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19021902Luis
Cernuda Bid�n (su nombre completo en la partida de nacimiento es el de Luis Mateo
Bernardo Jos� Cernuda Bid�n) nace en Sevilla el 21 de septiembre de 1902, en la calle
Conde de T�jar, 6 (hoy Acetres). Es el menor de la familia, pues antes hab�an nacido sus
hermanas Amparo y Ana. Su padre, Bernardo Cernuda Bousa, era natural de Puerto Rico,
aunque los abuelos paternos proced�an de Espa�a. Su madre, Amparo Bid�n Cu�llar, era
sevillana, con ascendencia francesa por la rama materna.
El padre era militar, del cuerpo de ingenieros, y
lleg� a alcanzar el grado de coronel. Cernuda se cr�a en un ambiente peque�oburgu�s,
tranquilo y a la vez mon�tono, bajo la actitud castrense y autoritaria del padre, que
mantiene en el hogar una r�gida disciplina. En el poema La familia, Cernuda
califica al padre de �taciturno� y a la madre de �melanc�lica�:
Oh padre taciturno que no le conociste
Oh madre melanc�lica que no le comprendiste.
Destaca en el mismo poema la incomunicaci�n, pues
eran esos �Ojos que no miraban los ojos de los otros�. Pero �se es un duro retrato
familiar que Cernuda escribe al cabo de los a�os, cuando ya est� �l definitivamente
endurecido, y quiz� su infancia fue, si no feliz del todo, s� al menos segura y
tranquila.
De Ocnos, especie de
autobiograf�a en prosa po�tica, y de otras fuentes, se desprende que Cernuda, desde
ni�o, fue t�mido e hipersensible, con pocos amigos y con una tendencia a la soledad
contemplativa y a la meditaci�n. |
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19111911El
inter�s de sus primas y hermanas por la poes�a de Gustavo Adolfo B�cquer y el
acontecimiento del traslado de los restos del poeta posrom�ntico desde Madrid a Sevilla
en 1911 supone para Cernuda, a la temprana edad de nueve a�os, su primer contacto
importante con la poes�a.
Cernuda lee a hurtadillas, al parecer, tres tomos
de B�cquer que sus primas Luisa y Br�gida han prestado a sus hermanas.
19141914 -1916
Hacia 1914 la familia se traslada al nuevo domicilio en el Cuartel de
Ingenieros en el Prado, en las afueras de Sevilla. Estudia el bachillerato en el colegio
de los escolapios y escribe sus primeros versos a instancias de su profesor de ret�rica,
don Antonio L�pez. Los elogios de este maestro le crean impopularidad entre sus
compa�eros, lo que acent�a su tendencia a la soledad y a encerrarse en s� mismo. Por
las confesiones literarias de Cernuda en Historial de un libro y en Ocnos,
sabemos que, por esa �poca de la pubertad, su despertar a la poes�a coincide o es
simult�neo con su despertar sexual, y, en concreto, homosexual. Se fragua ah� la base
del futuro poeta adulto que se siente diferente y marginado, lo que tendr�, sin duda, su
especial proyecci�n tanto en el terreno de la creaci�n po�tica como en el de sus
relaciones con los dem�s y en su actitud frente a la sociedad. |
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19191919Empieza, con escaso inter�s, y pasando desapercibido entre sus compa�eros
y profesores, la carrera de Derecho en la Universidad de Sevilla. En las aulas conoce,
como profesor de Literatura en el primer curso, a Pedro Salinas. Salinas, que estrena
c�tedra en Sevilla y no descubrir� a Cernuda hasta un a�o m�s tarde, cuando lea los
versos de este publicados en una revista universitaria. Entre los dos nace una amistad que
Cernuda declara muy beneficiosa para �l, pues Salinas le recomienda leer tanto a los
cl�sicos espa�oles como a los escritores franceses modernos.
En este sentido, la lectura de Andr� Gide
significar� mucho para Cernuda, tanto personal como literariamente: el ejemplo de Gide
(cuya vida coincide, en cierto sentido, con la de Cernuda) le permitir� reconciliarse
consigo mismo.
19201920 -1924
A finales de 1920 fallece su padre y le es
otorgada la emancipaci�n legal, pero sigue con su madre y con sus dos hermanas. Vivir�n
en una casa de la calle del Aire. Contin�a estudiando, con la misma desgana, la carrera
de Derecho. En 1923 ingresa en el servicio militar, y es destinado al Regimiento de
Caballer�a de Sevilla. Uno de esos d�as, cuando sale a caballo con otros reclutas por
los alrededores de la ciudad, tiene una especie de visi�n o revelaci�n (�epifan�a�,
la podr�amos llamar nosotros) que lo empuja definitivamente a la creaci�n po�tica. De
ah� nacen unos poemas que, seg�n el propio Cernuda confiesa en su Historial de un
libro, �ninguno sobrevive�. Pero su vocaci�n como poeta ya est� definitivamente
encarrilada, siempre de la mano, en esos momentos, de Pedro Salinas, lo que le permitir�
entrar en contacto con otros escritores. En 1924 termina su servicio en el ej�rcito y es
por esa �poca cuando empieza a escribir los poemas que empezar� a publicar en revistas y
que configurar�n su primer libro, Perfil del aire. |
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19251925 -1926En septiembre de 1925 termina la carrera de Derecho, que no llegar� a
ejercer. Incertidumbres profesionales. En octubre, por mediaci�n de Salinas, conoce a
Juan Ram�n Jim�nez. Publica sus primeros versos en Revista de Occidente,
en diciembre de ese mismo a�o. Son nueve de los veintitr�s poemas que conformar�n Perfil
del aire. Ese mismo mes hace su primer viaje a Madrid, donde se produce su primer
contacto directo con los ambientes intelectuales y literarios madrile�os. Conoce a
Ortega, Bergam�n, dOrs y Guillermo de Torre.
De vuelta a Sevilla en enero de 1926, siguen sus
indecisiones profesionales. Se habla de tres proyectos abortados: carrera diplom�tica,
oposiciones a ayuntamientos y trabajo en el Centro de Estudios Hist�ricos.
19271927
Este a�o es la fecha
emblem�tica para situar al grupo de poetas y escritores que despu�s se conocer� como Generaci�n
del 27 y es tambi�n un a�o muy importante en la trayectoria literaria de Cernuda.
En abril, la revista Litoral, de M�laga, dirigida por Emilio Prados y
Manuel Altolaguirre, le publica, como cuarto suplemento de la revista, su libro de poemas Perfil
del aire. Tras la emoci�n de ver impreso su primer libro, Cernuda tiene que encajar,
dolorosamente, las cr�ticas hostiles que el libro genera. Se lo acusa de imitar a Jorge
Guill�n y lo que m�s le duele de ser poco moderno.
Cernuda reaccionar� en sentido opuesto �aquello
que te censuren, cult�valo, porque eso eres t��, dice en Historial, y escribe
los poemas �gloga, Eleg�a y Oda, donde la
huella de Garcilaso es m�s que evidente. El primero de estos poemas se publicar�, ese
mismo a�o, en la revista Carmen, de Gerardo Diego. Tambi�n colabora en Verso
y Prosa, la revista de Juan Guerrero Ruiz.
En diciembre se celebran en Sevilla
los actos de homenaje a G�ngora, organizados por el ateneo de esta ciudad, con la
presencia de los escritores �la brillante pl�yade� reci�n llegados de
Madrid. Cernuda participa en las veladas en un plano secundario, como espectador, pero,
seg�n algunas fuentes, en la segunda de las veladas, la del d�a 17, interviene
indirectamente, junto a otros poetas locales, y da a leer algunos versos suyos. Pero lo
m�s sobresaliente es que, aparte de la relaci�n que se crea entre todos los escritores
que participan en el homenaje, en esos d�as se conocen por primera vez Federico Garc�a
Lorca y Luis Cernuda. Dice Cernuda: �Algo que yo apenas conoc�a o que no quer�a
reconocer comenz� a unirnos por encima de aquella presentaci�n un poco teatral...�.
Algunos creen, err�neamente, que en esas jornadas conoce tambi�n a Vicente Aleixandre. |
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19281928 -1929En julio de 1928 muere la madre del poeta. Por ese motivo, y por resultarle
ya demasiado agobiante el ambiente de su ciudad nativa, vende la casa de la calle del Aire
y se instala en una pensi�n de la calle Rosario. En septiembre abandona Sevilla y pasa
una corta estancia en M�laga, donde se relaciona con Altolaguirre, Prados e Hinojosa, del
grupo Litoral. Despu�s marcha a Madrid y se mueve en los ambientes literarios.
Conoce a Vicente Aleixandre, a quien visita en su casa de la calle Velintonia. En
noviembre parte hacia Toulouse, donde Pedro Salinas le ha conseguido un lectorado en la
�cole Normale. En Toulouse, venciendo su natural timidez, imparte clases hasta el verano
de 1929, y eso le permite realizar durante las vacaciones un viaje a Par�s, ver cine,
asistir a sesiones de jazz y leer a los poetas surrealistas franceses, influencia
que se percibir� en su tercer libro, Un r�o, un amor, que empieza escribir por
esa �poca y que publicar� en Litoral. En junio de 1929, y tras pasar por
Barcelona, vuelve a Madrid, donde fija su residencia en la calle Fuencarral.
19301930 -1936
A comienzos de 1930 comenzar� a trabajar en la librer�a de Le�n S�nchez
Cuesta con un trabajo c�modo y bien remunerado. En Madrid sigue abri�ndose paso en los
c�rculos literarios. Reencuentro con Aleixandre y Lorca, en medio del convulso ambiente
pol�tico y social de esos a�os. Intenta in�tilmente conseguir un lectorado en Oxford,
que finalmente le es concedido a D�maso Alonso. Se acent�an en �l su amargura y su
resentimiento hacia el mundo que lo rodea, tal y como se percibe en su siguiente libro
po�tico que escribe, de abril a junio de 1931, Los placeres prohibidos,
y en las palabras que env�a a Gerardo Diego para su antolog�a de 1932: �La detesto
[la realidad] como detesto todo lo que a ella pertenece: mis amigos, mi familia, mi
pa�s�.
De 1932
data su relaci�n amorosa con Seraf�n F. Ferro, que inspira los poemas de Donde habite
el olvido. No le es f�cil publicar los sucesivos libros po�ticos que
escribe. No obstante, las publicaciones y revistas literarias le piden colaboraciones,
como H�roe, dirigida por Manuel Altolaguirre, en donde aparece su c�lebre poema El joven marino,
o como Octubre, por invitaci�n de Rafael Alberti, creador de la revista,
donde Cernuda proclama su adhesi�n al comunismo con un manifiesto poco convincente, sin
duda por el desinter�s que sent�a por la pol�tica militante. Sin embargo, las
simpat�as del poeta por la causa republicana van m�s all� de las adhesiones y de los
manifiestos, pues en 1934 colabora dando conferencias por los pueblos de Espa�a, con el
Patronato de Misiones Pedag�gicas y Culturales, instituci�n creada por el gobierno.
Publica tambi�n en el Heraldo de Madrid.
A fines de ese mismo a�o de 1934 sale a la luz
Donde habite el olvido. Aunque es su quinto libro de poes�a, es s�lo el segundo
publicado (si exceptuamos una breve antolog�a propia que con el t�tulo de La
invitaci�n a la poes�a apareci� en 1933). Esa dificultad por publicar, y
el hecho de que sea pr�cticamente desconocido para los lectores, lo lleva a reunir todos
sus libros de poes�a en un solo volumen, al que pone el emblem�tico t�tulo de La
Realidad y el Deseo. Jos� Bergam�n acepta editarlo en las ediciones del �rbol de Cruz
y Raya, donde aparece el 1 de abril de 1936. El 20 de ese mismo mes, para
festejar la aparici�n del libro, los escritores le dedican un homenaje a Cernuda en un
restaurante de Madrid. Lorca, a quien le ha impresionado mucho el libro, hace la
presentaci�n. Aparecen en la prensa, sobre el libro, art�culos elogiosos de Juan Ram�n
Jim�nez y de Pedro Salinas. |
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Julio de 1936-septiembre de 1947Al estallar la sublevaci�n militar contra la Rep�blica,
marcha a Par�s como secretario del embajador �lvaro de Albornoz, y con la hija de �ste,
Concha. Regresa con ellos a Madrid en septiembre, donde participa en algunas emisiones
radiof�nicas y como voluntario, dentro de las milicias populares, del Batall�n Alpino,
en la sierra de Guadarrama.
A principios de 1937 se traslada a Valencia,
donde funda, junto con Rafael Alberti, Juan Gil-Albert y otros escritores la revista Hora
de Espa�a. Desde esas p�ginas, Cernuda le dedica a Lorca una de las m�s sentidas
eleg�as que aparecieron por todo el mundo. Escribe poemas que pasar�n despu�s a Las
nubes. Participa como actor en la representaci�n de Mariana Pineda en el II
Congreso Internacional de Escritores. Conoce a Octavio Paz.
En febrero de 1938 sale de Espa�a para nunca
m�s regresar. Comienza, as�, la segunda �poca de su vida, la del exilio. Lo acompa�a,
hasta Par�s, Bernab� Fern�ndez-Canivell. Desde Par�s pasa a Inglaterra, animado por el
poeta ingl�s Stanley Richardson, quien le habla de la posibilidad de dar conferencias.
En Londres, donde se encuentra a disgusto al no
encontrar una ocupaci�n adecuada, Cernuda visita con frecuencia a Rafael Mart�nez Nadal
y a otros espa�oles. Obtiene un puesto de tutor de los ni�os vascos refugiados en
Oxfordshire. Viaja a Par�s, con la intenci�n de huir de Inglaterra y regresar a Espa�a,
pero, convencido por Mart�nez-Nadal y su familia, regresa con ellos a Londres a fines de
septiembre de 1938 y se alojar� en su casa. Pronto parte para Surrey, pues, gracias a
Richardson, la Cranleigh School le ofrece una ayudant�a acad�mica durante un trimestre.
Despu�s consigue un puesto de lector de espa�ol en la Universidad de Glasgow, donde se
instala en enero de 1939. Escocia lo deprime, y viaja en las vacaciones estivales a
Oxford. Entre 1940 y 1941 compone la primera versi�n del libro de prosa po�tica Ocnos,
que aparecer� en Londres en 1942. En agosto de 1943 se traslada, tambi�n como lector, al
Emmanuel College de Cambridge. En junio de 1945 termina su lectorado en Cambridge y
regresa una vez m�s a Londres, donde trabajar� como lector en el Instituto Espa�ol,
dirigido por republicanos espa�oles en el exilio. Vive en Hyde Park Gate, en la misma
casa que el pintor Gregorio Prieto. Dos a�os despu�s, a primeros de septiembre de 1947,
y por invitaci�n de su amiga Concha de Albornoz, quien le ofrece un puesto como profesor
en una universidad norteamericana, abandona definitivamente Inglaterra y Europa camino de
Am�rica; embarca en Southampton. Durante este per�odo ha compuesto el n�cleo de poemas
de la serie Como quien espera el alba y ha empezado la redacci�n de Vivir sin
estar viviendo. |
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19471947 -1963Cernuda desempe�a el cargo de profesor en Mount
Holyoke College, South Hadley, Mass, desde 1947 hasta 1952. Aunque se siente, por primera
vez, bien remunerado, el clima lo deprime. En 1949 viaja durante las vacaciones del verano
a M�xico, pa�s que le hace recordar su tierra natal. En ese mismo a�o de 1949 la
revista �nsula le publica la segunda edici�n de Ocnos. Durante
los veranos de 1950 y 1951 sigue viajando a M�xico. Por esa �poca empieza a escribir Con
las horas contadas. En M�xico, en 1951, conoce a un joven culturista llamado
Salvador, que le inspira Poemas para un cuerpo.
Estancia en
Cuba entre diciembre del 51 y enero del 52, donde se relaciona con el grupo de
�Or�genes�. En noviembre de 1952 se traslada a M�xico; all� vive en casa de Concha
M�ndez, ya separada de su esposo, Manuel Altolaguirre. En agosto-noviembre de 1955 la
revista cordobesa C�ntico le dedica un homenaje y en diciembre inicia sus
colaboraciones en la revista malague�a Caracola. De 1954 a 1960 da clases, sin
mucha convicci�n, sobre teatro espa�ol y franc�s del siglo XVII, en la
Universidad Aut�noma de M�xico. Todav�a regresa a Estados Unidos, en 1960; permanece
all� casi tres a�os dando clases, lecturas po�ticas y conferencias en universidades e
instituciones de Los �ngeles, San Francisco, Berkeley, pero sin abandonar, entre medias,
sus visitas a M�xico.
En
noviembre de 1962 publica Desolaci�n de la Quimera y en ese mismo mes la revista
valenciana La Ca�a Gris le dedica un n�mero-homenaje, lo que supone una
revalorizaci�n de su poes�a por parte de la juventud literaria. En junio de 1963 regresa
a M�xico con intenci�n de volver a ejercer como profesor en una universidad
californiana, pero los tr�mites previstos para el visado lo hacen desistir. Se halla, en
uno de sus momentos m�s bajos, tanto f�sica como espiritualmente. En el domicilio de
Concha M�ndez, en el amanecer del 5 de noviembre de 1963, fallece repentinamente de un
ataque al coraz�n. Es enterrado en el Pante�n Jard�n de la ciudad de M�xico. |
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| Donde habita el recuerdo: memoria de Luis Cernuda |
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