Isabel de Braganza [Álvarez Cubero] - Museo Nacional del Prado
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Isabel de Braganza [Álvarez Cubero]

Leticia Azcue Brea

1826-1827, mármol de Italia, 145 x 77 x 140 cm [E1].
Esta obra de tamaño natural representa, de cuerpo entero, a la segunda esposa de Fernando VII, con quien contrajo matrimonio en 1816, y persona muy vinculada a la fundación del Museo del Prado «la que más hizo por la creación del Real Museo», en palabras de Barrón. La escultura, iniciada en 1826, de forma póstuma, procede del Real Palacio, ya que fue un encargo real del secretario de Estado con un costo de «1924 pesos fuertes», pero quedó inacabada al morir el escultor al año siguiente. El hijo del artista solicitó poder concluirla, pero no fue autorizado al no figurar «entre los escultores de Cámara de S.M». Ya en 1857 figura en el inventario del Museo del Prado (n.º 526). Esta sobresaliente escultura tiene la importancia de ser un excelente ejemplo del neoclasicismo desarrollado en España, y que teniendo como referencias fundamentales de este estilo a Canova, maestro del escultor, y a Thorvaldsen, dan como resultado que Álvarez Cubero sea su perfecto intérprete, siguiendo las pautas neoclásicas de la búsqueda de la belleza, la perfección del cuerpo humano, el virtuosismo y la serenidad. La lectura de la obra rememora la corrección y la observación del natural tanto de la escultura romana como de la neoclásica. Culmina con esta obra una brillante trayectoria, caracterizada por un fuerte estilo clasicista y excelente modelado, de inspiración dentro del ideal de belleza clásica que se inició al formarse primeramente en la Academia de Bellas Artes de San Fernando y posteriormente en París, llegando a ser coronado en 1804 por el mismo emperador Napoleón al serle concedida la medalla de oro de la exposición de aquel año. Viviría una gran parte de su vida en la Ciudad Eterna contando con la amistad de Canova, cuya inspiración le marcaría hasta el punto de ser considerado por muchos especialistas como «el Canova español». De hecho, disfrutó de todos los reconocimientos profesionales del momento en relación con la Academia de Bellas Artes. A su maestría, además de la repercusión internacional, se le dedicaron grandes elogios, como la poesía del duque de Frías en 1832: «Álvarez inmortal: también tu genio en la ciudad de Rómulo famosa supo un tiempo brillar...», o la referencia en el discurso de ingreso de Francisco Tubino en la misma Real Academia en que habla del escultor como «rival preclaro de Canova [...] habríale igualado en fama de no haber sido menos modesto y menos patriota». También pertenece al Museo del Prado otra de sus obras sobresalientes, Defensa de Zaragoza, que ejecutó en mármol «por Real Orden y a expensas del Erario» en 1823 en Roma, trayéndose poco después a Madrid.

Bibliografía

  • El siglo XIX en el Prado, cat. exp., Madrid, Museo Nacional del Prado, 2007, pp. 397-401.
  • Les élèves espagnols de David, Saint-Sebastien, acl-crocus, 1989.
  • Barrón, Eduardo, Catálogo de la escultura, Madrid, Lacoste, 1908.
  • Blanco Freijeiro, Antonio, y Lorente, Manuel, Catálogo de la escultura [1969], Madrid, Museo del Prado y Patronato Nacional de Museos, 1981.
  • Gámiz Valverde, José, «El escultor Álvarez Cubero», discurso de recepción, Boletín de la Real Academia de Córdoba de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes, año XXXIX, n.º 90, Córdoba, 1970.
  • Zueras Torrens, Francisco, José Álvarez Cubero, cat. exp., Córdoba, Diputación Provincial y Ayuntamiento de Priego, 1986.
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