El aporte de Ernesto Sábato a la literatura argentina y un repaso por su vida - MDZ Online
Homenaje

El aporte de Ernesto Sábato a la literatura argentina y un repaso por su vida

Se cumplen 13 años de la partida de Ernesto Sábato, uno de nuestro mayores tesoros de la literatura argentina. María Ana Rago honra su memoria en MDZ.

María Ana Rago martes, 30 de abril de 2024 · 08:35 hs
El aporte de Ernesto Sábato a la literatura argentina y un repaso por su vida
Ernesto Sábato Foto: MDZ

No recuerdo el año exacto, pero sí recuerdo la escena. En la Feria del Libro (cuando se hacía en el Centro de Exposiciones),  Ernesto Sábato firmaba ejemplares. Sentado en soledad sobre una pequeña mesa (la memoria puede traicionar la exactitud de la situación), recibía uno a uno a los lectores que se acercaban con su libro. Yo llevaba “El túnel”, novela que leí por primera vez siendo adolescente y que inevitablemente dejó una huella imborrable en mi espíritu. Después de la larga espera, ese encuentro
cercano con el gran escritor argentino se grabó en mi retina para siempre. Un grato recuerdo que cobra más valor con el paso del tiempo.

El escritor y sus fantasmas (o entre las letras y la ciencia)

Estudió ciencias, pero su vocación fue artística: la pintura y la ficción. Sábato escribió solo tres novelas: 

  • “El túnel”
  • “Sobre héroes y tumbas”
  • “Abbadón el exterminador”.

La primera tuvo una trascendencia enorme. Incluso hasta hoy, es material de lectura en las escuelas. El planteo existencialista que muestra allí es de una gran profundidad. Pero, ¿por qué solo tres novelas? La respuesta la da él mismo en uno de sus maravillosos ensayos, “El escritor y sus fantasmas”. Asegura allí que escribir novelas es “terriblemente difícil” y un “sufrimiento casi continuo”, expresa y, seguramente, exagera. “Pasan no solo días, sino semanas, meses y hasta años en que no siento esa necesidad compulsiva de escribir”, dice. Ese texto es revelador; indaga en la tarea del escritor y en el proceso creativo que es, sin dudas, casi imposible de reconstruir después de una obra terminada. Pero él trata de meterse ahí, donde no se puede. Y encuentra la clave de la escritura: el fanatismo y las obsesiones.

"El Túnel".

La corriente existencialista

Y hablando de obsesiones, comparto una mía. Sucedió después de haber leído dos libros que me provocaron similar impacto emocional, por explicarlo de algún modo. Entre “El túnel” (1948), de Sábato y “El extranjero” (1942), de Albert Camus hay un gran parentesco. Desde entonces, no puedo dejar de pensar en una sin la otra (incluso, se me cruza también “Niebla”, de Unamuno, pero el parentesco es más lejano). El existencialismo atraviesa ambas obras y el autor francés elogió la obra del argentino.
Si se hubieran cruzado, los dos protagonistas, Juan Pablo Castel y Meursault, se hubieran entendido. Es interesante el paralelismo entre los personajes; bastante distintos y al mismo tiempo, tan parecidos.

Ambos son extraños en su propia existencia y el absurdo conduce sus vidas. Esa mirada sobre la humanidad, entre el rechazo y la necesidad de comprensión atrae al lector desorientado en busca de más desorientación. La coherencia ante todo: la obra de Sábato es, según sus propias palabras, la “obra de un espíritu contradictorio”. ¿Hay otro adjetivo que califique con más acierto el espíritu humano?

“Sobre héroes y tumbas”

La autobiografía en la literatura

“Porque en un sentido más profundo, no hay novela que no sea autobiográfica, si en la vida de un hombre incluimos sus sueños y pesadillas”, expresó en “El escritor y sus fantasmas”. Personalmente, cuando dicto talleres de escritura, empiezo con esa idea. Qué bella es la manera de contarse a uno mismo desde la ficción. No hay modo de que el autor no desnude su alma de manera más o menos directa en sus narraciones.

“Me anima la débil esperanza de que alguna persona llegue a entenderme. aunque sea una sola persona”, confiesa Juan Pablo Castel en “El túnel”. ¿Y no es acaso ese el fin primero y último de quien escribe? Castel necesita que alguien lo entienda. Sábato también buscaba eso. “Porque al fin y al cabo uno escribe una novela (...) para explicar al mundo quién es uno y qué espera de la existencia”, dice en uno de sus libros.

La descendencia

Tuvo dos hijos. El mayor, Jorge Federico, falleció a las 56 años en un accidente automovilístico. El menor, Mario, fue cineasta y en 2010 estrenó el documental “Ernesto Sábato, mi padre”, en el que reunió antiguas filmaciones familiares, muchas de ellas inéditas.
Hace unos cuantísimos años conocí personalmente a Mario (fallecido el año pasado). Lo entrevisté en ocasión del estreno de una película suya, su último largometraje de ficción, “India Pravile” (2003) y tuve la sensación de estar cerca de su padre cuando  charlaba con él. Aunque la anécdota es minúscula (del mismo modo que la del autógrafo de la Feria del Libro), me gusta contarla, porque me hace sentir privilegiada. Sin dudas la figura de Ernesto fue y es enorme. Su compromiso con la humanidad es artífice
de su trascendencia.

“Ernesto Sábato, mi padre” ¡Mirá el video!

La resistencia (o un llamado a la reflexión)

Ahora sugiero algo. Les pido que nos detengamos a pensar en la grandeza a la que todavía podemos aspirar si nos atrevemos a valorar la vida de otra manera. Sí, en la oración anterior faltaron las comillas, porque aunque me hubiera encantado ser la autora de esa frase, la escribió Sábato en uno de sus últimos ensayos, “La resistencia”, donde también afirmó: “Pero hay algo que no falla y es la convicción de que -únicamente- los valores del espíritu nos pueden salvar de este terremoto que amenaza la condición 
humana”.

Ese libro publicado en el 2000, por un hombre de casi 90 años es una genialidad que presenta una mirada advertida de los tiempos venideros. Resistir a todo aquello que nos aleja del otro, que interfiere en la comunicación cara a cara y atenta contra transitar auténticamente la existencia, no a través de pantallas, sino de vivencias. “Convivir humanamente”, decía entre las tantas líneas de ese ensayo. “La televisión es el opio del pueblo”, parafraseó a Marx en “La resistencia”. Y qué diría entonces si nos viera con los
celulares como prolongación de nuestro cuerpo, caminando como zombies por la vida. Con gusto, seguiría citando esa obra, “La resistencia”, porque cada párrafo es imperdible. Pero apelo al lector de estas líneas a que lea completo ese llamado de atención sobre nuestra equívoca manera de vivir.

El libro y su dedicatoria

Vuelvo al comienzo, para cerrar la anécdota. Ese ejemplar de “El túnel” que Sábato me dedicó y firmó sufrió una imperdonable torpeza mía: lo presté, no recuerdo a quién, y nunca volvió a mis manos. Andará por un tunel solitario y oscuro, que no volvió a cruzarse con el mío.

María Ana Rago.

* María Ana Rago, docente y periodista.

Instagram: @elgranteatrodelmundo2024

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