma a intervenir en Francia y el excesivo uso que hacía de italianos en el gobierno756.
Una de dichas misivas fue interceptada por Enrique de Bearn, que no desperdició la
ocasión para hacérsela llegar a Farnesio, provocando que la pugna entre Moreo y
Farnesio se hiciera pública757. Solo la muerte del comendador el 30 de agosto de 1590
751
Del 21 de diciembre de 1589 es su “Discours sur les affaires des Pays-Bas”, publicado por A.
L. P. ROBAULX DE SOUMOY (ed.), op. cit., pp. 253-300. Es un amplio memorial donde
Champagney disecciona el gobierno de Farnesio y protesta por la importancia que este daba a
los extranjeros de baja extracción social como Masi, Cigoña o Paulo Rinaldi, así como la poca
que daba a la nobleza flamenca y la escasa relevancia de los Consejos Colaterales. En 1590 y
1591 repetiría las mismas quejas en dos memoriales publicados en el mismo libro en pp. 303-
321 y pp. 325-332.
752
“Parecer del Consejo de Estado”, 4 de diciembre de 1590, AGS, E., leg. 2855, s. f. El rey no
debía permitir bajo ningún concepto que Farnesio retornara a Flandes hasta que se resolviera la
situación, pero ya era demasiado tarde y el príncipe de Parma ya se encontraba de vuelta en
Bruselas.
753
A. D. HERRERA Y TORDESILLAS, Historia de Antonio de Herrera, criado de su
Magestad y su Coronista mayor de las Indias, de los sucesos de Francia, desde el año de 1585
que començó la liga Católica, hasta en fin del año 1594, Madrid, 1598, p. 159 r. y C.
COLOMA, op. cit., libro cuarto, p. 21.
754
Ibídem, libro tercero, pp. 2 y 33; J. MASSARETE, op. cit., II, p. 90 y L. VANDER ESSEN,
Alexandre Farnèse..., V, p. 281.
755
En una misiva a Felipe II del 18 de noviembre de 1589 (AGS, E., leg. 597, f. 128) vemos
como el Comendador se hacía eco de las quejas de Mansfeld.
756
Como vemos en las cartas que envió a Felipe II el 26 de mayo de 1590 (Ibídem, f. 7), a J.
Idiáquez el 22 de junio (Ibídem, f. 23) y de nuevo al monarca el 22 de junio (Ibídem, f. 27).
757
La mejor relación de este incidente y de los problemas de Farnesio y Moreo la encontramos
en un escritor muy favorable al príncipe de Parma como F. ESTRADA, op. cit., pp. 240-241,
227
en una emboscada de los hugonotes consiguió frenar el enfrentamiento, pero el daño ya
estaba hecho al haber calado hondo sus acusaciones.
Por otro lado, durante esta primera incursión en Francia se reprodujeron los
problemas de 1588 entre Farnesio y Mansfeld, pese a los nuevos intentos del parmesano
por mejorar su relación, como la propuesta que envió a Madrid para que el
luxemburgués fuera gobernador de Flandes si la enfermedad que empezaba a apoderarse
de su cuerpo acababa con su vida758. El desencadenante de las acusaciones fue, de
nuevo, la difícil relación entre el príncipe de Parma y el hijo de Mansfeld, que antes de
partir a Francia se había negado a acudir a la Jornada al mando de la artillería por
sentirse dolido con el nombramiento de La Motte como maestre general de campo,
puesto que ambicionaba, prefiriendo permanecer en Bruselas para medrar durante la
interinidad de su padre. Farnesio, por supuesto, se mostró contrario a esta decisión y le
“Juan Moreo, Cavallero Comendador de S. Juan, fue mas ilustre por ingenio, industria, que por
sangre, o bienes de fortuna. Fue hijo de madre Española, y padre Francés; y haviendo
introducido en el Palacio de Philippo II, lisonjeando a unos, accusando a otros tarazeado de
buenas, y malas artes, se elevó a tanta authoridad, que siendo uno del Triumvirato de españoles,
con Bernardino de Mendoça y Juan Baptista de Tassis, governava los negocios de España en
Francia. Esta, conservando fuera de Palacio las costumbres de Palacio, havia acusado a
Alexandro de falsos crímenes al Rey Catholico. Descaminó la carta el Rey de Navarra, y
haviendo sacado lo contenido de ella por descifradores, no perdió la ocasión de travar entresi, e
irritar mutuamente a los Ministros del Rey de España. Cuidó pues de que buelto a cerra el pliego
de las cartas, llegasse a manos de Farnesio. La summa de los cargos era que el de Parma estava
mal affecto a la grandeza española. Porque, como Principe Italiano, convenia con los de su
nacion en no querer, que los negocios de España se fuessen sobreponiendo en Francia con
riesgo de Italia. Porque no havia de quedar rastro de libertad en Italia, si fuera de las prisiones
de servidumbre, que navegavan desde España, se le labrassen de la cercania de Francia nuevos
grillos en los Alpes. Que por esta causa se havian dado escasamente, y tarde, los socorros a la
Sancta Liga, y la paz, que facilmente podia ajustarse con los holandeses, artificiosamente se
havia desvanecido, para que con ella, empleando las fuerças de toda Flandes contra Francia, no
se pusiesse fin a la guerra. Atribuia tambien los disturbios de las sediciones, o a su quebrantada
salud, o al arrepentimiento de su fortuna. Como que en un cuerpo achacoso le faltasse el vigor al
animo, y desde la cumbre, a que le havian levantado, començasse a bolver hacia atras, como ha
de costumbre, la fortuna. Que tambien en las conversaciones domesticas tractava mal de palabra
a los Ministros Españoles, porque pretendian derribar contra derecho, y justicia a los Borbones
del Reyno de Francia, y juntarle al Dominio Austriaco, no menos necio que arrogantemente”.
758
Minuta Felipe II a Farnesio 6 de noviembre de 1589, AGS, E., leg. 2219, f. 120, "Tras esto
os agradezco la memoria que en aquel aprieto tuvisteis de proveer a mi servicio por si el mal
passase adelante y el buen intrumento que escogiades en el Conde de Mansfelt que me pareçe
que fue prevençion muy açertada y fuelo tanto por la mucha satisfaçion que yo tengo de su
persona y serviçios y el amor con que siempre ha tratado del mio, (...). Digo que no solo
apruebo que en otro tal caso (el qual desvie Dios), podays echar mano del conde y señalarle en
mi nombre por governador entretanto que yo ordeno otra cosa, sino que para lo mismo de la
salud que os desseamos y para que la carga de negoçios no os haga daño si os days a ellos, ni os
congoxe el verlos parados, y la dilación de su despacho si repressan sin otro expediente me
pareçe que sera muy bien que llameys al dicho Conde de Mansfeld y le encargueys que durante
vuestra convaleçencia y hasta que tengays muy confirmada la salud atienda el a la expediçion de
todo asistiendole los Consejos cada uno en lo que le toca con mucha puntualidad y que assi se
vaya acudiendo a lo de la guerra y govierno".
228
conminó a marchar con él, negándose Charles de nuevo. Ante ello, el príncipe de Parma
emprendió el viaje y puso al señor de La Motte también al frente de la artillería759.
Mansfeld reaccionó ante lo que consideraba un ultraje a su hijo760, apoyando Felipe II
su postura al permitir que este permaneciera en Bruselas761, lo que supuso un nuevo
paso en la progresiva desacreditación del príncipe de Parma. Sin embargo, su agonía se
iba a prolongar aún un tiempo, ya que Felipe II le necesitaba para poner en marcha
varias medidas que había pergeñado durante los últimos meses de 1590 y primeros de
1591, encaminadas a reconducir la precaria situación de la Monarquía tanto en Flandes
como en Francia.
La primera de ellas fue la sustitución de Bernardino de Mendoza, al que se había
concedido el relevo como embajador en Francia a finales de 1590762, por Diego de
Ibarra763, cliente de Juan de Idiáquez764, que llegó a Bruselas el 26 de enero de 1591.
Junto a su labor de embajador y ministro en Francia, se debía ocupar de fiscalizar la
labor de Farnesio, sobre todo, en aspectos relacionados con la hacienda. Enseguida
contactó con los opositores del gobernador como Juan Bautista de Tassis o los
Mansfeld765 y se unió a sus críticas sobre la labor de los oficiales encargados de
759
Farnesio a Felipe II, 11 de agosto de 1590, Ibídem, leg. 598, f. 104.
760
Pierre-Ernest van Mansfeld a Felipe II, 22 y 28 de agosto de 1590, Ibídem, leg. 599, ff. 56 y
63.
761
Minuta de Felipe II a Mansfeld, 21 de septiembre de 1590, Ibídem, leg. 2220-1, f. 35 y
Minuta de Felipe II a Farnesio, 21 de septiembre de 1590, Ibídem, f. 117.
762
Su último despacho en la capital francesa data del 31 de diciembre de 1590 y en él,
sintomáticamente, criticaba a Farnesio por no dejar guarnición en París cuando se retiró (DE L.
JENSEN, op. cit., pp. 211-228).
763
Hijo de Francisco de Ibarra, contador general del ejército del milanesado y con el duque de
Alba en Flandes, y de doña Beatriz de Vargas, hermana del famoso secretario, nació en Milán
hacia 1552. Su primer cargo en la administración fue el de Veedor General en el reino de Sicilia
antes de pasar a Francia y los Países Bajos donde desarrollaría el periodo más importante de su
carrera. Al no poder ejercer como embajador en Francia por la complicada situación, se le
concedió el oficio de Veedor General del ejército en Flandes y el de consejero de Guerra.
Durante el gobierno de Ernesto se intentó que fuese nombrado gentilhombre del Archiduque,
aunque este lo evitó, teniendo mejor suerte con su hermano Alberto del que fue mayordomo y
también en el periodo archiducal. Entró en el Consejo de Estado en 1621 y falleció el 11 de
mayo de 1626 (V. VÁZQUEZ DE PRADA, op. cit., pp. 96-97).
764
Como él mismo expresa en su carta al secretario del 16 de febrero de 1591, AGS, E., leg.
599, f. 112. En dicha misiva, su castellanismo queda patente en la siguiente reflexión, “La
nación que menos cuesta a su Majestad mas victorias le gana y con mas seguridad le conserva
los Estados que adquiere es la nuestra y si en todas partes es esto en ninguna es tan çierto como
en estos Estados”.
765
En una carta que envió al monarca el 27 de mayo (Ibídem, f. 128), nos encontramos su
descripción de los nobles luxemburgueses. Sobre el padre comentaba, "Y si ha de ser natural por
muchos defectos que le pongan ninguno tal como el Conde de Mansfeld aunque está viejo segun
me dizen pero no ay que pensar en otro de los de aca porque para este efecto ninguno seguro
sino el. Si ha de ser estrangero se aventura lo que quiça lo sentiría el Duque saliendo a servir a
lo que va es justo envialle contento de manera que lo mas acertado seria lo de Mansfelt,
tratándole corto para que solo govierne y en lo de la guerra por la traza que dexara dada el
229
administrar la hacienda –en especial Pedro Coloma y los hermanos Carnero766-,
proponiendo su sustitución por Jusepe Galaza, que falleció al poco, y Pedro de Ibarra de
Eibar767. Esa labor de oposición se vería frenada tras deteriorarse la relación de Ibarra
con Tassis, al concedérsele a este el relevo como Veedor General del ejército para que
pasara a ocuparse únicamente de los asuntos relacionados con Francia768. El elegido
para ocupar la vacante fue el propio Diego de Ibarra, en virtud de haber ejercido el
mismo oficio durante 10 años en Sicilia, que no deseaba el puesto en absoluto por las
dificultades que implicaba y procuró demorar al máximo la toma de posesión del
mismo. Su actitud provocó numerosas discusiones entre ambos hasta que, finalmente, el
oficio pasó a Ibarra a comienzos de 1592769.
Otra de las disposiciones reales para mejorar la situación fue la de ordenar al
príncipe de Parma en agosto de 1591 que creara una Junta para el estudio de la
Hacienda y tanteos, integrada por Juan de Lastur, Tassis, el pagador Gabriel de
Santisteban, Richardot y Diego de Ibarra770. Pese a la orden real, dicha Junta no llegó
nunca a ponerse en marcha, debido a la segunda intervención en Francia, y al poco
Duque defienda estos Estados sin meterse en mas, que la otra vez que quedo bien creo que passo
algo del pie a la mano". Con respecto al hijo, "Era general de la artilleria y por zelos de que el
Duque mandaría servir el cargo de Maese de Campo general en Françia a Mos de la Mota o por
gozar del pagado de su padre se quedó aca renunçiando su cargo al Duque como V. S. lo haura
visto aunque el niega la intençion de renunçiallo por mas de aquella jornada en que le paresçio
que se le quería hazer agravio y que aca podia servir a su Majestad. Yo no le admito esta
disculpa sino que apruevo lo que entendio y hizo el Duque que fue proveer su cargo como
renunçiado y avisar a su majestad para que mandase lo que fuese servido pero el sentimiento
con que este hombre esta de verse sin ocupación le tiene de manera que me da cuydado, el es
muy valerosso soldado a lo que dizen los que le han visto servir. Es de los mas bien entendidos
hombres que yo he visto y de mas ingenio. Colérico como un demonio y sobervio harto, en esse
buen natural ya vee V. S. lo que criara un descontento y agravio a su pareçer desocupaçion,
pobreza y imbidia a los que mandan que eran ayer mandados del y en tiempos tan revueltos
como los presentes serviçio de su Majestad sería aquí o fuera de aquí, ocupar y honrar a este
hombre y hazello presto porque aunque calla anda dando con la caveça en las paredes y todo lo
que por el ha passado no piensa que es por havello querido el sino por no tenelle el Duque
buena voluntad en que se deve de engañar como en estotro".
766
Diego de Ibarra a Juan de Idiáquez, 16 de febrero de 1591, Ibídem, f. 112. Sobre el primero,
"Aquí era uno de los contadores deste exercito Pedro Coloma a quien yo no conozco dizen
personas de credito que vino sin hazienda compro del Marqués del Vasto una varonía aquí que
dizen le dan oy 30000 ducados por ella y con esto y mas hazienda que tiene esta tan sobrado que
dexo el oficio pidiendo al Duque hiziesse serville a un hermano suyo y assi se hizo, este esta
muriéndose”. Sobre los Carnero, “El otro officio de contador le haze también por su hermano
Antonio Carnero, hombre moço y de poca experiençia, estos dos officiales son las llaves de toda
la hazienda que su Majestad gasta en este exerçito, havrian de estar en personas de mucha
avilidad, bondad y confiança".
767
Diego de Ibarra a Juan de Idiáquez, 16 de febrero de 1591, Ibídem, f. 123.
768
Felipe II a Farnesio, 22 de mayo de 1591, Ibídem., leg. 2220-2, f. 116.
769
Farnesio a Felipe II, 15 de enero de 1592, Ibídem, leg. 602, f. 8.
770
J. LEFÈVRE, La Sécretairie d´Etat et de Guerre..., p. 51.
230
interés del gobernador en que funcionara, ya que iba en contra de los ministros en los
que había delegado.
La última medida que tomó el monarca fue la de obligar a Farnesio a entrar en
Francia por segunda vez, lo que nuevamente situaba al gobernador a los pies de los
caballos. Sin duda, las consecuencias cortesanas que tuvo esta intervención no fueron
más que el epílogo de lo que había venido sucediendo en años anteriores, pues su relevo
ya estaba decidido.
En esta ocasión, de nuevo dejó Farnesio a Mansfeld como gobernador
interino771, ya que consideraba, pese al recrudecimiento de los enfrentamientos entre
ambos durante los últimos meses772, que era la opción menos gravosa para sus intereses
y los de la Monarquía. Esta elección, como era de esperar, ocasionó nueva polémica, ya
que la familia Cröy, encabezada por Aerschot y apoyada por Havré y Aremberg, no
aceptó de buena gana una reedición del interinazgo de Mansfeld y elevaron sus
protestas ante Farnesio, que volvió a hacer oídos sordos.
Era evidente que Flandes no quedaba con la tranquilidad idónea cuando el noble
italiano partió hacia el frente, y este era consciente de que lo que se iba a encontrar a su
vuelta no iba a ser, para nada, favorable a sus intereses. En efecto, cuando regresó en
julio de 1592 para acudir a los baños de Spa debido a su enfermedad, la situación era
especialmente grave, ya que Mansfeld, además de continuar enviando sus recurrentes
quejas a Madrid, le había incluso desautorizado en asuntos hacendísticos773.
En concreto, un día antes de partir, el príncipe de Parma había concedido una
orden a Gabriel de Santisteban para que pudiera pagar los recaudos que, tanto Mansfeld
como el propio Farnesio, pudieran hacer durante su ausencia774. Sin embargo, pocos
días después, el gobernador interino prohibió a Santisteban que librara dinero a algunas
personas a las que el príncipe de Parma había dejado encargados de la reformación de
771
Aunque Mansfeld protestó porque Farnesio le había dejado al mando sin instrucciones, este
si le había otorgado unos apuntamientos con el título “Recuerdo de lo que en particular se le
advierte al señor Conde de Mansfelt y paresçe convenir mas al servicio de su majestad”, 14 de
noviembre de 1591, AGS, E., leg. 599, f. 81.
772
Estos problemas vendrían a consecuencia de la reclamación de Charles Mansfeld de su oficio
de chef de la artillería, ya que poseía aún la patente y por ello era imposible que La Motte
ocupara el puesto. Farnesio se mantuvo firme en su decisión debido a que, además de su
desobediencia, Charles había cogido dinero de las contribuciones y se había acercado al
polémico Champagney. Aunque no se pudo llegar a un acuerdo, Charles Mansfeld si aceptó en
esta ocasión marchar con Farnesio a Francia (Charles Mansfeld a Felipe II, 30 de octubre de
1591, Ibídem, leg. 601, f. 15).
773
Varias de estas protestas se encuentran en Ibídem, leg. 599, ff. 81-86, leg. 601, ff. 2, 3 y 28 y
en el legajo 603.
774
“Para que el pagador general destos estados pague las libranças y recaudos dados por Vuestra
Excelencia”, 14 de noviembre de 1591, Ibídem, f. 12.
231
ciertos regimientos de tropas. El pagador envió la orden a Farnesio, que tuvo que
recordar al noble luxemburgués que él aún era el gobernador pese a que no se
encontrara en Flandes775. En respuesta, Santisteban se negó a pagar las libranzas de la
compañía de Charles Mansfeld en juros, lo que encolerizó al hijo del gobernador
interino, que había retornado a Flandes tras permiso de Farnesio para que concertara en
Bruselas su matrimonio776. El hijo del pagador, Juan de Santisteban, y el conde se
encontraron el 15 de febrero de 1592 en casa de los Mansfeld y el segundo amenazó al
primero de muerte, llegando a sacar la espada, pudiendo este escapar finalmente777.
Farnesio elevó sus protestas en firme al rey por estos hechos, de nuevo sin éxito778, por
lo que prefirió marchar directamente a Spa evitando todo encuentro con los Mansfeld.
Charles trató de limar asperezas y se trasladó a dicha ciudad en agosto, con la intención
de llegar a un principio de acuerdo, y, aunque este se consiguió, las posiciones estaban
tan enfrentadas que no se llegaría a cumplir y las desavenencias continuaron.
Así, el príncipe de Parma propagó el rumor de que Charles Mansfeld planeaba
traicionar a Felipe II creando una nueva unión de nobles flamencos junto a Havré y
Egmont para conseguir mercedes del rey779, aunque no dispuso ninguna medida de
fuerza contra ellos. El gobernador, en cambio, si que actuaría contra las intrigas de
Champagney y le ordenó salir de Bruselas en octubre de 1592 para acudir a su tierra
natal780, desapareciendo este personaje de la esfera política flamenca hasta su
fallecimiento en 1602.
Finalmente, a mediados de octubre, Farnesio retornó a Bruselas y convocó a los
Consejos Colaterales para el 14 y el 18. Mansfeld se negó a acudir a la primera de las
sesiones, aunque si se personó en la segunda, produciéndose un fuerte enfrentamiento
que prologaba el desenlace final. Farnesio ya era consciente de que su final estaba
775
Orden de Mansfeld, 17 de enero de 1592, Ibídem, leg. 602, f. 23. En el f. 21 se encuentra la
misiva donde Farnesio le recordaba a Mansfeld que era aún el gobernador.
776
Farnesio a Felipe II, 15 de febrero de 1592, Ibídem, f. 18, "El Conde Carlos su hijo me pidió
estos dias liçençia de yr a çelebrar sus bodas con la viuda del Conde de Ostrate por dessearlo en
estremo su padre, y tanto que me abseguro que sin saber si podría yr las tenía preparadas para
çierto dia, por el desseo que tiene de ver herederos en su casa, y assi por pareçerme la demanda
justa, y muy conveniente que el hijo consolasse al padre en cosa tan justa, se la di ofreçiéndome
el de volver en breve y venir sin replica en llamandole como espero lo hara".
777
Juan a Gabriel de Santisteban, 17 de febrero de 1592, Ibídem, f. 44.
778
Así, le escribió el 20 de marzo (Ibídem, f. 33) y el 12 de julio (Ibídem, f. 110).
779
Farnesio a Felipe II, 20 de septiembre de 1592, Ibídem, f. 134. Desconocemos si esos
contactos fueron reales o no, pero en Amberes se amotinaron unos marineros comandados por el
capitán Jacques Sut, que estaba sustentado por Charles Mansfeld, contra el auditor Salinas y con
el fin de que el noble luxemburgués fuera nombrado almirante (Farnesio a Felipe II, 29 de
septiembre de 1592, Ibídem, f. 153).
780
La orden sobre su destierro dataría del 14 de octubre (Ibídem, leg. 602, f. 140). Una
descripción de los acontecimientos en A. CARNERO, op. cit., p. 280.
232
cercano, por lo que escribió a su hijo Ranuccio un testamento político para que este
conociera sus pensamientos e hiciera todo lo posible por cuidar su memoria781. El de
Parma salió de Bruselas en noviembre para preparar la tercera incursión en Francia, tal
y como le había ordenado Felipe II, pero no pudo llegar a partir y falleció poco
después782. Su muerte le ahorró la ignominia de conocer que su relevo estaba decidido
desde hacía un año.
5.3.- La recuperación de la autoridad real en Flandes con Alejandro Farnesio
5.3.1.- Los años de “reconquista” y de preparación de las Empresas de Francia e
Inglaterra (1578-1588)
Cuando Alejandro Farnesio relevó a don Juan de Austria, la autoridad real había
sufrido una merma considerable en el conjunto de Flandes. La división entre las
provincias leales y rebeldes se confirmó en 1579 por las Uniones de Arras (6 de enero),
cuyas firmantes reconocieron la plena autoridad de Felipe II y Farnesio el 17 de mayo
mediante Tratado sellado en la misma ciudad, y de Utrecht (el 23 del mismo mes)783, en
cuyo texto fundador encontramos un espíritu opuesto a la Pacificación de Gante, ya que
apenas se mencionaba la autoridad real o el mantenimiento de la fe católica y no preveía
la reconciliación con la Monarquía784. El programa de los “malcontents” había
fracasado, lo que supuso su retorno a la obediencia.
Tras conseguir la Reconciliación de esos nobles, Farnesio tuvo que afrontar otro
asunto de suma importancia como era su confirmación como gobernador, ya que no
había sido ratificada la cesión del puesto realizada por don Juan de Austria ante la
decadencia de la facción “papista” en Madrid. El Tratado de Arras incluía una cláusula,
por la cual se establecía que en un plazo de 6 meses tras la marcha de los Tercios de
Flandes hacia Portugal se debía nombrar un nuevo Gobernador General, sirviendo
Farnesio hasta que esto se hubiera producido, y si se superaba esa fecha el mando
pasaría al Conseil d´État. Esta medida no fue necesaria, ya que el 30 de noviembre el
monarca estableció que iba a ser Margarita de Parma la gobernadora, pasando su hijo a
ser comandante militar785.
781
Dicho documento se encuentra publicada por L. VANDER ESSEN, "Le testament politique
d´Alexandro Farnèse", BCRH, 86 (1922), pp. 183-215.
782
Una descripción de su muerte en A. CARNERO, op. cit., p. 281.
783
El texto se encuentra publicado en inglés en H. H. ROWEN, The Low Countries in Early
Modern Times…, pp. 68-74 y E. H. KOSSMAN y A. F. MELLINK (eds.), op. cit., pp. 165-173.
784
G. PARKER, España y la rebelión de Flandes..., pp. 190-192.
785
A. REPETTO ÁLVAREZ, "Acerca de un posible segundo gobierno de Margarita de Parma y
el Cardenal de Granvela en los Estados de Flandes", Hispania, 32 (1972), pp. 379 y ss. y H. de
SCHEPPER, “Le voyage diffcile de Marguerite de Parme en Franche-Comté et en Flandre,
233
Ya en 1577 se había contemplado esa posibilidad por sus ideas de reconciliación
y clemencia y siempre con el patrocinio del cardenal Granvela, que una vez retornó a
Madrid decidió que era el momento ideal para que Margarita marchara a Flandes y se
repartiera las tareas de gobierno con su hijo. Tras conocer su nuevo destino, la hija
natural del emperador emprendió viaje hacia los Países Bajos, donde llegó en junio de
1580, 13 años después de su turbulenta salida. Desde un primer momento, se pudo
comprobar que su toma de posesión no iba a resultar tan sencilla, pues su hijo pretendía
ocupar también el oficio, y se iniciaron unas intensas negociaciones para repartir el
poder según mandato de Felipe II.
Sin embargo, el acuerdo se fue haciendo imposible y los nobles flamencos se
posicionaron; mientras los “reconciliados” mostraron su apoyo a Alejandro, los que
habían permanecido siempre fieles optaron por Margarita, descollando entre ellos
Pierre-Ernest de Mansfeld786. Finalmente, el 20 de diciembre de 1581 el monarca envió
a Farnesio las comisiones en que le nombraba lugarteniente y gobernador sin límite de
tiempo, aunque no las llegó a expedir pues primero se lo comunicó a ambos, para
hacerlo oficial en julio de 1582. Margarita se resistió a salir de Flandes hasta el 14 de
septiembre de 1583, momento en que fue plenamente consciente de que su tiempo había
pasado. Los éxitos militares de su hijo habían supuesto su mejor aval e hicieron crecer
su prestigio para mostrarle como el mejor candidato.
Sin duda, la fortuna había sonreído a Alejandro Farnesio en su lucha contra las
provincias rebeldes septentrionales, en la cual obtuvo numerosos ventajas
territoriales787. Aunque hasta 1582 su avance había sido lento debido a que las tropas
hispanas tuvieron que dejar los Países Bajos y a que Felipe II estaba ocupado en
Portugal, posteriormente se aceleraría. Estos progresos se vieron favorecidos tanto por
la “Reconciliación” de los nobles como por los cambios acaecidos en la administración
de la Hacienda real en 1578-1579, que permitieron soportar los gastos derivados de la
reanudación de las operaciones bélicas788. Igualmente, conviene destacar las reformas
que el gobernador realizó dentro del ejército para evitar los tan temidos motines789.
1580-1583”, en S. MANTINI (ed.), Margherita d’Austria (1522-1586). Costruzioni politiche e
diplomazia, tra corte Farnese e Monarchia spagnola, Roma, 2003, pp. 127-140.
786
J. M. RUBIO, op. cit., p. 116.
787
Para la “reconquista española”, G. PARKER, España y la rebelión de Flandes,..., pp. 203-
211.
788
Configuración, p. 199.
789
R. AUBERT, "Les débuts de la surintendance de la justice militaire dans les Pays-Bas
espagnols" en Miscellanea historica in honorem Leonis van der Essen..., I, pp. 491-505.
234
Sin embargo, las provincias rebeldes no eran el único enemigo que había que
combatir, pues había también que tener presente la aventura del duque de Anjou y la
intervención francesa. Como vimos, a finales de 1578 el heredero al trono francés había
quedado aislado en Flandes y sus tropas únicamente suponían un estorbo para la
formación de las Uniones de Utrecht y Arras, por lo que se vio obligado a retornar a
Francia, donde su hermano le recibió con los brazos abiertos790. Al ser un momento de
paz con los hugonotes, Enrique III y Catalina de Médicis decidieron que la mejor
opción para Anjou era tratar sobre el matrimonio inglés, para lo cual le enviaron a
Inglaterra a entablar conversaciones con Isabel I. Así, el 17 de agosto de 1579 llegó a
Londres, pero tuvo que retornar a Francia el 29 pues la resistencia popular al
matrimonio con un católico fue contundente.
Mientras, Felipe II era consciente de la necesidad de llegar a un acuerdo con
Anjou para poder tener las manos libres en Portugal, evitando así la unión francesa e
inglesa en su retaguardia, por lo que instó a Farnesio a enviar un agente a reunirse con
él. El encuentro se produjo en noviembre de dicho año en su posesión de Château-
Thierry, pero el príncipe francés no se quiso comprometer antes de consultarlo con sus
aliados. El principal de ellos, Orange, trató de convencer a los Estados Generales de que
la ayuda de Anjou era fundamental y tras 8 meses de negociaciones consiguió que se le
ofreciera un nuevo tratado791. Este documento establecía unas draconianas condiciones
para el príncipe francés: respetar los privilegios y la paz religiosa alcanzada en Gante,
confirmar que contaba con el apoyo de su hermano Enrique III, estar dirigido por un
consejo de naturales, aceptar que la mitad de su Casa estuviera ocupada por flamencos,
admitir que su sucesión sería hereditaria pero sin posibilidad de unión con Francia y
jurar que no habría impuestos ni soldados extranjeros sin autorización de los Estados
Generales792. A cambio, se le concedería la soberanía de los Países Bajos y dinero para
sufragar la lucha.
Pese a los intentos de Isabel I y de Felipe II por bloquear ese acuerdo, el 11 de
agosto de 1580 los Estados nombraron a Anjou su Príncipe y Señor, ratificándolo
posteriormente en el Tratado de Plessis-lès-Tours el 29 de septiembre793. Este
790
Sobre estos últimos y cruciales años en la vida de Anjou, M. P. HOLT, The duke of Anjou...,
pp. 113-242.
791
Referente a las negociaciones Orange-Estados, H. G. KOENIGSBERGER, Monarchies,
States Generals and Parliaments..., pp. 298-304.
792
H. H. ROWEN, The princes of Orange..., p. 25.
793
Sobre las implicaciones del Tratado y de la estancia de Anjou en Flandes durante esos años,
F. DUQUENNE, L´entreprise du duc d´Anjou aux Pays-Bas de 1580 à 1584. Les
responsabilités d´un échec à partager, París, 1998.
235
documento sería complementado por el Acta de Abjuración del 26 de julio de 1581, en
donde, por primera vez, se rechazaba la soberanía Habsburgo sobre esos territorios794.
Sin duda, los temores de los monarcas inglés e hispano ante una posible intervención
francesa en Flandes estaban fundados y se acabarían cumpliendo el 26 de diciembre de
1580, fecha en que Enrique III decidió apoyar abiertamente a su hermano pese a la
desaprobación de Catalina de Médicis, tras la firma de la Paz de Fleix con los hugonotes
el 26 de noviembre. Ante estas circunstancias, el archiduque Matías se vio obligado a
dimitir el 15 de marzo de 1581 y a abandonar Flandes, finalizando así su desafortunada
aventura.
Sin duda, que Anjou aceptara la soberanía de los territorios rebelados y que su
hermano le apoyara, implicaba un profundo cambio en la situación del Norte de Europa.
Tras los sucesos de Portugal, Felipe II se había convertido sin discusión en el monarca
más poderoso del orbe y franceses e ingleses, a pesar de sus recelos, se vieron en la
necesidad de acercarse para poder contrarrestar tamaño poder, dando así inició a una
polarización de la política internacional795. Esta aproximación se confirmó con la
embajada de Walsingham a París, mediante la cual se relanzaron las conversaciones de
matrimonio entre Anjou e Isabel en enero de 1581, aunque no se consiguió llegar a un
entendimiento y la reina inglesa descartaría definitivamente esta opción tras un segundo
viaje del pretendiente francés a sus tierras en febrero de 1582796. Sin embargo, se habían
puesto las bases para una futura alianza.
Desde Inglaterra, el príncipe francés retornó a Flandes, donde tuvo un
recibimiento triunfal en Vlissingen, siendo nombrado duque de Brabante el 19 de
febrero. Sin duda, este fue el momento culminante de su aventura, aunque
paradójicamente significó, a su vez, el inicio de su cuesta abajo. Los numerosos
problemas financieros que tuvo con los Estados para pagar a sus tropas, provocaron que
el 17 de enero de 1583 estas trataran de tomar Amberes, que estaba en manos
neerlandesas, lo que fue conocido como la “furia francesa”. Bodin defendió que esta
acción había sido inevitable ante las visiones diferentes que Anjou y los rebeldes tenían
sobre su papel, sobre todo, por que el francés no quería ser considerado un nuevo
Matías.
794
El texto del Acta está publicado en inglés en H. H. ROWEN, The Low Countries in Early
Modern Times…, pp. 92-105 y E. H. KOSSMAN y A. F. MELLINK (eds.), op. cit., pp. 216-
228.
795
G. PARKER, “La revuelta holandesa y la polarización de la política internacional” en G.
PARKER, Spain and the Netherlands, 1559-1659, Londres, 1979 (existe traducción al español,
·España y los Países Bajos, 1559-1659, Madrid, 1986), pp. 91-94.
796
Sobre estos contactos franco-ingleses, W. T. MaCCAFFREY, op. cit., pp. 243-301.
236
Farnesio aprovechó perfectamente el descrédito de Anjou que generó entre los
neerlandeses esta acción y continuó avanzando sin descanso. La situación se tornó
insostenible y, pese a las negociaciones abiertas entre Orange y Anjou, el príncipe
francés abandonó los Países Bajos en octubre de 1583 para no volver nunca más. Los
Estados Generales decidieron ofrecer las mismas condiciones de soberanía a Enrique
III, pero la fuerza de los Guisa se lo desaconsejó, por lo que los rebeldes volvieron a
fijarse en Isabel I como tabla de salvación.
La reina inglesa, ante el avance imparable de Farnesio y las muertes en 1584 del
duque de Anjou (10 de junio) y de Guillermo de Orange (10 de julio), decidió enviar a
William Davison a los Países Bajos en misión exploratoria797. En respuesta a esta
embajada, una comisión holandesa comandada por el abogado Oldenbarnevelt798 se
trasladó a Inglaterra en julio de 1585, donde, tras intensas negociaciones, se llegaría a
un acuerdo que se plasmaría en el Tratado de Nonsuch el 20 de agosto. La relevancia de
este documento es fundamental, pues fue el primero por el cual una potencia
internacional reconocía a las Provincias Rebeladas. En el mismo, Isabel I tomaba a los
Países Bajos bajo su protección, rechazando su soberanía, y prometía ayuda inmediata,
aunque esta no fue lo suficientemente rápida para evitar que Farnesio tomara Amberes.
Sin duda, 1585 fue el momento culminante de la “Reconquista” del gobernador
de Flandes, ya que en ese año consiguió recuperar para el dominio real varias ciudades
importantes como Brujas o Bruselas y, sobre todo, Amberes799. La toma del puerto más
importante de los Países Bajos supuso el momento de mayor esplendor de su gobierno,
como así pareció corroborar que se le concediera el collar del Toisón de Oro800. Todo
ello, unido al talante conciliador que parecía invadir al rey respecto a Flandes801, parecía
797
Para las relaciones entre los Países Bajos e Inglaterra desde el Tratado de Nonsuch hasta la
Armada, Ch. WILSON, op. cit., pp. 75-103.
798
Sobre este personaje, fundamental en la historia de las Provincias Unidas durante sus
primeros años, la monumental obra de J. den TEX, Oldenbarnevelt, Haarlem, 1960-1972, 5
vols. (existe versión en inglés, Cambridge, 1973, 2 vols.).
799
Farnesio describió la conquista al rey en una relación del 25 de agosto de 1585 (CODOIN,
LXXV, pp. 321-336). Sobre la campaña, L. VANDER ESSEN, Alexandre Farnèse ..., IV,
passím.
800
G. BERTINI, "I Farnesio e il Toison d´oro: l´ideale cavalleresco", en A. BILOTTO, A., P.
DEL NEGRO Y C. MOZZARELLI (eds.), op. cit., pp. 267-288.
801
Felipe II a Farnesio, 7 de marzo de 1585, CCG, XII, apéndice, nº 25, p. 241, “En quoy est
principallement à remarquer le naturel et inclination des peuples de pardéla, qui n´est telle que
cy-devant l´on l´ha voulu déchifrer, et sera tousiours vers eulx de plus grande efficace une
discrète induction et advis sérieux de leur propre magistrat, duquel ilz se fient, que non poinct
les ordennances de quelques coronnels ou chiefz des gens de guerre que povoient estre
employez vers eulxz, lesquelz procédant la plus part et souvent avecq véhémence et colère, et
exécutant rigouresement quand et quand de commander, ne se peuvent insinuer au naturel de
celle nation, vers laquelle la voye de doulceur, bénévolence et discrétion gaignera à toutes
237
augurar tiempos de bonanza para el gobernador, pese a las sombras que suponían su
situación cortesana en Madrid y la distracción de efectivos que podía tener lugar por la
situación internacional con respecto a Francia e Inglaterra.
En efecto, Isabel I había decidido enviar un contingente de tropas a los Países
Bajos comandadas por su favorito Robert Dudley, conde de Leicester, que se impuso a
otros candidatos; sin duda, este personaje era el único que reunía la fortuna y el
prestigio social que Isabel I requería para poder acumular en su persona el poder
político y militar, además de haberse erigido en años anteriores en defensor del
protestantismo y de los rebeldes flamencos en la Corte londinense. Junto con este
nombramiento, que pronto se rebeló como poco acertado, hubo otros como los de
Sidney como comandante de Vlissingen o Cecil de Brill.
Leicester hizo su entrada triunfal en La Haya el 27 de diciembre de 1585 con
gran esplendor, acompañado por una Casa compuesta por cerca de 200 personas. En
febrero del año siguiente fue nombrado gobernador absoluto, concediéndosele, incluso,
la posibilidad de poder nombrar oficiales de una lista que se le mostraría, así como dos
puestos en el Conseil d´État para consejeros ingleses802. En sus instrucciones se le pedía
que reformara los Estados Generales para darles más poder, pero fue incapaz de llevarlo
a cabo. Este contratiempo, unido a la defección de Stanley y Yorke, que rindieron
Deventer y Zutphen en enero de 1587, quebró la confianza entre ingleses y holandeses.
A partir de ese momento, Oldenbarnevelt se comenzó a mostrar como el líder de
unas Provincias Unidas que seguirían su camino de forma independiente tras la segunda
estancia de Leicester, que entre noviembre de 1586 y julio de 1587 había viajado a
Inglaterra, en sus tierras. Aunque Lord Willoughby fue nombrado sucesor del
gobernador inglés, el régimen de Leicester fue finalmente liquidado en octubre de 1588,
aunque podemos considerar que ya lo estaba desde que Mauricio de Nassau fuera
nombrado Stadholder de Holanda, Zelanda y Frisia en marzo de 1587 con el patrocinio
de Oldenbarnevelt803. Desde ese momento, podemos considerar que las relaciones entre
Inglaterra y las Provincias Unidas pasarían de ser de protectorado y dependencia a la de
dos potencias que negociarían y cooperarían en un mismo plano, aunque las tropas
inglesas continuaran en Flandes hasta el Tratado de Somerset de 1604.
occasions plus que les termes de rigueur et intimidation”. En estas palabras podemos intuir la
influencia de Granvela.
802
Sobre su estancia en Flandes, W. T. MaCCAFFREY, op. cit., pp. 348-401 y F. G.
OOSTERHOFF, Leicester and the Netherlands, 1586-1587, Utrecht, 1998.
803
H. H. ROWEN, The princes of Orange..., pp. 37-38.
238
Por lo que respecta a Francia, tras el fallecimiento del duque de Anjou y de
Orange, Felipe II decidió convocar una Junta compuesta por Juan de Zúñiga, Granvela y
Juan de Idiáquez para definir la política de la Monarquía respecto al reino vecino804. En
ella se impusieron las ideas de Zúñiga, que optaba por una guerra encubierta que
aprovechara las disensiones internas de los franceses, a las de Granvela, que era
partidario de provocar una guerra abierta805. En aplicación de estas ideas, se decidió
reorganizar a los católicos franceses y fundar una nueva Liga Católica, ampliación de la
de Peronne de 1576, que evitara que Enrique de Navarra pudiera optar al trono al haber
fallecido el legítimo sucesor806. Esta Liga debía estar compuesta por dos niveles807; el
primero era una Liga aristocrática de clientes nobles de los Guisa con base, sobre todo,
en el Norte y Este del reino y en la que descollaban el propio duque de Guisa,
gobernador en Champagne, su hermano Charles de Mayenne, que lo era de Borgoña, el
duque de Mercoeur, de Bretaña, el duque de Aumale, de Picardía, y el duque de Elbeuf,
de Normandía808. El segundo nivel estaría compuesto por un grupo de magistrados y
notables urbanos, que se había iniciado en París con el famoso grupo de los Seize809.
El liderazgo de la misma recayó en Enrique de Guisa y se envió a Juan Bautista
de Tassis y al comendador Moreo a negociar con él, logrando llegar a un acuerdo en
Joinville el 31 de diciembre de 1584. Mediante este tratado, la Liga y Felipe II se
comprometían a acabar con el protestantismo en Francia y los Países Bajos, así como
que Cambrai se devolviera al monarca hispano, otorgando este a cambio un subsidio
mensual de 50000 escudos a la Liga810. Pese a los evidentes logros de sus dos enviados
y su conocimiento de la situación, Felipe II decidió nombrar como nuevo embajador a
Bernardino de Mendoza811, que acababa de ser expulsado de Inglaterra.
La eficaz labor de Mendoza, que se convirtió en el nexo de unión de Felipe II
con la Liga Católica y con Escocia, así como con algunos jesuitas que apoyaron la
804
En general, sobre la política de Felipe II en Francia durante esos años, Configuración, pp.
248-252 y V. VÁZQUEZ DE PRADA, op. cit., pp. 271-330.
805
“Parecer de Granvela” el 28 de junio de 1584, AGS, E., leg. 2855, s. f.
806
Sobre el devenir de la Liga Católica durante esos años cruciales, M. GREENGRASS, France
in the Age of Henri IV. The struggle for Stability, Londres y Nueva York, 1984, pp. 26 y ss. y
M. P. HOLT, The french wars of religion..., capítulo 5, “Godly warriors”: the crisis of the
League, 1584-1593”, pp. 121-152.
807
Un estudio sobre la composicion de la Liga en este periodo, E. BARNAVI, Le parti de Dieu.
Étude sociale et politique des chefs de la Ligue parisienne 1585-1594, Lovaina, 1980.
808
Sobre la actitud de los nobles franceses ante la Liga, S. KETTERING, “Clientage during the
French Wars of Religion”, The Sixteenth Century Journal, 20 (1989), pp. 221-239.
809
R. DESCIMON, Qui étaient les Seize?, París, 1984.
810
G. BAGUENAULT DE PUCHESSE, op. cit., pp. 26-30.
811
Referente a la labor de Mendoza en Francia, así como el funcionamiento de su embajada y de
sus influencias y contactos, DE L. JENSEN, op. cit., passím.
239
formación de la Liga812, produjo sus primeros frutos en 1585, cuando Enrique III se vio
obligado a llegar a un acuerdo con el duque de Guisa plasmado en el Tratado de
Nemours del 7 de julio813. En él se reconocía al cardenal de Borbón como candidato al
trono y se promulgaba el Edicto del 11 de julio, mediante el cual el catolicismo pasaba a
ser la única religión del reino y se suprimían las medidas de pacificación. Este tratado,
unido a la bula del 9 de septiembre del mismo año en la que Sixto V excomulgaba a
Enrique de Navarra y le privaba de sus derechos al trono francés, provocó el comienzo
de una nueva guerra civil de religión en Francia, conocida como la de los tres Enriques,
que se prolongaría desde 1585 hasta 1594.
Durante esa nueva conflagración, Enrique III estuvo sometido a los designios de
la Liga Católica y de su líder Guisa hasta que consiguió librarse de su tutela, mediante
asesinato, a finales de 1588. Sin duda, ese sometimiento fue posible gracias a la labor de
Bernardino de Mendoza, que consiguió formar un verdadero “partido español” en París
a través de contactos con Catalina de Médicis, los secretarios Villeroy, P. Bellièvre y P.
Brulant o embajadores como el escocés James Beaton o el nuncio papal Fabio Mirto
Frangipani. En contra suya se mostraron los embajadores veneciano, Giovanni Dolfin,
florentino, Filippo Caeriana, e inglés, Edward Stafford, así como el propio Enrique III.
Por su parte, las desavenencias entre Mendoza y Farnesio dejaron en completo fuera de
juego al príncipe de Parma en todas estas intrigas, lo que provocó que no recibiera
siempre toda la información necesaria y no pudiera reaccionar a tiempo ante los
importantes acontecimientos que iban a tener lugar.
El punto culminante del poder de la Liga fue la Jornada de las barricadas en
París el 12 de mayo de 1588, evento que debemos unir a la marcha de la Armada contra
Inglaterra, ya que, aunque eran los Seize los que querían desarrollar esa revolución,
finalmente fue Guisa, inducido por Mendoza, el que la orientó para que tuviera lugar en
el momento adecuado para evitar la intervención francesa durante el ataque a la isla814.
812
Sobre la labor de los jesuitas como enlace con la Liga durante esos años y su posterior
expulsión de Francia, A. LYNN MARTÍN, Henry III and the jesuit politicians, Ginebra, 1973,
passím. Es de resaltar el papel de Claude Matthieu de Lorena, que realizó dos embajadas a
Roma, una con el papa Gregorio XIII y otra con Sixto V, buscando el apoyo papal a la Liga y la
excomunión de Enrique de Navarra con relativo éxito.
813
Las negociaciones han sido estudiadas en E. de BARTHELEMY, “Catherine de Médicis, le
duc de Guise et le Traité de Nemours”, Revue des Questions Historiques, 27 (1880), pp. 465-
495.
814
V. VÁZQUEZ DE PRADA, op. cit., pp. 301-310.
240
Esa Jornada derivó en la proclamación del Edicto de Unión de julio del mismo año, por
el que Enrique III tuvo que reconocer todas las demandas de los Guisa y de los Seize815.
Sin duda, el año de 1588 se rebeló como fundamental en el devenir de la política
exterior de Felipe II y todo hacía apuntar a que iba a resultar muy exitoso. Sin embargo,
los acontecimientos mostrarían que no era todo tan sencillo y los sucesivos fracasos que
se fueron produciendo iban a requerir de un chivo expiatorio, que acabaría siendo
Alejandro Farnesio.
5.3.2.- El crucial papel de Farnesio en la política exterior de la Monarquía, los años
clave (1588-1592)
La ruptura de la tradicional alianza hispano-inglesa se había comenzado a intuir,
como ya vimos, desde el inicio de la Revuelta de los Países Bajos. Poco a poco, Isabel I
fue siendo consciente de las posibilidades que dicho conflicto le otorgaba, ya que estaba
desangrando el poder de Felipe II en el Norte de Europa, y una ayuda a los rebeldes a
través de subsidios y, posteriormente, de tropas, alentó la resistencia al monarca más
poderoso del momento y favoreció su política de equilibrio. No sería hasta 1585, una
vez que Francia entró en la órbita de Felipe II a través de la Liga Católica y que
Farnesio hubo consolidado el poder real en Flandes, cuando Isabel de Inglaterra se
decidió a intervenir directamente a través del Tratado de Nonsuch. Este acuerdo
significaba una declaración de guerra en toda regla y Felipe II decidió desechar las
acciones indirectas, caso del apoyo a nobles levantiscos o ataques por Escocia o
Irlanda816, como había venido haciendo hasta ese momento, para pasar a contemplar la
posibilidad de realizar un ataque frontal.
Ya las acciones del embajador Bernardino de Mendoza durante sus últimos años
de estancia en Londres apuntaban a ese cambio de postura. Aunque en 1578 había
recibido unas instrucciones conciliatorias, se implicó en las diversas conspiraciones de
los Estuardo, de los ingleses y escoceses católicos y de los Guisa en Francia, por lo que
se le fue aislando, al igual que había sucedido con Guerau de Spes, para,
815
Sobre esta supuesta reconciliación, H. de L´ÉPINOIS, “La reconciliation de Henri III et du
Duc de Guise d´aprés les documents des archives du Vatican, mai-juillet 1588”, Revue des
Questions Historiques, 29 (1886), pp. 52-94.
816
Para los diferentes planes de conquista y levantamiento de Irlanda, E. GARCÍA HERNÁN,
“Planes militares de Felipe II para conquistar Irlanda, 1569-1578” en ID. et alíi (eds.), Irlanda y
la Monarquía Hispánica: Kinsale 1601-2001. Guerra, política, exilio y religión, Madrid, 2002,
pp. 185-204.
241
posteriormente, expulsarle de Londres en 1584 tras su participación en la conspiración
de Thockmorton817.
La llegada al solio pontificio en 1585 de Felice Peretti, más conocido como
Sixto V818, supuso la apertura de nuevos horizontes para una posible empresa contra
Inglaterra, que los Papas llevaban alentando desde el gobierno del duque de Alba.
Desde un primer momento, el nuevo Pontífice intentó llevar a cabo una política
desligada de la tutela de Felipe II, pero, a su vez, intentando usar en beneficio propio las
enormes fuerzas del rey católico más poderoso, por lo que entabló negociaciones
rápidamente con el embajador de Felipe II en Roma, el conde de Olivares, para llevar a
cabo una acción contra Inglaterra. Aunque el noble hispano receló de las intenciones
papales, ya que la situación de la Monarquía Hispana invitaba a concentrar los esfuerzos
militares en Flandes y en Francia y no a buscar nuevos frentes819, la situación había
cambiado con respecto a ocasiones anteriores y los ministros de Felipe II pasaron a
considerar que la Empresa podía resultar muy interesante.
Tras la conquista de Portugal, la Monarquía Hispana había alcanzado unas
cuotas de poder increíbles y la existencia de un rey católico y aliado en Inglaterra haría
que el enemigo secular de la Monarquía, Francia, sobre el que además se estaba
ejerciendo una política de control a través del apoyo a la Liga Católica, se viera
completamente rodeado. Además, Isabel de Inglaterra había desatado las hostilidades
hacia la Monarquía, por lo que la invasión podría ser considerada como una guerra de
reputación820. Conviene que nos detengamos brevemente en la evolución de este
concepto a lo largo del siglo XVI.
Antes de la Reforma, los litigios se resolvían por derecho y legitimidad, algo que
apenas cambió durante los primeros años de la misma. Solo la profundización de las
diferencias entre las religiones cristianas provocó cambios importantes, planteando el
Confesionalismo nuevos conceptos de legitimidad. Las potencias mantenían relaciones
ambiguas de amistad y enemistad, ya en atención a la conservación (interés del Estado)
ya de confesión (interés de religión), bajo una capa de disimulo, ya que por debajo de la
confesión bullían los intereses del Príncipe. Debido a ello, la guerra ya no era reparación
817
Sobre sus años en Inglaterra, W. T. MaCCAFFREY, op. cit., pp. 315-336 y M. A. OCHOA
BRUN, op. cit., pp. 173-181.
818
Su biografía en Barón de HÜBNER, Sixte-Quint d´après des correspondances diplomatiques
inédites, París, 1882, 2 vols., passím y L. PASTOR, Historia de los Papas en la época de la
reforma y restauración católica, Barcelona, 1941 (traducción de la cuarta edición alemana),
XXI, pp. 42-61.
819
Olivares a Felipe II, 13 de julio 1585, AGS, E., leg. 946, f. 139.
820
Configuración, pp. 252-254 y 259-261.
242
de un acto ilegítimo y se dejó de hablar de conservación y defensa de derechos
patrimoniales para sustentar la política exterior y se comenzó a popularizar, a finales de
la década de los 80 y principios de la de los 90, la expresión “razón de estado”, que
equivaldría a prudencia política. Desde ese momento, la reputación pasó a ser la forma
en que cada Príncipe debía actuar en función de actos ofensivos y les situaba a todos en
el espacio internacional dentro de una comunidad, la Cristiandad, que poseía su propia
jerarquía interna.
Ante estos nuevos cambios en la filosofía política, los grandes patronos
cortesanos del momento en la Monarquía Hispana, comenzaron a elaborar teorías sobre
el ataque a las islas. Juan de Zúñiga, en concreto, pretendía conquistar Inglaterra y dejar
allí como rey a Alejandro Farnesio mientras Isabel Clara Eugenia y el archiduque
Alberto contraerían matrimonio, dándoseles en dote la soberanía de los Países Bajos821.
Pese al fallecimiento de Zúñiga a finales de 1586, la idea de la intervención en
Inglaterra se mantuvo y tanto Idiáquez como Moura la apoyaron822.
Alentado por sus privados, Felipe II ordenó a Olivares que pusiera en marcha
negociaciones con el Papa para que apoyara la empresa, siendo el principal valedor de
las mismas el cardenal inglés Allen. Sin embargo, el embajador debía conseguir que
fuera el propio Pontífice quien realizara la propuesta823. El repentino interés de Felipe II
hizo recelar al Papa, que mostró su preocupación ante los motivos que movían al
monarca hispano, ya que consideraba que estos no eran estrictamente religiosos sino,
sobre todo, políticos824. Esas reticencias fueron vencidas, aparentemente, por Olivares,
que consiguió que Sixto V prometiera la entrega de un millón de escudos para la
Empresa.
821
P. FEA, op. cit., pp. 314-315 y L. VANDER ESSEN, Alexandre Farnèse..., V, pp. 176-177.
822
“Parecer del Consejo”, s. d. (mediados de 1587), AGS, E., leg. 2855, s. f. En realidad, era la
opinión de Moura, quien creía que se debía apremiar a Farnesio en sus preparativos.
823
Felipe II a Olivares, 2 de enero de 1586, Ibídem, leg. 947, f. 102, “Lo primero que pues
Alano está ay tan bien acogido de su santidad como decís, hagays que continue la instancia para
que el Papa me persuada esta empressa y ayude a ella, y que os tome a vos por medianero, que
verá como deshazeys con buenos oficios la opinión errada que de vos tienen en creer que lo
contradecís”. La respuesta del Papa en Ibídem, f. 16, “Relación sobre lo que se propuso a su
santidad de la empresa de Inglaterra, lo que respondió y parezce en cada capítulo al Conde de
Olivares” del 24 de febrero de 1586. En el f. 112 encontramos un sumario de la réplica de Felipe
II y en el f. 114 la respuesta de Sixto V a este memorial.
824
Olivares a Felipe II, 24 de febrero de 1586, Ibídem, leg. 947, f. 15, “El tratar de querer
persuadir al Papa que no sea el principal fin que mueve a V. Majestad acudir a esta plática la
venganza de ofensas particulares, la conveniencia para la cosa de Holanda y la imposibilidad de
poder de otra manera, asegurar la navegación de sus Indias, es cosa de que no ay remedio
hazerle capaz aunque me he esforçado quanto me he podido (...) y demás de la tenacidad de su
condición y el escudo de los exemplos de sus antecesores ha hecho mucho daño los avisos que
por todas partes llueven de las preparaciones que V. Majestad haze y que sean para esta
empresa”.
243
El gobernador de Flandes, por su parte, se mostró contrario al ataque, ya que
distraería fuerzas de su “Reconquista” en los Países Bajos, aunque se mostró en todo
momento dispuesto a cooperar si el rey lo decidía así825. La situación de la Corte
madrileña hizo que la opinión de Farnesio no fuera escuchada y se decidiera el envío de
la Armada, iniciándose una febril actividad. Aunque no se pudieron mantener en secreto
los preparativos de la misma826, no se descubrió su verdadero objetivo, que no era para
nada confesional sino político; este era modificar el escenario de la política
septentrional y, en última instancia, resolver la situación de los Países Bajos donde los
rebeldes, sin apoyo inglés, sucumbirían rápidamente ante el poder de las armas de
Farnesio.
No es nuestra intención en este apartado realizar una descripción de los
preparativos de la Armada y el desarrollo de la misma, ya que es un asunto
suficientemente estudiado, sobre todo, a raíz del cuarto centenario en 1988827. Así
mismo, tampoco pretendemos valorar la actuación militar de Farnesio, ya que ha sido
analizada por numerosos autores828. Todos ellos coinciden en señalar que el príncipe de
Parma no fue el responsable del fracaso pero, sin embargo, es interesante observar como
este suceso significó el comienzo de su ocaso personal y político.
Pese a todo, ese momento aún no había llegado y poco después del fracaso de la
Armada se le presentó a Farnesio la ocasión perfecta de desquitarse de su pérdida de
reputación en Madrid mediante su intervención en los asuntos franceses, a raíz de la
decisión de Felipe II de ayudar abiertamente a la Liga Católica. En un primer momento,
esta asistencia se ceñiría al envío de dinero y a las labores diplomáticas que realizaban
825
Farnesio a Felipe II, 20 de abril de 1586, Ibídem, leg. 590, ff. 124-129.
826
DE L. JENSEN, “The spanish Armada: the worst-kept secret in Europe”, Sixteenth century
journal, XIX (1988), pp. 621-641.
827
La Armada ha sido estudiada tanto por autores ingleses, entre otros, G. MATTINGLY, The
Armada, Boston, 1959, D. WATKIN WATERS, The Elizabethan navy and the Armada of
Spain, Greenwich, 1975, P. KEMP, The campaign of the Spanish Armada, Oxford, 1988, G.
PARKER y C. MARTIN, The spanish Armada, Londres, 1988 o M. J. RODRÍGUEZ-
SALGADO y S. ADAMS (eds.), England, Spain and the Great Armada, 1585-1604, Londres,
1988, como españoles, como es el caso de C. FERNÁNDEZ DURO, La Armada Invencible,
Madrid, 1884, 2 vols., C. GÓMEZ CENTURIÓN, La invencible y la empresa de Inglaterra,
Madrid, 1988 y el grupo formado por H. O´DONNEL, F. FERNÁNDEZ SEGADO et alíi.
828
Por citar algunos, F. ESTRADA, Segunda década de las guerras de Flandes, desde el
principio del gobierno de Alejandro Farnesio, Tercero Príncipe de Parma y Plasencia, Colonia,
1682, (Traducción de Melchor Navas), pp. 517-522, P. FEA, op. cit., pp. 302-310, L. VANDER
ESSEN, Alexandre Farnèse..., V, pp. 230-249, F. FERNÁNDEZ SEGADO, “Alejandro
Farnesio ante los planes de la empresa de Inglaterra”, Hispania, 165 (1987), pp. 117-161, H.
O´DONNELL, op. cit., pp. 529-552 y G. PARENTE, H. O´DONNELL et alíi, op. cit., passím.
244
Mendoza, Moreo y Tassis829; sin embargo, poco después pasaría a ser militar tras el
cambio de actitud de Enrique III tras el fracaso de la Armada.
El monarca francés había visto la posibilidad de librarse del yugo de la Liga
Católica y comenzó a maniobrar al efecto, para lo cual destituyó a 8 de sus consejeros
más cercanos y convocó a los Estados en Blois, iniciándose las sesiones el 16 de octubre
de 1588. Los miembros de la Liga se defendieron en ellos del ataque del monarca, que
tomó la decisión de eliminar físicamente a sus líderes y mandó asesinar al duque de
Guisa el 23 de diciembre y a su hermano el cardenal al día siguiente. Esto, unido a la
muerte de Catalina de Médicis el 5 de enero del año siguiente, radicalizó la postura del
rey francés y a nadie le extrañó que el 3 de abril de 1589 llegara a un acuerdo con
Enrique de Navarra para luchar contra su enemigo común: la Liga.
La reacción católica no se hizo esperar y, mientras la Liga Católica reorganizó
sus fuerzas con la elección de Charles de Mayenne como nuevo líder830, el Papa
excomulgó a Enrique III y Felipe II le advirtió de las graves consecuencias que podían
tener sus actos. En efecto, en septiembre de ese año el monarca hispano decidió que el
ejército de Flandes interviera en Francia831, pese a que el 1 de agosto el monje Jacobo
Clemente había asesinado a Enrique III y había sido sustituido en el trono por el
cardenal de Borbón con el nombre de Carlos X.
Tras recibir la orden real, Farnesio envió a comienzos de 1590 un ejército de
1800 hombres al mando del conde de Egmont, que fue derrotado en Ivry el 14 de marzo,
falleciendo dicho noble832. Este fracaso supuso nuevas críticas para el gobernador, ya
que muchos flamencos consideraron que se les había enviado a una muerte segura, y se
le exigió desde Madrid que actuara con mayor decisión833. Pese a sus ideas, Farnesio
volvió a acatar la decisión real como en ocasiones anteriores y dio inicio a los
preparativos. Para definir los términos en que se realizaría la intervención, se reunió con
el duque de Mayenne en mayo de 1590, iniciándose desde ese momento una difícil
relación entre ambos personajes por sus intereses contrapuestos, sobre todo, en lo
referente al nombre del comandante del ejército834.
829
“Parecer del Consejo de Estado”, febrero de 1589, AGS, E., leg. 2855, s. f.
830
Aunque hay que reseñar que mientras los nobles de la Liga siguieron a Mayenne, la gente de
menor extracción social, sobre todo en París, siguió a Bernardino de Mendoza (DE L. JENSEN,
Diplomacy and dogmatism..., pp. 171-189).
831
Minuta de Felipe II a Farnesio, 8 de septiembre de 1589, AGS, E., leg. 2219, f. 199.
832
H. KHEVENHÜLLER, op. cit., p. 385.
833
Parecer del Consejo de Estado, marzo de 1590, AGS, E., leg. 2855, s. f..
834
Farnesio a Felipe II, 3 de octubre de 1590, Ibídem, leg. 598, f. 110. J. B. de Tassis pretendía
que fuera Farnesio quien comandara el ejército, mientras Mayenne quería estar al mando y ser
reconocido como lugarteniente general de Francia. Finalmente, decidieron compartir el puesto.
245
Durante los meses de preparación, Farnesio insistió repetidamente en la
necesidad de acabar primero militarmente con los rebeldes flamencos para luego
concentrarse en Francia. En Madrid se estaba de acuerdo en la necesidad de neutralizar
las acciones de los rebeldes pero, para ello, se decidió que era mejor abrir negociaciones
de paz en vez de intervenir militarmente. Ya Richardot llevaba en sus comisiones de
1589 la tarea de hablar sobre dicha paz y desde la Corte se le apuntó la posibilidad de
llevar a cabo las negociaciones contando con la intermediación del emperador, de
algunos príncipes alemanes -como el elector de Tréveris o el de Colonia-, o del
Papado835. Sin embargo, el inicio de las negociaciones se retrasó y cuando los emisarios
del Imperio llegaron a Flandes a finales de 1591, no se pudo llegar a acuerdo alguno836.
Una vez finalizados los aprestos, Farnesio partió en agosto de 1590 hacia
Francia al mando de un potente ejército. La literatura sobre la campaña es muy
numerosa, al igual que sobre la empresa de Inglaterra, por lo que no nos centraremos en
su narración837. De la misma hay que destacar que fue exitosa, ya que consiguió romper
el cerco de París y abrió varias vías para que la capital pudiera ser socorrida. Sin
embargo, su prematuro retorno a Flandes sin permiso real significó su sentencia política
definitiva, aunque los acontecimientos hacían aún inviable su relevo por su indudable
capacidad militar, necesaria para realizar una segunda entrada en Francia.
En efecto, la situación en el reino vecino seguía requiriendo la intervención
armada, tras el fallecimiento sin sucesión de Carlos X en su prisión de Poitou el 9 de
mayo. Tras intensas deliberaciones, en Madrid se decidió presentar la candidatura al
trono francés de la infanta Isabel Clara Eugenia838, a la que se pretendía casar con el
archiduque Ernesto, sin contemplar las opciones del duque de Mayenne839. Desde ese
835
Farnesio a Felipe II, 21 de julio de 1590, Ibídem, f. 93.
836
H. DE SCHEPPER, “Los Países Bajos y la Monarquía Hispánica,...”, p. 336.
837
Entre otros “Jornada de Francia, 1590”, CODOIN, LXXV, pp. 360-384 o L. VANDER
ESSEN, Alexandre Farnèse..., V, pp. 287-310.
838
Sobre los derechos de la infanta al trono, A. MOUSSET, "Les droits de l´Infante Isabelle-
Claire-Eugénie à la Couronne de France", Bulletin Hispanique, XVI (1914), pp. 46-79.
839
Diego de Ibarra a Felipe II, 7 de septiembre de 1591, AGS, E., leg. 599, f. 162, “Por un papel
que aqui va que es sacado de algunos avissos que tengo de un hombre confidente vera V.
Majestad como se ha trasluçido lo del Archiduque Ernesto y de su hermano no ha hecho esto
buen estomago al Duque de Humena no falta quien diga que sería a propósito no quiriendolo V.
Majestad para si elegir uno de los de la sangre hallándole catholico con quien podría la señora
Infanta ser Reyna sirviéndose V. Majestad dello conque la generalidad del Reyno quedaría
satisfecha su santidad contento de pareçer que no se sacava de sus quiçios este negocio. La
nobleza deste reyno dividida que no es lo que menos importaria para el sosiego de adelante pero
a lo poco que yo alcanço no queriendolo V. Majestad este Reyno para si mesmo a su servicio
conviene que sin perder tiempo se trate de la election de Rey y se procure la Corona para su
Alteza de la señora Infanta casándose con el Archiduque Ernesto y para esto se ha de hazer
desde luego negoçiaçion con su santidad y primero con los diputados de las villas y con el
246
momento, este asunto pasó a ser prioritario en la política exterior de Felipe II y el resto
de frentes quedaron en segundo plano.
Para conseguir objetivo tan ambicioso, además de programar una segunda
intervención armada a través del ejército de Flandes, se encargó al embajador en el
Imperio, Guillén de San Clemente, que comenzara las negociaciones con Rodolfo II
para que permitiera el matrimonio de su hermano con la Infanta si esta recibía,
finalmente, el trono francés840. Por último, se decidió enviar a Francia al II duque de
Feria841 como embajador especial ante los Estados Generales que se iban a reunir en
París para tratar sobre el asunto y a Íñigo de Mendoza, hermano del marqués de
Mondéjar, como jurista para vencer el problema que representaba la “Ley Sálica”
francesa, que impedía que una mujer reinara842. Tras pasar por Flandes en 1592, ambos
se encaminaron a París junto a Diego de Ibarra y Tassis en una misión que podría haber
cambiado la historia de Europa si se hubiera logrado el éxito. Sin duda, el número de
enviados y la calidad de los mismos nos dan una idea de la importancia que Felipe II le
concedía, pero sus discrepancias internas y errores les hicieron fracasar en su
cometido843.
Mientras, Farnesio, muy a su pesar, se encaminó de nuevo al reino vecino el 15
de noviembre de 1591, con un evidente retraso por los ataques de los rebeldes
neerlandeses, lo que enojó aún más a los consejeros madrileños. Al igual que en la
primera expedición, existen numerosos testimonios sobre esta segunda844, por lo que no
haremos mención al desarrollo de una campaña en donde el principal logro fue el
Duque de Humena y si huviere dificultad en la persona del Archiduque Ernesto y V. Majestad
por el bien de la christiandad y por desempeñarse de guerra tan travajosa y costosa aunque esta
por algun tiempo sera fuerça sustentalla quisiere humanarse a resçivir al Duque de Guisa por
hijo tengole por el sujeto mejor de Francia y al que mas inclinaran y que si bien su tio sentira
tenelle por señor sera quiça con el que mejor lo llevara".
840
Felipe II a Guillén de San Clemente, 30 de mayo de 1592, Ibídem, leg. 2450, s. f.
841
Lorenzo Suárez de Figueroa y Córdoba era hijo del primer duque de Feria. Fue embajador
extraordinario ante la Santa Sede en 1590 y en 1591-92 para prestar obediencia a los papas
Inocencio IX y Clemente VIII, así como enviado extraordinario de Felipe II ante los Estados
Generales de Francia en 1592-94. Felipe III le envió al Imperio para procurar la elección de
algún príncipe de la Casa de Austria como Rey de Romanos en 1600, ejerciendo como último
cargo importante el de Virrey de Sicilia (1602-6). De su segunda esposa, Isabel de Mendoza,
tuvo a su heredero, el III duque de Feria, también diplomático. Falleció en Nápoles en 1607 (M.
A. OCHOA BRUN, op. cit., p. 219, nota 1079).
842
El rey comunicó esta decisión a Farnesio en una carta con fecha 6 de noviembre de 1591
(AGS, E., leg. 2220-2, f. 159). Antes de marchar a Francia, Feria prestaría obediencia al nuevo
Pontífice, Inocencio IX, conservándose la minuta de su instrucción para Roma del 2 de junio de
1591 en Ibídem, leg. 958, s. f.
843
Una descripción de sus actuaciones en CABRERA, III, pp. 1448-1449 o M. P HOLT, The
french wars of religion..., pp. 148-149.
844
Entre otros L. VANDER ESSEN, Alexandre Farnèse..., V, pp. 323-355 y V. VÁZQUEZ DE
PRADA, op. cit., pp. 382-389.
247
desbloqueo de la ciudad de Rouen, aunque sin dejar plazas con guarnición, por lo que
constituyó una gesta inútil. Tras abandonar al ejército, que dejó al mando del barón de
Rosne y de su hijo Ranuccio, Farnesio marchó a Spa con la esperanza de recobrarse en
sus famosos baños pero, como sabemos, nunca más retornaría a Francia.
En esta segunda incursión, el príncipe de Parma había contado con la ayuda
tanto de su hijo Ranuccio, que se presentó sin previo aviso y con el objetivo de medrar
sirviendo en el ejército real845, como con la del ejército pontifical. Ya había solicitado
Felipe II a Sixto V en 1590 que tomara parte en las operaciones enviando un
contingente armado pero el Pontífice, que era partidario de favorecer a la Liga, no
consintió en plasmar dicho apoyo de forma militar pese a la presión de Olivares, lo que
provocó duros enfrentamientos entre ambos846. Las reticencias del Papa se basaban en
que Enrique de Navarra era el único monarca que podía evitar la consecución de la
Monarquía Universal por parte de Felipe II, por lo que era imprescindible que fuera un
rey fuerte, pese a ser hereje847. Ante la negativa Papal, Felipe II envió un nuevo
embajador a Roma para, en un principio, apoyar a Olivares y, posteriormente,
relevarle848. El elegido fue Antonio Fernández de Córdoba y Folc de Cardona, duque de
Sessa849, ya que su cercanía a las tesis de la facción “papista” parecía la mejor arma para
convencer al Pontífice. Sin embargo, este no cedió y no sería hasta el breve pontificado
de Gregorio XIV cuando se consiguiera el envío de tropas papales a Francia850.
El ejército enviado estaba compuesto por 6000 infantes y 1000 caballos
comandados por Hercules Sfrondato, conde de Montemarciano y sobrino del Papa.
Como general de la caballería fue elegido Pedro Gaytan y Appio Conti como maestre de
campo general, siendo ambos amigos de Farnesio851. Enseguida comenzaron los
845
Sobre el personaje, B. J. GARCÍA GARCÍA, "Ranuccio I Farnesio y la gloria del príncipe"
en A. BILOTTO, P. DEL NEGRO Y C. MOZZARELLI (eds.), op. cit., pp. 117-145. Ranuccio
expresó su decisión al rey mediante misiva del 26 de julio de 1591 (AGS, E., leg. 600, f. 92). Su
presencia en Flandes supuso para su padre, más que una ayuda, la aparición de nuevas críticas
hacia él por los favores que le otorgó.
846
Barón de HÜBNER, op. cit., II, pp. 141-340; L. PASTOR, op. cit., XXI, pp. 314-325 y M. A.
OCHOA BRUN, op. cit., pp. 215-218.
847
Barón de HÜBNER, op. cit., II, p. 356.
848
“Instruction de lo que vos D. Antonio de Córdoba y de Cardona, duque de Sessa y de Soria
mi primo debéis de haçer en Roma donde os envío por cosas importantes a mi servicio”, 10 de
abril de 1590, AZ, carpeta 39, doc. 31.
849
Biografía en M. A. OCHOA BRUN, op. cit., p. 218, n. 1070.
850
En general, para la actitud del Papado respecto a las guerras de religión en Francia, H. de
L´ÉPINOIS, La ligue et les papes, París, 1886 y F. ROCQUAIN, La France et Rome pendant
les guerres de Religión (1559-1598), París, 1924. En cuanto a su actuación en vida de Gregorio
XIV, P. VAN ISACKER, "Notes sur l´intervention militaire de Clément VIII en France", Revue
d´histoire eclesiastique, XII (1911), pp. 703-705.
851
Diego de Ibarra a J. de Idiáquez, 14 de mayo de 1591, AGS, E., leg. 599, f. 127.
248
problemas de precedencias entre el conde de Montemarciano, Farnesio y Mayenne, ante
el temor del último a que el Papa intentara crear un tercer partido en Francia que uniera
a todos los católicos, incluídos los que apoyaban a Bearn. Para poder evitar esta
posibilidad, el dirigente de la Liga solicitó que se le aumentara su título de lugarteniente
del Reino de Francia, lo que no fue aceptado por los otros dos comandantes. El príncipe
de Parma, por su parte, ostentaba el título de confaloniero o supremo cargo militar del
ejército pero desde Roma no se entendía así y el Papa pidió que Montemarciano tuviera
precedencia sobre él852. Felipe II, por supuesto, se negó a tal posibilidad853. Esta
discusión destapó de nuevo las reticencias que se tenían en Roma de la labor de
Farnesio854, corroborando así que apenas disponía de apoyos ni en la Corte pontifical ni
en la madrileña.
Con la intervención armada en Francia, se confirmaba el interés de Roma por
influir activamente en los acontecimientos que sucedían en el Norte de Europa. Esa
atención se vería complementada con el envío de Jerónimo Matteucci como comisario
general de la armada pontificia estacionada en Flandes, título que se concedía a agentes
de segundo rango855, reactivando así la presencia diplomática de Roma en los Países
Bajos, que había quedado en suspenso tras la marcha de Filippo Sega en 1577.
Ya en junio de 1583 Farnesio había confesado al nuncio de Gratz, Germanico
Malaspina, la necesidad que existía de crear una legación Papal permanente en Flandes.
Sin embargo, la Santa Sede decidió instalar a instancias de Felipe II la nueva nunciatura
en Colonia, dentro de la cual estarían comprendidos los territorios de los Países Bajos.
El primer nuncio fue Bonomi, obispo de Vercelli, que llegó allí el 4 de abril de 1585,
pero no pudo disfrutar de una residencia fija ya que se pasó la mayor parte del tiempo
en Flandes, por lo que solicitó en numerosas ocasiones que se creara una nueva
nunciatura en aquel territorio856. Sixto V recogió la idea nada más al llegar al solio
pontificio y expresó al embajador Olivares su idea de comisionar a un prelado para que
marchara a Flandes, con los pretextos de que las órdenes religiosas querían enviar
miembros suyos y este podría acomodarles, así como la necesidad de controlar la
852
Sessa a Felipe II, 15 de mayo de 1591, Ibídem, leg. 958, s. f.
853
Felipe II a Sessa, 26 de junio de 1591, Ibídem, s. f.
854
Sessa a Felipe II, 23 de agosto de 1591, Ibídem, s. f.
855
Fue arzobispo de Ragusa (1579-1583), obispo de Sarno (1583-1594) y de Viterbo (1594-
1609), así como comisario general de la armada pontificia en Flandes desde 1591 hasta febrero
de 1593 (R. MAERE, "Les origins de la nonciature de Flandre. Étude sur la diplomatie
pontificale dans les Pays-Bas à la fin du XVI siècle", Revue d´histoire ecclésiastique, 7 (1906),
p. 806, nota 4).
856
Ibídem, pp. 573-584.
249
libertad de conciencia que parece se permitía en ciudades como Brujas o Amberes857. Ni
Felipe II ni Juan de Idiáquez consideraron conveniente dicha comisión y así se lo
comunicaron al embajador, que tampoco lo juzgaba necesario858. Farnesio, por su parte,
había mudado de opinión y también mostró su desacuerdo sobre el envío de dicho
prelado859. Poco tiempo después, el nuncio Papal en Madrid insistió a Felipe II sobre el
asunto pero el monarca mantuvo su intención de posponer dicho envío860, lo cual no
convenció a Sixto V, que proveyó a finales de enero de 1586 al obispo de Gaeta como
nuevo nuncio en Flandes. Sin embargo, las presiones del rey, la muerte del nuncio de
Colonia el 25 de febrero de 1587 y los preparativos de la Armada para invadir Inglaterra
enfriaron el interés del Pontífice y dicho candidato no llegó a tomar posesión del cargo.
Pese a ello, la idea de crear una nunciatura en Flandes no se olvidó en la Santa Sede y se
retomaría poco después861.
5.4.- El relevo
Como vimos, ya Farnesio había solicitado su relevo como gobernador en 1586 y
no le fue concedido por ser necesaria su capacidad militar para la campaña de la
Armada. El fracaso de la misma y su desobediencia en la primera intervención en
Francia llevaron a Felipe II a cambiar de opinión y, desde 1589, se empezó a tratar
sobre su relevo, posibilidad que no fructificó hasta diciembre de 1591. Las críticas a su
857
Olivares a J. Idiáquez, 29 de enero de 1585, AGS, E., leg. 946, ff. 7-8.
858
J. Idiáquez a Olivares, 30 de septiembre de 1585, Ibídem, f. 13. La principal razón que
esgrimieron para el rechazo era que si el Papa enviaba un prelado de calidad haría creer a los
flamencos que era para introducir la Inquisición, lo que podría alterar a los rebeldes
“reconciliados” y romper las negociaciones con los otros. En último término, se debía esperar a
reducir Holanda y Zelanda y enviar dicho prelado con el título de visitador (Felipe II a Olivares,
1 de noviembre de 1585, Ibídem, ff. 146-147).
859
Felipe II a Farnesio, 31 de enero de 1586, Ibídem, leg. 591, f. 85.
860
N. Taverna a Rusticucci, 16 de noviembre de 1585, ASV, Spagna, leg. 13, ff. 459-460.
861
Para los orígenes de la nunciatura de Flandes, V. BRANTS, "Jehan Richardot. Note d´après
les documents inédits sur les origines de la légation des Pays-Bas à Rome et de la nonciature du
Saint-Siège à Bruxelles”, Le Museon, 10 (1891), pp. 1-25; R. MAERE y J. DENS,
“L´organisation de la Nonciature de Flandre depuis son origine jusqu´à la Révolution française
(1596 a 1795)”, en A. VAN HOVE, Rapport sur les travaux du séminaire historique de
l´Université de Louvain pendant l´année 1896-1897, Lovaina, 1898, pp. 10-36; A. CAUCHIE,
"Les instructions générales aux nonces des Pays-Bas espagnols (1596-1635)", Revue d´histoire
ecclesiastique, 5 (1904), pp. 16-46; R. MAERE, op. cit., pp. 565-584 y 805-829; H. BIAUDET,
op. cit., pp. 32-33; L. VANDER ESSEN y A. LOUANT (eds.), Correspondance d´Ottavio
Mirto Frangipani. Premier nonce de Flandre (1596-1606), Roma, 1924, I, pp. IX-LXXXII y
III, pp. IX-XLIV y W. BURLES, "Le budget de la Nonciature de Flandre au XVII siècle",
BIHBR, 27 (1952), pp. 65-85
250
gestión habían ido in crescendo y a las ya conocidas se unirían las de tres eclesiásticos
que actuaban como espías en Flandes862.
El primero de ellos fue el jesuita Antonio Crespo de Molina863, presente en
dichas tierras tras haber embarcado en la Armada destinada a Inglaterra. Su labor de
espía del Consejo de Estado de Madrid le convirtió por derecho propio en un personaje
fundamental durante los gobiernos de Farnesio, Fuentes y Ernesto, siendo confesor de
estos dos últimos864. Tras acercarse al comendador Moreo y alentar sus críticas, durante
todo 1591 hizo lo posible por viajar a Madrid para poder atacar en dicha Corte la
gestión de Farnesio, impidiéndoselo este865.
El segundo fue Fray Baltasar Delgado, que se encontraba en Flandes con el
pretexto de llevar al Monasterio de San Lorenzo de El Escorial la reliquia de la cabeza
de San Lorenzo que estaba custodiada en una abadía alemana866. Sin embargo, su
verdadera misión era ejercer como espía y desde 1589 lo podemos situar entre los
opositores a Farnesio y Masi867 y muy cercano a Mansfeld, que durante la primera
estancia en Francia del príncipe de Parma le concedió 30 escudos de entretenimiento
que le retiró Farnesio a su vuelta868. La reacción del religioso fue escribir una “Raçon de
porqué estos estados no están bien gobernados”, en la cual atacaba duramente a
Farnesio y a sus ministros869.
862
Sobre los usos de la diplomacia y asuntos de inteligencia en Flandes en momentos
posteriores, M. A. ECHEVARRÍA BACIGALUPE, La diplomacia secreta en Flandes, 1598-
1643, Leoia (Vizcaya), 1984.
863
Nacido en Osuna el 12 de marzo de 1543, estudió en la Universidad de dicha ciudad y
obtuvo los grados de maestro en artes y bachiller en medicina, además de cursar dos años de
teología escolástica y positiva. Al ingreso de su única hija en la vida religiosa, ya viudo, entró
en la Compañía donde hizo otros tres años de teología y dos de casos de conciencia. Tras estar
año y medio como ministro de Baeza (1585-1586), en julio de 1587 se le destinó a Jerez de la
Frontera con la misión naval. El 30 de mayo de 1588 zarpó de Lisboa con la Armada, junto al
hermano Alonso del Pozo en la San Lorenzo (capitana de las galeazas de Nápoles), pero el 8 de
agosto la nave encalló en Calais. Ambos pudieron escapar, tras maltrato de los ingleses, y
fueron a Brujas donde Thomas Sailly les destinó a la misión castrense de Flandes, recién
fundada por el príncipe de Parma. Desde ese momento, se implicaría de lleno en la política de
Bruselas hasta que en 1598 retornó a Castilla. Ejercería el ministerio hasta su muerte en Sevilla
el 10 de diciembre de 1600 (Biografía en el DBE).
864
Su conexión con Juan de Idiáquez la podemos ver en la intermediación que realizó con el
hijo del secretario, Alonso de Idiáquez que se encontraba luchando en el ejército en Flandes,
sobre su matrimonio (J. B. Tassis a J. de Idiáquez, 18 de octubre de 1589, AGS, E., leg. 596, f.
99). Su relación con Moreo nos la explica el mismo comendador en una carta a Idiáquez el 26
de mayo de 1590, Ibídem, leg. 599, f. 10.
865
BNM, Ms. 12179, f. 204.
866
Sobre la negociación para traer la cabeza, AGS, E., leg. 2220-2, ff. 312-319, 321-322 y 333.
867
Delgado a Felipe II, 12 de mayo de 1589, Ibídem, leg. 702, s. f.
868
Delgado a Martín de Idiáquez, 12 de diciembre de 1591, Ibídem, leg. 601, f. 178 y a Juan de
Idiáquez, 23 de diciembre de 1591 en el f. 179.
869
Fechada el 12 de diciembre de 1591 se encuentra en Ibídem, f. 177. En ella se puede ver su
conexión con Antonio Crespo y otros opositores a Farnesio como Alonso de Luçón,
251
Por último, nos encontramos al benedictino Fray Pedro Aimerich, antiguo
dominico y abad de San Andrés en Brujas870. En 1592 viajó a Madrid para llevar al
Monasterio de San Lorenzo de El Escorial la reliquia del pie de San Felipe, que ya había
localizado previamente el famoso arbitrista Luis Valle de la Cerda con la ayuda de
Tassis y de Moreo871; sin embargo, la verdadera razón de su viaje era informar sobre la
precaria situación en que se encontraba Flandes, apoyando las tesis de Mansfeld que
favorecía su viaje. Su Jornada se realizó sin dificultad y pudo informar sin recibir una
reprimenda, ratificando, de nuevo, la débil posición del gobernador872.
Todas estas intrigas contra Farnesio cuajaron en diciembre de 1591 en la
decisión de relevarle en el puesto. Los motivos de tal resolución y los personajes
elegidos para llevar a cabo los planes de Felipe II son bien descritos por Cabrera de
Córdoba en su crónica873. La pérdida de prestigio y respeto del de Parma eran claras y
las opiniones vertidas en el Consejo de Estado por el prior Hernando de Toledo y por
Idiáquez hicieron que Felipe II se decidiera por el cardenal Andrés de Austria, hijo del
archiduque Fernando, como nuevo gobernador874.
Mondragón o Pedro Laudans. Especulaba sobre los motivos por los que el rey no le había
retirado aún del puesto y llegaba a la conclusión de que Isabel Clara Eugenia le protegía, rumor
que corría en Flandes. Por último, enviaba 8 avisos para llevar a cabo un buen gobierno.
870
Farnesio a Felipe II, 12 de julio de 1592, Ibídem, leg. 602, f. 110, "Habiéndoseme advertido
que el abad de Sanct Andres cerca de Brujas que es un padre catalán que primero fue frayle
Dominico y agora lo es Benito debaxo de color de llevar a V. Majestad el pie del glorioso
Phelippe Apostol va a hazer malos officios contra mi no puedo dexar de suplicar de nuevo a V.
Majestad con las cartas que vera que puedo se sirva de mandarse informar a requisicion de
quien lo haze y de que yo sea avisado de lo que se me carga".
871
A. DUBET, Hacienda, arbitrismo y negociación política. Los proyectos de erarios públicos
y montes de piedad en los siglos XVI y XVII, Valladolid, 2003, p. 89.
872
Farnesio a Felipe II, 31 de julio de 1592, AGS, E., leg. 602, f. 95. Sin embargo, Felipe II
intentó calmar al gobernador diciendo que no se había hecho caso a dicho padre (Felipe II a
Farnesio, 11 de septiembre de 1592, Ibídem, leg. 2220-2, f. 337).
873
CABRERA, III, pp. 1240-1243. Cabrera de Córdoba sitúa la decisión del relevo a finales de
1589 pero, en realidad, este se decidió en 1591.
874
Nacido en Praga el 14 de mayo de 1558 era el primogénito del archiduque Fernando del Tirol
y de Philippine Welser. Desde joven se le destinó a la iglesia y a los 18 años fue a Roma donde
recibió el 13 de septiembre de 1576 el capelo de cardenal de Santa Maria Nova de manos de
Gregorio XIII. En 1578 fue nombrado gobernador del Tirol y en 1580 el obispo de Brixen le
eligió como coadjutor. Solo volvió a Roma a los cónclaves y en 1591 recibió el obispado de
Brixen junto a otros cargos. Su padre falleció en 1595, no consiguiendo Andrés el condado de
Tirol ni tampoco su hermano Carlos, marqués de Burgau, pero, a cambio, el Emperador le
nombró gobernador de Alsacia. Con posterioridad, fue llamado a Flandes como gobernador
interino para sustituir al archiduque Alberto mientras este viajaba a contraer matrimonio con
Isabel Clara Eugenia. Llegó a Bruselas el 6 de septiembre de 1598, caracterizándose su gobierno
por los continuos enfrentamientos con el almirante de Aragón. Tras el retorno de los
Archiduques a Flandes, Andrés se encaminó a Francia a realizar un viaje de estudios pero se le
reclamó al Vaticano para concederle algún puesto que desconocemos, ya que falleció allí el 12
de noviembre de 1600 antes de tomar posesión (BIOGRAPHIE NATIONALE, I, pp. 273-280).
252
El elegido para comunicar la noticia a Farnesio fue Juan Pacheco Osorio, II
marqués de Cerralbo875, que se encontraba en Turín realizando una embajada por
encargo del monarca. Sus instrucciones, tanto la pública como la secreta876, estaban
fechadas el 31 de diciembre de 1591 y en ellas se comunicaba a Cerralbo que debía
escribir a Farnesio para advertirle que se encaminaba a Flandes a intervenir en los
asuntos de Francia y en las negociaciones con los rebeldes para conseguir la
pacificación. Una vez allí, y tras tratar sobre estos temas, debía entregarle las cartas de
Felipe II en las que se le notificaba que debía acudir a Madrid para informar al rey sobre
unos asuntos muy importantes para la Monarquía877. Si le convencía de que debía viajar,
dichas instrucciones preveían que el gobernador interino continuara siendo Mansfeld,
rechazando la candidatura de Ranuccio si Farnesio la proponía, aunque siempre
remitiéndole a su estancia en Madrid. Si el primero de ellos fallecía y Farnesio insistía
en su hijo se aceptaría, con tal de que acudiera a la Corte madrileña. Si el príncipe de
Parma se oponía a viajar a Madrid, Cerralbo tendría que comunicarle en secreto que no
podía excusarse de hacerlo y, en último caso, si no aceptaba salir de Flandes, debería
hacer públicos los despachos con la verdad del caso para los naturales, oficiales del
ejército y príncipes vecinos. Así mismo, debía informar a Andrés de Austria, que se
debía presentar en Flandes una vez que Farnesio hubiera salido de allí para evitar
emulaciones, enviándosele las patentes de gobernador cuando hubiera llegada ya a
Bruselas. Se establecía también que si Mansfeld moría antes de que llegara Andrés de
Austria a Flandes gobernaría Cerralbo junto al Consejo de Estado, además de
nombrársele capitán general de la infantería española de Flandes878 con un sueldo de
6000 ducados anuales879. Junto con dichas instrucciones, se enviaron a Cerralbo en la
875
Casado con doña Inés de Toledo, hija de don García IV Marqués de Villafranca, vio
truncarse su carrera cortesana con la muerte en 1572 de su patrón el cardenal Espinosa. No sería
hasta más de una década después cuando, con el patrocinio del secretario Mateo Vázquez, fue
nombrado gobernador y capitán general de Galicia. Allí destacaron sus excelentes dotes
militares en el rechazo a la armada de Francis Drake durante el asedio de la ciudad de La
Coruña en mayo de 1589. Tras sus éxitos, Felipe II le concedió la encomienda de Almorchón de
la Orden de Alcántara y, después de sus días, para su hijo. Tras realizar una embajada a Turín a
finales de 1591, se le encargó que viajara a Flandes a comunicar la noticia de su destitución
como gobernador a Farnesio, pero falleció en el camino el 28 de marzo de 1592 (F. PÉREZ
MÍNGUEZ, “D. Juan de Idiáquez: Embajador y consejero de Felipe II”, Revista Internacional
de estudios vascos (París- San Sebastián), 23 (1932), p. 601).
876
La instrucción secreta se encuentra en AGS, E., leg. 2220-2, f. 1, así como en el leg. 168, f.
84. En cuanto a la pública, en el leg. 2220-2, f. 2.
877
Esta carta está fechada el 20 de febrero de 1592 y se encuentra en Ibídem, f. 3.
878
El título, con fecha del 7 de enero de 1592, en Ibídem, f. 166. Sin embargo, se le prefirió dar
la patente, que se encuentra en el f. 164.
879
Como así consta en la cédula con fecha 6 de enero de 1592 que se le envió (Ibídem, f. 221).
253
misma fecha varias cartas para los principales personajes tanto de Flandes como del
Imperio, en las cuales se les comunicaba la decisión real880.
Además de esta misión, el noble castellano tenía encomendadas otras, como
hacer lo posible por llegar a una paz con los rebeldes flamencos que permitiera a las
fuerzas de Felipe II concentrarse en el apoyo a la Liga Católica881. Para ello, Guillén de
San Clemente debía fomentar la intermediación del emperador, al tiempo que negociaba
con Rodolfo II para que permitiera que Andrés de Austria viajara a Bruselas882. Así
mismo, debía intervenir en los asuntos franceses hasta que el duque de Feria llegara a
Flandes, ya que este debía pasar aún por Roma883.
El marqués de Cerralbo emprendió su camino desde Saboya en febrero de 1592,
acompañado de Enrique Enríquez y de Juan Martínez de Gallistegui, su secretario
personal884. Sin embargo, su misión quedó incompleta al fallecer el 28 de marzo
mientras se encontraba aún en Italia. Su secretario recibió de manos del marqués, poco
antes de morir, las llaves del escritorio con los despachos y la cifra, marchando a
Barcelona con dos galeras del capitán Aurelio Espínola y, desde ahí, a Madrid885. Este
contratiempo evitó durante unos meses que el relevo se llevara a cabo, y no fue hasta
junio cuando se designó al sustituto que debía realizar la misión inacabada del marqués
de Cerralbo: Pedro Enríquez, conde de Fuentes886.
880
Estas las debía entregar Cerralbo en persona y, para ello, el rey le dio unas cartas de
presentación. Se enviaron misivas a Ranuccio, Áscoli, Mondragón, Verdugo, Lastur,... (Ibídem,
f. 215 en adelante). Junto a ellas, estaban las cartas donde se informaba del propósito de
Cerralbo (Ibídem, ff. 26-38).
881
“Lo que vos Don Juan Pacheco, Marqués de Cerralbo, mi pariente aveys de hazer en la
Jornada a que al presente os embio”, 25 de enero de 1592, Ibídem, f. 165. Del 31 de diciembre
de 1591 son las cartas a diversos personajes del Imperio tocantes a admitir su mediación en el
conflicto con los rebeldes (Ibídem, leg. 2221, ff. 26-35).
882
Para conseguir que Andrés de Austria fuera a Flandes, Felipe II envió el 20 de febrero de
1592 al marqués de Cerralbo una carta para el propio Andrés (Ibídem, leg. 2220-2, f. 212) y otra
para el archiduque Fernando (f. 270).
883
Felipe II a Cerralbo, 25 de enero de 1592, Ibídem, ff. 276-277.
884
Felipe II a Cerralbo, 25 de marzo de 1592, Ibídem, f. 281. Había comunicado a Juan de
Lastur que Cerralbo pudiera disponer de todo el dinero que necesitara y que de ese dinero podría
pagar 50 escudos al mes a Enríquez y 30 a Gallistegui por el oficio de comisario de muestras del
que disponía en Castilla.
885
Juan Martínez de Gallistegui a Felipe II, 29 de marzo de 1592, Ibídem, leg. 169, f. 55 y
Felipe II a Juan Martínez de Gallistegui, 11 de abril de 1592, Ibídem, leg. 2220-2, f. 239.
886
Pedro Enríquez de Guzmán y Acevedo, primer conde de Fuentes de Valdepero y señor de
Cambados, era hijo de Diego Enríquez de Guzmán, tercer conde de Alba de Aliste, y de su
segunda esposa doña Catalina de Toledo y Pimentel, hermana del tercer duque de Alba. Como
don Diego era el padre de doña María, la esposa del duque, don Pedro era a la vez cuñado y
sobrino de Alba, además de ser primo hermano del marqués de Velada. Siempre destacó por sus
extraordinarias dotes militares sirviendo con Alba en Flandes y en otros escenarios que le
valieron en 1589 su nombramiento como capitán general de Portugal, donde tuvo que vérselas
con el Prior de Crato defendiendo con éxito Lisboa del ataque del pretendiente en junio de aquel
año. Previamente, había estado en 1586 en Turín para felicitar al duque de Saboya y a Catalina
254
Personaje siempre rodeado de polémica, supo adaptarse muy bien a los
diferentes cambios cortesanos en Madrid y obtuvo cargos de gran relevancia, tanto con
Felipe II como con Felipe III. Pese a su parentesco con el duque de Alba y a su cercanía
a Moura desde la década de los 70 del siglo XVI, no podemos considerarle
completamente afín a unas ideas políticas u otras, ya que consiguió nadar de forma
inteligente entre ambas orillas. El noble castellano fue capaz de disimular cuando la
ocasión lo requería, como era el caso, ya que sus pensamientos sobre la política a llevar
en Flandes no se correspondían con los de Moura e Idiáquez.
Fuentes se encontraba realizando, al igual que Cerralbo, una misión diplomática
en Saboya cuando se le encomendó que emprendiera viaje a Flandes para realizar,
exactamente, la misma gestión y con idénticas instrucciones que su predecesor887. El
único cambio sobre las disposiciones iniciales era que el nuevo gobernador no iba a ser
Andrés de Austria, sino el archiduque Ernesto888.
Micaela por el nacimiento de su primogénito, Felipe Manuel, aunque su objetivo real era
conseguir su apoyo para la Liga Católica en Francia. En ese año, además, se le nombró capitán
general de la caballería de Milán. En 1592 retornó a Saboya para volver a tratar de la situación
en Francia y, una vez allí, se le comunicó que fuera a Flandes a comunicar su destitución a
Farnesio. En dichas tierras permanecería hasta la llegada en 1596 del archiduque Alberto,
ayudándole en las luchas armadas contra Francia. Felipe III le concedió en el 1600 la Grandeza,
plaza en el Consejo de Estado y el cargo de Gobernador General de Milán, donde permaneció
hasta su muerte en 1610 (M. A. OCHOA BRUN, op. cit., p. 240, S. MARTÍNEZ
HERNÁNDEZ, op. cit., p. 95 y Felipe II, II, pp. 145-146, así como la bibliografía sobre él, en
general, anticuada; P. GAYANGOS, "El Conde de Fuentes", La revista de España, 15/7/1868;
C. FERNÁNDEZ DURO, Don Pedro Enríquez de Acevedo, conde de Fuentes. Bosquejo
encomiástico leido ante la Real Academia de la Historia, Madrid, 1884; J. FUENTES, El
Conde de Fuentes y su tiempo: Estudios de Historia Militar. Siglos XVI a XVII, Madrid, 1908, 2
vols.; P. VAN ISACKER, "Pedro Enríquez de Azevedo, graaf van Fuentes en de Nederlanden,
1592-1596", Annales de la société d´ëmulation de Bruges, 40 (1910), pp. 205-236 o A.
RODRÍGUEZ VILLA, El Conde de Fuentes. Bosquejo histórico, Madrid, s. d.).
887
“Sumario de lo que su Majestad es servido que haga don Pedro Henríquez de Azebedo,
Conde de Fuentes, en su comisión principal como más particularmente se le ha dicho de
palabra”, 4 de junio de 1592, AGS, E., leg. 2220-2, f. 19. El poder para mandar a toda la gente
de guerra española que servía en Flandes y Francia, con la misma fecha en Ibídem, f. 208. La
carta donde se comunicaba a Farnesio que debía volver a Madrid, con fecha del 28 de junio, en
Ibídem, leg. 2221, f. 37.
888
Así se lo comunicaba Felipe II a su sobrino el 28 de junio de 1592, Ibídem, leg. 2220-2, f.
189. Ernesto de Austria nació en Viena el 16 de junio de 1553 y fue el segundo hijo de los
emperadores Maximiliano y María. Fue educado en Madrid junto a su hermano Rodolfo desde
1565-1570, en que retornó al Imperio para continuar con su formación. Desde 1571 a 1573
estuvo envuelto en las luchas contra los otomanos en el Mediterráneo, hasta que en 1573 y 1575
intentó ser nombrado rey de Polonia, fracasando en ambos intentos. En 1576 se especuló con su
nombramiento como gobernador de los Países Bajos pero con la subida al trono de Rodolfo II
pasó a ser gobernador de la baja y alta Austria y luego gobernador de la Austria interior tras la
muerte del archiduque Carlos. Enviado finalmente a Flandes por Felipe II como gobernador,
falleció en Bruselas el 20 de febrero de 1595 (A. DOUTREPONT, “L´archiduc Ernest
d´Autriche, gouverneur général des Pays Bas, 1594-1595” en Miscellanea historica Leonis van
der Essen..., II, pp. 621-642).
255
La elección de este nuevo gobernador, según Cabrera de Córdoba, fue debida al
fuerte carácter del padre de Andrés, el archiduque Fernando, y al desconocimiento que
se tenía de la actitud del hijo889. Sin embargo, consideramos que los verdaderos motivos
que impulsaron la elección de Ernesto fueron las negociaciones que se mantenían en
Francia para que el trono fuese a parar a Isabel Clara Eugenia casada con el archiduque,
así como favorecer y agilizar las negociaciones de paz con los rebeldes de Holanda y
Zelanda; asuntos ambos que se podrían acelerar si el hermano del emperador se
encontraba en Flandes. Igualmente, aunque no hemos encontrado pruebas fehacientes de
esta hipótesis, la elección de Clemente VIII como nuevo Papa debió influir en el
nombramiento de un personaje muy interesante para la nueva estrategia que este
Pontífice pensaba llevar a cabo para deshacerse de la tutela de Felipe II.
Ernesto se convertía, de esta manera, en un personaje fundamental en la política
exterior de la Monarquía. Su catolicismo estaba fuera de toda duda tras haber hecho lo
posible por la restauración y reforma católica en Austria890, apoyándose en personajes
como Guillermo Scherer, perteneciente a la Compañía de Jesús. Sin duda, la
vinculación del archiduque a esta orden fue muy intensa, y sus confesores pertenecieron
casi siempre a ella, caso de Antonio Crespo de Molina en Flandes. Su lucha por el
catolicismo le supuso, asimismo, ser aceptado en 1592, tanto por Felipe II como por
Roma, como el mejor Rey de Romanos posible. El monarca hispano intentó a través de
su embajador en la “Ciudad Eterna” que la Santa Sede utilizara sus influencias y que el
nuevo nuncio para el Imperio, el cardenal Madruzzo, obispo de Cremona, propugnara su
candidatura, aunque pretendiendo que no se pudiera observar que detrás de ello andaba
Felipe II891. El nuncio aceptó encantado y comenzó una intensa actividad diplomática
para conseguir dicho objetivo892. Sin embargo, la elección de Ernesto como gobernador
de Flandes influyó negativamente en sus opciones893 y a finales de 1594 se puede
considerar que el apoyo papal para este asunto había finalizado894.
El mayor inconveniente que presentaba la elección de Ernesto para el puesto en
Flandes era que Rodolfo II se opondría mucho más al envío de su hermano que al del
cardenal Andrés de Austria, ya que este se encontraba ejerciendo como gobernador de
889
CABRERA, III, p. 1463.
890
L. PASTOR, op. cit., XXII, p. 64.
891
Felipe II a Sessa, 29 de marzo de 1592, AGS, E., leg. 960, s. f. y Sessa a Felipe II, 10 de julio
de 1592, Ibídem, leg. 959, s. f.
892
Obispo de Cremona a Clemente VIII, 24 de agosto de 1592, Ibídem, s. f.
893
Así se lo hizo saber Clemente VIII a Sessa el 26 de mayo de 1593, Ibídem, leg. 961, s. f.
894
Sessa a Felipe II, 22 de diciembre de 1594, Ibídem, leg. 963, s. f. Rodolfo II hablaba de
Maximiliano como posible sucesor mientras el Papa se comenzaba a inclinar por el archiduque
Fernando.
256
Estiria y Carintia, territorios fronterizos con los turcos que en ese momento se estaban
mostrando agresivos. Ante esta dificultad, Felipe II ordenó a Guillén de San Clemente
que agilizara las conversaciones con el emperador895, sin olvidar otras opciones en
previsión de que no se pudiera conseguir el objetivo principal. Así, se propuso como
alternativa al archiduque Maximiliano, aunque su nombramiento no entrañaba menor
dificultad por el mismo motivo896, por lo que volvió a resurgir la posibilidad del
cardenal Andrés897.
Fuentes comenzó su viaje hacia los Países Bajos a comienzos de octubre y poco
después se conoció en Bruselas que se encaminaba hacia allí, lo que hizo aparecer las
consabidas especulaciones ante el desconocimiento del cargo que iba a tomar el enviado
real. El rumor más consistente fue el de que se iba a enviar a Catalina Micaela como
gobernadora, mientras Fuentes sería gobernador interino hasta que ella llegara, al
tiempo que Farnesio tomaba el mando del ejército en Francia898.
El gobernador de Flandes hizo lo posible por no encontrarse con el emisario de
Felipe II, para lo cual viajó de Bruselas a Arras el 19 de noviembre, con el pretexto de
organizar el ejército para la tercera entrada en Francia. Así, cuando el 23 de noviembre
entró Fuentes en la capital bruselense se encontró con la ausencia de un gobernador con
el que no podría entrevistarse, ya que murió en la noche del 2 al 3 de diciembre.
Pese al descrédito de Farnesio en Madrid, toda la operación se había intentado
mantener en secreto para evitar mermar aún más su reputación. Así, se comunicó al
duque de Sessa en noviembre que informara a Clemente VIII del relevo, pero
recalcándole que no había disgusto con su labor899; una vez se hubo conocido su muerte,
se ordenó al embajador, que aún no había comunicado la nueva, que no informara al
Papa sobre el planeado relevo900. El mismo secretismo se utilizaría en otros ámbitos, por
lo que la decisión resultó desconocida para observadores ajenos y hasta que no se
895
Felipe II a Guillén de San Clemente, 28 de junio de 1592, Ibídem, leg. 2220-2, f. 192 y
Felipe II a Rodolfo II, 28 de junio de 1592, Ibídem, f. 188.
896
Felipe II a Guillén de San Clemente, 28 de junio de 1592, Ibídem, f. 210. El mismo día se le
envió una misiva al embajador, que debía entregar a Maximiliano si este era el elegido
finalmente (Ibídem, f. 211).
897
Minuta de Felipe II a Fuentes, 6 de febrero de 1593, Ibídem, leg. 2221, f. 22, "Mas por
prevenirlo todo por si alguno de los casos que pueden suceder de impedimentos forçossos no
diesse lugar a que pudiesse venir Ernesto me ha paresçido que será mas a propósito traer el
Cardenal de Austria por la buena relaçión que ay de su persona que otras traças que se ayan
puesto en platica para este caso".
898
Mateucci a Aldobrandino, 28 de octubre de 1592, ASV, Fiandra, leg. 5, ff. 123 v.-124 r.
899
Felipe II a Sessa, 3 de noviembre de 1592. Cfr. E. GOSSART, La domination espagnole
dans les Pays-Bas a la fin du règne de Philippe II, Bruselas, 1906, pp. 290-291.
900
Minuta de despacho, s. f. (h. comienzos 1593), AGS, E., leg. 2221, f. 14.
257
confirmó la llegada del archiduque Ernesto se continuó especulando con el nombre del
sucesor.
Este hermetismo, unido a su fallecimiento, evitó la humillación política de
Farnesio, ya que se encontraba huérfano de apoyos en Madrid, pese al último y
desesperado intento que realizó por acercarse a Juan de Idiáquez901. Sin embargo, este
no se apiadó de él ni en esos últimos momentos, tal y como reflejan los apuntamientos
que escribió sobre su gobierno a finales de 1592 y en donde criticaba duramente su
labor902. Sin duda, los últimos años de vida de Farnesio y los ataques sufridos habían
deslucido la figura de uno de los cortesanos y militares más brillantes del reinado de
Felipe II.
901
Farnesio a J. Idiáquez, 20 de septiembre de 1592, AGS, E., leg. 602, f. 150.
902
Dichos apuntamientos en L. VANDER ESSEN, "Une critique de l´administration
d´Alexandre Farnèse aux Pays-Bas par Don Juan de Idiáquez, Secrétaire d´État de Philippe II
(1592), Document extrait de la Bibliothèque Vittorio Emmanuele à Rome", BCRH, 100 (1936),
pp. 173-180.
258
CAPÍTULO 6
A LA ESPERA DE GOBERNADOR (1592-1594)
6.1.- La llamada de Alberto a Madrid: el dinasticismo y los cambios en el centro de
la Monarquía
Sin duda, 1593 trajo consigo una serie de relevantes cambios en la configuración
de la toma de decisiones de la Monarquía Hispana. La transformación de la Junta de
Noche en la de Gobierno, así como la reforma del Consejo de Estado903, con la entrada
de nuevos personajes en el mismo como el marqués de Velada904, hicieron cambiar la
forma de gobernar la Monarquía, aunque el poder continuara en las mismas manos que
hasta ese momento. Sin embargo, la novedad que más nos interesa en nuestro estudio es
la que representó la llamada que se realizó al archiduque Alberto para que dejara el
virreinato de Portugal y regresara a Madrid.
Este personaje puede ser considerado como uno de los más importantes tanto del
gobierno de su tío, Felipe II, como del de su primo, Felipe III. Sin embargo, no existe
ninguna biografía moderna sobre él y muy pocas obras sobre episodios concretos de su
vida, excepto de sus años como soberano de Flandes junto a Isabel Clara Eugenia905.
Esta es una carencia importante de la bibliografía y un estudio completo sobre su vida
903
Sobre estas reformas, S. FERNÁNDEZ CONTI, Los consejos de Estado y Guerra...., pp.
222-223 y Configuración, “De la Junta de noche a la Junta de gobierno”, pp. 272-276.
904
Una biografía de este personaje en S. MARTÍNEZ HERNÁNDEZ, op. cit., passím.
905
Existen dos biografías del siglo XVII, A. le MEERE (Lemire o Miraeus), De vita Alberti
Belgarum principis, Amberes, 1622 y J. B. de MONTPLEINCHAMP, Histoire de l´Archiduc
Albert gouverneur général et puis prince souverain de la Belgique, Colonia, 1693 (consultada la
edición de A. L. P. Roubaulx de Soumoy, Bruselas, 1870). En cuanto a episodios de su vida,
sobre su estancia en la corte madrileña en su juventud, J. MARTÍNEZ MILLÁN, "El
archiduque Alberto en la corte de Felipe II (1570-1580)" en W. THOMAS y L. DUERLOO
(eds.), Albert&Isabella, 1598-1621 Essays, Lovaina, 1998, pp. 27-37. Sobre su periplo como
gobernador de Portugal destaca la obra de F. CAEIRO, O arquiduque Alberto de Austria, vice-
rei de Portugal, Lisboa, 1961 comentada en el artículo de D. MAURICIO, "O Arquiduque
Alberto de Áustria, Vice-Rei de Portugal (1583-1593)", Brotéria, 24, abril-1962 (4), pp. 422-
429. Así mismo, sobre su faceta como coleccionista y mecenas de obras de arte, A. JORDAN
GSCHWEND, Archduke Albert in Lisbon (1581-1593): A question of patronage or emulation?,
Tesis doctoral inédita de la Brown University, Providence, 1985. En cuanto a su breve periodo
como coadjutor de Toledo, BNM, Ms. 13027, Anónimo, Vidas de los Arzobispos de Toledo, s. f.
(hacia 1620), III, ff. 201-208. Para su periodo como gobernador de Flandes de 1595-1598, J.
ROCO DE CAMPOFRÍO, España en Flandes, trece años de gobierno del archiduque Alberto
(1595-1608), Madrid, 1973, pp. 1-219. Si que existen, en cambio, muchos estudios sobre su
soberanía en Flandes, sobre todo, a raíz del IV centenario en 1998 de la Cesión. Un buen
resumen de las obras sobre los Archiduques en W. THOMAS, "La corte de los archiduques
Alberto de Austria y la infanta Isabel Clara Eugenia en Bruselas (1598-1633). Una revisión
historiográfica" en A. CRESPO SOLANA Y M. HERRERO SÁNCHEZ (Coords.), op. cit., I,
pp. 355-386.
259
podría servir para aclarar muchos puntos de la historia tanto de Europa, en general,
como de Portugal, Flandes, el Imperio o la propia Monarquía Hispana, en particular.
El archiduque Alberto nació en Neustadt el 13 de noviembre de 1559 y fue el
noveno hijo del emperador Maximiliano II y de su esposa María906. Muy pronto
comenzó a mostrarse útil para las estrategias políticas de su tío Felipe y a los 11 años
fue enviado a educarse a la Corte hispana junto con su hermano Wenceslao, relevando
en la misma a sus antecesores Rodolfo y Ernesto. Con esta medida, Felipe II quería
garantizar una educación católica-ortodoxa para los futuros emperadores e, incluso,
sucesores de la Monarquía Hispana, al tiempo que les inculcaba su propia visión política
de la cristiandad. De gran ayuda para los propósitos de Felipe II fue su hermana María,
que hizo posible que se produjeran dichas estancias en Madrid.
Los archiduques Rodolfo y Ernesto llevaban en la Corte madrileña desde 1564
con un séquito, a cuyo frente estaba Adam de Dietrichstein como mayordomo mayor907,
compuesto en su mayoría por servidores imperiales908. Sin embargo, lo que había sido
válido para los hermanos mayores no lo iba a ser para los menores y, desde antes de
saberse el nombre de los archiduques que iban a tomar el relevo de Rodolfo y Ernesto,
Felipe II había decidido que sus servidores iban a ser castellanos para, de este modo,
poder controlar mejor su entorno. Esta decisión, por supuesto, no convenció al
emperador Maximiliano II, que bregó por conseguir que algunos servidores imperiales
quedaran en Madrid con los archiduques909, lo que finalmente conseguiría910. Con esta
esperanza se constituyó en el Imperio un pequeño contingente de oficiales para Alberto
906
Una pequeña biografía en Configuración, p. 318.
907
F. EDELMAYER, "Honor y dinero. Adam de Dietrichstein al servicio de la Casa de
Austria", Studia Histórica. Historia Moderna, 10/11 (1992/93), pp. 89-116.
908
Sobre la permanencia de ambos archiduques en Castilla, E. MAYER-LÖWENSCHWERDT,
“Der Aufenthalt der Erzherzoge Rudolf und Ernst in Spanien”, Sitzungsberichte der
philosophisch-historischen Klasse der Österreichische Akademie der Wissenschaften, 206
(1927), pp. 1 y ss.
909
De este asunto dejaba constancia la emperatriz María a Felipe II en una misiva del 29 de
mayo de 1570, “El Emperador me paresçe que determina enviar dos hijos como vos mandáis.
Pienso que serán los medianos de los que están acá, aunque no lo se çierto (...). El Emperador
pasó bien por todo lo que de parte de vos se le dijo sobre esto, pero después vi que le pareçía
estrano que no uviesen de tener tudescos. Yo pongo la culpa a otros y pienso que como tengan
algunos porque no se les holvide la lengua, quen esto tiene razón, estará muy contento de toda la
merced que vos le aze y a ellos”, Cfr. J. C. GALENDE DÍAZ y M. SALAMANCA LÓPEZ,
Epistolario de la emperatriz María de Austria. Textos inéditos del Archivo de la Casa de Alba,
Madrid, 2004, pp. 181-182.
910
Para un estudio más profundo de la estructura y los componentes de la Casa del archiduque
Alberto desde su llegada a Madrid, nuestra ponencia en prensa “The household of Archduke
Albert since his arrival to Madrid until his appointment as sovereign of the Netherlands (1570-
1598)” presentada para las actas de la mesa redonda A constellation of Courts. The Households
of Habsburg Europe, 1555-1665, celebrada en Bruselas el 3 y 4 de noviembre de 2006 por los
departamentos de historia moderna de las universidades de Gante y de Amberes.
260
y Wenceslao, muy inferior en número, por supuesto, al que acompañaba a su hermana
Ana, futura esposa de Felipe II y, por tanto, futura reina de la Monarquía.
El viaje de los tres archiduques se inició a finales de julio de 1570 y se
prolongaría hasta octubre, en que llegaron a Madrid911. De ahí se trasladaron a Segovia,
lugar escogido para celebrar la boda, donde se comenzó a ponerles Casa. En este
proceso influiría, lógicamente, el momento político que se vivía en la Corte del “Rey
Prudente”, ya que se decidió que controlaran la misma, y por tanto decidieran los
nombramientos, dos personajes cercanos al príncipe de Éboli como Juan de Ayala, que
fue nombrado ayo y mayordomo mayor, y el secretario Gaztelu; personajes ambos que
habían estado vinculados a Eraso y que contaron con el apoyo de Espinosa y de la
emperatriz María912.
Durante estos años de juventud, Felipe II concedió mucha importancia a la
educación de sus sobrinos, para lo que contó con los tres preceptores que les habían
iniciado en las letras en el Imperio: Nicolas Coret, Mattheo Othen y Augier Guilain
Busbeque o Augerio Busbecq913. A ellos se unió el castellano Sebastián Pérez y, entre
todos, les fueron preparando para dar el gran salto a la política activa. Éste estuvo a
punto de llegar para Alberto en 1576 cuando los aliados del duque de Alba propusieron
su candidatura como gobernador de Flandes en lugar del fallecido Requesens, aunque
los miembros de la hegemónica facción “papista” acabarían imponiendo la elección de
don Juan de Austria. En compensación, Antonio Pérez, tras petición de Felipe II, movió
sus hilos en Roma para que se le designara cardenal diácono, lo que se produjo el 11 de
marzo de 1577, siendo nombrado cardenal presbítero al año siguiente. Así mismo, se
especuló con su nombramiento como arzobispo de Toledo tras el fallecimiento de
Carranza el 2 de mayo de 1576, pero Antonio Pérez prefirió a alguien más
experimentado y más cercano a sus ideas como Gaspar de Quiroga, que recibió el
nombramiento el 17 de agosto de 1577.
Mientras a Alberto se le iba dirigiendo a destinos tan altos, su hermano
Wenceslao recibió ciertas prebendas de la orden de San Juan y se pensó en él como
futuro Prior de la misma, poniendo en práctica la idea de Felipe II de controlar dicha
911
Una relación de los acontecimientos en dicha ciudad castellana en J. BÁEZ DE
SEPÚLVEDA, Relación verdadera del recibimiento que hizo la ciudad de Segovia a la
majestad de la reyna nuestra señor doña Anna de Austria, en su felicísimo Casamiento que en
la dicha ciudad se celebró, edición Segovia, 1998. Sobre sus implicaciones políticas, nuestro
artículo, “La estancia del Prior de Castilla,...”.
912
J. MARTÍNEZ MILLÁN, "El archiduque Alberto en la Corte de Felipe II...”, pp. 28-29.
913
J. B. de MONTPLEINCHAMP, op. cit., pp. 20-21.
261
orden a través de los miembros de su familia. Sin embargo, la muerte del archiduque en
1578 lo impidió914.
Ya antes del fallecimiento de Wenceslao se había venido especulando con la
necesidad de separar los servicios de ambos hermanos, sobre todo, por la importancia
que iba adquiriendo el archiduque Alberto dentro de la Corte. Su nombramiento como
cardenal diácono desencadenó el proceso y se decidió llevar a cabo la reforma para
dotarle de Casa propia, incluyendo en ella ciertos oficios que hasta ese momento no
habían sido considerados necesarios como los de gentilhombres de la boca y de la
cámara, así como se incrementó el número de mayordomos y, debido a su condición de
eclesiástico, el de los gentilhombres de hábito eclesiástico o camareros que vivían fuera
de palacio915. Este proceso siguió estando controlado aún por la facción “papista” pero,
pese al control que ejercieron tanto estos como los “ebolistas” durante la primera década
de vida de su servicio, Alberto nunca se mostró partidario de sus convicciones políticas
y religiosas y fue desarrollando unas ideas que concordaban más con las de la facción
que se fue mostrando hegemónica desde la Jornada de Portugal: los “castellanistas”.
Esta afinidad, junto con la enorme confianza que Felipe II tenía depositada en su
sobrino, le supuso el título de virrey de Portugal en 1583, cargo que entrañaba una
enorme dificultad. Se había especulado con que la emperatriz María, recién llegada a la
Península Ibérica, se haría cargo del gobierno, pero la decisión favoreció finalmente a
su hijo. Aunque Antonio Danvila y Burguero da otras razones916, creemos que la
elección recayó en Alberto porque la tarea principal que Felipe II quería del virrey era
conseguir la implantación del Confesionalismo en Portugal, y la espiritualidad que
practicaba la emperatriz no era la más adecuada para llevar a cabo dicha tarea. En
cambio, la de su hijo si se aproximaba a lo que el rey quería y un ejemplo de ello es que
914
I. EZQUERRA REVILLA, “Tentativas de la corona por controlar la orden de San Juan en
tiempo de Felipe II: la “expectativa” del archiduque Wenceslao de Austria en el gran priorato de
Castilla y León (1577-78)” en F. RUIZ GÓMEZ y J. M. MOLERO GARCÍA (eds.), La orden
de San Juan entre el Mediterráneo y la Mancha, Alcázar de San Juan (Ciudad Real), 2009, pp.
401-430.
915
Nos son conocidos los principales componentes de la Casa en 1577 merced a la relación que
hizo el embajador Hans Khevenhüller en su diario citado previamente, p. 215, a la que hace
referencia J. MARTÍNEZ MILLÁN en “El archiduque Alberto en la corte de Felipe II...”, p. 35.
916
A. DANVILA Y BURGUERO, op. cit., pp. 539-40. Había sido Moura el promotor de la
candidatura de María, pero el virreinato se daría a Alberto por tres razones: 1º por ser la
emperatriz manirrota, 2º que el carácter de María y su inteligencia podrían causar problemas y
3º quería Felipe II a alguien de confianza cerca de él que pudiera ocuparse de las infantas.
262
sus confesores fueron siempre de la orden dominica, caso de Juan Velázquez de las
Cuevas, Fray Juan Vicente o Fray Íñigo de Brizuela917.
En aras de llevar a cabo la tarea encomendada por el monarca, Alberto acumuló
en su persona durante sus 10 años de estancia en Portugal los títulos de virrey,
inquisidor general y legado ad latere del Pontífice, los dos últimos tras una serie de
maniobras del embajador Olivares en la Santa Sede. El cargo de inquisidor se le
concedió por la bula Inter alias curar de Sixto V, de 25 de enero de 1586, y tomó
posesión el 13 de marzo siguiente918, mientras el de delegado ad latere fue solicitado el
26 de junio de 1581, aunque Gregorio XIII no lo concedió hasta el 9 de febrero de 1583
y fue una concesión, en principio, por dos años919. Como veremos, posteriormente sería
renovado.
Durante su virreinato, el archiduque Alberto intentó mantener buenas relaciones
con los jesuitas portugueses, pese a que contribuían a crear el espíritu nacional
denominado “sebastianismo”, ya que acumulaban un gran poder en el reino vecino920.
Este “pacto de no agresión” fue una constante en su vida política y, aunque no
comulgaba con los principios y las actuaciones de la citada orden, no les atacó, excepto
en una ocasión: el intento de visita de la Compañía de los primeros años de la década de
los 90. Alberto apoyó la idea de realizarla tanto en los reinos hispanos, donde favoreció
la elección de Jerónimo Manrique de Lara como visitador921, como en Portugal, donde
en 1591 dio señales de querer decidir personalmente sobre el negocio en las tierras de
las que era virrey, pero fue contenido de dar ulteriores pasos por la prohibición de
Gregorio XIV de que visitaran la orden personas ajenas a la misma922.
Por lo que respecta a su servicio durante su estancia en Portugal, desconocemos
en gran parte su estructura y el nombre de sus componentes debido a la ausencia de
fuentes, pero podemos extraer algunas conclusiones interesantes923. Así, durante la
formación de su Casa virreinal, el archiduque expresó su preferencia por que la mayoría
917
Sobre el uso político que haría de la Piedad y de otros aspectos religiosos durante el periodo
Archiducal, L. DUERLOO, “Archducal Piety and Habsburg Power” en W. THOMAS e ID.
(eds.), op. cit., pp. 267-283.
918
Una copia del breve del oficio de Inquisidor General en AGS, E., leg. 951, f. 170.
919
Copia de la bula en Ibídem, f. 167. Sobre las facultades de la legacía de Alberto, f. 169.
920
F. CAEIRO, op. cit., capítulo IV, “Os jesuitas e o arquiduque Alberto. Contribuiçao dos
jesuitas para a criaçao e manutençao do espirito de independencia durante o dominio filipino”,
pp. 197-243.
921
J. MARTÍNEZ MILLÁN, “Transformación y crisis de la Compañía de Jesús (1578-1594)”
en F. RURALE (ed.), I religiosi a corte, Fiesole, 1995, p. 118.
922
L. PASTOR, op. cit., XXII, p. 336.
923
Como así señala F. LABRADOR ARROYO, La Casa Real en Portugal (1580-1621),
Madrid, 2009, pp. 273-279.
263
de sus criados continuaran siendo castellanos, como lo habían venido siendo hasta ese
momento924. Sin embargo, Felipe II fue consciente de la necesidad que había de ordenar
el servicio según las costumbres de Portugal, como una manera de atraer la simpatía de
las élites del reino vecino hacia la reciente dominación, a imagen y semejanza de lo que
realizó con su propia Casa portuguesa925. Así, aunque los oficios más importantes de la
Casa del archiduque no cambiaron de manos, se nombraron gentilhombres portugueses
y se introdujeron oficios nuevos y propios de Portugal como el de crucífero o
abreviador926. De igual manera, se dotó a la Casa de aquellas áreas de las que no
disponía aún por no haberse considerado necesarias con anterioridad, caso de la caza o
guarda927, o de completarlas, como la capilla y la caballeriza. Así, por ejemplo, se
nombró un caballerizo mayor, cargo que recayó en el gentilhombre de la cámara del
archiduque Luis Enríquez, o cazadores como Manuel Pimenta o Juan Issino.
La acción de gobierno de Alberto en Portugal fue, en general, satisfactoria para
su tío, pero desde 1588 se iniciaron las especulaciones sobre su partida por necesidades
de la Monarquía928. Tras el fracaso de la Armada contra Inglaterra, Felipe II comenzó a
mostrarse pesimista y cansado y a considerar que no era capaz de absorber toda la carga
de trabajo que había tenido hasta ese momento. Aconsejado por Moura e Idiáquez, que
veían en el archiduque un defensor de sus ideas, el rey consideró que su sobrino podría
ayudarle en dicha tarea y se planteó su regreso a Madrid para colocarle cerca del
príncipe Felipe a instruirle en los negocios. De hecho, Felipe II confirmó dicho extremo
a su embajador Olivares y le encargó que preguntara en Roma si los cargos de nuncio y
de inquisidor del archiduque se mantendrían si Alberto salía de Portugal929. La
estrategia que utilizó el monarca para la obtención de dicha petición fue plantear que
esta era una medida provisional y que, pasado un tiempo, retornaría al país vecino, por
lo que deseaba que el archiduque conservara ambos oficios. La propuesta fue aceptada
mediante breve papal del 13 de diciembre de 1588, intentando Felipe II incrementar las
924
H. KHEVENHÜLLER, op. cit., p. 270.
925
Sobre la Casa Real portuguesa de Felipe II, el trabajo de F. LABRADOR ARROYO en
Felipe II, I, pp. 820-945 y II, pp. 593-663 para sus componentes, así como su libro citado
anteriormente.
926
Este oficio, equivalente a un secretario de asuntos religiosos, fue ejercido desde 1592 por
Roco de Campofrío.
927
Sobre el funcionamiento de su guarda de alabarderos conservamos la “Institución y
ordenanzas de la Guarda Alemana que mandó fundar el señor Archiduque Cardenal Alberto
legado a la de S. M. en el reino de Portugal, Lisboa, 20 de octubre de 1586", AHN, E., libro
728, publicada en F. LABRADOR ARROYO, La Casa Real en Portugal..., pp. 214-222.
928
Buongiovanni a Montalto, 5 de noviembre de 1588, ASV, Spagna, leg. 36, f. 456 r., "Qui s´e
levata voce, ch´in breve S. A. sia per andare in fiandra, però non se n´ha que anche certezza".
929
Felipe II a Olivares, 1 de diciembre de 1588, AGS, E., leg. 951, f. 166.
264
funciones allí explicitadas en 1593930. Sin embargo, los juristas pontificios certificaron
que el citado breve había expirado con la muerte de Sixto V y se hizo necesaria una
nueva petición, donde se concedió la legacía por tres años que acabaría prorrogándose
hasta su marcha a Flandes931. En cuanto al cargo de inquisidor general, Alberto mantuvo
su titularidad, pero delegada en Antonio de Matos Noroña932.
Este primer intento para que Alberto retornara a Madrid no fructificó, debido a la
amenaza que supusieron las expediciones inglesas contra Lisboa y otras zonas costeras
de Portugal, por lo que Felipe II preparó con más tranquilidad su retorno y realizó
consultas a personalidades importantes de Portugal, como el conde de Portalegre, para
recabar opiniones respecto a la conveniencia de que su sobrino abandonara el
virreinato933. Del mismo modo, procuró que su embajador en Roma consiguiera que se
le concedieran las rentas de una iglesia en Castilla, para así poder dar beneficios a sus
criados cuando abandonara el reino vecino934, aunque esto estaba ya suficientemente
cubierto con el lucrativo Priorato de Crato, que permitió a Alberto conceder mercedes
con cargo a sus rentas incluso durante su estancia en Flandes935. Pese a ello, los
embajadores de Felipe II en Roma consiguieron que se le concediera el indulto de
proveer en lo que vacare de la iglesia de Sigüenza936. A estas rentas de Crato y Sigüenza
conviene recordar que se unierían posteriormente las del arzobispado más rico de la
Monarquía, que no era otro que el de Toledo, por lo que el archiduque adquirió una
extraordinaria capacidad de premiar a sus servidores, lo que resultó muy atrayente para
posibles pretendientes a ingresar en su Casa.
Todo apuntaba a que Alberto retornaría tarde o temprano a Castilla, lo que se
confirmó el 5 de marzo de 1593 cuando Felipe II le comunicó que tanto él como su
servicio debían ponerse en marcha. Desde Madrid se dispusieron las medidas precisas
para organizar la Jornada y se enviaron a Portugal varios carros para el equipaje, un
alcalde de Casa y Corte y un aposentador real y se avisó en las fronteras937. Así mismo,
930
Felipe II a Sessa, 23 de julio de 1593, Ibídem, leg. 1855, s. f.
931
Sessa a Felipe II, 20 de agosto de 1593, Ibídem, leg. 962, ff. 220-221.
932
F. CAEIRO, op. cit., p. 288.
933
Portalegre a Felipe II, marzo de 1591, RAH, Ms. K-9, ff. 74 v.-75 v. Haciendo gala de su
proverbial pesimismo, el conde expresó que no era buen momento para el relevo y que veía
necesario que Alberto permaneciera allí, al menos, durante dos años más.
934
Felipe II a Sessa, 10 de julio de 1591, AGS, E., leg. 958, s. f.
935
F. CAEIRO, op. cit., capítulo VII, “O Arquiduque Alberto no Priorado do Crato”, pp. 321-
344.
936
Olivares a Felipe II, 22 de septiembre de 1591, AGS, E., leg. 957, s. f.
937
Billete a Juan Vázquez el 21 de julio de 1593 (IVDJ, Envío 92, f. 84 r.), “Su Majestad manda
que se despache cédula para que en los puertos de Castilla dejen pasar libremente la ropa del
señor príncipe Cardenal Alberto y de sus criados sin pagar derechos algunos y que porque sería
265
se prepararon en la Corte madrileña los alojamientos necesarios para acomodar a los
más de 400 criados que se especulaba que volvían con el archiduque, lo que provocó un
gran revuelo ya que se desacomodó a varios criados reales, en su mayoría de oficios
manuales o aposentadores, de sus casas938. Tras estas vicisitudes, la comitiva partió de
Lisboa el 16 de agosto y, en poco más de un mes, el archiduque estaba compareciendo
en el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial para besar las manos a Felipe II y a su
madre939. En ese mismo momento, se le notificó que iba a entrar en el Consejo de
Estado y en la Junta de Gobierno y que aparecería en el escenario cortesano como la
principal figura al lado del príncipe heredero, encomendándole, incluso, la misión de
recibir nuncios y embajadores940.
Aunque el despacho de los negocios fue uno de los principales motivos que
impulsó a Felipe II a considerar el regreso de su sobrino, no fue el único, y habría, al
menos, otras dos misiones que debía cumplir.
La primera de ellas era contribuir al dinasticismo que Felipe II había comenzado
a vislumbrar como necesario para poder conservar su inmenso imperio941. Ya a
comienzos de la década de los 90, el monarca, preocupado por la sucesión y por la
necesidad de dejar una herencia segura y pacífica a su heredero, buscó nuevas salidas
diferentes a las militares que había venido usando desde 1585 para solucionar la
situación de los Países Bajos. Así, fue madurando una estrategia que se basaría en el
apoyo en la dinastía y en la red familiar que pudiera crear a través de los matrimonios,
para así consolidar una red de territorios afines, unidos por vínculos dinásticos, que
sería a largo plazo la única manera de poder llegar a una paz estable y duradera. El
primer intento tuvo lugar cuando en 1592 se propuso a Carlos Manuel de Saboya,
casado con Catalina Micaela, que tomara el gobierno de los Países Bajos en lugar de
Farnesio, en respuesta a sus propias peticiones. Sin embargo, la idea del monarca parece
ser que era acometer desde allí la conquista de Inglaterra, de donde sería proclamado
rey el príncipe italiano a cambio de la cesión de Saboya y Piamonte a Felipe II, que se
unirían a Milán. Este proyecto no se pudo llevar finalmente a cabo, como tampoco el
dificultoso enviar relación particular de la dicha ropa por ser mucha y de cosas menudas y de
diferentes personas, dice su Majestad que se declare en la dicha cédula que lo dejen pasar todo
libremente con certificación de don Joan de Ayala su mayordomo mayor sin otro recaudo”.
938
Así lo podemos observar en varios billetes a los aposentadores en Ibídem, ff. 89 r.-91 r. o en
las impresiones de algunos coetáneos como Diego Ochoa de Avellaneda al conde de Gondomar,
28 de julio de 1593, BPRM, Ms. II/2149, doc. 12 o el cardenal de Alessandria a Aldobrandino,
ASV, Spagna, leg. 44, ff. 263-264.
939
Una descripción de su llegada a la Corte en ID., 25 de septiembre de 1593, Ibídem, ff. 291-
293.
940
CABRERA, III, pp. 1483-1484.
941
Configuración, pp. 257-261.
266
reservado para el archiduque Ernesto debido a su prematura muerte. El papel de Alberto
en esa política de dinasticismo era ayudar desde Madrid al reforzar los lazos con sus
parientes imperiales, aunque tras fallecer su hermano pasaría a ocupar el primer plano
de dicha estrategia con la Cesión de 1598. Para poder avanzar en esta idea era
fundamental conseguir una aproximación de las dos ramas Habsburgo, que se
comenzaría a operar desde 1587 tras el fallecimiento del vicecanciller del Imperio y en
la que incluso se llegó a pensar en reunificar las dos casas, vislumbrándose dicha
posibilidad con el acceso al trono de Felipe III por la enfermedad de Rodolfo II. De esta
manera, se podría consolidar el eje Madrid-Viena y un espacio común a través de los
pasos alpinos y el Adriático, con Milán como centro de la Monarquía. Sin embargo, la
intervención del Papado, como veremos, haría modificar sensiblemente la política
exterior de la Monarquía y la dirigiría hacia derroteros bien distintos.
La segunda misión que Felipe II tenía en mente para su sobrino era la de
nombrarle arzobispo de Toledo, idea que, como ya hemos visto, se había desechado
anteriormente, pero que en esta ocasión se llevaría finalmente a cabo. El titular del
arzobispado seguía siendo Gaspar de Quiroga, deudo de la facción “papista”, lo que
nunca había agradado a sus opositores “castellanistas”. A esto habría que unir que
Felipe II quería que su sobrino fuera nombrado coadjutor del arzobispado, para poder
controlar con mano firme la inquietud que parecía presidir Toledo durante aquellos
años942. Ya el monarca había intentado que el archiduque fuera nombrado sucesor en el
arzobispado en varias ocasiones tras el primer intento fallido de 1576 y el 12 de enero
de 1581 consiguió que Gregorio XIII se lo concediera, aunque se establecieron los 27
años como edad mínima para acceder al cargo. El siguiente paso era conseguir la
coadjutoría y con tal fin Felipe II encargó a Sessa en 1594 que solicitara dicha
concesión con 20000 ducados anuales de renta, lo que aprobó Clemente VIII el 7 de
noviembre de ese año, aunque la bula no fue entregada hasta que el pago de las tasas y
media annata se hizo efectivo943. Mientras se esperaba la llegada de dicha bula falleció
Quiroga, por lo que Felipe II se apresuró a designar como arzobispo a su sobrino. El
óbito del archiduque Ernesto truncaría todo el proceso944.
Desde su llegada a Madrid, las diferentes facciones cortesanas intentaron atraer
al archiduque hacia su bando, pero los “castellanistas” tenían una gran ventaja, ya que
942
El estado de intranquilidad de Toledo se puede intuir en el manuscrito anónimo de BNM,
Ms. 12974, nº 23, “Representación al Archiduque Alberto de Austria, Arzobispo de Toledo, en
el año 1595, sobre varios abusos que se notaban en el Arzobispado y su remedio”.
943
Felipe II a Sessa, 28 de noviembre de 1594, AGS, E., leg. 964, s. f.
944
F. CAEIRO, op. cit., pp. 360-370.
267
Felipe II había encargado a Moura que se colocara cerca de su sobrino y le
aconsejara945. La emperatriz María, por su parte, intentó aprovechar los lazos familiares
y en la primera semana de estancia de su hijo en Madrid se entrevistó en dos ocasiones
con él e, incluso, le hizo alojarse cerca del convento de las Descalzas Reales junto a su
mayordomo mayor, el destacado “papista” Juan de Borja, conde de Mayalde. Así
mismo, la emperatriz consiguió que el embajador imperial Hans Khevenhüller, conde de
Franquenburg946, se convirtiera en mayordomo mayor y sumiller de Corps del
archiduque durante su estancia en Madrid, tras cesar don Juan de Ayala el ejercicio de
su oficio por su avanzada edad y fallecer en 1594. María confiaba en que la cercanía del
embajador -todos los días se reunía con Alberto por espacio de una hora para enseñarle
la forma que tenían los castellanos de discutir los negocios-, serviría para controlar el
entorno de su hijo y para que le inculcara su forma de ver la Monarquía, similar a la
suya947. Sin embargo, esto no fue así y Alberto mantuvo sus profundas convicciones
políticas y religiosas.
En resumen, Alberto se había convertido en una de las figuras más importantes
de la Monarquía en 1593-1594 y su futuro apuntaba a destinos más altos de los que
finalmente llegó. Sin embargo, el temor que inspiraba a varios consejeros que su poder
se agrandara en exceso provocó que muchos comenzaran a ver con buenos ojos que el
archiduque fuera destinado, de nuevo, fuera del centro de la Monarquía. La oportunidad
perfecta se presentaría muy pronto.
6.2.- Las pugnas entre el conde de Mansfeld y el de Fuentes en Bruselas. La
intermediación de Esteban de Ibarra
Tras la llegada del conde de Fuentes a Bruselas, Charles Mansfeld se acercó a él
con la esperanza de que su objetivo fuera relevar a Farnesio y situar como gobernador
titular a su padre948. Sin embargo, el enviado de Felipe II no quiso revelar el contenido
de los despachos que portaba y, menos aún, tras conocer el fallecimiento del aún
gobernador, situación no prevista en las instrucciones que se le habían dado, por lo que
tuvo que improvisar949.
Su primera decisión fue convocar a los miembros del Conseil d´État en Bruselas,
lo que requirió varios días por la tardanza de dos de ellos, Aerschot y Chimay, en llegar
945
Configuración, p. 274.
946
Una biografía de este insigne diplomático en la introducción a su diario antes citado.
947
En Ibídem, pp. 24-25 se resalta su amistad y cercanía ideológica con Antonio Pérez.
948
Mateucci a Aldobrandino, 30 de noviembre de 1592, ASV, Fiandra, leg. 5, f. 190.
949
Sobre los difíciles primeros momentos de Fuentes en los Países Bajos, P. VAN ISACKER,
"Pedro Enríquez de Azevedo,...”, pp. 220-223.
268
a la capital. Durante ese tiempo, el noble castellano fue recabando información sobre la
realidad política de Flandes y decidió que bajo ningún concepto debía gobernar de
nuevo el Consejo de Estado en conjunto, como había sucedido a la muerte de
Requesens, ya que la fiabilidad de sus componentes era escasa, y que la mejor opción
posible era que tomara el mando uno de sus miembros más destacados, Pierre-Ernest de
Mansfeld, a quien le comunicó su decisión el 13 de diciembre950. A pesar de los
inconvenientes que conllevaba, como la poca confianza que inspiraba su hijo951, o la
oposición de algunos nobles encabezados por Aerschot952, Fuentes creyó que era la
mejor opción y la preferida tanto por Felipe II como por su Consejo de Estado953.
Una vez decidido el gobernador interino, tanto Mansfeld como Fuentes
comenzaron a trabajar conjuntamente para poner en marcha la tercera expedición contra
Francia, que la muerte de Farnesio había dejado inconclusa. Para lograr un consenso,
Fuentes accedió a que fuera Charles Mansfeld quien comandara el ejército, una vez que
todos los miembros del Conseil d´État apoyaron su candidatura frente a la del otro
aspirante, el marqués de Varambon, aunque consiguió que no marchara con el título de
capitán general del ejército, por lo que tuvo que subordinarse a Mayenne954. Junto al
luxemburgués marcharían Diego de Ibarra y Juan Bautista de Tassis, que no se
mostraban muy optimistas ante la nueva intervención, debido a los últimos sucesos
950
El mismo día, un eufórico Mansfeld comunicó la decisión a los Consejos Colaterales y
Provinciales (CPh. II, IV, p. 115).
951
Fuentes a Felipe II, 13 de diciembre de 1592, AGS, E., leg. 603, f. 107-2, "Y confiesso a V.
Majestad que mas por cumplir con lo que me mando (que Mansfeld fuera el gobernador) que
por convenir a su servicio lo procure porque con su larga vegez se halla muy decrepito y
desacordado que esto y ver quan sujeto esta al hijo que le govierna como a una criatura y su
condición le ha hecho sentirlo como me lo han significado y assi durasse no lo podrian llevar ni
el Pays porque ha menester mas sujeto y ha sido neçessario assegurarles assi a ellos como a
otros que me han hablado que con mucha brevedad saldran de cuydado y que lo pierdan que lo
demas porque no dispondria nada sin el consejo y a el he dicho lo que conviene hazerlo y
honrrarles y assi voy cada dia dando mas gracias a Dios de averme hallado aqui sirviendo a V.
Majestad en ella porque a no aver el freno de mi venida por mandado de V. Majestad con voz
del remedio que puedo assegurar es bien menester, de muchas maneras se offrescieran sin
ninguna duda como avian empeçado en Arras cosas en deservicio de V. Majestad a daño destos
estados que se hallan tan temerosos de ver por si una era tras otra que dessea todo el comun y
particular dellos sino son los de la casa de Croy ya gobernados por vassallos de V. Majestad y
no por persona libre y pudiéndose encaminar como lo creo es lo que conviene al bien comun y
seguridad del sugeto de V. Majestad en ellos".
952
Havré a J. Idiáquez, 15 de diciembre de 1592, Ibídem, f. 133. En esta misiva se vuelve a
representar la vieja pugna Cröy-Mansfeld.
953
Así se lo confirmó el rey el 30 de diciembre de 1592 (Ibídem, leg. 2220-2, f. 261). Por su
parte, el Consejo de Estado también lo aprobó, “Pareçer del Consejo”, s. d. (principios de 1593),
Ibídem, leg. 2855, s. f.
954
Fuentes informó a Felipe II sobre las decisiones que se habían tomado el 13 y 14 de
diciembre en el Consejo de Estado el 23 de dicho mes (Ibídem, f. 110-2 y 112-1).
269
acaecidos en Francia955. Al mando de la caballería ligera se decidió colocar a Alonso de
Idiáquez, hijo del poderoso secretario.
Estos primeros momentos de afinidad entre Fuentes y Mansfeld parecían
aventurar una relación cordial, pero la realidad demostró muy pronto que no iba a ser
así. Las posturas políticas enfrentadas de ambos personajes, la lucha sorda que libraron
por el poder, así como la actuación de Charles Mansfeld, llevarían a graves
enfrentamientos956. En la raíz de ese enfrentamiento, subyacía el hecho de que la labor
de Fuentes no estaba claramente definida, ya que sus instrucciones no contemplaban la
situación que se estaba viviendo, y Mansfeld sentía que ocupaba parcelas de su
autoridad957.
La tensión se multiplicaría ante el temor de Fuentes a que se le concediera la
patente de gobernador a Mansfeld, ya que ansiaba conseguir las atribuciones de capitán
general que había ostentado en Portugal durante el gobierno del archiduque Alberto. Si
Mansfeld obtenía dicha patente sería muy difícil obligarle a ceder sus poderes sobre el
ejército, ya que dicho documento solía incluir las funciones de capitán general. Debido
a ello, el de Fuentes solicitó a Felipe II que le concediera la atribución de poder
entregarle la patente al gobernador interino cuando creyera conveniente958, petición que
955
J. B. Tassis a Felipe II, 21 de diciembre de 1592, Ibídem, f. 123.
956
Fuentes a Felipe II, 23 de diciembre de 1592, Ibídem, f. 112-1, "Del padre no ay que tratar
porque su bondad y fidelidad al servicio de V. Majestad es toda la que puede tener un buen
vassallo mas con su vejez lo esta tanto que no es de ningún provecho y de manera que en lugar
de yr dando demostración de enmienda el govierno, justicia y lo demás como se lo he dicho y
assegurado siempre a todos de presente de V. Majestad va descayendo de lo que solia y
padesciendo su real servicio"; Mateucci a Aldobrandino, 31 de diciembre de 1592, ASV,
Fiandra, leg. 5, f. 288 r., "Inoltre, nascendo fin´hora le resolutioni dalli detti Conte Mansfelt et
Fuentes, A quello per l´età assai grave gli serve poco la memoria et ha bisogno più di
trattenemento che de ingombro de negotii, et se il Conte Carlo sui figlio non sosteresse quasi in
tutto il peso (...). L´altro e manieroso, grave e dolce nelli complimenti, ma fin´hora ne lo
scopiono molto amico de resolutioni e difficilmente si puo seco negotiar la mattina per stassene
in letto sin´a merodi, ne fin´hora n´e certeza che facoltà, o giurisdictione quel s´habbia intanto
perli negotii facendosi capo ad ambidui, dal mandarsi dall´uno all´altro e da la divisione sorge di
necesità la lungheza, e fin´hora sono poco concordi, havendo a male Mansfeld che no si corra a
lui principalmente da tutte".
957
Mateucci a Aldobrandino, 2 de enero de 1593, Ibídem, f. 294 v., "Crescono tuttavia le male
satisfattione tra le Conte Mansfelt e Fuentes. Mansfelt vededo che si fa piu capo, stima dell´altro
che lui ha detto che giurisditione, che faculta ha questo Conte di Fuentes, e questo non trova
bono, che si cappi del nome di Capitano e di Governatore Generale e che habbia fatto andarsi la
guardia a casa, no havendo (dice) in virtù de la lettera e dechiaratione sua che auttorità di stare
nel modo, forma e satato in che il Signore Duca di Parma lo lasciava in absentia sua, e no di dar
carichi e compagnie come ha cominciato a fare, et havendo voluto disponere d´alcune
compagnie d´Italiani comandate da Capitani Italiani, e darle al comando de spagnoli subito si
sono sbandate”.
958
Para conseguirlo, Fuentes escribió el 6 de marzo a Común (AGS, E., leg. 604, f. 39) y a
Felipe II (Ibídem, f. 28), "La merced y honra que V. Majestad ha sido querido hazer al Conde de
Mansfelt con la patente del govierno destos estados en el Inter es como de su real mano y
270
le fue denegada, llegando dicha patente a manos del gobernador interino. La obtención
de dicho documento por parte de Mansfeld, además de a Fuentes, molestó a algunos
nobles flamencos e incrementó la crispación política, lo que no pasó desapercibido a
ojeadores externos959.
A estas discrepancias se unió el hecho de que Fuentes se convirtió en protector
de los antiguos servidores de Farnesio, sobre los que no quiso intervenir hasta que
Esteban de Ibarra llegó a Flandes960. Estos decidieron apoyarse en el enviado de Felipe
II, con el fin de conseguir sus objetivos de limpiar el buen nombre de su señor y de
recibir un destino digno961. Mansfeld, por su parte, demostró el mismo aprecio por ellos
que el que había mostrado por el antiguo gobernador y el mejor ejemplo fue su actitud
cuando Felipe II le encargó el 1 de febrero de 1593 que retuviera a su servicio al
mersçe el conde por su fidelidad caviendome tanta parte por la aprovaçión de lo hecho y assi no
me queda que dezir mas de que si V. Majestad remitiera a mi el darsela por lo que conviene a su
real servicio y estado de las cosas lo difiriera hasta la declaraçión del nuevo governador para
que se entendiera que era por honrar sus canas y no para que continue el cargo como lo en
general y particular los naturales aquienes he ydo entreteniendo con lo mismo que hare agora si
me creyeren porque quando entro en el govierno como di quenta a V. Majestad estavan tan
tibios en obedesçelle que fue neçessario valerme de las cartas de creençia para ello y asegurarlos
seria por pocos dias y como le ven con ella se persuaden sera por muchos que ha causado la
confussion que diran otros se yo que con estar en aquella forma era menester hazer fuerça por
encaminallo a lo que paresçia convenia y teniendola en la que agora no se si sere parte para ello
aunque lo he ydo saboreando no se si daria mas por cumplir con lo que V. Majestad manda lo
hago".
959
C. Tisnacq a J. Idiáquez, 6 de marzo de 1593, Ibídem, leg. 606, f. 41, "No puedo dexar de
significar a V. S. que todos en general estan aca muy desmayados con la patente que se embio al
señor Conde de Manfelt, no porque es muy buen caballero y gran servidor de su Magestad muy
bien intencionado todo lo possible, empero la edad es grave, sin vigor, la memoria flaca (...).
Assi que estuvo la gente desconsoladisima de manera que hemos tenido harto que hazer en
consolar y persuadir que esta patente provision era necesaria aunque no fuera mas de para tres
dias, y que su Magestad presto proveería al govierno a uno de su sangre y aun fingir que
teniamos cartas dello”; Mateucci a Aldobrandino, 7 de marzo de 1593, ASV, Fiandra, leg. 5, f.
353 r.-v."Il lunedi di Carnivale arrivò quà corriero di Spagna con la confirmatione del Governo
di questi paesi nel conte Mansfeld (...) Volendola far leggere al Conte di Fuentes, gli disse che
havea copia dal Re, (voltandose Mansfeld ad alcuni de suio e dicendo a che fine il Re manda
copia de le mie lettere ad altri) poi gli presentò una picciola lettera del Re, suggignendo che
tenea ordine di dargliela nelle proprie mani, il contenuto non si sa specificamente, ma si crede
che habbia ordine di dar parte del tutto a detto Fuentes e con ponere suo attendere al servitio,
continuando la poca intelligentia, ne essendo punto piacita questa confirmatione a gli huomini
del paese, e particularmente alla nobiltà, dubitando che in breve il Governo debra cadere in un
spagnolo, poiche per l´adietro et adeso s´acquietano d´un Alemano".
960
Así lo hacía constatar Masi a Ranuccio el 13 de enero de 1593. Cfr. L. VANDER ESSEN,
"Correspondance de Cosimo Masi, secrétaire d´Alexandre Farnèse, concernant le gouvernement
de Mansfeld, de Fuèntes et de l´archiduc Ernest aux Pays-Bas 1593-1594", BIHBR, 27 (1952),
pp. 361-362.
961
En general, sobre la imagen de Farnesio tras su fallecimiento, C. PÉREZ BUSTAMANTE,
"El cronista Antonio de Herrera y la historia de Alejandro Farnesio", Boletín de la Real
Academia de la Historia, CIII (1933), pp. 737-790 y Boletín de la Universidad de Santiago de
Compostela, VI (1934), pp. 35-76. Para la suerte de sus servidores, B. DE GROOF, "Una
questione di priorità: spagnoli, italiani e fiamminghi alla morte di Alessandro Farnese", en A.
BILOTTO, P. DEL NEGRO y C. MOZZARELLI (eds.), op. cit., pp. 167-187.
271
personal de la capilla, archeros y alabarderos que habían pertenecido a la Casa de
Farnesio962. Mansfeld hizo caso omiso de dicha orden, por lo que en 1598 los 50
alabarderos que había tenido el duque de Parma a su servicio tuvieron que reclamar el
pago de los gajes que les correspondían de ese periodo963.
Pese a este papel protector, Fuentes se vio obligado a retener a Cosme Masi en
Flandes, ya que Felipe II había ordenado que este entregara a Esteban de Ibarra todos
los papeles que se habían generado durante el gobierno de su señor. El propósito de esta
medida era poder estudiar dichos documentos y averiguar si se habían producido
irregularidades, sobre todo en asuntos hacendísticos964. El mayor inconveniente era que
Masi, en previsión de las actuaciones que pudiera decidir el rey, había enviado ya a
Parma muchos de esos papeles, lo que conllevó que su estancia en Flandes se
prolongara hasta que Ernesto le dio permiso para regresar a su tierra el 29 de septiembre
de 1594, pudiendo partir sin ser procesado, gracias a la protección del propio
archiduque y de Fuentes.
Mientras esto sucedía en Bruselas, en Madrid se tenía una honda preocupación
por la situación que se estaba produciendo en Flandes. La elección de Charles Mansfeld
como comandante del ejército no había sido acogida precisamente con entusiasmo en el
Consejo de Estado, cuyos miembros hubieran preferido que el propio conde de Fuentes
se hubiera puesto al frente de las tropas965. Por otro lado, en previsión de ulteriores
problemas, y para evitar situaciones ya acaecidas anteriormente, se decidió que Fuentes
quedara como gobernador interino si Mansfeld fallecía antes de que Ernesto hubiera
llegado a Bruselas para gobernar966. Se recalcaba, además, que se debía hacer lo
humanamente posible para evitar dicha situación, por lo que Mansfeld no debía salir en
962
CPh. II, IV, p. 134, nº 338.
963
Archiduque Alberto a Mansfeld, 4 de mayo de 1598, Cfr. L. VANDER ESSEN,
"Correspondances d´Alexandre Farnèse avec le comte de Hénin (1578-1585) et de l´archiduc
Albert avec Pierre-Ernest de Mansfelt (1596-1599)", BCRH, 82 (1913), nº 30, p. 429.
964
Fuentes a Felipe II, 24 de enero de 1593, AGS, E., leg. 604, f. 18, "Llegado que sea Esteban
de Ibarra haré le entregue Cosme Massi todos los papeles que tuviere y supiere del servicio de
V. Majestad si bien me ha dicho tiene aquí pocos porque cada año los embiava a parte segura y
no en donde, mas de que las entregara a quien V. Majestad fuere servido con quien he ydo para
entretenerle con el termino que V. Majestad manda porque lo tengo por hombre qual que no
fuere sobre aviso se le llevara según su maña. Justificación a Don Christoval y Don Juan avise
dello y de las opiniones que aqui havia de averiguar algunas cosas. Después aca he entendido
que el dia que murió el Duque y otro estuvo ençerrado con el Presidente Richardot y Don
Gaston Espinola quemando papeles el Don Gaston, el dicho Cosme dize que por la acogida que
hago a las cosas de su amo lleva mejor la dilación de ver al nuevo heredero haze fuerça en la
brevedad de su partida y no estoy asegurado de que no se desaparezca. Procuraré saber la
satisfacción de los offiçiales que le ayudavan y dare quenta con el primero".
965
Felipe II a Fuentes, 4 de febrero de 1593, Ibídem, leg. 2221, f. 111.
966
El mismo día, el monarca le comunicó a Fuentes que se le enviaba una patente de gobernador
en francés para el citado caso (Ibídem, f. 105).
272
campaña y debía hacerlo en su lugar Fuentes o, en su defecto, si este estaba ausente,
Mondragón, debiendo permanecer siempre el viejo noble luxemburgués en Bruselas.
Esta no era una cuestión baladí, como se acabaría demostrando posteriormente.
Otro asunto que preocupaba enormemente era la consecución de la paz con los
rebeldes, para así poder centrar los esfuerzos en la intervención en Francia. El elegido
para intentar realizar tan delicada misión fue Charles de Tisnacq, cuya labor al frente de
la guarda de Corps había satisfecho al rey y a sus consejeros, pese a los numerosos
problemas jurisdiccionales que tuvo que afrontar. Así, se le permitió retornar a Flandes
cuando lo solicitó en 1592, con el encargo de abrir negociaciones de paz con los
rebeldes y para lo que se le concedieron diversas mercedes pecuniarias y de otra
índole967. Los diversos memoriales que había redactado sobre como llegar a un acuerdo
con ellos, así como los confidentes de que disponía para llevar a cabo sus planes -caso
de Lindanus, obispo de Amberes, Assonleville y vander Burcht-, convencieron al
monarca y a sus privados de que era la persona adecuada para una misión tan
delicada968. Una vez en los Países Bajos, desarrolló una actividad frenética para agilizar
el inicio de conversaciones, complementando sus actuaciones con la correspondencia
que mantuvo en el Imperio con Guillén de San Clemente, con el nuncio de Colonia y,
sobre todo, con el barón de Reder, uno de los personajes comisionados por Rodolfo II
para conseguir dicha paz969. Sin embargo, el retraso en aplicar sus ideas provocó que sus
gestiones fracasaran y cuando los delegados imperiales llegaron a Flandes en 1594 se
les hizo caso omiso970. Por otro lado, su labor no se limitó, únicamente, a buscar la paz
967
Pidió una ayuda de costa para realizar su viaje a Flandes y se le concedieron 1000 ducados
en cosas de Indias. Al tardarse mucho en cobrarlos, se le concedieron 300 ducados por la
cámara (Billete Mateo Vázquez a Felipe II, s. f. (finales 1591), IVDJ, Envío 51, f. 5). Además
de ello, Felipe II escribió a Farnesio el 22 de abril de 1592 para comunicarle que se le habían
concedido 50 escudos de entretenimiento al mes, hasta que se le proveyera de una compañía de
caballos u otro oficio con un sueldo mayor (AHN, E., libro 251, f. 192 v.-194 r.) y el 22 de
mayo de 1592 se le envió una carta de recomendación al gobernador de Flandes (AGR,
Audience, leg. 183, f. 147). No contento con eso, Felipe II dirigió una nueva carta a Farnesio el
16 de junio de 1592, para pedirle que le declarara exento de tener que vivir en alojamientos
militares y pudiera hacerlo en su casa de Bruselas y que gozase de todas las franquezas,
exenciones y libertades de las que gozaban las personas de su Casa, ya que seguía contando en
sus libros de los acroys (Ibídem, f. 149).
968
Felipe II a Fuentes, 4 de febrero de 1593, AGS, E., leg. 2221, f. 104.
969
Sobre sus conversaciones con el barón de Reder en Lieja, Ibídem, leg. 604, f. 78.
970
Encontramos constancia de sus acciones en 1593 en Ibídem, leg. 606, ff. 33-50 y en 1594 en
Ibídem, ff. 164-167. Sobre el fracaso de las negociaciones, H. DE SCHEPPER, “Los Países
Bajos y la Monarquía Hispánica,...”, pp. 338-339.
273
con los rebeldes, sino que también se dedicó a escribir diversos memoriales sobre como
mejorar la posición real en Flandes971.
Entretanto, Fuentes procuraba pergeñar la mejor manera posible de perfeccionar
el funcionamiento de la administración de los Países Bajos antes de la llegada de
Ernesto, para lo cual propuso un profundo cambio en los Consejos Colaterales y en los
Provinciales972; intento que, por otra parte, era casi consustancial a todos los personajes
que arribaban a Bruselas. De igual manera, expresó su deseo de reformar el ejército con
dos medidas puntuales: dotarle de un veedor general, ya que Diego de Ibarra apenas
ejercía como tal, y mejorar el funcionamiento del hospital militar que se encontraba
gobernado desde 1582 por el antiguo capellán de don Juan de Austria y de Farnesio,
Francisco de Humara, que había sufrido graves acusaciones desde la muerte de su
patrón y que desembocarían en su revocación definitiva en época de Alberto973. Sin
embargo, todas estas reformas era imposible llevarlas a cabo sin que estuviera allí
presente Esteban de Ibarra.
Este personaje había recibido sus instrucciones, tanto pública como secreta974,
como primer secretario de Estado y Guerra con fecha del 28 de septiembre de 1592. En
ellas se le insistía en que no debía aparecer en Flandes hasta que se hubiera comunicado
a Alejandro Farnesio su relevo, aunque se avisara a Bruselas de su traslado antes de
tener constancia de que el príncipe de Parma hubiese recibido la noticia975. En ambos
documentos ocupaba un plano principal la hacienda y se le encargaba que descubriera la
manera en que se había derrochado tanto dinero, apoyándose para ello en personajes
afines a Idiáquez como Juan de Lastur, Tassis y Diego de Ibarra. En la instrucción
secreta, igualmente, se incidía en la necesidad de ayudar a los católicos franceses
contando con la opinión de Tassis y Diego de Ibarra, así como de acelerar a Fuentes
para que culminara las conversaciones para la pacificación de Holanda y Zelanda. Por
último, debía participar de forma general en otros asuntos como la mejora de la religión,
justicia, gobierno y milicia, revitalizar el Consejo de Estado, ganarse la voluntad del
nuevo gobernador e impedir que su servicio se inmiscuyera en política.
971
Destaca uno del 5 de marzo de 1593 (BNM, Ms. 18666, f. 56), en que aconsejaba al rey que
nombrara cuanto antes a un gobernador de su sangre y de la Casa de Austria a la mayor
brevedad posible. De igual manera, debía reformar el Consejo de Estado y el ejército.
972
Fuentes a Felipe II, 14 de febrero de 1593, AGS, E., leg. 604, f. 25.
973
Ya advertía Esteban de Ibarra a Felipe II el 25 de abril de 1593 que el hospital estaba
gobernado por corruptos que solo querían su propio beneficio y que habría que modificarlo
(Ibídem, leg. 605, f. 46).
974
La instrucción pública se encuentra en Ibídem, leg. 2220-2, f. 179 y la secreta en el f. 178.
975
El mismo 28 de septiembre, Felipe II escribió a Diego de Ibarra, J. B. Tassis, Guillén de San
Clemente, Mansfeld, Mondragón, Juan de Lastur, Fuentes y Ernesto para informarles de su
marcha (Ibídem, leg. 605, ff. 175-181).
274
Esteban de Ibarra se embarcó en Barcelona el 28 de noviembre, prolongándose
su Jornada hasta que el 18 de marzo del año siguiente hizo su entrada en Bruselas.
Durante su viaje se conoció la muerte de Farnesio, por lo que se le apremió para que se
hiciera cargo de los papeles del príncipe de Parma que tenía Masi y para que se colocara
al lado de Mansfeld, fiscalizando su labor976. Pese a que el secretario no se había
encontrado presente en los primeros y difíciles momentos tras el fallecimiento de
Farnesio, se acabaría convirtiendo en uno de los personajes centrales de la política de
Flandes hasta su retorno a Madrid en 1596.
Una vez en Bruselas, se puso enseguida a trabajar, principalmente, en los
asuntos hacendísticos y en la manera en que se habían llevado durante el gobierno
anterior977. Ya Fuentes había ido recopilando información y le preocupaba, sobre todo,
que en los últimos tiempos del duque de Parma se hubieran librado ciertas cantidades
sin que este hubiera dado su aprobación, ya que se le había hecho firmar con
anterioridad un suplemento que hacía innecesaria su firma978. El asunto era muy grave y
señalaba a varios personajes importantes del séquito del antiguo gobernador, entre ellos
a Cosme Masi979. En concreto, se sospechaba principalmente de uno de sus oficiales,
Luis de Mesa, al que se tuvo que reclamar a Milán, ya que había salido de Flandes en
976
Felipe II a Fuentes, 30 de diciembre de 1592, Ibídem, f. 263 y Felipe II a E. Ibarra, 30 de
diciembre de 1592, Ibídem, f. 257.
977
En general, para los cambios en la administración de la hacienda tras la muerte de Farnesio y
hasta la Cesión a los Archiduques, A. ESTEBAN ESTRÍNGANA, Guerra y finanzas en los
Países Bajos católicos. De Farnesio a Spínola (1592-1630), Madrid, 2002, capítulo 1, “Una
tentativa fallida de racionalización financiera y administrativa en los umbrales del siglo XVII”,
pp. 29-81.
978
Fuentes a Felipe II, 30 de enero de 1593, AGS, E., leg. 604, f. 20. Esta situación la habían
denunciado Pedro de Castro, hijo del conde de Lemos y aumonier y gentilhombre de la cámara
de Farnesio, y Jacques Helmont, empleado en la cámara del duque de Parma, que había sido el
encargado de pasar al gobernador los papeles que debía firmar.
979
“Información sobre que le habían hecho firmar al duque de Parma despachar sin su
conocimiento”, 25 de marzo de 1593, Ibídem, leg. 605, f. 41. En él constaban los testimonios de
Pedro Castro, Helmont y Diego de Rojas, sobrino de Castro y que trabajaba en el escritorio del
Duque. Según estos, Farnesio tres o cuatro meses antes de morir pidió a Pedro de Castro que
mirara qué papeles le hacían firmar en español y en otras lenguas, ya que sospechaba que no
eran cosas del servicio del rey. Castro encontró en noviembre un suplemento en el que se
proponía que todas las libranzas que no fueran firmadas por Farnesio fueron también válidas. El
duque de Parma, al ver dicho suplemento, preguntó a Masi que quién se lo había hecho firmar,
lo que este dijo desconocer. Diego de Rojas, por su parte, comunicó a su tío que le parecía que
dicho suplemento era de un oficial del pagador Santisteban, llamado Ortuña o Anzuña.
275
cuanto Farnesio murió980. Sin embargo, las averiguaciones fueron muy lentas y tuvieron
que ser completadas por el Tribunal de la Visita981.
Al tiempo que se llevaban a cabo las pesquisas, Esteban de Ibarra comenzó a
tomar medidas para mejorar la administración de la Hacienda. Así, trató de instaurar la
Junta de la que ya se había hablado en agosto de 1591 y que Farnesio había aplazado
sine die. Los componentes de la misma serían los ya propuestos en aquella ocasión, con
las únicas modificaciones de la entrada de Fuentes en las deliberaciones y el cambio del
sospechoso Santisteban por Esteban de Ibarra982. En cuanto a Richardot, Felipe II dejó
la decisión de incluirle en la Junta en manos de Fuentes, que lo aprobó por fiarse de él y
por conocer de primera mano las sospechosas maniobras que habían realizado tanto los
contadores como el secretario François le Vasseur, más conocido por Moriensart983.
Pese a estas decisiones, dicha Junta no se llegó a reunir hasta 1596 por diversos
motivos, siendo uno de los principales el fallecimiento de uno de sus posibles
miembros, Juan de Lastur, al día siguiente de la entrada de Esteban de Ibarra en
Bruselas. Lo que si se consiguió relanzar, en cambio, fue la formación del citado
Tribunal de la Visita con el envío a Flandes de J. López de Aliri y de Pedro de Ayçaga,
personajes que habían sido recomendados por Esteban de Ibarra984. A ellos se unieron
Hulst y Verastegui, comunicando Felipe II el 15 de octubre de 1593 que dicho Tribunal
ya había quedado formado985.
980
Fuentes a Felipe II, 30 de marzo de 1593, Ibídem, leg. 604, f. 54, "La averiguaçión de lo del
suplemento ha empeçado Esteban de Ibarra y lo han de los demas informaçiones y por entender
que Luis de Mesa offiçial que fue de Cosme Massi es persona que dará mucha luz y que no está
sin culpa escrivo a Milan donde dizen esta para que el Condestable le eche mano".
981
En una misiva a Esteban de Ibarra del 15 de octubre de 1593 (Ibídem, leg. 2221, f. 213),
Felipe II expresaba su impaciencia por conocer quienes fueron los implicados y las medidas que
se tomarían contra ellos.
982
Felipe II a Fuentes, 4 de febrero de 1593, Ibídem, f. 129. En cuanto a Mansfeld, sería Fuentes
quien le debiera informar de lo decidido (Felipe II a Mansfeld, 4 de febrero de 1593, Ibídem, f.
61).
983
Secretario de Estado y Rey de Armas de la orden del Toisón, gozó de la confianza de
Farnesio, lo que le permitió estar presente en las reuniones sobre Francia que solían hacer
Farnesio, Richardot y Masi con otros personajes. Así mismo, participó en la distribución de la
hacienda. La muerte de Farnesio hizo que comenzaran a caer sospechas sobre su actuación y
sobre sus contactos con el enemigo, por lo que Fuentes inició una investigación sobre su
relación con los franceses pero el acercamiento que realizó Moriensart a Mansfeld evitó que
fuera procesado. Los rumores se volvieron a disparar a finales de 1596, ya que se dijo que
estuvo implicado en el paso de información a los franceses para derrotar al conde de Baraz en
Breda (J. ROCO DE CAMPOFRÍO, op. cit., p. 141; Fuentes a Felipe II, 25 de septiembre de
1593, AGS, E., leg. 604, f. 178 y Felipe II a Fuentes, 16 de noviembre de 1593, Ibídem, leg.
2221, f. 178).
984
E. Ibarra a Común, 22 de mayo de 1593, Ibídem, leg. 605, f. 75. Sobre el Tribunal de la
Visita, que comenzó a funcionar plenamente en 1594, J. LEFÈVRE, "Le Tribunal de la Visite,
1594-1602", Archives, Bibliothèques et Musées de Belgique, 9 (1932), pp. 65-85.
985
Felipe II a Mansfeld, 15 de octubre de 1593, AGS, E., leg. 2221, f. 73.
276
Otra de las medidas que tomó el secretario fue conseguir que su sobrino, Diego
de Ibarra, se ocupara de forma efectiva del cargo de veedor general, tras diversos
enfrentamientos986. La realidad es que la labor de Esteban de Ibarra respecto a la
Hacienda era muy complicada de llevar a cabo, debido a las dificultades que entrañaba
y al poco apoyo que recibía de aquellos que debían ayudarle.
Al margen de la Hacienda, Esteban de Ibarra tuvo que realizar otras labores,
algunas de ellas inesperadas. La más importante fue la de ejercer de contrapeso en el
grave enfrentamiento entre Fuentes y Mansfeld por hacerse cargo del mando del
ejército, siendo consciente el secretario de las posturas tan encontradas que sostenían
ambos nada más llegar a Flandes987. Así, mientras Fuentes tenía unas patentes que le
permitían hacerse cargo del ejército, pero seguía pretendiendo que el rey le diera
tratamiento de capitán general988, Mansfeld no estaba dispuesto a ceder un ápice en las
funciones contenidas en su patente de gobernador. Desde el principio, Esteban de Ibarra
procuró permanecer neutral entre ambos condes, sabedor del difícil carácter que tenía
Fuentes desde que coincidieron en su estancia en Lisboa como proveedor de la flota e
intuyendo el no menos fuerte del de Mansfeld, aunque se mostró partidario de que fuera
el noble castellano quien se pusiera al frente del ejército por ser el luxemburgués muy
mayor.
El latente conflicto estalló, finalmente, ante la necesidad de salir en campaña
contra los rebeldes que acechaban la ciudad de St. Geertruidenberg. La gravedad de la
986
A. ESTEBAN ESTRÍNGANA, Guerra y finanzas en los Países Bajos Católicos..., p. 40.
987
E. Ibarra a Felipe II, 21 de marzo de 1593, AGS, E., leg. 605, f. 31, "El de Mansfelt esta muy
viejo y el de Fuentes descontento porque aspira con todas veras a que V. Majestad le honrre mas
de tal manera que le veo con resolución que en esta coyuntura ni en otra no se ha de aprovechar
de ninguna de las patentes que V. Majestad le ha embiado para Francia ni para estos estados
viniendo el de Mansfelt y si nos vemos en el caso que podría sobrevenir si son ciertas las nuevas
que los rebeldes publican, Mansfelt ha menester quien le ayude porque a mi pareçer y al de
todos de todo punto esta inútil para tomar a su mano salir con las armas en campaña y si el
conde de Fuentes lo ha de reusar estando el de Mansfelt en el lugar que tiene no siento que lo
hara con tanta libertad si viene aqui el que V. Majestad aguarda por tantos respetos como se
dexan considerar y estando los negocios de aqui en el punto que estan bien se dexa entender de
quanto inconveniente seria si se llegasse a esta contingencia y assi no solo entiendo que la
venida de quien se aguarda conviene para lo principal pero darle mucha prissa para evitar
estotro que aunque açessorio importa tanto".
988
Esteban de Ibarra a Felipe II, 31 de marzo de 1593, Ibídem, f. 40."Al Conde de Fuentes veo
cada dia mas casado en la resoluçión que ya he avisado a V. Majestad que no se encargara de las
armas en la forma que le esta ordenado y porque veo tambien muy çerca, o, en la mano el ser
menester tomarlas para acudir a la presente donde acometido el enemigo pues de fuerça se ha de
procurar socorrer la plaça sobre que se pussieren y las fuerças que se juntan han de servir para
esto, o, emprender otra cosa acuerdo a V. Majestad que no importa poco prevenir y ordenar lo
que en tal caso se ha de hazer, porque el de Mansfelt a mi parescer no esta para aquello ni
tampoco conviene fiarlo de su hedad ni menos dexar llegar las cosas desta qualidad (...) El
Conde dize que V. Majestad le ha de hazer mas merced y darle plena autoridad porque entiende
que cabe en su persona todo lo que desto se puede emplear en el".
277
situación llevó a Mansfeld a preguntar en diversas ocasiones a Fuentes cual era la
voluntad real, pero este se negó a darla a conocer hasta que no estuviera reunido todo el
Consejo de Estado989. Durante el tiempo de espera, surgieron otras alternativas para
comandar el ejército, como las de Mondragón o La Motte, pero los dos condes querían
ejercer dicho puesto y trataron de convencer al contrario. Así, mientras Fuentes
conminó a Mansfeld a que permaneciera en Bruselas, ya que su presencia en el frente
ponía en peligro su vida, con lo que ello conllevaría de descontrol en el gobierno, este le
respondió que eso no le arredraba y que iría en campaña para cumplir con su obligación.
De igual manera, amenazó con llevarse junto a él a los consejos y ministros así como a
Fuentes, lo cual significaría una gran humillación para éste990.
El 4 de mayo se reunió el Consejo para tratar sobre dicho socorro y se intentó
llegar a una solución intermedia, proponiendo Mansfeld como comandante al marqués
de Varambon. Sin embargo, esta decisión tampoco satisfizo a todos, ya que La Motte se
mostró indignado al acumular más méritos que el citado Varambon991. Al no aprobarse
su propuesta, el gobernador interino decidió que debía ser él mismo quien saliera al
frente del ejército; una vez conocida su decisión, Fuentes le mostró la carta de Felipe II
en la que se instaba a Mansfeld a permanecer siempre en Bruselas y que Fuentes se
había resistido a usar hasta ese momento992. Sorprendentemente, Mansfeld decidió no
obedecer la orden real, ya que argumentó que se le debía haber comunicado con
anterioridad, por lo que partió de Bruselas poco después dejando el gobierno en manos
de Havré y Aerschot, lo que enardeció aún más a Fuentes. Para explicar sus diferentes
posturas, aunque la excusa oficial era tratar asuntos de mejora del ejército, ambos
condes mandaron emisarios a Madrid; mientras Mansfeld envió a Juan Venegas de
Córdoba, Fuentes prefirió al contador Pedro de Ayçaga993, que también representó las
opiniones de Ibarra.
Todos estos enfrentamientos provocaron dilaciones en el socorro, lo que supuso
que la ciudad se perdiera. Debido a ello, el prestigio de ambos condes quedó seriamente
tocado, aunque en mayor medida el de Mansfeld, y desde Madrid se les apercibió de
que debían olvidarse de sus rencillas personales para mirar por el bien real994. Ante la
989
Esteban de Ibarra a Común, 9 de abril de 1593, Ibídem, f. 50.
990
Fuentes a Felipe II, 1 de mayo de 1593, Ibídem, leg. 604, f. 66.
991
E. Ibarra a Común, 4 de mayo de 1593, Ibídem, leg. 605, f. 54.
992
E. Ibarra a Felipe II, 21 de mayo de 1593, Ibídem, f. 73.
993
Los papeles que entregó en San Lorenzo el 15 de junio de 1593 para mejorar el ejército en
Ibídem, leg. 606, ff. 237-242.
994
Así se lo hacía saber Felipe II a Esteban de Ibarra el 5 de julio de 1593 (Ibídem, leg. 2221, f.
194). El rey expresó su contrariedad a Mansfeld el mismo día (Ibídem, f. 82) y Juan de Idiáquez
y Moura a Fuentes el 7 de julio (Ibídem, f. 145).
278
reprimenda, ambos nobles entablaron conversaciones para apaciguar la situación, pero
no consiguieron llegar a ningún entendimiento al encastillarse cada uno en sus
respectivas posiciones.
La falta de acuerdo provocó que el gobernador interino decidiera negarse a
comunicar con Fuentes los negocios concernientes a Estado, Gobierno, Hacienda y
Guerra995. Debido a ello, el noble castellano decidió destinar un nuevo enviado a
Madrid, siendo el escogido el jesuita Antonio Crespo de Molina, que se había
convertido en confesor del conde y que gozaba, asimismo, de la confianza de Esteban
de Ibarra, que le dio encarecidas cartas de recomendación996. El viaje del religioso
provocó una fuerte polémica tanto en Flandes, con las protestas de Mansfeld, como en
la Santa Sede, donde no gustó que un jesuita se inmiscuyera en asuntos políticos que no
fueran del interés del Papado. Fuentes y Esteban de Ibarra encargaron a Sessa que
acallara los rumores en Roma997, por lo que Crespo pudo realizar su viaje a favor de
Fuentes998. El religioso permanecería en Madrid desde su recibimiento en El Escorial en
995
La relación del Consejo de Estado del 21 de agosto donde Mansfeld expuso su decisión la
encontramos en una misiva de Esteban de Ibarra a Común del mismo día (Ibídem, leg. 605, ff.
140-141).
996
ID., 24 de agosto de 1593, Ibídem, f. 158. El f. 159 es una carta de recomendación para
Martín de Idiáquez.
997
E. Ibarra a Sessa, 18 de septiembre de 1593, IVDJ, Envío 47, f. 292; Fuentes a Sessa, 18 de
septiembre de 1593, AZ, carpeta 40, GD 4, doc. 58, "En la de 18 del passado dixe cuan mal
dispuestas estavan todas estas cosas i apunté el ruin estado en que se hallavan estos, que cada
dia es peor no solo en lo del govierno pero en lo de la religión i por tocar a ella con acuerdo del
Provincial de los Teatino i licencia suya fue a españa el padre Antonio Crespo padre de aquella
compañía i persona de muchas partes i honor de que me a parecido assimismo avisar a V.
Señoría porque me dizen personas zelosas del servicio de Dios i de Su Majestad que no falta
quien anda procurando dar a entender que su ida fue no al fin con que se despachó sino a otros i
contra personas. Assi mandará V. Señoría prevenir a su santidad assegurandole fue su ida a lo
mismo que le enviara su Beatitud como cosa tan propria suya i en que le va mas que a nadie i
que como dixe en mi antecedente es mas que necesaria la venida del Archiduque Ernesto a
quien se va dando prisa”.
998
Los despachos sobre su comisión se encuentran en AGS, E., leg. 606, ff. 178-185 con el
nombre de “Puntos del Padre Crespo” y sin fecha, que a continuación describimos. El f. 178
habla sobre el ejército en Francia y el mal papel que había realizado Charles Mansfeld; el f. 179,
por su parte, trataba sobre “Lo que se ha de advertir tocante al Vicariato General del exército de
flandes, capellanes y administración del Hospital Real”; el f. 180 era una nota sobre las cosas
que debían corregirse en Flandes y el f. 181 se refería a qué atribuciones tendría Fuentes en el
gobierno de los Países Bajos cuando llegara el archiduque Ernesto; el f. 182 era una “Relación
del Padre Antonio Crespo, acerca de las cosas de Flandes y Francia”; el f. 183, por su parte, eran
unos advertimientos del padre Crespo; el f. 184 hacía referencia a la falta de hombres en quien
fiarse y recomendaba el envío de 12000 soldados y un gobernador español para las tropas que
debía ser Fuentes subordinado a Ernesto y el f. 185 habla de cuestiones referentes a la situación
militar. Todas estas misivas estaban dirigidas al marqués de Velada y a Hernando de Toledo,
que le debían ayudar en su misión.
279
octubre hasta su regreso a Flandes en junio de 1594999, pudiendo considerar que su
misión había resultado de gran provecho para su patrocinador.
Mientras esperaba noticias de su emisario, Fuentes se negó a acudir a las
reuniones de los consejos, pese a que Esteban de Ibarra le rogó en diversas ocasiones
que le ayudara en ellas1000. De igual manera, reclamó una licencia para salir de Flandes
y, aunque el rey se la concedió, la ejecución de la misma se encontraba supeditada a la
llegada del nuevo gobernador1001. Vista la imposibilidad de partir de los Países Bajos y
la poca capacidad que tenía para influir en las decisiones políticas, Fuentes se volcó en
la reformación del ejército que le había ordenado el monarca, siendo una de sus ideas
principales la de reorganizar los eclesiásticos que seguían a los tercios nombrando a
padres jesuitas para realizar tal actividad1002. Esta actuación le volvió a enfrentar a
Mansfeld, que había quedado al margen de la reformación por orden real, lo cual
representaba una merma considerable de su honra1003, que hizo lo posible por boicotear
su labor.
Todos estos hechos venían a demostrar que la supuesta confianza que se tenía en
un personaje natural de los Países Bajos como Mansfeld tras su nombramiento y
confirmación como gobernador interino no era cierta, ya que desde Madrid se le
ocultaban las decisiones importantes, que sí se daban a conocer a Fuentes e Ibarra,
relegándole a un mero papel secundario y ceremonial. El noble luxemburgués fue
consciente de ello y luchó por invertir esa tendencia con escaso éxito, lo que hizo
imposible una entente cordial entre los ministros castellanos y Mansfeld y provocó los
numerosos enfrentamientos que estamos viendo.
La situación empeoró aún más, si cabe, con el retorno de Charles Mansfeld a
Flandes tras la tregua con los franceses. Estando aún presente en el reino vecino, el
noble luxemburgués había convencido a su padre para que se autoproclamara
gobernador de la provincia de Flandes, cargo que Felipe II había proveído en Farnesio
cuando era gobernador general. Su hijo pensaba unir dicho gobierno al almirantazgo
que él mismo poseía, por lo que la familia quedaría con los títulos más lucrativos de la
provincia. Esta actuación provocó nueva controversia, sobre todo, en el Consejo
Privado, donde tanto Hulst como Richardot se mostraron contrarios, mientras el
999
Felipe II a Ernesto y a Fuentes, 3 de junio de 1594, AHN, E., libro 253, ff. 86 v.-87 v.
1000
E. Ibarra a Común, 5 de octubre de 1593, AGS, E., leg. 605, f. 167.
1001
Felipe II a Fuentes, 15 de octubre de 1593, Ibídem, leg. 2221, f. 172.
1002
“Sobre la reformaçión de los eclesiásticos que siguen los exércitos de V. Majestad en
Flandes”, s. d. (hacia 1594), IVDJ, Envío 47, doc. 503.
1003
Mansfeld se quejó de esta decisión a Felipe II el 22 de noviembre de 1593 (AGS, E., leg.
606, f. 90).
280
presidente Jean van der Burcht lo apoyó. Fuera de él también se opusieron a esta
concesión Aerschot, Havré y Aremberg, que optaban al mismo oficio. Por su parte,
Esteban de Ibarra y Fuentes defendieron que dicho gobierno quedara vacante, ya que
ninguno de los candidatos era el adecuado1004, postura que se impondría, por lo que
quedó en suspenso la elección de gobernador.
Tras todos estos acontecimientos, podemos considerar que los últimos meses de
1593 fueron momentos de conflicto y de tensa espera de la llegada del archiduque
Ernesto, que no aparecería en Bruselas hasta el 30 de enero del año siguiente. Lo
complejo de las negociaciones había retrasado su Jornada, lo que, sin duda, avivó las
tensiones ya existentes.
6.3.- Las conversaciones con Ernesto y su Jornada a Flandes
Una de las principales misiones que se le habían encomendado a Fuentes cuando
marchó a Flandes era la de comunicar a Ernesto que había sido nombrado gobernador,
así como preparar el terreno para su llegada. La muerte de Farnesio trastocó los planes
iniciales, al igual que en tantos otros asuntos, y Fuentes, de motu proprio, decidió
retrasar la comunicación de la decisión real hasta haberse hecho cargo de la situación.
Este periodo de adaptación finalizaría en febrero de 1593, momento en que Felipe II
creyó que ya había pasado el tiempo necesario para organizar la entrada de Ernesto en
Flandes, instándose a Fuentes para que, a través de Guillén de San Clemente, notificara
al archiduque la decisión real1005. La idea del monarca era que se comunicara la decisión
en primer lugar al emperador y acto seguido a Ernesto, sin esperar respuesta de Rodolfo
II. Si las conversaciones se alargaban en exceso, se recomendaba al embajador que
recurriera a la intermediación de Wolf Rumpf de Wielross, camarero mayor del
emperador y uno de los personajes más importantes de la red clientelar de Felipe II en el
Imperio1006.
Nada más recibir los despachos del rey el 6 de marzo, Fuentes escribió a
Rodolfo II, Ernesto y Guillén de San Clemente, dando así inicio a un arduo periodo de
1004
E. Ibarra a Felipe II, 22 de noviembre de 1593, AGS, E., leg. 605, f. 203, "El primero
(Aerschot) ni es para aquello ni para otra cosa. El segundo (Havré) V. Majestad le conoce y yo
también se del lo que me obliga no abonarle para que V. Majestad le ponga en lugar que pueda
echar de ver que vale algo mas de lo que es menester para que no pueda hazer lo que otras
veces. El tercero (Aremberg) también es de poca sustançia y por esto concurren en el los
inconvenientes de menos consideración".
1005
Así, el monarca escribió tanto a Fuentes (Ibídem, leg. 2221, f. 22) como a Guillén de San
Clemente (Ibídem, ff. 23-24) el 6 de febrero.
1006
Sobre este personaje, F. EDELMAYER, "Wolf Rumpf de Wielross y la España de Felipe II
y Felipe III", Pedralbes. Revista d´Història Moderna, 16 (1996), pp. 133-163.
281
negociaciones. El embajador de Felipe II, que se encontraba presto a marchar a Padua
para tomar unos baños y descansar debido a su precario estado de salud1007, tuvo que
suspender su viaje y ponerse enseguida manos a la obra, sabedor de la dificultad que
entrañaba la empresa1008. En efecto, el emperador planteó muchas trabas durante la
primera audiencia, todo lo contrario que Ernesto, que aceptó rápidamente tras mostrarle
el embajador la petición real el 24 de abril1009.
Tras meses de tensas negociaciones, y gracias a la intermediación de Rumpf1010,
se pudo llegar a un final feliz el 19 de junio. Sin embargo, antes de confirmar el permiso
para que Ernesto partiera hacia los Países Bajos, Rodolfo II exigió que su hermano
acudiera a una Dieta en Gratz para librarse de su juramento como gobernador de Estiria
y Carintia y poder ser así sustituido en el puesto por su hermano Maximiliano1011. Con
esta imposición, la partida del archiduque se dilató aún más en el tiempo y Felipe II se
vio en la obligación de pedir en multitud de ocasiones que la partida se acelerara1012.
Guillén de San Clemente hizo ímprobos esfuerzos por conseguirlo, al tiempo que
intentaba fiscalizar la formación de la Casa del archiduque1013. Es muy interesante
observar la génesis de este servicio, ya que sus componentes tendrían gran influencia en
el devenir político flamenco en los años venideros.
Ya Esteban de Ibarra era consciente antes de la Jornada del archiduque de que
era necesario proveer en su servicio a hispanos y flamencos, ya que no debía estar
formado en su totalidad por servidores imperiales1014. Favorecer en exceso a una
1007
Ese viaje se hubiera podido prolongar, incluso, hasta Roma ya que Clemente VIII quería
despachar con él a boca sobre la elección de Ernesto como rey de romanos (Sessa a J. Idiáquez,
22 de marzo de 1593, AGS, E., leg. 961, s. f.).
1008
Guillén a Felipe II, 14 de marzo de 1593, Ibídem, leg. 700, ff. 73-74.
1009
Ernesto a Felipe II, 1 de mayo de 1593, Ibídem, f. 2. Había recibido la buena nueva de
manos de Guillén de San Clemente y aceptaba encantado la merced que le había concedido
Felipe II. Ya en 1592 había expresado al embajador Khevenhüller, durante el viaje que este
realizó al Imperio, que quería obtener algún oficio que le permitiera salir de Praga (H.
KHEVENHÜLLER, op. cit., p. 416).
1010
Rumpf a Guillén, 25 de abril de 1593, AGS, E., leg. 700, f. 80.
1011
Guillén a Felipe II, 19 de junio de 1593, Ibídem, f. 88.
1012
Las cartas de Felipe II apremiando el viaje de Ernesto a Flandes para Guillén, Rodolfo II o
Ernesto durante 1593 en Ibídem, leg. 2450, s. f.. Ernesto, por su parte, escribió en diversas
ocasiones a Madrid para comunicar al rey que hacía todo lo posible por partir (Ibídem, leg. 700,
ff. 3-7).
1013
Para conocer más en profundidad la formación de la Casa del archiduque, sus componentes
y su funcionamiento desde 1593 hasta 1595 nuestro artículo “La Casa del archiduque Ernesto
durante su gobierno en los Países Bajos (1593-1595)” en A. ÁLVAREZ-OSSORIO
ALVARIÑO y B. J. GARCÍA GARCÍA (eds.), La Monarquía de las Naciones. Patria, nación y
naturaleza en la Monarquía de España, Madrid, 2004, pp. 193-213.
1014
Esteban de Ibarra a Felipe II, 21 de noviembre de 1593, AGS, E., leg. 605, f. 201, "También
ha de ser de mucha consideración formarle la casa de buenos criados, y si ha de tomar algunos
destos españoles mirar mucho que la elección sea tal como conviene. Muchos ay que lo
282
determinada nacionalidad en las Casas de los gobernadores, o al menos que lo
aparentara, había provocado ya varios conflictos con anterioridad, sobre todo, en
tiempos de Margarita de Parma y de Alejandro Farnesio, y el secretario veía necesario
solucionar dichos problemas desde la raíz. Los consejeros de Madrid, por su parte, ya se
habían empezado a plantear las mismas cuestiones y se mostraron de acuerdo con las
tesis de Ibarra, requiriéndole sobre los personajes más adecuados para ocupar cargos en
dicha Casa1015. Sin embargo, la lentitud en la toma de decisiones llevó a que la
estructura del servicio del archiduque no cambiara apenas con respecto a la que tenía en
Austria y Felipe II no pudo influir ni en la formación de la misma ni en el nombre de
sus componentes. Esta conservó su organización a la austriaca en lugar de a la
borgoñona, opción que hubiera debido ser la más lógica como había propuesto Esteban
de Ibarra tras consultas con los consejeros flamencos1016, con mayordomo mayor
(Obersthof-meister), camarero mayor (Oberstkämmerer), mariscal mayor
(Obersthofmarschall) y caballerizo mayor (Oberststallmeister)1017. Así mismo, mantuvo
en su plantilla a la mayoría de los componentes que tenía en Austria, que eran de origen
imperial en un amplio porcentaje, más algunos italianos. Esta distribución de
nacionalidades tendría a la larga una gran importancia, ya que los principales criados de
pretenden y hazen diligencias para conseguirlo"; Esteban de Ibarra a Felipe II, 22 de noviembre
de 1593, Ibídem, f. 203, "También advierto a V. Majestad que ay pretensores a entrar en la casa
del serenísimo Príncipe Archiduque y que los principales son Abre y Aremberg que cada uno
querria ser mayordomo mayor de su Alteza. Abre ha hecho grandes diligencias para que el
Conde de Mansfelt le proponga a V. Majestad para ello y por via de Don Juan de Pernestan las
ha hecho también en la corte del Emperador para que de alla venga su Alteza bien edificado en
admitirle y se que después de tener hecho el de Mansfelt despacho para V. Majestad en abono
del de Abre le ha descompuesto el Conde Carlos y hecho que haga aquel officio con V.
Majestad por el de Aremberg, deste ya he dicho lo que siento yo en todas partes tengo que
puede ser de poco provecho, o daño. Abre tiene mas que escudriñarle esfuerçase dar a entender
que le tiene V. Majestad muy agraviado de no haverle hecho merced con ocupacion ni otro
genero de honra o beneficio y si se le ha de dar alguna satisfación de las tres pretensiones que
tiene de Flandes, finanças y esta mayordomia. En ninguna se aventura menos que en la postrera
porque lo de finanças en su mano sera peligrosa cosa respecto que es el mas codicioso hombre
que ay en estos estados".
1015
Juan de Idiáquez a Guillén, 14 de agosto de 1593, Ibídem, leg. 2450, s. f., "Y en lo que toca
a las que V. M. apunta que pensava llevar de la camara y de la boca y otros para el servicio de
su persona y casa pareçe buena la resolución que pensava tomar pues quantos menos fuere la
carga se hallara mas aliviado y en que los que llevase seran muy católicos no se duda siendolo
tanto y tan exemplar el amo, pero todavía ha holgado su Majestad de entender este punto con los
demás".
1016
La más importante de estas consultas en AGR, Audience, leg. 33/1, núm. 6 (minuta en
núms. 5 y 7), s. d. (finales 1593).
1017
Sobre los principales oficios en las Casas Reales austriacas F. EDELMAYER, “La corte
imperial: de Fernando I a Rodolfo II (1558-1583)”, Torre de los Lujanes, 44 (2001), pp. 45-47 y
J. DUINDAM, Vienna and Versailles. The Courts of Europe´s Dynastic Rivals, 1550-1780,
Cambridge, 2003, pp. 69-89 y 103-105.
283
Ernesto hicieron lo posible por que flamencos e hispanos no entraran a servir al
archiduque, lo que podría haber recortado su acceso al Príncipe.
Para sortear las excusas que podían retrasar aún más el viaje, el embajador San
Clemente pidió al conde de Fuentes y a Felipe II que se enviara dinero suficiente para
poder llevar a cabo los preparativos con celeridad1018. Aprovechando la tesitura, el noble
castellano comisionó al Imperio a su sobrino, Diego Pimentel, con una provisión de
dinero, tratando de tomar la delantera a Mansfeld en el acercamiento al nuevo
gobernador1019. Ante esta maniobra, el gobernador interino, que se había enterado de la
elección de Ernesto mucho después que Fuentes1020, reaccionó y envió al conde de Solre
en su nombre al Imperio. Philippe de Cröy acababa de retornar a Flandes tras su
ejercicio como capitán de la guarda de archeros de Corps de Felipe II y se estaba
consolidando como una de las grandes figuras políticas flamencas, que alcanzaría su
apogeo bajo el gobierno del archiduque Alberto, y, posteriormente, con los
Archiduques. Pese a la ventaja que le llevaba Pimentel, ambos llegaron a Praga el
mismo día, el 20 de noviembre.
No contento Felipe II con que Solre y Pimentel acompañaran a Ernesto durante
su Jornada, encargó a Guillén de San Clemente que él también la realizara. Esta
decisión tenía como objetivo que se encaminara al archiduque en los negocios de
Flandes, evitando la negativa impresión que le podrían haber mostrado los enviados de
los ministros enfrentados1021. Entre los negocios en los que el embajador debía instruir a
Ernesto, destacaba la pacificación de los rebeldes holandeses, uno de los principales
motivos de que hubiera sido elegido como gobernador1022; mientras, el nuncio papal en
el Imperio también le aleccionó en el mismo sentido, aunque con el objetivo de que
1018
Además de los gastos que un movimiento de personas de tal magnitud comportaba siempre,
Ernesto tenía fama de manirroto y de no mirar en exceso los gastos que realizaba. Así se puede
apreciar en V. COREMANS, "L´archiduc Ernest, sa cour, ses dépenses (1593-1595)", Compte
rendu des séances de la Commision Royale d´Histoire ou recueil de ses bulletins, 13 (1847), pp.
85-147.
1019
Guillén a Felipe II, 14 de agosto de 1593, AGS, E., leg. 700, ff. 105-106.
1020
El 24 de agosto de 1593 (Ibídem, leg. 606, f. 68), Mansfeld escribió al monarca para
comunicarle que acababa de recibir su carta y la de Ernesto en que le comunicaban la noticia y,
tras ello, redactó sus pensamientos en una “Memoria de lo que (debaxo de humilissima
correction) parece al Conde de Mansfelt se podría hacer en lo de la venida y recibimiento del
Archiduque Ernesto en estos estados de flandes” y que se conserva en el f. 69.
1021
Felipe II a Guillén de San Clemente, 14 de octubre de 1593, Ibídem, leg. 2450, s. f.
1022
Este no era solo un objetivo primordial de Felipe II sino también de Rodolfo II, ya que si se
llegaba a un acuerdo con los rebeldes el monarca hispano podría centrar sus esfuerzos en la
lucha contra el turco en Hungría, como se expone en “Copia de la carta que escribió el
Emperador al Archiduque Ernesto, sobre lo de la pacificación de los payses baxos de Praga a 8
de henero de 1594”, Ibídem, leg. 701, f. 38.
284
Felipe II se olvidara de ese frente para volcarse en Hungría en la lucha contra los
turcos1023.
Los preparativos para la Jornada se fueron retrasando hasta la celebración de la
Dieta en Gratz, donde el 2 de octubre se aceptó a Maximiliano como gobernador de
Estiria y Carintia. Tras esa decisión, el hermano del emperador era ya libre para viajar
hacia Flandes, aunque la cercanía del peligro turco hacía contemplar aún la posibilidad
de que Rodolfo II intentara evitar su marcha1024. Sin embargo, esto no fue así y Ernesto
partió finalmente el 11 de diciembre hacia los Países Bajos, pese a no haber recibido
aún sus patentes de gobernador1025. Guillén de San Clemente, por su parte, enfermó y no
pudo realizar la Jornada con el archiduque1026, rindiendo cuentas al rey de todo lo
acaecido durante las conversaciones con el emperador y con Ernesto a través del envio a
Madrid de su criado Lope Díaz de Paniagua1027.
Mientras todos estos acontecimientos se producían en el Imperio, en Flandes se
había estado especulando con el nombre del nuevo gobernador, barajándose los de
Catalina Micaela o Alberto. Una vez conocido que la decisión real había recaído en
Ernesto, el sentimiento general fue de alabanza de la decisión -el propio Esteban de
Ibarra en su correspondencia llegó a comparar en numerosas ocasiones al archiduque
con un “mesías”-, y de confianza en que su llegada no se demorara mucho. Sin
embargo, el retraso en su traslado fue rebajando la euforia inicial y amortiguando el
supuesto efecto positivo de su gobernación. Como ya hemos podido comprobar con
anterioridad, las dilaciones en las decisiones reales que atañían a Flandes eran continuas
y limitaban significativamente el posible efecto balsámico que podrían haber
provocado, si se hubieran llevado a cabo con mayor celeridad.
Además, la situación faccional en la Corte bruselense era muy convulsa, como
Ernesto pudo comprobar de primera mano ante la discusión que se originó entre
Mansfeld, Fuentes y Aerschot por intentar ser los primeros en recibir al archiduque,
pese a que este ya había mostrado su voluntad de que fueran Esteban de Ibarra y
1023
Obispo de Cremona a Clemente VIII, s. f. (h. ½ 1593), Ibídem, leg. 962, ff. 226-227.
1024
Guillén a Felipe II, 2 de octubre de 1593, Ibídem, leg. 700, ff. 116-117.
1025
“Memoria del camino que hará su Alteza (Ernesto) para Flandes”, s. d. (hacia diciembre de
1593), Ibídem, f. 131. Esa memoria la envió Guillén junto con una relación de la casa del
archiduque, así como una carta, el 11 de diciembre de 1593 (f. 161). Sobre el viaje A.
DOUTREPONT, op. cit., p. 627. Durante su Jornada, Ernesto tuvo problemas en Frankfurt
donde fue recibido con mucha descortesía y con cadenas en las calles, ya que los calvinistas
eran superiores en número en la ciudad y asustaron a los católicos. Guillén de San Clemente
protestó por ello a Rodolfo II y pidió que se actuara contra la ciudad (AGS, E., leg. 701, f. 47).
1026
Guillén a Felipe II, 11 de diciembre de 1593, Ibídem, leg. 700, ff. 159-160.
1027
ID., 18 de enero de 1594, Ibídem, leg. 701, f. 43.
285
Fuentes los que primero le besaran las manos1028; al no llegar a un acuerdo, Mansfeld
acudió a su tierra de Luxemburgo y Fuentes a Tréveris, siendo adelantados por
Aerschot, que fue más allá de la última región. Una vez estuvieron todos reunidos, el 30
de enero se realizó la entrada en Bruselas1029, que estuvo prologada por nuevos
enfrentamientos entre los tres nobles por problemas de precedencias. Aunque Ernesto
propuso que entraran los tres delante de él con Mansfeld en medio, Aerschot se opuso al
ser el noble de más título.
Estas discrepancias se repitieron en la primera convocatoria del Consejo de
Estado el 1 de febrero, en la que Aerschot presentó una protesta formal, ya que entendía
que su puesto en el mismo debía ser el centro por ser el noble de mayor título y el
consejero más antiguo. Tras algunas discusiones, aceptó que Mansfeld estuviera por
delante de él, pero exigió que Fuentes se sentara en el último banco, lo que rechazó
Ernesto al entender que este representaba al rey y por ello debía situarse por delante de
Aerschot. Ante esta decisión, el duque optó por no acudir a las dos siguientes sesiones
del Consejo y, finalmente, por marchar a sus tierras1030.
De esta brusca manera, el archiduque pudo comprobar de primera mano que su
gobierno no iba a estar exento de complicaciones, pese a ser deseado en principio por la
mayoría de los ministros de Flandes. Por desgracia para él, estos negros presagios se
acabarían cumpliendo.
1028
Fuentes a Felipe II, 1 de noviembre de 1593, Ibídem, leg. 604, f. 189.
1029
Una descripción de dicha entrada triunfal en J. BOCH, Descriptio publicae gratulationis,...
principis Ernesto, Amberes, 1595, passím. Sobre las fiestas que se sucedieron en otras ciudades,
P. VAN ISACKER, "Pedro Enríquez de Azevedo, ...”, p. 226.
1030
“Papel sobre las precedencias”, s. d. (principios febrero de 1594), AGS, E., leg. 608, f. 37 y
Esteban de Ibarra a Común, 4 de febrero de 1594, Ibídem, f. 36.
286
CAPÍTULO 7
LA SOLUCIÓN IMPERIAL:
EL ARCHIDUQUE ERNESTO EN FLANDES Y EL ÍNTERIN HASTA LA
LLEGADA DE ALBERTO (1594-96)
7.1.- El devenir de Flandes tras la llegada del archiduque Ernesto
7.1.1.- La integración de su séquito en las luchas faccionales
Nada más llegar a Bruselas, Ernesto pudo comprobar in situ que la relación entre
los principales consejeros de los Países Bajos era muy tensa y que era necesario
conseguir un poco de calma para poder llevar a cabo sus planes. Sin embargo, la
realidad distó mucho de ser la deseada, ya que enseguida el conde de Fuentes exigió, de
nuevo, ser designado como general del ejército que debía marchar a Francia en calidad
de capitán general.
Ya desde Madrid se le había comunicado que esto era imposible mientras
Ernesto estuviera presente1031, pero, aún así, se mantuvo firme en su reivindicación1032.
Ernesto, como era de esperar, se opuso a ceder parte de sus atribuciones como
gobernador general1033, repitiéndose así el problema que un año antes había enfrentado a
Fuentes y Mansfeld, aunque trocándose el gobernador y con la salvedad de que Ernesto
no era interino, sino titular, y, además, príncipe de la sangre. Tras la firme negativa del
archiduque, el noble castellano comprendió que su situación en Bruselas era muy
comprometida y procuró por todos los medios que la licencia que se le había prometido
se hiciera efectiva, pero desde Madrid se le recalcó que no podría hacerse hasta que no
hubiese puesto a Ernesto al corriente de la situación1034. De esta manera, Fuentes se vio
obligado a permanecer en Flandes sin apenas participar en asuntos políticos y
centrándose únicamente en la reformación del ejército. Cuando Ernesto le volvió a
proponer en agosto que tomara el mando de las tropas tras el retorno de Charles
Mansfeld, el conde castellano repitió negativa, insistiendo en que no lo aceptaría hasta
que fuera nombrado capitán general1035.
1031
Común a Fuentes, 15 de octubre de 1593, AGS, E., leg. 2221, f. 176.
1032
Fuentes a Común, 22 de noviembre de 1593, Ibídem, leg. 606, f. 81.
1033
P. VAN ISACKER, "La défense des Pays-Bas catholiques a la fin du XVI siècle" en
Mélanges d´histoire offerts à Charles Moeller à l´occasion de son jubbilé de 50 années de
professorat à l´Université de Louvain, Lovaina, 1915, II, p. 274. Una descripción de los hechos
en Malvasia a Aldobrandino, 19 de febrero de 1594, ASV, Fiandra, leg. 3/I, f. 297 r.
1034
Común a Fuentes, 15 de marzo de 1594, AGS, E., leg. 2222, f. 141.
1035
En enero de 1595 aún no había tomado el mando del ejército para acudir a Francia (Ernesto
a Felipe II, 5 de enero de 1595, Ibídem, leg. 609, f. 86).
287
El relegamiento cortesano de Fuentes no puede ser únicamente atribuído a su
inoportuna petición, si no también al hecho de que algunos de los miembros del séquito
del nuevo gobernador, aprovechando la confianza que tenía el archiduque en ellos, se
habían decidido a participar en la toma de decisiones políticas, para lo cual debían alejar
en la medida de lo posible a potenciales oponentes. Con esta nueva irrupción, el
panorama político de Flandes se complicaría y fragmentaría aún más, con múltiples
intereses, facciones e ideas entremezcladas.
Desde un primer momento, Esteban de Ibarra fue consciente de las intenciones
de los servidores de Ernesto y pudo identificar a los principales cabecillas1036. Tras el
retorno al Imperio del mayordomo mayor, el personaje más influyente del séquito
archiducal era el barón Ernesto o Peter de Mollart, gran chambelán y camarero mayor,
personaje cuyo padre era de origen borgoñón, aunque él ya hubiera nacido en el
Imperio. Sus servicios en las Casas imperiales le comportaron numerosas prebendas, así
como gozar de la confianza, tanto de Ernesto como de Rodolfo II, del que llegó a ser
camarero mayor tras ser retirado del oficio Wolf Rumpf de Wielross en el año 16001037.
Su dominio de las diferentes áreas del servicio del nuevo gobernador de Flandes,
era casi total a través de algunos personajes con oficios claves como su hermano Jehan,
gentilhombre de la cámara y capitán de la guarda, el contralor Livio Bosso, o el
secretario y canciller, Sebastien de Westernach, cuya labor fue tan eficaz que el propio
hermano de Ernesto, Alberto, le tomó a su servicio cuando llegó a Flandes, pese a los
graves enfrentamientos que Esteban de Ibarra mantuvo con él. Por contra, el caballerizo
1036
Esteban de Ibarra a Felipe II, 10 de febrero de 1594, Ibídem, leg. 608, f. 43, "Todos los
criados que trae son alemanes, los principales son un mayordomo mayor este es un aleman çafio
y porque me dize su Alteza que se ha de volver luego no hablo del, trae por camarero mayor un
varon de Molart de naturaleza borgoñón pero ha nacido en Alemaña. Este haze grande
ostentación de la mano que tiene sobre la voluntad de su amo y se que viene con intención de
aprovecharse desta ocasión y pareçeme que tiene condición aparejada para no perderla porque
hablando conmigo sobre el quedar aqui o bolver a Alemaña me ha dicho que dispone de si
conforme a como V. Majestad y su amo hizieren la merced. Por caballerizo mayor le sirve un
hijo de Dietristan que por todo lo que puedo juzgar es un angel y sujeto que por su parte no se
echara a perder ninguna cosa buena. Trae un secretario alemán que también lo es del emperador
no sabe otra lengua que la suya y latin. Hame parezcido persona modesta todos me dizen mucho
bien del y su amo le tiene en buena figura. En la camara ay no se quantos cavalleros moços
todos alemanes eçepto dos cavalleros italianos el uno de los vizcondes de Milan vassallo de V.
Majestad y el otro del Duque de Ferrara de unos condes que llaman de Montecirco, un capitán
que ha traydo su guarda a cargo es aleman y persona de no mucha consideración. Todos los
demás son gente ordinaria y hablando como devo a mi pareçer la forma del servicio en todo el
trazo de la casa de su Alteza no esta puesto con la reverencia y modo que a su grandeza se
requiere".
1037
F. EDELMAYER, “Wolf Rumpf de Wielross…”, p. 153.
288
mayor del archiduque, Maximiliano de Dietrichstein1038, se mostró muy cercano al
secretario Ibarra, algo que era de esperar tras comprobar los comentarios vertidos por
Guillén de San Clemente sobre él, en los cuales certificaba que era uno de los
personajes en quien más se podía confiar, pues su familia tenía una gran tradición de
servicio a la Corona1039. Junto a estos personajes conviene destacar a otros como Blaise
Hütter, secretario privado y ayuda de cámara, Loys, conde de Biglia, maestresala, y los
gentilhombres de la cámara Alphonse, conde de Montescoli, y Ottavio Visconti que,
aunque tuvieron menos protagonismo, también estuvieron en el entorno del archiduque.
La desconfianza entre los servidores más cercanos a Ernesto e Ibarra se
comenzaría a hacer patente a los pocos días de llegar el nuevo gobernador a
Bruselas1040; en concreto, el primer conflicto tuvo lugar con Westernach, por ver cual de
los dos secretarios debía despachar la correspondencia del archiduque1041. Ibarra
pretendía poner en marcha la nueva institución que se le había encomendado en Madrid,
la Secretairerie d´État et de Guerre, mientras Westernach quería continuar realizando la
1038
Hijo del famoso Adam de Dietrichstein y de Margarita de Cardona, dama de honor de la
emperatriz María. Nació en 1561 en el Imperio pero a los dos años se encaminó junto a sus
padres hacia la Corte de Madrid, donde llegarían en 1564 y permanecerían hasta 1573. Esta
estancia le reportó algunas mercedes, pese a su corta edad, como entrar en la orden de Calatrava
de forma provisional en 1567, al igual que su padre. Más adelante, a comienzos de 1596, recibió
la encomienda de Cañaveral que quedó en manos de su familia durante el siglo XVII. Al
contrario que sus cuatro hermanas, que quedaron en Madrid tras contraer matrimonio con
importantes nobles castellanos y entraron en el servicio de la reina Ana y las Infantas Isabel
Clara Eugenia y Catalina Micaela, Maximiliano retornó a la Corte Imperial en 1573 con sus
padres. Una vez en Viena, fue nombrado gentilhombre de la cámara del emperador Rodolfo II y
vivió a la sombra de su poderoso padre durante aquellos años. Fue tras la muerte de este en
1590 cuando se inició su periodo de mayor actividad política, aflorando los contactos que tanto
su familia como él mismo habían conseguido en la corte hispana. Así, el primer encargo que le
encomendó Felipe II fue que acudiera como embajador suyo en 1592 a Gratz, Ingolstadt y
Munich para expresar los pésames reales a todos los miembros de las casas de Austria y Baviera
por la muerte del archiduque Carlos. Tras retornar de dicha embajada, Maximiliano fue
nombrado caballerizo mayor del archiduque Ernesto en la Casa que acompañó a este en 1593
cuando acudió a Flandes. Una vez en Bruselas, se convirtió en un importante contrapeso político
entre los servidores del archiduque y los ministros castellanos y flamencos en la pugna que se
inició por conseguir el poder político. Mantuvo una buena relación con los castellanos, por lo
que la incertidumbre que envolvió a los servidores del archiduque Ernesto tras su óbito no le
afectó ya que quedó en Flandes como sumiller de corps del archiduque Alberto y se le concedió
la encomienda antes reseñada. Ejerció tan importante oficio hasta la Jornada de los matrimonios
de Valencia en 1599, tras la cual regresaría al Imperio, donde llegaría a ejercer el importante
cargo de mayordomo mayor del emperador Rodolfo II. Falleció en 1611 (Biografía en el DBE).
1039
Guillén a Felipe II, 11 de septiembre de 1593, AGS, E., leg. 700, fol. 109.
1040
C. Masi a Ranuccio, 10 de febrero de 1594, Cfr. L. VAN DER ESSEN, "Correspondance de
Cosimo Masi...”, p. 374.
1041
Malvasia a Aldobrandino, 19 de febrero de 1594, ASV, Fiandra, leg. 3/I, f. 297 r.-v.,
repetido en f. 300 r.-v., "Il signore Stefano d´Ibarra secretario di S. M. che dopo la morte del
Duca di Parma fu mandato qua con grande autorità sopra l´agenda, have preso gran piede e
tiratosi addosse la maggior parte de negozi, e particolarmete molte speditioni et emolumenti,
che erano già del Signore Cosimo, secretario del soditto Duca. Il che non potendo hor soffrir il
Secretario dell´Arciduca, ne son nati disparire".
289
misma labor que habían llevado a cabo los secretarios de gobernadores anteriores1042.
Ernesto intentó mitigar el conflicto mediante la regulación de los derechos pecuniarios
que debía percibir cada secretario1043, con lo que zanjó la disputa económica, pero no
atajó su raíz política, ya que el oficio de secretario aseguraba cercanía al gobernador.
La situación se complicaría aún más cuando Charles Mansfeld se acercó a
Mollart, con el claro objetivo de formar una entente encaminada a copar el acceso al
archiduque. El primer contacto entre ambos se produjo cuando el luxemburgués pidió a
Ernesto que le enviara a su camarero mayor para comunicarle ciertos asuntos de
importancia relacionados con Francia. Al no poder prescindir de éste, el archiduque
decidió enviar a su hermano Jehan, que fue el encargado de transmitir a Mollart la
buena predisposición de Mansfeld a establecer una alianza política1044. El privado de
Ernesto aceptó la oferta sin dudar, ante la comunión de intereses e inducido por la
astucia de Charles Mansfeld, como también lo haría el secretario Westernach1045.
Tanto Esteban como Diego de Ibarra, que volvió a establecerse en Bruselas en el
mes de abril, fueron rápidamente conscientes de esa coalición e hicieron lo posible por
intentar evitarla1046. Con tal fin, pugnaron por conseguir que algunos hispanos y, en
menor medida, flamencos ingresaran en el servicio del gobernador, para reducir la
influencia de Mollart. El conde de Fuentes, por su parte, mantuvo un relación mucha
más fluida con los criados de Ernesto que sus dos compatriotas, pese a los problemas
1042
E. Ibarra a Común, 4 de febrero de 1594, AGS, E., leg. 608, f. 35.
1043
“Copia de una orden que el archiduque Ernesto dio sobre los derechos que an de llevar los
secretarios del gobernador y Capitán General de los estados de flandes conforme sus oficios”,
10 de marzo de 1594, BNM, Ms. 2816, ff. 57 r.-58 r. (copia en AGS, E., leg. 608, f. 94).
1044
Fuentes a Felipe II, 30 de marzo de 1594, Ibídem, f. 217.
1045
E. Ibarra a Común, 22 de junio de 1594, Ibídem, f. 86, "Aviaseme olvidado de dezir a V. S.
S. que su Alteza quiere bien y dessea hazer merced a Westernaquer su secretario y le veo
inclinado a ponerle las manos en los negocios que pudiera y lo que puede se les encomienda
aunque sean de materias que no le tocan. El no tiene Traxis ni experiencia y es sujeto a quien
engañaran los desta tierra como ya le han engañado y su amo lo ha sabido, pero no basta esto.
Agora a va Alemaña por su muger y casa, y también es de los que el Conde Carlos tiene a su
devoçión quanto puede y quiere".
1046
D. Ibarra a J. Idiáquez, 20 de abril de 1594, Ibídem, f. 147; E. Ibarra a Común, 3 de abril,
Ibídem, f. 150, "El qual (C. Mansfeld) no acaba de meter del todo nuestra gente en Francia ni
acaban jamás porque tiene la condición y artifiçio que ya he dicho. Es terrible y pide cada dia
nuevas cosas y quiere llevar consigo un tesoro para mantener el exercito tres o quatro meses sin
aguardar a que se le embie de aqui, que es muy buen para quales estamos y muchos dias ha que
he advertido de lo que entiendo deste sujeto, plegue a Dios que yo solo me engañe y que
perdone su divina merced a quienes causa que el tenga aquel exercito por su quenta. Hase
metido por las puertas del camarero mayor de su Alteza y le ha cohechado y ganado de manera
que tiene por alli la parte que quiere y como ha conosçido el humor del pribado çercale de lo
que el otro dessea a buena medida”.
290
iniciales, y, aunque era partidario de introducir flamencos en la Casa del archiduque1047,
creía que nunca debía ser a costa de enfrentarse a Mollart y compañía.
Tras los requerimientos de los Ibarra, los consejeros madrileños ya habían
decidido que el primer castellano que debía entrar en el servicio de Ernesto era el propio
Diego como gentilhombre de la cámara. Sin embargo, este fue consciente desde el
primer momento de la dificultad de la tarea, ante al férreo control que ejercía Mollart
sobre dicha cámara1048. En efecto, aunque el archiduque se mostró dispuesto a admitirle
en su servicio, entre otras razones porque su hermano Cristóbal de Ibarra había servido
en su cámara con anterioridad y estuvo muy satisfecho de él, los temores de Diego se
cumplieron y la provisión del oficio se dilató en el tiempo, no llegándose nunca a
culminar1049. El motivo principal fue la oposición de los gentilhombres de la cámara de
Ernesto, cuya excusa principal se cimentó en la tradición alemana, que obligaba a que el
último gentilhombre en entrar en la Casa apenas sirviera, por lo que Diego de Ibarra no
hubiera ocupado un puesto digno, sobre todo, al negarse los servidores más antiguos a
ceder parte de sus prerrogativas. A esta excusa se unieron otras, como la de que se
hubiera nombrado a 4 gentilhombres nuevos pocos días antes de que Ibarra llegara a
Bruselas, por lo que ya no resultaban necesarios más para su servicio1050. Sin embargo,
se comprobó que estas razones no eran más que pretextos cuando Diego de Ibarra
1047
Fuentes a Común, 2 de abril de 1594, Ibídem, f. 221, "En lo que V. S. S. mandan avise los
que me parezce a proposito del pays para criados del Archiduque lo que se me ofreçe dezir es
que fuera de Ariscot, Mansfelt y Agamont si le perdonan cada uno de todos los otros holgara ser
su mayordomo mayor veole inclinado al Conde de Aramberg y quando no lo estuviera es mas a
proposito para ello que ninguno de los demas que lo pretenden porque Chimay, Havre,
Barlaymont y Sora no lo son. Para la llave son buenos Mos de Barbançon, hermano del de
Aremberg, el Vizconde Mos de Usi, el Conde de Vique, Mos de Aguicur, hermano del difunto
Conde de Otrate y Mos de Fresi por el primero y el postrero me dixo el archiduque le avian
pedido habladole en esta materia. La guardia de los archeros pretendia el Conde de Bosu mas
esta dada y las guardias de lanças, arcabuzeros a cavallo y alabarderos todas a Mollart
gentilhombre de su camara hermano del otro Molart su camarero mayor. En esta guardia de
Archeros se pudiera muy bien ocupar a qualquier señor de los del Pays y la tomara el Conde de
Liñi ques de los mas principales y ricos del. Fuese a su casa desabrido porque no le mandaron
cubrir como a otros que no tienen tanta hazienda ni calidad. Sino se huviera dado en ninguno
estuviera con mas autoridad y el contento de que se echava mano del por no aver buelto la
casaca ni su padre, no creo tomara la camara ni es para ello ni para goviernos no porque no sea a
quien con mas seguridad se puedan dar ya que ha dado intención a lo que digo no aviendo lugar
con nada se le puede tapar la boca como con el Tuson y holgara con el como rico".
1048
Así se lo expresó el ministro castellano a su patrón, Juan de Idiáquez, el 20 de abril, ya que
los componentes de dicha cámara tenían un talante muy diferente a los que Felipe II había
nombrado en 1566 cuando Ernesto estuvo en Madrid (Ibídem, f. 147).
1049
En varias ocasiones comunicó Ibarra al monarca que aún no se le había nombrado, entre
otras, el 24 de mayo (Ibídem, f. 149).
1050
Diego de Ibarra a Felipe II, 1 de septiembre de 1594, Ibídem, f. 159. En concreto, los nuevos
gentilhombres fueron Albrecht Függer, Gilbert de Saint-Hilaire, Wolff, conde de Olburg, y
Marck Beurq, que había sido antiguamente repostero mayor de Bohemia de Ernesto.
291
accedió a tener título y llave de la cámara sin servicio, como tenían Pernestan o
Montescoli -pese a lo cual no se le concedió el ingreso- o cuando se promocionó al
veneciano Dino Maggio de su oficio de gentilhombre de la boca al de la cámara después
de la petición de Ibarra1051. El fallecimiento de Ernesto nos impide saber si el noble
castellano hubiese sido, finalmente, aceptado en su servicio, pero lo que si es seguro es
que Mollart y compañía hubieran seguido haciendo lo imposible por que eso se llevara a
cabo.
Los nobles flamencos, por su parte, también trataron de acceder a la Casa del
archiduque, peticiones que fueron encabezadas por el duque de Aerschot. Tras haber
abandonado Bruselas después de los enfrentamientos surgidos a raíz de los problemas
de precedencias, permaneció en sus tierras resignado durante un tiempo, desde donde
pudo comprobar con amargura que Ernesto no iba a reclamar sus servicios. Ante tal
situación, hizo un último intento por acercarse al archiduque, solicitándole que le
concediera el oficio de camarero mayor de su Casa; la firme negativa del gobernador, le
llevó a pedir permiso para marchar a Italia junto a su mujer a una romería en Loreto1052.
Ernesto aceptó gustosamente ésta petición, aunque su fallecimiento retrasaría por un
tiempo dicho viaje.
Así mismo, otros flamencos como Aremberg, Havré o Juan Bautista de Tassis
expresaron su voluntad de ingresar en el servicio del gobernador, con idéntica
respuesta1053. Estaba claro que Mollart y sus seguidores también pretendían vetar su
acceso al gobernador y, aunque Havré fue ocupado en un viaje diplomático al Imperio,
cuyos fines veremos posteriormente, fue más una manera de librarse de sus quejas
durante un tiempo que la demostración de una confianza verdadera. Mansfeld, por su
parte, apenas tuvo ocasión de servir y se encaminó a sus posesiones de Luxemburgo,
donde permanecería hasta la muerte de Ernesto1054.
La única excepción al veto de hispanos y flamencos en el servicio del
archiduque se produjo con dos miembros de la Compañía de Jesús, como fueron
Antonio Crespo de Molina, que ejerció como su confesor y llegó a asistir al archiduque
en su fallecimiento1055, y Vincent Zelandre1056, que recibió el oficio de ayuda de
1051
E. Ibarra a Común, 26 de diciembre de 1594, Ibídem, f. 144.
1052
E. Ibarra a Felipe II, 7 de septiembre de 1594, Ibídem, f. 107.
1053
J. B. Tassis a J. Idiáquez, 4 de febrero de 1595, Ibídem, leg. 610, f. 167, donde reclamaba
servir como mayordomo, chambelán o gentilhombre de la boca.
1054
G. Faing a Felipe II, 20 de octubre de 1594, Ibídem, leg. 607, f. 140. El agente de Mansfeld
transmitió al rey el malestar de su señor por la indiferencia mostrada por el archiduque hacia él.
1055
Ch. O´NEILL y J. M. DOMÍNGUEZ, op. cit., II, p. 995.
1056
Hermano menor de Jacques, jesuita que gozó de gran prestigio en los Países Bajos, Vincent
decidió también entrar en la Compañía, pero, a diferencia de su hermano, no era partidario de
292
cámara1057. Exceptuando estas irrupciones y otras menores, como la de los flamencos
que ingresaron en la guarda o la de la conservera portuguesa Isabel Fernández1058,
podemos considerar que el acceso al servicio del archiduque estuvo copado por los
servidores que le habían acompañado desde Austria, que consiguieron que flamencos e
hispanos no accedieran a oficios importantes pese a que, incluso, los Estados de Flandes
lo hubieran solicitado1059.
Fracasada esta vía para tratar de romper el monopolio de acceso al archiduque,
los Ibarra utilizaron otras dos: la primera, fomentar que se remitieran a Madrid
memoriales anónimos donde se protestara por las injerencias en la vida política de los
servidores de Ernesto1060, mientras que la segunda era relatar su propia versión de los
basar su aportación a la iglesia en cuestiones religiosas sino en su conocimiento político. Debido
a ello, Zelandre gozó de la confianza de los gobernadores desde la época de Juan de Austria
como firme defensor de los intereses de la compañía de Jesús y llegó a ser ayuda de cámara del
archiduque Ernesto. Sin embargo, sus aspiraciones eran mayores y, con la excusa de haber sido
delegado por el obispo de Amberes, Torrentius, para hacer una visita ad limina, partió en 1594 a
Madrid en busca de que el monarca hispano le empleara en algún oficio de importancia. Llegó a
la Corte en julio y allí fue recibido por Felipe II y por el archiduque Alberto, a los que expuso
sus peticiones, decidiendo el monarca que su sobrino le empleara en Flandes, aunque sin
asignarle un oficio concreto. El jesuita aceptó con gusto dicho destino pero, en vez de realizar la
Jornada a los Países Bajos con el nuevo gobernador, decidió pasar primero por Roma para
comunicar al Papa su nueva ocupación ya que estaba prohibido para los jesuitas, al menos
oficialmente, inmiscuirse en asuntos políticos. Una vez en Roma, Aldobrandino trató de
conseguir que el jesuita continuara sirviendo como informante para la Santa Sede aunque era
consciente de que debía abandonar la Compañía, lo que se produjo a finales de febrero. El Papa
le concedió las dignidades de protonotario apostólico y prelado doméstico para intentar
asegurarse la continuidad de su servicio y que el antiguo jesuita no cediera a las tentaciones de
Felipe II. Sin embargo, las ideas de Zelandre eran diferentes y antes de partir a Flandes envió
unos memoriales al archiduque Alberto y a Esteban de Ibarra donde dejaba claro que quería
servir al rey, aunque con unas peticiones excesivas. Su doble juego y ambición significaron su
caída en desgracia y después de haber disfrutado de la confianza de las cortes de Bruselas,
Madrid y Roma pasó a ser un personaje incómodo para todos. Alberto le concedió el título de
preboste de Lille el 1 de marzo de 1597 pero era un cargo que daba poco dinero y ninguna
relevancia social, lo que nos demuestra que fue más una decisión de compromiso que una
demostración de confianza del archiduque. Los últimos años de su vida transcurrieron en el
anonimato (Biografía en el DBE).
1057
El nombramiento en AHN, E., lib. 253, ff. 150 v.- 152 r.
1058
Conservera portuguesa que en el año 1600 envió un memorial al bureo de los Archiduques,
solicitando ser empleada en su servicio, en virtud de haber servido como conservera de la
infanta Isabel, de su hija, la princesa doña María, duquesa de Parma, y del archiduque Ernesto
(RAH, Ms. A-61, f. 45 r.).
1059
“Causas que se representan a su Alteza para darle a entender las que los estados de Flandes
tienen para no estar tan satisfechos como se prometían de su Alteza”, 26 de abril de 1594, AGS,
E., leg. 608, f. 103, "Tampoco seria fuera de proposito que su Alteza mezclasse su casa de todas
naçiones y especialmente de españoles, flamencos y alemanes y que hiziesse criar y exerçitar
bien a la nobleza del pays para enterar y perfiçionarla en cosas de guerra y hazer retirar a los
que no son católicos".
1060
Dos ejemplos de esto lo encontramos en “Recuerdos”, 20 de abril de 1594, Ibídem, f. 96 y
“Causas que se representan a su Alteza para darle a entender las que los estados de Flandes
tienen para no estar tan satisfechos como se prometían de su alteza”, 26 de abril de 1594,
Ibídem, f. 103, "Sera bien con buenos medios y humilde advertimiento procurar con su Altexa
293
acontecimientos a los consejeros madrileños, para lo cual se sirvieron de Bernardo del
Castillo, enviado ex profeso por ambos consejeros, y de Maximiliano de Dietrichstein.
Ernesto había encomendado a su caballerizo mayor la misión de informar en
Madrid sobre la complicada situación militar, así como expresar la necesidad de tener
instrucciones para la intervención en Francia, además de requerir una mayor ayuda
económica para su Casa y para el gobierno1061. Esteban de Ibarra confiaba ciegamente
en este personaje y, por ello, solicitó a Moura e Idiáquez que le interrogaran sobre la
situación en Flandes tras la alianza entre Mansfeld y Mollart1062. Dietrichstein partió de
Bruselas en abril y permaneció en la Corte madrileña hasta julio, momento en el cual
retornó a los Países Bajos, llevando consigo algunas indicaciones de Felipe II y sus
consejeros sobre posibles soluciones a las peticiones del archiduque1063. Sin embargo, el
conflicto de mayor relevancia, que era el enfrentamiento entre los servidores de Ernesto
y los ministros de Felipe II, no se afrontó y la única solución que se dio fue que ambas
se desembaraçasse con buena coyuntura de algunos que están cerca de su persona, y en opinión
de muy interesables, como el Varon de Molard camarero mayor de su Alteza porque no fuessen
causa de algun inconveniente, de otra manera qualquiera causa y consejo por malo que sea
tendra quien le apoye y sustente y que sirva de exemplo y acuerdo de la buena memoria del
señor Don Juan, y la ruyna que le acarreó el señor Octavio Gonzaga porque en un estado tan
lastimado y dispuesto a tantos peligros como el nuestro qualquiera cosa bastara a alborotar y
precipitarle todo de suerte que tanto mas se ha de abrir el ojo y desvelarse en todas las cosas
pequeñas y grandes que pueden criar alteraçión para obiar y prevenir el mal lo mas que se
pudiere".
1061
“Instrucción a vos el Barón Maximiliano de Dietrichstain mi caballerizo mayor de los
puntos que haveis de tratar con el rey mi señor y tío”, 12 de abril de 1594, Ibídem, leg. 607, f.
12.
1062
E. Ibarra a Común, 3 de abril de 1594, Ibídem, leg. 608, f. 150, "El varon Maximiliano de
Dietristan cavalleriço mayor de su Alteza partira dentro de 3 o 4 dias. Embiale para que
represente el estado en que quedan todas estas cosas, es honrrado cavallero y de los que trae su
Alteza ninguno ay de tanta suerte y virtud. Yo se que no hablara en cosa mas de las que lleva en
comission porque es grande christiano y muy compuesto personage pero ternia por conveniente
al servicio de su Majestad que por el camino mejor que se pudiesse le mandasse examinar sobre
particulares caseros que yo creo que apretandole por buen termino y especialmente entendiendo
que haze servicio a Dios y a su Majestad no negara la verdad de lo que siente y porque una de
las cosas que le ha de hazer estar mas duro es que si por lo que dixere ha de haver demostraçion
como seria razon entendera el mundo siendo por su medio que ha sido emulaçión o otra
competençia es menester andar diestramente con el aun yo no le he ossado tocar esta tecla,
despues que le nombraron para la Jornada aunque antes muchas vezes nos havemos condolido
ambos de lo que passa".
1063
Las respuestas de Felipe II y sus consejeros fueron dos, ambas con fecha del 4 de julio de
1594. La primera es “Lo que su Majestad mandó responder a los puntos de la instrucción en
español que entregó el Barón Maximiliano Diatristain, cavalleriço mayor del serenísimo
Archiduque Ernesto” en Ibídem, leg. 2222, f. 90, referida en su mayoría a asuntos militares. La
segunda, “Lo que su majestad mandó responder a los puntos de la instrucción en alemán que
entregó el Barón Maximiliano...” en Ibídem, f. 91 (también en el leg. 2450, s. f.), referente al
Imperio. Además, Felipe II le dio una carta con fecha del 5 de julio, en la cual insistía en la
necesidad de que los consejeros mejoraran sus relaciones.
294
partes buscaran el entendimiento y la comprensión mutua1064. Este buen propósito se
cumpliría, en parte, tras producirse en junio dos acontecimientos que relajaron la tensa
atmósfera que se respiraba en el Palacio de Coudenberg: la marcha de Mollart hacia el
Imperio para representar a Ernesto en la Dieta de Ratisbona, así como recoger a su
esposa1065, y que el archiduque comenzara a desconfiar de Charles Mansfeld1066.
Éste personaje había decidido que debía retornar de Francia, ya que desde el
reino vecino su influencia era menor que la que podía ejercer si se encontraba en
Bruselas, para lo cual solicitó a Madrid que le dejara ejercer su cargo de almirante en la
provincia de Flandes. Ernesto y Esteban de Ibarra trataron de impedirlo1067 pero Felipe
1064
En diciembre de 1594 aún no eran conscientes en Madrid de la situación real de Flandes y
los remedios que Felipe II mandaba a Ernesto no se ajustaban a la realidad (Ibídem, leg. 2222, f.
5).
1065
Felipe II solicitó a su sobrino, tras las peticiones de sus ministros en Flandes, que Mollart no
retornara el Imperio, "Por lo mucho que desseo que V. Alteza tenga cabe si personas que le
puedan descansar y servir y no al contrario he querido advertirle aquí como lo hiziera a mi hijo
que es muy buena ocasión la de aver ydo a Alemaña el Barón Ernesto de Molar su camarero
mayor para hazerle pasar allá y que no buelva ay y que si se hallare ya de vuelta de orden V.
Alteza como se vuelva a Alemaña y resida alli usando para ello de los colores que paresçiere
porque seguramente es esto lo que conviene para todo", 14 de julio de 1594, Ibídem, f. 2). Sin
embargo, Mollart hizo caso omiso y volvió a Flandes a finales de año
1066
Ernesto a Felipe II, 20 de junio de 1594, Ibídem, leg. 607, f. 44, "Va descubriendo una
condición tan vidriosa y tan amiga de aquello que se conforma con su voluntad y tan grande
ambición de abraçar y aplicar para si el absoluto manejo y autoridad en todas las cosas que es
muy dificultoso desencaxarle de aquellas que se presupone que le estan bien si bien son contra
toda buena orden y razón y aunque lo que hasta agora se ha ofreçido no ha avido ocasión de
sustancia para la demostración que será fuerça hazer con el quando no quiera reprimir su forma
de proçeder porque ha avido algunas que me hazen temer que ha de buscar otras que me
obliguen a enfrenarle me ha pareçido dar cuenta a V. Majestad que desde agora quedo con
cuydado como me he de aver con el porque si por una parte considero los servicios de su padre
la buena merced que V. Majestad le ha hecho y haze lo que trae entre las manos y quien pocas
personas o ninguna de aca ay que pueda suplir aquello, tambien por otra se me representa que si
echa de ver que por la neçessidad que tenemos del, que es de lo que haze mucho caudal, se le
sufre lo que no es bien passara adelante hasta ponerlo en punto que para atajarlo sea menester
mas fuerte remedio, pretende y haze fuerça que le de patente de Capitán General de V. Majestad
en aquel reyno fundandolo en la narrativa de la patente de Almirante que V. Majestad le ha dado
que dize que le esta sirviendo de cabo y general del exercito de francia y en que su padre en
virtud desto le despacho otra en que le da titulo dello y en efecto quiere que yo le llame capitán
general de V. Majestad en aquel exercito y que se le haga el trato como si lo fuesse".
1067
E. Ibarra a Común, 22 de junio de 1594, Ibídem, leg. 608, f. 85, "Su Alteza escrive algo a su
tio y yo descargo mi conçiençia con acordar a V. S. S. que sino se mira a las manos deste
hombre se les meterá por presente que quando quieran echarle fuera no podran. Tiene agudo y
diabolico entendimiento y como descubrio temprano el humor deste nuevo governador
emprendio el ganar las voluntades de quantos le paresçió que podían ayudar a su ambición y con
tanta liberalidad que lo ha puesto mas adelante de lo que fuera menester y aunque de algunos
dias a esta parte paresçe que su Alteza va reconosçiendo mas tierra en esto y el propio conde
Carlos ha sido tan indiscreto que fiandose del lugar que se avia adquerido y de los padrinos que
tiene le ha dado hartas occasiones para recatarse del por la autoridad que se ha ydo usurpando
en el exercito y aca todavia la condición de su Alteza es mas dulçe de lo que negocios como este
han menester y esto y la fuerça que con el tiene algunos criados suyos es de manera que
aprovechan poco las diligencias que se hazen por nuestra parte para advertirle de lo que el
295
II, cumpliendo la voluntad de su Consejo de Estado1068, lo permitió, ordenando a
Fuentes que viajara de inmediato a Francia a ponerse al frente del ejército1069. Sin duda,
en el ánimo del monarca y del Consejo pesó más la preferencia que habían mostrado
desde un principio porque fuera el noble castellano y no el luxemburgués quien
comandara las tropas en Francia, que conseguir mayor paz en la Corte bruselense,
poniendo de nuevo de manifiesto las preferencias en la política internacional de la
Monarquía durante esos años.
Una vez concedido el permiso, Charles Mansfeld retornó a Flandes en julio,
dispuesto a consolidar su posición en la Corte. Sin embargo, la oposición tan grande que
se encontró, sobre todo por parte del archiduque y de los Ibarra, unida a la ausencia de
su aliado Mollart, le convencieron de la imposibilidad de medrar y le llevaron a aislarse
de forma voluntaria, yendo en primer lugar a tomar las aguas a Spa y luego a sus tierras
en Luxemburgo1070. Allí permanecería hasta octubre, momento en que Ernesto le
transmitió que Rodolfo II había hecho instancia por él para que fuera a ayudar al
ejército imperial en Hungría, ante la alarmante escasez de buenos generales que sufría el
Imperio1071. Mansfeld, ante las nulas perspectivas que se le presentaban en Bruselas,
aceptó marchar a luchar contra la Sublime Puerta, para satisfacción del gobernador y de
mesmo confiessa que conviene tenerle advertido. Ha dado el Conde Carlos de una vez en dinero
5000 ducados a Molart y luego le renunçió su regimiento con todo lo que se le devía de los
gajes del y Molart lo aceptó y supplico a su Alteza le diesse la patente y su Alteza estuvo en ello
hasta que yo le dixe que era contra lo que su Majestad pretendía que es que cada uno tenga el
cargo que tiene y que no lo pudiendo servir Molart pues estava ocupado en su camara parescia
que su Alteza devia buscar otros caminos para hazelle aquelle merced, con lo qual su Alteza se
detuvo y viendo el conde que no podia haver efecto en la realidad, en lo secreto le ha hecho
traspasaçión del dicho cargo dandole todos los provechos del como si fuesse effectivamente
coronel. Y por medio deste hombe en 15 dias que aqui estuvo antes que volviesse a Françia se
introduxo con su Alteza en todo genero de negocios tan familiarmente como si se huvera criado
con el y hizo entre otras cosas que rescibiesse su Alteza a un Conde de Salma, primo del Carlos
en su servicio siendo herege y que toda su vida ha seguido al de Bearne. Para remate desta
platica tiene hecho conçierto con Mollart que si le haze haver el govierno de Flandes le dara
10000 florines al año de pensión".
1068
“Paresçer del consejo de Estado”, 4 de mayo de 1594, Ibídem, leg. 2855, s. f. Se decidió que
debía tomar su puesto en Francia un militar castellano, en concreto el conde de Fuentes. Los
únicos votos en contra de esta decisión fueron los del adelantado de Castilla y del archiduque
Alberto, que prefería que Fuentes fuera a Piamonte y que el elegido fuera Alonso de Vargas.
1069
Felipe II a Ernesto, 5 de julio de 1594, Ibídem, leg. 2222, f. 89, "El primero es lo de la poca
inteligencia entre los condes de Mansfeld y Fuentes, considerando lo qual y lo que a este
propósito se me ha dicho de vuestra parte y la liçençia que pide el Conde Carlos para servir en
su cargo de almirante he ordenado al de Fuentes por el otro despacho que se os embia que se
encargue del exérçito de Francia en que no faltara que hazer por buenos dias, y acabado aquello
le permitiré que use de la liçençia que me avia pedido y le tengo suspendida para venirse aca y
assi cessaran estas porfias y emulaçiones, pero para lo de Francia os encargo mucho que
assistays y acudays al dicho Conde de Fuentes con el cumplimiento possible de todo lo
neçessario para empressa tan importante".
1070
Malvasia a Aldobrandino, 30 de julio de 1594, ASV, Fiandra, leg. 3/II, f. 161 v.
1071
Ernesto a Felipe II, 29 de octubre de 1594, AGS, E., leg. 607, f. 85.
296
la mayoría de los consejeros de Bruselas. En febrero de 1595 partió hacia Hungría,
donde participó en varias escaramuzas contra los turcos hasta su fallecimiento en una de
ellas el 14 de agosto del mismo año. De esta manera, desaparecía de la esfera política
flamenca uno de los personajes más polémicos y controvertidos de finales del siglo
XVI, aunque su ausencia no consiguió que cesara la dialéctica entre los ministros de
Felipe II y los servidores de Ernesto1072.
En efecto, a finales de año la desconfianza entre el archiduque, Esteban de Ibarra
y el conde de Fuentes era tan grande que no pasaba desapercibida a ningún
observador1073. Aunque algunos autores han querido resaltar la cercanía de Ibarra a
Ernesto1074, no debía ser tal si atendemos a las quejas del secretario1075, que solicitó una
1072
E. Ibarra a Común, 22 de junio de 1594, Ibídem, leg. 608, f. 86, "El Conde Juan Jacomo
Beljoyoso me ha dicho oy que antier en un vanquete que se hallo el secretario de su Alteza
Mosternac después de aver venido bien metiendose en platicas dixo a gritos que el Archiduque
no podia dexar de perderse porque no guardava las Instrucciones que le avia dado el emperador
su hermano, que le avia dado orden expresa que se guardasse de españoles y no admitiesse su
consejo aunque se lo mandase el Rey y que el lo hazia al acontrario y que mientras aqui
huviesse Españoles no podia aver bien ni paz en estos estados y que si el Rey los sacava el
emperador se obligaria a apaciguarselos y hazerle señor dellos sin echar mano a la espada. Es el
Conde hombre cuerdo y aficionado vassallo del Rey y afirmolo de manera que me ha parecido
escrivirlo a V. S. S. aunque para mi tengo permisas que fue borrachera del secretario y quererse
mostrar hombre que sabe los secretos porque de platicas que ha tenido el Archiduque conmigo
he entendido que no estan muy conformes y que esta muy quexoso del Emperador y agora mas
porque yo he visto carta de mano propria de Don Guillen para el Archiduque en que le dize que
la elección del rey de Romanos en su persona seria muy cierta en esta dieta si el emperador
quisiesse hazer muy poca fuerça en ello y que le veya muy tibio y tan mal inclinado que aun
proponerlo no savia que lo haria y mostromela el Archiduque para dezirme la poca obligación
que tenía a su hermano diziendome hartas cosas de su condición y esto no me pareçe que viene
con lo otro aunque el modo de agora no se pareçe a otros que solían. Ruynes criados pueden
hazer mucho daño y aqui muy grandes palabras como aquellas en público y otras como estas
quanto a los españoles yo se siguramente que las dixo aqui Molart y hasta que este castillo
estuviesse arrojado y sembrado de sal no podia flandes estar bien y el Archiduque que lo supo y
se lo riño pero luego es la disculpa que estan borrachos y con esto se perdona".
1073
Los rumores llegaron hasta Madrid, como expresó A. Cabeza de Vaca al Conde de
Gondomar el 20 de octubre (BPRM, Ms. II/2149, doc. 260) o el 3 de diciembre, (Ibídem, Ms.
II/2162, doc. 111), Roma, "De Amberes a 6 de Agosto escriven que entre el serenísimo
Archiduque Ernesto y el Conde de Fuentes y el señor Esteban de Ibarra ay grandes diferencias
por haver el dicho Conde de fuentes escrito cartas en españa contra la persona del dicho
Archiduque las quales fueron interceptas de los estados y embiadas al dicho Archiduque",
(Avisos de Roma, 3 de diciembre de 1594, RAH, Papeles de Jesuitas, 9/3689, f. 120 r.) e,
incluso, Portugal, “Escribo esta con cólera del desatino que de essa Corte y de todo el mundo se
escribe de una questión entre el Archiduque Ernesto y el Conde de Fuentes”, (Portalegre a
Velada, octubre de 1594, Ibídem, Ms. K-9, f. 8 v.).
1074
L. VAN DER ESSEN, "Un "cahier de doléances" des principaux Conseils des Pays-Bas
concernant la situation des "provinces obéissantes" sous le gouvernement de l´archiduc Ernest
(1594-1595)", BCRH, 88 (1924), p. 292.
1075
Esteban de Ibarra, incluso, llegó a enviar dos memoriales anónimos a Madrid en los que
expresaba su pensamiento ante la gravedad de la situación. En ellos criticaba a Charles
Mansfeld, Mollart y Westernach y los manejos que llevaban a cabo en el ejército para proveer
compañías de hombres en gente de la Casa de Ernesto como Montesculi, Jehan Mollart,
Visconti o Gilbert de Saint-Hilaire (“Para que se considere a lo que tira la forma del gobierno
297
licencia para volver a Madrid1076, y a las de Ernesto, que llegó a expresar sus dudas
sobre él a Felipe II. Por su parte, la relación entre Esteban de Ibarra y Fuentes no era
muy diferente y estaba presidida por el recelo1077, lo que se plasmaría meses después en
que el secretario, al contrario de lo que rezaban sus instrucciones, no pudiera despachar
la correspondencia del conde castellano cuando se convirtió en gobernador, ya que este
siguió utilizando a su propio secretario Isidro Morán1078.
Tras comprobar que los enfrentamientos en su Corte no remitían, Ernesto
decidió enviar a Madrid a un nuevo emisario para que expusiera sus puntos de vista.
Incomprensiblemente, el elegido para realizar tal misión fue Diego Pimentel, sobrino
del conde de Fuentes1079. Esta elección nos puede dar una idea de la candidez política y
personal del archiduque, que pretendía limitar la influencia de Fuentes sobre su sobrino
para que sirviera a su gusto1080, lo cual era una utopía, tal y como corroboró Antonio
Crespo, que recomendó a Felipe II que se interrogara a Pimentel sobre el archiduque y
su escasa valía personal1081. El viaje de Pimentel se retrasaría hasta enero de 1595 y no
tuvo efecto alguno, ya que cuando las discusiones en Madrid acabaron, Ernesto había
fallecido. Además, aunque el enviado hubiera sido otro, las quejas que hubiera podido
verter contra los consejeros castellanos hubieran caído en saco roto, ya que contaban
con el respaldo del Consejo de Estado en Madrid. Entre ellos se encontraba Esteban de
presente y qué remedios se hauran de aplicar para atajar los ynconvinientes que forçossamente
han de resultar desta forma de proceder, se haze representación de los puntos que se siguen”, s.
d. (finales de 1594), AGS, E., leg. 609, f. 103 y “Puntos de cosas que piden consideración y
remedio”, s. d. (finales de 1594), Ibídem, leg. 610, f. 11).
1076
Esteban de Ibarra a Común, 3 de septiembre de 1594, Ibídem, leg. 608, f. 100. El f. 101 es
una carta del 6 de septiembre al rey, solicitando la licencia.
1077
Así lo constató J. Lefèvre en La Sécretairerie d´État et de Guerre..., pp. 57-58. Fuentes
reprochaba a Ibarra la gran cantidad de dinero que se había gastado en el hospital real desde que
Ibarra llegó a Flandes, en relación a las pocas salidas que había hecho el ejército (como vemos
en “Lo que se debe remediar acerca del hospital Real”, s. d. (hacia 1594), IVDJ, Envío 47, doc.
503). Ibarra, por su parte, se quejó, al igual que había hecho en 1593, de que Fuentes no quisiera
hacerse cargo del ejército (E. Ibarra a Común, 6 de enero de 1595, AGS, E., leg. 610, f. 2)
1078
A. ESTEBAN ESTRÍNGANA, Guerra y finanzas en los Países Bajos católicos..., p. 40.
1079
E. Ibarra a Común, 3 de noviembre de 1594, AGS, E., leg. 608, f. 127. Según A.
CARNERO, op. cit., p. 303, fue enviado para informar de si se debían quitar o no las
contribuciones que hacían los campesinos de Flandes a las tropas del rey. Sin embargo, como
explicamos supra, los motivos fueron otros.
1080
Sus instrucciones datan del 30 de enero de 1595 (AGS, E., leg. 609, f. 88) y versaban, en
gran medida, sobre ejército y dinero. El f. 89 era una instrucción particular donde el archiduque
recalcaba a Pimentel que debía hacer comprender al rey que él se había esforzado mucho al ir a
Flandes y que se debía hacer lo posible por ayudarle. De igual manera, defendía la Junta de
notables que había mandado convocar y pedía merced para sus criados más cercanos (Mollart,
Westernach, Dietrichstein y el vizconde Octavio). El f. 90 trata sobre el estado de las cosas de
Francia y en los folios siguientes aparecen otros papeles de menor importancia.
1081
El jesuita escribió a Madrid en dos ocasiones, el 12 de noviembre de 1594 (Ibídem, f. 97), y
el 4 de febrero de 1595 (Ibídem, f. 98).
298
Ibarra, cuya condición de “hechura” de Idiáquez le supuso, además de no ver mermada
su reputación, recibir 3000 ducados de ayuda de costa1082. Sin duda, el crédito que
mantenía en Madrid, le permitió poder influir sobre Ernesto cuando la vida de este
tocaba a su fin.
Cuando el archiduque comenzó a enfermar a comienzos de febrero de 1595, se
hizo patente la necesidad de un lugarteniente que le ayudara y que, en caso de deceso, se
pudiera hacer cargo del gobierno. La opción primigenia de Ernesto era Pierre-Ernest de
Mansfeld pero Ibarra era consciente de que el noble luxemburgués había agotado su
crédito en Madrid tras los incidentes acaecidos durante sus gobiernos anteriores, además
de no ser de su agrado por la perniciosa influencia que ejercía sobre él su hijo Charles,
por lo que apoyó la candidatura del conde de Fuentes. Aunque su opinión con respecto a
él tampoco era muy buena suponía, sin embargo, la opción menos perjudicial para sus
propios intereses y contaba, además, con una patente en francés sin fecha que podía
utilizar para hacerse cargo del gobierno1083.
Para convencer a Ernesto de la idoneidad de Fuentes1084, Ibarra tuvo que superar
las dificultades que le plantearon el propio archiduque y sus servidores que, ante el
oscuro panorama que se les presentaría tras la muerte de su señor, intentaron persuadir a
su señor para que intentara que Ernesto de Baviera, elector de Colonia, ocupara su
puesto. El gobernador no quiso satisfacer su petición pero Mollart y Westernach, aún
así, escribieron al elector, que se mostró dispuesto a acudir a Flandes; su marcha a las
“Tierras Bajas” solo fue impedida por la prematura muerte del archiduque1085.
1082
Felipe II a Ernesto, 17 de diciembre de 1594, Ibídem, leg. 2222, f. 36.
1083
E. Ibarra a Felipe II, 6 de marzo de 1595, Ibídem, leg. 610, f. 10, "En el nombramiento que
S. A. hizo del Conde de Fuentes estuvo perplejo y con grande inclinaçión de nombrar al Conde
de Mansfelt y lo disputo conmigo buen rato aunque estaria en aquel estado y no quiero callar a
V. Majestad agora, que lo que me hizo estar fuerte en la election del Conde de Fuentes demas de
haver visto aquella patente de V. Majestad fueron las consideraciones siguientes: la primera
estar aqui el Conde a la mano y en materia de disputa ser el sujeto mas fiel y seguro que se
podia eligir, Lo segundo que el Conde de Mansfelt en esta ocassion hiziera gran falta en
Luzemburgo estando los enemigos haziendole la guerra en aquella frontera y mucho mas que
esto temi que si se llamava al Conde de Mansfelt para venir aqui a governar saviendolo su hijo
el Conde Carlos que no estava mas de tres jornadas de alli bolveria de la que hazia para
Alemaña por gozar desta ocassion y meterse en aquel govierno que es cosas que el tanto dessea.
Tras esto tambien se me represento que viniendo a governar el de Mansfelt las armas no
quedaran con dueño pues el Conde de Fuentes menos las tomaria agora que la vez passada y que
quedando el Conde de Fuentes en todo havía mas apariençia de hazerle encargar dello como
agora le voy persuadiendo a ello. Algunas destas razones dixe a S. A. en las replicas que huve
de hazerle para apartarle de la determinaçión de nombrar al Conde de Mansfelt y le satisfizieron
de manera que vino en lo que hizo que a lo que mi juizio alcança es lo que convino por agora
para dar mas intervalo para que V. Majestad provea el que conviene".
1084
Sobre ese proceso, A. DOUTREPONT, op. cit., pp. 640-641.
1085
E. Ibarra a Felipe II, 6 de marzo de 1595, AGS, E., leg. 610, ff. 10 y 13.
299
El 19 de febrero, una vez vencidos todos los impedimentos, Ibarra emplazó a los
componentes del Conseil d´État a que acudieran a la habitación de Ernesto. En ella, se
les comunicó la decisión sobre el sucesor del archiduque y se firmó un auto para evitar
las protestas de Mansfeld1086. Fuentes aceptó encantado y escribió al instante a Madrid
para que se ratificara dicha decisión1087, consiguiendo de esta manera colmar sus
aspiraciones políticas en Flandes.
7.1.2.- Su acción de gobierno: el fracaso de las negociaciones con los rebeldes, la
escasa actividad militar y la Junta de notables
Pese a que su acción de gobierno se vio dificultada por los múltiples
enfrentamientos entre consejeros que hemos visto, el archiduque Ernesto trató de llevar
a cabo algunas actuaciones encaminadas a corregir los problemas que acuciaban a los
territorios de los que era gobernador. Sus mayores esfuerzos estuvieron orientados, sin
duda, a agilizar el inicio de conversaciones con los rebeldes para lograr la
pacificación1088, con el fin de lograr que su tío pudiera dedicar sus enormes recursos en
la lucha contra los turcos. Además, la casi completa ocupación de los Tercios de
Flandes en las intervenciones en Francia había hecho frenar el avance de las tropas de la
Monarquía tanto en el norte como en el sur de los Países Bajos, por lo que se imponía
lograr una tregua que facilitara una futura acción de gobierno.
Para intentar abrir las negociaciones Ernesto decidió enviar a dos emisarios a los
rebeldes, acción totalmente independiente de las que estaba llevando a cabo Charles de
Tisnacq y que no contaría con el permiso explícito de Felipe II, aunque sí con la
anuencia del Conseil d´État de Bruselas. Esta delegación debía ofrecer unas condiciones
basadas en la Pacificación de Gante, lo que, a priori, parecía razonable para ambos
bandos. Sin embargo, su misión fue un rotundo fracaso, ya que las Provincias Unidas
expresaron sus reticencias sobre una proposición que creían partía de los ministros
castellanos más que del propio archiduque1089, y el intento de asesinato de Mauricio de
Nassau en abril les dio la excusa perfecta para evitar iniciar las conversaciones.
1086
La relación de los hechos en ID., 19 de febrero de 1595, Ibídem, ff. 5-6 y Fuentes a Felipe
II, 20 de febrero, Ibídem, leg. 609, f. 2. La declaración de Ernesto, también del 19 de febrero,
sobre su decisión de nombrar a Fuentes como gobernador en CPh. II, IV, nº 837, p. 287.
1087
Fuentes a Común, 20 de febrero de 1595, AGS, E., leg. 609, f. 3.
1088
Para las conversaciones de paz durante el gobierno de Ernesto, H. de SCHEPPER, “Los
Países Bajos y la Monarquía Hispánica...”, pp. 338-339.
1089
Según H. Khevenhüller, los Estados le contestaron que él tenía muy buena voluntad,
mientras "Que el consejo de España no tenía otra intención sino valerse de la industria, trabajo y
autoridad de su alteza para conseguir sus intentos, y que para este fin le avían dado por
consejeros al conde de Fuentes, a Guillelmo de Sant Clemente, a Esteban de Ibarra, todos
300
La respuesta enervó al archiduque Ernesto, que la achacó a que los Estados
llevaban varios meses sin sufrir presión militar, por lo que las conversaciones quedaron
totalmente bloqueadas1090. Pese a todo, decidió consultar con su hermano Rodolfo y en
abril envió al Imperio al marqués de Havré y a Jean de Hattestein, presidente de
Luxemburgo, con el objetivo de participar en la Dieta Imperial y buscar en ella un
consenso sobre la manera de actuar1091. Una vez el emperador realizó su propuesta para
lograr la paz retornaron a Flandes1092, pero la iniciativa imperial también fracasó.
Desde ese mismo momento, Ernesto dio por cerrada la vía negociadora y ni
siquiera los llamamientos de la Junta de notables le hicieron reconsiderar su posición.
Al igual que les había sucedido a Requesens o a don Juan de Austria, el sobrino del rey
tuvo que modificar su opinión inicial de que era posible llegar a una solución pacífica
con los rebeldes y se vio obligado a optar por la vía militar; esta obtuvo escasos frutos,
como era previsible ante el lamentable estado de las tropas y el poco interés mostrado
por Fuentes tras habérsele denegado el cargo que demandaba.
Además de este asunto, el archiduque intentó también aplicar una batería de
medidas para corregir algunas cuestiones de funcionamiento interno