Un cruce entre Willy Wonka y Matrix”. Así lo definió USA Today, y así coronaba la portada de la edición inglesa de ‘Ready Player One’, la novela más exitosa de Ernest Cline, considerada -¿a sí misma?- el “Santo Grial de la cultura pop”: Desde luego, son palabras muy serias en muy pocas frases, y si alguien podía hacerles justicia en la gran pantalla era, precisamente, uno de los creadores de esa cultura popular: Steven Spielberg. La unión del ‘hooligan’ de los ‘fanboys’ y el alma mater de los cinéfilos años 80 ha dado como resultado el gran estreno de este fin de semana en las carteleras de todo el mundo. La versión cinematográfica de la historia ha llegado a las salas para que pases cerca de dos horas y media rebuscando referencias en sus dinámicas imágenes. La nostalgia nos ha invadido. Que alguien nos ayude.

Ambientada en el año 2045, ‘Ready Player One’ cuenta la historia de Wade Watts (Tye Sheridan), un adolescente que, como la mayoría de la humanidad contemporánea, vive dentro de un videojuego llamado OASIS, donde una puede relacionarse, estudiar, leer o hacer vida social. Todo sin moverte del salón de casa. Ese entorno virtual fue creado por James Halliday (Mark Rylance), que tras su muerte hace cinco años dejó uno de los misterios más codiciados del planeta: escondió un Easter Egg dentro de ese OASIS, y son necesarias tres llaves para poder acceder a él. Quien lo haga, herederá toda su fortuna, así como el control del mismo videojuego. Después de un lustro, nadie ha conseguido ni una sola pista. Pero Wade -Parzival, para los amigos virtuales- está a punto de abrir el melón y provocar una intensa carrera a contrarreloj, donde su principal enemigo no son los ‘gunters’, usuarios como él que buscan el tesoro, sino Innovative Online Industries (IOI), una corporación multinacional que quiere controlar el lugar para empezar a imponer sus propias normas (que, desde luego, no incluyen las mil y una referencias a la cultura ochentera y noventera que ahora mismo lo caracteriza).

Sin duda, los fans de los videojuegos se encontrarán muy interpelados en esta película, y, los que no lo sean, podrán disfrutarla igualmente: fuera del mundo ‘gamer’, cualquier cinéfilo sabrá reconocer un buen puñado de referencias a la cultura popular y gozarlas como el que más. Las verdaderas preguntas no nacen tanto a raíz de su entretenimiento incontestable, sino más sobre sus personajes y las lecturas de su historia. Aunque innovadora en lo narrativo, en su juego entre dos mundos, ‘Ready Player One’ peca de ser estereotipada, plana y conservadora, pues, ¿no lo es siempre un poco la nostalgia? Te descubrimos las claves para entender las alabanzas y las críticas a lo último de Spielberg.

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ERNEST CLINE, EL POETA NERD TRAS LAS CÁMARAS

Es interesante saber quién es el autor de la novela original para comprender mejor el fenómeno que generó después de su publicación en 2011. Y, para ello, además de repasar sus experiencias poéticas en lugares como el Austin Poetry Slam, quizás lo más rápido y efectivo es echarle un vistazo a ‘Fanboys’, una película de Kyle Newman basada en un guion del mismo Cline. En ella, conocemos a tres ‘nerds’, aguerridos fans de Star Wars, que se marcan el objetivo de asaltar el Rancho Skywalker para poder ver ‘La amenaza fantasma’ (1999) antes de que se estrene. Centenares de referencias a la cultura popular más ‘freak’, tías buenas que quieren acostarse con ellos y unos cuantos chistes malos después, captamos el mensaje: Cline es uno de esos hombres que vivieron su etapa adolescente en plenos años 80, y crecieron marcados por esa parte de la cinematografía que representan George Lucas, Steven Spielberg, Robert Zemeckis o Rob Reiner. Como muchos otros. Sin embargo, este prototipo especial de ‘nerd’ -que podemos observar con atención en las diatribas del cuarteto protagonista de ‘Big Bang Theory’- responde a unas características muy bien marcadas entre las que se encuentra la actitud del hombre-niño (Judd Apatow es un experto en este campo), la difícil relación con el género opuesto (porque la heterosexualidad es la norma irrenunciable) y el convencimiento de que ser un friki de verdad es algo a lo que no todo el mundo puede aspirar.

Eso es lo que desprende cada página de ‘Ready Player One’, donde el verdadero ‘fandom’ se define por la memorización enfermiza de diálogos, fechas y datos curiosos, y no tanto por una quizás más interesante mirada crítica a la cultura popular, aunque sea la que has interiorizado en la juventud. No son pocos los lectores que han criticado el egocentrismo que emana de la novela de Cline, de él mismo, a la hora de describir a este tipo de, nunca mejor dicho, ‘fanboys’. Su novela más famosa es una oda a eso que conocemos por ‘nerdgasmo’, esto es, un relato que le da los elementos necesarios de autocomplacencia y camaradería a los ‘nerds’ para que alcancen el clímax del placer por sus propios conocimientos culturales. Por suerte, Spielberg ha cambiado de arriba a abajo la historia para su adaptación cinematográfica, quedándose con la premisa, los personajes y, al final, la esencia de todo el tinglado: el amor por una cultura determinada de una época, que el mismo cineasta ayudó a construir. Hermoso es, no lo negaremos.

Vaya por delante que no hay nada de malo en pertenecer a este colectivo, al que, si se permiten niveles de intensidad y no sólo un conocimiento ultrasuperior, pertenecerían la mayoría de cinéfilos. Lo gracioso, no obstante, es su carácter de ‘outsiders’ y, al mismo tiempo, su amplia representación en el cine pasado y presente: películas como ‘Supersalidos’, ‘La revancha de los novatos’, ‘Scott Pilgrim contra el mundo’, ‘Napoleon Dynamite’ o ‘La mujer explosiva’, y series como ‘Stranger Things’, siguen construyendo este arquetipo, en el que el carácter asocial es motivo de gracietas y la mujer siempre será “la otra” (o, como en la novela de Cline, una lesbiana que se hace pasar por un chico dentro del videojuego). Está claro por qué esta historia -y, por ende, la película- conecta con un tipo de persona muy concreta, y es precioso. Pero, ¿no sería más precioso aún dejar de revolcarnos en nuestro propio onanismo y crear personajes mucho más ricos y multidimensionales?

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LA NOSTALGIA Y EL CAPITALISMO

Toda nostalgia conlleva un poco de conservadurismo. Esto de “antes se vivía mejor”, “antes se hacían mejores películas” o “antes había más capacidad para trascender en la cultura”. Antes de mirar tanto al pasado -y a uno muy concreto e idealizado- quizás debiéramos fijarnos en lo que hay más allá. Si hablamos de cine ‘nerd’, ¿cómo puede ser que en 2045 no haya un recuerdo de ‘Kill Bill’, ‘El señor de los anillos’, ‘Matrix’ o ‘Mad Max: Furia en la carretera’? Extraño, y peligroso: es increíble que James Halliday pudiera borrar toda la cultura precedente para imponer sólo la que él idolatra.

Además, si hablamos de conservadurismo, no es la nostalgia lo único que lo respalda. En un maravilloso ensayo publicado en la revista Presura, Óliver Pérez Latorre asegura que ‘Ready Player One’ muestra una lucha entre el viejo y el nuevo sistema, pero siempre dentro del mismo parámetro: el capitalismo. Para el autor, IOI -los empresarios que intentan robar el OASIS- es “una representación distópica de una multinacional de rasgos fordistas, donde los empleados se alinean frente a sus terminales de realidad virtual como si se tratara de una cadena de montaje”. Esto es, el viejo capitalismo. Sin embargo, los buscadores del Easter Egg de Halliday “son amantes de la libertad individual (o el juego en pequeños grupos), cultivan con esmero su identidad personal en la red y suplen el enorme potencial de recursos técnicos y laborales de IOI a base de perseverancia, adaptabilidad y creatividad”. Esto es, ese nuevo espíritu del capitalismo “donde el estilo Silicon Valley se ha impuesto”. Pérez Latorre define a la perfección este fenómeno -¿involuntario?- del relato, que sorprendentemente se viste de progresismo: en las últimas escenas del filme, vemos cómo todos los jugadores se unen a Wade en su conquista del mundo virtual, de forma que por un momento podemos pensar que por fin la humanidad está uniendo fuerzas para acabar con las injusticias del mundo. Spoiler: sólo se rebelan por mantener virgen un entorno virtual, y Watts acabará con un ático bien amueblado y su nueva novia sobre sus rodillas.

De hecho, esa mirada nociva al modelo añejo fordista -identificados como “los malos” sin una sola sombra de ambigüedad- es lo único que se cuestiona en esta historia. No hay mirada crítica para absolutamente nada más: ni para Halliday -que se llega a identificar con un Dios, ¿como Cline o como Spielberg?-, ni para los problemas sociales que sufre el mundo real, ni para la propia cultura que se está adorando, ni para el uso instrumental de los personajes femeninos… Sí, ‘Ready Player One’ es un espectáculo de puro entretenimiento, en el peor sentido de la frase.

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PESE A TODO, SPIELBERG

Por mucho que nos guste sacarle los cinco pies al gato, hay algo innegable: Spielberg es un narrador excepcional de historias, y, pese a lo unidimensional que resulta todo en este último filme -irónicamente, tratándose de una película con dos realidades distintas-, son casi dos horas y media de pura adrenalina y disfrute ‘hollywoodiense’. Es más, el modo en el que el cineasta combina el mundo de OASIS con la realidad es absolutamente deslumbrante. “Es casi como viajar a la tierra de Oz, pero sin necesidad de golpear los talones para volver a Kansas”, explicaba el propio director en una entrevista con El País, y es maravilloso ver cómo, a sus 71 años, es capaz de seguir empujando los límites de la narrativa cinematográfica y mantener intacta su curiosidad por las nuevas realidades tecnológicas.

Spielberg viene de estrenar, apenas hace dos meses, un relato periodístico en ‘Los archivos del Pentágono’, que hizo, según cuenta, en el rato libre que le dejó el proyecto de adaptación de la novela de Cline, una producción de tres años. Y es curioso cómo contrasta este drama tenso e idealista con la superficialidad de este último ‘blockbuster’, porque lo hace del mismo modo que toda su trayectoria: ¿no es lo mismo que separa ‘Jurassic Park’ de ‘Inteligencia Artificial’? ¿O ‘E.T., el extraterrestre’ de ‘Encuentros en la tercera fase’? Toda la carrera de Spielberg es una combinación ganadora entre lo complejo y lo lúdico, entre la trascendencia y el divertimento. Eso es, precisamente, lo que le convierte en uno de los mejores cineastas de la historia del medio, aunque, en esta ocasión, tenga más mérito el morbo de su propia autorreferencialidad que el interés de un historia como la de 'Ready Player One'.

Ale, ya podéis acusarme de aguafiestas.

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Mireia Mullor

Mireia es experta en cine y series en la revista FOTOGRAMAS, donde escribe sobre todo tipo de estrenos de películas y series de Netflix, HBO Max y más. Su ídolo es Agnès Varda y le apasiona el cine de autor, pero también está al día de todas las noticias de Marvel, Disney, Star Wars y otras franquicias, y tiene debilidad por el anime japonés; un perfil polifacético que también ha demostrado en cabeceras como ESQUIRE y ELLE.

En sus siete años en FOTOGRAMAS ha conseguido hacerse un hueco como redactora y especialista SEO en la web, y también colabora y forma parte del cuadro crítico de la edición impresa. Ha tenido la oportunidad de entrevistar a estrellas de la talla de Ryan Gosling, Jake Gyllenhaal, Zendaya y Kristen Stewart (aunque la que más ilusión le hizo sigue siendo Jane Campion), cubrir grandes eventos como los Oscars y asistir a festivales como los de San Sebastián, Londres, Sevilla y Venecia (en el que ha ejercido de jurado FIPRESCI). Además, ha participado en campañas de contenidos patrocinados con el equipo de Hearst Magazines España, y tiene cierta experiencia en departamentos de comunicación y como programadora a través del Kingston International Film Festival de Londres.

Mireia es graduada en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y empezó su carrera como periodista cinematográfica en medios online como la revista Insertos y Cine Divergente, entre otros. En 2023 se publica su primer libro, 'Biblioteca Studio Ghibli: Nicky, la aprendiz de bruja' (Editorial Héroes de Papel), un ensayo en profundidad sobre la película de Hayao Miyazaki de 1989.