Aprovechando el estreno en el Festival de Venecia de su cortometraje ‘La maravillosa historia de Henry Sugar’, basado en un cuento de Roald Dahl, conversamos con Wes Anderson acerca de su pasión por el autor británico, su método de trabajo, la relación con sus actores y la dimensión personal de su cine.

En pleno estado de gracia creativa, después de entregar la delirante y muy emotiva ‘Asteroid City’, el texano Wes Anderson estrena, en la plataforma Netflix, el cortometraje de 40 minutos ‘La maravillosa historia de Henry Sugar’, donde lleva a la pantalla el cuento homónimo de Roald Dahl (próximamente llegarán dos cortos más de Anderson basados en relatos del autor británico). Para la ocasión, y como es costumbre en el director de ‘Academia Rushmore’, la pantalla se llena de interpretaciones vibrantes e impávidas; en este caso, con Ralph Fiennes en la piel del propio Roald Dahl, con Ben Kingsley como un hombre capaz de ver con los ojos cerrados, y con Benedict Cumberbatch como el personaje que da título a la historia, un aristócrata indolente que experimenta un despertar espiritual al entrar en contacto con fuerzas que trascienden la razón.

Experimentando con el recitado veloz del texto escrito por Dahl, Anderson convierte ‘La maravillosa historia…’ en un fulgurante punto de encuentro entre el cine, la literatura y el teatro. Los actores leen el cuento de Dahl y a la vez lo interpretan. Los escenarios más exóticos, construidos con cartón piedra, se hacen lugar en la pantalla a través de juegos de tramoyas. Y la idea de alcanzar una cierta grandeza, tocada por un aura de ingenuidad y nobleza, resplandece en cada rincón del film. Aprovechando la presentación de la película en el pasado Festival de Venecia, pudimos charlar con el director de ‘La crónica francesa’ a propósito de su método, sus actores, sus preocupaciones y sus orígenes como cineasta.

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Netflix

El protagonista de ‘La maravillosa historia de Henry Sugar’ alcanza un nivel superior de conciencia a través de un intenso proceso de concentración. Por su parte, sus películas parecen guiadas por ese mismo impulso de atención al detalle. ¿Siente una conexión especial con el protagonista de esta película?

Diría dos cosas sobre esto. En primer lugar, preparar una película es un proceso intenso, que requiere de una fuerte determinación, pero al mismo tiempo, también hay lugar para las distracciones. Luego, está el rodaje de una película, que tiene mucho que ver con la capacidad para responder a los imprevistos y guiar al equipo hacia una meta más o menos definida.

En todo caso, debo decir que, de niño, al leer el cuento de Roald Dahl, fue justamente esa idea de poder alcanzar un estado de concentración superior mirando una vela lo que captó mi atención. La idea me obsesionaba. Poder ver una carta mirándola del revés era algo increíble. ¡Y lo intenté muchas veces! Como Henry Sugar, me senté frente a una vela para aprender a concentrarme. Y varias personas me han dicho que, de niños, hicieron lo mismo. Dahl tenía ese talento para dar con situaciones e historias que generan una gran fascinación.

En ‘La maravillosa historia…’ trasluce su admiración por la escritura de Dahl.

Sí, lo que me gusta del cuento no es solo el relato en sí, sino cómo lo cuenta Dahl, con todo el juego de personajes que se van dando el testigo de la narración. Eso fue lo que me llevó hasta la forma de esta película, en la que tienen mucho peso las palabras que escribió Dahl.

A un nivel estético, sus films transmiten una fuerte sensación de control. ¿Son sus películas un modo de construir un mundo a su medida?

Cuando haces una película, no cabe duda de que estás al mando de la historia. Pero si lo que te gusta es tener las cosas bajo control, no te recomendaría hacer una película. La producción de una película implica una cantidad de variables extraordinaria. Y, de hecho, una de las cosas buenas de haber hecho bastantes películas es que ya reconoces ciertos obstáculos y estás más preparado para lidiar con ellos. Pero es imposible tenerlo todo bajo control. Recuerdo el caso de ‘Viaje a Darjeeling’. Antes del rodaje, hicimos un viaje a la India para planificar la filmación. Queríamos ser meticulosos con los gastos, así que planificamos el rodaje de forma pormenorizada. Pero, a la hora de filmar, a veces, las cosas eran muy diferentes a lo esperado, hasta un grado surrealista. Recuerdo que fuimos a filmar a una región del interior y nos encantaron las cabañas de un poblado. La gente del pueblo nos ofreció construir unas cabañas para una escena, y así lo hicieron; pero, como les caímos bien, también decoraron las cabañas con un montón de ornamentos florales muy coloridos. ¡Pero nosotros queríamos las cabañas para la escena del funeral de un niño! Así que la escena del funeral quedó muy florida (ríe).

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Universal

Sus últimas películas, tanto ‘La maravillosa historia…’ como ‘Asteroid City’, abordan grandes misterios de la existencia, como la muerte, la vida alienígena, la manifestación de fuerza sobrenaturales… ¿Son cuestiones por las que, en este momento de su vida, siente un interés particular?

Tengo la impresión de que tanto ‘La maravillosa historia…’ como ‘Asteroid City’, y en especial esta última, son películas centradas en la vida emocional de los personajes. Pasan cosas, pero el foco está totalmente puesto en la emoción, como si se tratara de un poema fílmico. En este sentido, los dilemas, preocupaciones y emociones que experimentan los personajes son claramente mías. Tengo la impresión de que, cada vez más, hago mis películas desde el interior de las mismas y no tanto desde una perspectiva exterior. En el caso de ‘Asteroid City’, debo decir, además, que el rodaje fue una experiencia singularmente placentera, fluida, fácil. Hay rodajes que, al terminar, sientes que has superado una ardua batalla, pero con ‘Asteroid City’ fue como si hiciésemos la película bajo un hechizo benefactor. Es posible que sea mi película más personal.

¿Qué significa para usted poder trabajar de forma continuada con los mismos actores y actrices?

Diré dos cosas sobre esto. Primero, muchos de los actores y actrices con los que trabajo son mis intérpretes favoritos, como por ejemplo Ralph Fiennes, así que es normal que quiera trabajar con ellos. Y, luego, en segundo lugar, debo decir que algunos de estos actores y actrices se han convertido en mis amigos después de trabajar en varias películas juntos. En este sentido, mis películas funcionan como una reunión entre amigos que aprovechan la ocasión para crear algo juntos.

¿Recibe mensajes de intérpretes interesados en trabajar con usted?

Sí, a veces. Es lo que me pasó con Jeff Goldblum y Willem Dafoe. Ambos mostraron interés en mi cine y me propusieron cenar juntos. Y de ahí surgieron nuestras colaboraciones. Pero, claro, tampoco es que hablemos de actores cualesquiera. Adoro a Jeff Goldblum desde niño, y, en el caso de Willem (Dafoe), creo que vi ‘Platoon’ siete veces en el cine, así que es normal que terminara queriendo trabajar con ellos.

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Getty Images//Getty Images

¿Cómo describiría su trabajo con Ralph Fiennes, que da vida a Roald Dahl en ‘La maravillosa historia…’? Tengo la impresión de que la capacidad de Fiennes para recitar sus diálogos a gran velocidad ha marcado sus últimas películas.

Ralph (Fiennes) es un actor formidable, tiene un talento natural que fulgura en la pantalla. Pero, además, es un actor que prepara a conciencia cada uno de sus papeles. Cuando trabajas con él, no es extraño escucharle, entre escenas, preparando su próximo papel. Ralph tiene un lado muy salvaje, muy visceral, pero también tiene otra cara más disciplinada, espartana, es como si fuera un monje. Él ama su trabajo y, cuando hicimos ‘El gran hotel Budapest’, disfrutó mucho abordando un registro humorístico y ligero, que es algo que apenas había hecho. Para su papel de Dahl en ‘La maravillosa historia…’, el reto era aprenderse una cantidad ingente de diálogo, ya que filmamos del tirón sus apariciones en este corto y en los otros de la serie basada en cuentos de Dahl.

Por otra parte, es la primera vez que trabaja con Benedict Cumberbatch.

Con Benedict ya habíamos estado en contacto en el pasado, pero nuestras agendas nunca llegaron a coincidir. Esta vez tenía claro, desde el momento en que terminamos el guion, que Benedict tenía que interpretar a Henry Sugar.

En ‘La maravillosa historia…’, usted permite a los actores interpretar a diferentes personajes, lo que me recordó al trabajo de Alec Guinness en ‘Ocho sentencias de muerte’. ¿Cómo se le ocurrió emplear este dispositivo?

Pensé sobre todo en el teatro, en esas pequeñas compañías en las que, cuando representan una obra de Shakespeare, los actores protagonistas quizá también aparecen, debidamente caracterizados, en la piel de personajes secundarios. Esas compañías suelen hacerlo para reducir costes. Así no tienen que pagar por un reparto demasiado amplio. Nosotros tampoco (sonríe pícaramente).

En el Festival de Cannes, usted comentó que no había visto ninguna de las “Wes Anderson TikTok movies” que corren por la red. ¿Sigue igual?

Pues sí. La verdad es que no soy el tipo de persona que disfruta viendo imitaciones de mí mismo. Y con esto no quiero decir que desapruebe la creación de estas películas. Todo lo contrario, me encanta que existan. De hecho, de chaval, filmé una versión casera de una película de Indiana Jones, y monté una obra teatral basada en Star Wars, pero temo que, si me pongo a ver estas películas de TikTok, no me reconoceré en ellas.

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Manu Yáñez

Manu Yáñez es periodista y crítico de cine y está especializado en cine de autor, en su acepción más amplia. De chaval, tenía las paredes de su habitación engalanadas con pósteres de ‘Star Wars: Una nueva esperanza’ de George Lucas y ‘Regreso a Howards End’ de James Ivory, mientras que hoy decora su apartamento con afiches de los festivales de Cannes y Venecia, a los que acude desde 2003. De hecho, su pasión por la crónica de festivales le cambió la vida cuando, en 2005, recibió el encargo de cubrir la Mostra italiana para la revista Fotogramas. Desde entonces, ha podido entrevistar, siempre para “La primera revista de cine”, a mitos como Clint Eastwood, Martin Scorsese, Angelina Jolie, Quentin Tarantino y Timotheé Chalamet, entre otros.

Manu es Ingeniero Industrial por la Universitat Politécnica de Catalunya, además de Máster en Estudios de Cine y doctorando en Comunicación por la Universitat Pompeu Fabra. Además de sus críticas, crónicas y entrevistas para Fotogramas, publica en El Cultural, el Diari Ara, Otros Cines Europa (escribiendo y conduciendo el podcast de la web), la revista neoyorkina Film Comment y la colombiana Kinetoscopio, entre otros medios. En 2012, publicó la antología crítica ‘La mirada americana: 50 años de Film Comment’ y ha participado en monografías sobre Claire Denis, Paul Schrader o R.W. Fassbinder, entre otros. Además de escribir, comparte su pasión cinéfila con los alumnos y alumnas de las asignaturas de Análisis Fílmico de la ESCAC, la Escuela Superior de Cine y Audiovisuales de Cataluña. Es miembro de la ACCEC (Asociación Catalana de la Crítica y la Escritura Cinematográfica) y de FIPRESCI (Federación Internacional de la Prensa Cinematográfica), y ha sido jurado en los festivales de Mar del Plata, Linz, Gijón, Sitges y el DocsBarcelona, entre otros. 

En el ámbito de la crítica, sus dioses son Manny Farber, Jonathan Rosenbaum y Kent Jones. Sus directores favoritos, de entre los vivos, son Richard Linklater, Terence Davies y Apichatpong Weerasethakul, y su pudiera revivir a otros tres serían Yasujirō Ozu, John Cassavetes y Pier Paolo Pasolini. Es un culé empedernido, está enamorado de Laura desde los seis años, y es el padre de Gala y Pau.