El mito del hombre lobo(parte 1) - Guía de los seres mitológicos
El mito del hombre lobo(parte 1)

El mito del hombre lobo(parte 1)

EL MITO DEL HOMBRE LOBO

imagen de David Reñe “Guía de los seres mitológicos españoles”

 

Las historias sobre hombres lobo se remontan a tiempos antiguos, siendo un patrimonio común en el folclore de los pueblos. En primer lugar, cabe señalar una clara diferenciación entre dos figuras que suelen confundirse. Por un lado, tendríamos la licantropía como síndrome o enfermedad mental estudiada por la medicina[1]. Las causas que llevan a una persona a sufrir tal síndrome son heterogéneas. Aunque ciertamente se suele presentar en personas bipolares, con esquizofrenia, o incluso con psicosis aguda[2], no siempre es así[3]. Los casos de licantropía no se circunciden a los humanos, pues se han registrado casos en perros, ranas e incluso en abejas[4].

Ya se mencionan casos de licantropía en tiempos muy antiguos. Así lo atestigua Marcelo de Side en uno de los pocos fragmentos que se conservan de su época:

Los dominados por la enfermedad llamada cinantropía o licantropía salen de noche durante el mes de febrero, imitando en todo a lobos o perros, y hasta que se hace de día pasan el tiempo especialmente en torno a los sepulcros, a los que abren. Reconocerás al que la padece por los siguientes síntomas: se encuentran pálidos, tienen la vista debilitada y los ojos secos, sin lágrima alguna. Los verás con los ojos hundidos y la lengua seca, sin gota de saliva. Están sedientos y tienen las piernas con heridas abiertas por sus constantes caídas y los mordiscos de los perros[5].

También hay que mencionar la extraña enfermedad conocida como hipertricosis. Es un grupo de patologías relativamente raras y que son conocidas desde hace siglos.

Consiste en un aumento excesivo de lanugo, pelo velloso o terminal que aparece de manera independiente de la edad, raza o sexo y que afecta zonas del cuerpo, no dependientes de estímulos androgénicos. Muchos de los que la padecían eran asociados a hombres lobos o expuestos en circos, siendo el más conocido el ruso Theodoro Petrov, apodado Jo, el niño caro de perro o Sky Terrier[6].

En opinión de otros investigadores, enfermedades como la Herpes estiomenos y la porfiria[7] ayudaron a que se extendiera la creencia de los hombres lobo.

Radicalmente distinto resulta el tema de los hombres lobo. En este caso, nos encontramos con historias en que efectivamente se da la transformación del hombre en lobo. Estas gozan también de gran antigüedad y tradición, pues pueden rastrearse por amplias zonas del globo. Las tradiciones en la zona mediterránea sitúan su origen en la antigua Mesopotamia. Concretamente, en el antiguo texto mítico conocido como Epopeya de Gilgamesh, donde Ishtar transforma en lobo a un pastor que había sido su amante[8]. También el historiador Heródoto nos da noticias de hombres lobo. En sus escritos habla de la capacidad de los neures, pueblo vecino de los escitas, para transformarse en lobos. Al parecer podían transformarse tan solo una vez al año durante unos días, y retornaban después a su forma humana[9].

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Tampoco escapa la mitología griega de los relatos de hombres lobo. En su antigua religión, se contaba la historia de Lycaon, monarca de Arcadia, que había sido recto y justo. Sin embargo, tanto él como su familia cometieron crímenes terribles que hastiaron al propio Zeus. Este, al comprobar cómo se daban a la antropofagia y cometían rituales mágicos‑religiosos de sacrificios humanos, castigó a Lycaon. Lo condenó a convertirse en un lobo salvaje y perder la razón, como bien nos relata Ovidio en su Metamorfosis[10]. Por su parte, los romanos utilizaron el término versipellis (piel vuelta): se suponía que el pelo les crecía hacia dentro. Se conservan algunas descripciones de ellos, como la que Petronio incluye en su Satiricón[11].

Otra fuente de relatos sobre hombres lobo viene constituida por la tradición germánica[12]. Ya en tiempos de la antigua Roma, los germanos se creían hijos del dios lobo, lo que los convertía a estos en licántropos. De estas tradiciones pudo surgir la palabra anglosajona werewolf. Por su parte, los egipcios creían en el dios lobo Upuatut[13] y los antiguos pueblos nórdicos, en el gran lobo Fenirir. En la India se cree en el dios Pushan y en Mongolia se cree en el lobo azul, Bortä‑Tchino[14].

[1] «En medicina, la licantropía clínica está bien descrita como una rara condición psiquiátrica en la que el paciente cree que es posible su transformación anatómica total parcial en un animal. Creer que es una persona cercana la que se convierte en animal o tomar únicamente el comportamiento de determinado animal son también variantes de este síndrome». VV. AA.: «Mitos y ciencia: licantropía clínica y hombres lobo», Boletín Mexicano de Historia y Filosofía de la Medicina 11, n.º 2 (2008): 68–70, <https://www.medigraphic.com/cgi-bin/new/resumen.cgi?>, pág. 68.

 

 

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BIBLIOGRAFÍA

 

[2] VV. AA.: «Mitos y ciencia: licantropía clínica y hombres lobo», op. cit. pág. 68.

[3] «En las actas del único caso judicializado de licantropía, el llamado “caso Romasanta”, los psicólogos no encontraron evidencias de trastorno mental». Casado Sánchez, E.: «Homicidio y cultura: un caso de licantropía», Boletín Galego de Medicina Legal e Forense 14 (2005): 27–46, <www.agmf.es/boletines/boletin14>.

[4] VV. AA.: «Mitos y ciencia: licantropía clínica y hombres lobo», op. cit. pág. 68.

[5] Llinares García, Mar: «Lobishome. La metamorfosis en lobo en las tradiciones europea y gallega», Memoria y civilización. Anuario de Historia 17 (2014): 123–48, <https://www.unav.edu/publicaciones/revistas/index.php/myc/article/view/181/258>, pág. 137.

[6] Camargo Sánchez, Andrés: «Cuidando demonios, vampiros, hombres lobos y zombis a lo largo de la historia entre la realidad y la fantasía», Revista U.D.C.A. Actualidad & Divulgación Científica 19, n.º 2 (2016): 285–95, <https://revistas.udca.edu.co/index.php/ruadc/article/view/82.>. (289-290)

[7] «Sin embargo, la licantropía no se explica solamente por trastornos psiquiátricos, pues existen otras dos entidades que hacen alusión al mito del hombre lobo. La primera de ellas incluso debe su nombre al hecho de que la morfología de sus lesiones recuerda las mordidas de un lobo hambriento: el lupus eritematoso sistémico, una enfermedad autoinmune. Se atribuye a Hipócrates la primera descripción de una ulceración cutánea, quien la llamó Herpes estiomenos (significa algo así como dermatosis roída o en mordiscos). El vocablo lupus no fue usado sino hasta el año 1230, cuando Rogerius Frugardi describió las erosiones faciales características de la enfermedad. La designación de «lupus eritematoso sistémico», propiamente dicho, fue acuñada hasta finales del siglo XIX por Sir William Osler, quien para entonces ya hacía referencia a afecciones de tipo cardíaco, pulmonar y renal en los pacientes con dicha enfermedad. Es así como el simple hecho de que las lesiones fueran aparentadas a las mordidas de un animal hizo pensar que se trataba de heridas autoinflingidas por un individuo después de haber adquirido la morfología bestial. La otra entidad de la cual pudo haber derivado el mito de la licantropía es un conjunto de enfermedades conocido como «porfirias», que se deben a anomalías enzimáticas en la ruta de síntesis del grupo hemo, y que se caracterizan, entre otras cosas, por provocar fotosensibilidad. Es la razón por la cual, a modo de protección, en algunas ocasiones se presenta una marcada hipertricosis, el crecimiento del vello corporal en zonas no dependientes de andrógenos, en las partes del cuerpo que no están cubiertas por prendas de vestir. Esta última característica, aunada a las manifestaciones neurológicas y psiquiátricas que presentan algunas variantes de porfirias, bien pudieron aparentar el arquetipo del licántropo en algún desdichado». Salazar Morales, Miguel Fernando y María Alicia del Sagrado Corazón Cea Bonilla: «Licántropos, hematófagos y brujas: ¿enfermos incomprendidos de su época?», CIENCIAS 103 (2011): 4–11, <https://www.revistaciencias.unam.mx>. (6)

[8] Llinares García, Mar: «Lobishome. La metamorfosis…», op. cit. pág. 124.

[9] Halicarnaso, H.: Los nueve libros de la historia de Herodoto de Halicarnaso (elaleph.com, 2000), <https://doi.org/10.1017/CBO9781107415324.004>. IV, 105,2, p. 385

[10] 401Ovidio Nasón, Publio: Metamorfosis, ed. Ana Pérez Vega, 1a (Barcelona: Editorial Bruguera. S. A, 1983). Libro 1,2.

[11] VV. AA.: Los hombres lobo, 1a (Madrid: Penguin Clásicos, 2017). pág. 6.

[12] Blécourt, W de: “I Would Have Eaten You Too : Werewolf Legends in the Flemish, Dutch and German Area,” Folklore 118 (2007): 23–43, <http://hdl.handle.net/20.500.11755/1e908e27-506a-4582- 8a69-f77511e14ae2>.

[13] 404«Los egipcios tenían un dios lobo de los muertos llamado Upuaput (“lo que abre el camino”), que era el encargado de guiar la barca del Sol en su desplazamiento nocturno. Upuaput tenía una ciudad, que posteriormente los griegos llamarían Licópolis, que recuerda cómo un ejército de lobos había detenido a una invasión etíope sobre el territorio. Cuando el dios lobo era invocado por los vivos, los conducía por múltiples pruebas hasta llegar al camino de los Bienaventurados». Solé‑Cabrera, Alba, Alba Solé‑Sorribes y Silvia Vidal: «La Fera d’ulls de Color Mel. El Seu Retorn a Catalunya», 2011.

[14] <https://proyectoaullidos.wordpress.com/el-lobo-en-la-mitologia/>.

 

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