Un libro al día

lunes, 27 de mayo de 2024

Raynor Winn: El sendero de la sal


Idioma original:
inglés
Título original: The Salt Path. A memoir
Traducción: Lucía Barahona
Año de publicación: 2018
Valoración: está bien

 

Me resulta curioso que una editorial normalmente militante como Capitán Swing haya incorporado no sólo esa medallita (Best Seller internacional) sino también renunciado a su característica maquetación de portada para este libro. También, como no leí más que de soslayo la sinopsis pues mi interés surgió, creo, a raíz de algún comentario en Instagram, me sorprendió leer que no se trataba de una novela sino de una crónica personal de hechos que le sucedieron a la autora. Pero esto ya es un pequeño defecto propio, que peco de precipitación pues hay que cumplir semanalmente y ya, en caliente, acabado el libro, someterlo a un juicio inmediato, casi sin dejar que los rescoldos de su lectura se enfríen, no sea que me salga otra vez una pésima reseña.

Por completar los precedentes, esta  es una primera obra de una autora que, parece desprenderse también de ciertos comentarios en contraportada e incluso de los agradecimientos, decidió publicar su experiencia con ciertas intenciones de reciclaje profesional y obtuvo un éxito comercial de alcance, que, sin llegar a desconcertarme, si me provoca cierta sorpresa, pues si bien puedo llegar a estar de acuerdo con cierta definición - "una historia de esperanza" - su lectura no ha llegado a transmitirme una intención directa de reivindicar una actitud vital concreta, más que la constatación de la adaptabilidad a las situaciones como recurso lógico de cualquier individuo o, vamos a ser algo reduccionistas, especie animal. Raynor y Moth, su esposo con el que lleva décadas de matrimonio, sufren un duro avatar del destino y un juez los desposee de su casa, que gestionan como residencia turística. De golpe se ven a sí mismos sin hogar, sin trabajo, anegados de deudas, con edades difíciles, pasada la cincuentena, y con una circunstancia adicional: Moth, el marido, resulta diagnosticado de un raro trastorno neurológico incurable que no solo le acarreará dolores que le incapacitan para una vida cotidiana normal sino una perspectiva de un escaso tiempo de vida. Deciden recorrer a pie los mil y pocos kilómetros de la costa de Cornualles con sendas mochilas a cuestas, dormitando en una tienda precaria donde encuentren lugar cada noche y subsistiendo de una exigua ayuda semanal que van retirando en los cajeros de las poblaciones que van recorriendo. Cuestión que me genera mi primera suspicacia, que espero que nadie me replique de forma furibunda: ¿tienen dos hijos en edades universitarias y ninguno de ellos hace nada por evitar que sus padres puedan llevar a cabo una aventura tan dura e incierta? En todo caso, es una crónica personal y nadie dice que todo haya de ser coherente y completamente ceñido a una lógica. 

Porque entiendo que El sendero de la sal se interpreta en clave doblemente reivindicativa. O triplemente incluso. Lo implacable del sistema judicial ante las personas en situaciones de fragilidad, por un lado. Porque pasan de una existencia digna a la indigencia casi sin escalones intermedios. La persistencia del amor como elemento por encima de toda circunstancia, cuando la pareja decide mantenerse unida contra toda dificultad, incluso contra la advertencia médica de que ese peregrinaje por caminos costeros, por parajes inhóspitos y agrestes puede perjudicar la evolución de la enfermedad de Moth. Y el tercero, que lo siento pero ya desprende cierto tufillo, lo que se describe como "el poder regenerativo de la naturaleza", coartada esta que ya me despierta escepticismo pues ni esto es Walden ni cuenta que con el espíritu periodístico de Chatwin o Krakauer. La aventura es forzada y la pareja atraviesa sus vicisitudes en medio de precariedad, de condiciones difíciles, de situaciones al borde de la indignidad, no es que el texto refleje una queja constante pero sí un engañoso aire de buddy movie como si la población indigente o sin hogar tuviese un sentimiento colectivo de hermanamiento o, incluso, en un país asolado por el clasismo como el Reino Unido, todo el mundo estuviese dispuesto a ayudar a un par de personas mayores que trasiegan pesadas mochilas. Lo siento, esta parte no me la he creído, y en algún punto, pues lo más persistente del libro es su extensa y detallada descripción de los lugares y paisajes que ese sendero de mil kilómetros atraviesa, me ha parecido que esas excesivas trescientas páginas se escoran casi más hacia la guía de viajes o el folleto promocional que hacia el testimonio de la experiencia iniciática o casi catártica (qué superficiales somos por querer dormir a cubierto todas las noches) que el libro amaga, en su conjunto, en representar.

domingo, 26 de mayo de 2024

Ernest Schakleton: Sur. Relato de la Expedición del Endurance y Aurora 1914-1917

Idioma original: Inglés
Año de publicación: 2012 (esta edición)
Traducción y adaptación: Servanda de Hagen, Verónica Weinstabl y Teresa García, J.A. Sanz
Valoración: Bastante recomendable

Pues sí, queridos niños. Por si alguien no la conoce, estamos ante una de las mayores historias de supervivencia que ha dado la exploración polar (y mira que hay historias!). Un barco que se queda atrapado en el hielo hasta su hundimiento, una deriva agónica en la banquisa y por mares tempestuosos, una isla inhóspita, un viaje de 1300 km a través del océano austral para llegar a las Georgias de Sur (y luego tener que atravesar la isla en una caminata de 36 horas), un rescate al límite, etc. Vamos, que ni Julio Verne, tetes!

Este es el resumen resumido de la odisea que hubo de pasar la expedición del Endurance, liderada (a su manera, que toca desmitificar un poco) por Sir Ernest Shackleton y esto es lo que, a grandes rasgos, se narra en Sur. 

Pero como suele ocurrir, esta es solo una parte de la historia. Y es que la Expedición Transantártica no fue, solo, "la expedición de Shackleton" ni Sur es solo la historia del Endurance. Porque fueron dos los barcos que se dirigieron al continente helado (aunque la Historia "Oficial" hable solo del Endurance en el que iba Sir Ernest), porque hay personajes, como Worsley o McNish, claves para entender el feliz desenlace de la aventura que no han sido debidamente reconocidos, porque Sir Ernest quizá no fue ese jefe tan "megamaravilloso" al que, por otro lado, sería injusto negar su mérito (pero de ahí a casi canonizar hay un trecho), etc.

De todo lo anterior se deriva una posible doble lectura del libro, en función de si el lector tiene o no conocimientos previos sobre las peripecias de Shackleton y compañía. ¡Al lío!

En el caso de que sea la primera vez que uno oiga hablar de la expedición, alucinará con el viaje. Una aventura que roza los límites de lo increíble, hombres en situaciones extremas en plena noche polar, drama, tragedia, la condición humana, recetas culinarias, etc condensadas en casi 600 páginas.

En cambio, para quien ya haya visto o leído algo sobre la expedición Sur puede ser otras cosas. La aventura no deja de ser brutal y posee todos los elementos que hacen de ella algo casi mítico, pero el lector más "experto" verá cómo ese "ejemplo de liderazgo" que pareció ser Shackleton igual no lo fue tanto y descubrirá otros nombres y otras historias con los que podrá sentirse más identificado. 

Sobre el liderazgo de Shackleton, llaman la atención cuatro cosas:

  • su escaso o nulo agradecimiento a dos personajes clave en toda la historia. Y es que Sir Ernest y el James Caird jamás habrían llegado a las Georgias del Sur tras un viaje de 1600 kilómetros orientándose como buenamente pudieron sin Frank Worsley, pero es que igual Worsley y Shackleton igual estaban criando malvas en 1916 si no hubiera sido por McNaish (el carpintero, así a secas para el cabronazo de Sir Ernest)
  • las pocas referencias a la organización del grupo durante la expedición, lo que unido a ciertas referencias a drásticas medidas dejan entrever a un Shackleton muy en su papel de jefazo. (A ver, ¿quién cojones es Sir en este puto barco, so inútiles?)
  • su nula autocrítica. Sí, todo tu grupo llegó vivo y todo lo que quieras pero algo mal tuviste que hacer, ¿no?
  • la poca atención que presta a los sentimientos o historias de sus compañeros de expedición. El tono de la narración es más bien frío y centrado en aspectos exteriores o en el propio narrador (aunque hay momentos en los que trasluce bien la desesperación y el hastío del grupo) y lo aleja de tipos como Nansen, mejor escritor y (parece que) mejor persona que Sir Ernest.

En cuanto a otros nombres y otras historias, me refiero fundamentalmente a los diarios de uno de los miembros de la expedición del Aurora: Ernest Joyce. La aventura (con ecos de los últimos de días de Scott) de su grupo con los depósitos de víveres, con dos mil kilometros a cuestas, ventiscas, frío espantoso, etc y la oscura poética que esconden sus lacónicos diarios deberían figurar entre lo mejor de la exploración polar.

Releo lo anterior y parece que se trata de un ajuste de cuentas con Sir Ernest. Si lo es, lo es con el Shackleton "mito", lo que no significa que no reconozca los méritos y el valor de un texto verdaderamente recomendable para amantes de trágicas aventuras polares con final (no tan) feliz.

sábado, 25 de mayo de 2024

Thomas Gilbert: La voz de las bestias, el ansia de los hombres

Idioma original: Francés
Título original: La Voix des bêtes, la faim des hommes
Traducción: Fernando Ballesteros
Año de publicación: 2023
Valoración: Recomendable

La voz de las bestias, el ansia de los hombres es una novela gráfica guionizada e ilustrada por el francés Thomas Gilbert. Nuevo Nueve la ha editado excelsamente en un lujoso volumen de tapa dura.

Sigue los pasos de Brunhilde, una líder lobo que recorre la Francia de finales de la Edad Media. Pese a su misantropía, nuestra heroína no ceja en su empeño de obrar bien e intentar que la naturaleza, los animales y los humanos coexistan en armonía.

La historia narrada en La voz de las bestias, el ansia de los hombres es ciertamente interesante. Introduce escenas prescindibles y descarta algunas ideas de forma abrupta, pero está por lo general correctamente estructurada. Me gustan especialmente los capítulos que la subdividen, pues se suelen cerrar a sí mismos sin por ello descuidar un arco argumental mayor.

Los personajes que salpican La voz de las bestias, el ansia de los hombres son, pese a la sencillez de sus diseños y caracterizaciones, sumamente funcionales. Quizá los más memorables sean Paulin, un carismático buhonero, y el terrorífico a la par que trágico antagonista. 

Por su parte, el estilo de dibujo de Thomas Gilbert me parece muy atractivo. Tiene un nivel de detalle elevado pero no sobrecargado, sabe imprimir gracia y movimiento a las figuras, compone excelentemente las escenas y emplea una acertadísima paleta de colores.

Por cierto, destacaría tres cosas que la hábil mano de Gilbert plasma con absoluta maestía: los paisajes, los animales y la imaginería fantástico-terrorífica. Sobre todo me gustan las ilustraciones de página entera con que se abre cada capítulo, y la originalidad que imbuye a los elementos cristianos.

Poco más puedo añadir: La voz de las bestias, el ansia de los hombres es un cómic la mar de entretenido. Sin duda, su solvencia en los apartados visual y de guion regalarán una gratificante experiencia a los amantes del medio.


viernes, 24 de mayo de 2024

Charles Bukowski: Hollywood

Idioma original: inglés

Título original: Hollywood

Traducción: Cecilia Ceriani

Año de publicación: 1989

Valoración: Está bien


No creo que me equivoque mucho si digo que casi todos hemos catado en alguna medida a Bukowski en nuestra juventud. Es que es irresistible, todo eso del realismo sucio, hablando sin tapujos de sexo, de alcohol, libros en los que se dice follar y que te jodan, tipos antisociales que se ríen de las convenciones. Una especie de versión cínica de Kerouac, un Borroughs en viaje de vuelta. Un cóctel apetecible para alguien ansioso de conocer el lado oscuro del vicio, el riesgo y las peleas. Muchos años más tarde echamos un vistazo a aquellas historias y, claro, impresionan bastante menos pero ¿pueden seguir resultando atrayentes?

Un director de cine encarga a Bukowski (o a su inevitable alter ego Chinaski) que escriba un guion. Tras algunas dudas consigue sacarlo adelante, y ahora toca hacer la película. Todo son dificultades con productores y actores, con la financiación y los caprichos de la industria, problemas que el guionista contempla a cierta distancia, más vinculado al proyecto por amistad que por auténtico interés (al margen del económico, claro). Las múltiples vicisitudes que se van sucediendo, algunas disparatadas pero con el aspecto de ser muy reales, constituyen el cuerpo del relato de principio a fin.

Bukowski siempre habla de Bukowski, con lo que la lectura de todos sus libros nos proporciona algo parecido a una biografía completa. Esta tendencia a contarnos sus excesos y aventuras puede resultar un poco cansina, y hasta poner en cuestión la creatividad del autor. Pero bueno, es innegable que con su personaje a cuestas consigue arrastrar a buen número de incondicionales que disfrutan de su aspereza y su sarcasmo. Todo esto lo encontramos, claro está, en Hollywood, que por lo demás me parece un texto algo monótono, una colección de anécdotas más o menos cómicas que desde el punto de vista narrativo no dan mucho más de sí.

Claro que Bukowski no es mal escritor, no solo tiene un estilo muy personal y domina perfectamente la acción (no por nada es su propio protagonista y puede estirar, adornar o reinventar su propia experiencia), sino que también sabe colocar elementos que realcen su relato. Aunque sea en una capa menos visible, podemos detectar la decadencia que marca la edad, y una especie de viaje involuntario, casual o no tanto, a lugares visitados en la juventud, un punto muy tenue que, sumergido en la ironía dominante, se diría que el autor no quiere que se llegue a apreciar. El peculiar papel del guionista asoma también entre las páginas, es quien ‘hace latir los corazones’ de sus personajes, quien les da ‘palabras para hablar’, les hace vivir o morir; pero

¿Y dónde estaba el escritor? ¿Quién fotografiaba alguna vez al escritor? ¿Quién aplaudía? Aunque menos mal ¡joder!, claro que menos mal: el escritor estaba donde debía estar: en algún rincón oscuro, observando.

Ya, se podría añadir, o más bien en el bar, o en ese mismo rincón oscuro trasegando un par de botellas de vino. Porque si nos parásemos a contar las botellas que se vacían en este relato (sobre todo vino, pero también whisky, vodka, lo que se tercie) nos podría salir un número cercano a ese gúgol que nos es tan familiar, no por nada la presencia del alcohol en los relatos de Bukowski, o sea, en su propio día a día, es de esas cosas que en principio hacen gracia, diríamos que despiertan simpatía, pero sobrepasada una frontera, empiezan a dar bastante grima. Quizá también porque, queriéndolo o no, todo tiene un ligero aire de autoparodia: al autor le gusta presentarse como el alcohólico irreductible que ha aprendido a integrar su vicio con cierta dignidad, y también como el sexagenario bien curtido al que nada asusta, el superviviente que se ríe del mundo y sus pequeñas miserias.

Naturalmente, hay en el fondo una corriente crítica con la industria del cine, el gobierno implacable del dinero y la ambición, los caprichos de las estrellas y la mezquindad de los productores, la falsedad escondida en fiestas aburridas donde cada uno busca su oportunidad. Y por ahí, ocultándose o saludando, anda Bukowski, que a fin de cuentas parece un buen hombre, buscando al camarero para que le ponga otra copa.

Más de Charles Bukowski reseñado en ULADaquí


jueves, 23 de mayo de 2024

Stephen King: El fugitivo

Idioma original: inglés
Título original: The running man
Traducción: Hernán Sabaté Vargas
Año de publicación: 1985
Valoración: Recomendable si no esperas una historia de terror

Antes de nada, comentar que esta novela fue una de las que Stephen King sacó bajo el pseudónimo de Richard Bachman, quizá en un intento de alejarse de las novelas de terror que tanto éxito le han proporcionado.

¿Y qué nos propone aquí el archiconocido autor? Bueno, es cierto que no es este un “libro de miedo” en la línea de Misery o It, pero también es verdad que el bueno de King no hace mucho por ocultar su verdadera identidad: el mundo de la novela es un escenario agónico y moribundo donde no cabe sitio para la esperanza.

Nos alejamos de horrores sobrenaturales y nos ubicamos en un futuro distópico en el que la televisión (librevisión) se ha erigido como tótem de las falsas esperanzas y única vía de escape para el sucedáneo de vida que lleva la mayoría de la gente. Pero claro, no una televisión como la conocemos nosotros: una versión maligna, pervertida y morbosa que juega con la vida de los concursantes para regodeo de los pobres diablos televidentes; aunque visto así, la verdad es que sí que suena como la nuestra... en fin.

Ben Richards - interpretado por Arnold Schwarzenegger en una adaptación para el cine, probablemente el actor con el físico que peor podría encajar con el personaje - es un pobre hombre con una mujer obligada por las circunstancias a prostituirse y una pequeña niña enferma a la que no puede costear los fármacos; el clásico estereotipo de fracasado (en el “buen” sentido, una persona que jamás tuvo posibilidades) que nos remite a las obras más reconocibles de King. Apremiado por las circunstancias, y rozando un nihilismo ya bastante acusado, decide presentarse a uno de los concursos más salvajes pero también con más retribución de la librevisión: El fugitivo.

Este programa es una especie de Battle Royale un poco desnivelado: Todos contra uno. El concursante debe mantenerse el mayor tiempo posible con vida mientras toda la sociedad lo persigue. Cuanto más tiempo libre, más dinero para la familia - se da por hecho que ningún concursante puede sobrevivir -.

Pues bien, Ben, hastiado, cabreado con el mundo, conocedor de que no va a salir vivo de la prueba, decide dar el todo por el todo: comienza una aventura suicida que le lleva a batir los récords de duración del concurso y a un inesperado final (no tan inesperado, si tienes un poco de intuición) que dejará huella en la historia de la librevisión.

Una vez esbozado el argumento, creo que los temas a tratar están más que claros: la más evidente, el presunto alienamiento producido por la televisión y medios de comunicación (King no fue capaz de prever Internet, no le culpo), la lucha de clases, la conspiración, y la rebelión del antihéroe que busca justicia en un mundo donde no hay – no puede haber – lugar para ella. Nada nuevo bajo el sol, pero eso no significa que sea malo; es muy  difícil ser original. 

Es una novela rápida y corta, sin mayor trascendencia, interesante para aquellos que quieran ver a Stephen King fuera de su ámbito habitual – aunque como digo, no tan fuera como para no reconocerlo – e interesante, claro que sí. Pero no es ninguna maravilla. Solo se la puedo recomendar a aquellos fans del geniecillo malvado de Maine a los que no les importe salirse por un breve espacio de tiempo del género de terror, pero no muy lejos.


Todo lo de Stephen King reseñado en ULAD aquí.

miércoles, 22 de mayo de 2024

Yasmina Khadra: Los virtuosos

Idioma original: Francés
Título original: Les vertueux
Año de publicación: 2022
Traducción: Wenceslao-Carlos Lozano
Valoración: Recomendable

Es curioso. Pese a ser Yasmina Khadra uno de los escritores árabes más leídos y traducidos (si no el que más), hasta ahora solo hemos reseñado una de sus novelas. Enmendamos en parte el "error", extensible por cierto a la literatura árabe, con la reseña de su última novela, esta Los virtuosos localizada en la Argelia natal del autor y ambientada entre los años 1914 y 1950, aproximadamente.

Protagonizada por Yacin, una suerte de Ulises de las arenas del desierto argelino sometido a pruebas que a veces entroncan con las del héroe homérico, Los virtuosos no puede tener un comienzo más prometedor: el citado Yacin, pastor más pobre que las ratas y más inocente que un recién nacido, es "convocado" por el caid, una especie de caudillo local, para que sustituya al hijo de este en el ejército francés que combatirá en la Primera Guerra Mundial. Promesas y amenazas mediante, al bueno de Yacin no le quedará más remedio que embarcarse en el horror.

Terminado el periplo europeo, Yacin regresa a su Argelia natal y la novela pasa de ser una novela de "formación" a ser más una novela de "aventuras" en la que sucesivos destierros y reencuentros, búsquedas y hallazgos, violencias y remansos de paz, nos harán acompañar a Yacin y a algunos de sus compañeros de armas en su particular odisea y nos acercarán a la historia argelina de la primera mitad del siglo XX.

Pese a ese prometedor punto de partida inicial, creo que a esa primera parte de la novela le cuesta despegar. En particular, las escenas bélicas me remiten a películas ya vistas, a libros ya leídos y a historias más y mejor contadas (me vienen a la cabeza testimonios directos como El miedo de Chevalier, Sin novedad en el frente de Remarque o películas como la inolvidable Senderos de gloria). Esto no significa que sea una mala primera parte de la novela, ojo. Su integración en el todo de la novela es más que correcta y cumple su función como introducción de personajes que luego serán fundamentales en el desarrollo de la novela y como presentación del personaje de Yacin. 

A partir de ahí, creo que la novela crece. La historia trágica y, al mismo tiempo ridícula, de Yacin se convierte en la historia de sucesivas búsquedas, interiores o no, en una exploración por las contradicciones del ser humano en un contexto histórico y geográfico muy determinado pero bastante universal. 

Así, Los virtuosos resulta ser un texto en el que ternura y crudeza se complementan, en el que el destino juega un papel clave y que, pese a cierta desproporción entre el peso de unas escenas y otras (por ejemplo, los más de 10 años de cárcel de Yacin se despachan en un puñado de páginas mientras otros períodos más breves y más de "transición" ocupan mucho más espacio) y algunas expresiones algo chirriantes (desconozco si venían ya de serie o son cosas de la traducción), acaba dejando un buen sabor de boca.

También de Yasmina Khadra en ULAD: El loco del bisturí

martes, 21 de mayo de 2024

Daniel Saldaña París: El baile y el incendio

 
Idioma original: español
Año de publicación: 2021
Valoración: muy recomendable

Como uno más entre los (muchos) espíritus libres que escriben en este blog, la elección de mis lecturas responde a los mecanismos más erráticos y azarosos, dándose la casualidad de que en los últimos tiempos he reseñado muchos libros de Sexto Piso y todavía más de Anagrama. No pondré a prueba la paciencia de los lectores asiduos con la repetición cansina de los motivos de mi enorme cariño por esta editorial, hasta el punto de perdonar su insistencia en publicar la insufrible entrega anual de la Nothomb (la equivalencia literaria del primo pesado que se presenta en todas las celebraciones familiares cuando nadie lo quiere a su lado). Pero sí que os haré partícipes de esta curiosa casualidad: los dos últimos libros han sido, la portada lo proclama con cierta discreción levemente condescendiente con los eternos subcampeones (por favor, no hagamos símiles futbolísticos), finalistas de sendos Premios Herralde.

Hasta aquí la analogía con mi anterior reseña con la que esta brillante novela tiene bien poco que ver. Y no voy a establecer comparaciones que solo pueden rezumar odio e injusticia. Mi patrón oro establecería que Estrella distante es el 10 absoluto - certera, breve, densa, mortífera - y (aquí la elección se hace más huidiza) Ordesa es el 0 ejemplar - ñoña, estúpida, repetitiva, irrelevante. 

Y quizás el párrafo anterior tenga más de preámbulo de lo que parece, ya que esta El baile y el incendio es una novela de obvios regustos bolañescos, desde la elección de México (en este caso, la ciudad de Cuernavaca) como escenario hasta la estructura con cambios de narrador, la existencia de los amigos unidos desde la infancia, la evocación con discontinuidades temporales de los vínculos, quebradizos pero perseverantes, generados en la adolescencia y la juventud.

Natalia es una coreógrafa a la que le sale una oportunidad que le ha posibilitado su emparejamiento con Argoitia, pintor de cierta celebridad, mayor que ella: ha de organizar un baile en unos jardines públicos, Erre, amigo y anterior pareja, ha regresado a su ciudad natal tras una mala experiencia amorosa. Conejo, tercer elemento, sigue viviendo en la ciudad con el padre que ha sufrido una ceguera definitiva como prueba del deterioro que la edad avanzada acarrea. Su relación no es exactamente un triángulo. De hecho los tres protagonistas solo coinciden en escena de forma retrospectiva. El telón de fondo es una ciudad rodeada de bosques y campos que se queman, un remedo de pandemia donde el agua escasea, los conspiracionistas creen que la población está siendo envenenada o narcotizada por un nuevo metal, las cenizas flotan en el ambiente y se responsabiliza a esas situaciones de extraños episodios callejeros: la gente rompe a bailar y se comporta de modos extraños e inexplicables. Cada uno de los protagonistas, Natalia, Erre, Conejo, toman la voz en una de las partes del libro. El día de la presentación de la coreografía parece ser el punto en que finalmente han de confluir. En el camino, especialmente en las partes de Natalia y Erre (la de Conejo es para mí la parte más directa, más terrenal) evocarán, sobre todo Natalia, su iniciación sexual, y algunas de sus influencias culturales, circunstancia ésta que permite a Saldaña otro giro, al insertar anécdotas e historias que convierten esta novela en un muy estimulante ejercicio de estilo y solvencia narrativa.