CIDOB - Treinta años de la guerra del Golfo de George H.W. Bush
Anuario internacional CIDOB 2020

Treinta años de la guerra del Golfo de George H.W. Bush

Fecha de publicación:
07/2020
Autor:
Antoni Segura, presidente, CIDOB
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La madrugada del 2 de agosto de 1990, el ejército iraquí invadía Kuwait. La resistencia fue mínima y la ocupación se completó en tan solo veinticuatro horas. La familia real y trescientos mil kuwaitíes huyeron a Arabia Saudí. Saddam Hussein respondía así a la negativa del emirato a reducir la producción de crudo para provocar una subida del precio del barril (cada dólar de incremento suponía para Iraq una ganancia de mil millones de dólares) y a condonar la deuda de Bagdad contraída en una guerra (Irak-Irán, 1980-1988) para frenar la influencia de los ayatolás que había arruinado a Irak. El Consejo de Seguridad de la ONU condenó la invasión y, en noviembre de 1990, emitió un ultimátum exigiendo la retirada de Irak y Kuwait antes del 15 de enero. En caso contrario, una coalición internacional liderada por EEUU usaría “todos los medios necesarios” para liberar el emirato.

El 17 de enero de 1991 empezó la operación Tormenta del Desierto: 750.000 efectivos (510.000 estadounidenses) de una coalición de 34 países, frente a 580.000 soldados iraquíes –de los cuales entre el 10 y el 30% perdieron la vida, cuarenta y dos días de bombardeos aéreos –110.000 salidas contra 27.000 objetivos, cien horas de combates terrestres, el 70 % de los blindados iraquíes destruidos, una amenaza química no consumada, una batalla de mísiles sin precedentes y una guerra televisada. Se liberaba Kuwait y Saddam Hussein aplastaba la Intifada chií de Basora que George H. W. Bush había incitado (tras la posterior ocupación del 2003 se encontraron fosas comunes de la represión de 1991).

En un momento de extrema debilidad de la URSS, oficialmente disuelta el 25 de diciembre del mismo año, y con los dos países musulmanes más poderosos de Oriente Medio extenuados tras la guerra de 1980-1988, EEUU intentaba recuperar el control de la región del Golfo que había perdido tras la revolución iraní de 1979. Para lograr la participación de países árabes en la coalición internacional, Bush se comprometió a mediar en el conflicto palestino-israelí y de ahí surgieron los Acuerdos de Oslo (1993 y 1995) que establecieron una autonomía inviable en los territorios ocupados por Israel: la Autoridad Nacional Palestina ostentada por Yasser Arafat hasta su muerte, en extrañas circunstancias, en 2004.
En el 2003, tras doce años de embargo, de bombardeos angloestadounidenses y de una región autónoma kurda consolidada en el norte del país –guerra civil de por medio, George W. Bush, con el pretexto del 11-S, ocupaba Irak y acababa con Saddam. La guerra abrió las puertas a los atentados indiscriminados y las acciones de Al-Qaeda y de la insurgencia que provocaron miles de víctimas y más de cuatro mil bajas entre las fuerzas de ocupación, que abandonaron Irak en diciembre del 2011. El gobierno sectario de Nuri al-Maliki (2006-2014) y la violencia: desembocaron en un Estado semi fallido, que muy pronto fue pasto del Estado Islámico que, desde Irak, intervino en la guerra de Siria y, en 2014-2015, llegó a controlar más de un tercio de la superficie de los dos países. Se borraron simbólicamente las fronteras establecidas en Sykes-Picot (1916).

En tres décadas, la situación en Oriente Medio ha ido a peor: en el conflicto palestino-israelí no ha habido avances, es más, con Donald Trump la solución se ha alejado, al mismo tiempo que se ha dinamitado el esperanzador acuerdo nuclear conseguido con Irán en el 2015; en Siria la guerra ha consolidado el régimen despótico de Bashar al-Assad, ha fortalecido el papel de Rusia en la zona, ha provocado más de seis millones de refugiados y ha puesto de relieve la fragilidad de Europa y la deriva autoritaria y antikurda de Recep Tayyip Erdoğan en Turquía; la rivalidad por la hegemonía regional entre Irán y Arabia Saudita emponzoña toda la zona y especialmente la guerra del Yemen; Líbano conoce una creciente desestabilización política; Irak sigue sin un sistema político viable; y las revueltas árabes son apenas un mísero recuerdo, mientras Egipto, tras el golpe de Estado militar del 2013, vive un mubarakismo sin Hosni Mubarak. Solo Al Jazeera, gracias a la rivalidad entre Doha y Riad, aparece como un oasis de libertad informativa en medio de la regresión política y social de las teocracias petroleras.

Pobre balance, treinta años después de la guerra del Golfo llevada a cabo por George H. W. Bush.

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  • Antoni Segura i Mas

    Antoni SEGURA i MAS

    Presidente de CIDOB

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