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'La dama de oro', la verdadera historia
Publicado el 29 - Jun - 2015
 
 
Conoce los detalles de la lucha legal que emprendi� Maria Altmann, una austriaca exiliada en Estados Unidos, contra el gobierno de Austria para recuperar el cuadro ?Retrato de Adele Bloch-Bauer I?, pintado por Gustav Klimt en 1907. - ENFILME.COM
 
 
 
por Luis Fernando Galván

Conoce más verdaderas historias que inspiraron al cine

En La dama de oro (Woman in Gold, 2015), el más reciente filme del cineasta británico, Simon Curtis (My Week with Marilyn, 2011), Helen Mirren interpreta a Maria Altmann, una mujer judía que huyó de Viena durante la Segunda Guerra Mundial y que regresa a su país seis décadas después para reclamar las propiedades que los nazis confiscaron a su familia, entre las que se encuentra el célebre Retrato de Adele Bloch-Bauer I, elaborado en 1907 por Gustav Klimt . A continuación te presentamos la verdadera historia detrás de La dama de oro, incluyendo un documental titulado Klimt: Adele’s Last Will (2006) que sigue de cerca la lucha de Altmann contra el gobierno austriaco y el proceso legal que emprendió la mujer para recuperar las obras de Klimt.

Helen Mirren es Maria Altmann en La dama de oro (2015).

 

El cuadro de “la dama de oro”

El pintor austriaco, Gustav Klimt, trabajó en Retrato de Adele Bloch-Bauer I (1907) durante tres años. La génesis para el estilo de la pintura fue una visita del pintor, en 1903, a los mosaicos bizantinos de la Iglesia de San Vital de Rávena en Italia. El artista quedó profundamente impresionado por estas exquisitas obras, específicamente por el mosaico que representaba a la emperatriz Teodora; en esa obra, la mujer es rodeada por una serie de incrustaciones doradas.

Detalle del mosaico de la emperatriz Teodora. Iglesia de San Vital de Rávena, Italia.

A su regreso a Viena, Klimt comenzó a trabajar en lo que se conoce como su “estilo dorado”, en el que incorpora elementos de oro tanto en sus cuadros alegóricos como en las pinturas de retratos. En Adele Block-Bauer I, uno de los mayores logros de Klimt, el oro se utiliza en una variedad de contextos, desde el fondo brillante hasta la resplandeciente tela del vestido de Adele. La vestimenta de la mujer se fusiona con el entorno; ambos elementos –el ropaje y el fondo– brillan intensamente, pero una figura distintiva emerge de la profusión de motivos decorativos. Adele aparece como figura compleja; un rostro de confusión, pero también de sensualidad. Sus manos se juntan y se doblan de tal manera que buscan ocultar un dedo deforme, pero la acción sólo se suma a la misteriosa gracia de su cara. Adele Bloch-Bauer fue la única mujer retratada (de cuerpo entero) en dos ocasiones por Klimt. Durante mucho tiempo se ha especulado que ella y Klimt tenían una historia secreta de amor, y que Adele Block-Bauer I contiene pistas visuales acerca de su relación. Estos incluyen las numerosas formas de ojos abiertos y almendros en la pintura, que tienen connotaciones sexuales. Además, el tema se retrata con gran ternura, y está ennoblecido por su valor real.

Gustav Klimt, Adele Bloch-Bauer I, 1907. Óleo y oro sobre tela, 138 x 138 cm. Neue Galerie, Nueva York, Estados Unidos.

Retrato de Adele Bloch-Bauer II fue terminado por Klimt en 1912. La composición enfatiza la posición social de Bloch-Bauer en la élite cultural de Viena. Su imponente figura ataviada en un opulento vestido opulento, se fija contra un telón de fondo en tonos joya de bloques de estampados casi abstractos que sugieren un interior doméstico ricamente decorado.

Gustav Klimt, Adele Bloch-Bauer II, 1912. Óleo sobre lienzo, 190 x 120 cm. Colección privada.

 

Adele Bloch-Bauer (1881-1925)

Adele Bauer nació en Viena el 9 de agosto de 1881. Su padre era el importante banquero Moriz Bauer, uno de los miembros de la élite económica austriaca que fungía como director del Wiener Bankverein, uno de los siete bancos más importantes del Imperio Austro-Húngaro. El 19 de diciembre de 1899, Adele se casó con el magnate de la industria Ferdinad Bloch, 16 años mayor que ella por lo que se trataba de un matrimonio de conveniencia. El colapso de la monarquía austriaca, en 1918, llevó a la familia Boch-Bauer a las cercanías de Praga. Maria Altmann, la única sobrina viva describe así a su tía Adele:

Enferma, sufriente, siempre con dolor de cabeza, fumando como una chimenea, terriblemente frágil, oscura. Un rostro espiritual, delgada, elegante. Complaciente, arrogante.

Adele Bloch-Bauer.

Cuando regresó a Austria, Adele fue una gran protectora de artistas e intelectuales, convirtiendo su casa en uno de los centros culturales más importantes de Viena. Se interesó por los idiomas y aprendió alemán, francés e inglés. Adele falleció el 24 de enero de 1925 debido a complicaciones de una meningitis. Tras su muerte, su habitación de la casa de Schillerplatz se convirtió en una "habitación conmemorativa" siempre decorada con flores frescas. Ferdinand Bloch emigró a Checoslovaquia con motivo de la ocupación nazi, tras haber sido confiscada su inmensa fortuna y su valiosa colección artística, y después a Suiza, donde murió el 13 de noviembre de 1945.

 

La lucha de Maria Altmann

En 1938, año en que Adolf Hitler ingresó triunfante a la ciudad de Viena y poco después de que Fritz Altmann, cantante de ópera y marido de Maria Altmann, pasara un breve periodo en el campo de concentración de Dachau, la pareja decidió escaparse del arresto domiciliario al que fueron sometidos por los nazis. Ambos se trasladaron a Colonia y, en una noche fueron guiados por un campesino hasta llegar a la frontera con Holanda. En 1942, la pareja se instaló en California y juraron no volver a Europa, al menos hasta que Fritz estuviera vivo. Maria dejó atrás la casa que compartió con sus padres y sus tíos (Adele y Ferdinand), un recinto que recibía las visitas de grandes personajes del arte y la cultura  europea como los compositores Johannes Brahms y Gustav Mahler, el filósofo Sigmund Freud, el arquitecto Martin Gropius, el escritor Stephan Zweig y, por supuesto, el pintor Gustav Klimt acompañado de sus más talentosos discípulos Oskar Kokoschka y Egon Schiele.

En su momento, Adele le pidió a Ferdinand que en su testamento señalara que los dos retratos que le hizo Klimt fueran donados a la Galería Austriaca de Viena. Durante varios años, el gobierno de Austria utilizó ese documento para conservar los retratos dentro del país. Maria Altmann, que ya vivía en Estados Unidos, comenzó una lucha titánica de siete años contra el gobierno austriaco para recuperar los retratos de su tía, que fueron descolgados  por los nazis de las paredes de su casa en Viena y recolocados durante más de seis décadas en los muros de la Galería Belvedere de la capital austriaca.

Los nazis conocían la importancia del arte que confiscaron en aquella época, y decidieron declararlo patrimonio austriaco para que fuera imposible sacarlo del país. Cuando terminó la Segunda Guerra Mundial, muchos judíos y exiliados trataron de recuperar sus colecciones, pero los cuadros robados estaban en los museos más importantes del país y sus respectivos directores eran los mismos que cuando los nazis estaban en el poder. En el búnker del Museo Belvedere –construido durante la guerra para proteger las obras– se guardaron los documentos que demostraban que cientos de los cuadros del museo (entre ellos los seis Klimt de los Bloch-Bauer) eran robados. La existencia de este archivo secreto se descubrió en 1998 cuando los herederos de Egon Schiele comenzaron una disputa legal para recuperar los cuadros.

Así comenzaron las presiones sobre el pasado nazi respecto a los robos de piezas artísticas, el Ministerio de Cultura de Austria abrió sus archivos para revisarlos. En ese momento, el periodista Hubertus Czernin descubrió el testamento de Ferdinand Bloch-Bauer –escrito poco antes de su muerte en Suiza– donde él dejaba seis cuadros realizados por Klimt a sus tres sobrinos. En este sentido, el testamento de Adele (donde los cuadros eran cedidos al museo) quedaba anulado. En 1998, Maria Altmann era la única heredera sobreviviente, así que emprendió la lucha judicial apoyada por el abogado Randol Schoenberg (descendiente del compositor Arnold Schoenberg). La mujer de 82 años se vio obligada a volver a su país. En 2006, después de ganar el caso, el gobierno austriaco le devolvió las seis obras a Maria. Ronald Lauder, un magnate dueño de la firma cosmética Lauder y presidente de la Neue Galerie de Nueva York, le compró Retrato de Adele Bloch-Bauer I por la cifra de 135 millones de dólares.

Maria Altmann después de recuperar el cuadro de Klimt.

 

 

 

TEXTOS CONSULTADOS:

- The Golden Genius: The Amazing Life of Maria Altmann, escrito por Fergus Mason (2014).

- The Lady in Gold: The Extraordinary Tale of Gustav Klimt's Masterpiece, escrito por Anne-Marie O’Connor (2012).

- Art and Cultural Heritage: Law, Policy, and Practice, escrito por Barbara T. Hoffman (2006).

 

ORAS FUENTES:

- Helen Mirren sobre Adele Bloch Bauer en The New Yorker

- Klimt: Adele’s Las Will, Dir. Michel Vuillermet, 2006.

 
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