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David vencedor de Goliat, de Nicolas Poussin
Manuela Mena Marqués, Jefe del departamento de Conservación de Pintura del Siglo XVIII y Goya, 1978-2019David vencedor de Goliat, de Nicolas Poussin
Manuela Mena Marqués, Jefe del departamento de Conservación de Pintura del Siglo XVIII y Goya, 1978-2019
El David vencedor de Goliat [El triunfo de David] de Poussin es realmente una de mis obras favoritas, no solo del Museo del Prado sino de la historia del arte. Porque Poussin es uno de mis artistas favoritos, posiblemente. Es un cuadro difícil, aunque pertenece a la etapa joven de Poussin, que es más fácil de explicar que el Poussin más tardío y frío. Pero este Poussin joven, en su “David vencedor de Goliat”, resalta sobre todo por la expresión de David, que está meditando si haber matado a Goliat ha sido bueno o no; esta idea la explica Poussin a través de la cabeza, la expresión y la mirada de David de una forma magistral. Por otro lado, la cabeza de Goliat cortada y sangrante es una cabeza bellísima, de una dignidad inmensa; no parece un monstruo Goliat. Y eso es lo que piensa David también: “He matado a alguien que no era un monstruo; que quizá atacaba a mi pueblo pero ¿he hecho bien en matarle?”. Esa idea de la duda que Poussin nos imprime a nosotros con el cuadro de una manera tan fácil es quizá lo que más me gusta. Es un cuadro difícil de explicar, pero como todos los cuadros. A la derecha tenemos la cabeza de Goliat muerto, violentamente. En el lado izquierdo, hay unos bellísimos amorcillos, preciosos, que intentan tocar la lira de David, que era una lira especial que sonaba con el aire que entraba a través de la ventana, que es mucho más difícil que tocar la lira de verdad. Tambíen aquí muestra Poussin la dificultad de todo el asunto. Y luego está la bellísima figura de la Victoria, que, con tranquilidad y seguridad, corona a David por haber hecho lo que tenía que hacer. Si seguimos pensando en ello, es un cuadro muy difícil.
Me molesté en medir la diferencia de altura entre Goliat y David, siguiendo lo que dice la Biblia, y efectivamente la cabeza de Goliat es tres veces más grande que la cabeza de David. Goliat era exactamente tan grande y gigantesco como decía la Biblia, la cual leyó Poussin, e intentó hacerlo del mejor modo posible. Es decir, los artistas son así: tienen un nivel de obsesión tremendo, y eso tal vez sea lo más interesante del arte.
¿Quiénes somos? Es un motivo de reflexión. Si te pones delante de un cuadro como el de Poussin y empiezas a mirarlo de verdad, estás reflexionando sobre quién eres tú y quiénes son los demás. Y podemos ver la belleza. Habrá quien se enamore de ese David maravilloso, con una delicadeza praxiteliana que no la conoció Poussin. El arte enseña también sobre esa puesta de sol, allá en la distancia, después de un día terrible de lucha y sangre. El sol se está poniendo y volverá a salir. Es decir, si me pones a hablar delante de ese Poussin, puedo estar hablando una semana.
Llega al Museo del Prado con una beca de la Fundación Juan March. En 1981 obtiene la plaza de Conservador de Dibujos y Estampas del Museo del Prado. Después es nombrada Subdirectora de Conservación e Investigación (cargo que desempeña entre 1981 a 1996) y vocal del Real Patronato (de 1991 a 1996). Hasta 2018 ha sido jefe de Conservación de Pintura del Siglo XVIII y Goya.
Entrevista realizada el 28 de junio de 2018
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