Francisco Ferrer i Guardia

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Francisco Ferrer i Guardia

Una educaci�n libre, solidaria, que lucha contra la injusticia

 

Enrique Mart�nez-Salanova S�nchez


El puntero de don Honorato/Bibliograf�a/Lecturas de cine


La importancia de la Escuela Moderna de Ferrer Guardia para la Pedagog�a

Biograf�a de Francesc Ferrer i Guardia

Proceso a Ferrer Guardia

Sentencia contra Francisco Ferrer y Guardia

La Escuela Moderna

Los escritos de Francisco Ferrer Guardia

La Semana Tr�gica de Barcelona 

Bibliograf�a


En la primera detenci�n de Francisco Ferrer Guardia en 1906, desde la c�rcel dijo:

�La Escuela Moderna pretende combatir cuantos prejuicios dificulten la emancipaci�n total del individuo, y para ello adopta el racionalismo humanitario, que consiste en inculcar a la infancia el af�n de conocer el origen de todas las injusticias sociales para que, con su conocimiento, puedan luego combatirlas y oponerse a ellas. El estudio de cuanto sea favorable a la libertad del individuo y a la armon�a de la colectividad, mediante un r�gimen de paz, de amor y bienestar para todos sin distinci�n de clases ni de sexos�.


La importancia de la Escuela Moderna de Ferrer Guardia para la Pedagog�a


Francisco Ferrer Guardia (1859-1909), pedagogo y activista pol�tico espa�ol, fue el fundador de la Escuela Moderna e introdujo en Espa�a el racionalismo pedag�gico. Fund� en 1901 la Escuela Moderna, uno de los experimentos pedag�gicos m�s interesantes de la historia contempor�nea espa�ola, con grandes influencias en toda Europa. En sus aulas no se ense�aban ense�anzas religiosas y s� cient�ficas y humanistas, se fomentaba la no competitividad, el pensamiento libre e individual (es decir no condicionado), el excursionismo al campo, y el desarrollo integral del ni�o.

Seg�n Ferrer Guardia,  la educaci�n no puede ser dogm�tica ni basada en dogmas ni prejuicios, y deb�a aceptar los m�todos de la ciencia, desterrando todo lo que no se puede demostrar por el m�todo cient�fico. La libertad era considerada un valor fundamental, se procuraba la igualdad de todos, ni�os y ni�as, que ese educaban juntos, se rechazaba el esp�ritu competitivo y por lo tanto toda imposici�n, ex�menes, premios y castigos.

Entre sus contenidos, se declaraba prioritaria la educaci�n del conocimiento, los afectos y la sexualidad, la experimentaci�n y la observaci�n de la naturaleza, la solidaridad, la ayuda mutua y la cr�tica de las injusticias. Su educaci�n se basaba en la evoluci�n de los ni�os, y se hacia de forma individualizada. Todo ello presentado con una did�ctica no directiva.

La Escuela Moderna gener� enseguida la cr�tica de los ambientes e instituciones m�s conservadoras, y sobre todo de la Iglesia Cat�lica, pues pon�a en entredicho sus postulados dogm�ticos, sus m�todos y el poder econ�mico de los centros educativos de la Iglesia. No cejaron hasta destruir a su fundador y cerrar la Escuela Moderna. Durante todo el primer tercio del siglo XX, decenas de escuelas, ateneos libertarios y universidades populares de toda Europa seguir�an los planteamientos de la Escuela Moderna.

Una de las formas de expresi�n de las ideas de Ferrer Guardia, aun cerradas las escuelas, fueron los ateneos libertarios, opuestos a la rigidez y dogmatismo de la ense�anza existente y a la falta de infraestructuras educativas oficiales para la propia clase trabajadora. Y aunque se constituyeron como asociaciones culturales, funcionaron en la pr�ctica como escuelas para miles de personas sin recursos para poder pagar una ense�anza privada.


El pensador Piotr Kropotkin envi� una carta al creador de la Escuela Moderna Francisco Ferrer y Guardia a prop�sito de la publicaci�n de la revista L��cole R�nov�e. En ella, Kropotkin arg��a en el primer p�rrafo: �Todo est� por hacer en la escuela actual. Ante todo, la educaci�n propiamente dicha: (...) la formaci�n del ser moral, individuo activo, lleno de iniciativa, emprendedor, valiente (...); y al mismo tiempo sociable, igualitario (...) y capaz de sentir su unidad con todos los hombres del universo entero�.

El pr�ncipe Piotr Aleks�yevich Kropotkin (1842-1921), ge�grafo y pensador pol�tico ruso, es considerado uno de los principales te�ricos del movimiento anarquista, dentro del cual fund� la escuela del anarcocomunismo.


Ferrer Guardia y la se�orita Soledad Villafranca

Ferrer Guardia es conducido por la Guardia Civil a  Montjuic

Ejecuci�n de Ferrer (Pintura de Flavio Constantini)

La Domenica del Corriere, n�m. 43 del 24 octubre de 1909, fusilamiento de Ferrer i Guardia en el Castillo de Montjuic

Pante�n de Ferrer i Guardia en el cementerio de Montjuic

Biograf�a de Francesc Ferrer i Guardia


Francesc Ferrer i Gu�rdia naci�n en Alella, Maresme, el 10 de enero de 1859 y muri� fusilado en los fosos del Castillo de Montjuit en Barcelona, el 13 de octubre 1909.

 De familia cat�lica y mon�rquica de payeses acomodados, fue el tercero de catorce hermanos. A los 13 a�os tuvo su primera disputa con la iglesia, tras denunciar al sacerdote de su pueblo de intromisi�n familiar, por lo que fue enviado por su familia a trabajar a Barcelona, donde entr� como aprendiz en un comercio de harinas en el distrito de Sant Mart� de Proven�als, cuyo due�o le inscribi� en clases nocturnas y le inici� en los ideales republicanos. Durante la I Rep�blica, el joven Ferrer particip� con entusiasmo en experiencias de educaci�n popular. Durante los a�os siguientes el joven autodidacta estudi� a fondo el ideario de Pi y Margall y conoci� las doctrinas de los internacionalistas en lops c�rculos obreros m�s anticlericales. Sus ideas librepensadoras le llevaron pronto al anarquismo, tendencia en la que desarroll� una gran actividad como agitador y revolucionario. Adem�s, se caracteriz� siempre por la vehemencia con que difundi� sus mensajes anticlericales e ingres� en 1883 en la logia mas�nica Verdad de Barcelona.

Su trabajo como revisor en la compa��a de ferrocarriles le permiti� convertirse en el correo que aseguraba el contacto entre los revolucionarios espa�oles y el exiliado presidente del gobierno republicano Manuel Ruiz Zorrilla, de cuyo Partido Republicano Progresista era militante.

Exilio en Par�s y formaci�n pedag�gica y libertaria

En 1886 apoy� en Santa Coloma de Fern�s el pronunciamiento militar del general Villacampa, partidario de Ruiz Zorrilla, cuya finalidad era proclamar la Rep�blica, pero al fracasar �ste tuvo que exiliarse en Par�s, acompa�ado de Teresa Sanmart�, con la que tuvo tres hijos.

Subsisti� dando clases de castellano, comerciante de vinos y como secretario sin sueldo de Ruiz Zorrilla. Hasta la d�cada de 1890 continu� siendo republicano, pero a partir de entonces comienza un viraje hacia el anarquismo

En Par�s descubri� su vocaci�n pedag�gica y desarroll� una brillante carrera al frente de la escuela laica que �l mismo hab�a fundado, con lo que se gan� prestigio internacional como pedagogo librepensador y enemigo del oscurantismo que por aquel entonces dominaba la ense�anza religiosa en Espa�a. En julio de 1892, particip� en el Congreso Librepensador de Madrid.

En 1893 se separ� de Teresa Sanmart� y en 1899 se cas� con Leopoldine Bonnard, maestra de tendencias anarquistas con quien recorri� Europa.

Mientras maduraba sus conceptos de educaci�n anarquista y en el proyecto de la Escuela Moderna, para ponerlos en pr�ctica a su vuelta a Espa�a, profundizaba en las ideas anarquistas y conoc�a y hac�a amistad con sus principales pensadores, Elis�e Reclus, Malato y Piotr Kropotkin.

Fundaci�n de la Escuela Moderna

En agosto de 1901, tras recibir una cuantiosa herencia que le dej� al morir Ernestine Mennier -una rica anciana parisiense a la que hab�a dado clases de espa�ol desde 1894-, regres� a Barcelona, en donde se instal� y cre� la Escuela Moderna, un proyecto pr�ctico de pedagog�a libertaria,

Se trataba de una escuela, de ideario racionalista, igualitaria, laica y �crata, no coercitiva y considerada por su fundador, como natural. El proyecto, que comenz� con 30 alumnos, ten�a para 1906 m�s de 30 escuelas relacionadas con el movimiento.

En contraposici�n a ella, se impuls� una pedagog�a racional, con un alumnado mixto, y en la que se abolieron pr�cticas retr�gradas, como el sistema tradicional de castigos.

El crecimiento de la Escuela Moderna se situ� en el punto de mira de los elementos conservadores, lo que le acarre� la enemistad de la Iglesia Cat�lica y de muchos estamentos oficiales que ve�an en las escuelas laicas una amenaza a sus intereses, pues subvert�a las ideas educativas de la �poca.

Atentado contra Alfonso XIII y nuevo exilio

Hasta 1909, la Escuela Moderna fue clausurada repetidas veces y sufri� la persecuci�n de los sectores pol�ticos y religiosos m�s conservadores de Barcelona, que intervinieron directamente contra la escuela y Cintra Ferrer i Guardia cuando en 1906 uno de sus profesores, traductor y bibliotecario de su centro educativo, Mateo Morral, fue implicado en el atentado contra Alfonso XIII,  el 31 de Mayo de 1906, d�a de su  boda, cuando la comitiva real pasaba por la calle Mayor madrile�a, lanz� una bomba que provoc� la muerte de veintitr�s personas. Las autoridades clausuraron la escuela y se abri� un proceso a Ferrer i Guardia, que fue detenido y juzgado y del que qued� en libertad en 1907, ya que no se reunieron pruebas concluyentes contra su persona. Mateo Morral, partidario de la �acci�n directa�, dec�a de Ferrer Guardia que era uno de esos �d�biles de esp�ritu que opinan que nada se puede hacer sin discursos�.

Al no poder abrir la Escuela Moderna, se traslad� a Francia y a B�lgica; donde fund� la Liga Internacional para la Educaci�n Racional de la Infancia, continu� en Par�s con la edici�n del bolet�n de la Escuela Moderna y edit� la revista de la Liga L'Ecole r�nov�e en Bruselas.

La Semana Tr�gica de Barcelona y su fusilamiento

Ferrer i Guardia regres� a Barcelona de nuevo y vivi� all� hasta que fue detenido en 1909 acusado de haber sido el instigador de la rebeli�n obrera y popular contra la Guerra de Marruecos, conocida como la Semana tr�gica. El 9 de octubre se constituy� el consejo de guerra en la prisi�n Modelo de Barcelona para juzgarlo. Ten�a en contra la monarqu�a, el gobierno y la Iglesia; fue hallado culpable de ser el autor material del incendio del convento de Premi�, y condenado a la pena capital, sin que las garant�as procesales ni las pruebas aportadas en su contra dejaran una indudable sensaci�n de que se hab�a hecho justicia. Muri� en el foso de Santa Amalia de la prisi�n del castillo de Montju�c, el 13 de octubre de 1909. Se neg� a que le vendaran los ojos, gritando en el momento de ser fusilado sus �ltimas palabras, no acabadas porque la fusiler�a lo acall�: �Soldados, vosotros no ten�is la culpa. Apuntad bien. �Viva la Escuela Moderna! Muero inocente y feliz de��. Nunca se demostr� que fuese culpable de lo que se le imputaba.


El proceso a Ferrer Guardia


El tiempo y el consenso hist�rico han dictaminado la injusta incriminaci�n de Ferrer. Cuando en julio de aquel mismo a�o estall� la que despu�s ser�a conocida como Semana Tr�gica, Ferrer Guardia fue inmediatamente relacionado con ella, e incluso se le responsabiliz� de los violentos hechos que durante aquellos d�as se sucedieron, aunque hab�a permanecido todo el tiempo en su finca de Montgat, en su propiedad de Mas Germinal, sin sospechar que un mot�n comenzaba y se extend�a por la ciudad. Fue a ella por sus asuntos de ediciones y fue detenido. Antonio Maura quer�a que su condena fuera ejemplar.

Se urdi� un falso Consejo de Guerra plagado de testimonios falsos (m�s de 80 testigos) y llenos de rencor vertidos contra �l por parte de sus enemigos pol�ticos que vieron la oportunidad de librarse de un adversario pol�tico.  Se le acus� de que hab�a quemado iglesias y un convento en Premi�, donde ninguna iglesia hab�a sido quemada, como tampoco ning�n convento. En el juicio se prohibi� la comparecencia y el testimonio de todas las personas que pod�an demostrar su inocencia, a pesar de que se presentaron voluntariamente personas a declarar a su favor, lo que se les impidi� alegando que estaban fuera de plazo y que la instrucci�n (que llevaba el comandante don Valerio Raso Negrini) hab�a finalizado. No apareci� ning�n documento que lo comprometiera a pesar de que durante d�as se registr� en su casa de Montgat, y hubo que presentar un �nico papel falsificado que hablaba gen�ricamente de provocar la dislocaci�n social.

El gobierno censur� todas las agencias telegr�ficas espa�olas e hizo difundir que en el juicio hab�a habido interrogatorio y testigos p�blicos, en el que al mismo Ferrer Guardia se le impidi� hablar. Se le humill� confisc�ndole todas sus ropas y haci�ndole vestir un sayal.

El capit�n Francisco Galcer�n, su abogado defensor, demostr� la inocencia de su cliente, lo absurdo de los cargos y la escandalosa irregularidad del procedimiento. Tras la ejecuci�n fue detenido, lo que provoc� indignadas protestas de sus colegas de Par�s y Londres. Finalmente, Galcer�n fue puesto en libertad el 15 de octubre de 1909.

 El proceso provoc� un esc�ndalo internacional, en el que intervinieron destacadas personalidades internacionales que intercedieron ante el gobierno espa�ol, como H. G. Wells, Arturo Conan Doyle, Georges Bernard Shaw o Kropotkin. El embajador en el Vaticano logr� frenar una notificaci�n de la santa Sede contra el fusilamiento. Las s�plicas para la conmutaci�n de la pena fueron ignoradas.

La ejecuci�n de Ferrer Guardia motiv� una campa�a internacional de m�tines y movilizaciones en todas las principales capitales europeas y que pill� por sorpresa al gobierno espa�ol, causando tal crisis que su primer ministro, Antonio Maura, se vio obligado a dimitir, lo que le acarre� el fin de la pol�tica activa.

A ra�z del proceso y ejecuci�n de Ferrer Guardia, The Times dijo: �Por negligencia o estupidez, el gobierno ha confundido la libertad de instrucci�n y conciencia, el derecho innato a razonar y expresar su pensamiento, con el derecho de oposici�n, asimil�ndolo a una agitaci�n criminal�


De lo que escribi� antes de su fusilamiento


La noche anterior a su asesinato escribi� un testamento. En �l podr�a leerse: Deseo que en ninguna ocasi�n ni pr�xima ni lejana, ni por uno ni otro motivo, se hagan manifestaciones de car�cter religioso o pol�tico ante los restos m�os, porque considero que el tiempo que se emplea ocup�ndose de los muertos ser�a mejor destinarlo a mejorar la condici�n en que viven los vivos, teniendo gran necesidad de ello casi todos los hombres. (...) Deseo tambi�n que mis amigos hablen poco o nada de mi, porque se crean �dolos cuando se ensalza a los hombres, lo que es un gran mal para el porvenir humano. Solamente los hechos, sean de quien sean, se han de estudiar, ensalzar o vituperar, alab�ndolos para que se imiten cuando parecen redundar al bien com�n, o critic�ndolos para que no se repitan si se consideran nocivos al bienestar general.

Consejo de Guerra contra Ferrer Guardia (a la derecha)

Par�s. Octubre de 1909. Manifestaciones por el fusilamiento de Francesc Ferrer i Guardia 


Sentencia contra Francisco Ferrer y Guardia


En Barcelona, a 9 de octubre de 1909, reunido el Consejo de guerra ordinario de plaza para ver y fallar esta causa, habi�ndose hecho relaci�n por el juez instructor del resultado de autos; presente el acusado; o�das la acusaci�n fiscal y la defensa, y de acuerdo con el dictamen del asesor, por unanimidad, el Consejo de guerra declara:

Que los hechos perseguidos en esta causa constituyen un delito consumado de rebeli�n militar, por la concurrencia de las circunstancias tercera y cuarta del mismo:

Considera responsable del mismo, en concepto de autor y como jefe de la rebeli�n, al procesado Francisco Ferrer Guardia, con las circunstancias agravantes del art. 173 del mismo Cuerpo legal;

Y en su virtud, le impone, con arreglo al art�culo 238, en su n�mero primero, la pena de muerte con la accesoria, caso de indulto, de inhabilitaci�n absoluta perpetua; conden�ndole tambi�n a indemnizar todos los da�os y perjuicios ocasionados por los incendios, deterioros de v�as de comunicaci�n, f�rreas y telegr�ficas, ocurridos durante la rebeli�n, quedando, hasta que pueda se�alarse su cuant�a, afectos todos los bienes de Ferrer Guardia a la extinci�n de esta responsabilidad civil, y declarando que, en el citado caso de indulto, le ser� de abono la mitad del tiempo de prisi�n preventiva sufrida a resultas de esta causa.

Todo con arreglo a los art�culos 173, 188, 219, 237 en sus circunstancias tercera y cuarta; 238 en su n�mero primero. 242 del C�digo de Justicia Militar; 11, 13, 18 al 21, 53, 121 al 228 del C�gio Penal ordinario; los concordantes de ambos C�digos y Ley del 17 de Enero de 1901.- Eduardo de Aguirre.- Pompeyo Mart�.- Sebasti�n Carreras.- Marcelino D�az.-Manuel de Llanos.- Aniceto Garc�a.- Julio L�pez.

Reproducida en la Enciclopedia anarquista


�Su crimen fue ser republicano, socialista, librepensador; su crimen fue haber creado la ense�anza laica en Barcelona, instruir a miles de ni�os en la moral independiente, su crimen fue haber fundado escuelas�

Carta abierta de Anatole France (1844-1924)

Escritor franc�s, en 1921 consigui� el Premio Nobel de Literatura por el conjunto de su obra. Particip� en la fundaci�n de la Liga de los Derechos del Hombre y se comprometi� en las causas de la separaci�n de la Iglesia y el Estado.

 


La escuela moderna


Texto completo de La escuela Moderna:

http://www.antorcha.net/biblioteca_virtual/pedagogia/escuelamoderna/indice.html

En el mes de agosto de 1901, abri� sus puertas, en el n�mero 70 de la calle Bail�n, de Barcelona (Espa�a), un centro educativo que se propon�a transformar radicalmente la experiencia pedag�gica en sentido cr�tico, laico, racionalista y libertario. Era una escuela, seg�n el mismo Ferrer Guardia, en al que los ni�os y las ni�as deb�an tener �una ins�lita libertad, se realizar�n ejercicios, juegos y esparcimientos al aire libre, se insistir� en el equilibrio con el entorno natural y con el medio, en la higiene personal y social, desaparecer�n los ex�menes y los premios y los castigos�.

Los principios b�sicos de la escuela Moderna

1. La educaci�n de la infancia debe fundamentarse sobre una base cient�fica y racional; en consecuencia, es preciso separar de ella toda noci�n m�stica o sobrenatural.

2. La instrucci�n es parte de esta educaci�n. La instrucci�n debe comprender tambi�n, junto a la formaci�n de la inteligencia, el desarrollo del car�cter, la cultura de la voluntad, la preparaci�n de un ser moral y f�sico bien equilibrado, cuyas facultades est�n asociadas y elevadas a su m�ximo de potencia.

3. La educaci�n moral, mucho menos te�rica que pr�ctica, debe resultar principalmente del ejemplo y apoyarse sobre la gran ley natural de la solidaridad.

4. Es necesario, sobre todo en la ense�anza de la primera infancia, que los programas y los m�todos est�n adaptados lo m�s posible a la psicolog�a del ni�o, lo que casi no sucede en ninguna parte, ni en la ense�anza p�blica ni en la privada.

5. El prop�sito de la ense�anza es que los ni�os de ambos sexos tengan id�ntica educaci�n; que por semejante manera desenvuelvan la inteligencia, purifiquen el coraz�n y templen sus voluntades; que la humanidad femenina y masculina se compenetren, desde la infancia, llegando a ser la mujer, no de nombre, sino en realidad de verdad, la compa�era del hombre.

6. La coeducaci�n de pobres y ricos, que pone en contacto unos con otros en la inocente igualdad de la infancia, por medio de la sistem�tica igualdad de la escuela racional, esa es la escuela, buena, necesaria y reparadora.

7. Establecer la protecci�n e instrucci�n higi�nica en las escuelas. No se necesitan palacios relumbrantes; para difundir la instrucci�n bastan salas amplias, de luz abundante y aire puro, donde los escolares est�n protegidos.

8. El juego es indispensable a los ni�os. Por lo que mira a su constituci�n, salud y desarrollo f�sico, todo el mundo estar� conforme; pero acontece que �nicamente para la atenci�n en la cantidad de desarrollo f�sico que producen los juegos.

9. Es de vital importancia la preparaci�n de los maestros y una vida y sueldo digno para ellos. El verdadero educador es el que, contra sus propias ideas y sus voluntades, puede defender al ni�o, apelando en mayor grado a las energ�as propias del mismo ni�o.

10. La escuela debe renovarse para renovar la sociedad, una sociedad que repruebe los convencionalismos, las crueldades, los artificios y las mentiras que sirven de base a la sociedad moderna.

11. Partiendo de una educaci�n en solidaridad y de la igualdad, no hay que crear una desigualdad nueva, y, por tanto, en la Escuela Moderna no hay premios, ni castigos, ni ex�menes en que hubiera alumnos ensoberbecidos con la nota de sobresaliente, median�as que se conformaran con la vulgar�sima nota de aprobados ni infelices que sufrieran el oprobio de verse despreciados por incapaces.

12. Los ni�os y las ni�as deben tener vitalidad cerebral propia, a fin de que cuando se emancipen de su racional tutor�a, contin�en siendo en el mundo social enemigos mortales de prejuicios de toda clase, propendiendo a formarse convicciones razonadas, propias, sobre todo lo que sea objeto del pensamiento.

13. El prop�sito culminante de la Escuela Moderna es fomentar la evoluci�n progresiva de la infancia evitando los atavismos regresivos, que son como r�moras que opone el pasado a los avances francos y decididos hacia el porvenir.


La primera noticia de la existencia de la Escuela Moderna lanzada al p�blico:

PROGRAMA


La misi�n de la Escuela Moderna consiste en hacer que los ni�os y ni�as que se le conf�en lleguen a ser personas instruidas, ver�dicas, justas y libres de todo prejuicio.

Para ello, sustituir� el estudio dogm�tico por el razonado de las ciencias naturales.

Excitar�, desarrollar� y dirigir� las aptitudes propias de cada alumno, a fin de que con la totalidad del propio valer individual no s�lo sea un miembro �til a la sociedad, sino que, como consecuencia, eleve proporcionalmente el valor de la colectividad.

Ense�ar� los verdaderos deberes sociales, de conformidad con la justa m�xima: No hay deberes sin derechos; no hay derechos sin deberes.

En vista del buen �xito que la ense�anza mixta obtiene en el extranjero, y, principalmente, para realizar el prop�sito de la Escuela Moderna, encaminado a preparar una humanidad verdaderamente fraternal, sin categor�a de sexos ni clases, se aceptar�n ni�os de ambos sexos desde la edad de cinco a�os.

Para completar su obra, la Escuela Moderna se abrir� las ma�anas de los domingos, consagrando la clase al estudio de los sufrimientos humanos durante el curso general de la historia y al recuerdo de los hombres eminentes en las ciencias, en las artes o en las luchas por el progreso.

A estas clases podr�n concurrir las familias de los alumnos.

Deseando que la labor intelectual de la Escuela Moderna sea fruct�fera en lo porvenir, adem�s de las condiciones higi�nicas que hemos procurado dar al local y sus dependencias, se establece una inspecci�n m�dica a la entrada del alumno, de cuyas observaciones, si se cree necesario, se dar� conocimiento a la familia para los efectos oportunos, y luego otra peri�dica, al objeto de evitar la propagaci�n de enfermedades contagiosas durante las horas de vida escolar.


Llamamiento de la Escuela Moderna a los intelectuales


�La Escuela Moderna hace un llamamiento vehemente a cuantos escritores amen la ciencia y se interesen por el porvenir de la humanidad, para que propongan obras de textos dirigidas a emancipar al esp�ritu de todos los errores de nuestros pasados y encaminar la juventud hacia el conocimiento de la verdad y la pr�ctica de la justicia, librando al mundo de dogmas autoritarios, sofismas vergonzosos y convencionalismos rid�culos, como los que desgraciadamente forman el mecanismo de la sociedad presente�


Conferencias dominicales para la instrucci�n popular


No se limit� la Escuela Moderna a la acci�n pedag�gica. Sin olvidar un momento su car�cter predominante y su objeto primordial se dedic� tambi�n a la instrucci�n popular, organizando una serie de conferencias dominicales p�blicas, a que acud�an los alumnos, sus familias y gran n�mero de trabajadores deseosos de aprender.


Sobre la ense�anza religiosa


�Se sabe con toda certeza que en esas escuelas laicas cuyo avance ya le arredra, no se ense�a nada contra la religi�n ni el dogma; no preocupan all� tales cuestiones porque creen que los sentimientos religiosos deben nacer e infundirse a los peque�uelos en el seno del hogar dom�stico; hay en tales centros de ense�anza la sana convicci�n de que en ellos debe formarse el hombre de ciencia y de conocimientos humanos, al paso que la familia, y la sociedad luego, deben formar al hombre de creencias religiosas si esas son sus inclinaciones�. El Brusi (El Diario de Barcelona)


Los escritos de Francisco Ferrer Guardia


L�espagnol practique (1895)

Enseign� par la methode Ferrer (1895)

Los pecados capitales (1900)

Cuento ateo (1900)

Ferrer y la Huelga General (1909)

Tras su muerte se publicaron las siguientes publicaciones:

La Escuela Moderna (1910),

P�stuma explicaci�n (1910)

Alcance de la ense�anza racionalista (1910)

Aula Escuela moderna

�El maestro oficial no dir� lo que piensa, sino lo que le manden�



Juicio contra Ferrer Guardia

Manifestaci�n de la Comisi�n Pro-Presos a favor de Francisco Ferrer Guardia, Barcelona, 1909, con motivo de los sucesos de la Semana Tr�gica.

Intervenci�n de Pablo Iglesias en un mitin a favor de los apresados por los acontecimientos de la Semana Tr�gica de Barcelona. Foto de la Fundaci�n Largo Caballero.

�leo de Ram�n Casas

 

La Semana Tr�gica de Barcelona


(Texto resumido del cap�tulo La Semana Tr�gica del libro Los anarquistas espa�oles de Murray Bookchin. Numa ediciones, 2000)

El gabinete de Maura anunci� el 11 de julio de 1909 que los reservistas se incorporar�an al servicio activo en Marruecos. Los espor�dicos enfrentamientos entre las tribus rife�as y las tropas espa�olas ven�an sucedi�ndose desde hac�a semanas. La atm�sfera b�lica era palpable, y no era un secreteo para nadie que los rife�os amenazaban las rutas de abastecimiento de las valiosas minas de hierro, que eran propiedad de los principales capitalistas espa�oles. Para los trabajadores espa�oles la perspectiva de verter su sangre en defensa de las posiciones coloniales de unos pocos magnates acaudalados no resultaba particularmente tentadora. La decisi�n de Maura provoc� dram�ticas escenas en Barcelona, principal puerto de embarque para Marruecos. Muchos reservistas eran trabajadores catalanes, sumamente pobres, cuyas familias no estaban en condiciones de prescindir ni siquiera por unos pocos d�as de quienes ganaban el sustento, y mucho menos de permitir que sus vidas fueran puestas en peligro en aventuras imperialistas. Un sentimiento profundamente antibelicista se extendi� por todo el pa�s. EL 18 de julio, Pablo Iglesias, un hombre que durante d�cadas hab�a hecho de la prudencia la t�nica de la pol�tica socialista, advirti� durante un mitin contra la guerra que si fuera necesario los trabajadores declarar�an una huelga general, con todas sus consecuencias.

El mismo d�a del discurso de Iglesias, los rife�os atacaron las l�neas espa�olas de abastecimiento, convirtiendo lo que hasta entonces hab�an sido una sucesi�n de peque�as escaramuzas en una guerra a gran escala. Las manifestaciones en el puerto catal�n se extendieron a las estaciones de ferrocarril y a otras ciudades donde se reclutaban reservistas. La crisis se agudiz� en Barcelona cuando el 21 de julio El Poble Catal� public� una petici�n de los socialistas catalanes a la secretar�a general de Madrid, llamando a la huelga general en toda Espa�a. Pas� casi una semana desde la advertencia de Iglesias, sin que la UGT se decidiera a tomar alguna decisi�n. Mientras tanto los disturbios aumentaban en todo el pa�s. Seg�n un editorial de el El Poble Catal�, la situaci�n no era alentadora: Se han cerrado las v�lvulas y el vapor se est� calentando. �Qui�n sabe si explotar�?. 

Unos anarquistas, Jos� Rodr�guez Romero y Miguel Villalobos Morena, que hab�a pertenecido a la plantilla de la Escuela Moderna de Ferrer, decidieron constituirse como n�cleo de un Comit� de huelga. Reunieron fondos entre los militantes de Solidaridad Obrera y empezaron a recorrer la ciudad entrevistando a diferentes l�deres para obtener su participaci�n. Los socialistas catalanes, que hab�an estado esperando noticias de Madrid, no tuvieron otra alternativa que unirse al Comit�. Quedarse al margen les hubiera supuesto perder la oportunidad de desempe�ar un importante papel en el proceso de huelga.

El Comit� de huelga se form� la noche de un s�bado, y el lunes la huelga ya estaba en marcha. Durante las primeras horas de la ma�ana, delegaciones del Comit� se presentaron en las puertas de las f�bricas, exhortando a los trabajadores a unirse al paro. Los patronos cerraron sus f�bricas una vez m�s para proteger sus propiedades, acrecentando, como ya hab�a ocurrido en el 1902, las filas de los huelguistas. Los anarquistas asociados a Tierra y Libertad intentaron convertir la huelga en una insurrecci�n, pero las autoridades arrestaron de inmediato a los m�s importantes activistas de este grupo por incitar a las masas al ataque de los cuarteles de la polic�a. De este modo fueron eliminados de la escena tan pronto como se inici� la huelga. Los socialistas, por otra parte, temerosos de los "des�rdenes anarquistas", trataron de limitar la huelga a una protesta antibelicista y consideraron todo intento de rebeli�n como aventurado.

Los acontecimientos iban a asombrar al mundo entero. Durante la semana comprendida entre el 26 de julio y el primero de agosto, Barcelona ofrec�a el espect�culo de una insurrecci�n a gran escala, una sublevaci�n pr�cticamente espont�nea que no recib�a indicaciones apenas de los l�deres sindicales o del Partido Radical. El primer d�a de huelga, el entonces gobernador, don �ngel Ossorio y Gallardo, dimiti� de su cargo y se retir� muy irritado a su mansi�n veraniega en el Tibidabo. El Capit�n General de Catalu�a, receloso de la guarnici�n local, confin� a la mayor�a de su tropa en los cuarteles, dejando las calles en manos de los revolucionarios.

La polic�a desapareci� pr�cticamente de la escena, y en el Paseo de Col�n un grupo de dragones se neg� a obedecer la orden de abrir fuego contra la multitud. Las l�neas f�rreas de entrada a la ciudad fueron dinamitadas, de modo que Barcelona qued� aislada por un tiempo de las guarniciones externas. En los distritos obreros se levantaron barricadas y se repartieron armas. Las mujeres desempe�aron un papel muy importante en la rebeli�n, y a menudo se unieron a los hombres en el momento de la lucha.

La interrupci�n de las comunicaciones entre Barcelona y el resto de Espa�a result� ventajosa para el gobierno, quien tergivers� los hechos y present� la sublevaci�n como un movimiento exclusivamente autonomista. Los obreros y campesinos no catalanes, apaciguados por esta falsa imagen de los sucesos, no tomaron ninguna iniciativa para apoyar a los revolucionarios. Con la excepci�n de un grupo de trabajadores de las ciudades cercanas, el proletariado de Barcelona luch� solo y lo hizo con gran coraje e iniciativa. El mi�rcoles 28 de julio lleg� a la ciudad un importante destacamento de tropas que se despleg� para ir al encuentro de los insurrectos. La intensa lucha se prolong� hasta bien entrado el d�a siguiente. En las barriadas de Clot y Poble Nou la resistencia de los trabajadores fue tan tenaz que fue necesaria la artiller�a para despejar las barricadas, y despu�s de que �stas fueran arrasadas, la lucha continu� en el interior de los edificios y en las azoteas. UGT, la UGT, �nica federaci�n obrera de �mbito nacional por entonces, no emiti� ning�n llamamiento a la huelga general hasta la noche del martes 27 de julio, dos d�as despu�s del levantamiento de Barcelona. El llamamiento no fue distribuido hasta el mi�rcoles, y fijaba la huelga para el lunes siguiente, 2 de agosto, dos d�as despu�s de que la insurrecci�n de Barcelona hubiera sido reprimida.

 Los objetivos de la insurrecci�n estaban poco claros. Para los socialistas, como hemos dicho, se trataba de una sublevaci�n en contra de la guerra; para los anarquistas, una revoluci�n social, y para los republicanos, un ataque contra la monarqu�a. El martes 27 de julio se desencaden� una violenta persecuci�n anticlerical que continuar�a hasta el fin de la misma sublevaci�n. Antes de terminar la semana, alrededor de ochenta iglesias, monasterios e instituciones cat�licas ben�ficas fueron destruidas. El pueblo asociaba a la Iglesia con el terror y la tortura, lo que dio lugar a numerosos incidentes macabros.

 La lucha en Barcelona lleg� a su fin el s�bado 31 de julio. Cuando la Semana Tr�gica finaliz�, la polic�a registr� un saldo de bajas de s�lo 8 muertos y 142 heridos. La cifra oficial de muertes entre la poblaci�n civil fue de 104, pero es casi seguro que estas cifras fueron manipuladas y deben ser contrastadas con los 600 muertos de los que hablan otras fuentes, tal vez exageradas. El n�mero de heridos no se conocer� nunca. Aunque la prensa reaccionaria exig�a que se castigara la furia del diablo con la furia de Dios, en realidad s�lo dos monjes fueron asesinados deliberadamente.

Tan pronto como termin� el alzamiento se establecieron tribunales militares para castigar a los revolucionarios: 1725 personas fueron acusadas por los tribunales militares y 214 escaparon a la persecuci�n del ej�rcito y no fueron nunca capturadas. Durante las investigaciones, los tribunales tuvieron que retirar los cargos sobre 469 personas y poner en libertad a otras 584. El resto de acusados, alrededor de 450, fueron juzgadas y condenadas a los m�s variados periodos de reclusi�n; 17 fueron condenados a muerte, aunque s�lo se ejecut� a 5.

En cuatro de los casos en que se aplic� la pena capital, los procesos carecieron de bases judiciales: las v�ctimas fueron ejecutadas no porque hubiesen cometido las graves ofensas de que fueron acusadas, sino porque las autoridades quer�an que sirviesen de ejemplo. Los militares, al parecer, hab�an decidido ejecutar a una persona por cada incidente importante. La selecci�n de v�ctimas fue muy arbitraria. La quinta y �ltima persona en ser ejecutada fue Francisco Ferrer i Guardia. Ferrer hab�a permanecido en el extranjero entre marzo y julio de 1909. Hab�a regresado a Barcelona para visitar a su cu�ada enferma y a una sobrina que estaba muy grave. Durante la insurrecci�n pas� la mayor parte del tiempo en su casa de campo, situada a unos veinticinco kil�metros de Barcelona, y sus movimientos fueron controlados muy de cerca por la polic�a.

 El gobierno y el clero le odiaban y era obvio que intentar�a destruirle. Cuando fue capturado el 31 de agosto, despu�s de permanecer durante cinco semanas escondido en su mas�a, los prelados de Barcelona enviaron una carta a Maura exigiendo p�blicamente una acci�n en�rgica contra Ferrer y su Escuela Moderna. La respuesta de Maura fue la siguiente: el gobierno obrar� de acuerdo con el esp�ritu de vuestra carta y las l�neas de conducta que se�al�is.

Ir�nicamente, la sublevaci�n de Barcelona podr�a haber revitalizado el agonizante sistema del turnismo -del mismo modo que la rebeli�n federalista de 1873 lo hab�a propiciado- si no hubiera sido por las maquinaciones pol�ticas del joven rey Alfonso XIII. Su evidente intervenci�n en asuntos parlamentarios asestar�a un golpe fatal a la pol�tica electoral, conduciendo directamente a la dictadura de Primo de Rivera de los a�os veinte.


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Enrique Mart�nez-Salanova S�nchez

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