Napoleón ya está en los cines españoles, y eso significa que todo el mundo puede acudir a ver la película que muy probablemente le dará su segundo Oscar a Joaquin Phoenix. A lo largo de esta semana ya os hemos hablado de lo que ocurrió de verdad entre Napoleón, los faraones y las pirámides. También hemos comentado ese dato que da la película de Ridley Scott sobre a cuantos soldados "mató" Napoleón en batalla. Hemos hablado también de María Luisa de Austria, la segunda esposa de Napoleón desaparecida en la película, e incluso de cómo Ridley Scott hace bajito a Napoleón a través de Joaquin Phoenix y Vanessa Kirby. Pero ahora que el resto de espectadores pueden ver Napoleón es hora de volver a lo que ya avanzábamos en nuestra crítica, Napoleón es una película notable pero que falla en su duración.

Almuzara Eso no estaba en mi libro de Napoleón (Historia)

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Crédito: Amazon

Sabemos que suena a broma o a exageración, pero las dos horas y 38 minutos que dura la película se hacen demasiado cortas cuando la intención es retratar una figura como la de Napoleón. Vale que se ahorran toda su juventud y que sus últimos años no son más que algunos carteles informativos, pero toda la grandeza vital de Napoleón en una película no cabe en menos de tres horas. Y eso teniendo en cuenta que la ambición de Ridley Scott era adentrarse tanto en su vida privada con Josefina como en el retrato de cada una de sus más ilustres batallas. Un reto mayúsculo que hace que sintamos que la película va demasiado rápido, que pasa por encima de pasajes importantes. La mayoría de grandes acontecimientos duran una o dos escenas, y no hay hueco, aire o espacio entre ellas. No hay gratuidad, no hay momentos de jugueteo o libertad del personaje más allá de alguna escena de sexo. No hay, para que los fans de Joaquin Phoenix nos entiendan, una escena de Joker bajando las escaleras bailando. Ese tipo de escena, ese tipo de aire creativo, no existe, no hay tiempo.

Por eso, a pesar de que las batallas son espectaculares y que Joaquin Phoenix y Vanessa Kirby están estupendos, tenemos que concluir que, casi un siglo después, la mejor película de Napoleón sigue siendo la misma. Si la versión muda de Ben-hur, que nada tiene que envidiar a su versión sonora con Heston, quedó opacada por esta, todavía no hay quien supera la espectacularidad de la Napoleón de Abel Gance. Dura tres horas y 55 minutos, y eso que al ser muda se ahorra los diálogos. Comienza, eso sí, con Napoleón en un internado en sus años mozos. Nada menos que con una batalla de bolas de nieve con los compañeros donde despertaría su genio táctico.

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Hablamos, por supuesto, de un retrato francés de Napoleón de principios de siglo. Es decir, aquí hay más bueno y menos malo del personaje que en la visión de Scott. Pero ante todo estamos ante una de esas películas que aunó ser un logró técnico y artístico insuperable. Cumbre del impresionismo cinematográfico francés, Abel Gance llevó la experimentalidad de su anterior película, La rueda, a la mayor superproducción que vio el cine francés en varias décadas.

El resultado fue esta epopeya que, en lo técnico, pasó a la historia por su uso de la Polyvision. Aunque las escenas más íntimas suceden en un único encuadre cuadrado (el habitual en la época), para las batallas se ideo una técnica de pantalla ancha. El invento implicaba la proyección de tres rollos de película simultáneos dispuestos en una fila horizontal, creando una imagen igual de ancha que tres juntas. Una idea que venía de los trípticos de la pintura y que sirvió como inspiración a la futura pantalla panorámica y al cinemascope. Fue una demostración de que la pantalla ancha venía ideal para recrear las más grandes batallas, pero que todavía no renunciaba al encuadre cuadro para las imágenes más centradas en los personajes.

napoleon abel gance
Movistar

Pero reducir la importancia de Napoleón en la historia del cine al invento del Polyvision sería olvidar su novedoso uso de la filmación en exteriores, de la cámara en mano o de los planos subjetivos. Por no hablar de que el uso de la Polyvision no solo era para imágenes panorámicas, sino también para crear auténticos collage conceptuales. Verla al lado de la de Scott nos deja la sangrante impresión de que el cine era más original, curioso y valiente hace casi cien años que ahora. Pero no estamos aquí para dar una clase de historia del cine, sino para recomendar esta descomunal obra maestra que podéis ver en Movistar Plus+. Y no lo decimos por sus logros técnicos o por la viveza e imaginativa de su puesta en escena, sino porque sigue funcionando mejor que ninguna otra.

Por algo esta cinta obsesionó durante años a Stanley Kubrick, que nunca llegó a hacer su proyecto de Napoleón inspirado en Gance por sentir que nunca lo alcanzaría. Ese testigo que solo recogió a medias Kubrick es el que ha aceptado un menos tiquismiquis Ridley Scott. Los resultados son buenos, pero los maestros siguen muy lejos todavía.

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Movistar Plus+